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(B) La tumba de Umikiba Kaido - Versión para impresión

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RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Umikiba Kaido - 9/12/2018

¿Y qué? quiso decir. Los tiempos daban. La llamada Paz de Shiona perduraría, tambaleante, pero perduraría. Al menos hasta que Uchiha Datsue perdiera su follón por una cebolla. A partir de ahí, a partir de ese preciso instante, todo; Todo, se fue a la mierda.

El rostro de Kaido trató de mantenerse inmutable mientras Otohime volteaba las cartas. Una a una, más impredecible que otra, iban revelando los distintos y posibles planes que tenía Dragón Rojo con él. Distintos escenarios, a cada cual, más perjudicial que el otro. Y todo, por supuesto, supeditado a su lealtad. O a la incipiente duda que aún recaía sobre ella.

—Casi que hubiérais preferido que realmente no fuera un renegado. Qué curioso —respondió—. pero ya lleváis medio mes sabiendo que, en efecto, todo eran pájaros revoloteando vuestras cabezas. Y aún no soy un cadáver y sigo bastante lejos del País de la Tormenta. ¿Entonces qué va a ser?


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Uchiha Datsue - 9/12/2018

Vaya que si lo hubiesen preferido. Otohime tenía todavía ciertas dudas con él. Algo no le cuadraba. Pero como inventora del Bautismo Draconiano, sabían que estaban a salvo. Y que, con el tiempo, todavía más.

Así le había pasado a ella.

Tu cadáver entonces —respondió—. No queda otra que entregarles tu cadáver. Y mejor que lo encuentren lejos de aquí, ¿verdad? —preguntó a Kyūtsuki, quien se encogió de hombros—. Para no llamar la atención.

»¿Propones algún sitio? Tenemos que asegurarnos de que lo encuentren, pero que sin parezca tampoco demasiado sospechoso.


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Umikiba Kaido - 9/12/2018

Oh, Otohime podía ser una mujer mayor. Pero vaya que le gustaba jugar. Sobre todo con los jodidos supuestos. Para su poca suerte, Kaido también era bastante coqueto en ese aspecto, así que tiró su dado y esperó a ver qué cara le salía. A ver si la suerte, al menos una vez en la vida, decidía sonreírle tal y como hacía él con todo y todos.

Se llevó el dedo índice a la barbilla y arrugó la nariz. Estaba pensando en un lugar adecuado para cavar su propia tumba.

—En algún lugar entre el Bosque de los Hongos y la frontera con el País del Rayo sería lo ideal —sugirió—. hay un par de ninjas de Kusagakure que se toparon con Kaido en una noche turbia, allá en una de sus dos Riberas. Está de más decir que parecían bastante alertados con el hecho de que el pobre escualo no llevase bandana, y cargase una jodida espada gigante a la espalda. Después del alboroto, salieron corriendo a contarle a papá lo sucedido, seguramente.

»En lo personal, no es la muerte más digna ni mucho menos. Pero qué se le va a hacer. Uno no tiene potestad en cuanto cómo abandonamos este mundo tan cruel.



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Otohime lució complacida. Usar a un intermediario para realizar la entrega. Le gustaba. Le gustaba mucho.

Muy gracioso —comentó, ante la gracieta de que no era la muerte más digna—. Pues veremos qué opina el resto, pero me parece buena idea. Ahora solo necesitamos el cadáver de un varón de tu estatura para que Kyūtsuki haga su magia.

Y un trozo de tu piel.

Ah, sí. Lo siento por eso, pero es indispensable. —En realidad no lo sentía—. Tarde o temprano alguien acabaría reconociéndote y la tumba de Kaido se convertirá en la de un desconocido sin rostro. Pero hasta entonces, ese tiempo que nos hemos ganado tranquilos.


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Y la suerte, esa vez con grandes senos y una figura escultural, sí que le sonrió. No, es más, hizo mucho más que eso. Muchísimo más.

«Uhm. Qué habilidad más interesante.»

—Está bien, es un precio mínimo a pagar. Habrá que salir entonces a cazar a mi doble.


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Antes deberíamos esperar a…

Yo te acompañaré —dijo Kyūtsuki, levantándose.

Otohime frunció el ceño.

Habría que avisar a…

Avisa lo que quieras —respondió impaciente.

