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(A) Las Náyades - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Amegakure (https://ninjaworld.es/foro-amegakure) +--- Foro: Edificio del Arashikage (https://ninjaworld.es/foro-edificio-del-arashikage) +--- Tema: (A) Las Náyades (/tema-a-las-nayades) |
RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 23/05/2019 Daruu notó enseguida que algo no iba bien. Como si algo le hubiera apuñalado por la espalda a punto de revelarles un secreto crucial a los protagonistas de una película, Watanabe se había quedado tieso y pálido, y no fue capaz de continuar la frase. Visiblemente nervioso dentro de su disfraz de Eien, miró nervioso a las escaleras y consideró todas las opciones que les quedaban. «Mierda, mierda...» —Kinaara, una retirada a tiempo es una victoria —dijo, y comenzó a formular los sellos de su Genjutsu de nuevo—. Tú confía en mi y sígueme el rollo totalmente, le dibujaré una bonita historia en esa cabeza repugnante de tabacalero. · · · El Genjutsu de Ayame se rompió. Watanabe Ooyu había sentido algo raro, como si se desvaneciese de pronto, como si cayese en un sueño profundo pero sólo momentáneo. Debía ser, tuvo a bien decirle una vocecilla interior, que no había dormido muy bien aquella noche. Sí, debía ser eso. Aquellos dos extraños estaban frente a él, sonriendo con aquella cara de suficiencia que no le gustaba un pelo. Sí, eran raros, y raro era el papel que aquél moreno, el tal Eien, le había dejado sobre la mesa. Raro, sí, pero la suma de dinero tenía muchos ceros. Muchos ceros. Ooyu habría aceptado el trato sin pensárselo, de no ser porque la puerta se abrió de golpe y una mujer que parecía una montaña entró gruñendo como un orco. Era Nioka, de las Náyades. Miró con ojos rojos de furia a los dos presentes. —¡Largo! ¡Tengo cosas que hablar con Watanabe! ¡Vamos! ¿¡Es que no me habéis oído, o qué!? Kinaara cogió el papel del negocio pendiente de negociación y agarró a su compañero del brazo. Ambos abandonaron la habitación visiblemente asustados. —Watanabe. Se cancela la reunión del próximo Tsuchiyobi. Nos han salido otros planes. —¡P... pero yo no puedo permitirme esperar más! ¡Necesito más...! —se oyó pronunciar nitidamente Ooyu. —¡Cierra el pico, payaso! No puede ser y punto. Y por cierto... —La Náyade agarró a Ooyu de la camisa y acercó su fea cara a su barbita de idiota—. No creas que no lo he notado... tus únicas clientas de confianza somos nosotras. Te quiero ver mandando a la mierda a esos dos en cuanto salga de aquí. ¿¡Me has entendido!? —S... sí, Nioka. La mujer se dio la vuelta y salió de la habitación dando pisotones y estampando la puerta al abrirla contra la pared del despacho. Empujó a Eien al salir, fulminándole con la mirada, y se perdió tras las escaleras de caracol. Ooyu se acercó apresuradamente, visiblemente molesto y asustado. Se le cayó el puro al suelo también dentro de la ilusión. —¡Vamos! ¡Fuera de aquí! ¡Tenéis cara de timadores! ¡Largo! —Se oyó decir, y se vio empujar a Eien. Y en ese momento, la ilusión acabó. · · · —¡Wa... Watanabe-dono, no se ponga a... no se ponga así, ya nos vamos, ya nos vamos! ¡Lo siento! —se apresuró a añadir Eien desde fuera de la ilusión—. ¡V-vámonos, Kinaara! ¡Vámonos! —Cogió a Kinaara del brazo y tiró con energía, comenzando a caminar apresuradamente hacia las escaleras. «Luego te lo explico, por favor, sígueme el rollo...», prácticamente rezó por dentro. RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 24/05/2019 La mente era, en el mundo ninja, un