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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Incluso en el hospital se podía sentir toda la emoción que el torneo había creado. La seminales habían terminado hacía poco y con ello se decidió que la final sería entre dos jovencitas, una de Ame y otra de Uzushio. Lamentablemente, eso significaba que Juro había sido derrotado, lo único bueno es que no había sufrido ninguna lesión o daño permanente, o al menos eso se decía.

«Debería ir a visitarlo, pero ¿Cómo le digo que no pude ver su combate?»

Al compañero de Kazuma lo habían internado en aquel hospital hacía unos días. Al principio no fue a visitarlo por aquello de que quizás se encontrara muy delicado, pero ahora se preocupaba más por el hecho de que le fuera a preguntar si había sido testigo de su batalla. El problema era Juro; si fuera tan cascarrabias como Nabi simplemente podría restarle importancia a su enojo, pero el pelinegro resultaba bastante más amable y sensible, cosa que solo conseguía multiplicar el efecto culpa.

¿No estará planeando escaparse otra vez? ¿Verdad, Kazuma-sama? —La voz de Naomi le alcanzó en medio de su debate mental.

Claro que no, ¿Ya para qué? —Dijo, haciendo algo cercano a un puchero—. Solo estaba pensando en ir a visitar a Juro.

Por cuestiones médicas, Kazuma no había conseguido el permiso para ir a ver la semifinal, por lo que reaccionó como cualquier persona cuerda y consciente de su edad lo haría. Intentó escabullirse del recinto médico, pero para su desdicha, ese día Naomi se empeñó en quedarse a acompañarle. Quién sabe si aquella estadía fue mera coincidencia o si fue porque aquella muchacha conocía bien la manera de actuar de su señor. Lo cierto es que se aseguro de que el Ishimura no pudiera escapar.

¿Sabes? Me habría escapado de ti fácilmente de haber estado en buenas condiciones. —Era su ego mancillado el que hablaba por él.

Eso es poco probable mi señor —Aseguro mientras le dedicaba una sonrisa—. De todas maneras, parece un poco inquieto ¿Desea que busque la silla para que pueda ir a visitar a su compañero?

Creo que puedo ir caminando, Naomi —Aseveró, dejando en claro lo mucho que le molestaba que le trataran como un minusválido.

Y yo creo que conmigo aquí no tiene otra opción si quiere salir. —Cuando aquella chica se ponía así resultaba implacable en sus decisiones.

Vale. —dijo suspirando, pues sabía que solo le quedaba ceder.

Luego de aquella victoria argumental, Naomi procedió a traer la dichosa silla de ruedas. Al Ishimura le habían impuesto aquel artefacto en contra de su voluntad, pues ya estaba en condiciones de caminar por cuenta propia. Pero la normativa del hospital sumada a la preocupación de su guardiana, hacían de aquella molestia algo inevitable.

Subió solo al vehículo, negándose a recibir ayuda y a sentirse inútil. Aquella silla era sin duda vergonzosa, pero también era bastante cómoda. No tardaron mucho en salir al pasillo y comenzar a recorrer el hospital. La chica de ojos color ciruela se limitaba a seguir a su protegido, pues este insistía en impulsarse por la fuerza de sus propias manos.

Luego de pedir información en recepción y girar unas cuantas veces en aquella laberíntica instalación lograron llegar a la habitación “D-58”, el lugar donde se suponía que estaba interno Juro. El de ojos grises se detuvo frente a la puerta al escuchar un par de voces conversando desde dentro.

Puede que haya venido en mal momento —dijo mientras comenzaba a dar media vuelta—. De todos modos es muy temprano e incluso puede que le estén bañando o esté en medio de una visita de su hermana y yo lo esté incordiando.

Antes de que pudiera ponerse en marcha, Naomi se acercó a la puerta y dio tres suaves golpecitos en la misma.

Buenas, es Ishimura Kazuma, ¿Se puede pasar? —Diría ella, pero imitando a la perfección la voz del peliblanco.
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#2
- Oh, venga Katsue. Estoy perfectamente - por quinta vez, Juro trató de reincorporarse en la camilla. Por quinta vez, una fuerte mano le empujó otra vez hacia abajo, ocasionandole un gran dolor en el estomago, el lugar donde tenía la herida.

Esto provocó que un grito de dolor surgiese del pobre chico, mientras se reincorporaba en la almohada como buenamente pudo. De verdad que le iba a pasar factura el golpe...

No era consciente de cuanto tiempo había pasado, pero no mucho, desde la semifinal. Llevaba aislado bastante - según su hermana, que llevaba visitándolo diariamente, habían pasado dos días. Los médicos aseguraban que el golpe había sido fuerte, pero que se recuperaría en uno o dos días más como mucho.

