![]() |
|
El hombre que espera - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Amegakure (https://ninjaworld.es/foro-amegakure) +--- Foro: Gran Lago de Amegakure (https://ninjaworld.es/foro-gran-lago-de-amegakure) +--- Tema: El hombre que espera (/tema-el-hombre-que-espera) |
RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 22/03/2020 Ayame, en la distancia, flexionó las rodillas y echó a correr hacia él. Zetsuo entornó los ojos, y se concentró en los movimientos de su hija. Con tanta distancia de por medio, pudo ver con claridad lo ágil que se había vuelto. Debía estar alerta. La kunoichi, cuando rebasó la plataforma, lanzó otra pequeña esfera hacia él. Instintivamente, cerró los ojos, pero aquél demonio enjaulado esta vez profirió un chillido agudo que le hizo tener que dejar de curarse las heridas y taparse los oídos. Zetsuo abrió los ojos y se concentró en el remate que ejecutaría Ayame inmediatamente. El médico, tan ráudo como fue posible, se deslizó por el agua hacia la derecha la mínima distancia necesaria para esquivar la saeta que su hija le disparó con aquél artilugio tan curioso que se había agenciado hace algún tiempo. Entonces, Zetsuo inició, esta vez, la carrera hacia ella, buscando recortar las distancias. Su mano izquierda volvió a detenerse en su costado para curarse. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 22/03/2020 Zetsuo se hizo a un lado, y la saeta pasó silbando junto a él sin llegar a rozarle. Ayame había esperado una reacción así, pero al menos con la bomba de sonido había conseguido obligarle a taparse los oídos y detener sus curas. Unas curas que volvía a aplicarse, pero al menos le estaba haciendo pagar el coste con chakra por cada vez que se aplicaba las manos. Pero el combate estaba en su punto más álgido, y eso era algo que ambos sabían. Como también sabía Ayame que, en aquellas circunstancias, sólo estaba retrasando lo inevitable. No le quedaba energía para seguir combatiendo con todas sus facultades, pero se resistía a darse por vencida de aquella manera. Intentaba recuperar chakra, se revolvía y volvía a la carga. «Cuidado...» Así, cuando se dio cuenta de que su padre se abalanzaba de golpe sobre ella, la kunoichi frenó en seco, se llevó la mano derecha al portaobjetos de su pierna y arrojó contra él los cuatro shuriken que le quedaban. Uno dirigido hacia cada extremidad, todos ellos trazando una suave parábola para distraerle. Y, mientras tanto, las manos de Ayame formularon el sello del Carnero. «Vamos allá...» Una densa niebla se alzó desde las aguas del lago, envolviéndolos a ambos en su seno y tiñendo todo el mundo de un blanco impenetrable en veinte metros a la redonda. Ayame, simplemente, desapareció entre la niebla. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 25/03/2020 Zetsuo tuvo que detener su carrera hacia adelante para hacer frente de nuevo a cuatro shuriken de Ayame. En lugar de seguir corriendo en la misma dirección, viró levemente a la derecha. Dos de las armas pasaron prácticamente rasgándole la ropa. Para entonces, Ayame había formulado un nuevo sello, y ejecutando el Kirigakure no Jutsu, envolvió a Zetsuo en una densa niebla. —Tsk. —Molesto, Zetsuo chasqueó la lengua contra el paladar y formuló un sello especial. Tres Kage Bunshin se desprendieron de él, y todos juntos se entremezclaron un momento en una vorágine humana para confundir al objetivo real. Luego, formaron un escuadrón de cuatro miembros, cada uno mirando en una dirección para cubrir todos los frentes. Distraídamente, uno de ellos se llevó la mano al portaobjetos... »Tu mejor táctica —dijeron todos a la vez—. Lástima que en lugar de empezar con esto te dedicases a malgastar esfuerzos. Uno de los Zetsuos apuntaba a la plataforma de cemento, otro en la dirección contraria. Otro hacia Amegakure, y el otro hacia la orilla del lago. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 25/03/2020 —Tu mejor táctica. Lástima que en lugar de empezar con esto te dedicases a malgastar esfuerzos —La voz de Zetsuo sonó repetida a través de la niebla, como si aquellas palabras hubiesen sido pronunciadas por varias personas a la vez, en lugar de una. «¿Clones?» Supuso la kunoichi, frunciendo ligeramente el ceño, oculta entre la bruma. No respondió, sin embargo. No tenía manera de defenderse de aquella afirmación, pues era bien consciente de que tenía demasiada razón. Era demasiado tarde para arreglarlo. Todo lo que podía hacer ahora era dar el mejor espectáculo que pudiera con sus últimas reservas de chakra para el despliegue final. Un kunai atravesó silbando la blancura de la niebla, directo desde la dirección de la plataforma de cemento hacia la posición de su padre. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 25/03/2020 —Kunai sospechoso. —Las palabras de uno de los clones llamaron la atención de todos los demás, que dieron un bote en dirección contraria al arma. El Zetsuo que miraba hacia la plataforma salió corriendo al encuentro del kunai, desplegó el suyo propio de un mecanismo oculto en la muñeca y lo bloqueó. Zetsuo había aprendido muchas cosas en sus días de batalla. Una de esas cosas era que uno debía estar preparado para todo. Por eso había vertido un potente veneno en el agua segundos antes por si su hija decidía atacar por debajo. Al final, había atacado de frente. Pero cuando un ninja ataca de frente es que algo trama. Ese kunai podía llevar pegado un sello explosivo, o algo peor. Si era así, que uno de sus Kage Bunshin recibiera la explosión era el camino más fácil. Los demás se habían alejado lo suficiente y se habían puesto en formación de nuevo. Un Zetsuo miraba a Amegakure, el otro a la plataforma y el otro en dirección contraria. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 26/03/2020 Ayame escuchó a través de la niebla el distintivo tintineo del metal chocando contra otro metal. El kunai había sido bloqueado, y las manos de la kunoichi formaron el sello de inmediato. Serpiente.
¡BOOOM! El sello explosivo que había adherido al mango del kunai antes de lanzarlo detonó en una sonora explosión en un metro y medio a la redonda del arma. «¿Le habré dado?» Se preguntó. Aunque no había tiempo para preguntas. Y lo que más rabia le daba era ser consciente de que no tenía fuerzas para continuar luchando como podría. «Maldita... sea...» Maldijo para sus adentros, con un doloroso nudo en la garganta. Nada le había salido bien desde el principio. Nada. No había luchado como podría haberlo hecho. No había conseguido demostrarle nada. Y ya no había manera de enmendarlo. No podía quedarse de brazos cruzados regenerando chakra, su padre la encontraría más pronto que tarde, pero tampoco se le ocurría nada que pudiera hacer... Pasaron lo segundos. Y algo se sumergió en el agua con un sonoro chapoteo varios metros a la izquierda de la plataforma. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 26/03/2020 «Bingo.» Zetsuo era perro viejo. Sonrió cuando la experiencia de nuevo le dio la razón. Pero había un hecho preocupante todavía: estaba en el agua, terreno predilecto de los Hōzuki. Una vez más tuvo que apretar la mandíbula al recordar que no había podido instruir a ninguno de sus dos hijos en el arte del Ninjutsu médico. Le habría gustado tener un discípulo. «Pero no sin ti, Shiruka... no sin ti.» De pronto, algo chapoteó en el agua allá adelante, al lado de la plataforma. —Deberíamos separarnos —dijo uno de los Zetsuos. —No cubriríamos todos los flancos —repuso otro. —No, tiene razón. Si nos quedamos juntos nos atacará a todos a la vez y descubrirá cual es el real. Sólo hay un treinta y tres porciento de que lo descubra si ataca a uno de los tres. No me gusta jugármela, pero... Los otros dos asintieron. Los