Espero que algún día podáis perdonarme - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Base de datos del rol (https://ninjaworld.es/foro-base-de-datos-del-rol) +--- Foro: Historia, acontecimientos y ambientación (https://ninjaworld.es/foro-historia-acontecimientos-y-ambientacion) +---- Foro: Tramas pre-reset 2017 (https://ninjaworld.es/foro-tramas-pre-reset-2017) +---- Tema: Espero que algún día podáis perdonarme (/tema-espero-que-algun-dia-podais-perdonarme) |
RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 23/03/2016 —Para... ¿ganar el torneo...? Si aquella había sido la primera vez en mucho tiempo en la que Ayame se había visto abrazada tan cerca de su padre, esa iba a ser también la primera en años que lo veía reírse de una manera tan sincera y feliz. —Te pareces tanto a tu madre... —se oyó decir. Y casi al instante, sacudió la cabeza y encaró de nuevo a su hija con esa mueca férrea y disciplinada, que no dejaba nada entrar ni a nada salir. —Siento no haber podido dar todo de mí en las últimas semanas... —dijo su hija después. Zetsuo se limitó a negar con la cabeza. —Si no tuvieras tantos pajaritos y tonterías en la cabeza, no habrías estado así —espetó Zetsuo—. Quizás lo que más me molesta es que no sueltes prenda ni a tu hermano ni a mí. ¿Cuándo narices vas a confiar más en nosotros, niña? Ayame se mordió el labio inferior y respiró de nuevo hondamente. Zetsuo aprovechó para acompañarla con otro suspiro cansado. —Tengo miedo... Tengo miedo de que vuelva a pasar... Tengo miedo de que esta vez sea en Amegakure... Tengo miedo de haceros daño a vosotros... ¿Y si ocurre un accidente o...? —Los sentimientos nos hacen débiles, por eso debemos construir muros. Férreos. Imperturbables —sentenció su padre como respuesta—. Si vuelve a pasar, estaremos ahí para ayudar. Si sucede en Amegakure, nuestra patria se volcará con nosotros. Si nos haces daño... Lo aguantaremos, y nos aseguraremos de que no vuelva a pasar otra vez. Si hay un accidente, se arreglará. »Si te preocupas siempre por lo que va a pasar en el futuro, nunca estarás preparada para lo que te pase en el presente. Los sentimientos nos hacen débiles, el miedo, el que más. Construye tu muro, Ayame. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 23/03/2016 —Para... ¿ganar el torneo...? Para su completa estupefacción, Zetsuo soltó una estruendosa carcajada y Ayame volvió a preguntarse cuánto tiempo hacía desde la última vez que le había visto reír de una manera tan sincera. —Te pareces tanto a tu madre... —dijo, y Ayame sintió una pequeña punzada de dolor al escucharlo. Dolor tanto por su padre, como por sí misma. Sin embargo, casi al instante, Zetsuo sacudió la cabeza y la encaró con aquella mueca férrea y disciplinada a la que ella ya estaba tan acostumbrada. —Siento no haber podido dar todo de mí en las últimas semanas... —dijo su hija después. Zetsuo se limitó a negar con la cabeza. —Si no tuvieras tantos pajaritos y tonterías en la cabeza, no habrías estado así —le espetó, y Ayame volvió a torcer el gesto. ¿Cómo podía llamar "pajaritos y tonterías" al quebradero de cabeza que suponía rememorar una y otra vez que había acabado en una noche con la vida de miles de personas inocentes. Ni siquiera en aquellos momentos se sentía preparada para afrontar esa realidad, y realmente dudaba que algún día pudiera hacerlo—. Quizás lo que más me molesta es que no sueltes prenda ni a tu hermano ni a mí. ¿Cuándo narices vas a confiar más en nosotros, niña? Ayame agachó la mirada, acobardada; y en un gesto inconsciente volvió a llevarse la mano a la banda de tela. Aquellas palabras eran muy similares a las que le había dirigido su hermano varios días atrás; pero aún había más cosas que ellos no sabían, cosas que no se había atrevido a contarles... Y, sin embargo, aún no estaba dispuesta a contar. —Tengo miedo... Tengo miedo de que vuelva a pasar... Tengo miedo de que esta vez sea en Amegakure... Tengo miedo de haceros daño a vosotros... ¿Y si ocurre un accidente o...? —Los sentimientos nos hacen débiles, por eso debemos construir muros. Férreos. Imperturbables —sentenció su padre como respuesta—. Si vuelve a pasar, estaremos ahí para ayudar. Si sucede en Amegakure, nuestra patria se volcará con nosotros. Si nos haces daño... Lo aguantaremos, y nos aseguraremos de que no vuelva a pasar otra vez. Si hay un accidente, se arreglará. Si te preocupas siempre por lo que va a pasar en el futuro, nunca estarás preparada para lo que te pase en el presente. Los sentimientos nos hacen débiles, el miedo, el que más. Construye tu muro, Ayame. Ayame negó enérgicamente con la cabeza. Se miró las temblorosas palmas de las manos y después alzó sus iris castaños hacia su padre. No la había entendido. Cuando había dicho "hacer daño" sus palabras iban más allá de las simples heridas. En su mente viajaban de nuevo los recuerdos de las humeantes calles de Kusagakure, lamidas por las llamas, inundada de cadáveres sangrantes... Tragó saliva. Y una nueva lágrima se escurrió de sus párpados. Cuando ella había dicho "no quiero haceros daño" quería decir en realidad "no quiero mataros". RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 23/03/2016 Pero cuando las palabras faltaban, una sóla mirada sobraba para que Zetsuo entendiese el mensaje que querían trasmitirle unos ojos, llenos de lágrimas o no. No obstante el mensaje había sido entendido perfectamente. Zetsuo