Se habia levantado pronto el dia anterior a la primera ronda de aquel evento torneil intervillal tan importante, para el que habia viajado hasta la ciudad de los Dojos. ¿Qué debia hacer? Podia descansar para ir más preparado al combate, relajado y mentalmente preparado. Pero ¿como coño iba a dormir con menos de 24 horas antes de tener que salir al campo de batalla por su villa a hacer el ridiculo? Saltó de la cama y en un suspiro estaba preparado para salir y dar un paseo que podia acabar exageradamente mal o bien.

Iba pasando la calle y los dojos se multiplicaban. Llegó hasta el final de la misma y ante él se levantaba un dojo estilo japones que tenia un cartel con un mensaje que caló en los ojos de Nabi, "Hoy enfrentamientos a mano desnuda". Parecia lejos de las enseñanzas ninjas, a mano desnuda, ni siquiera era Taijutsu. Era pelea pura y dura. Parecia haber jaleo en su interior, así que el rubio se asomó a ver que tal.

Al abrir la puerta deslizante tipica japonesa, se encontró con un largo pasillo de lo más tradicional que habia visto, a la derecha solo entrar habia un pequeño mueble para dejar las sandalias. Dejó las suyas y siguió por el pasillo hasta llegar a otra puerta deslizante.

La abrió, descubriendo ante él la imagen exacta que apareceria en un diccionario al buscar Dojo Japones. Sentado sobre un cojin apoyado en la pared se encontraba un anciano cuyo rostro aparentaba una juventud que su pelo totalmente blanco negaba en rotundo. Una barba puntiagudo que acababa a treinta centimetros de su menton y un cabello recogico en una coleta más larga que su barba. Ante él, un muchacho no paraba de hacer aspavientos y de gritar.

Venga, Ojiisan, ¡pelea conmigo! Te prometo que esta vez durare muchisimo más contra ti, ¡hasta puede que llegue a los 10 segundos!

El chico no parecia tener más de 10 años y el abuelo, con los ojos cerrados, se atusaba la barba como quien no quiere la cosa.

Ya oiste al medico, no puedo hacer esfuerzos hasta que me recupere del todo. Ese muchacho sera tu oponente.

Señalo a Nabi, aún sin abrir los ojos.

Em, yo solo venia a mirar, habia oido gritos, no es mi intención enzarzarme en peleas innecesarias.

¿Crees que esta pelea es innecesaria? Vosotros los ninjas dependeis demasiado de los jutsus, ¿piensas que puedes superar a mi nieto en un combate puramente fisico? Hasta yo podria vencerte. Por eso estas aqui, porque en lo más profundo de tu mente, sabes que es verdad. Mi nieto es genin como tú, pero él no sabe ningún tipo de Ninjutsu. ¿Sabes como consiguió la bandana?

Abrió un ojo y miro fijamente a los del rubio. En un segundo, el que era el nieto del anciano se habia colocado ante Nabi y le lanzó una patada al cuerpo. Apenas le dio tiempo a apartarse hacia atras antes de que le diera para esquivarlo por apenas un milimetro, chocando contra la puerta.

Si consigues darte una sola vez a mi nieto, te enseñare algo bastante impresionante.

¿Que demonios iba a hacer ahora?

-N-No... Es-pinas... Ka-b-och... Kin-ma... - El sudor le perlaba la frente a la que se adhería el flequillo, Mike ladraba hacia su dueña para que se despertase, pero ella seguía removiéndose entre las sábanas. Dolor, sentía dolor en la pierna, estaba asustada. Unos ojos marrones la miraban con tristeza para luego desaparecer en la oscuridad, hasta que luego volvían a zarandearla de lado a lado. -¡NYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH! - Se despertó de un salto, tal salto que cayó al suelo con la sábana enroscada en su pierna derecha. Mike saltó a socorrerla, pero solo atinó a pisarla el pecho.

Eri se limpió las lágrimas y tranquilizó al can que emitía gemidos de tristeza mientras le acariciaba el pelaje de la cabeza. Éste al encontrar consuelo, saltó por la ventana que se encontraba abierta y se fue, dejando a Eri más confusa y aturdida de lo que ya se encontraba. Suspiró y miró la cama de soslayo, sabía que no podría volver a dormir por mucho que quisiese, y eso que quedaba poco para el comienzo del torneo. Se duchó, se colocó su ropa típica y salió a dar una vuelta, quizá despejarse era la mejor opción para ese tipo de situaciones.

