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(A) Las Náyades - Versión para impresión

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RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 25/05/2019

A diferencia de Ayame, Daruu había arrebatado vidas. Aunque la mayoría de ellas hubieran sido una ilusión de Shiruba, allá en aquél extraño Fuuinjutsu, se habían sentido como reales. Por eso, Daruu sabía cómo debía de sentirse Ayame. Por eso Daruu sabía cómo dormiría los días siguientes, la imagen de aquél matón cayendo al suelo como plomo. Pero por eso, Daruu sabía que Ayame debía de hacerlo. Él tuvo que hacerlo. Y con toda seguridad, ambos tendrían que hacerlo en los días venideros. Más pronto que tarde, ¿o acaso después de andar tanto tiempo deseando la venganza contra Naia, Ayame se iba a detener en el último instante, incapaz de apretar el gatillo?

No. Eso sería la diferencia entre la vida y la muerte.

Él escogía la vida.

Ayame, con toda seguridad, estaría paralizada en el sitio. A pesar de sus quejas anteriores, Daruu volvió a tomarla del brazo, esta vez haciendo que se agachase y dejase de mirar.

Buen trabajo —dijo—. Ayame. Era necesario. No le des más vueltas. Cuanto menos vueltas le des, mejor.

»No te regodees en su muerte. Es el mayor favor que puedes hacerle al mundo. Ya está lleno de suficientes sádicos. Es tu deber. No es bonito. Es una puta mierda. Pero te metiste a ninja por algo, ¿verdad?

»Vámonos —declaró, escabulléndose rápidamente hacia otro edificio colindante—. Volvamos al hotel durante un tiempo y descansemos hasta el Tsuchiyobi. ¡Zina! Ve con Kiri y volved también al hotel. Tengo un premio para vosotros.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 25/05/2019

El cuerpo del Watanabe se detuvo en seco y aún se mantuvo de pie unos instantes. Pero entonces, como a un títere al que le hubiesen cortado las cuerdas, se desplomó con todo su peso sobre los adoquines. Ayame, respirando entrecortadamente, fue consciente de cómo el suelo se iba tiñendo de rojo.

«No apartes la mirada.»

La voz de su padre resonó en su cabeza como un lejano recuerdo y Ayame se quedó paralizada en el sitio, temblando con violencia, incapaz de apartar los ojos de aquel cuerpo inmóvil.

«Algún día te verás obligada a quitarle la vida a alguien. Cuando lo hagas, no apartes la mirada. Debes hacerle frente, tomar la responsabilidad de tu acto. Es lo último que le debes.»

Ayame lloró lágrimas llenas de amargura.

Sintió que alguien la tomaba del brazo y la invitaba a agacharse, y en aquella ocasión no protestó. Se miraba la mano derecha, que aún formulaba el sello de la muerte de los Hōzuki, y no pudo evitar rememorar que ella misma había sufrido aquella técnica mucho tiempo atrás y que si no hubiese sido por Kokuō y la atención médica de su padre, ella habría corrido la misma suerte que Watanabe.

Buen trabajo —oyó la voz de Daruu junto a ella, pero apenas podía escucharla—. Ayame. Era necesario. No le des más vueltas. Cuanto menos vueltas le des, mejor.

Ella sacudió ligeramente la cabeza, con un doloroso nudo en la garganta que le impedía hablar. Se había hecho a la idea de que tendrían que eliminar a las Náyades, de hecho se había creído que estaba más que dispuesta a ello. Pero, aunque trabajara para ellas, aquel hombre no era parte de las Náyades. Ni siquiera sabían adónde se estaba dirigiendo. Ni siquiera sabían...

No te regodees en su muerte. Es el mayor favor que puedes hacerle al mundo. Ya está lleno de suficientes sádicos. Es tu deber. No es bonito. Es una puta mierda. Pero te metiste a ninja por algo, ¿verdad?

Ella asintió en silencio.

Vámonos —concluyó, pero Ayame le agarró súbitamente por la ropa.

Es... espera... el cuerpo... no podemos dejarlo... las Náyades... lo verán... —balbuceó.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 25/05/2019

Ayame tiró de él, y Daruu giró la cabeza para mirarla. Aún con lágrimas en los ojos, la muchacha sin embargo seguía concentrada en la misión. Quizás más que él. Quizás la estaba subestimando.