recurso que podía ser explotado, perturbado e invadido gracias a los cientos de usos del chakra. Las artes del genjutsu en su gran variedad de aplicaciones servía para engañar de una manera tan profunda que el subconsciente no tenía más remedio que creer fervientemente en lo que sus señales cognitivas emitían, a obra y semejanza de aquellos que dominan las artes ilusorias. Pero, llegado a un punto, la mente tenía sus propios mecanismos de defensa que, en algunos casos, servía para dar alerta al perturbado. Cuando los acontecimientos dejaban de tener sentido. Cuando por más que tu propia realidad te convenciesen que ésto o aquello estaba sucediendo, no podías dejar de preguntarte de si lo acontecido no era más que un alocado producto de tu imaginación. Por esa razón, cuando vio a Eien y a Kinaara salir espantados tras su repentina negativa a tratar con ellos, Ooyu no dijo una sola palabra. Tan sólo frunció el ceño, se agachó a recoger el puro y empezó a ver a su alrededor con profunda extrañeza, tratando de comprender qué es lo que había pasado. Porque como ya decía antes, la mente es un recurso que podía ser explotado, perturbado e invadido. Pero debía hacerse con cuidado, y mucha delicadeza. Con mucha responsabilidad. Y Daruu se había tomado muchas libertades creativas. Demasiadas. No. Daruu no había sido responsable al dar vida a aquella ilusión. . . .
Nada ni nadie les detuvo durante su descenso. Pudieron bajar apresuradamente sin ningún contratiempo, y a mitad de camino hacia la salida —si es que decidían abandonar el territorio de los Watanabe—. se encontraron con el montacargas que llevaba consigo una bandeja con tres copas, y unas esencias de infusión de té para los invitados de Ooyu-sama. Miró soslayo a los dos nobles, confuso como sólo podía estarlo él. ¿Para eso le habían hecho perder el tiempo en buscar bebidas? RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 24/05/2019 —Kinaara, una retirada a tiempo es una victoria —respondió Eien, que volvía a entrelazar las manos en varios sellos—. Tú confía en mi y sígueme el rollo totalmente, le dibujaré una bonita historia en esa cabeza repugnante de tabacalero. Ella asintió, aún inquieta. Y cuando Daruu realizó su técnica ilusoria dejó que invadiera su territorio sin rechistar. Ayame retiró al fin su hipnosis, observando con cuidado las expresiones aparecidas en el rostro de Watanabe. Aunque no encontró mucho más aparte de esos ojos inexpresivos perdidos en el infinito. Y al cabo de varios largos segundos... —¡Wa... Watanabe-dono, no se ponga a... no se ponga así, ya nos vamos, ya nos vamos! ¡Lo siento! —exclamó Eien de repente, y Ayame comprendió que se trataba de parte de la actuación dentro del Genjutsu por lo que, como Kinnara, se abstuvo de dirigirle una mirada confundida—. ¡V-vámonos, Kinaara! ¡Vámonos! Su compañero la tomó del brazo y volvió a arrastrarla fuera del despacho en un gesto que ya se estaba convirtiendo en una mala costumbre. Kinnara se dejó guiar, pero se soltó enseguida en cuanto estuvieron en el pasillo. Sin mediar palabra, los dos opulentos ricachones bajaron las escaleras apresuradamente, pero la mala fortuna querría que a mitad de camino se encontraran con el mozo de carga, que les miró extrañados desde detrás de una bandeja con tres copas. «Al final sólo había ido a por bebidas...» Pensó Ayame, con una amarga desazón en el pecho. Pero Kinnara endureció la mirada al ver las copas —¿realmente fue un acto de Kinnara o de Ayame?