Un nuevo hogar - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Base de datos del rol (https://ninjaworld.es/foro-base-de-datos-del-rol) +--- Foro: Historia, acontecimientos y ambientación (https://ninjaworld.es/foro-historia-acontecimientos-y-ambientacion) +---- Foro: Tramas pre-reset 2017 (https://ninjaworld.es/foro-tramas-pre-reset-2017) +---- Tema: Un nuevo hogar (/tema-un-nuevo-hogar--718) Páginas:
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RE: Un nuevo hogar - Aotsuki Ayame - 8/10/2015 Kaido tardó algunos segundos en responder, y Ayame terminó por volverse de nuevo hacia él con gesto interrogante. Sintió un desagradable escalofrío cuando vio cómo se pasaba la lengua entre aquellos afilados dientes en un gesto dubitativo. Aunque su contestación no la dejó indiferente, y la kunoichi no pudo reprimir una media sonrisa, en cierto modo satírica. «Vaya. Sí que debe tener confianza en sí mismo si piensa que podría llegar a vencer a algo parecido a un dios.» Pensó. De hecho, las palabras del tiburón prácticamente excluían a cualquier persona sobre la faz de la tierra menos a él. Y a la Arashikage. —Yui-sama es la kunoichi más fuerte de Amegakure —correspondió, con un leve asentimiento. Conocía de sobra las leyendas que se habían formado a su alrededor, conocía la mujer que se había labrado en torno a ella como una persona férrea y de puño de hierro. Y, sin embargo...—. Pero no creo que sea invencible. No me malinterpretes, debería estar loca para desafiar a la líder de nuestra aldea. Pero si estamos hablando de algo así como un dios, no creo que ningún mortal sobre la faz de la Tierra pudiera hacerle frente siquiera, ¿no te parece? —Quizás lo más parecido a un dios para hacerle frente sería Rikudō Sennin... o los bijū Se rio. Pero era una risa amarga. Más bien temerosa. RE: Un nuevo hogar - Umikiba Kaido - 19/10/2015 Kaido tampoco estaba muy convencido sobre lo que había dicho sobre la líder de su aldea. Tan sólo fue una forma de glorificar a la mujer que llevaba el liderato de miles de personas y que se encargaba de mantener el orden y la paz entre sus ciudadanos. Y aunque quisiera obtener respuesta de ese escenario, ninguno de los dos tenía la experiencia ni la capacidad de comprobar o cuantificar el verdadero poder de Yui-sama ni, en su defecto; el de un Dios. Habría que esperar a que los tiempos de guerra tocaran de nuevo a sus puertas y tuvieran la oportunidad de ver a la Arashikage actuar. Aunque con el tratado de paz existente entre las tres grandes naciones, era probable que eso no sucediera en el futuro más inmediato. Quizás en un par de años más, cuando ese tratado se desgaste. Porque si hay algo verídico en el mundo es que nada dura para siempre. De cualquier forma, Ayame apostaba por la razón en ese aspecto. Un humano por más fuerte que fuera no era equivalente a una deidad. Así que concluyó su intervención equiparando la situación entre focos más igualados y fue allí cuando entraron los bijū en el panorama. Rikudō Sennin también jugaba un papel importante, pero no era una figura tan palpable como la de las bestias con colas, siendo que Kaido; de alguna forma, tenía a una justo en frente de él. —O los Bijū —dijo él, enfatizando casi de inmediato lo que su compañera había dicho. Y allí le miró con palpable complicidad, como quien sabe a lo que se estaba refiriendo. Porque esa risa nerviosa de Ayame tenía un significado, quizás similar para ambos. Ella podía enfrentarse a un Dios. —En fin, quizás nunca podamos saberl... La voz del tiburón se entrecortó en seco. Su rostro se empalideció —como si eso fuera posible—. y se vio obligado a tragar saliva. Era la primera vez y probablemente la última en que alguien le vería ponerse tan nervioso. Se podía notar que Kaido se había inundado de temor en ese momento, ¿pero por qué?... Giró su cabeza un par de centímetros a la izquierda de Ayame. Y detrás, aguardaban cuatro sombras que se hacían cada vez más diferenciables una de la otra. Pero el gyojin sabía perfectamente quienes eran, aunque la única que le hacía sentir aliviado era la presencia de Yarou-dono, su "protector". El viejo le miró con severidad, tratando de enviarle un mensaje. Porque no era nada usual que él o los otros tres ninja más jóvenes que le acompañaban estuvieran allí. Nunca se habían molestado en cuidar donde o como estuviese, así que si se encontraban allí era por una razón de peso. —Nos vamos —sentenció Yarou. Kaido volteó a ver a su compañera de conversación y le soltó una sonrisa temerosa, aunque era difícil percibirlo así cuando detrás aguardaban la fila de navajas que tenía por dientes. —Yo... debo irme. Te veo luego, ¿vale? «Claro... como si eso fuese a suceder» Resignado, Kaido comenzó a alejarse del lago, no sin antes darle un último vistazo. Luego siguió caminando junto a los 3 escoltas, perdiéndose en las sombras de un par de edificios aledaños. RE: Un nuevo hogar - Aotsuki Ayame - 20/10/2015 Kaido asintió a su afirmación, pero Ayame se estremeció violentamente cuando percibió la mirada de complicidad que le había dirigido. Incluso sus ojos eran afilados como navajas. Había estado a punto de añadir algo más, pero las palabras del chico-tiburón se cortaron en el aire. Ayame le miró, sobresaltada por aquella vacilación en alguien que había demostrado estar tan seguro de sí mismo hasta el momento, y se sorprendió aún más al ver que su rostro, ya extrañamente azul de por sí, había palidecido hasta adquirir el color de un cielo nublado. Después de todo, ¿a qué podía temerle un tiburón, el rey del océano? No tardó en averiguarlo. Siguió la dirección de su mirada con cierta inquietud. Allí, tras su espalda, cuatro sombras se recortaban amenazadoras contra la lluvia de Amegakure. «¿Quiénes son?» Ayame no conocía a ninguna de ellas, pero no le daba demasiada buena espina el hecho de que alguien como Kaido pareciera tenerles aquel pavor. Inconscientemente, todos los músculos de su cuerpo se pusieron en tensión. Estaba lista para huir si se presentaba la necesidad. Afortunadamente, sólo parecían estar interesados en su acompañante, y con una orden del más anciano de todos ellos, el tiburón acudió a su presencia dócil como una merluza. —Si... claro... —tartamudeó, sin saber muy bien qué debía decir o cómo debía actuar. Kaido se marchó del lugar con los otros hombres. Sus figuras se recortaron en la distancia con lentitud, hasta que densa cortina de agua terminó por taparlos por completo. Y fue en el momento en el que los perdió de vista cuando Ayame pareció despertar. Ni siquiera se dio cuenta de que había dejado caer el paraguas. Rápida como una gacela, se había dado la vuelta y había echado a correr hacia la seguridad del interior de la aldea, aún con aquella opresión en el pecho que la tensión de los últimos instantes le había dejado. |