- Te he dicho que descanses. Vuelve a hacerlo, y lo haré mas fuerte - le contestó su hermana, secamente.

Juro suspiró, y se relajó un poco más en la incomoda cama del hospital. Llevaba la típica ropa de hospital, con su ropa normal y su portaobjetos reposando en una esquina de la habitación. Lo increíble era que su bufanda se encontraba en una mesilla cerca suya y no en su cuello, dejando a la vista su mapa de cicatrices. Juro había notado como su hermana se incomodaba al mirarlo.

Desde los dos días que había estado ahí, había comido bastante mal, y para colmo, tenía pesadillas. En sus ojos ya se notaba alguna que otra ojera por el cansancio acumulado. El combate le había dejado débil, pero a este paso...

Su bufanda y su preciado látigo. Era lo único que le mantenía con calma. El látigo reposaba en la otra mesilla, con su brillo totalmente dorado reluciendo en la estancia. Era agradable...

- No quiero estar más aquí. Es aburrido...

- Tienes que descansar, ya te lo han dicho. En un par de días podrás ir a ver a tus "amigos". Esos que no te han visitado aun...

- Solo estarán muy ocupados, Katsue... - Juro se encogió de hombros.

Lo cierto es que habían pasado muchas cosas. Aun incomunicado, pudo enterarse de los resultados del torneo. Eri se había impuesto sobre el tal Yota, y había pasado a la final, que se disputaría entre ambas kunoichis en el mismo periodo de tiempo que siempre.

Pero aun así, no podía quedarse ahí. Después de su derrota, tenía claro que aun le faltaba entrenamiento. Mucho entrenamiento. Pero había aprendido una lección importante. Tenía que mejorar, tenía que desarrollar su técnica. Cada día en cama era tiempo perdido.

- ¡Estoy harto, tengo que salir de aquí! - se levantó como pudo, antes de que su hermana pudiese hacer nada.

En un ágil movimiento, Katsue agarró el mango del látigo dorado y lo utilizó. El látigo restalló a escasos centímetros de la cara de Juro, solo con mitad de cuerpo levantado, golpeando a la pared. Katsue volvió a alzar el látigo, totalmente fuera de si.

- ¡Te he dicho que te quedes quieto, mocoso! - exclamó, con expresión de enfado infinito - ¡Te vas a enterar!

Buenas, es Ishimura Kazuma, ¿Se puede pasar? —dijo una voz, que le recordó vagamente a la de Kazuma.

- ¡Pasa! ¡Rápido! - gritó Juro, en llamada de socorro. Con alguien más en la sala su hermana no le mataría...

Si Kazuma entraba, se encontraría una curiosa escena. El pelinegro que ya conocía, en traje de hospital, con numerosas heridas vendadas, especialmente en la zona del pecho, cubriéndose como podía del ataque de ira. Mientras, vería a una mujer más adulta, con una larga melena rubia, ojos marrones, y un parecido notable a Juro, aunque sin la palidez de su tez tan característica en él, de la que provenían los gritos. Esta alzaba el látigo dorado de Juro, en posición amenazante hacia Juro, sin darse cuenta de que nadie iba a entrar...
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#3
¡Pasa! ¡Rápido! —La urgencia de aquellas palabras resultaba preocupante.

Naomi tomó la silla del Ishimura, y antes de que este tuviera la oportunidad de protestar, lo enfilo hacia la entrada. El joven de cabellos blancos se concentró en aquello que había escuchado y procedió a abrir la puerta con violencia.

¡Juro ¿Qué suce… —La escena frente a él enfrió su palabras.

Su mente trabajaba a toda velocidad para tratar de comprender qué era lo que estaba pasando. Su compañero en cama y cubierto de vendajes, siendo hostigado por una rubia que parecía planear usar el látigo dorado de Juro para hacerle daño al mismo. La ira en el rostro de aquella mujer y el temor en los ojos del amable pelinegro. Pronto entendió que sucedía; Era obvio que aquella demente se había colado en la habitación de su amigo para robarle su preciada arma.

¡¿Qué demonios te pasa?¡ —Gritó a la rubia, mientras que con un impulso se levantaba de la silla—. ¡Suelta el látigo de Juro, antes de que te dé tu merecido!

