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Una espectadora curiosa - Versión para impresión

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RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 4/03/2016

Sí, sobretodo el de curry. —Daruu dio la vuelta sobre sí mismo y, con dificultad volvió a ponerse de pie—. Pero no hace falta que me invites, eh —se excusó con la mano—. Puedo permitírmelo.

-¡No es eso! -respondió rápidamente la Yotsuki-. Hoy debo pagar yo. Pero, cuando nos volvamos a encontrar y disputemos ese combate de entrenamiento, yo tendré la técnica más poderosa -se podía escuchar una determinación ciega en su voz-. Y entonces, te tocará a tí invitarme.

Quizás al chico de Amegakure, aquel razonamiento le sonase a sinsentido. Hubiera sido comprensible, porque no todo el mundo tenía esa mentalidad guerrera, ese fuego, esa garra que caracterizaban a Anzu. Ser ninja era su vehículo hacia una vida mejor. Era el pasaporte hacia todo lo que alguna vez había soñado; y, por eso, se dejaba la piel en cada minúsculo e insignificante segundo. Por eso, no podía dejar que nadie la superase, ni ningún obstáculo la detuviese -esa era su determinación como kunoichi-. Su Camino del Ninja.

Sin más preámbulos la chica se colgó su pesada mochila al hombro y, indicando a su compañero que la siguiese con un gesto, bajó de la plataforma saltando ágilemente. La distancia hasta el suelo era corta, y simplemente flexionando las rodillas amortiguaría el aterrizaje. Esperó a que Daruu bajase también, y echó a andar camino abajo, hacia la zona más urbanizada.

Minutos más tarde ya transitaban las rurales calles de los Dojos. A aquellas horas, casi medio día, y con un clima tan apacible, la ciudad bullía de actividad. Multitud de gente, de la más variopinta condición, iba de un lado para otro en sus quehaceres. Anzu caminó pasando una herrería, y el calor que emanaba de la puerta y un gran ventanal la hizo sudar por momentos. Luego se abrió paso entre un grupo de jovenes que se agolpaban en la puerta de lo que parecía a simple vista un dojo, observando atentos el interior donde probablemente un maestro estaría impartiendo valiosas lecciones. Dobló una esquina hacia la derecha, dejó atrás un puentecito que salvaba un pequeño riachuelo, y llegó a una plaza de losas de piedra. En el centro se alzaba una estatua de mármol, representando al maestro Rukairo Noka, y alrededor de ella se amontonaban, aquí y allá, puestos mercantes de toda clase. La gennin pasó de largo ante la mirada de los comerciantes de fruta, utensilios de cocina, pescado y carne, hasta llegar a un tenderete algo más grande que los demás.

-Ah, por fin. Ya me rugen las tripas.

El puesto era rectangular, con una barra bastante corta donde se atendía a los clientes, y una amplia cocina detrás. Dentro había dos hombres -que lucían ambos sendas y relucientes calvas-, y mientras uno tomaba las comandas, el otro obraba su particular magia en los fogones. Sobre el techo había un letrero de madera que rezaba "Los Ramones", escrito con tinta negra al estilo clásico.

-Te lo aseguro, Daruu-san, no hay ramen más cojonudo en todos los Dojos. O eso dice Hida-sensei -añadió la chica, aspirando el delicioso olor a especias y fideos cocidos que salía del tenderete-. ¡Eh, Takeshi-san! ¿Te acuerdas de mí o qué?

El hombre que tomaba los pedidos en la barra, excesivamente alto y delgado, se giró bruscamente para clavar sus ojos color avellana en la chica de piel morena y pelo rubio claro que le interpelaba. Pareció dudar un instante, pero luego reconoció a la Yotsuki.

-¡Ah, pero si es Anzu-chan! La alumna prodigio de Hida-dono, ¿cierto? -respondió, con una sonrisa tan amplia que se le veían hasta las muelas-. ¿Y quién es tu amigo? ¡Menudo aspecto tiene! No habrás sido tú, ¿cierto?

Evidentemente se refería a Daruu. Anzu quiso dejar tiempo a su compañero para responder por sí mismo, y mientras tanto ella se detuvo para ojear el tablón de madera colgado del techo del puesto, donde se podían leer los distintos tipos de suculento ramen que preparaban los hermanos. Shōyu, Tonkotsu... Menuda hambre tengo, ¿cuál debería pedir? ¿O quizás uno de cada?


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 8/03/2016

—¡No es eso! Hoy debo pagar yo. Pero, cuando nos volvamos a encontrar y disputemos ese combate de entrenamiento, yo tendré la técnica más poderosa. Y entonces, te tocará a tí invitarme.

Si uno tenía en cuenta únicamente las palabras que había utilizado, suponía enseguida que se trataba de una broma. Sin embargo, si ahondaba en la manera de decirlas, podía estar seguro de que sin duda, hablaba muy en serio. Se trataba de una afirmación muy infantil, pero no podemos pasar por alto que ambos dos shinobi que estaban hablando encima de aquella plataforma eran igual de niños.