Si Kaido la acompañaba, captaría una inusual fragancia desprendiendo de ella. Era una mezcla de Betadine, desinfectante y perfume de rosas. Lo segundo de lo que se dio cuenta —o que recordó, más bien—, es lo débil que se encontraba. Estar sentado había ayudado a que se le olvidase, pero hasta los dioses dudaban de que pudiese empuñar a Nokomizuchi con eficacia.

Se encontraron con agua de nuevo. Y luz natural al fondo. Un bote con remos les esperaba.


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Un súbito mareo le abordó en cuanto trató de levantarse. Casi que le impidió prestar atención al leve intercambio de ideas entre Otohime y Kyūtsuki. Daba igual, la segunda estaba plenamente dispuesta a ayudarle para encontrar al ingrediente primordial para ella crear aquella diversidad que tan bien le vendría a Dragón Rojo, si Amegakure acababa creyéndoselo.

Finalmente, a la cumbre del túnel, agua. Agua natural. Y un bote.

Kaido subió, débil, y se dejó caer en el taburete.

—Habéis pensado que, aunque encuentren el cadáver y crean realmente que estoy muerto, ¿no puedo llegar a encontrarme con uno de ellos algún día? ¿o es que pensáis que permaneceré encerrado de por vida en estas cavernas de mierda?


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Uchiha Datsue - 9/12/2018

Pues claro que lo habían pensado. De hecho, Otohime acababa de reconocerle dicha posibilidad hacía tan solo un minuto, alegando que, de ser el caso, al menos se habrían ganado un tiempo de estabilidad.

Kyūtsuki se señaló la máscara.

Te vas a encontrar con más de uno de ellos —previó—Depende de ti lo bueno que seas ocultando tu identidad. O lo hábil que seas para que no puedan contárselo a nadie.

Y la barca se adentró en el mar.


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Kaido asintió, sólo entonces; al ritmo de las distintas voces que ahora emergían desde el interior de su intrigante máscara. Llevaba una hora tratando de imaginar qué era lo que escondía esa mujer tras aquella careta, pero ahora, con la posibilidad de que Kyūtsuki pudiera convertirse en quien ella quisiera, resultaba sencillamente imposible.

—Bien. Veré de ser lo bastante persuasivo como para que no me delaten. —sentenció, poco antes de que la pequeña barcaza se adentrara, nuevamente, al mar.


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Uchiha Datsue - 16/12/2018

Estaba anocheciendo, y el cielo estaba teñido de luces naranjas y crepusculares, con un tono más rojizo de lo habitual, casi como premonición de lo que abajo, en tierra de los mortales, estaba a punto de suceder.

Habían caminado durante horas, alejándose de la ciudad, en busca de una presa solitaria. Cuando creían que ya no encontrarían una que se amoldase a su particular gusto, un gritito agudo les había llamado la atención.

Se habían acercado como dos tiburones oliendo sangre, pero se habían contenido, a tiempo, camuflándose en el ambiente como serpientes cuando alcanzaron a verles. Eran dos. Una niña, que no pasaba de los cuatro años. Y un chico, que no debía superar los quince.

¡Oniii-chan! —exclamaba y reía la niña. Su hermano acababa de pescar un pez, y ya recogía la caña conocedor de lo tarde que se les había hecho.

Estaban frente a un río, vestían harapos sucios y el chico… Oh, el chico. El chico tenía la misma altura y corpulencia que Kaido. La máscara de Kyūtsuki se giró hacia el Tiburón, y éste notó su mirada clavada en su persona.

No podía haberles caído presa más perfecta.


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Umikiba Kaido - 16/12/2018

Los matices vespertinos que anunciaban la escondida de un sol tenue y cansado inundaban el cielo. Tanto así le había llevado a los dos Cabeza de Dragón poder encontrar siquiera una nimia aproximación a un objetivo que cumpliera con las expectativas necesarias para tener el honor de suplantar al gran Tiburón de Amegakure en su muerte anunciada.

El grito de emoción, agudo y gentil, finalmente llamó la atención de ambos. Provenía de una inocente niña que aparentaba no más de cinco años, y a su lado; un muchacho que, por obras de destino, contaba con características físicas similares a las de Kaido. Kyūtsuki lo supo inmediatamente. Kaido, también.

Él era la presa perfecta.

