23/06/2019, 22:22
Etsu había soltado una propuesta de lo mas alocada, aunque pensándolo en frío, quizás no tanto. Tener a un buen rival de esa manera tan cercana, no sería mas que otro incentivo a hacer que éste entrenase aún más duro. Además, con las mismas Daigo conseguiría hacerse más fuerte, era una simbiosis de lo mas oportuna. Sendos shinobis lograrían acercarse un poco más a sus objetivos.
Sin embargo, Daigo no contestó absolutamente nada. Quedó en un sepulcral silencio, y no fue hasta que el Inuzuka propuso lo del refresco que el paliverde reaccionó. Lo que hizo no fue mas que levantarse, que no fue poco dado el entrenamiento que habían tenido. Aquejado y con esfuerzo, logró sobreponerse y tomar la verticalidad. Con una sonrisa, le lanzó la mano al rastas en lo que afirmaba que también necesitaba un refresco. Así pues, con la ayuda del peliverde, Etsu tomó también la verticalidad. De pronto, hizo el otro genin un inciso, antes debía hacer algo.
Con ojo de rapaz, el de rastas observó cómo Daigo se dirigía hacia el pelele, y le quitaba la almohada. Tras tomar la almohada, retornó los pasos sobre sí, dispuesto a volver a la aldea. Etsu hizo un gesto a Akane, y éste se levantó y se dispuso a su lado. No podía estar mas de acuerdo en lo de hacer una pausa para tomar un refrigerio. A todo eso, Daigo preguntó dónde estaba el dojo.
«¡Ostras! ¿piensa...?» el Inuzuka se sorprendió «¿... de verdad ha aceptado unirse al dojo?»
Y no tardó en responder a la pregunta mental del rastas, confirmando que no tardaría demasiado en verle por allí. Etsu enmarcó una enorme sonrisa, realmente contento. Aún no daba crédito a que el peliverde hubiese aceptado la propuesta.
—Será genial verte por allí, Daigo —contestó entusiasmado —el dojo se encuentra casi en el centro de Kusagakure, a dos calles de la plaza central, junto a esa panadería tan buena llamada La abuela Tomoe. El dojo se llama Cereberus, y si preguntas por la zona, seguramente te sepan indicar.
Entre tanto, iban haciendo el camino, retornando a la aldea.
Sin embargo, Daigo no contestó absolutamente nada. Quedó en un sepulcral silencio, y no fue hasta que el Inuzuka propuso lo del refresco que el paliverde reaccionó. Lo que hizo no fue mas que levantarse, que no fue poco dado el entrenamiento que habían tenido. Aquejado y con esfuerzo, logró sobreponerse y tomar la verticalidad. Con una sonrisa, le lanzó la mano al rastas en lo que afirmaba que también necesitaba un refresco. Así pues, con la ayuda del peliverde, Etsu tomó también la verticalidad. De pronto, hizo el otro genin un inciso, antes debía hacer algo.
Con ojo de rapaz, el de rastas observó cómo Daigo se dirigía hacia el pelele, y le quitaba la almohada. Tras tomar la almohada, retornó los pasos sobre sí, dispuesto a volver a la aldea. Etsu hizo un gesto a Akane, y éste se levantó y se dispuso a su lado. No podía estar mas de acuerdo en lo de hacer una pausa para tomar un refrigerio. A todo eso, Daigo preguntó dónde estaba el dojo.
«¡Ostras! ¿piensa...?» el Inuzuka se sorprendió «¿... de verdad ha aceptado unirse al dojo?»
Y no tardó en responder a la pregunta mental del rastas, confirmando que no tardaría demasiado en verle por allí. Etsu enmarcó una enorme sonrisa, realmente contento. Aún no daba crédito a que el peliverde hubiese aceptado la propuesta.
—Será genial verte por allí, Daigo —contestó entusiasmado —el dojo se encuentra casi en el centro de Kusagakure, a dos calles de la plaza central, junto a esa panadería tan buena llamada La abuela Tomoe. El dojo se llama Cereberus, y si preguntas por la zona, seguramente te sepan indicar.
Entre tanto, iban haciendo el camino, retornando a la aldea.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~