''Sigo pensando en aquella casa...'' Después de contárselo al perro de pelaje azabache nadie más conocía su inquietante miedo, y tampoco tenía la intención de hacerlo, así que con una negación constante de cabeza, intentó disipar aquellos hirientes pensamientos. Así, paso a paso, acabó en un dojo estilo japonés con un cartel que anunciaba Hoy enfretamientos a mano desnuda, ¡quizá el entrenamiento la hiciese despejar su mente! No dudó ni dos segundos entrar a aquel lugar, en el cual se tropezó nada más dar con el pasillo.

Hizo un puchero a la nada y se quitó las sandalias, dejándolas en el mueble que adornaba el este de la estancia, luego entró descalza hasta que dio con otra puerta, la cual abrió despacio por si acaso allí no era bien recibida. Debería pedir permiso para entrar en los lugares desconocidos, no entrar así porque sí. Sin embargo, una voz alcanzó a su oído, una voz terriblemente familiar.

-Em, yo solo venía a mirar, había oído gritos, no es mi intención enzarzarme en peleas innecesarias.

Se llevó una mano a la frente, haciéndose daño, ¿justamente tenía que caer en el dojo en el que estaría él? Era obvio que Nabi estuviese apuntado en el torneo, más que obvio, luchar por su villa, por si querida patria. Mientras escuchaba como alguien le echaba una reprimenda al rubio por su incompetencia, Eri decidió alejarse de allí lo más rápido que pudo.

Pero el destino fue caprichoso, y, al parecer, después de la regañina, alguien salió despedido hasta la puerta, y la joven de ojos verdes, confusa, abrió la puerta para que no se estampase directamente contra ella y romperla, parece tan frágil...

Por ello ahora estaba tirada en el suelo con un cuerpo encima de ella, un cuerpo que olía muy familiar. Joder, ¿en qué se había metido? ¡Ella solo quería entrenar un poco el taijutsu!

Cuando se fue a echar hacia atras para esquivar el subito ataque del joven genin, la puerta desapareció inesperadamente. El resultado fue que Nabi se tropezara con la culpable de hacer desaparecer la puerta y ambos acabaran en el suelo. Se levantó de un salto sintiendo ya la adrenalina del combate, a pesar de que siquiera habia aceptado tal combate, pero las palabras del anciano se clavaban cual clavo ardiente en su cerebro. Viró para ver quien habia sido la victima de su abrupta reculación, encontrandose con una muchacha peliazul.

¡Eri! ¿Qué haces aquí?

Dijo mientras le ofrecia la mano para ayudarla a levantarse. El anciano se levantó riendose gratamente, se acerco a otra puerta corredera que habia al final de la pared que tenia detras.

Tsuki, ven. Hay una muchacha peliazul que ha venido a pegarse contigo.

Estoy ocupaaaaadaaaaa.

Pero es una kunoichi de Uzushiogakure.

¿Como coño habia descubierto eso el anciano? Era hacker. De repente, de esa puerta apareció una pequeña niña incluso más bajita que su compañera de villa, sonriente y expectante. Plantó sus ojos en Eri y sonrió.

Perfecto, justo me faltaba barrer el dojo con una de Uzu, las de Ame y Taki no duraron nada.

Venga, jovenzuelos. ¿Quien quiere ser el primero?

La pregunta estaba dirigida a los Uzushiogakureños que se habian plantado en la puerta con un dilema moral y el entrenamiento que al fin y al cabo, habian entrado buscando.

Tomó la mano del chico con un leve rubor en las mejillas, y así ambos quedaron incorporados sobre sus dos piernas de nuevo. El anciano - que al parecer era quién le había estado regañando al rubio - se levantó del cojín donde se encontraba y se acercó a otra de las puertas correderas que había al final de la pared contraria a la que estaban ellos dos.

Tsuki, ven. Hay una muchacha peliazul que ha venido a pegarse contigo.

¿Cómo? ¿Una muchacha peliazul que ha venido a pegarse con ella? ¿Y esos modales dónde se encontraban? Abrió los ojos lo máximo que pudo y empezó a mover las manos hacia los lados, ¡aquello era un malentendido! -Eh, ah... ¡Discúlpame! Mi nombre es Mizumi Eri - Se presentó mientras hacía una reverencia. Pero antes de continuar, una voz la interrumpió.