Tienes razón —dijo—. ¿Pero qué hacemos con él? No podemos simplemente llevarlo a la habitación de La Bruma Negra. —Meditó un momento, cayó en cuenta de una cosa y resopló—. Madre mía. Creo que hoy van a matarme. ¡No, no te preocupes! Vuelve al hotel, Ayame. Estaré allí en un rato.

Daruu se deslizó por la trinchera y se precipitó al otro lado del edificio...


· · ·


Un cuerpo inerte cayó por la ventana de su casa en Amegakure, estampándose como una macabra broma en el lateral de la manzana. Él aterrizó a su lado. Buscó a izquierda y derecha. En busca de otro ninja.

¡Ey! ¿¡Alguna ayudita por aquí, por favor!?

«¿Qué otra opción tenía?»


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 25/05/2019

Oh, el cuerpo. Gran detalle. ¿No pensaban dejarlo moribundo a mitad de un callejón cualquiera, no? ¿no agravaría eso su situación? ¿no existiría mayor probabilidad de que el rumor de la muerte de un conocido mafioso de la capital llegase a los oídos de las Náyades?

Por suerte, Ayame lo recalcó justo a tiempo, antes de que Daruu convenciera a todos de marchar.

Pero: ¿a dónde llevarlo? ¿A la Bruma Negra? ¿a algún recóndito escondrijo de Shinogi-To? ¿dónde podrían ocultar un cadáver?

En Amegakure, desde luego que no.

¿Cierto?...

¿No es así, Dar...?

. . .

A cientos de kilómetros, en una urbe de metal y rascacielos...

¡Ploc!

El estruendo de un cuerpo desplomándose sobre la tierra se mezcló con los chapoteos de lluvia. El cráneo de Ooyu acabó partiéndose aún más, y el agujero que había dejado la bala ahora era una cavidad enorme que le deformaba el rostro. Por suerte, cayó boca abajo, y digo por suerte porque los ciudadanos que iban caminando por la calle a esa hora en particular no tuvieron que horrorizarse —al menos no tanto—. con el jodido muerto que le había tirado alguien encima.

¡Ey! ¿¡Alguna ayudita por aquí, por favor!?

Unos salieron corriendo. Otros, quedaron estupefactos ante la escena. A unos dos metros había un anciano preguntándose si en sus ochenta y ocho años de vida, había visto alguna vez algo así suceder en su hogar.

El grito de una de las mujeres alarmó a los vecinos y, poco después, un chunin llegó con su kodachi en mano, tratanto de averiguar lo que estaba generando el altercado.

—¡¿Pero qué cojones, muchacho?!

. . .

Ayame sintió el suave pelaje de los dos gatitos, reconfortándola. Acicalándose junto a sus piernas, gachas.

—¿Se encuentra bien, señorita Ayame?

—Tenemos que movernos.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 25/05/2019

Eh... —Daruu comenzó a repasar mentalmente cada una de las cosas que podría decir. «Humm...» Pues no había muchas. Así que mejor ser francos, ¿eh? ¿No?

»A ver, no es lo que parece —dijo, mostrándole las palmas de las manos. «Genial, lo que todo el mundo dice cuando le pillan haciendo algo malo. ¡Puto amo que eres!»—. Quiero decir... A ver, sí, sí es lo que parece. Es un muerto. Un... un mafioso muerto. De Shinogi-To. Acabo de volver de allá.

Dudaba mucho que aquél chūnin conociese su técnica de teletransporte. Suspiró.

A ver, ¿me acompañas a hablar con Yui-sama, por favor?


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 25/05/2019

Tienes razón —asintió Daruu—. ¿Pero qué hacemos con él? No podemos simplemente llevarlo a la habitación de La Bruma Negra —calló un momento, pensando en las posibilidades, y después resopló—. Madre mía. Creo que hoy van a matarme.

¡¿Qué?! —exclamó Ayame, con un hilo de voz.

¡No, no te preocupes! —respondió él, al darse cuenta de que Ayame se lo había tomado demasiado literal—. Vuelve al hotel, Ayame. Estaré allí en un rato.