Por otra parte, el fuego que acababa de prender dentro del pecho de Daruu, aquél que clamaba un sentimiento competitivo que no había sentido con anterioridad, se moría de ganas por dejarse avivar.

—No lo creo. Si esa apuesta te parece bien, me parece que tendrás que volverme a invitar a ramen. —De modo que eso fue lo que contestó. Y estaba dispuesto a llevarlo todavía más lejos—. Incluso me atrevería a decir que seré yo quien te haga la comida a ti si pierdo. Soy cocinero.

Anzu cargó su mochila y le indicó a Daruu que la acompañase con un gesto. Ella bajó la plataforma de un salto, pero Daruu tuvo que sentarse para que la altura a la que cayese fuera mejor. Aún así las rodillas le hicieron daño y la piel de las piernas estiró y rozó contra las vendas. Chasqueó la lengua con fastidio y se reincorporó, no sin dificultad.

—Esto es un asco —dijo—. Desde que entré a la academia nunca he estado así de quieto. Necesito volver a entrenar.

Daruu acompañó a la de Takigakure hacia la zona con más edificios de los dojos. Hacía un calorcillo que él jamás habría oseado desear para Amegakure. Últimamente siempre hacía ese calor. Al principio era agradable, pero ahora ya casi le asfixiaba. Como cuando te pones un abrigo muy grueso y una bufanda, y al principio la sensación es agradable, pero acabas por hartarte y si te lo quitas vuelves a sentir esa sensación. A Daruu le pasaba eso: necesitaba volver a su tierra natal, sentir el agua cayendo sobre su pelo y su rostro, sentir el viento frío y oler la humedad.

Finalmente llegaron a una plaza con la estatua del fundador de los Dojos. Habían varios tenderetes: de frutas, utensilios de cocina, carne... También de pescado. Daruu lo rodeó a una distancia prudencial en direción al tenderete más grande, que era el restaurante de ramen al que Anzu le estaba llevando.

Era un puesto rectangular. No era un local, sino simplemente una barra con una cocina detrás, el típico puesto callejero. Daruu sabía bien que aquellos puestos, o eran un lugar donde se servía comida rápidamente, pero de un aspecto y sabor horrible, o pequeñas joyas con manjares caseros. Debía de ser, en aquél caso, lo segundo, si se podía fiar de la palabra de su compañera.

Dentro habían dos hombres calvos. Uno tomaba nota de los pedidos, el otro cocinaba. Colgaba un letrero de madera. "Los Ramones", el nombre del local.

Vaya por Dios, entre El Patito Frito y Los Ramones, tenía decidido que el gusto por los nombres humorísticos debía de ser una tradición en los Dojos del Combatiente. O eso, o los dueños del sitio eran parientes de los del Patito Frito.

Te lo aseguro, Daruu-san, no hay ramen más cojonudo en todos los Dojos. O eso dice Hida-sensei.

—Espero que sea tan bueno como el nombre —bromeó Daruu, y tomó asiento en uno de los taburetes.

¡Eh, Takeshi-san! ¿Te acuerdas de mí o qué?

¡Ah, pero si es Anzu-chan! La alumna prodigio de Hida-dono, ¿cierto? ¿Y quién es tu amigo? ¡Menudo aspecto tiene! No habrás sido tú, ¿cierto?


—La primera ronda del torneo. En mi defensa, fue un empate. Mi rival está igual —mintió Daruu, haciendo un ademán con la mano que significaba no me apetece hablar de ello. En realidad no sabía en qué estado había quedado Nabi. Pero por dentro su lobo interno rugía que hubiera quedado, al menos, igual de tocado que él. Era algo egoísta, pero le daba igual—. Un ramen con curry, por favor.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 9/03/2016

Daruu era un tipo curioso, de eso no cabía duda. Si se le observaba atentamente -y Anzu lo había hecho-, uno podía intuir que se trataba de un chico tímido, quizá algo reservado. Pero, en su interior, pronto se dejaba entrever una bestia rugiente y desesperada por salir. Parecía como si él mismo la tuviera atada bien en corto, con una cadena de gruesos grilletes, para impedirle salir. Claro que, la joven Anzu no llegó a aquella conclusión en ese momento, ni hasta mucho después... Pero esa es otra historia, claro. En aquel año y lugar, ambos eran cachorrillos que se divertían enseñando sus afiladas pero minúsculas uñas.

-La primera ronda del Torneo. En mi defensa, fue un empate. Mi rival está igual -contestó Daruu, haciendo un ademán incómodo-. Un ramen con curry, por favor.

-¡Ah, Daruu-san! ¿Cómo no te he reconocido antes? -respondió Takeshi, encorvándose en su imponente altura para observar mejor las facciones del gennin-. Fue un buen combate, ¡cierto! Es de los pocos que he podido ver, el negocio no para ni siquiera en ocasiones como esa. ¡Un ramen con curry entonces! ¿Y para tí, Anzu-chan?

La Yotsuki se removió en su asiento, evidentemente molesta.

-Qué 'chan' ni 'chan', ¡un respeto, viejales! -replicó con un bufido-. Uno de Tonkotsu.