El Kaido sin tatuaje, sin embargo, se lo hubiera pensado dos veces. No porque fuera más débil que aquel que ahora poseía la marca, sino que el gusto por la sangre no podía satisfacerse a costa de ciertas cosas. Hasta el mar mismo tenía sus leyes. Ahora, no obstante, la tranquilidad de Dragón Rojo dependía del tiempo que aquel subterfugio iba a ganarles. El de que encontraran su cadáver y pensaran que estaba muerto. No podía sentirse caprichoso durante aquella velada. Su mandíbula iba a caer, de igual forma, con todo el peso de su bestialidad sobre aquel muchacho aún y cuando no se lo mereciera.

—Hagámoslo rápido —sentenció—. encárgate tú de la cría.

El tiburón abandonó su escondrijo y avanzó, silencioso, rodeando la circunvalación del río. Hasta que sintió que era prudente aparecer al pescador por la espalda.

—¿Qué hacen dos jovencitos a estas horas tan cerca del río?


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Uchiha Datsue - 16/12/2018

La niña dio semejante chillido al verle que se oyó en todo el bosque, eclipsando el alarido de su propio hermano. El chico parecía igual de su asustado que ella, pero por ese instinto de protección que poseían ciertos hermanos, se puso delante de ella como si fuese su escudo.

Escucha, no queremos problemas… —Un monstruo salido de la nada y con una espada a la espalda. Definitivamente aquello era sinónimo de problemas—. Solo tenemos esto —le enseñó la cesta con dos truchas en ella—. Nada más de valor. Lo juro. C-cógelo si quieres —se obligó a decir, como si al pronunciar cada palabra su lengua se clavase con un aguijón.

Kaido estaba cansado. Muy cansado. Había hecho caso omiso a su cuerpo, que le pedía algo que llevarse a la boca desde hacía horas. Sabía que solo tendría una oportunidad. Como aquellos chicos empezasen a correr, tenía serias dudas de que pudiese seguirles el ritmo antes de caer desfallecido.


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Umikiba Kaido - 16/12/2018

La adrenalina era una aliada peligrosa. En ocasiones, te hacía olvidar de lo maltrecho que podía estar tu cuerpo sólo por perseguir el cauce de instinto. El de la supervivencia. Pero allí, en los momentos más críticos, la hija de puta siempre te traicionaba. Se agotaba súbitamente para dejarte en una situación bastante comprometedora.

Kaido lo sabía. Tenía una única bala en la recámara. Más le valía no errar el tiro.

—Yo tampoco quiero problemas. Sólo quiero...fiusm, la figura de Kaido se deshizo en el aire tras un movimiento imperceptible incluso para los ninja más versados. Apareció medio segundo después frente a aquel muchacho con el brazo simbolizando una "L" y encajando la abertura en su pecho. A esa velocidad, y con la fuerza del impacto, le harían caer abatido por la inercia de la guillotina, probablemente sin mucho aire con el cuál respirar aliviadamente.


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Uchiha Datsue - 16/12/2018

¡Plac! El joven cayó como una columna en el suelo. Desmoronándose, sin posibilidad a levantarse de nuevo.

¡Oniiiii-chaaaaaaaaan! —Un chillido agudo y desgarrador penetró en sus oídos. Era la hermana, llorando desconsolada. Le temblaba el cuerpo, le caían los mocos y sollozaba de forma incontrolada.

Por raro que pareciese, no parecía tener miedo por ella. Sino por su hermano. Porque algo le pasase. Hubiese corrido hasta él, pero los brazos insensibles de Kyūtsuki la detuvieron.

A… ella… no —imploró el joven a Kaido, utilizando el poco aire que podían coger sus pulmones—. A ella no —le suplicó, dando su vida por perdida. Pero se iría tranquilo, en paz, si le concedían aquel último deseo.


RE: (B) La tumba de Umikiba Kaido - Umikiba Kaido - 16/12/2018

Un suspiro, profundo y sentido. Una mirada, inhumana y llena de insensibilidad. Y una súplica que sencillamente no fue oída.

Un golpe súbito y rotundo, que pondría a su yo a dormir.

Kaido torció la mirada hacia la enmascarada.

—Haz lo que quieras con ella, ya tenemos lo que vinimos a buscar.

Se subió al muchacho al hombro, con las pocas fuerzas que le quedaban, y echó a buscar la barcaza que les llevó hasta allí en primer lugar.


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