Ella le contempló, no demasiado convencida, mientras Daruu se deslizaba por la trinchera, se colocaba junto al cuerpo de Watanabe y, tras un par de segundos, desaparecía en un destello rojo.

Ay... —gimoteó la kunoichi, llevándose la mano a los ojos. No quería ni pensar adónde habría llevado Daruu el cadáver. Desde luego a la Bruma Negra no, pero eso no dejaba muchas más opciones, a cada cual peor que la anterior.

De repente sintió el cálido y suave tacto del pelaje de los dos mininos restregándose junto a sus piernas. La muchacha sonrió débilmente y se agachó un momento para acariciarles detrás de las orejas.

¿Se encuentra bien, señorita Ayame?

Tenemos que movernos.

Sí, estoy bien... —Dentro de lo que cabía después de haber asesinado a una persona en contra de su voluntad. Aún temblorosa, Ayame se levantó y giró sobre sus talones—. Kiri tiene razón, volvamos a La Bruma Negra. Además, tengo algo para vosotros —añadió, antes de empezar a andar y deshacer el camino.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 25/05/2019

—Bien. Por favor, seguidme. Tengo un camino que podemos transitar sin que nadie nos vea.

Kiri aguardó a que tanto Zina como Ayame estuvieran listos para seguir su rastro, y arrancó a correr.

No fue hasta ese momento que Ayame comprendió lo diestros, útil y serviciales que eran los gatos callejeros de Daruu. Sin ellos, aquella misión se habría convertido en todo un problema cuando se trataba de moverse por la ciudad, de encontrar las mejores rutas y de rastrear. Sin ellos no hubieran dado con Ooyu.

Minutos después, llegaron a la Bruma negra, e independientemente de por dónde ingresaran, Ayame y los dos gatos lograron llegar hasta su habitación.

Ya lejos de la faena, más calmada y centrada en organizar sus pensamientos, y sin la adrenalina mitigando el sentimiento subyugado de su primer asesinato; Ayame sintió como el mundo se le venía encima. La vívida imagen de Ooyu cayendo al suelo, víctima de su bala mortífera.

. . .

Era evidente que el chuunin, como fuera que se llamara, no iba a entender nada de lo que trataba de explicarle Daruu. Quizás porque, si se trataba de un mafioso que estaba muerto por alguna razón de peso, nunca hubiera decidido traerlo a Amegakure. De todas formas, ¿acaso era eso posible? ¿se lo trajo cargando como mula desde Shinogi-To, o qué mierda?

¡Oh, claro que iremos a donde Yui-sama! —dijo mientras un compañero de él se acercaba a la escena—. Minamoto, encárgate de la gente y llévate a ese cadáver de aquí, joder

Cogió por el pescuezo a Daruu y lo llevó a rastras hacia el edificio de la Arashikage...

... para encontrarse con que Yui no estaba disponible.

—¿Acaso no estabas en una misión, Amedama-kun? —era Hida-dono.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 25/05/2019

Pero Daruu se zafó de su camarada de un manotazo, y bufó, molesto.

No eres mi superior, y estoy bajo orden directa de Arashikage-sama en mi misión —advirtió— . Así que caminaré por mi propio pie, muchas gracias.

Los hombres caminaron hasta la Torre de la Arashikage, donde se encontraron, por desgracia, con que la mujer no estaba allí. Con evidente molestia, Daruu saludó a Hida con respeto.

Dígale que uno de sus chūnin —¿cómo te llamas?— tiene el cadáver de un pez gordo que trabajaba con los objetivos y estaba a punto de delatarnos. Que por favor contacte con nosotros esta noche a las doce con el Gentōshin no Jutsu si puede.

»Y ahora que este muchacho sabe bajo qué circunstancias me encuentro, quizás pueda irme a seguir con mi cometido. ¿Está bien? —dijo, mirando al chūnin con el que se había dejado acompañar para no levantar suspicacias innecesarias.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 25/05/2019

Bien. Por favor, seguidme. Tengo un camino que podemos transitar sin que nadie nos vea.

Gracias, Kiri.

Ayame siguió a los dos felinos por los tejados, maravillándose de su capacidad para orientarse y buscar los recovecos menos transitados para no llamar la atención. Desde luego, no podía negar que contar con una invocación como aquella era más que útil: unos gatos callejeros nunca llamarían la atención a la hora de espiar.