-Estoy ocupaaaaadaaaaa.

¡Que alivio! Menos mal, así solo tendría que darse la vuelta y...

-Pero es una kunoichi de Uzushiogakure.

¿¡Cómo narices sabí-!? Ah, la bandana. Oops. -D-disculpe pero... Es un malentendido, yo solo pasaba por aquí... No pretendía tener un enfrentamiento con nadie... - Se excusó. Sabía que mentía, ella había ido allí expresamente para enfrentarse con alguien, pero no con Nabi allí, no después de lo que pasó la última vez que se vieron... Además, ¿dónde estaba su camiseta negra?'

-Perfecto, justo me faltaba barrer el dojo con una de Uzu, las de Ame y Taki no duraron nada. - Una niña seguramente más pequeña que Eri -por su estatura, más que nada, ya que nadie solía medir menos que ella a menos que fuese menor - apareció por la puerta, dispuesta a dar una paliza a la joven kunoichi de Uzushiogakure.

-Venga, jovenzuelos. ¿Quien quiere ser el primero?

-P-Pero... Señor, no soy tan buena con el taijutsu... - Ya ni sabía qué decir, ni si quiera hacia dónde mirar, ¡aaay, jopetas! ¿Qué pasaría?

El viejo volvió sobre sus pasos y se sentó en su añorado cojin como quien no quiere la cosa. Sin inmutarse por lo que decian o hacian sus nietos o los dos gennins de Uzushiogakure. Los dos sucesores del dojo se sentaron en dos cojines delante de la pared izquierda del dojo, dos cojines esperaban el culo de ellos dos ante la pared opuesta.

Jojojojo, estos jovenes de hoy en dia ya no teneis ni espiritu ni confianza en vosotros mismos. En mi epoca, estos dojos estaban llenos de luchadores hechos de roca y con una voluntad inamovible. Lo que te hace fuerte no es tu fuerza, tu habilidad o los jutsus más poderosos, lo que te hace fuerte es la confianza que tengas en tu cuerpo y en los conocimientos que sí tienes. No os vamos a obligar a pelear. Pero mañana sí se os obligara. ¿Estareis preparados para eso si huis de un simple entrenamiento de combate?

Ese viejo sabia donde dar el golpe, nunca mejor dicho. Nabi ya tenia claro que estaba dispuesto a afrontar ese reto y el del dia siguiente, por muy mal que le saliera, no iba a echarse atras. Así era como habia decidido vivir, aunque le costara algo más que el orgullo. Apesar de que Eri habia sudado de lo que le habia preguntado le habia aceptado la mano, así que tiraria de ella levemente.

Venga, nunca esta de más un poco de entrenamiento.

Hizo una mueca que pareceria una sonrisa, pero que parecia más que le habia dado un calambre en el rostro. Aún no le habia pillado el truco a eso de sonreir.

Mordió su labio inferior mientras fruncía el ceño y bajó la mirada, aquel hombre tenía razón, ella no tenía nada de confianza en sí misma aún cuando se lo había prometido a Mike, ¿cómo se lo iba a tomar? Mañana empezarían los combates tan esperados, pero ella no se sentía preparada... Nabi había tirado de ella a pesar de que la joven huérfana no había contestado a su pregunta con anterioridad.

-...Pero mañana sí se os obligara. ¿Estaréis preparados para eso si huis de un simple entrenamiento de combate?

Miró a Nabi a los ojos y notó en ellos una determinación que le recordaba al pasado, a cuando ambos eran felices en medio de la tristeza que los rodeada, y sin querer una sonrisa se dibujó en sus rosados labios.

-Venga, nunca esta de más un poco de entrenamiento. - ¿Estaba...Sonriendo? ¡Si parecía que le iba a dar algo! Eso no pegaba para nada con el Uchiha que había encontrado de nuevo después de todos esos años sentado en la academia... Era tan... Nabi, no el que estaba manchado de carmesí, era aquel chico pintado de amarillo chillón. No entendió por qué no soltó su mano hasta que se dio cuenta de que... ¡Tenían razón! Ella no se echaría atrás, no en aquel lugar, no con él delante.

