Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Hacía frío, mucho frío. Más de lo que había soportado nunca en su cálida Takigakure. Las ráfagas de viento le cortaban el aliento y le encogían el pecho, y los escasos copos de nieve que caían del cielo, ridículos en apariencia, habían terminado por empapar su túnica y traspasar su yukata.

Sus pies sufrían la peor parte, y quizá por ello ya no los sentía, dejándose abrazar por el gélido frío a cada paso que daba al hundirse en la nieve. Sus manos, en cambio, se abrían y cerraban con extrema lentitud, negándose a quedarse dormidas. Sus ojos tampoco permanecían quietos, buscando un indicio, alguna señal que le ayudase a encontrar un lugar bajo el que resguardarse y encender un fuego.

¡¿Es que no hay un puto pueblo en kilómetros a la redonda?!” se maldecía Datsue, totalmente perdido. Sólo sabía que caminaba hacia el este, hacia Shinogi-to. O, al menos, eso esperaba. Se había perdido tantas veces que había terminado por admitir que su capacidad de orientación era nefasta, y eso siendo generoso.

A lo lejos, un puente empezó a tomar forma en su visión. Un largo puente que atravesaba de lado a lado el extremo de dos acantilados. Un signo de civilización, el primero que había visto en horas. Esbozó una sonrisa, y se le ensanchó todavía más al ver un cartel junto al puente:

Skikarawa, a 3 km”.

Datsue sonrió: estaba salvado. Se llevó las manos a la cara y trató de calentarlas con el aliento, mientras llegaba hasta el puente. Entonces, su tripa rugió.

Aguanta un poco más —se dijo mientras se palmeaba el estómago—. Sólo un poco más.

Se escuchó un nuevo rugido, más ronco y profundo. Provenía de un estómago famélico, vacío. Era el suyo, sin duda, pues no había nadie más cerca en kilómetros a la…

¡Jo-der! —soltó Datsue al darse media vuelta.

Al principio sólo vio sus ojos, gélidos como la escarcha. Luego se fijó en sus fauces, en sus poderosos colmillos y, finalmente, en sus mortíferas garras, que acariciaban la nieve como una madre a su bebé.

Era un leopardo de las nieves.

El vaho de su aliento se expulsó por última vez, antes de que dejase de respirar. Sus músculos terminaron por congelarse y su mente trazó a toda velocidad el mejor plan para salvarse de semejante aprieto.

El leopardo, con el instinto de un cazador experimentado, no volvió a rugir, ni mostró indicio alguno de su inminente ataque. Pero, tras pestañear, la bestia ya estaba sobre él. Datsue cayó al suelo y kilos y kilos de carne y músculo se cernieron sobre él. La boca de la criatura se cerró sobre su brazo derecho como haría una trampa, de forma cruel e inesperada.

¡Augh! —Ahora era Datsue quien rugía, mientras trataba de zafarse del agarre con su mano libre.

Tras unos momentos de forcejeo, los ojos rojos por el sharingan vieron asomar la duda en los cristalinos iris del leopardo. ¿Qué se sentía al morder una piedra? Datsue no lo sabía, pero parecía que aquel animal lo acababa de averiguar.

¡Suéltame, estúpido! —gritó—. ¡¿No ves que no soy comestible?!
Responder
#2
Al día siguiente de su encuentro con aquel Uchiha al que había fijado como un objetivo para dentro de unos años, Noemi recibió una pseudo misión en la que básicamente tendría que llevar un simple mensaje a un pueblo del país de la tierra, nada del otro mundo que ni siquiera suponía riesgo para simples civiles por lo que ella debería ser capaz de completar el encargo perfectamente sola.

Esta kunoichi nunca fue muy rebuscada en cuanto a equipo y suministros cuando se trataba de misiones tan sencillas como aquella por lo que simplemente partió con el equipo ninja que tenía hasta el momento y comida suficiente para tal vez una semana, además del infaltable cepillo para su cabello. Sin intenciones de seguir perdiendo su tiempo, partió hacia donde le habían indicado, un pueblucho en el medio de la nada.

Como era una costumbre que la temperatura en la aldea fuese cálida Noemi salió sin abrigos adicionales dejando a la vista bastante carne, eso claro, olvidando completamente que en otros países suele hacer un frío infernal por estas épocas.

A medida que se iba acercando al lugar mencionado por el propio sobre que llevaba consigo, la chica fue notando como la temperatura del ambiente iba disminuyendo considerablemente hasta el punto de obligarla a abrazarse a si misma y no por amor hacia su persona, sino como una simple medida para combatir el frío contra el que estaba perdiendo como en la guerra. ~ Maldita sea... ~ Se quejaba la kunoichi a medida que avanzaba por los senderos que cuando quiso darse cuenta se había vuelto completamente blancos.

El frío la estaba torturando y eso sin contar la nieve que con cada paso devoraba sus pies completamente hasta los tobillos. ~ ¿No se supone que tu madre te manda a abrigarte siempre que sales...? ~ Se quejaba la chica que no paraba de temblar a medida que avanzaba hasta que a lo lejos por fin pudo divisar lo que parecían ser unas casuchas.

Era la primera vez en que Sakamoto se alegraba de ver semejante cosa, casas completamente dispersas la una de la otra pero que por lo menos daban los indicios de vida inteligente en aquella zona. - Espero que sea aquí... - Refunfuñó la chica mientras avanzaba a lo que parecía ser el corazón del pueblo, es decir, el edificio más grande a la vista.