Los movimiento del Ishimura tomaron por sorpresa a Naomi, más que todo por el hecho de que cogiera una bata colgada cerca de la entrada y se la arrojara a la agresora. En realidad había tratado de alcanzar a Bohimei, la cual llevaba en la parte de atrás de su vehículo, pero su guardiana reacción con suficiente velocidad como para apartarla de su alcance. El de ojos grises no duró mucho tiempo de pie, pues el levantarse tan repentinamente le provocó mareos. Como pudo, se aferró a la cama de su compañero para evitar caer al suelo.

Cielos, pero que animados están todos esta mañana —A ella parecía no afectarle en lo más mínimo lo extraño de la situación.

Sin embargo, Kazuma aun seguía dispuesto a dar pelea, cuando se recuperara de su falta de coordinación temporal claro está.
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#4
Juro, acorralado y a punto de recibir su castigo, agradeció el momento en que la puerta se abrió y por ella apareció Kazuma, aun en silla de ruedas, junto con una chica a la que Juro no conocía.

¡¿Qué demonios te pasa?¡ —Gritó Kazuma, lleno de ira, a su hermana, mientras trataba de levantarse de la silla.—. ¡Suelta el látigo de Juro, antes de que te dé tu merecido!

- ¡Jah! - una risotada fue lo único que la mujer contestó, observando el espectáculo que Kazuma hacía.

Kazuma se levantó y agarró una bata que lanzó hacia Katsue. Esta, quien se había dado cuenta de todo el estruendo en la puerta, no tardó en reaccionar. Se apartó hacia la izquierda agilmente, sin dejar que la bata le nublase la vista, con el látigo aun en mano, pero esta vez rozando el suelo. Se había puesto seria.

Kazuma cayó mareando, probablemente por el esfuerzo , en la cama de Juro. Katsue alzó el látigo, dispuesto a rematar al loco que había osado creer que podía hacerle algo. Sin embargo, Juro la detuvo.

- ¡Para, Katsue! - exclamó, haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban para gritar - Es mi amigo...

Katsue se detuvo. No detuvo su posición ofensiva, pero bajó el látigo y dejó de intentar rematar a Kazuma. Algo era algo.

Tras decir esto, hundió la cabeza bajo la almohada, como si hubiese hecho un gran esfuerzo. Realmente estaba aliviado, aunque más por que su hermana hubiese parado.

- Puede que no sea el mejor de los momentos... - dijo Juro, dirigiéndose a su invitado - Pero... Bienvenido Kazuma. Te presento es mi hermana, Katsue.

- Encantada... - bufó Katsue, aun cruzada de brazos. Su hermana era así de molesta a veces...
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#5
Puede que no sea el mejor de los momentos... —dijo Juro, dirigiéndose a su invitado—. Pero... Bienvenido Kazuma. Te la presento, esta es mi hermana, Katsue.

Encantada... —bufó con molestia.


El joven de ojos grises no daba crédito a lo que escuchaba. Ciertamente era consciente de que su compañero tenía una hermana mayor, pero la imaginaba muy distinta; Con cabellera y piel idénticas a las de Juro, además que presuponía que sería alguien igual de dócil y amable. Pero resulta que ahí estaba y con tan solo verla durante un instante supo que era completamente opuesta a su amigo del látigo.

¿La hermana? —dijo, aun confuso mientras se sostenía del borde de la cama—. Entonces… ¿Solo estaban discutiendo? —Kazuma pudo sentir como un rubor intenso se agolpaba en su rostro, pero trato de disimularlo bajo su extensa cabellera mientras volvía a su silla de ruedas.

Ahora la situación si se había tornado bastante incómoda, pues no encontraba que decir a continuación sin quedar aún peor. Supuso que lo mejor era disculparse, aunque no estaba seguro de cómo hacerlo. Seguramente para aquella chica fue evidente el hecho de que él trató de alcanzar su espada, al igual que para él fue obvio que ella tenía intenciones de azotarlo. Claro, cuando mucho el chico le hubiese dado un golpe sin filo, pero eso ella no lo sabía.

Encantados —contesto Naomi ante la falta de habla de su señor—. Este es Ishimura Kazuma, compañero de equipo del joven Juro, y yo soy Naomi Miyazaki su guardiana.

En general a Kazuma no le gustaba el estar al cuidado de nadie, pero en ocasiones, las habilidades sociales de Miyazaki resultaban un verdadero salvavidas. La joven estaba acostumbrada a aquellas situaciones, después de todo fue entrenada en todo lo referente a ser una mediadora. Durante un instante el Ishimura se giró a observarla, pero esta paseó durante un instante, su mirada por las cicatrices de Juro. Disimuladamente redirigió la mirada hacia su señor, como para alentarlo a que hablara.