Suspiró y tomó el camino dirección al cojín que la esperaba. -Usted gana... - Respondió a la provocación del señor mientras se sentaba sobre sus piernas.

Así, ambos shinobis del Remolino fueron a sus respectivos cojines. La sala media unos cinco metros de largo y siete de ancho, así a ojo. Aunque, sabiendo quien era el Uchiha, yo de ti no me fiaba. Cada cojin estaba perfectamente alineado con su hermano gemelo que estaba al otro lado de la habitación y sobre él descansaban sus respectivos contrincantes. Hubo un silencio durante un par de segundos hasta que el viejo pareció despertar de su trance espiritual o del sueño que le habia entrado.

Disputareis combates reglamentarios en los que únicamente seran validos los golpes a mano desnuda, es decir, ni chakra, ni armas de ningún tipo. Podeis dejar las armas a un lado o llevarlas encima si os sentis comodos o estais acostumbrados a ello, pero en ningún caso utilizarlas. Los enfrentamientos seran individuales y se decidira quien va primero a cara o cruz. No se permite la violencia gratuita ni los insultos y/o bejaciones de ninguna indole.

Nabi levantó la mano en cuanto el anciano guardó silencio.

¿Sí?

Antes de nada, no voy a participar en tal eventualidad si no llevan sus respectivas bandanas.

Tan pragmatico como pareces.

Hizo una seña a sus descendientes y estos tras un bufido exhasperado. Malditos Uzushiogakureños y su rectitud. Ambos aparecieron de nuevo en la gran sala cada uno con una bandana de Takigakure. Takigakureños tenian que ser.

Todo en orden, puede proseguir.

De repente, el Uchiha parecia el lider de aquel lugar. Su rectitud le hacia parecer tener algún tipo de autoridad totalmente falsa.

Para decidir quien empieza usaremos un metodo legendario, pasado de generación en generación. El cara o cruz, como os habia dicho anteriormente. La señorita aspirante elige. ¿Cara o cruz?

Diria encarando a Eri. Todos la miraron expectantes. SE DECIDIA TODO EN ESE CARA O CRUZ.

Nabi se sentó a su lado y no pudo contener la emoción por dentro. ¡Si estaba dando saltitos y todo sobre su cojín! Apretó los labios intentando no seguir sonriendo como una estúpida mientras el anciano explicaba las reglas del ya explicado combate, pero que aún así Eri escuchó en silencio y con educación, no iba a dejar a su villa en evidencia... Suspiró y se quitó su kit médico y su portaobjetos que dejó a un lado de su asiento, si no los iba a utilizar así al menos se sentiría más ligera. También se quitó su cinturón y la tela de abajo de éste, quedando con su túnica azul como única prenda exterior.

El Uchiha, al parecer no conforme con lo explicado, o por ser tiquismiquis, o simplemente porque era Nabi, exigió -Antes de nada, no voy a participar en tal eventualidad si no llevan sus respectivas bandanas.

Cambió de posición sus piernas, incómoda, mientras torcía el gesto. Cuando todo pareció conforme para el rubio, todo continuó.

-Para decidir quien empieza usaremos un metodo legendario, pasado de generación en generación. El cara o cruz, como os habia dicho anteriormente. La señorita aspirante elige. ¿Cara o cruz?

El anciano la miró, y de repente todas las miradas se posaron sobre ella. Se puso nerviosa, muy nerviosa, excesivamente nerviosa, ¡Cómo podía estar así sabiendo que al día siguiente incontables pares de ojos se posarían sobre ella! Pero... ¡Jopetas! La kunoichi bajó la mirada y de un impulso se tiró encima de Nabi, ocultándose en su pecho.

-E-Elijo... C-cara... - tímidamente contestó a la pregunta del anciano.

El abuelo tiró la moneda al aire que dio vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, y vueltas, hasta caer en la mano abierta del anciano, con la cara de otro señor mayor hacia arriba. De esa cara, nacieron dos sonrisas, una gentil en los labios del mayor y una de pura excitación en la de la niña, que parecia estar a punto de saltarle al cuello

¡Que suerte, jovencita! Le toca el turno a las mozas. Bien, poneos a los bordes del circulo. Haremos combates por turnos, quien caiga al suelo primero pierde este turno, si ambas caeis, independientemente de quien caiga encima de quien o quien haya tirado a quien, sera un combate nulo y se saltara el turno.