Una vez frente al edificio, Noemi se llevó la sorpresa de que no era el lugar que se esperaba, el lugar donde viviera el 'cabecilla' del pueblo, sino que estaba frente a una posada que en cierta manera también la alegraba.

No se tardó nada en meterse y tras soltar algunas monedas conseguirse una habitación donde pudiese calentarse, después de todo, con todo el rato que había estado paseando por la nieve estaba helada, con los labios y las manos ya moradas y no hubiese sorprendido que le hubiese dado hipotermia.

- Al fin... - Decía para si misma la chica que deambulaba de aquí allá dentro de su habitación para obligar a que la sangre se moviera y así recuperar la temperatura, hasta que pudo ver algo medio raro a la distancia a través de una ventana. - ¿Un perro...? - Se preguntó mientras entrecerraba los ojos en un intento por ver lo que pasaba, parecía ser que un cuadrúpedo se había encontrado algo en la nieve e intentaba sacarlo, pero quién sabe, la visión de la rubia no era lo suficientemente buena como para describir con exactitud lo que era aquello.

Tampoco planeaba salirse de su habitación, no ahora que apenas estaba recuperando el calor corporal, ya si el animal se acercaba un poco más a la ventana sabría decir qué era lo que se había encontrado aunque no era en si algo que le interesase a la chica.
Responder
#3
Perdón por la tardanza, tuve quilombo con el colegio . A partir de hoy rusheo Risa Y por cierto, es la primera vez que contesto desde la tablet así que si ven algún error, piedad :p

El invierno había comenzado en Ame dejando algunos días algún que otro rastro de blanca nieve sobre el suelo de los alrededores de la casa de Karamaru. Hacia frío y el calvo no estaba muy acostumbrado, pero eso no significaba que no le gustara. Se limitaba a estar encerrado en su casa, un domingo por el amanecer, viendo una mezcla de lluvia y nieve mientras desayunaba tomando un te. Pensaba que haría ese día, tal vez un entrenamiento, tal vez caminata o tal vez ir a comprar algo de comida para la semana. Se decanto por la ultima y tras terminarse la bebida se abrigo y salió a comprar.

Durante su viaje de vuelta del distrito comercial, se encontró con dos hombres y un caballo meta discutir. Al parecer uno de ellos decía que pagaba poco y el otro trataba de convencerlo de lo contrario. El asunto termino con el primero llendose enojado dejando al otro hombre y al caballo solos bajo el techo de un mercado. Karamaru, al estar sin nada que hacer, se acerco y hablo con el hombre.

Tenia que llevar unos jarrones a un primo en Notsuba, y el otro hombre era el que los llevaría. Al necesitar en dinero, el pelado acepto la proposición y tomo al caballo. Paso por su cada donde dejo las compras, preparo una mochila para un viaje de dos o tres días y volvió a los caminos rumbo al País de la Tierra.

El viaje se hacia corto con el caballo, llegando a la frontera mucho antes de lo que esperaba. La parte difícil llegaba en ese momento, tenia que cruzar las montañas. Era la parte del viaje mas larga y seguramente y además no podría hacerlo sin hacer por lo menos un descanso.

Unas horas habían transcurrido desde que había cruzando un puente y llegado a lo que parecía un pueblito. Ya hacia varias horas desde que se había sentado en una de las mesas a tomar un te dejando al caballo fuera con una manta sobre el lomo. Mucha gente había entrado y otra mucha había salido de la posada.

Tal vez sea era hora de volver al camino. O puedo pasar la noche aquí. Después del te me decido mejor. se decía a si mismo mientras se acomodaba su túnica negra y miraba la nieve por una lejana ventana.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
Responder
#4
La posada de Yoshi era un lugar cálido y acogedor, con suficientes mesas como para albergar a decenas de personas y una amplia chimenea al fondo de la sala, bañando con su luz y calor a todo el piso de abajo. Quizá por eso se sentía también tan vacío, al sólo haber tres tristes clientes ocupando las sillas, y un silencio nostálgico se había instaurado en el interior, tan sólo interrumpido por el crepitar del fuego y el silbido del viento, que parecía querer colarse por algún resquicio. Un silencio nostálgico de una posada que, probablemente, hubiese vivido tiempos mejores. No era de extrañar, teniendo en cuenta que estaban en pleno invierno y las primeras nevadas habían cerrado la mayoría de caminos que conducían al pueblo.

Yoshi, un hombre con barriga y de una espesa barba negra que no lograba ocultar su sonrisa de bonachón, limpiaba vasos tras la barra.

Hoy estás muy callado, Arashi —dijo, dirigiéndose al hombre que estaba sentado más lejos de la barra.

Arashi, de pelo largo y sucio, elevó por un momento la mirada, dejando ver su cara chupada, para luego volver a posar sus ojos ebrios por el alcohol en el vaso medio vacío que tenía entre las manos. No tardó en vaciarlo, dándole un sendo trago. Luego eructó.

Tráeme otra copa —pidió con voz ronca.

Yoshi no parecía muy contento de tener que servirle otra copa, pero no dijo nada. Se secó las manos y cogió una de las botellas que tenía detrás.

De eso nada —intervino Yumiko, la esposa de Yoshi. Era de pelo negro, entrada en carnes y de carácter. Con tan solo verla se sabía quién de los dos llevaba los pantalones del matrimonio—. Que antes pague lo que debe.

Yoshi abrió la boca para protestar, pero se quedó a medio camino y finalmente decidió cerrarla. Era mejor no discutir con ella. No servía de nada.

Lo siento, Arashi. Ya has oído a mi esposa.