negó con la cabeza también, como había hecho su hija. —Insisto. Si vuelve a pasar, estaremos ahí. Si tengo que morir para salvarte a ti, eso es lo que haré. Eres mi hija —repitió, como un mensaje subliminal que quería que calara en ella—. Pero insisto también, eso no debería preocuparte. ¿Para qué te alistaste en esta vida si no era para proteger a los tuyos? ¿No intentarías hacer lo mismo si nosotros dos estuviéramos en tu lugar? Leyó a través de la mente de su hija como un cuchillo hendiéndose en un trozo de pan caliente. Sabía la respuesta. —Estoy seguro que sí, y eso me enorgullece —sonrió, aunque esta sí era una sonrisa que delataba más el carácter de Zetsuo: limítrofe con la insensibilidad y apenas de un milisegundo—. Y sin embargo, hay algo que tienes que hacer para enorgullecerme todavía. Ya te lo he dicho: debes dejar de preocuparte por lo que va a pasar en el futuro o no verás el puñal que venga frente a ti, que será del presente, siempre. »Construye tu muro, Aya... Una cantidad enorme de shuriken se dirigía hacia la espalda de Zetsuo. Pero rápido como una centella el viejo águila había formulado una rápida serie de sellos, y las aguas del lago se levantaron como una furiosa salpicadura de una bestia marina al caer, y las armas fueron engullidas por las olas. Zetsuo se dio la vuelta y observó a los Hozuki que habían venido a capturar al jinchuuriki y a terminar la faena que su compañero no había conseguido ejecutar. —Qué curioso —indicó Zetsuo—. Estos me atacan a mí, ¿qué pasa, que incluso entre los traidores tenéis un traidor? Vuestro compañero iba a matar a vuestro trofeo, no a llevároslo. »Por desgracia para vosotros, ese trofeo es mi hija, y pienso acabar con todos y cada uno de vosotros. El de enfrente, con una máscara de emperador, rugió con una risotada grave y socarrona. ¡Ja! Eres un egocéntrico. ¿Crees que tú solo vas a poder con el poder de nuestro clan? —Podría, pero sería un necio entregarme a una carnicería a ciegas. Prefiero rodearme de la seguridad de mi familia —dijo, y Ayame empezó a notar como el ambiente se volvía frío, cada vez más frío... Gélido—. Ayame. Quédate detrás de mí y no te muevas. Haz lo que te digo. Una fina capa de escarcha comenzó a formarse por debajo de los pies de los Hozuki. ¿Q... Qué es esto? Jo... joder, Kain, ¡v... vamos a morir! ¡Idiota, confía un poco más en tus ha... ha... h...! Zetsuo había formulado unos sellos rápidos, y tras el descender de centenares de plumas blancas en el área donde los enemigos se encontraban, cada uno de ellos había quedado dormido. —Ha sido muy imprudente por su parte venir todos a la una. Padre, ¿crees que esta vez lo hemos logrado? —la voz de Kori, que hasta ahora había estado oculto, surgió de los arbustos tras de Ayame antes de que saliera él. Su hermano se acercó a ella y le revolvió los cabellos. La miró, y los ojos le brillaron con complicidad. —Supongo que sí. Odio admitirlo, pero el chivatazo de Karoi ha sido vital. Si no hubiera sido por él, Ayame... —Pero si se habían transformado en él es que no confiaban en él. Por eso dijo que no podría hacer de doble agente nunca más... Zetsuo suspiró y les encaró de nuevo. —Sí, pero en parte es bueno. Tenemos un aliado más de forma permanente, y los Hozuki nunca habían confiado del todo en él, de modo que lo que haya en las cabezas de estos imprudentes podría ser la pista que nos llevara por fin a su guarida. Supongo que para ellos también era una especie de recurso, aunque espero que no haya estado trabajando también para ellos de doble agente. —No sería capaz de eso, es su sobrina. Lo... lo sé. Supongo que no me fío de nadie. Hubo unos segundos de tenso silencio. ¿Qué harás si Yui decide no acabar con ellos, padre? Exterminaré a cada una de esas ratas aunque tenga que enfrentarme directamente con la mismísima Yui —sentenció. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 24/03/2016 Ayame confiaba en que su padre leyera más allá de sus ojos, como solía hacer en tantas ocasiones. La diferencia era que en aquella ocasión no lo haría en contra de su voluntad o a traición, sino que era ella misma la que estaba desnudando au mente hacia él, para que pudiera captar el mensaje que quería comunicarle sin necesidad de expresarlo con palabras. Por supuesto, no la decepcionó. —Insisto. Si vuelve a pasar, estaremos ahí. Si tengo que morir para salvarte a ti, eso es lo que haré. Eres mi hija —repitió—. Pero insisto también, eso no debería preocuparte. ¿Para qué te alistaste en esta vida si no era para proteger a los tuyos? ¿No intentarías hacer lo mismo si nosotros dos estuviéramos en tu lugar? Estoy seguro que sí, y eso me enorgullece —Zetsuo sonrió fugazmente. Ni siquiera le había dado tiempo a Ayame a responder, pero estaba clara cuál iba a ser su respuesta. Sin embargo, siempre era mucho más fácil aceptar morir en pos de proteger a alguien importante que aceptar que ese alguien importante muriera protegiéndote a ti. Y ese era el dilema al que se enfrentaba Ayame actualmente—. Y sin embargo, hay algo que tienes que hacer para enorgullecerme todavía. Ya te lo he dicho: debes dejar de preocuparte por lo que va a pasar en el futuro o no verás el puñal que venga frente a ti, que será del presente, siempre. A Ayame le pareció advertir la sombra de un movimiento a la espalda de su padre. —Construye tu muro, Aya... —¡Cuidado, papá! El inconfundible sonido sibilante