Lamento haber interrumpido de esa manera… Hermana de Juro —Agacho un poco la cabeza, lo suficiente para disculparse, pero no tanto como para que creyeran que lo lamentaba de verdad—. Solo venia con intenciones de hacer una visita, pero el ruido y la escena que encontré me hicieron pensar que había un asalto y bueno, me descontrole un poco.
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#6
Kazuma se ruborizó al darse cuenta de la situación, mientras que su hermana se mantuvo impasible. La otra chica que estaba con él no se inmutó tampoco. Juro no pudo evitar pensar que, a pesar de que ambas eran bastante diferentes, tenían la misma seriedad de la que ellos carecían.

Encantados —contesto la chica, aparentemente por Kazuma—. Este es Ishimura Kazuma, compañero de equipo del joven Juro, y yo soy Naomi Miyazaki su guardiana.

Tras ello, Juro notó como la mirada de la chica se posaba durante unos segundos sobre su cuello, aunque fue tan rápido que no habría podido acusarla de nada. Tras ello, miró a Kazuma con intenciones de que este hablara. Katsue sonrió un poco al ver esto. Aunque fuese por su vena cruel.

Lamento haber interrumpido de esa manera… Hermana de Juro —Kazuma pareció tratar de hacer una reverencia, a pesar de su estado—. Solo venia con intenciones de hacer una visita, pero el ruido y la escena que encontré me hicieron pensar que había un asalto y bueno, me descontrole un poco.

Esta vez fue Juro quien miró a su hermana, instándola a que aceptase las disculpas.

— Encantada Naomi- san, agradezco que hayas venido a visitar a Juro - ante la mirada persistente de Juro, Katsue resopló — Esta bien, esta bien... No te preocupes Kazuma, me alegra ver que Juro tiene amigos tan... protectores.

Por unos segundos, pareció que Katsue fuese a cambiar esa última palabra, pero simplemente se limitó a sonreír. Juro suspiró. era lo mejor que iba a sacar de ella de momento.

— Mucho gusto, Naomi — dijo este, consciente de que no sabía quién era aún — Kazuma no me había hablado de ti que yo recuerde. Has dicho que eras su... ¿Guardiana?
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#7
La así conocida como hermana de Juro procedió corresponder con cortesía el saludo que se les había dado. Aunque parecía no estar muy segura de cómo reaccionar ante lo ocurrido, más aún cuando se dispuso a hablar luego de que su hermano le empujara con la mirada.

«¿Es que está disimulando? —se preguntó extrañado—. Hace unos instantes parecía una fiera y ahora habla tan calmadamente.»

Con el ambiente un poco más tranquilo y en orden, Naomi procedió a cerrar la puerta que con el apuro habían dejado abierta. De pronto se hizo un silencio un tanto incómodo, pero rápidamente el pelinegro salió al rescate de la situación. Y si la rescato, al menos hasta que arrojó a su compañero por las "escaleras".

Mucho gusto, Naomi —dijo este, consciente de que no sabía quién era aún—. Kazuma no me había hablado de ti que yo recuerde. Has dicho que eras su... ¿Guardiana?

El gusto es mío, Juro-san —Hizo una leve reverencia—. Que terrible por parte de mi señor jamás haber hecho mención de mi.

Kazuma pudo sentir como las delicadas manos de la Miyazaki se posaban sobre sus hombros y le apretaban con cierta fuerza acusatoria. Ella era alguien que solía ocultar sus emociones, pero cuando se trataba de la relación con su protegido resultaba ser bastante sensible y evidente. Lo mismo se aplicaba para el Ishimura, aunque este sí solía ser mucho menos atento y sensible a aquella relación.

«¡Condenado, Juro! —se apretujo en la silla—. Claro que te había contado de ella el día que la sensei nos preguntó quienes eran nuestras personas importantes. Seguro tantos golpes te han nublado la memoria.»

Efectivamente —continúo ella—. Soy la responsable de que se desarrolle como una persona de bien y de evitar que se meta en problemas innecesarios ¿Cierto, Kazuma-sama?

Esto… Sí, algo así. —No podía evitar responder torpemente cuando notaba lo recriminarte de la voz de su guardiana.

»De todas formas —necesitaba cambiar de tema pronto—. A pesar de las circunstancias es un gusto el conocerte Katsue-san. Si mi memoria no falla, mi compañero jamás dio indicios o pistas de poseer una hermana. Es una lástima, ya que de haberme hablado de ti hubiese reconocido tan agraciados rasgos al instante de verte.