Arashi no dijo nada. Permaneció callado, observando su copa vacía, con la mente en otra parte. Yoshi ya lo había notado raro desde hacía unos días, pero hoy estaba más irreconocible que nunca. Jamás había estado tan callado y tranquilo.

Yumiko se acercó a recoger el plato terminado del otro cliente, Takato, un joven entrado en la veintena, de un pelo rubio rizado y una nariz gruesa que se estrechaba de forma exagerada en su nacimiento, haciendo que sus ojos estuviesen más juntos de lo deseable.

¿Qué tal esa pierna, Takato? —preguntó Yumiko, con una voz mucha más suave que antes.

Bien, gracias por preguntar. Espero poder dejar el bastón en unos días. Creo que pronto podré regresar a La Ribera del Sur.

Yumiko sonrió.

Me alegro. Aunque se te echará de menos, ¿verdad Yoshi? Se hará raro ver esta posada sin ti.

Desde lue…—Yoshi no pudo terminar la frase.

*** *** ***

Noemi trató de ver mejor a través de la ventana, pero con cada escrutinio la vista se empañaba más. Con la llegada de la noche, las temperaturas habían bajado y la escarcha comenzaba a formarse en el cristal, dificultando ver en la lejanía. Sin embargo, pudo ver cómo una mujer corría veloz por el camino que llegaba a la posada, para poco después entrar en ella y escuchar un grito a los pocos segundos, amortiguado por las paredes de madera que la separaban del piso de abajo.

*** *** ***

La puerta de la entrada se abrió de par en par, de golpe, trayendo consigo una ráfaga de viento frío y una mujer acalorada, que apoyó sus manos sobre las rodillas mientras recuperaba el aliento.

¡Aiko! —exclamó Yumiko—. ¿A qué vienen tantas prisas? Que te va a dar algo, mujer.

Aiko elevó la cabeza y trató de hablar.

Han… Han… —dijo con voz entrecortada—. Han matado a… ¡Han matado a Ryoma!

La posada de Yoshi volvió a acoger el silencio, pero esta vez era uno distinto. Era el silencio de la calma que precede a la tormenta.

*** *** ***

Datsue no tuvo más remedio que actuar. Hundió su pulgar libre en uno de los ojos de aquel leopardo y consiguió que chillase de dolor y lo soltase.

Ves lo que me has obligado a hacer —dijo, con la voz de una madre que echa la bronca a su hijo pequeño—. Me ha dolido más a mí que a ti, te lo aseguro.

Se levantó del suelo, empapado hasta los huesos, y comprobó como tenía el antebrazo. Tenía la túnica rasgada, pero, aparte de eso, ni un solo rasguño. Algo que ya se esperaba, pese a que le doliese.

Yo por mi camino y tú por el tuyo, eh —le previno, antes de alejarse por el puente. El leopardo le miraba como confundido, preguntándose todavía como su presa podía ser tan dura de roer, pero no hizo gesto alguno de volver a intentar atacarle. Cuando ya estuvo a una distancia prudente, le dio la espalda y se dirigió con paso rápido hacia el pueblo.
Responder
#5
~ ¿Qué será...? ~ Se preguntaba la kunoichi mientras intentaba ver lo que el animal había encontrado, pero con cada exhalación suya el vidrio se empañaba más y más y por mucho que intentase limpiarlo con la mano la visión se reducía más y más hasta el punto de siquiera ver al animal, o eso creía ella, en realidad este se había ido.

Si bien no se podía ni suponer a donde se dirigía el animal y tendría que vivir con la incógnita, pudo ver una silueta humanoide acercarse corriendo a la propia posada. Nada del otro mundo a su parecer, hacía un frío infernal fuera y sería lógico pensar que uno de los pueblerinos supiese que el edificio era una posada. ~ Tengo hambre... ~ Se dijo a si misma luego de alejarse de la ventana ya que nada pasaba afuera.

Sin perder su tiempo, la rubia salió de la habitación en dirección al 'salón principal'. Lo que no se imaginó Noemi fue que ni bien abriera la puerta escucharía el grito de la mujer que había visto momentos antes afirmando que alguien había sido asesinado. El solo imaginarse que tendría que hacerse cargo de esa clase de asunto no le hacía ninguna gracia, no porque la paga seguramente sería muy mala o nula, sino que le molestaba la idea de perder su tiempo ya que seguramente se trataría de algún delincuente de tercera con el que perderá más tiempo buscándole que apalizandolo.

¿Opciones? Ninguna, ya todos en la taberna la habían visto y la buscarían para que solucionase el asunto probablemente. Por ello fue que la chica pese a que no le gustase la idea bajó hacía el punto en el que los pueblerinos estaban reunidos. - Este... ¿Van a necesitar ayuda con eso...? - Preguntó la kunoichi apenas asomándose por el marco de la puerta, como si temiera que alguien le tirase algún jarro o la insultase.

~ Lo peor es que ni conozco el pueblo... ~ Se quejaba la rubia que no sabía siquiera por donde comenzar a buscar por lo que comenzó a pasear su mirada por todo el lugar viendo así solamente unas pocas personas que no le llamaron en lo más mínimo la atención.
Responder
#6
Paso su mirada del té a la ventana, de la ventana al té y luego miró el fuego. Miró esas pequeñas chispas que salían de la chimenea mientras en la triste posada comenzaba una pequeña conversación para romper el silencio fúnebre que había. Karamaru estaba cómodo, aprovechaba ese momento para pensar en las cosas que le preocupaban o incluso seguir pensando en esas dudas existenciales que tenía desde hace mucho tiempo. Alejó su mirada del fuego y comenzó a seguir la conversación escondido bajo su sombrero cónico y su capa negra. Esto le permitió ver con detenimiento a cada hombre de la sala.