del metal rasgó el aire cuando un enjambre de proyectiles se dirigieron hacia la espalda de Zetsuo. Sin embargo, el veterano jonin ya se había percatado del peligro antes incluso de que Ayame formulara su advertencia. Entrelazó las manos en una secuencia de sellos y las aguas del lago se alzaron súbitamente formando un muro que se tragó las armas para, en cuestión de segundos, volverse a hundir y retornar a la calma. Ahora, un grupo de hombres enmascarados parecían aguardarlos. —Qué curioso —espetó Zetsuo, volviéndose hacia ellos. Al contrario que Ayame, que contenía la respiración en su posición, no parecía sorprendido por aquella súbita aparición—. Estos me atacan a mí, ¿qué pasa, que incluso entre los traidores tenéis un traidor? Vuestro compañero iba a matar a vuestro trofeo, no a llevároslo. Por desgracia para vosotros, ese trofeo es mi hija, y pienso acabar con todos y cada uno de vosotros. «Son aliados del hombre-morena» Comprendió Ayame, tratando de unir las pocas piezas que poseía de aquel extraño puzzle. ¿Pero qué pintaba ella en todo eso? ¿Por qué tenían tanto interés en ella? Lo poco que había podido deducir hasta el momento es que aquellos hombres la buscaban viva, pero parecía que el hombre-morena había tenido el propósito de matarla... —¡Ja! Eres un egocéntrico. ¿Crees que tú solo vas a poder con el poder de nuestro clan? —replicó el que iba al frente del grupo y que vestía una máscara de pez emperador, con risotada grave y burlona. Ayame apretó los puños. Aquella escena parecía un irónico simulacro de lo que habían estado hablando hacía apenas unos minutos. Sentía el peligro rodear a su padre, y no estaba dispuesta a dejarle combatirlo sólo. Pero... —Podría, pero sería un necio entregarme a una carnicería a ciegas. Prefiero rodearme de la seguridad de mi familia —respondió Zetsuo, y cuando Ayame creía que se estaba refiriendo a ella comenzó a sentir frío. Un frío antinatural que calaba más allá de su ropa como la garra de un invierno fuera de lugar. «No puede ser... Él...» —tiritó, incapaz de creer que él pudiera estar allí también —Ayame. Quédate detrás de mí y no te muevas. Haz lo que te digo. Y Ayame se vio obligada a obedecer y a observar una escena de demostración de poder que se quedaría grabada en su memoria durante mucho, mucho tiempo. Una fina capa de escarcha se extendía bajo los pies de los hombres enmascarados, que se vieron pegados al suelo como moscas sobre la miel y comenzaron a soltar alaridos de sorpresa y terror. —¿Q... Qué es esto? —Jo... joder, Kain, ¡v... vamos a morir! —¡Idiota, confía un poco más en tus ha... ha... h...! Zetsuo volvió a entrelazar sus manos, e inmediatamente después los enemigos fueron cayendo inconscientes uno a uno. —Ha sido muy imprudente por su parte venir todos a la una —la voz de Kōri surgió desde unos matorrales cercanos, y su silueta nívea no tardó en descubrirse—. Padre, ¿crees que esta vez lo hemos logrado? Ayame ya había supuesto que su hermano andaba cerca, por la sensación de frío y la escarcha en el suelo. Pero eso no evitó que le mirara con cierto horror y vergüenza. Durante todo aquel tiempo había creído que sólo Zetsuo había seguido su rastro, ¿cuánto tiempo había estado allí? ¿Cuánto había escuchado? ¿Había leído también la carta? Cuando le revolvió el cabello y la miró con aquel gesto de complicidad supo, para su horror, que la respuesta a todas sus preguntas era afirmativa. Y lo que era peor era tener que admitir que todas sus débiles esperanzas de haber sabido sobrevivir en el mundo exterior acababan de verse completamente derrumbadas ante la exhibición de ataque combinado de su padre y su hermano mayor. Comparados con ellos, ella no era más que una mosca... —Supongo que sí. Odio admitirlo, pero el chivatazo de Karoi ha sido vital. Si no hubiera sido por él, Ayame... El nombre de su tío la devolvió de nuevo al presente. —Pero si se habían transformado en él es que no confiaban en él. Por eso dijo que no podría hacer de doble agente nunca más... —Sí, pero en parte es bueno. Tenemos un aliado más de forma permanente, y los Hozuki nunca habían confiado del todo en él, de modo que lo que haya en las cabezas de estos imprudentes podría ser la pista que nos llevara por fin a su guarida. Supongo que para ellos también era una especie de recurso, aunque espero que no haya estado trabajando también para ellos de doble agente. —No sería capaz de eso, es su sobrina. —Lo... lo sé. Supongo que no me fío de nadie. Hubo unos segundos de tenso silencio durante los cuales Ayame miraba de manera alternativa a Zetsuo y Kōri, completamente desorientada, como si estuviera en realidad viviendo un mal sueño. —¿Qué harás si Yui decide no acabar con ellos, padre? —Exterminaré a cada una de esas ratas aunque tenga que enfrentarme directamente con la mismísima Yui —sentenció, y Ayame se estremeció ante su determinación. —E... Esperad. Yo... No entiendo nada —Ayame había tenido la necesidad de intervenir en la conversación prácticamente desde la aparición de los enmascarados. No en vano, era un asunto que la atañía directamente y no entendía nada de nada—. ¿Quiénes son esos hombres? ¿Qué quieren de mí? ¿Por qué llevan máscaras como la del tío? ¿Karoi ya sabía lo que iba a pasar esta noche? ¿Qué es eso de que el tío era un doble agente? ¿De qué guarida estáis hablando? Las preguntas salieron atropellada e ininteligiblemente de sus labios. Ayame, hecha un completo lío, se revolvió el pelo con un gemido de angustia. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 27/03/2016 —E... Esperad. Yo... No entiendo nada. —Zetsuo casi se había olvidado de que Ayame estaba allí, aunque tras dedicar un recoveco de su mente a analizar lo estúpido que sonaba eso casi tuvo que darse un tortazo a sí mismo—. ¿Quiénes son esos hombres? ¿Qué quieren de mí? ¿Por qué llevan máscaras como la del tío? ¿Karoi ya sabía lo que iba a pasar esta noche? ¿Qué es eso de que el tío era un doble agente? ¿De qué guarida estáis hablando? Zetsuo observó a Ayame y los ojos le brillaron con cierta perspicacia antes de que se diera la vuelta y empezase a caminar en dirección contraria. —Kori, explícale todo, yo tengo que ir a avisar a Arashikage-sama y a buscar hombres para capturar a estos malnacidos antes de que despierten, aunque no creo que lo hagan hasta que salga el sol —aseguró. Kori compuso una mueca, la más parecida a la locución «me has dejado con todo el problema aquí» que Kori dibujaría jamás en el rostro. —Volveré enseguida. Quedáos ahí. Con apenas un susurro entre el bramido del viento, Zetsuo se desvaneció en el aire, añadiendo una pequeña brisa a un vendaval. Kori estaba plantado delante de Ayame. Le brillaban los ojos. Señaló al suelo bajo sus pies para indicarle que tomara asiento en la hierba. Sin esperar a que su hermana le obedeciese, él mismo se sentó. Cogió una brizna, la arrancó y dejó que se la llevara el viento, distraído. Retrasando el momento de contarle a Ayame todo. No era algo fácil ni agradable de contar, por muy preparado que se estuviese, por muy frío que uno fuera. De pronto, Kori desvió la mirada, hacia la mochila de la muchacha. Señaló con el dedo índice, y esperó un instante. Un brillo en sus ojos, de nuevo. —Saca mis bollitos y déjalos entre los dos —anunció—. Vamos a tomar algo dulce mientras te cuento todo. Será más agradable. La mirada de Kori decía «no te preocupes, no estoy enfadado contigo por quitarme los bollos, vamos a compartirlos» pero, de fondo, susurraba «no deberías haberte marchado, estaba preocupado». Era extraño encontrar en su níveo hermano tanta expresividad. Y aún así, parecía una estatua, siempre con la misma expresión en el rostro. Quizás, de no verlo expresar nunca lo que sentía, ahora le era más fácil percibir la diferencia. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 28/03/2016 Zetsuo volvió hacia ella sus ojos aguamarina. Un extraño gesto cruzó su rostro y, entonces, se dio media vuelta y echó a caminar. Ayame se adelantó un par de pasos. —¡E...! —Kōri, explícale todo. —La interrumpió, antes de que pudiera formular ningún tipo de protesta—. Yo tengo que ir a avisar a Arashikage-sama y a buscar hombres para capturar a estos malnacidos antes de que despierten, aunque no creo que lo hagan hasta que salga el sol —aseguró, y Kōri compuso la mueca de fastidio más expresiva que Ayame vería jamás en su marmóreo rostro—. Volveré enseguida. Quedáos ahí. Zetsuo desapareció con apenas una brisa que se sumó al bramido del viento. Y justo entonces Ayame reparó en algo: «Espera, ¿¡ha dicho que iba a buscar a la Arashikage?!» Se preguntó, aterrorizada. ¿Pero cómo le iba a explicar lo ocurrido? ¿Cómo iba a explicarle por qué estaba allí, fuera de los dojos, a aquellas alturas de la noche? ¡No se le ocurriría contarle que había descubierto la v...! La mirada de Kōri al volverse hacia ella logró de alguna manera templar su fuego interno. Bajo la escasa luz de aquella intranquila noche, sus ojos escarchados brillaron de una forma peculiar. Señaló hacia sus pies, y Ayame se miró, confundida. Sólo cuando él se sentó se dio cuenta de que la estaba invitando a acompañarle. Con cierto titubeo, Ayame se sentó con suavidad, cruzando las piernas y observando como su hermano mayor arrancaba una brizna de hierba con sus dedos y después dejaba que la furia del viento se la llevara. No parecía muy predispuesto a hablar, y Ayame comenzó a removerse entre inquieta e impaciente. Entonces sus ojos se fijaron en un punto sobre sus hombros, la señaló con el dedo índice, y cuando Ayame se puso rígida como una tabla al pensar que comenzaría a responder sus preguntas, fue algo muy diferente lo que salió de sus labios: —Saca mis bollitos y déjalos entre los dos. «Lo sabe.» Ayame tensó todos y cada uno de los músculos del cuerpo, preguntándose cómo demonios su hermano había percibido la ausencia de sus bollitos tan rápido. Se descolgó la mochila de los hombros. Despacio. Como un atracador al que le han ordenado deponer sus armas. Vamos a tomar algo dulce mientras te cuento todo. Será más agradable. Con manos temblorosas, Ayame rebuscó en el contenido de su mochila. Tuvo que apartar un mapa y algunas prendas de ropa, pero al fin dio con la bolsa con provisiones que había robado de la habitación del hotel. La dejó en el suelo, entre los dos, pero ella enseguida apartó la mano sin coger nada. No tenía hambre. En su lugar, se acababa de dar cuenta de lo cansada que estaba. Por el rabillo del ojo percibió que Kōri no le quitaba el ojo de encima, como si fuera a desaparecer de un momento a otro. Su mirada estaba cargada de una intensidad que jamás había visto en él. Era una mirada que no parecía culparla en absoluto y que estaba cargada de preocupación. Y, sin embargo, Ayame se mordió el labio inferior. —Yo... Lo siento... —balbuceó, con un hilo de voz que amenazaba con nuevos sollozos—. Por lo de los bollitos... Y... Por intentar irme así... A aquellas alturas era inútil tratar de convencerse de que él no habría leído la carta que había dejado con su desaparición. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 31/03/2016 Cuando Ayame depositó la bolsa de bollitos entre Kori y ella, su hermano alargó el brazo e inclinó la espalda y cogió dos, no un bollito con una mano. Dejó uno sobre la otra mano, y se quedó allí, mirándola intensamente unos segundos. —Yo... Lo siento... —balbuceó, con un hilo de voz que amenazaba con nuevos sollozos—. Por lo de los bollitos... Y... Por intentar irme así... Repentinamente y como una centella, uno de los dos bollitos golpeó la cara de Ayame con la parte plana. Afortunadamente, la textura blanda del pastel hizo que apenas sintiera una caricia, sorprendentemente, y el bollo aterrizó en sus manos con delicadeza. —Ahora te lo comes, te callas y escuchas —ordenó Kori, y dio un bocado del suyo con su habitual falta de expresión. Esperó otros veinte segundos más, aproximadamente, pero hasta que Ayame no probara bocado no se dignaría a continuar: —Cuando te eligieron como jinchuuriki, unos extraños que decían representar al clan Hozuki vinieron a casa, reclamandote como suyo por pertenecer, supuestamente, a su clan —explicó—. Obviamente, papá se negó y denunció a la Arashikage los hechos. Entonces, el tío Karoi se ofreció para entregarse a su voluntad y mantenerse en la organización como un doble agente. Hasta ahora, eso ha servido para poco, porque los Hozuki nunca confiaron del todo en él y no le revelaron la ubicación de la guarida ni el lugar de sus reuniones. Pretendían decírselo, pero sólo cuando te entregara. »El tío ha intentado ganar tiempo, pero al parecer, o se cansaron o descubrieron para quién trabajaba en realidad. Ahora tendrá que volver a la vida normal, y todos... deberíamos tener más cuidado. Supongo que Yui acabará con ellos, los detendrá, o algo, pero quizás les de tiempo a escapar o haya un reducto más allá de la aldea. Lo importante... es que ahora estás a salvo. Se comió el resto del bollito de un sólo bocado y alcanzó la bolsa para coger otro más. —¿Te gusta Hanaiko Daruu? La pregunta vino por sorpresa, como una puñalada por la espalda. No había intenciones ocultas en ella, y si las había jamás podría haberlas adivinado. El rostro de Kori era todo hielo, un espejo sin reflejos. Vino rápida, apenas una pequeña pausa tras toda la explicación anterior. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 1/04/2016 Apenas fue capaz de terminar de formular su disculpa. En un abrir y cerrar de ojos, algo blandurrio y que despedía un delicioso aroma a vainilla se estampó contra su cara, callándola de la manera más humillante de callar a una persona. El bollo se deslizó por su rostro, revelando un gesto cargado de estupefacción e irritación, para terminar posándose con delicadeza entre sus manos entrelazadas. —Ahora te lo comes, te callas y escuchas —le ordenó Kōri, y Ayame agachó la cabeza con un ligero mohín. Sólo cuando se dio cuenta de que su hermano mayor iba en serio, que no estaba dispuesto a hablar hasta que probara bocado, Ayame alzó el bollo con parsimonia y se permitió probarlo. El delicioso sabor de la vainilla y de la masa se fundieron en su paladar de manera exquisita... Maldita sea, no recordaba lo buenos que estaban aquellos dulces. Y eso teniendo en cuenta que no estaban recién hechos, como acostumbraba a degustarlos en la Pastelería de Kiroe. —Cuando te eligieron como jinchūriki, unos extraños que decían representar al clan Hōzuki vinieron a casa, reclamandote como suyo por pertenecer, supuestamente, a su clan. —Al fin, Kōri se había decidido a soltar prenda. Y al escuchar sus palabras, los ecos de unos recuerdos lejanos hicieron que Ayame volviera a olvidarse de comer. Unos recuerdos en los que se veía a sí misma espiando desde la puerta de la habitación y a su padre discutiendo con varios hombres en la entrada. Sin embargo, habían pasado muchos, muchos años desde entonces; y no lograba recordar los detalles de aquella discusión—. Obviamente, papá se negó y denunció a la Arashikage los hechos. Entonces, el tío Karoi se ofreció para entregarse a su voluntad y mantenerse en la organización como un doble agente. Hasta ahora, eso ha servido para poco, porque los Hōzuki nunca confiaron del todo en él y no le revelaron la ubicación de la guarida ni el lugar de sus reuniones. Pretendían decírselo, pero sólo cuando te entregara. »El tío ha intentado ganar tiempo, pero al parecer, o se cansaron o descubrieron para quién trabajaba en realidad. Ahora tendrá que volver a la vida normal, y todos... deberíamos tener más cuidado. Supongo que Yui acabará con ellos, los detendrá, o algo, pero quizás les de tiempo a escapar o haya un reducto más allá de la aldea. Lo importante... es que ahora estás a salvo. Ayame se ruborizó un tanto al escuchar aquellas últimas palabras, removiéndose con cierta inquietud al pensar también que ella misma se había puesto en peligro con su intento de escapada. Todas aquellas revelaciones abrían nuevas cuestiones, pero antes de que pudiera siquiera pensar en cómo formularlas, su hermano se adelantó para tomar otro bollito tras haber devorado el primero y volvió a intervenir: —¿Te gusta Hanaiko Daruu? A Ayame le costó algunos segundos reaccionar a una