Llegaron poco después a La Bruma Negra y Ayame prefirió entrar por la ventana para evitar la recepción. Una vez dentro, la muchacha se dirigió a la cocina, cogió dos latas de atún, las sirvió en dos platos y los colocó en el suelo para los dos felinos.

Muchas gracias, chicos —sonrió. Pero era una sonrisa donde faltaba el ingrediente principal: la alegría.

Ayame decidió refugiarse en el cuarto de baño con una pobre excusa. Cerró la puerta tras de sí y apoyó las manos sobre el lavabo. Y allí, en la soledad y la quietud, la muchacha se vio asaltada por sus oscuros demonios. Tuvo que reprimir una arcada ante la imagen del cuerpo de Watanabe desplomándose en el asfalto, una y otra vez, torturando su mente sin piedad. Ayame se miró las manos, que seguían temblando sin control... y durante un instante le pareció ver sangre entre sus dedos. Con un gemido ahogado, se las restregó bajo el chorro de agua. Una y otra vez. Una y otra vez.

Y supo que aquella muerte la perseguiría noche tras noche.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 25/05/2019

El chunin no le respondió. Tenía una cara de culo, y estaba demasiado ocupado controlando sus impulsos para no quedar mal ante Hida.

—Entiendo, Amedama-kun. No obstante, tienes que admitir que ha sido bastante desprolijo dejarnos un cadáver a mitad de la ciudad, sabiendo la paranoia colectiva que eso puede causar. Ahora ve, y continua con tu misión. Ya hablarás con Yui-sama en lo que vuelvas.

. . .

Los gatitos agradecieron a Ayame con las patitas sobre las de ella. Qué curioso era que para ellos fuera un gran premio un sencillo platillo con algo de comida para congratular su buen trabajo, y que para los humanos, a veces parecía que nada era suficiente.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 25/05/2019

Daruu hizo una pequeña inclinación con la cabeza.

Lo së, lo sé, Hida-san. Dígale a Yui-sama también que no había otra manera de hacerlo. Era eso o ser descubiertos. —No quería que la comunicación con su kage fuese sólo para que esta le echase la bronca, así que mejor allanar el terreno. Aunque algo le decía que Yui lo vería perfectamente normal... sonaba a una decisión que ella misma tomaría—. Adiós.

Daruu salió de la Torre de la Arashikage y apretó el paso. No quería tener que dar más explicaciones de las necesarias a su madre, de modo que viajó por las gigantescas tuberías de los edificios hasta encaramarse por su ventana. Se mordió el dedo pulgar, dejó su marca de nuevo en el cabecero de su cama y...


· · ·


...Daruu cayó sobre el colchón de la habitación, rebotó y se precipitó al suelo. Gimoteó.

Ay me cago en la puta. Por qué siempre. —Rehizo su marca allá también y se reincorporó. Se sentó en la cama, molesto—. Perdona por tardar. La burocracia. Ya sabes.

»Tenemos una cita vía Gentōshin con Yui esta noche.

Daruu se fijó en sus gatos, que devoraban felices dos de las muchas latitas de atún que habían encontrado en la habitacion. Puso cara de asco.

«Al menos a ellos les gusta.»


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 25/05/2019

Para cuando Ayame escuchó un ligero "Puff" al otro lado de la puerta seguido de un pequeño golpe, llevaba varios minutos derrumbada, sentada sobre la tapa del váter sin hacer nada más que mirar al techo.

Ay me cago en la puta. Por qué siempre —escuchó la voz de Daruu al otro lado. Debía de haberse caído de nuevo.

Ayame se reincorporó como una saeta y volvió a abrir los grifos del lavabo. Esta vez para lavarse la cara —lo último que necesitaba era que Daruu la viera de aquella manera y pensara que era una debilucha—, aunque poco pudo hacer por sus ojos hinchados y enrojecidos.

Perdona por tardar. La burocracia. Ya sabes.

N... ¡No te preocupes! —exclamó ella, mientras se secaba con la toalla.

Tenemos una cita vía Gentōshin con Yui esta noche.

Ayame abrió entonces la puerta, y sus cabellos cayeron sobre su hombro cuando se asomó por ella.