El primero, un hombre falco como ninguno y amargo. Parecía un ebrio que frecuentaba la taberna y que estaba acostumbrado al alcohol. Sus ojos y su forma de ser lo delataban.

«¿Qué vueltas le habrá dado la vida para que acabe así?» pensaba Karamaru mientras la conversación seguía y aparecía una mujer. Al parecer, la esposa del simpático hombre que le había atendido antes.

Por lo que el calvo entendía, era una discusión de dinero, en la cual la esposa era un poco mas dominante que el hombre que se dedicaba a limpiar vasos. Tras sus palabras, volvió el silencio, esta vez un poco más tenso y pesado. Karamaru siguió con la vista a la mujer hasta otra mesa donde se encontraba el tercer y último cliente de la taberna. Por lo que escuchaba se llamaba Takato, el anterior Arashi.

Era un hombre más grande que él con apariencia respetable. Por como se veía, no parecía una persona muy desagradable.

Pero esa tranquilidad se vería interrumpida por la entrada de una mujer a la que las cinco personas le dirigirían su mirada. Dejó entrar la frescura del exterior y en el abrir y cerrar de la puerta, Karamaru pudo ver que su caballo seguía sin problemas cerca de la puerta. La esposa del tabernero se apuró en ayudarla lo antes posible ya que parecía bastante asustada y agitada.

Traía consigo una noticia que a ninguno le debió de haberle caído bien. Había un asesino en su pequeño pueblo, uno que había matado a un tal Ryoma. Estaban todos en silencio, sin siquiera reaccionar, sin siquiera preguntar algo. Tal vez nadie entendía que la mujer venía a pedir a ayuda y no a informar solamente. Pero, ¿Qué podrían hacer solo un puñado de hombres que supuestamente ni son detectives ni combatientes veteranos?

El silencio se vio interrumpido por una mujer un poco mas grande que Karamaru, de largo cabello rubio y una cara que sería del agrado de más de un hombre. El calvo la recorrió de abajo a arriba, de sus piernas a sus caderas de su busto a su blanca cara y sus ojos verdes.

- Este... ¿Van a necesitar ayuda con eso...? -

Fue lo primero que se escucho. ¿De donde había salido? Recién en ese momento Karamaru se daba cuenta de que había unas escaleras.

«¿Será alguna detective del pueblo?» se preguntaba el pelado.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
Responder
#7
Siento la enorme espera. Al final aproveché la ausencia de Noemi para responder otros temas y este se me fue quedando atrás. Pero ya estaré activo a partir de ahora Sonrisa



Yumiko exhaló un chillido de terror, se llevó las manos a la boca y negó con la cabeza, horrorizada, como si no quisiese creerse lo que acababa de oír. Su marido, por otra parte, balbuceó tres o cuatro palabras ininteligibles, aturdido, para finalmente cerrar la boca. Takato, a su vez, había abierto la boca y alzado las cejas, permaneciendo con aquel gesto durante tanto tiempo que dio la impresión de haber quedado petrificado.

Arashi parecía el único que no había sido afectado por la noticia. Deslizaba en círculos la punta de su dedo índice alrededor del borde de la copa, a la cual miraba embobado, como una doncella miraría a una joya que no pudiese permitirse.

¿Pero cómo iban a…? —preguntó temblorosa Yumiko, cuyo carácter parecía haberse desvanecido por completo—. ¿Estás segura de qué…?

¡Sí! —bramó de forma aguda Aiko, con los ojos anegados en lágrimas—. Tenía el perro fuera y pensé que… pensé que… —la voz se le quebró y no pudo reprimir por más tiempo el llanto. Yumiko corrió a abrazarla. Trató de tranquilizarla, pero Aiko quiso seguir: —. Pensé qué igual se le había escapado —continuó balbuceando Aiko, entre sollozos, con la cara enterrada en el hombro de su amiga—. Cuando fui a su casa a advertirle la puerta estaba forzada y él… él… ¡Es horrible! —chilló, levantando la cabeza para mirarla a los ojos—. ¿Quién ha podido hacer algo así?

La pregunta quedó suspendida en el aire, sin respuesta, hasta que una nueva voz irrumpió en la posada.

- Este... ¿Van a necesitar ayuda con eso...?

Todos se quedaron mirándola menos Arashi, que aun así puso fin a su desidia, aunque sólo fuese por el hecho de que se le había caído la copa al suelo, rompiéndose en mil pedazos. A nadie pareció importarle lo más mínimo. No en una situación como aquella.

Yoshi carraspeó y tomó la palabra.

Disculpa... pero no veo el modo en que una muchacha de su edad pudiese ayudar en un caso como este.

Su esposa le fulminó con la mirada.

¿¡Pero no ves su bandana, burro?! —exclamó exasperada, recobrando su carácter perdido—. ¡Es una kunoichi!

¡Ah! —exclamó sorprendido, abriendo la boca—. ¡Oh…! —volvió a exclamar, mirando nuevamente a Noemi—. En ese caso supongo que sí. Por supuesto que sí, vaya.

Te lo agradecemos mucho —añadió Yumiko, juntando ambas palmas de las manos y haciendo una pequeña reverencia—. Es toda una suerte tener a un ninja en estos… —Yumiko se quedó a medio camino de terminar la frase, como si no supiese muy bien como seguir. Al final, sacudió la cabeza y miró a su marido, dejando la frase inconclusa—. Yoshi —le llamó—, quizá podrías acompañarla a la casa de Ryoma —le sugirió, en un tono que parecía más bien una orden.