pregunta tan inesperada. Tardó otros tantos en preguntarse si realmente había escuchado bien o el creciente cansancio le estaba jugando una mala pasada. Pero cuando lo hizo, su rostro se encendió en mitad de la noche como una luciérnaga. Menos mal que no tenía la boca llena, porque se habría ahogado. —¿Qué...? —preguntó, con un hilo de voz, y su exclamación sonó como si la estuviera estrangulando con sus propias manos. En un acto reflejo, sus ojos volaron hacia los bollitos de vainilla, como si temiera encontrarse con el rostro del hijo de su creadora en cualquiera de ellos—. A... ¿A q... Qué viene esa... Pregunta...? ¿Tan de repente? Daruu es un... Buen amigo... Mi mejor amigo dentro de la aldea... Por no decir el único. —¿Por qué...? —de repente cayó en la cuenta de que aquella misma tarde se había ido a despedir de Daruu al hospital, y su rostro perdió todo color—. ¿Él también lo sabe ya? Lo de mi escapada... RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 3/04/2016 —¿Qué...? —preguntó Ayame, tan sólo después de unos segundos, con su voz pendiendo de un fino y frágil hilo. Le desvió la mirada y la clavó en la bolsa de bollitos. Como esperaba, el rostro de su hermana no mintió, a diferencia de sus labios. Ayame no era de las que sabían ocultar las cosas dibujando caras que no existían en el lienzo. Ya había recabado la información que necesitaba para afirmar lo que hasta ahora sólo sospechaba. A... ¿A q... Qué viene esa... Pregunta...? ¿Tan de repente? Daruu es un... Buen amigo... Mi mejor amigo dentro de la aldea... Sostuvo la gélida mirada a pesar de que la de Ayame estuviera perdida en otro sitio. Y con ella, sostuvo el silencio, pues a más callaba más cosas descubriría. —¿Por qué...? —De nuevo, la expresión de Ayame la traicionó, aunque no tenía manera de averiguar por qué—. ¿Él también lo sabe ya? Lo de mi escapada... Kori terminó su segundo bollito. Le hizo un gesto a su hermana, extendiéndole la palma para indicar que esperara, y con la otra mano cogió un tercero y le dio un bocado. —Siempre que hagas uso de la razón, puedes enamorarte de quien quieras y encapricharte de quien quieras. Nadie debería privarse de esas cosas —indicó Kori, ya con la boca vacía. Lo indicó, es decir, no estaba reprochando ni intentando calmarla, simplemente, lo constató—. Sólo quería decirte que él parece también algo interesado en ti. De modo, que si acabáis siendo algo... Si te hace daño, sólo dímelo. Y me encargaré de ponerlo en su sitio. Su voz sonó tajante y fría como un carámbano afilado, y Ayame supo que sería capaz de todo si eso ocurría. —Podría decirte otras cosas, como que más vale que padre se entere tarde y despacio. Lo más tarde que pueda, y lo más despacio que se pueda —añadió—, pero eso seguro que ya lo sabes tú. »No tengo noticias de que Daruu sepa nada de esto, pero más vale que no cuentes nada a nadie. Y ni se te ocurra hablar de lo de Kusagakure con nadie, ni siquiera con él, es un secreto de estado enorme. Podríamos meternos en problemas. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 4/04/2016 Ayame esperó la respuesta de Kōri. Esperó. Esperó durante varios tensos segundos con el corazón palpitándole en las sienes. Pero su tajante silencio le obligó a alzar la mirada de nuevo, buscando aunque fuera una respuesta en sus inexpresivos ojos gélidos. No pudo reprimir que una sonrisilla curvara sus labios al ver que, lo que de verdad ocurría, era que su hermano se encontraba indispuesto para responder. Habiendo devorado el segundo bollito, Kōri levantó la mano para pedir algo de tiempo para tragar. Sin embargo, aún cogió un tercero y le dio un bocado antes de volver a hablar. —Siempre que hagas uso de la razón, puedes enamorarte de quien quieras y encapricharte de quien quieras. Nadie debería privarse de esas cosas —constató Kori, y a Ayame volvió a encendérsele el rostro. —P... Pe... Pero... Y... Yo... —Sólo quería decirte que él parece también algo interesado en ti. «¡¿Que qué?!» De repente, Ayame sentía calor. Muchísimo calor. —De modo, que si acabáis siendo algo... Si te hace daño, sólo dímelo. Y me encargaré de ponerlo en su sitio. —su rostro y su voz seguían calmos como las aguas de un estanque en invierno. Sin embargo, las últimas palabras que pronunció Kōri resonaron como el estruendos chasquido de un iceberg resquebrajándose. Sin embargo, Ayame casi no fue capaz de percibirlo. Quería responder, pero le había arrancado las palabras de la garganta. Y estaba aturdida. Muy aturdida. Todo le daba vueltas vertiginosamente. Sentía que la cabeza le ardía como si le hubiesen prendido fuego. Tuvo que apoyar una mano sobre el suelo para asegurarse de que seguía ahí, de que no iba a desvanecerse y hacerla caer en un abismo sin fin. Su hermano seguía hablando, pero sus palabras resonaban en sus oídos ahogadas, distorsionadas, opacadas por los latidos de su corazón bombeando sangre en sus tímpanos. Era incapaz de seguir escuchándole. ¿Pero qué tonterías estaba diciendo? ¿A ella le gustaba Daruu? Era cierto que se había convertido en su mejor amigo dentro de la aldea, en su único amigo dentro de la aldea. Era cierto que había llegado a confiar en él hasta un punto similar a como confiaba en su padre o su hermano. Era cierto que le parecía interesante, que le intrigaba... Era cierto que le parecía atractivo... ¿Eso era lo que significaba que le gustaba una persona? «Pero aunque fuera verdad...» Su mano tembló violentamente cuando la alzó y agarró con fuerza inusitada la cinta de tela que cubría su frente. «Aunque me gustara Daruu, él...» —...Más vale que no cuentes nada a nadie. —la voz de Kōri se coló en su mente como una cuña de hielo, devolviéndola al presente—. Y ni se te ocurra hablar de lo de Kusagakure con nadie, ni siquiera con él, es un secreto de estado enorme. Podríamos meternos en problemas. —No tenía intención de contárselo a nadie... —balbuceó, con un debilitado hilo de voz de autómata. Su mente seguía lejos de allí. «...Si te hace daño, sólo dímelo. Y me encargaré de ponerlo en su sitio...»