La joven de ojos color ciruela le apretó un poco más fuerte en algún tipo de señal de desagrado. Probablemente para Juro y para ella fuera evidente que el peliblanco jamás actuaba con tanta cortesía y formalidad. Pero necesitaba sacarse algo de la manga, después de todo no podía ser el único que quedará como el malo que olvidaba a sus seres cercanos. Claro que se acordaba de que su compañero tenía una hermana, pero si caía en la zona de los malagradecidos no lo haría solo.
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#8
Juro notó que algo iba mal en cuanto pronunció sus palabras, aunque no logró entender el que. ¿Le había llamado mal? ¿Había sido poco respetuoso? Naomi le contestó con la misma amabilidad que siempre, aunque seguía notando algo raro en esos dos... Kazuma parecía excesivamente callado.

Efectivamente —dijo Naomi—. Soy la responsable de que se desarrolle como una persona de bien y de evitar que se meta en problemas innecesarios ¿Cierto, Kazuma-sama?

Esto… Sí, algo así. — contestó Kazuma, dando largas evidentes.

— Entiendo... — a Juro le pareció similar a su hermana, pero esos dos no parecían compartir lazos de sangre.

Se preguntó durante unos momentos como se habrían conocido, o como es que Naomi tenía tanta dedicación hacia Kazuma. Podría haber preguntado algo así sin fallar otra vez, pero Kazuma decidió que ya era hora de firmar su sentencia de muerte.

De todas formas, a pesar de las circunstancias es un gusto el conocerte Katsue-san. Si mi memoria no falla, mi compañero jamás dio indicios o pistas de poseer una hermana. Es una lástima, ya que de haberme hablado de ti hubiese reconocido tan agraciados rasgos al instante de verte.

"¿No lo hice?" — se preguntó Juro, confuso. Juraría haberlo hecho. ¿Pero por qué Kazuma iba a mentir?

— Bueno, yo... — empezó a decir, con cara de carnero degollado.

El gesto de Katsue se torció durante unos segundos, hasta volverse una gran sonrisa. Hasta una risiilla se escapó por su joven y bello rostro, quien sabe si fue por lo dicho por Kazuma.

— Juro suele hacerlo todo el tiempo. Por alguna razón, tiene miedo de que espante a sus amigos... — dijo dulcemente, asustando a Juro. El tono dulce que utilizó para decirlo no era algo que Katsue usara muy a menudo... — Creo que tiene de decirles acerca de las palizas que le doy cuando intenta desafiarme, mi habilidad superior con el látigo a la suya, las broncas que le echaba por mearse en la cama hace uno o dos años, como llora cuando le quito su bufanda...

— ¡Katsue!

Pero no tuvo tiempo de hablar. El látigo dorado restalló violentamente sobre el brazo derecho de Juro, que estaba colgando fuera de la cama por su vagueza. Juro aguantó como pudo las ganas de gritar, enterrando la cabeza en la almohada.

— ¿Veis? ¿Lo habéis visto con el látigo? Se me da mucho mejor... — explicó, con un tono mordaz. Luego, se acercó a la camilla de Juro.

— Necesito una guardiana... — murmuró Juro, aun sin recuperarse del golpe.

— Ya me tienes a mi, hermanito — Katsue le dio un abrazo, un abrazo con la fuerza suficiente como para estrangularlo durante uno segundos. Después, volvió a su tono respetuoso de siempre y se dirigió hacia los invitados — Hay que ver como son estos chicos, Naomi-san... ¿Te gustaría probar? Te puedo enseñar, es muy sencillo.

Lo peor de todo es que el látigo dorado aun seguía en las manos de Katsue.
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#9
Juro suele hacerlo todo el tiempo. Por alguna razón, tiene miedo de que espante a sus amigos... —Dijo aquello con un dulzor que resultaba un poco aterrador.

«No puedo ni imaginarme por qué pasaría tal cosa.» —Se permitió pensar sarcásticamente mientras recordaba la escena que encontró.

Creo que teme decirles acerca de las palizas que le doy cuando intenta desafiarme, mi habilidad superior con el látigo a la suya, las broncas que le echaba por mearse en la cama hace uno o dos años, como llora cuando le quitó su bufanda...

El chico de cabellos negros se mostraba bastante temeroso ante la actitud de su hermana. La cual azotó de forma imprevista al herido, quien estoicamente soporta las ganas de emitir algún alarido. Todo para posteriormente presumir con un tono mordaz sobre lo superiormente hábil que era con aquella arma.

«Que encantadora —pensó con cierta molestia—. He de recordar el evitar futuros encuentros con ella.»