Con... ¿Con Yui-sama? —repitió, parpadeando ligeramente—. ¿Ha ocurrido algo? Está... ¿Está enfadada conmigo por algo...? —añadió, con absoluto pavor. Entonces se dio cuenta de algo y abrió los ojos como un búho en mitad de la noche—. ¡¿Has llevado el cuerpo de Watanabe a Amegakure?!


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 25/05/2019

Daruu desvió la mirada, huyendo de leer en el rostro de Ayame sus mismos pensamientos.

...¿sí? —Se encogió de hombros y sonrió timidamente.

Pasaron el resto del día descansando. Aunque no dijo nada, Daruu se aseguró de mantenerse al lado de Ayame y abrazarla mucho, dándole toda la atención necesaria. No despachó a sus gatos, que se quedaron con ellos, de modo que la muchacha pensase lo menos posible en lo que había pasado.

Tendría que volver a hacerlo, y sin embargo... se merecía un descanso para la mente.

Llegó la medianoche. Ya cenados, Daruu y Ayame se sentaron en la cama y formularon los sellos del Gentōshin.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 25/05/2019

La luna menguante se ciñó sobre el oscuro cielo de las Tierras de la Tormenta. Era una noche gélida, atípica para estar en verano. Seguro estaban padeciendo esas repentinas corrientes de aire que cada tanto abandonan Yukio por cortos periodos de tiempo. El silencio les abrazó a esas altas horas de la noche, donde había menos luciérnagas de lo habitual, quizás porque llovía más fuerte que de costumbre; y por tanto, aunque el Corredor de las Luciérnagas era una callejuela bastante transitada, esa vez, el clima los había ahuyentado a todos hasta sus refugios.

No era una noche en la que sería buena idea hacer cara a Amenokami.

Pero la ira de un Dios era un problema del montón comparada con hacer frente a Amekoro Yui. Aquellos que conocían su peor temple tenían un dicho entre ellos, que a veces tenían la impresión que era Yui la que le daba órdenes a Amenokami y no al revés. Hasta ese punto llegaba su leyenda.

Allá, en su despacho; la figura de Ayame y Daruu apareció como una sombra. Viceversa, sucedió lo mismo en la habitación de la Bruma Negra.

Resultó increíble que, aún para estar a cientos de kilómetros y de no ser más que una silueta con mala señal, la presencia de Amekoro Yui seguía siendo igual de agobiante. Y aunque era su mirada el rasgo más definitorio dentro de la recepción del Gentōshin, todo en ella daba la sensación de que... no estaba contenta. ¿Y cómo podría estarlo?

No dijo nada.

Nadie allá en la habitación más alta de la Torre de la Arashikage—la acompañaba Hida—. dijo nada.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 25/05/2019

...¿sí? —respondió Daruu, encogiéndose de hombros.

Y Ayame tragó saliva. ¿Sí? ¿Sí a qué? ¿Que sí había ocurrido algo? ¿Que la Arashikage estaba enfadada con ella? ¿Que había llevado el cadáver de Watanabe a Amegakure?

Ni siquiera quiso preguntar.

Pasaron el resto del día en la habitación de la Bruma Negra, tratando de apartar los funestos pensamientos de su mente y de distraerse con cualquier cosa, ya fuera con Daruu o jugando con Zina y Kiri. Sin embargo, conforme pasaron las horas, la ansiedad creció como un globo en el pecho de la muchacha, dificultándole incluso respirar. Y al final, llegó de forma inevitable la noche con su luna menguante, que hacía reflejo de la misma que ella lucía en su frente. A la llegada de la media noche, Daruu y Ayame se sentaron en la cama y formularon el sello de la técnica del Gentōshin. Y la imponente figura de la Arashikage, se materializó frente a ellos en cuestión de segundos. Era increíble que, pese a encontrarse a kilómetros de distancia, pese a no ser más que una débil e irisada silueta que parpadeaba y se perdía en el aire cada varios segundos; su presencia siguiera manifestando aquella aplastante presencia, capaz de cortar la respiración a cualquiera.

Ayame no tardó en inclinar la cabeza.

Buenas noches, Arashikage-sama. Ayame al habla —dijo, pero no añadió nada más. De hecho, miró a Daruu de reojo. Ella no sabía a qué se debía aquella reunión vespertina.

Aunque no tardaría en averiguarlo.


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