Orden o sugerencia, cobró el mismo efecto en su marido. Para Yoshi, poca diferencia había entre aquellos dos términos cuando procedían de Yumiko.

¡Claro! —exclamó—. ¿Desearía acompañarme, kunoichi-san? —caminó hasta salir de detrás la barra y entonces se detuvo, mirando a Noemi de arriba abajo como un padre miraría a su hija cuando ésta se va de casa en una noche con tormenta—. ¿Quieres que te preste una chaqueta? Me parece que a estas horas va a refrescar ahí fuera.

Mientras tanto, Aiko había vuelto a enterrar la cabeza bajo el abrazo de Yumiko y sollozaba en silencio, a la vez que Takato había logrado cerrar la boca y se encontraba de pie, apoyado en su bastón y sin saber muy bien dónde meterse o qué decir. Arashi, a su vez, lanzaba miradas furtivas a Noemi, con los ojos ocultos bajo su pelo sucio y enmarañado.

*** *** ***

La nieve parecía afanarse en entrar por cada rinconcito que Datsue no era capaz de cubrir con la túnica, empapándole por dentro. El Uchiha trataba de protegerse del viento, mirando hacia el lado contrario del viento, que soplaba más fuerte que nunca, y tapándose como podía con la capucha. Un reguero de mocos bajaba de su nariz y tenía los labios cortados por el frío. Para empeorarlo todo, hacía tiempo que había dejado de sentir los dedos de los pies y le costaba un mundo abrir o cerrar las manos.

Sin embargo, no todo estaba perdido. A lo lejos, unas luces brillaban entre la tormenta. Las luces de un hogar. Tenían que ser las luces de un hogar...
Responder
#8
Tal vez se había tomado demasiado tiempo para dar la cara por el salón principal, la conversación había avanzado puede que demasiado y Noemi no podía sentirse que se había metido en el peor momento posible, es decir, una mujer apenas si estaba desahogandose de lo que acababa de presenciar. ~ ¿Se darán cuenta si salto ahora mismo por la ventana de mi habitación? ~ Se preguntaba a si misma la kunoichi que ya no podía hacer nada para echarse atrás.

A sabiendas que este tipo de tareas se las encargaban a soldados o mismo a shinobis, la chica supuso que le aceptarían la oferta de buenas a primeras pero no fue tan así, en su lugar de eso le negaron todo por el asuntito de la edad.

Disculpa... pero no veo el modo en que una muchacha de su edad pudiese ayudar en un caso como este.

Ni bien le escuchó, la rubia bajó la mirada para verificar que la traía y así era, la bandana de Takigakure atada al cuello. ~ Claro… Hay poca distancia entre la placa y mis pechos. ~ Pensaba ella suponiendo que ese había sido el motivo de la distracción incluso cuando la bandana estaba tan a la vista casi que saludando al mundo.

Sin decir nada, la kunoichi suspiró en un intento por armarse de paciencia ya que seguramente tendría un día algo movido hasta encontrarse con el asesino. Ahora si, podría dirigirse a la escena del crimen guiada por el que parecía ser el posadero que en un momento se frenó y la miró de pies a cabeza, haciendo que la chica arqueara una ceja sacando nuevamente sus propias conclusiones erradas. Finalmente hizo una oferta que no podría rechazar.

. ¿Quieres que te preste una chaqueta? Me parece que a estas horas va a refrescar ahí fuera.

- Se lo agradecería mucho, cuando salí de la aldea no hacía tanto frío. - Comentó entre risitas la kunoichi que de no ser porque se encontraban en un lugar bien calefaccionado se estaría muriendo del frío, o tal vez estaría muerta y enterrada bajo un montón de nieve, aunque eso le recordaba un asuntito aparte. ~ ¿Estará por ahí afuera lo que buscaba el animal? ~ En una de esas, se encontraba con que al asesino ya se lo había cargado la naturaleza y su trabajo se facilitaría considerablemente, quién sabe.
Responder
#9
La conversación había sido larga y el ambiente se estaba volviendo un poco turbio. Las reacciones fueron distintas y variadas, pero la mayoría estaba sorprendida por la noticia. Excepto uno, que Karamaru ya le había puesto el ojo encima tras escuchar su copa romperse. Nadie le dio importancia en un momento así, pero al calvo no le gustaba la actitud de ese hombre.

«No hace falta ser detective para saber que aquí son todos sospechosos» pensaba Karamaru, hasta la aparición de la bella rubia.

Lo primero que notó es que era shinobi, aunque no identificaba la procedencia de su placa. El pelado seguía en silencio analizando la situación. Entre idas y vueltas, se le permitió a la kunoichi salir del establecimiento para recorrer, si Karamaru no había escuchado mal, la casa de Ryoma. El muerto. Karamaru seguía viendo la fría mirada de uno de los que se encontraba en la taberna.

No podía quedarse fuera dela situación, estaba interesado por saber que sucedía y además, no quería dejar al tabernero y a esa mujer solos en un ambiente como el que se respiraba en ese momento. Se levantó de la mesa, dejando un poco dinero bajo el copa, y siguió a los dos hasta encontrarlos fuera.

Disculpen, ¿Puedo acompañarlos?- les dijo, escondiendo su cara con su sombrero de paja- Podrían necesitar algo de ayuda, supongo, si a usted no le molesta mi edad.