Y, de repente, algo hizo click en su cabeza. Una ladina sonrisa estrechó sus labios. —Aaaaahhhh... Ya sé a qué viene todo esto de Daruuuuu. Nunca me has visto con otro chico que no fueras tú, y claroo... —canturreó, y ladeó el rostro con una risilla y le señaló con el dedo índice—:Tienes que actuar como el hermano mayor. »¡Estás CELOSO! RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 6/04/2016 Ayame sonrió perversamente, y Kori levantó una ceja, confuso. De su actitud a punto de derrumbarse no quedaba ni rastro. Como si acabase de tener alguna idea de bombero. —Aaaaahhhh... Ya sé a qué viene todo esto de Daruuuuu. Nunca me has visto con otro chico que no fueras tú, y claroo... —Ahí estaba, definitivamente. Ladeó el rostro, soltó una risilla juguetona y le señaló con el dedo índice—. Tienes que actuar como el hermano mayor. »¡Estás CELOSO! Si Zetsuo hubiera aparecido en aquél momento, en el claro, tal vez hubiera pensado que aquél señor que vestía de blanco no era en absoluto su hijo Kori. Nada habitual en él, el muchacho había soltado una distendida carcajada, que sin duda era una de muchas en una fracción abismal, abismal de tiempo. Pero cuando se limpió las lágrimas su rostro apenas tardó unos segundos en recuperar su falta de expresividad. —Eres tonta, hermanita —aseguró—. Mi papel de hermano mayor es sólo asegurar que no te pase nada. Y si Daruu resulta ser un buen chico, pues está bien así. Terminó el último bocado de su bollito. Echó un vistazo a la bolsa. Le brillaron los ojos. Cogió otro y le dio un bocado. —Además, a lo mejor sabe hacer también estos bollitos, y si eso es así... pues está bien así, también —aseguró, con un especial brillo de entusiasmo en sus ojos. Bueno, el brillo de entusiasmo que Ayame sabía distinguir entre el mar de inocuidad de los gestos de Kori—. ¿No tienes alguna pregunta más? Dejemos lo de Daruu. Es posible que no podamos hablar de lo de Kusagakure con tranquilidad y con sinceridad a partir de que vuelva padre. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 7/04/2016 Había esperado cualquier tipo de reacción por parte de Kōri. Había esperado recibir su mirada impasible como dos bloques de hielo. Había esperado incluso que volviera a lanzarle el bollito a la cara... Pero jamás podría haber esperado lo que ocurrió a continuación. Kōri, el impasible, el inexpresivo, el inquebrantable hielo; rompió a reír súbitamente y la sensación que le produjo a la estupefacta Ayame, que se había quedado casi literalmente congelada en el sitio, fue la misma que si hubiera escuchado cómo un glaciar se resquebrajaba y se rompía bajo sus pies. Aquello había sido tan sorpresivo como ver un perro verde por la calle, y durante un instante Ayame llegó a dudar de que aquel chico fuera realmente su hermano; tal y como había ocurrido con el Karoi impostor. Su mano derecha se movió ligeramente, y poco le faltó para liberar el kunai que escondía bajo su manga. Hasta que recordó la pasión de Kōri por los bollitos de vainilla; hasta que recordó que el suelo se había congelado bajo sus pies, atrapando a todos los Hōzuki que habían atentado contra ella... —Eres tonta, hermanita —soltó, enjugándose las lágrimas y recuperando en cuestión de segundos aquel rostro marmóreo e impasible que conocía tan bien—. Mi papel de hermano mayor es sólo asegurar que no te pase nada. Y si Daruu resulta ser un buen chico, pues está bien así —tomó otro bollito tras devorar con una última dentellada el último. ¿Pero cuántos llevaba ya? Ayame se apresuró a terminarse el suyo engulléndolo como un pavo y estiró la mano para alcanzar el que sería su segundo bollito. ¡Si no espabilaba iba a dejarle sin ninguno!—. Además, a lo mejor sabe hacer también estos bollitos, y si eso es así... pues está bien así, también —aseguró, con un especial brillo de entusiasmo en sus ojos, y Ayame entrecerró los ojos ligeramente. «¿No te estarás inventando todas esas tonterías como una posibilidad para tener bollitos asegurados, no, hermano?» Pensó, pero no llegó a formular la pregunta en voz alta. Pese a todo, seguía sintiendo aquel extraño cosquilleo en las mejillas y la base del estómago. ¿Le gustaba Daruu? ¿Él sería capaz de sentir algo más allá de simple amistad por alguien como ella? Le dolía el corazón de solo pensarlo... ¡Maldita fuera Kōri! ¡Solo había conseguido confundirla aún más! —¿No tienes alguna pregunta más? Dejemos lo de Daruu. Es posible que no podamos hablar de lo de Kusagakure con tranquilidad y con sinceridad a partir de que vuelva padre. Ayame suspiró, aliviada en parte por el cambio de tema. Sin embargo, el cosquilleo en su pecho se vio rápidamente sustituido por aquel sentimiento de terror que llevaba atenazándola desde el principio de la noche. No. Desde que comenzaron las pesadillas. —En realidad... —Agachó la mirada, y se abrazó las rodillas en un vano intento de hacerse más pequeña. Le costó algunos segundos seguir hablando, y cuando lo hizo bajó la voz hasta convertirla en apenas un susurro—. Aún no conozco lo más importante... Sé que fui yo la que lo hizo. Se me han grabado a fuego absolutamente todos los detalles de aquella noche... —volvió a llevarse la mano a la frente, y sus dedos aferraron sus cabellos casi con brusquedad—. Pero... no sé... por qué. Alzó la mirada, de nuevo temblorosa, y buscó algún tipo de sustento en la gelidez de los ojos de su hermano. —¿Por qué se decidió hacer eso? ¿Por qué tuve que ser yo? ¿No había cualquier otra manera? —le preguntó, con voz asfixiada. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 11/04/2016 —En realidad... —Su hermana bajó los ojos, se abrazó las rodillas y tardó unos segundos en continuar—: Aún no conozco lo más importante... Sé que fui yo la que lo hizo. Se me han grabado a fuego absolutamente todos los detalles de aquella noche... —Se llevó la mano a la frente, y se agarró el pelo con desesperación. Pero... no sé... por qué. De nuevo le miró a los ojos, pero Kori apartó la mirada. Nada más cambió en su rostro. —¿Por qué se decidió hacer eso? ¿Por qué tuve que ser yo? ¿No había cualquier otra manera? —Yo no lo sé, y si nos correspondiera juzgar las órdenes de nuestros superiores, diría que Yui actuó de forma imprudente. —opinó indirectamente—. Pero no nos corresponde juzgar las órdenes de la Arashikage. »No sabes qué te hicieron, sólo que te lo hicieron, y tú no caminaste a Kusagakure por tu propio pie. Tampoco fuiste tú la que mató a toda esa gente. Ni siquiera lo hiciste bajo las órdenes de nadie, porque te utilizaron. No, ni siquiera te utilizaron, porque utilizaron al Gobi. Terminó de comerse el bollito e intentó alcanzar la bolsa para coger otro más. Pero la bolsa estaba vacía. Frunció el ceño y suspiró melancólicamente. —De modo que tú no has hecho nada. Quítatelo de la cabeza, para mí nada ha cambiado, sigues siendo mi hermana, y ya está. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Aotsuki Ayame - 11/04/2016 Kōri rehusó su mirada. Era la primera vez que lo hacía, y a Ayame se le encogió el corazón al ver esa fracción de debilidad en su hermano mayor. Sin embargo, su rostro seguía siendo aquella máscara perfecta tallada en hielo. —Yo no lo sé, y si nos correspondiera juzgar las órdenes de nuestros superiores, diría que Yui actuó de forma imprudente. —opinó, y Ayame se mordió el labio inferior al querer intervenir. Pero antes de que pudiera hacerlo, Kōri siguió hablando—. Pero no nos corresponde juzgar las órdenes de la Arashikage. »No sabes qué te hicieron, sólo que te lo hicieron, y tú no caminaste a Kusagakure por tu propio pie. Tampoco fuiste tú la que mató a toda esa gente. Ni siquiera lo hiciste bajo las órdenes de nadie, porque te utilizaron. No, ni siquiera te utilizaron, porque utilizaron al Gobi. De modo que tú no has hecho nada. Quítatelo de la cabeza, para mí nada ha cambiado, sigues siendo mi hermana, y ya está. El nudo en su garganta se hizo aún más doloroso. —¿Pero por qué lo hicieron? —insistió, con lágrimas de desesperación en los ojos. Se había inclinado hacia Kōri al tiempo que este alzaba otra mano para tomar otro bollito y darse cuenta, para su completa decepción, de que la bolsa estaba ya vacía. El tiempo apremiaba, y Ayame ansiaba conocer la respuesta a aquella pregunta—. ¿Qué le llevó a Yui a cometer esa locura? Porque tiene que haber una razón, ¿no...? Tenía que haberla. En realidad, nada podía justificarle esa masacre. Pero no podía haberse manchado hasta los antebrazos de sangre por el simple capricho de unos gobernantes. Se negaba a aceptar esa realidad. En realidad, aquella había sido su única pregunta desde el principio. RE: Espero que algún día podáis perdonarme - Amedama Daruu - 11/04/2016 —¿Pero por qué lo hicieron? —El shock en el que entendió que debía estar Ayame no le dejó ver más allá del por qué a mí. Comprendió entonces que Ayame no estaba buscando en realidad la respuesta de por qué había tenido que ser así, sino el por qué, la raíz de todo el problema—. ¿Qué le llevó a Yui a cometer esa locura? Porque tiene que haber una razón, ¿no...? Kori asintió tres veces, satisfecho con la pregunta. —Perdón, perdón. Sí, creo que deberías saberlo —dijo—. En realidad el relato oficial no va tan desencaminado. Ellos tenían al Kyuubi. Por lo que sabemos padre y yo, unos espías de Uzushiogakure averiguaron que Kenzou pretendía usar el Kyuubi contra nosotros, lo que significaba la ruptura del Pacto y un peligro para nuestras aldeas. »El Pacto no se rompió porque Kusa había sido destruída, sino porque la Uzukage y la Arashikage diferían en su método de respuesta. Se ve que la Uzukage pretendía reunirse para deliberar qué hacer con Kusa. Yui-sama optó por atacar por sorpresa. Entiendo lo que pensó, que si no hubiera actuado como lo hizo, tal vez hubiera dado tiempo a que Kenzou nos atacara con el zorro de nueve colas, y habría habido guerra. Habría habido más muertes. Y quizás también te habría salpicado a ti, por doble. Se tapó la frente con un pulgar y el índice y se la arrugó, confuso. —Ni siquiera sé si lo que hizo está bien o está mal, considerando esas opciones. Lo que no me gustó fue que te utilizase sin avisar. Pero no nos corresponde juzgar órdenes —repitió. |