—, y volvió a alzar la barbilla. —Hmph, insectos desagradecidos... Esto no quedará así —continuó con la actuación, antes de dirigirse sin ningún tipo de reparo a la salida. No sabía qué era lo que le había hecho Daruu a Watanabe; pero, a juzgar por sus últimas palabras, tenían que salir de allí y encontrar un lugar donde poner en orden sus ideas. Y tenían que hacerlo ya. RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 24/05/2019 Bebidas. Probablemente envenenadas. A eso había ido tan corriendo el joven de las cajas. Daruu se esforzó por mantener el semblante de asco que Kinaara esgrimió contra él, pero lo cierto es que estaba tan preocupado que ya le daba igual. Ambos pasaron como una centella por el marco de la puerta y recorrieron las calles en dirección contraria a la que habían venido, pendientes de cuando en cuando de que nadie les estuviera siguiendo. —Le he hecho creer que Nioka ha entrado y que su reunión con ella el Tsuchiyobi se ha cancelado —dijo—. Pero ahora no estoy tan seguro de que asistir a esa reunión sea una buena idea. »Quizás deberíamos acabar con él antes del Tsuchiyobi. De lo contrario, como haya sospechado algo podría contárselo a las Náyades ese mismo día. »Claro que por otra parte podríamos ir mucho antes, escondernos y acabar con ambos cuando terminen la reunión y se vayan cada uno por su lado. RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 24/05/2019 Eien y Kinaara salieron a toda velocidad y desanduvieron el camino recorrido a la ida. A Kinaara no le pasó por alto que su compañero echaba breves ojeadas de vez en cuando tras su espalda para asegurarse de que nadie les estuviese siguiendo, y ella misma agudizó el oído. —Le he hecho creer que Nioka ha entrado y que su reunión con ella el Tsuchiyobi se ha cancelado —le confesó al fin—. Pero ahora no estoy tan seguro de que asistir a esa reunión sea una buena idea. Ella le dirigió una mirada cargada de extrañeza. —Quizás deberíamos acabar con él antes del Tsuchiyobi. De lo contrario, como haya sospechado algo podría contárselo a las Náyades ese mismo día. Claro que por otra parte podríamos ir mucho antes, escondernos y acabar con ambos cuando terminen la reunión y se vayan cada uno por su lado. —¿Crees que ha sospechado algo? —le preguntó en un susurro; y, con un profundo suspiro, se llevó una mano a los ojos y se pellizcó el puente de la nariz—. Maldita sea, y no hemos averiguado nada que no supiéramos ya... —Quizás debería haber dado un rodeo y haberle preguntado por la reunión del Tsuchiyobi en lugar de embestir directamente contra las Náyades, pero con los nervios de la situación no se le había ocurrido hasta aquel momento. Es decir, tarde. Aunque tampoco sabían si esa información estaría también protegida—. No me hace ninguna gracia eliminar a una persona inocente, pero si de verdad sospecha algo y tiene intenciones de informarlas podría hacerlo hoy mismo si quisiera, viven en la misma maldita ciudad... »Yo creo que deberíamos ir a esa reunión. Llegar antes que ellos, o que ellas si es que Watanabe no acude de verdad a la cita y... veremos cómo se resuelven las cosas. Si Watanabe no va podríamos seguir con el plan original y sustituirle para engañarlas. Si va... bueno... ya veremos entonces. RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 24/05/2019 —Tienes razón. Pero por el momento, será mejor que vayamos a casa. —Daruu agarró de Kinaara de un brazo y la arrastró hasta el callejón más cercano discreta y rápidamente, mientras con el otro brazo realizaba una secuencia de sellos. La rodeó con los brazos y juntó las palmas de las manos. ¡FSUSUM!
· · · ¡Pupuff!