Se dirigía al tabernero que hacía poco casi denegada la ayuda de una kunoichi de nivel desconocido.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
Responder
#10

[Imagen: hsmb07.jpg]

Yoshi apenas tardó un minuto en regresar de su cuarto, situado en el segundo piso, vestido con un grueso chaquetón y con otro abrigo de piel en la mano. Era largo y negro, demasiado grande para el cuerpo de Noemi, pero que no por ello dejaría de cumplir con su principal función: proteger del frío. Sin duda, el abrigo pertenecía a Yoshi, pues hasta olía a él.

Siento que no tenga nada de tu talla —dijo, esbozando una sonrisa de disculpa. Le entregó el abrigo a Noemi y caminó hasta el exterior.

Un descenso brusco de temperatura le recibió, así como un fuerte viento directo a la cara, que le obligó a entrecerrar los ojos. Se colocó la capucha, inclinó la cabeza hacia adelante y suspiró.

Por aquí —indicó a Noemi, emprendiendo la marcha por el camino del norte.

Sin embargo, apenas había dado un par de pasos cuando una voz le interrumpió.

Disculpen, ¿Puedo acompañarlos?- les dijo, escondiendo su cara con su sombrero de paja- Podrían necesitar algo de ayuda, supongo, si a usted no le molesta mi edad.

Yoshi se dio la vuelta, sorprendido por los continuos ofrecimientos de ayuda que no paraba de recibir.

¿Cómo…? ¿Quién es…? ¡Oh…! —exclamó finalmente, al darse cuenta que era uno de sus clientes—. No. Quiero decir, sí… Es decir… ¡Que no me molesta, vaya! —exclamó, echo un lío, mientras se rascaba la nuca—. ¿Es usted también un shinobi? —preguntó—. Mi nombre es Yoshi, por cierto —se presentó, mirando también a Noemi—. Encantado de conoceros. Aunque ojalá no fuera por estas circunstancias —añadió, pasando de la sonrisa cordial a los hombros hundidos y la mirada perdida.

No tardó en reaccionar, sin embargo, por culpa del viento helado que recorría aquellas tierras. Con aquel condenado frío no había tiempo para sentimentalismos. Dio media vuelta y emprendió de nuevo la marcha, a grandes zancadas, esperando llegar cuanto antes a su objetivo.


*** *** ***

Casi lloró de alegría cuando llegó hasta la posada. Había pasado ya al lado de varias casas, desperdigadas aquí y allá, y cuando más empezaba a pensar que en aquella aldea no habría posada o cobijo alguno, se topó de pronto con un gran edificio de dos pisos con un cartel que ponía: “Posada”

Sí, había que reconocer que los dueños no se habían comido mucho la cabeza con el nombre, pero a aquellas alturas no iba a ponerle pegas a una nimiedad como aquella. Se sacudió la nieve como pudo y, cuando se disponía a entrar, vio algo a lo lejos.

Eran tres personas, que subían cuesta arriba por el camino opuesto de por donde había llegado. Una de ellas parecía una mujer, con una larga melena rubia que le caía sobre la espalda. Una melena rubia extrañamente familiar…

Ap-parta —balbuceó un hombre que acababa de abrir la puerta. Un fuerte olor a alcohol llegó hasta el olfato de Datsue—. Quiapartesedixo —masculló de nuevo, claramente ebrio.

El Uchiha se hizo a un lado y dejó pasar al hombre de pelo largo, que tropezó, se cayó al suelo y se levantó como pudo. No tardó en volver a caerse, mientras bajaba dando tumbos por el camino que había empleado Datsue.

Sin embargo, Datsue no esperó el tiempo suficiente como para saber si se volvía a poner en pie. Había sentido el calor proveniente del interior, oído el crepitar de las llamas y, finalmente, visto un deslumbrante fuego ardiendo bajo una amplia chimenea. Y todo lo que no tenía que ver con aquello había dejado de cobrar importancia para él.
Responder
#11
Ni bien respondió el tabernero se desvaneció solamente para reaparecerse con un abrigo unas cuantas tallas por encima de las que usualmente llevaba Noemi pero teniendo en cuenta que la ropa de hombre no contempla ciertos detallitos le venía genial para estarse completamente cómoda. No tardó nada en echarse encima el abrigo y pasar ambos brazos por las mangas para luego sentir el aroma del dueño. ~ Ja… Que malinterpretable que sería esto… ~ Pensaba la kunoichi a sabiendas que para rematar tendría que caminar a solas con el dueño del abrigo por el poblado. - No se preocupe, le agradezco el detalle. - Respondió con una sonrisa cordial para luego seguirle hacia el exterior de la posada.

Lo primero a destacar fue el golpe helado que recibieron de lleno al momento de salir del cálido ambiente del local, de no ser porque le acababan de prestar un abrigo probablemente se habría ido corriendo de nuevo a la habitación que había pagado. Otro detallito era que lamentablemente, se dirigirían una dirección distinta de la del animal que ella había visto así que se quedaría con la duda. Aunque al poco de caminar fueron interrumpidos por un presunto hombre luciendo un hermoso… Sombrero de paja.

- Momento… ¿Cómo pretendes que no desconfie si ni la cara muestras? - Respondió la rubia casi que ignorando al posadero, que sea su cliente no implica que no sea un sospechoso, además que escondiendose de esa manera lo único que lograba, por lo menos con ella, era despertar sus sospechas. Pero venga, el posadero tenía razón con eso último.

. Mi nombre es Yoshi, por cierto

Ella también había fallado en ese detallito que hizo que bajase un poco los humos. - Mil perdones, me llamo Noemi, Sakamoto Noemi, kunoichi de Takigakure. - Respondió rascandose ligeramente la nuca con una mano, con la otra simplemente se dedicó a jugar con un mechonsito de cabello al cual le daba vueltas empleando únicamente un dedo.

