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RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 1/07/2018 Suerte. Kaido negó con la cabeza. La suerte era para los débiles, digna de aquellos que no podían labrarse caminos por su cuenta. Y hablando de caminos, el gyojin ignoró las alabanzas de Kano y tomó rumbo hacia su más imperioso destino al ritmo de los ahora lejanos ¡bam bam bam! El escualo se dirigió hacia los linderos del puerto, sirviéndole como guía dos rastros inequívocos como lo eran la sangre de Katame y las huellas que dejaban los cascos del caballo unido a la carretilla con la droga. Siguiendo estos rastros, el amejin acabó en el inconfundible muelle de Taikarune, y pudo observar allá a lo lejos a Baratie. Pero la hija de Kano ya no resultaba ser una apacible e inamovible nave que servía como templo a la mejor comida del País del Fuego, sino que ahora lucía liberada, y los vientos nocturnos de primavera susurraban plácidamente a la vela que ahora yacía izada. Kaido apretó los dientes y echó a correr, tanto como pudo, y se lanzó de cabeza al agua. Desapareciendo en las profundidades de un mar tan oscuro como la mismísima noche. . . .
Escurriéndose, el amejin se infiltró en el interior de Baratie por el costado exterior del casco, colgado de éste. El sígilo pareció ser su mayor preocupación, todo mientras buscaba silente el compartimiento en proa donde se podía accionar el ancla. Una vez pudiera detener el barco, enfrentaría el verdadero problema. Ahora era prioritario no alejarse más de la costa. 1 AO RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 1/07/2018 Como ya se había mencionado, el barco Baratie era enorme. Tremendo. Y con semejante casco, debía tener un ancla a la altura. Kaido la halló en el lateral de la cubierta, pero no era una de esas que uno podía coger con toda la tranquilidad del mundo y lanzarla al mar. Había, en su lugar, un mecanismo para ello. Y es que las cadenas que la sujetaban eran todas gordas, que probablemente llegasen a pesar una tonelada. Ya ni hablemos del rezón. Por eso, la cadena estaba enrollada dentro de un mecanismo, que Kaido pudo activar tirando de una palanca. Se oyó un enorme ¡plop!, y la cadena empezó a girar, liberándose mientras caía al fondo del mar. • • •
¿Habían sido imaginaciones suyas, o había oído algo enorme caer sobre el agua? Katame se encontraba en lo alto de la vela mayor, tratando de desatar las cuerdas para que se abriese y le diese una inyección de velocidad al barco. Aquel trabajo no estaba hecho para solo una persona, pero estaba cansado y ya había gastado demasiado chakra como para crear más clones. Sus ojos buscaron ávidos la zona donde se tiraba del ancla, y, entonces, le vio. —Pedazo hijo de puta —masculló. Fue en ese momento cuando se oyó algo terrible. Un crujido espantoso. El barco se sacudió de pronto, haciendo que aquel ninja entrometido perdiese el equilibrio y casi consiguiendo que el propio Katame cayese al vacío. Se desplomó varios metros y se agarró a unas mallas de cuerda de milagro. —Voy a matarle… Voy a matarle. • • •
Kaido, tras caer al suelo, vio la silueta de Katame bajando por la malla de cuerda. Tenía un brillo enfermizo en la mirada. Una mirada que le apuntaba directamente a él. También pudo ver que se había improvisado unas vendas con un trozo de tela, que envolvían su cabeza y taponaban el hueco dejado por su oreja. RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 1/07/2018 El ancla finalmente pudo ser liberada al él activar su mecanismo. Los grandes anillos de acero fueron precipitándose uno a uno, unidos entre sí, y la punta inferior de la misma terminó por tocar después de unos cuantos segundos el ansiado fondo marino. Las toneladas de peso de aquella traba en forma de cadena atizó al barco en un choque inconfundible de fuerzas, que obligaron tanto al tiburón como al dragón a buscar no caer tras los trompicones que dio el barco. El escualo se levantó en cuanto pudo, y en el precio instante en el que alzó la mirada, comprobó en dónde estaba su enemigo. Allá, al ras de la vela principal, descendiendo paulatinamente. Era Katame, con los ojos inyectados de ira y apuntalando a Kaido como si de su presa se tratase. Los ojos de Kaido, en