Eien y Kinaara se precipitaron en el colchón de la habitación del hotel. Daruu rebotó contra el elástico y cayó a un lado, dándose un coscorrón en el suelo. La transformación desapareció. —¡Aaauch! —Lastimero, se mordió el dedo pulgar y volvió a rehacer la marca en el somier de la cama, debajo. RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 24/05/2019 En los linderos del territorio Watanabe, un par de gatos contemplaron la huida apresurada de su invocador, junto a su compañera. Kiri y Zina se habían mantenido ocultos en algún tejado cercano, como cualquier gato callejero común y corriente. Se vieron los hocicos, entendieron que era hora de seguir a Daruu una vez más, hasta que... estos desaparecieron en un callejón. Kiri negó con la cabeza y Zina alzo la coyuntura ente el hombro y la pata. —A saber a donde han ido a parar. Mejor los esperamos en el refugio ese de humanos. —Espera. Mira —dijo, señalando la ruta con la para frontal derecha. Ooyu salía de su propiedad, tomando uno de los caminos principales hacia el sur—. mejor lo seguimos. Yo me ocupo, tú encárgate de encontrar a Daruu-sama y de avisarle. No sabemos que paso allí adentro exactamente, así que es posible que la información les pudiera cundir para la misión. . . .
Zina aterrizó en la ventana como alma que le lleva al diablo. —!Daruu-sama! RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 24/05/2019 —Tienes razón. Pero por el momento, será mejor que vayamos a casa —respondió Eien y, de nuevo, la agarró de un brazo y la arrastró hasta un callejón cercano. —¡Tienes que dejar de hacer eso, sé andar s...! —siseó, irritada, pero no llegó a terminar la frase cuando su compañero se le echó encima y un súbito destello rojo la cegó momentáneamente y dejó de sentir el suelo bajo sus pies. Un leve estallido de humo y los dos ricachones cayeron sobre algo mullido y blando. Eien cayó a un lado de la cama y a Kinaara poco le faltó para seguir su mismo destino. Pero ambos, fruto de la sorpresa o del dolor, vieron deshechas sus transformaciones. Volvían a ser Daruu y Ayame. —Ay, ay, ay... esto se avisa... —gimoteó la kunoichi, aún con el susto en el cuerpo. Pero ni siquiera tuvo demasiado tiempo para reponerse. Unos pocos minutos después, un súbito estruendo en la ventana le hizo dar otro brinco. —¡Vais a matarme de un susto! —exclamó, airada. Y con el corazón a punto del infarto, Ayame se volvió a tiempo de ver al pequeño gato castaño al otro lado del cristal. —¡Daruu! —llamó a su compañero, al tiempo que se abalanzaba a abrir la ventana para dejarle paso al felino—. ¿Qué ocurre, Zina? ¿Ha pasado algo? RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 24/05/2019 Hubo un golpe delante, en la ventana, y Daruu levantó la cabeza de golpe por puro instinto. Se golpeó en el somier y volvió a caer al suelo, dolorido. —¡Ay, ay! —gimió—. ¿¡Zina, qué pasa!? Apoyó las manos en el suelo y se levantó. Pero fue haciéndose a la idea... ...si Zina estaba allí y Kiri no, debían prepararse para salir. —Vamos, Ayame, se acabó el perfil bajo —dijo, y se acercó a Zina—. ¿Dónde está Kiri, está en peligro? ¡¡Llevanos allá!! Iremos por el tejado. RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 24/05/2019 —Kiri-kun está bien. Vimos salir al comerciante de los establos y pensó que seguirlo podía ser importante para vuestra misión. Me pidió que os avisase mientras él le seguía el rastro hacia el sur. >>vamos! Minutos después, moviéndose por los tejados que componían las irregulares edificaciones de piedra sobre la cual estaba