En eso, pudo ver como en la posada algo pasaba, una de silueta pasar, posbilemente un extranjero buscando algún lugar donde pasar la noche, de cualquier manera ella al menos no llegaba a distinguir con detalle por lo que restó importancia y siguió analizando por lo menos visualmente al del sombrero. ~ Venga… Tu nombre y tu cara… ~
Responder
#12

Perdon por la tardanza, entre la fiestas y que pude estar dentro del Dakar no estuve mucho tiempo en mi casa los últimos días Risa

Había atravesado la puerta y había recibido el frío del exterior sin problemas. Todavía sentía el calor de esa posada en su cuerpo, y además, estaba acostumbrado a las bajas temperaturas de Amegakure.

Ambas personas se introdujeron. Primero, el posadero, Yoshi. El calvo ya lo conocía, después de todo él lo había atendido pero nunca estaba de más una presentación. Después de tanta charla ya conocía el nombre del barbudo. Sin embargo, la mujer rubia todavía era una desconocida hasta que después que Yoshi hablase torpemente se presentara. La primera vez que Karamaru veía una kunoichi de ese lugar. Takigakure. Una aldea oculta, pero nunca había escuchado sobre ella. Sabía que tenía que estar atento y mantener de cerca a esa mujer presentada por el nombre de Noemi.

Karamaru del clan Habaki. Puedes confiar en mi mujer, y por cierto, dejando los detalles a un lado, seguramente pueda ayudar Yoshi

Se limitó a decir escondiendo su profesión y procedencia. Tal vez cuando entrara en confianza o cuando la situación lo amerite se presentaría de una mejor manera pero este no era el caso.

El tiempo apremia. Dejemos de lado las introducciones.- y al instante sin recibir respuesta por el posadero, este comenzó a caminar subiendo la pendiente.

«Rápido y sencillo, así resolveremos esto rápido. Es mi deber ayudar, pero mientras antes mejor» reflexionaba el calvo mientras comenzó a caminar a paso acelerado para ponerse a la par con Yoshi. la mujer se entretuvo con algo a la distancia, y los dos hombres ya la habían dejado unos pocos pasos atrás. Karamaru la miraba de reojo para no perderle de vista, aunque parecía una buena persona y kunoichi.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
Responder
#13
Yoshi caminaba de forma pesada y lenta, con mucho cuidado de no pisar un charco congelado y caerse de bruces. El viento no ayudaba, ni tampoco las nubes que, a ratos, envolvían la luna llena en un abrazo espeso y opaco.

Sin embargo, varios candiles situados en la entrada de las rudimentarias casas de piedra que iban dejando atrás bañaban con su luz crepuscular trazos del camino por el que ascendían, facilitando su visión. Un camino hecho de piedra, húmedo y resbaladizo por el inclemente clima que asolaba aquellas montañas.

Parece que no somos los primeros —murmuró Yoshi al distinguir a lo lejos un tumulto de personas.

El rumor de la muerte de un vecino se había extendido más rápido que el viento o, por lo menos, más rápido que ellos. A medida que se acercaba, Yoshi pudo distinguir a media docena de personas, vecinos todos ellos, hablando caóticamente entre ellos y congregándose en la entrada de la vivienda de Ryoma.

La casa era de piedra, con una ventana a la izquierda de la puerta y un solo piso. De tamaño más bien pequeño, se veía antigua pero capaz de resistir el duro clima de montaña. Las tejas del techo sobresalían de las paredes, otorgando unos centímetros extra de protección contra la lluvia para los que se pegasen a la pared. Además, colgando del borde del techo, justo en frente de la puerta, un fino hilo sujetaba a dos metros de altura lo que parecía una cola de leopardo. Bajo ella, un hombre de corta estatura, cuya calvicie sólo había dejado sobrevivir a un pelo corto y blanco situado en los laterales y parte posterior de la cabeza, trataba de poner orden.

¿Es cierto lo que dice Aiko? —preguntó una voz.

¿Está muerto Ryoma? —preguntó otra.

¿Cómo ha muerto? —preguntó una tercera—. ¿En verdad ha sido un asesinato?

El hombre de corta estatura alzó los brazos, en un gesto lento y cansado, pero su voz sonó clara y firme cuando salió de su boca.

¡Por favor, escuchadme todos! —Poco a poco, hombres y mujeres fueron callando, expectantes—. Es cierto que está muerto. Y sí, —corroboró—, lo han asesinado. No hay duda de ello.

Se oyó un par de chillidos, y las voces volvieron a resurgir, esta vez más agudas y caóticas. Pese a ser tan sólo media docena de personas, estaban armando un barullo monumental.

¿Qué vamos a hacer?

¡Hay que contratar a un shinobi! —propuso uno.

¡Pero si no tenemos dinero! —exclamó otro.

¿Y qué pretendéis, dejar a un asesino suelto por el pueblo? —se escandalizó una tercera.

¡Por favor, calmaos todos! —trató de imponerse de nuevo el anciano de pequeña estatura—. ¡POR FAVOR! —rugió, y las voces se apagaron casi al unísono—. Lo que tengamos que decidir, ha de hacerse entre todo el pueblo. Mañana avisaremos a los que todavía no se han enterado de esta trágica noticia, y celebraremos como corresponde una gran ceremonia de entierro por nuestro querido vecino, Ryoma. ¡Y después decidiremos! —gritó, y aunque la orden no pareció contentar a todos, nadie levantó la voz para demostrarlo.