silencio, también hacían lo mismo. Después se limitó a observar detenidamente el estado de su enemigo, quien a pesar de todo parecía estar en forma para continuar la batalla que hubo quedado pendiente allá en los almacenes. Parecía haberse ocupado de la herida en su inexistente oreja. Aún así, Kaido estaba en total desventaja todavía. Contra él siempre lo iba a estar. Así que tenía que actuar con cabeza, y actuando en consecuencia. Por ahí pasaban sus chances de ganar. Y de vivir. —¿A dónde crees que vas? —preguntó, socarrón; con una sonrisa entre diente y diente. RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 1/07/2018 Katame empezaba a odiar a aquel muchacho. Y mucho. Cuando al fin descendió a la cubierta, observó la bandana anudada en su frente. Era de Amegakure. —Kaido de Amegakure —dijo, y dejó que aquel nombre se grabase a sangre y fuego en su cerebro—. Estás muerto. —No era una amenaza. Simplemente le estaba informando—. Ninjas más grandes y más fuertes han osado enfrentarse a Dragón Rojo, ¡y están todos en el cementerio! —soltó una carcajada arisca. Sin alegría—. Por mi espada o por la de un hermano, ¡tus días están contados! Jabalí, perro, pájaro, mono, carnero. Se mordió el pulgar y estampó una mano en el suelo… ¡Pluff! Un enorme buitre surgió tras una nube de humo. Era más alto que Kaido, y de ala a ala debía medir más de tres metros. Era un buitre extraño, con plumas en la cabeza —claras—. Sus alas, de plumaje grisáceo. Las del resto de su cuerpo, marrón claro, con algunas plumas rebeldes de color blanco o negro. Tenía el iris amarillo y la esclerótica roja. —¿¡Sabes cómo llaman a este buitre!? —rugió Katame, montado en lo alto del cuello de la ave—. ¡El Quebrantahuesos! ¡Pronto descubrirás por qué! El buitre sacudió las alas con violencia mientras emitía sonidos agudos. Entonces, alzó el vuelo, y sus garras fueron directas a apresar el cuerpo del amejin. RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 2/07/2018 —Kaido de Amegakure, estás muerto —se atrevió a decir Katame. Kaido sonrió con más efusividad y negó con la cabeza, con los cojones de no estar para nada de acuerdo con esa premisa. Él no iba a morir esa noche, ni a la siguiente. Aún era muy pronto —. Ninjas más grandes y más fuertes han osado enfrentarse a Dragón Rojo, ¡y están todos en el cementerio!. Por mi espada o por la de un hermano, ¡tus días están contados! —Una lástima que yo no sea como cualquier otro ninja. Yo soy el ¡Tiburón de Amegakure, hijo de la gran puta! El miembro de Dragón Rojo ejecutó una serie de sellos, se mordió el pulgar y clavó sus manos contra babor. Entonces una gran estela de humo cubrió parte de la zona, aunque se despejó en cuanto el viento se arremolinó ante la apertura de un par de enormes alas grisáceas. Era un jodido buitre, enorme y de aspecto sombrío. Kaido maldijo para sus adentros, mientras que sus manos acariciaron su espalda en un movimiento de incógnito. Dio un paso atrás, luego dos, y otro con cada centímetro de altura que fuera ganando la bestia alada de aspecto gutural que Katame se había sacado de la manga. Montado sobre él, el dragón se enardeció pensando tener la absoluta ventaja y volvió a soltar una de sus amenazas rastreras. El escualo mantuvo la distancia, con los oídos haciéndose los necios y tratando de mantener la cabeza bien fría. Le iba a echar en falta. Otro paso, luego otro. Hasta que su espalda tocó la baranda de proa. Fue entonces cuando el buitre despegó y avanzó con sus garras por delante, muy dispuestas a capturar a su presa y así poder devorar sus carnes. Kaido mantuvo la compostura con las piernas ligeramente flexionadas, y esperó al momento oportuno en el que las patas del animal fueran casi a alcanzarle y ... se lanzó al agua. En plena caída, y con sus pies plenamente cubiertos con chakra para amortizar el descenso; salió un shuriken despavorido que se arremolinó en el cartílago que unía el ala izquierda del buitre con su tronco corporal, y que sintió un sopetón poderoso patrocinado por la fuerza de Kaido, que ya había puesto sus pies en el mar oscuro. Resulta que en aquel shuriken había un hilo atado que ahora se tensaba fuertemente en una de las partes más delicadas de aquel animal, escudriñándose entre