tres dieron un ágil salto, manteniendo la dirección en la que miraban. Uno hacia la aldea, el otro hacia la plataforma, y el otro hacia la orilla. Aunque esta vez giraban continuamente de forma lenta, a veces dándose por completo la vuelta de sorpresa. Todo por vigilar los movimientos de Ayame. «¡Me cago en Amenokami, no me gusta que jueguen conmigo!», se lamentó Zetsuo. «Podría utilizar el Kasumi Jūsha y estaría tan confusa como yo, pero entonces me localizaría utilizando ese extraño jutsu suyo.» RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 26/03/2020 Entre resuellos de esfuerzo, Ayame lo escuchaba hablar consigo mismo. «Aún hay algún clon... Al menos dos más.» Supuso, a raíz de lo que hablaban entre sí, aunque era difícil decirlo cuando todos ellos tenían la misma voz. Uno hablaba de separarse, el otro le contradecía, pero un tercero le daba la razón al primero... Ayame respiró hondo y estiró el torso para tomar más aire. El combate había llegado a su fin. No había nada más que pudiera hacer. Sus labios se curvaron en una sonrisa cargada de tristeza, y sus manos se entrelazaron, ocultas entre la bruma mientras tarareaba una suave canción. Y el eco de su voz le devolvió la posición de los tres Zetsuo, cada uno de ellos mirando en una dirección diferente. Daba lo mismo. Era hora de terminar aquello. Por todo lo alto. El lago pareció rugir de repente. Un rugido ronco, grave, profundo, que parecía sacado de las fauces de un monstruo marino de las profundidades. Un monstruo que apareció entonces entre la niebla y se abalanzó sobre ellos, con las fauces abiertas de par en par para engullirlos por completo. Ayame respiraba de forma entrecortada, ahogada, ruidosa. Había reunido las escasas reservas de chakra que le quedaban, e incluso había ido más allá de lo que hubiese debido. Con la vista borrosa, intentó darse la vuelta para alejarse del agua y dirigirse a la plataforma, pero sus tobillos se enredaron entre sí, ella tropezó y cayó con estruendo. Su cuerpo no tardó en hundirse. Y la niebla se disipó. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 26/03/2020 Como un fantasma de leyenda entre la niebla, un fúnebre cántico llegó a los oídos de Zetsuo y sus Kage Bunshin. Los clones se miraron entre ellos: la confirmación de que Ayame estaba utilizando su técnica de ecolocación. ¡Ja! ¡Qué sorpresa se llevaría cuando en lugar de encontrar a uno encontrase a tres! Lo que jamás habría esperado era llevarse él la sorpresa. Como las fauces de un titan hecho de agua, un enorme torbellino surgió de la nada auspiciado por la densa cortina que Ayame había interpuesto. Zetsuo reaccionó de inmediato, apretándo la mandíbula y ejecutando una serie de sellos. Sus clones desaparecieron. «¿Desde cuando ha aprendido a hacer algo tan...?» El médico se mordió el dedo pulgar. Las marcas de su cara desaparecieron: ya ni siquiera tenía un rombo en el centro de su luna azul. Restregó una fina línea de sangre en la palma de la otra mano y... ...el Gran Lago de Amegakure le tragó, haciéndole girar, tragar agua, desgarrándole la ropa, la piel, dislocándole el hombro en una terrible sacudida que le hizo intentar gritar y tragar más agua. Todo a su alrededor se volvió oscuro, frío y terrible. Pero esta vez, lo sufría él. Y esta vez, no se trataba de una simple ilusión. · · · Shōgun sobrevolo el lago entornando sus pequeños ojos grises tratando de distinguir un malhumorado bulto entre todo aquél oleaje caótico. «Me cago en mis plumas, ¡Zetsuo! ¿¡No me llamas en años y ahora vas y te me mueres ahogado!?» Fue cuando más nervioso estaba que encontró algo. Pero no era un bulto malhumorado, sino una frágil silueta que se hundía boca abajo, con el pelo largo. Inmediatamente, el águila descendió en picado y tomó firme pero delicadamente con sus garras el brazo de la kunoichi que luchaba por ahogarse. La