Aquello era lo mejor para conservar la paz. El Ishimura a su corta edad ya era un consumado escarmentador de bravucones y frente a él tenía el perfecto estereotipo de hermana mayor abusiva. Sabía que eran exactamente el tipo de personas que se matarían mutuamente si las dejaban solas en una habitación durante unos cinco minutos.

Hay que ver como son estos chicos, Naomi-san... ¿Te gustaría probar? Te puedo enseñar, es muy sencillo. —Aún con sus manos estrujando al herido Juro mantenía un tono cordial.

Sería estupendo Katsue-san —aseguro mientras utilizaba un tono que el ojos grises conocía demasiado bien—. Hay ocasiones en que mi señor necesita un poco de disciplina, como cuando le gustaba jugar con su cabello y hacerse coletas de niña, también hace uno o dos años, o como cuando se le ocurre pensar que tiene las suficiente habilidades para escapar de mi vigilancia.

Bueno… Aparte de todo lo relacionado con vergüenza y disciplina —ahora trataba de escapar del agujero en que había caído—. Cuéntame Juro ¿Qué lesiones te trajeron a este sitio y como te recuperas de las mismas? —Necesitaba encontrar un tema común que pudiera sacarlos a ambos de aquella zona incómoda.
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#10
Sería estupendo Katsue-san —dijo Naomi, con el mismo tono cordial.—. Hay ocasiones en que mi señor necesita un poco de disciplina, como cuando le gustaba jugar con su cabello y hacerse coletas de niña, también hace uno o dos años, o como cuando se le ocurre pensar que tiene las suficiente habilidades para escapar de mi vigilancia.

Si no fuera por el dolor, quizás Juro habría sonreído incluso. Por alguna razón, Naomi había decidido poner a Kazuma a su mismo nivel en vez de dejar que su hermana le humillase más. ¿Por venganza? ¿Por compasión? No lo supo, y no quiso saberlo. Estaba bien así.

Antes de que Katsue pudiese avanzar aun más en su atrevimiento, Kazuma se adelantó, cortando por lo sano. O lo enfermo, en este caso.

Bueno… Aparte de todo lo relacionado con vergüenza y disciplina —dijo Kazuma—. Cuéntame Juro ¿Qué lesiones te trajeron a este sitio y como te recuperas de las mismas?

La duda se reflejó en los ojos de Juro, al escuchar a Kazuma preguntarle por eso. Podía preguntarle cuando tiempo le echaban, sí, pero… ¿Qué lesiones tenía? O estaba sacando la pregunta de contexto, o Kazuma no tenía ni idea de lo que le había pasado.

Bueno, la mayoría eran heridas superficiales, algún moratón por aquí por el agua a presión, los cortes de los hilos y las pequeñas heridas en mis tobillos por los shurikens… — empezó a relatar, recordando lo sucedido — Lo peor fue el golpe en el pecho, es lo que no tengo aun curado del todo, pero casi. Pero en menos de un día ya estaré como nuevo.

El medico te dijo que dos días como mínimo para poder volver a hacer esfuerzos — le recordó Katsue, sentada sobre la cama de Juro, ya sin hacerle daño — Fue un buen golpe.

Si si, eso — respondió, sin darle mucha importancia — No son tan graves. ¿Cómo estás tú? Te veo mejor que la semana anterior..

Lo cierto era que se había impresionado al ver a Kazuma nuevamente en silla de ruedas. Quizás había esperado que ya estuviera recuperado. Desde luego, no esperaba estar tan mal.

Agradeció silenciosamente no haberse llevado un golpe como el suyo, según contaban por ahí.
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#11
Bueno, la mayoría eran heridas superficiales, algún moratón por aquí por el agua a presión, los cortes de los hilos y las pequeñas heridas en mis tobillos por los shurikens… — empezó a relatar, recordando lo sucedido — Lo peor fue el golpe en el pecho, es lo que no tengo aun curado del todo, pero casi. Pero en menos de un día ya estaré como nuevo.

Ya veo, debió de ser un combate muy intenso.

El médico te dijo que dos días como mínimo para poder volver a hacer esfuerzos —le recordó Katsue, sentada sobre la cama de Juro, ya sin hacerle daño—. Fue un buen golpe.

Sí, sí, eso —respondió, sin darle mucha importancia—. No son tan graves. ¿Cómo estás tú? Te veo mejor que la semana anterior…

No comprendía muy bien a qué se refería su compañero, entonces se observó a sí mismo como si hubiese olvidado el por que andaba en una silla de ruedas. En aquel momento comprendió que aun no le había explicado todo a Juro.