cernida Shinogi-To; los ninjas se corrían al paso de un gato que era extremadamente hábil. En aquellos caminos, Zina tenía una ventaja envidiable cuando se trata de persecuciones. Sin dar mucha explicación, el gato decidió dirigirse hacia una dirección en base de probabilidades. Si el hombre iba a pie, y se dirigía al sur; tendría que pasar la plaza central, donde los ninjas tuvieron su primer vistazo más crudo de la ciudad, allí en el pozo comunal. De la plaza al Establo de los Watanabe habría probablemente un par de minutos a caminata ininterrumpida y, teniendo esos datos en cuenta, sería muy probable que ellos fueran capaces de interceptarlos incluso antes de que acabaran en el más que probable destino de Ooyu. Oh, y Zina tendría que ser remunerado a base de galletitas especiales de atún por haber logrado lo impensable: encontrar dos agujas en un pajar. Zina acabó deslizándose por una trinchera de cerámico y maulló muy levemente. Era una alerta. Un ahí están. Watanabe Ooyu caminaba con tranquilidad por su ciudad, sin temor a represalias. Era un hombre de la casa, con muchos contactos, y bien protegido. O al menos la suficiente protección que un buen par de billetes o un sustancioso favor podía comprar. Kiri, un experto en el mimetismo con el ambiente, se escondía entre unas colchas oscuras que combinaban muy bien con su piel, y acechaba cuando sabía que no iba a generar sospecha. Faltaban tres cuadras lineales para alcanzar la plaza, y allí había demasiada gente si los ninjas decidían, tal y lo sugerido por Daruu... pasar a la acción. RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 24/05/2019 Ante las alarmantes noticias de Zina, Daruu apretó el paso, saltando al edificio justo enfrente del hotel. —Este hijo de puta va a informar a las Náyades. ¡Lo siento, Ayame, pero tenemos que eliminarlo antes de que sea demasiado tarde! —dijo, mientras la muchacha le seguía—. A dos días de Tsuchiyobi, mejor que no la caguemos con un cabo suelto. Daruu siguió de cerca a Zina, quien demostró una gran habilidad para orientarse en el callejero de Shinogi-To. Como si hubiera sido su casa durante toda su vida. Avanzaron hacia la primera plaza que se habían encontrado al llegar a la ciudad, y llegaron a un edificio con techo cóncavo. Daruu se deslizó por la cavidad detrás de Zina, y cuando el gato maulló, hizo una señal a Ayame. Se asomó por el borde del edificio. Ahora estaba sólo. Estaba desprotegido, pero si bajaban a por él, tal vez les vieran. Tal vez... —Joder, si tuviéramos algo con lo que matarlo sigilosamente y a distancia... RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 24/05/2019 —¡Ay, ay! —gimió Daruu, que acababa de pegarse otro coscorrón contra el somier de la cama. Suerte tendría si no le acababa saliendo un bonito y abultado chichón—. ¿¡Zina, qué pasa!? —preguntó, reincorporándose a toda prisa—. Vamos, Ayame, se acabó el perfil bajo —comandó, antes de acercarse al felino—. ¿Dónde está Kiri, está en peligro? ¡¡Llevanos allá!! Iremos por el tejado. —Kiri-kun está bien —respondió Zina—. Vimos salir al comerciante de los establos y pensó que seguirlo podía ser importante para vuestra misión. Me pidió que os avisase mientras él le seguía el rastro hacia el sur. ¡Vamos! Daruu y Ayame volvieron a salir por la ventana y siguieron de cerca a Zina. En aquella ocasión no tomaron las laberínticas calles de Shinogi-to, sino que prefirieron tomar altura y deslizarse por los tejados a toda velocidad. «Espera... se está dirigiendo al sur...» Pensó Ayame, frunciendo