las plumas y cuya única función sería obligar a que esa ala perdiera el aire bajo suyo. RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 2/07/2018 Hoy en día, las nuevas generaciones se quedan anonadadas con la potencia del armamento más avanzado y moderno. Potentes bombas explosivas de clase A. Peligrosos sellos explosivos. Grandes y temibles Dai Shurikens. Pero hay un dicho antiguo, casi primitivo, que los más ancianos todavía recuerdan: un arma es tan buena como el ninja que la empuña. Kaido era la prueba viviente de ello. Un shuriken y un hilo. Eso era todo lo que había necesitado para tumbar a aquel buitre gigantesco. Había golpeado en el único punto débil. Había tirado en el momento necesario. Y el resto era historia. El ave perdió el control, dando vueltas sobre sí misma entre sonidos agudos y chirriantes. Una sombra saltó antes de estrellarse, y el buitre cayó en picado en la mar, sumergiéndose y salpicando todo a su alrededor. Incluso a Katame, la sombra que había saltado antes de colisionar. —¡Cagonmimadre! ¡Muere de una jodida vez! —Sin pensárselo, saltó hacia él con la intención de estamparle un rodillazo en la cara. RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 2/07/2018 El silencio vespertino se rompió cuando el ave chirrió en un descenso forzado, víctima de la estratagema de Kaido. El tirón había resultado ser lo suficientemente fuerte como para que la inercia hiciera su trabajo, y obligara al animal alado a estrellarse de pico contra el agua. Kaido contempló victorioso la acometida, y puso el ojo en Katame, quien había abandonado el lomo del animal segundos antes de que ésta se perdiera en las profundidades del océano. El gyojin apretó los dientes, subió las manos y se preparó para el desenlace. Para danzar junto a Katame bajo la imperiosa luz de la luna, que habría sido testigo de la caída de grandes guerreros. Y quizás también de la de alguno de ellos dos. —¡Cagonmimadre! ¡Muere de una jodida vez! —una fúrica arrematida, y el movimiento de su rodilla ascendiendo hasta los linderos del tiburón. Kaido, al verle venir; echó el cuerpo hacia atrás sólo lo suficiente como para evitar el rodillazo, y luego se impulsó con el brazo derecho de por medio, dispuesto a darle un puñetazo en la cara al dragón. RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 2/07/2018 Los pies de Katame se deslizaron por la superficie del mar, al mismo tiempo que levantaba una mano y bloqueaba el puñetazo a bocajarro que Kaido trataba de propinarle. Los nudillos del amejin se estamparon en la palma dura y encallecida del pequeño dragón, quien no tardó en lanzar una patada baja lateral para hacer perder el equilibrio a su adversario. Se oyeron unos fuegos artificiales a lo lejos. Ajenos a ellos, Taikarune seguía de fiesta. RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 2/07/2018 La piel de su mano chocó con la de Katame, mucho más áspera que la suya. Con más vivencias plasmadas sobre ellas. Su golpe no había encajado donde había querido, y ahora el dragón tenía la potestad de enviar una patada baja. Una de las piernas de Kaido se entrometió en el ataque mientras la otra yacía de apoyo, abierta. La que recibió el impacto, sin embargo, se partió en un alarido de agua que se acabó mezclando con el océano mismo. Mientras todo eso ocurría, su brazo derecho se había encorvado también. Ahora era el codo suyo, azulado, que amenazaba con dar un fuerte porrazo en la manzana de adán de Katame. RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 2/07/2018 ¡Estúpido, estúpido, estúpido! Estaba tan obsesionado con partirle el cráneo, con que el sonido de sus huesos al romperse se colase por sus oídos como la droga en las venas de un yonqui con mono, que se había olvidado que los golpes físicos no le afectaban. Su pierna golpeó agua, y el codazo en la nuez de adán le hizo caerse de culo y llevarse una mano al cuello. Trató de buscar aire, pero por mucho que abriese la boca y tratase de aspirar tenía las vías respiratorias cerradas. El agua bajo ellos empezó a temblar… RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 2/07/2018 Su codo aterrizó sobre la pera de Katame, atizando el interior de su garganta y cortando, quizás, parte de su respiración. O