Evidentemente, Anzu no estaba molesta por que Hidetaka Takeshi la etiquetase con el cariñoso '-chan' con el que solía hacerlo. Era el tema del Torneo; recordar que estaba con un participante muy fuerte -y que aun así había sido vencido, o empatado, en la primera ronda- la ponía de mala uva. Sacudió la cabeza, como queriendo sacarse aquellos pensamientos de la mente. Tomó una pareja de palillos de madera y empezó a juguetear con ellos.

-¡Bueno, Daruu-san! Dime, ¿cómo están las cosas por la Tormenta? Tan lluvioso y deprimente como de costumbre, ¿me equivoco?


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 10/03/2016

Los elogios al combate de Takeshi consiguieron arrancarle una sonrisa y una queda reverencia, así que apartó sus pensamientos de encima de Nabi un rato y se concentró en intentar disfrutar de aquella promesa del mejor ramen del lugar, con extra de curry.

Tal y como parecía, Anzu no se dejaba tratar con palabras afectuosas. Parecía independiente, fuerte, atrevida y valiente, quizás más incluso de lo que lo era el propio Daruu. Por un momento sintió envidia, y quiso ser igual de echado para adelante. Pero no llueve al gusto de todos. Bueno, en Amegakure sí que llueve. Quizás no para el gusto de todos, pero joder, vaya que si llueve.

La muchacha tomó unos palillos de madera y empezó a juguetear con ellos entre los dedos. Daruu cogió otro par y se los reservó justo delante.

—¡Bueno, Daruu-san! Dime, ¿cómo están las cosas por la Tormenta? Tan lluvioso y deprimente como de costumbre, ¿me equivoco?

Leyó a través de las palabras como quien se impresiona por la portada de un libro y desea saber más de lo que hay dentro. «¿Como de costumbre?»

—Llueve, pero no es deprimente. Lo hecho de menos —admitió—. ¿Has estado por allí?


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 10/03/2016

Anzu sonrió con naturalidad ante la respuesta del joven gennin; para ella era algo que se daba por sabido, pero evidentemente, podía sonar extraño para quien no conocía su historia. Al fin y al cabo, si alguien con aptitudes para el Ninjutsu nacía en el País de la Tormenta, lo lógico era que acabase como ninja al servicio de Amegakure. Por vicisitudes del destino ella no había terminado allí, sino en la recientemente emergida Aldea Oculta de la Cascada. Le gustaba pensar que ambas Villas habían reconocido su talento y cualidades excepcionales, y se habían echado a suerte el honor de entrenarla... Pero, honestamente, nada más lejos de la realidad. Aparte de gozar de un chakra más intenso y poderoso de lo normal, Anzu no tenía ningún rasgo innato destacable; no había sido sino a fuerza de dormir poco y entrenar mucho que se había convertido en kunoichi.

-¡Ja! Más que estar, socio. Aquí donde me ves, tan bronceada, soy originaria de ese vertedero que llaman Shinogi-To -para ella, la magnífica ciudad feudal no era más que un entremado de callejuelas oscuras y malas compañías-. Mi padre conocía a un shinobi de Takigakure, así que le convenció para que me entrenase en la Cascada. Y, ¡joder! No puedo decir que me arrepienta -sus ojos brillaron con un destello de admiración. Solía ocurrir cuando hablaba de Takigakure-. El sitio es un jodido paraíso, nada que ver con esa lluvia de mierda. Imagínate: buen clima, bosques verdes, un ancho río de aguas cristalinas... Ya te lo digo yo, nadie querría irse después de pasar allí una buena temporada. Y mucho menos para volver a la Tormenta -remató con gracia-.

-¡No me malinterpretes, eh! Amegakure y sus ninjas me merecen respeto. Mi madre, de hecho, fue una gran kunoichi que murió protegiendo a la actual Arashikage... Amekoro Yui. ¿Te suena? -añadió, soltando una carcajada-.

-Hidetaka-san, ¡extra de curry en ese ramen! Este muchacho ha peleado valientemente para poder comerlo.

De fondo, se podía oír a los dos hermanos intercambiando pullas, chistes y cuchicheos de tanto en tanto.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 11/03/2016

Anzu sonrió, de lo que dedujo que no se había tomado mal su pregunta.

-¡Ja! Más que estar, socio. Aquí donde me ves, tan bronceada, soy originaria de ese vertedero que llaman Shinogi-To. Mi padre conocía a un shinobi de Takigakure, así que le convenció para que me entrenase en la Cascada. Y, ¡joder! No puedo decir que me arrepienta. El sitio es un jodido paraíso, nada que ver con esa lluvia de mierda. Imagínate: buen clima, bosques verdes, un ancho río de aguas cristalinas... Ya te lo digo yo, nadie querría irse después de pasar allí una buena temporada. Y mucho menos para volver a la Tormenta.