ligeramente el ceño. La morada de Watanabe se encontraba al este, no al sur. De hecho fue al sur donde fueron ellos el día anterior, precisamente a... La kunoichi palideció al pensarlo. «¿Puede ser que Watanabe vaya a...?» Zina terminó por detenerse sobre una suerte de tejado cóncavo y maulló suavemente. Y los dos shinobi, tras deslizarse junto al felino y ocultarse debidamente, no tardaron en descubrir el por qué: Por debajo de ellos, Watanabe Ooyu caminaba tranquilamente en dirección a la plaza. Tres manzanas le separaban de su destino. —Joder, si tuviéramos algo con lo que matarlo sigilosamente y a distancia... —murmuró Daruu junto a ella. Y Ayame bajó la cabeza y se miró las manos, temblorosas. —Yo... lo tengo... —confesó, con un hilo de voz. Pero apretó las manos en sendos puños y miró a su compañero con lágrimas implorantes en los ojos—. Pero Daruu... N... no sabemos de verdad si va a avisar a las Náyades o no... Si fuera hacia el Mercado quizás podría ser posible, pero está yendo hacia la plaza y no parece ni siquiera nervioso... Quizás... quizás... sólo esté dando un paseo... A aquellas alturas de la historia, Ayame ya se había enfrentado a múltiples peligros y se había visto obligada a defender su propia vida en numerosas ocasiones. Pero ejecutar de aquella forma tan directa a una persona, por la espalda, silenciosamente... sin siquiera sospechar que una guillotina pendía sobre su cuello... ¡No podía hacer algo así! ¡Y menos con la posibilidad de que aquel hombre fuera inocente! ¿Cómo podría perdonárselo de ser así? ¿Cómo se limpiaría su sangre de sus manos? ¿Cómo...? RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 24/05/2019 Daruu observó a Ayame. Bajó el rostro con los ojos entrecerrados. Ayame decía tener algo con lo que acabar con él, y sin embargo no se veía capaz. No era capaz. Pero a veces, un shinobi, simplemente, debía ser capaz. A veces, no se podía ser bueno. A veces, había que aceptar ser el menos malo. A veces, había que cometer un mal menor. Joder, a veces, incluso había que recurrir a un mal mayor. —Nuestra misión está comprometida. —Daruu habló con un tono impersonal, más frío, casi conocido, casi familiar—. Correr un riesgo en esta misión es poner en peligro nuestra vida, y la de mamá. »¿Quieres ser un día chuunin? Haz lo necesario para cumplir tu misión. »Mátalo. Es una orden. RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 24/05/2019 Daruu rompió el contacto visual con ella y bajó la cabeza, con los ojos entrecerrados. Y Ayame supo bien lo que venía a continuación, aún antes de que él hablara: —Nuestra misión está comprometida —dijo, con un tono tan frío e impersonal que por un momento Ayame vio en él a otra figura familiar—. Correr un riesgo en esta misión es poner en peligro nuestra vida, y la de mamá. ¿Quieres ser un día chuunin? Haz lo necesario para cumplir tu misión. Mátalo. Es una orden. Una garra oprimió el corazón de Ayame y lo estrujó hasta hacer que se retorciera de dolor. "No puedes estar haciéndome esto", decía su mirada, muda. Y una única lágrima se deslizó por la mejilla de la muchacha, que miraba boquiabierta a su compañ... No. A su superior, como él mismo se había encargado de recordarle. Apretando las mandíbulas, la kunoichi volvió la cabeza al frente y alzó una mano temblorosa. Dedo índice extendido hacia el centro del pecho de Watanabe y pulgar estirado hacia arriba, como una burda pistola de juguete. Claro que aquella pistola poco tenía de juguete. —A sus órdenes... Amedama-san —farfulló, y tragó saliva. ¡BAM!