esa fue la sensación que le dio al escualo cuando vio caer a su oponente de culo, con el rostro afligido mientras sus intentonas de bocanadas no le parecían ayudar en lo absoluto. Entonces Kaido se le fue encima para aprovechar su momento de debilidad, pero el maremoto que sintió bajo suyo le obligó a detenerse. El buitre iba a resurgir. Los pies de Kaido cesaron la corriente de chakra, y se perdió finalmente en el océano. Nadó en la negrura, y tomó la pierna de Katame para que le acompañara también. Le iba a mostrar de dónde coño venía. Y lo que ahora se iba a convertir en su jodida tumba. RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 4/07/2018 El buitre subió. El dragón y el Tiburón bajaron. El ave agitaba las alas de forma frenética, tratando de sacudirse el agua y alzar el vuelo. El dragón, forcejeaba con un tiburón que le sumergía a las profundidades del mar. Se llevó una mano al portaobjetos. Aguardó… RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 4/07/2018 Duró apenas unos segundos, pero fue un forcejeo épico entre dos bestias prehistóricas. Una tratando de liberarse, y la otra mostrando la fortaleza que su territorio le otorgaba. Y es que apenas le hundió, Kaido perdió su agarre y desapareció entre sus aguas. Pero Katame sintió de pronto un golpeteo por la espalda que venía de alguien o algo más. No se iba a dar cuenta en ese instante, quizás, pero se trataba del mismísimo Kaido. ¿Cómo? quién sabe, pero ahora estaba a su espalda, sosteniéndole el pecho con ambos brazos y nadando hacia abajo. Iba a ahogar a ese hijo de la gran puta, se lo había jurado. RE: (C) De vuelta al mar - Amekoro Yui - 4/07/2018 Katame luchaba en terreno del enemigo. En uno que su contrario podía explotar y que a él le dejaba en una posición más que desfavorable. Ni sus Katones, ni sus Fuutones, ni mucho menos su habilidad en Kenjutsu. No podía usar nada, y el Tiburón le había tomado por la espalda y le sumergía ahora en las profundidades del mar. Cualquiera diría que iba a morir. Pero también lo hubiesen dicho en anteriores ocasiones. Lo hubiesen dicho, todavía más convencidos, cuando él y su anterior grupo habían traicionado a Dragón Rojo. Lo hubiesen dicho, todavía con más ímpetu, cuando Uchiha Zaide había descubierto que lo había estado envenenando. Y allí seguía él: dando por culo. Lo primero que hizo fue hincar un codazo en las costillas de su captor. Al mismo tiempo, sacó una mano del portaobjetos. Esa que había introducido anteriormente, y la estampó contra la boca de Kaido, con la mano abierta. La botellita de cristal rompió contra las fauces de aquel muerto, y su contenido, se liberó… RE: (C) De vuelta al mar - Umikiba Kaido - 4/07/2018 Cada vez iban más profundo. Cada metro de agua que iban surcando era un metro más de distancia con su ansiada superficie, allá en donde podría recuperar el aire. No Kaido, por supuesto, sino aquel simple humano cuyos pulmones le pedirían a gritos una bocanada de oxígeno. Las branquias del escualo, sin embargo, palpitaban complacidas ante los litros y litros de agua que pasaban a través de ellas, permitiéndole al gyojin concentrar todas sus energías no en respirar sino en sostener al dragón. Éste, sin embargo; no se iba a dejar estar. Con uno de sus brazos trazó un codazo que caló fuerte en el estómago del tiburón y la otra atizaba una especie de frasco diminuto cuyo contenido era un líquido rojo. No obstante, Katame realmente nunca sintió que le llegó a tocar. Quizás, porque cuando le golpeó, éste se deshizo en agua, ahora formando parte del gran océano que les envolvían, y dejándolo a la deriva a unas buenas leguas de profundidad. A su alrededor, la nada. Las corrientes marinas exhaltadas por las mareas nocturnas. Aunque de pronto se el grisáceo lúgubre de las profundidades se tintaron de rojo tras la primera arremetida del tiburón. No lo vio venir. Fue demasiado rápido. Muy ágil. O las dos. Pero Katame habría sentido una rápida mordida, de esas mortales, que le podría haber arrancado fácilmente la pantorrilla, de no haber sido tan fugaz. Tan limitada. Tan juguetona. Porque la realidad era esa: que Katame ahora era una presa. El rey del océano desapareció en el acto, y volvió a acechar a su presa en clandestinidad. |