Paró un momento para observar a las muchachas por si alguna tenia alguna duda, si ninguna decia nada proseguiria. De mientras, Tsuki se habia levantado y se habia colocado sobre una delgada linea que describia un circulo en el centro de la estancia que apenas tendria un metro de radio, dejando a las kunoichis a dos metros escasos, si Eri tambien se colocaba sobre el borde.

Haced un breve saludo y cuando suene el gong empezara el enfrentamiento.

El anciano esperó a que ambas hubieran presentado sus respetos a su rival, pacientemente, y sin levantar la mirada siquiera, lanzó una especie de orbe de acero a un enorme gong que habia colgado en la pared donde estaba la puerta por donde habian entrado Eri y Nabi, pero que ninguno de los dos habia reparado en él hasta ese instante.

¡DONG!

Un balde de agua fría fue lo que le cayó encima cuando Nabi ni si quiera abrió los brazos para recibirla en ellos, así que con una lentitud y un silencio sepulcral, se alejó de él mientras el anciano dueño del dojo anunciaba que ella sería la primera en pelear contra la joven de nombre Tsuki.

La médica se levantó con tranquilidad y observó como su ahora contrincante se situaba frente a ella a unos dos metros de distancia, al parecer se había colocado en el lugar que correspondía por primera vez en mucho tiempo, siempre solía ser la última en entender lo que las demás personas le dicen.

-Haced un breve saludo y cuando suene el gong empezara el enfrentamiento.

-Mi nombre es Eri, gracias por pelear conmigo - hizo una leve reverencia agachando su cabeza y arqueando su espalda hacia delante, tras unos segundos se volvió a incorporar y adquiriría una posición defensiva.

¡DONG! El sonido retumbó en la estancia, y la joven de cabellos azulados esperaría a ver quién sería la primera que diera el paso que abriría el combate.

La chica peliazul se habia lanzado a placarle a lo que Nabi habia intentado aguantar el golpe, pero despues del resultado de la moneda, esta se habia alejado lentamente de él sin decir nada. El rubio no estaba muy seguro de lo que acababa de pasar ni de si habia hecho algo mal o algo bien. Pero la verdad es que tenia muchas ganas de ver a Eri peleando. No sabia si iba a poder hacerlo en el torneo y queria saber cuanto habia entrenado y a que nivel estaba. Al 7 por lo menos, era lo que creia Nabi.

Eri se presentó impecablemente, como cabia esperar de una kunoichi de Uzushiogakure, y seguidamente se presentó la otra.

Tsuki Bōryoku, gennin de Takigakure y nieta del emblematico lider del dojo Bōryoku. Espero que dures más de un asalto.

¡DONG!

El final de su presentación coincidió con el sonido retumbante que iniciaba el combate. Sin perder una decima de segundo se plantó a un lado de la kunoichi medica y le lanzó una patada alta directa a la cabeza de la peliazul. La ejecución habia sido perfecta, veloz y precisa. Seguramente, con esa jugaba habia acabado con las kunoichis de Ame y Taki con las que supuestamente habia fregado el suelo. Pero esas kunoichis seguramente no tenian ni la mitad de nivel que Eri.

Nabi por su parte, observaba el combate con su sharingan activado. El viejo habia dicho que los combatientes no podian hacer uso de Ninjutsu pero no habia dicho de nada de quien observaba, y así podia ver mejor los movimientos rapidos. Tenia su mano derecha sobre el mango de su kodachi por si se veia obligado a intervenir. No iba a permitir que la cosa se fuera de tono.

-Tsuki Bōryoku, gennin de Takigakure y nieta del emblematico lider del dojo Bōryoku. Espero que dures más de un asalto.

Tras esa presentación y el gran dong que dio por comenzado el combate, al parecer la genin de Takigakure no quería perder el tiempo y en un casi inexistente periodo de tiempo estaba al lado de Eri lanzándole una patada directa hacia su cabeza. La joven supo que le daría en su totalidad, pero algo, una fuerza que no conocía en lo absoluto y sin embargo le había llevado a dejar caer su cuerpo como si de una hoja de papel se tratara, le había llevado a inclinarse hacia atrás flexionando sus piernas. Sonrió de lado, Ni de coña, y sin si quiera pestañear, agarró el tobillo de la pierna que había quedado suspendida, y haciendo gala de su fuerza, lanzó a Tsuki hasta el lugar donde había tenido que presentarse.