Por cómo hablaba, lo estaba diciendo de forma completamente sincera. No tenía nada contra las opiniones ajenas, pero de pronto se sintió ultrajado, insultado, como si acabara de decir que cualquier sitio era mejor que Amegakure. Se cruzó de brazos y bufó. Estaba a punto de protestar cuando la kunoichi volvió a intervenir:

-¡No me malinterpretes, eh! Amegakure y sus ninjas me merecen respeto. Mi madre, de hecho, fue una gran kunoichi que murió protegiendo a la actual Arashikage... Amekoro Yui. ¿Te suena?

Suspiró, intentando que ese dato le complaciera.

—¿Que si me suena? Si es mi kage, cómo no me va a sonar —dijo.

Debió de ser, ahora que lo pensaba, aquél incidente que su madre le había contado ocurrió hacía mucho tiempo. Habían intentado asesinar a Yui, y desde entonces, según se contaba, la mujer era implacable. La verdad es que, con aquellos ojos verdes tan penetrantes y aquella máscara, imponía muchísimo. No había tenido la suerte, o la desgracia, de tratar con ella directamente, así que no podía juzgar más allá de su apariencia.

-Hidetaka-san, ¡extra de curry en ese ramen! Este muchacho ha peleado valientemente para poder comerlo.

Daruu sonrió. Se sentía halagado de que alguien le reconociese por la pelea. Y ahora que lo pensaba, nunca se había sentido así. Para ser honestos, estaba sintiendo cosas, últimamente, que no había sentido antes.

—Y... ¿qué clase de persona es el Kawakage? —preguntó, más por curiosidad que por extraer algo de información, como habría hecho en otra ocasión.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 11/03/2016

Por la expresión de su rostro, que se convirtió en un auténtico poema sin nada bueno que decir sobre lo que Anzu estaba relatando, al joven gennin de Ame no le había sentado nada bien que una extranjera despreciase de tal forma su país natal. Al fin y al cabo, era comprensible; pero claro, Anzu tenía todos los esquemas cambiados después de una buena temporada en Takigakure, y su devoción por la Villa estaba empezando a ser tal, que se encontraba completamente incapaz de entender por qué nadie querría vivir en un sitio donde siempre hacía frío y llovía pudiendo mudarse al País del Río. ¿Qué adolescente no pensaría algo similar?

Sin embargo, Daruu le caía bien, y lo más importante: había demostrado ser poderoso. Más que ella. Un reto no hablado se había establecido entre ambos -o, al menos, eso creía ella-, y Anzu se veía irremediablemente empujada hacia esa clase de respeto que se le tiene a un rival que ha probado ser digno de ello. Por eso se limitó a reír desenfadadamente ante la respuesta de Daruu a su pregunta retórica; ¡claro que sabía quien era Amekoro Yui!

-¡Anzu-chan, Daruu-san, aquí tenéis! -la conversación se vio interrumpida justo después de que el gennin de la Lluvia se interesase por Senju Yubiwa, el Kawakage-.

Takeshi, el más alto de los hermanos, dejó frente a los chicos sendos cuencos humeantes de jugoso ramen. El de Anzu era algo más grande, pero ambos desprendían un aroma igualmente delicioso. La Yotsuki tomó los palillos con la mano diestra y, ni corta ni perezosa, empezó a devorar fideos, trozos de cerdo marinado y verdura a partes iguales. Sólo detuvo su festín para contestar a la pregunta formulada por Daruu.

-¿Quieres que te diga la verdad? No tengo ni repajolera idea -admitió con sinceridad, encogiéndose de hombros-. Apenas llevo un año en Takigakure, y sí que conozco a otros ninjas, pero nunca he hablado personalmente con Yubi... Senju-sama -sintió que no utilizar la forma correcta a la hora de referirse a su kage podía llamar a que Daruu no se tomase demasiado en serio a la Cascada-. Aunque, claro, he oído historias... Dicen que es tan fuerte como veinte jounin juntos, y que es capaz de manejar no sólo cinco, ¡sino seis naturalezas del chakra!

Anzu sentía la obligación patria de dejar en un buen pedestal a su líder. Al fin y al cabo, los otros gennin ya se habían ocupado de dejar a Takigakure a la altura del barro en el Torneo; ella haría lo que estuviera en su mano por ayudar a arreglar aquel desaguisado, por poco que fuese.

De repente cayó en la cuenta de algo, y su rostro adoptó una postura sumamente reflexiva. Raiton, Suiton, Katon, Fuuton, Doton... ¿Cuál será ese sexto elemento?


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 14/03/2016

Estaba deseando obtener una respuesta que satisfaciera su curiosidad. Por eso casi no se dio cuenta de que el dependiente se les había acercado. El hombre colocó de golpe los dos cuencos de ramen que habían pedido, y Daruu dio un brinco, sobresaltado. Después soltó una pequeña risilla nerviosa. Qué vergüenza. Había hecho el ridículo saltando como una niñita pequeña.

—¡Uy, perdón! Muchas gracias —dijo, y atrajo hacia sí el bol. Aspiró suavemente para captar su olor y se maravilló del aroma a curry y otras especias que le entró por la nariz.