*** *** ***

Ooh, sí… —murmuró mientras acercaba las manos al fuego—. Esto es vida.

Había dejado su túnica empapada sobre el respaldo de una silla y se había sentado en otra que había arrastrado junto a la chimenea. El calor pronto penetró su piel, devolviéndole la sensibilidad a sus músculos y calentando sus mejillas heladas, a la vez que se preguntaba si existiría algo en el mundo más placentero que aquello.

De hecho… —murmuró mientras torcía la cabeza—. Una taza de leche con chocolate humeante sería la guinda perfecta.

Junto a la barra, dos mujeres cuchicheaban entre ellas. Se preguntó si alguna de ellas sería la camarera de la posada, y afinó los oídos para tratar de captar sus palabras. Reunir información antes de actuar… Joder, estoy hecho todo un ninja.

¿Crees que pudo ser Arashi? —preguntó una de ellas, cuyos ojos enrojecidos mostraban que había estado llorando recientemente. ¡Ja! ¡A estos ojos de Uchiha no se le escapa ni un detalle!

No digas tonterías —le cortó la otra—. Ese hombre es un cobarde, además de un borracho, no tiene lo que hay que tener para hacer algo así.

Pero tenía motivos… ¿Quién sino querría matarlo?

¡¿Cómo?! La sonrisa de suficiencia que esbozaba Datsue se torció en un gesto incrédulo. ¿Estaban hablando de un asesinato? Afinó todavía más los oídos y sus ojos prestaron atención a cada gesto, esperando la respuesta. Sin embargo, la pregunta quedó suspendida en el aire, como un espectro amenazante que nadie se atrevía a enfrentarse.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Responder
#14
Karamaru del clan Habaki. Puedes confiar en mi mujer, y por cierto, dejando los detalles a un lado, seguramente pueda ayudar Yoshi

Con esas palabras la kunoichi se sintió un tanto frustrada y así lo demostró al rascarse con algo de fuerza la cabeza. ~ ¿Por que me lo digas tengo que hacerlo...? ~ Pensaba la chica ya que el posadero por su parte parecía feliz de haber conseguido más ayuda.

Para sorpresa de la genin de Taki, los dos entes de sexo masculino la habían dejado atrás en ese instante de distracción, un detalle de lo más chocante para ella que no acostumbraba a ser dejada de lado y mucho menos a ser ignorada. — Si serán… — Refunfuñaba la chica mientras intentaba alcanzarles a paso torpe a causa de la nieve a la que no estaba para nada acostumbrada.

Finalmente los dos hombres dejaron de moverse y ella al fin logró alcanzarles. — Espero que sea la última vez que hacen eso… — Dijo claramente molesta mientras intentaba ver algo entre toda la muchedumbre que no paraba de cuchichear cosas sin importancia hasta que un calvo los mandó a callarse para así dar una rápida explicación de lo que ocurrió y lo que se hará al día siguiente.

— ¿Es el jefe o algo así? — Preguntó Noemi al posadero, de ser el caso lo mejor sería hablar con él para que haga pública la existencia suya y posiblemente de la del tal Karamaru para que los demás habitantes del pueblito colaboren.

~ Tengo que ver el cadáver… ~ Pensó por un instante la chica. Quería saber cómo fue que le mataron así al menos tendrían una mínima pista, tal vez.


Cara de Datsue al enterarse del asesinato
[Imagen: jfADUWn.png]
Responder
#15
Un camino con bastante pendiente y con mucha nieve acumulada en el suelo era por el cual los tres recorrían el pequeño pueblo. Casas lindas y humildes, típicas de un pequeño pueblo con poco contacto de las grandes ciudades, adornaban el paisaje que se postraba frente a sus ojos. Sin embargo nadie se veía caminando por las calles que había entre casas y casas, seguramente tendrían algún motivo para no hacerlo. Y era un motivo que pocos minutos después se enterarían.

A paso lento, para poder seguir al corpulento posadero, avanzaban poco a poco con la mujer a espaldas. Yoshi casi se tropezaba tras pisar mal en la nieve lo que llevo a los dos hombres detenerse unos segundos, aunque los suficientes para que Noemi los alcanzaré. Aunque lo peor de ese momento no fue que se detuvieron o que Yoshi casi se cae al suelo, si no que fue la queja de la muchacha.

Lo mismo digo, aquí la que se retraso fuiste tú. No entiendo por que nos culpas a nosotros.- respondió el calvo molesto por las palabras de la rubia.

Pero en ese momento los problemas personales poco importaban, tenían que seguir para llegar a la casa del asesinado. Fueron unos cuantos metros más de caminata hasta poder ver un poco a lo lejos la casa y unos pocos más para ver a la gente que estaba frente a ella.

Una vez que se habían acercado lo suficiente y pudieron ver con claridad Karamaru notó que un anciano controlaba a la poca gente que había escuchado la terrible noticia. Seguramente tendría alto de autoridad en el pueblo, ya sea por la edad o por ocupar algún cargo de administración el pueblo. Sin embargo, si querían actuar con discreción la situación no ayudaba mucho. Había mucha gente como para poder entrar tranquilamente.

Es irrelevante si es el jefe o no lo es, sabemos que puede dar órdenes al resto de personas y eso es información suficiente. Sugiero que nos quedemos a la distancia, mientras menos personas se enteren de nuestro trabajo será mejor supongo. No queremos que el asesino sepa que lo estamos buscando, si no lo sabe ya.

¿Verdad Yoshi?
- preguntó ignorando las opiniones de la rubia.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.