-Me gustaría que peleases y dejases de alardear de tu destreza, es algo... ¿Innecesario? - La kunoichi de Uzushiogakure estaba cabreada, bien por el rechazo del rubio, también porque acababa de ser subestimada hasta límites desconocidos para ella. Sabía que había empleado la mayor parte de su entrenamiento personal dedicándose a aprender especialidades médicas, pero a la huérfana le encantaban las artes marciales, y muchas veces pensaba que si no se podía solucionar las cosas por medio del diálogo, bien podían dejar a sus puños hablar por ambas partes.

Con agilidad se posicionó cerca de la nieta del dueño del dojo y levantando su pierna buscó asestarle un golpe con el talón en su cabeza.

Para sorpresa de la confiada kunoichi de Taki, Eri no cayó ante su agil inicio. Sino que esquivó la patada de la muchacha y la lanzó a donde estaba cuando comenzó el combate. Eso provocó hasta cuatro sonrisas en la sala, una de la kunoichi que habia sido totalmente desprestigiada, aceptando el desafio que le suponia aquel enfrentamiento, otra por parte de Eri que habia dejado en evidencia a la vacilona, el anciano, que disfrutaba del combate, y de Nabi, que no esperaba menos de ella.

Acto seguido, la peliazul se abalanzó sobre la sorprendida kunoichi lanzando una patada vertical, buscando la cabeza de la chica con su talon. Dios, si eso le daba la iba a dejar más muerta que viva. Por suerte para ella, la agilidad era su fuerte.

En el momento en que Eri empezó a bajar la pierna rodó gracilmente para posicionarse detras de ella, hizó un barrido buscando la única pierna con la que se sujetaba la medica. Estaba claro que ninguna de las dos parecia querer rendirse.

Obviamente aquel golpe no llegaría a dar a su oponente, o si no la peliazul se hubiera sentido bastante decepcionada con su contrincante, además, esos alardes debían ser por algo, ¿no? La joven Tsuki rodó para posicionarse en su espalda e intentando hacer un barrido a su único pie pegado al suelo buscaba que la chica del remolino cayese.


La huérfana, casi recordando los días en los que había jugado a la rayuela en el orfanato - mayormente con las chicas, ya que Nabi nunca estaba por la labor de jugar a esas cosas de chicas para él-, hizo lo propio de un flamenco que era quedarse sobre una pierna suspendida - esperemos que nadie pregunte sobre el equilibrio, ya que la de ojos verdes actuaba más por instinto que por grandes dotes - y saltó con una pierna mientras la otra seguía suspendida en el aire, cayendo tras unos instantes sobre la pierna de Tsuki.

Ahí es cuando perdió el equilibrio.

Mas no cayó al suelo como se esperaba, sino que se abalanzó sobre él para realizar una pequeña voltereta haciendo que se alejase de nuevo de su oponente. Recuperó la compostura y colocándose sobre sus dos piernas, adoptó una posición defensiva mientras soplaba uno de sus mechones del flequillo que le entorpecían notablemente la vista.

La sonrisa de la muchacha se ensanchó ante la peripecia realizada por Eri. Nabi volvió a su semblante neutro, pensando que a lo mejor le contaban aquello como caer al suelo, no se habia especificado si eran validas ese tipo de acrobacias, pero el anciano permaneció en silencio. Tal vez más pendiente en la acción que de las normas.

La chica se levantó en el sitio sin intención aparente de abalanzarse a por Eri, de momento.

No está mal, ¿pero estas segura de que vas a poder aguantar el ritmo? Yo creo que no.

Dicho eso, se colocó en posición de nuevo. Pero esta vez esperando la iniciativa de la peliazul. Dado que su tactica de acabar de un golpe en un instante habia fallado habia que recurrir a medidas secundarias, o como lo llaman todos, plan B. Habia dedicado casi todo su entrenamiento a las artes marciales y al Taijutsu, a pesar de su corta fuerza era imposible que perdiera contra aquella vulgar gennin de Uzushiogakure. No solo iba a ganar, sino que debia ganar, por ella, por la reputación del dojo y porque ERA LA MEJOR, JODER. Y una pija de Uzu no iba a vencerla ni en un millon de años.