Daruu asumió que no iba a recibir respuesta a su pregunta, como otras tantas veces, aunque la verdad es que ahora la curiosidad era sincera, no una estúpida excusa para obtener información útil de shinobi, como otras tantas veces. Había visto al kage de Takigakure en la grada. Misterioso, con esa sonrisa pícara de alguien que oculta muchas cosas. Esos ojos dorados, que si hubiera visto de cerca sin duda hubiera encontrado aún más misteriosos... Y también, por qué no, esa narizota y esas cejas que parecían estar peinadas con ahínco. Qué estilo más raro se gastaba. Y como se había resignado a no ver su curiosidad satisfecha, que al menos sí satisfaciera a su estómago, ¿no? Cogió sus palillos y comenzó a comer.

Para su sorpresa, aquél ramen estaba incluso más bueno de lo que se había imaginado. No sólo por el sabor a curry que tanto le gustaba y que tanto se habían molestado en dejar claro marinando todos los ingredientes, sino en el dulce y sutil toque del azúcar que sin duda habían vertido y que le daba a la mezcla un toque diferente y original. Asintió para sí mismo como si estuviese juzgando internamente el plato antes de seguir comiéndolo.

También para su sorpresa, Anzu le resolvió la duda. Aunque con un cuento que él —y otros muchos en Amegakure—, se conocían la mar de bien.

—¿Quieres que te diga la verdad? No tengo ni repajolera idea. Apenas llevo un año en Takigakure, y sí que conozco a otros ninjas, pero nunca he hablado personalmente con Yubi... Senju-sama. Aunque, claro, he oído historias... Dicen que es tan fuerte como veinte jounin juntos, y que es capaz de manejar no sólo cinco, ¡sino seis naturalezas del chakra!

Daruu levantó una ceja y sonrió.

—Eso no es nada para los amegakureños, mujer —dijo. Cerró los ojos y se apoyó en la barra con suficiencia—. Sin ir más lejos, nuestro segundo Arashikage, Oonori-dono, fue tan fuerte, tan fuerte, que podía partir piedras utilizando un kunai y una patada. ¡Las partía por la mitad!

Resopló, y agachó la cabeza. Negó a un lado y a otro y tendió en el aire un suspiro de pena.

—Se... se sacrificó por todos nosotros acabando con aquél dragón de ocho cabezas... Dicen que era una lagartija que se había comido una cola del Kyuubi.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 14/03/2016

La conversación había pasado rápidamente a ser un improvisado duelo en el que cada gennin trataba de contar una historia que hiciera más impresionante y legendario a su kage. Takeshi, que ponía el oído de vez en cuando, soltaba alguna risilla discreta cuando las aventuras de Yui y Yubiwa pasaban a ser demasiado inverosímiles, incluso para ellos. De haber tenido más clientes en aquel momento, seguro que también habrían participado de las risas y el entretenimiento.

Eso no es nada para los amegakureños, mujer —dijo el de Ame. Cerró los ojos y se apoyó en la barra con suficiencia—. Sin ir más lejos, nuestro segundo Arashikage, Oonori-dono, fue tan fuerte, tan fuerte, que podía partir piedras utilizando un kunai y una patada. ¡Las partía por la mitad!

Daruu resopló, y agachó la cabeza. Negó a un lado y a otro y tendió en el aire un suspiro de pena.

Se... se sacrificó por todos nosotros acabando con aquél dragón de ocho cabezas... Dicen que era una lagartija que se había comido una cola del Kyuubi.


Anzu, que había abierto mucho los ojos en señal de sorpresa con la primera historia, soltó un bufido desdeñoso cuando Daruu contó la segunda. Una lagartija, ¡si, ya! ¿Y qué más?

-¡Venga, Daruu-san! Lo de las piedras es impresionante, y me lo creo... Pero, ¿una lagartija comiéndose a un zorro? No seas ingenuo, ¡todo el mundo sabe que sólo se alimentan de insectos pequeños! -curioso animal, la lagartija-. Si quieres oír una buena historia, escucha atentam...

La Yotsuki calló de repente. O, más bien, alguien la interrumpió; alguien que se había sentado junto a los jóvenes gennin. Anzu miró de arriba a abajo al recién llegado, que parecía salido de una celda de tortura, o algo peor. Tendría unos veinte años y vestía con un yukata de fina manufactura, cuyos tintes pasaban por una amplia gama de azules y lilas. Llevaba en la cintura un obi color marfil, y calzaba sandalias típicas de madera. Sin embargo, lo más llamativo era su rostro: exquisitamente perfilado, casi aguileño, de un tono muy palido que contrastaba con sus ojos verde pistacho. Pese a su aspecto pulcro, llevaba el pelo desaliñado, bastante sucio, y tenía una expresión... Desencajada. Se podían intuir varias cicatrices en el mentón y los antebrazos, algunas más frescas que otras. Su mirada reflejaba auténtico terror. Quien quiera que fuese, parecía realmente asustado.

-Vosotros... Vosotros dos... -balbuceó casi ininteligiblemente-. Por favor, tenéis... Tenéis que ayudarme -agarró a Daruu del hombro-. ¡Por favor! No tengo mucho tiempo.