Hum… —trataba de explicar lo sucedido—. Se podría decir que tuve una leve recaída hace unos días.

¿Una leve recaída? —Preguntó indignada—. No querrá decir que trato de escapar del hospital y termino lastimándose las piernas luego de un mal salto.

»Hay que ver que en ocasiones se comporta como solo un niño mi señor —le reprendió Naomi—. Sabiendo que se encontraba débil por la operación y las medicinas, se le ocurre tratar de escapar para ir a ver una pelea.

El Ishimura escondió su rostro avergonzado tras su larga melena blanca. En el fondo no le dolía tanto el haberse lastimado, si no su fracaso al momento de escapar. Aunque era consciente que de haber logrado su cometido, las cosas pudieron haber salido muy mal. Con su suerte, era probable que algún matón se fijara en él mientras andaba caminando todo débil por las calles.

Lo sé, lo sé, fue una insensatez de mi parte —aquellas palabras marcaron satisfacción en el rostro de Naomi, aunque las siguientes dejarían un poco de pena—. Es que… Quería ir a ver el combate de Juro. —Dijo un poco cabizbajo.
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#12
Hum… —dijo Kazuma, tras ver a lo que Juro se refería—. Se podría decir que tuve una leve recaída hace unos días.

¿Una leve recaída? —cortó Naomi—. No querrá decir que trato de escapar del hospital y termino lastimándose las piernas luego de un mal salto.

»Hay que ver que en ocasiones se comporta como solo un niño mi señor —Juro notó el tono de indignación que tenía la guardiana, se escuchaba a la legua—. Sabiendo que se encontraba débil por la operación y las medicinas, se le ocurre tratar de escapar para ir a ver una pelea.

Esta vez fue Juro quien se sintió avergonzado. Primero, por haber preguntado. Segundo, porque ya entendió a que pelea había querido ir Kazuma con tanta ansia...

No necesitó escuchar las palabras siguientes para comprender que Kazuma estaba así por haber intentado ir a ver su combate. Juro se sintiió cabizvago por unos momentos, quizás hasta decepcionado. A él le había gustado imaginar que Kazuma había estado viendole, junto con Nabi. Quizás hasta juntos y todo. Que iluso.

Sin embargo, se recordó así mismo que no era culpa de Kazuma. Después de todo, lo había intentado demasiado. Una pequeña sonrisa asomó por su rostro, ocultando la decepción inicial.

- Kazuma... no debiste arriesgarte tanto - dijo entonces, medio regañandole medio agradeciéndole el esfuerzo - Con que hayas venido aquí es suficiente. Es una lastima que te perdieras mi gran pelea, pero bueno, tampoco fue del otro mundo.

Aunque ninguno lo vería, su hermana terminó por sonrier un poco al ver la humildad de su hermano. Cosa que por supuesto, nunca admitiria, ni aunque la torturasen.

- Al final hemos acabado bien machacados los dos .. - comentó, sin poder evitar sonreír un poco - Tenemos que estar decentes para la final, no me la pienso perder.

Su hermana ya le había informado de que había sido su amiga Eri la que había ganado. Entre ella y su contrincante iba a ser una gran pelea, sin duda. Y aun le sobraban tres días. Tendría que asistir, si o si...
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#13
Kazuma... no debiste arriesgarte tanto —dijo entonces, medio regañándole y medio agradeciéndole el esfuerzo—. Con que hayas venido aquí es suficiente. Es una lástima que te perdieras mi gran pelea, pero bueno, tampoco fue del otro mundo.

Con aquellas palabras sintió como si sus disculpas hubiesen sido aceptadas. Librarse de aquel cúmulo de culpabilidad le hizo sentirse más ligero, lo suficiente como para permitir que de sus labios se escapara una sonrisa.

Al final hemos acabado bien machacados los dos… —comentó, sin poder evitar sonreír un poco—. Tenemos que estar decentes para la final, no me la pienso perder.

Quizás Juro decía lo de machacar en forma metafórica, pero en el caso de Kazuma había sido más literal de lo que hubiese querido. El caso era que no se había roto nada vital, pero el impacto de la técnica de Eri hizo que todos sus órganos se desplazaran de la posición que les correspondía. El médico no tuvo más opción que abrirlo y comenzar a acomodar sus viseras como si fueran sacos de arroz. Por un instante le pareció gracioso mencionarle aquello al pelo negro, pero con dos damas presentes parecía algo un poco... Grotesco.

Sí, el último combate promete que será algo para recordar… —Admitió él, pues era consciente del nivel que debían de tener las finalistas.