arrojó no con demasiado cuidado sobre una plataforma de cemento cercana y volvió a remontar el vuelo. «Joder, ¡joder, joder, joder!» · · · Nadando desesperadamente con un sólo brazo, Zetsuo consiguió impulsarse hasta la superficie. Le dolía todo el cuerpo, y su brazo derecho colgaba inerte como una marioneta. Pero no tenía tiempo para colocarse el hombro. Gracias a la ayuda del chakra, consiguió flotar sobre sus pies y mantenerse más o menos estable sobre el oleaje. Shōgun, allá arriba, acababa de verle, y comenzó a descender en círculos hacia él. —Me cago en la puta, ¿lo primero que haces es huír sin mi, patética gallina cobarde? —rugió Zetsuo. —¿¡PERDONA, HIJO DE PERRA!? —repuso el águila de cola blanca, que medía al menos como cuatro de su especie—. Aparezco y me veo una puta ola gigante cayendo sobre mí. ¡Ni siquiera conseguí verte antes de tener que salir por garras! —Grrr. ¡Sólo tenías que dejar que me agarrase a ti! ¡Salté de forma patética y lo único que agarré fue el aire! —¿¡Pero qué estáis haciendo, de todas maneras!? ¿¡Mataros!? ¡Que sois familia, coño! —Mgggrrr. —Repitió Zetsuo, posando firmemente sus pies sobre la plataforma al fin, y arrodillándose frente a Ayame con gesto severo. Tras comprobar el estado de su hija, que no presentaba daños importantes y respiraba con normalidad, apoyó una mano sobre su abdomen. La palma se iluminó de un color azulado. —¡Zetsuo! ¡Está perfectamente! ¡Mírate a ti, casi la palmas! ¡Y arréglate ese hombro! —Shōgun aterrizó frente a Zetsuo y tras Ayame, y penetraba a su invocador con la mirada, preocupado. —No soy lo importante ahora mismo. Cállate —gruñó el médico. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 26/03/2020 ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Segundos? ¿Minutos? ¿Horas? En aquel océano de insondable oscuridad era imposible saberlo. Sólo sabía que no quería volver. Allí no sentía dolor, no sentía aquella fatiga que la había llevado a la extenuación. Pero no podía quedarse. Así se lo hizo saber la luz que atravesó sus párpados como una lanza, azul y brillante como un zafiro, y que comenzó a tirar de ella hacia fuera. La energía regresaba a ella, nutriéndola desde el abdomen y extendiéndose hacia el resto de su cuerpo como un suave y renovador torrente de agua. Fue entonces cuando oyó las voces. Al principio sonaban enlatadas, como si las estuviese escuchando desde el fondo de un lago o a través de un grueso cristal, pero según pasaban los segundos se iban volviendo más y más nítidas. La arrastraban fuera de los dominios de la inconsciencia, la obligaban a regresar al plano terrenal. Ayame giró la cabeza lentamente, con un ronco gruñido, y se estremeció. Estaba empapada de los pies a la cabeza, tenía mucho frío, y estaba terriblemente cansada. ¿Por qué no la dejaban descansar en paz? La muchacha frunció los ojos con esfuerzo, tratando de abrirlos, pero apenas consiguió desplegar una pequeña rendija a través de la cual vio dos sombras difusas y distorsionadas. —¿Pa...? —gorjeó débilmente. Su mente comenzó a funcionar de nuevo. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 27/03/2020 Ayame gruñó y comenzó a abrir los ojos. Zetsuo sonrió, y siguió trasmitiendo todo el chakra posible a su hija. —Hay que ver, después de todo, sigues siendo un sentimental y un flojeras —bufó su águila—. ¿Dónde está Zetsuo, la Luna Azul de Amegakure, el Hombre de Hierro? —se burló. —Todo el mundo tiene una debilidad —repuso Zetsuo, malhumorado—. La mía es mi familia. »Por eso haré que sean cien veces más fuertes que yo. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 27/03/2020 La energía seguía recorriéndola, revitalizándola lentamente. La visión comenzó a aclararse a través de la niebla de sus iris, y ante sus ojos se dibujaron los rasgos del rostro de su padre y, algo más allá, un águila gigante de pico dorado y plumas pardas. Ayame, profundamente avergonzada, alzó un tembloroso brazo y se cubrió los ojos con el antebrazo. —Hay que ver, después de todo, sigues siendo un sentimental y un flojeras —graznó el águila, burlona, pero Ayame no reconoció su voz—. ¿Dónde está Zetsuo, la Luna Azul de Amegakure, el Hombre de Hierro? —Todo el mundo tiene una debilidad —replicó Zetsuo, malhumorado—. La mía es mi familia. Por eso haré que sean cien veces más fuerte que yo. La energía dejó de fluir por su cuerpo en ese instante, y Ayame no pudo contenerse por más tiempo. Se mordió el labio inferior y apretó el puño con fuerza. Una gota de lluvia se deslizó por su mejilla. ¿O había sido una lágrima? RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 29/03/2020 El médico, raudo, golpeó la mano de Ayame con la punta de los dedos, seco y superficial. —Reserva esas fuerzas, tu cuerpo lo necesita —gruñó, con su particular cariño—. Mierda. —¿Desde cuándo había escuchado la conversación? —Ahora que ya parece estar despertando, ¿podrías colocarte ese hombro dislocado? Me está poniendo de los nervios. —Joder, sí. Puto pollo de mierda. —El médico se agarró un brazo con otro y con un sonoro "CRACK" volvió a colocarse el hombro en su sitio—. ¡Agh! —Mira quien habló, el mono a dos patas. Zetsuo resopló. RE: El hombre que espera - Aotsuki Ayame - 29/03/2020 Pero un repentino golpe en la mano obligó a Ayame a apartar el brazo con un hipido de sorpresa, revelando sus ojos, húmedos e inundados. —Reserva esas fuerzas, tu cuerpo lo necesita. Mierda —gruñó Zetsuo. —P... perdón... —gimoteó ella, con un hilo de voz. —Ahora que ya parece estar despertando, ¿podrías colocarte ese hombro dislocado? —preguntó el águila, y Ayame volvió la cabeza hacia él, confundida. ¿Colocarse el hombro?—. Me está poniendo de los nervios. No tardó en comprender lo que se estaba refiriendo: El hombro de su padre; estaba torcido de una forma absolutamente antinatural y dolorosa. El color desapareció del rostro de Ayame al darse cuenta de que debía haber sido ella la que le había causado aquello. —Joder, sí. Puto pollo de mierda. —Sin un ápice de reparo, el médico se agarró el brazo con otro y se pegó tal tirón que el crujido le puso todos y cada uno de los pelos de punta a la kunoichi, que torció el gesto sin poder evitarlo—. ¡[i]Agh![/i] —Mira quien habló, el mono a dos patas. Pero mientras Zetsuo y su águila discutían entre sí, Ayame había desviado la mirada, compungida. Llevaba un sentimiento encerrado en el pecho que embestía contra las paredes, luchando por salir, y sabía que no lograría controlar por más tiempo. La muchacha respiró hondo por la nariz y contuvo el aliento durante un tiempo, apretando los puños. —Te... Te he fallado... ¿Verdad...? —preguntó al cabo de varios minutos de tenso silencio. RE: El hombre que espera - Amedama Daruu - 30/03/2020 Zetsuo tomó el aire y lo expulsó lentamente, cerrando los ojos. —Los sentimientos nos hacen débiles —pronunció, como un mantra—. Suprime tus anhelos y ciérrate a los miedos. Olvida el cariño y el afecto y aparca la rabia. Luego mírame —dijo. Zetsuo estaba magullado; la ropa desgarrada revelaba hematomas en gran parte del torso. El pecho subía y bajaba con dificultad. Un hilillo de sangre resbalaba entre la comisura de sus labios—. Sólo entonces, tendrás tu respuesta. El hombre tuvo que llevarse el puño cerrado a la boca para toser un par de veces. »Me falláis cada vez que os enfrentáis a mí y no habéis aprendido algo nuevo, cada vez que caéis sin haberos vuelto más fuertes. No es el caso. Te lo he dicho antes. La Luna Azul brilla con fuerza hoy. Zetsuo sonrió. »Es la primera vez que dudo cual de mis dos hijos es más fuerte. —¿Zetsuo sonriendo tantas veces en un mismo día? Que me desplumen y me metan en una cazuela, no me lo puedo creer. El médico gruñó y arrojó una mirada asesina sobre Shōgun. |