Anzu, que se había terminado su tazón de Tonkotsu, miró con escepticismo a aquel tipo que estaba evidentemente desquiciado.

-¿Pero qué me estás container, socio? ¿Para qué no tienes tiempo? -luego susurró en un tono más bajo, intentando que fuese audible sólo para su colega shinobi-. Seguro que es un yonqui... Seguro que ahora empezará a contarte cómo su caballo le ha dejado tirado a medio camino o algo así. Di que no tienes cambio...

-¡No! -exclamó, casi al instante, el misterioso chaval-. No lo entendéis... Me están buscando. Por favor, por favor... Tenéis que ayudarme a salir de esta ciudad.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 16/03/2016

<<Es evidente que no ha colado...>>

Y era normal. La mentira había escalado mucho. Pero es que la suya también era increíble.

—¡Venga, Daruu-san! Lo de las piedras es impresionante, y me lo creo... Pero, ¿una lagartija comiéndose a un zorro? No seas ingenuo, ¡todo el mundo sabe que sólo se alimentan de insectos pequeños!

—Pero vamos a ver... —contestó Daruu—. ¿Cómo narices quieres que me crea yo que tu kage puede controlar seis elementos? ¡Si sólo hay cinco! ¡Cinco!

En realidad, habían más. <<Como la madera...>>. Pero esos no contaban. Eran líneas sanguíneas, y dudaba pero que muy mucho que Anzu estuviera teniendo en cuenta eso. Se refería obviamente a elementos básicos. Y aún así... <<¿Dominar seis elementos, sean básicos o sean líneas de sangre? ¡Absurdo!>>

—Si quieres oír una buena historia, escucha atentam...

Anzu se calló de repente y Daruu miró hacia los lados, intentando averiguar por qué. El por qué resultó ser un hombre, de unos veinte años, vestido con un yukata de aspecto caro de color moradizo. Ceñía a la cintura un obi blanco como el hueso y calzaba unas sandalias tradicionales. Hubiera parecido un noble de no ser por su rostro mal encajado y desolado. Habían unas cuantas cicatrices dibujadas por la piel, y algunas de ellas eran recientes. Sus ojos, de un verde espectral, eran un espejo cargado de miedo.

—Vosotros... Vosotros dos... —Si sus ojos eran un reflejo de su miedo, su voz eran los gritos de su alma aterrorizada—. Por favor, tenéis... Tenéis que ayudarme. —Agarró a Daruu por el hombro, y éste se revolvió y le apartó la mano con un aspaviento—. ¡Por favor! No tengo mucho tiempo.

—Mira... no puedo ayudarte, lo siento. Tendrás que buscar a otra persona —se explicó Daruu, sintiéndose mal, y sintiéndose inútil.

—¿Pero qué me estás container, socio? ¿Para qué no tienes tiempo? —Anzu se acercó a Daruu y le susurró al oído—: Seguro que es un yonqui... Seguro que ahora empezará a contarte cómo su caballo le ha dejado tirado a medio camino l algo así. Dí que no tienes cambio...

—¡No! No lo entendéis... Me están buscando. Por favor, por favor... Tenéis que ayudarme a salir de esta ciudad.

Daruu suspiró y se giró hacia su bol de ramen.

—Mira, tío, no puedo ayudarte, ya te lo he dicho —insistió—. ¿Tú has visto cómo estoy? Probablemente en un estado en el que ayudarte sólo sería empeorarlo. Busca a un guardia, hay muchos por aquí.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 16/03/2016

Daruu reaccionó tal y como Anzu lo habría hecho. La Yotsuki, al haberse criado junto a uno de los peores barrios de Shinogi-To, estaba acostumbrada a tratar con vagabundos, drogadictos y maleantes; con gesto aprobador, asintió ante la metafórica huída de su compañero. Yo no lo habría hecho mejor, ¡putos yonquis!. Sin embargo, parecía que zafarse de aquel tipo no iba a ser tan fácil. Con el rostro desencajado por el miedo, lanzó una mirada alrededor que delataba cautela, y volvió a intentarlo, esta vez con la kunoichi.

Tú, tú, tú pareces buen chico... Por favor, ayúdame a salir de esta ciudad. Si me cogen, tendré que volver a... A... ¡No quiero volver! —el extraño intentaba susurrar sus exclamaciones, como si tuviera miedo de que alguien más aparte de los dos gennin pudiera escucharle.

Mira, socio, soy de Shinogi-To, ¿sabes? A los de tu cuerda me los conozco bien. Anda, date el piro antes de que te eche a patadas —respondió, seca y mordaz, la Yotsuki.

El extravagante muchacho se dio media vuelta, resginado, sin abandonar aquella postura encorvada y alerta. Parecía un conejo en una zona habitada por lobos. Cuando ya parecía que iba a irse, volvió a encarar al gennin de Amegakure y, tomándole del antebrazo con fuerza, le miró directamente a los ojos. Daruu creyó ver un destello que pasaba por el color verde pistacho en la mirada de aquel tipo.