»Por cierto, abajo hay una especie de plaza para silla de ruedas —mencionó de repente, pues una idea acababa de presentársele—. ¿Quiere ir y dar un paseo? Digo, para hablar y tomar un poco de aire fresco.

Ciertamente les hacía falta el salir de aquellas habitaciones y respirar un poco de aire que no oliera a medicinas. Kazuma ya se lo había planteado antes, pero no le hacía mucha ilusión el salir a dar vueltas solo y sin tener con quien hablar. En última instancia podía conversar con Bohimei, pero seguramente terminaría poniendolo de mal humor.
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#14
Kazuma estuvo de acuerdo con lo que Juro dijo, aunque sin demasiado entusiasmo. El joven desconocía lo que su contrincante había podido hacerle en la primera ronda, pero por lo que cuentan - un solo puñetazo que fue capaz de destruir el suelo del estadio, los dos pilares y de arrojar a la gente fuera de sus asientos por la onda expansiva - tenía suerte de estar vivo.

Tras una pequeña pausa, Juro vio como la conversación se desvanecía. Miro a su hermana, pero esta permanecía callada, alternando miradas entre los invitados que habían aparecido y su hermanito. La guardiana de Kazuma también parecía estar impasiva. Hasta que de pronto, fue Kazuma quien nuevamente rompió el silencio.

Por cierto, abajo hay una especie de plaza para silla de ruedas... ¿Quiere ir y dar un paseo? Digo, para hablar y tomar un poco de aire fresco.

- ¡Sería genial! - exclamó Juro, con ganas de salir de una vez del maldito lugar. Después, como el niño que era, miró a su hermana - ¿Puedo?

Lo cierto es que Juro tenía silla de ruedas. Aunque no le dejaban salir del hospital, para casos de emergencia, siempre se encontraba en una de las esquinas de la habitación. Katsue emitió un largo y profundo suspiro.

- Esta bien... - accedió, pero tras pensarlo mejor, después añadió - Más te vale no intentar hacer nada raro, por muchas ganas que tengas de irte de aquí. Ya sabes lo que pasaría...

- Si, si - contestó Juro, sin prestarle demasiada atención - Ya has oído. Tu mandas ahora.

Katsue carraspeó un poco ante oir semejante cosa, pero no dijo nada. Juro miró también hacia donde se encontraba la guardiana de Kazuma, tan cercana a él. ¿Iría ella también? En ese caso, Katsue también le acompañaría, claro.

Así que Katsue le acercó la silla, mientras Juro hacía un esfuerzo por levantar su magullado cuerpo. Entre los dos, lograron poner a Juro en la silla de ruedas.
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#15
¡Sería genial! —exclamó Juro, con ganas de salir de una vez del maldito lugar. Después, como el niño que era, miró a su hermana—. ¿Puedo?

Está bien... —accedió, pero tras pensarlo mejor, después añadió—. Más te vale no intentar hacer nada raro, por muchas ganas que tengas de irte de aquí. Ya sabes lo que pasaría...

Si, si —contestó Juro, sin prestarle demasiada atención—.Ya has oído. Tú mandas ahora.


¡Bien! —respondió Kazuma, satisfecho de haber conseguido la autorización de las guardianas.

El Ishimura rodó su vehículo hasta las afueras de la habitación y ahí se quedó a esperar a que su compañero estuviese listo para partir. Lucia un poco más animado que cuando había llegado y se sentía menos culpable también. Quizás había pensado demasiado en aquello de la pelea a la que no pudo ir y las posibilidades de que Juro estuviera molesto.

En cuanto el chico del látigo estuviera listo se pondrían en marcha. Los ascensores del hospital eran para emergencias, por lo que tendrían que utilizar la rampa principal para bajar hasta el patio. Aquel edificio era bastante grande, pero los jardines que lo rodeaban eran aún más grandes y elaborados.

Naomi ya se había encargado de reconocer el camino con antelación, por lo que al seguirla no les costaría mucho encontrar el sitio del cual estaba hablando Kazuma. Más allá de los jardines floridos se encontraba una amplia plaza con varias vías que estaban especialmente diseñadas para que las sillas de ruedas transitaran por ellas.

¿Qué te parece, Juro? —Preguntó Kazuma, quien por su propia cuenta ya había salido a tomar los rayos del sol.

El sitio tenían un aspecto muy tradicional, con fuentes y árboles en flor. Se podía sentir la primavera en aquel lugar que por lo idílico parecía más el típico parque de descanso espiritual. El de ojos grises no habia estado ahi con anterioridad, pero le alegraba saber que la descripción de Naomi fue totalmente acertada.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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