Una diminuta bala de agua se desprendió de la punta de su dedo índice y se dirigió a toda velocidad hacia su objetivo. Precisamente aquella técnica. La técnica que su tío Karoi le había enseñado recientemente... ¿Quién le habría dicho que uno de sus primeros usos sería para matar a alguien? RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 25/05/2019 Daruu y Ayame, sumidos por primera vez en mucho tiempo en el conato de un debate moral que suele llegar a la vida de los shinobi en sus momentos más críticos; discutían acerca de lo ético y humano en el acto de cercenar la vida de un hombre de forma tan rastrera. Por la espalda. Allí, en anonimato, protegidos por la enorme cubierta cóncava del techo sobre el cuál había aterrizado Zina, podían observar al mafioso que representaba el mayor peligro para el cumplimiento de su misión caminando, ingenuo ante los peligros que se ceñían como un mundo de tinieblas sobre él. Las diatribas emergían de la boca de la kunoichi, tratando de dirimir la posibilidad de asesinar a Watanabe Ooyu. ¿Y si tenía razón? ¿y si aquél mafioso no estaba sino tratando de despejar su mente, tras lo que podía calificarse como un acontecimiento atípico para un tipo como él? ¿En camino a empinarse un trago para calmar los ánimos, tal vez? A Amedama Daruu eso le daba igual. El líder de la misión, y superior inmediato de Aotsuki Ayame tenía muy clara sus prioridades: el éxito, en cualquiera de sus formas. El fallo, inconcebible. La vida de su madre dependía de ello. El honor de Amekoro Yui dependía de ello. La seguridad de Amegakure dependía de ello. El bienestar de cientos de usuarios de Doojutsu que habían padecido su fatídico destino, sin contar con una mujer capaz de darle sus propios ojos a su hijo ni a un doctor capaz de sacarse de la manga una operación complicada también dependía de ello. ¿Qué era una sola vida, en comparación de otras tantas? Daruu pensaba en el bien mayor. ¿Justificado o no? ¿qué mierda importa? »Mátalo. Es una orden —soltó, infundando el respeto que merece la escala jerárquica. Si alguna vez se habían preguntado para qué existía una división por rangos, más allá del nivel que les distingue a un ninja del otro, ahí tenían la respuesta. Afligida como sólo podía estarlo Ayame, una mujer tierna, de gran corazón, y hasta hace poco bastante ingenua; comulgó la vergüenza y el dolor en una única lágrima que le recorrió la mejilla, tímida. El brazo segador se alzó tembloroso, en forma de pistola, hacia su objetivo. Midió, y midió, y midió. Calculó la trayectoria. Un paso, luego otro. El chakra actuando en su cuerpo. La humedad concentrándose en un punto mortífero de su dedo índice. Un paso, luego otro... ¡Bam!
. . .
10 minutos antes
Ooyu recogió el puro del suelo, aún consternado. —¿Pero qué co...? —¡Watanabe-sama! ¡Watanabe-sama! le tengo sus bebidas. —Llévatelas. ¿No ves que se han ido? «¿O les has echado?» —¡Sí, señor! El hombre soltó un respingo, se trató de peinar el cabello con la yema de los dedos y volvió hasta su despacho cerrando la puerta tras sí. Allí, se asomó por el ventanal que daba a la calle. Se mantuvo casi catatónico en ella, viendo como la pareja se alejaba de su propiedad, hasta perderse en la urbe medieval. Ooyu apretó las manos, después los dientes; y picó el habano de un sólo mordisco. —¿Pero quién se cree esa hija de la gran puta, eh? ¿cómo osa a venir a mi jodido territorio a pintarme la cara de esa forma? ¡Y delante de dos posibles clientes! —se recriminaba a sí mismo. No había nadie más en la habitación, ni trampas, ni bebidas envenenadas—. ¡Y no hiciste nada, imbécil! ¿porqué? ¿por qué no la mandaste a la mierda?! este es tu puto negocio. Oh, pero ésto no va a quedar así. »Esas malditas Náyades me van a escuchar. Watanabe Ooyu no es el perro de nadie. ¡De nadie! Y ese había sido el error de cálculo de los ninjas. De pensar que Ooyu era otro perro cualquiera en la nómina de las Náyades. Si se lo preguntabas a él, era su empresa y sus contactos lo que le permitían a esas hijas de puta mantener sus asuntos turbios lejos de oídos curiosos. . . .
¡Bam!
Un sonido imperceptible rompió la barrera del aire. Un silbido de muerte acarició los oídos de los presentes, tras lo que fue una penetración limpia como mortal a través del cráneo de Watanabe Ooyu. El cuerpo inerte —y aún de pie, lo cuál resultó bastante bizarro—. se tambaleó en la inconsciencia durante el trayecto de su alma hasta los terrenos del Yomi. Finalmente, cayó como plomo al suelo, y el sonido seco de su cráneo impactando contra las losas de piedra inundó el vacío callejón. ¿Con que así se sentía arrebatar una vida? ¿es jodido, no, Ayame?... |