Ella... Ella es importante para tí, ¿verdad? —balbuceó el extraño, con aire ausente—. Ayúdame y te hablaré de ella, te... Te contaré lo que he visto. Quieres saberlo, sí... Lo veo en tus ojos.

Las manos de aquel tipo eran finas y delicadas, y aunque estaban llenas de mugre y cubiertas de cicatrices, tenían un tacto suave. Si se fijaban atentamente, los gennin podrían ver unas características marcas de laceraciones en las muñecas del muchacho; era evidente que había tenido atadas las muñecas.

¿Qué dices, tarado? ¡Te he dicho que te largues! —protestó Anzu, que estaba empezando a cabrearse.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 16/03/2016

El muchacho miró alrededor, intranquilo, como quien tiene algo que ocultar o alguien de quien huir. Daruu entrecerró los ojos e intentó leer a través de él, pero aparte de lo pulcro y lujoso de su ropa, no había nada fuera de lo normal. Era difícil discernir si les estaban tomando el pelo.

—Tú, tú, tú pareces buen chico... Por favor, ayúdame a salir de esta ciudad. Si me cogen, tendré que volver a... A... ¡No quiero volver!

Daruu cerró los ojos y suspiró.

—Mira, socio, soy de Shinogi-To, ¿sabes? A los de tu cuerda me los conozco bien. Anda, date el piro antes de que te eche a patadas.

—Ella... Ella es importante para tí, ¿verdad? Ayúdame y te hablaré de ella, te... Te contaré lo que he visto. Quieres saberlo, sí... Lo veo en tus ojos.

El chico levantó una ceja. «A... ¿Ayame? No, es imposible». Sacudió la cabeza. No, ¿cómo iba a ser ella? ¿Cómo le iba a pasar algo? Ni Zetsuo ni Kori permitirían que algo le pasase. Y luego estaba el tema de que era la jinchuriki. No, cualquier persona racional hubiera entendido que se trataba simplemente de una treta.

—¿Qué dices, tarado? ¡Te he dicho que te largues!

—No le trates así, Anzu-san. Está asustado —interrumpió Daruu, y se dirigió al hombre—. Mira, antes de intentar engañarnos con un truco, deberías buscarte a un guardia que te ayude. Son más fuertes que nosotros y están para mantener el orden aquí. Son gente de honor. El dueño de este sitio es un sámurai y no va a permitir que te pase nada malo.

»Si no quieres ir con los guardias, entonces es que estás ocultando algo sucio, y si ocultas algo sucio yo mismo te delataré si no te largas. Así que lo siento, hasta luego.

Se dio la vuelta y volvió a comerse su ramen con curry, esperando que el argumento que había dado convenciera de alguna vez por todas a aquella persona.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 16/03/2016

No le trates así, Anzu-san. Está asustado —interrumpió Daruu.

La interpelada le dirigó una mirada cargada de resentimiento a su compañero. Muy bien, listillo, pues que te jodan. Si quieres que te deje en paz, vas a tener que lidiar con él tú solito. Era evidente que Daruu nunca había tenido que quitarse de encima a un malviviente excesivamente pesado. Si no, habría sabido que con ese tipo de gente sólo había dos opciones: unas monedas en la mano o una patada en el culo.

Mientras el gennin de Amegakure trataba de razonar con el desquiciado, Anzu rebañaba las sobras de su Tonkotsu con cara de pocos amigos. No es que se la pudiera culpar; de donde ella venía, la gente así sólo daba problemas —o los atraía como un tarro de miel a las moscas—.

Si no quieres ir con los guardias, entonces es que estás ocultando algo sucio, y si ocultas algo sucio yo mismo te delataré si no te largas. Así que lo siento, hasta luego.

¡No, por favor! Puedo explicároslo todo, pero por favor, tenéis que prometerme que me ayudaréis, ¡por favor...!

Anzu dio un golpetazo en la barra que hizo temblar incluso el tazón de ramen de Daruu. Furiosa, se volteó para encarar al extraño, fulminándolo con su mirada grisácea.

Por todos los dioses de Onindo, ¿¡qué demonios te pasa!? —bufó, escupiendo las palabras—. Venga, joder, cuéntamelo. Si total, no nos vas a dejar en paz hasta que te desahogues, ¿no?

Una mueca de alivio, que en un rostro menos castigado podría haber parecido sonrisa, se dibujó en la cara del muchacho. Abrió la boca varias veces, sólo para cerrarla un momento después, como si no encontrase palabras para explicarse.

Me persiguen mercenarios. Los ha contratado un hombre muy... Muy poderoso e influyente. Por eso no puedo pedir ayuda a los guardias... ¡Me entregarán! ¡Pero os juro por todos los dioses que... que... Que yo no he hecho nada! —añadió, mirando a Daruu con suspicacia—. Entonces... ¿Me ayudaréis?

La Yotsuki lanzó una mirada curiosa a su compañero. Tal vez sólo fueran los delirios de un adicto con síndrome de abstinencia, pero al fin y al cabo, ella ya había terminado su cuenco de ramen. Y no tenía mucho más que hacer esa mañana.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 17/03/2016

—¡No, por favor! Puedo explicároslo todo, pero por favor, tenéis que prometerme que me ayudaréis, ¡por favor...!

Daruu suspiró. Había vivido esa situación otras veces. En Shinogi-to, había algunos sitios en los que era una delicia comer. Sin embargo, siempre había algún pobre desgraciado que se acercaba a las mesas para pedir comida. Por supuesto, no era culpa de ellos, pero no le gustaba que le increparan mientras estaba comiendo. Y muchos de ellos se gastaban el dinero no en comida, sino en drogas y alcohol. A veces, prefería darles comida: sabía que eso no podían malgastarlo. Pero desde que comprendió que algunos sólo buscan dinero, e incluso rechazan la comida, no le mereció la pena seguir planteándoselo.

Anzu golpeó la mesa y le hizo sobresaltarse. Su bol de ramen tembló y se balanceó, y Daruu tuvo que sujetarlo para que no se cayera el caldo. Chasqueó la lengua y siguió comiendo.

—¡No, por favor! Puedo explicároslo todo, pero por favor, tenéis que prometerme que me ayudaréis, ¡por favor...!

—Por todos los dioses de Onindo, ¿¡qué demonios te pasa!? Venga, joder, cuéntamelo. Si total, no nos vas a dejar en paz hasta que te desahogues, ¿no?

—Me persiguen mercenarios. Los ha contratado un hombre muy... Muy poderoso e influyente. Por eso no puedo pedir ayuda a los guardias... ¡Me entregarán! ¡Pero os juro por todos los dioses que... que... Que yo no he hecho nada! Entonces... ¿Me ayudaréis?

Anzu le miró, como pidiéndole opinión, o eso pensó él en ese momento. Daruu giró su taburete para encarar al extraño. Lo observó un momento, entrecerró los ojos. Luego miró a Anzu y negó con la cabeza. Después, de nuevo al extraño.

—Mira... —dijo, echándose una mano a la frente—. Yo no puedo ayudarte. Estoy malogrado. Estoy herido. No puedo.

»Pero si es verdad eso que dices, puedes ir a un hotel que se llama El Patito Frito. Está al noreste, en las afueras. Pregunta por Amedama Kiroe o por Aotsuki Zetsuo, o incluso por Aotsuki Kori, y explícales lo que me has dicho a mí. Luego, diles que vas de mi parte, y que por favor, te lleven a ver a Rukairo Noka. Escucha, no te va a entregar. Este es un sitio neutral. Puede sobornar a los guardias, pero ese tío no creo que acepte sobornos, es un ex-samurái. Son conocidos por ser honorables.

«O eso dicen...»


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 18/03/2016

Mira... —dijo, echándose una mano a la frente—. Yo no puedo ayudarte. Estoy malogrado. Estoy herido. No puedo.

»Pero si es verdad eso que dices, puedes ir a un hotel que se llama El Patito Frito. Está al noreste, en las afueras. Pregunta por Amedama Kiroe o por Aotsuki Zetsuo, o incluso por Aotsuki Kori, y explícales lo que me has dicho a mí. Luego, diles que vas de mi parte, y que por favor, te lleven a ver a Rukairo Noka. Escucha, no te va a entregar. Este es un sitio neutral. Puede sobornar a los guardias, pero ese tío no creo que acepte sobornos, es un ex-samurái. Son conocidos por ser honorables.


No, no, no... ¡No! ¡No lo entiendes! —replicó el joven, con la más pura expresión de desamparo y terror en su rostro—. Ellos...

De repente, se detuvo. Como un mecanismo activado por un resorte imaginario, el tipo se giró en el momento justo para ver cómo un hombre de figura corpulenta se había acercado hasta los chicos. Además de alto y fornido, era de piel muy morena, pelo negro y ojos igual de oscuros; en su rostro exhibía varias cicatrices, siendo la más notable una que le cruzaba en diagonal toda la cara. Con una sonrisa de satisfacción que mostró sus dientes amarillentos y castigados, apoyó su mano derecha sobre el hombro del extraño delirante.

¡Satoru-sama, por fin os encuentro! Vuestro padre estará muy preocupado, ¿lo sabéis? —casi al instante el chico bajó los delgados brazos, dándose por vencido. En su rostro planeó la sombra de la desesperanza más absoluta—. Volvamos a casa, Satoru-sama.

Resignado, como un preso que camina hacia el patíbulo y sabe que su destino es inevitable, el muchacho hizo tal y como aquel hombre le pedía. Éste se despidió de los gennin con un gesto de su mano diestra que parecía querer decir 'gracias, majos', para justo después sonreír de aquella forma tan siniestra. El llamado Satoru sólo se giró un momento para dedicarle a Daruu una mirada cargada de odio y resentimiento...

¡Meh, vaya tío más raro! —fue el concienzudo análisis que Anzu hizo de lo que acababa de ocurrir—. Bueno, Daruu-san, ¡creo que me marcho! Debo entrenar muy duro si quiero aprender una técnica más poderosa que tu Rasengan. Espero que te haya gustado el ramen, ¡ja!


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