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Una espectadora curiosa - Versión para impresión

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RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 18/04/2016

Esto está más oscuro que los huevos de un grillo...

Y vaya que si lo estaba. Anzu siempre se había imaginado las alcantarillas como las dibujaban en los libros que su madre le leía de pequeña, en la escena en la que los protagonistas se adentraban en sus profundidades para encontrar la guarida del malvado villano. Sin embargo, en aquellas historias el escritor contaba cómo era el lugar; pues tirarían de inventiva, porque no veo cómo alguien podría ver tres en un burro aquí abajo... Por fortuna, la alcantarilla por la que habían bajado daba a una amplia galería, por lo que al menos podrían caminar erguidos.

Anzu tropezó con un bulto delante de ella, y no tardó en reconocer la voz de Jin, que blasfemaba. La Yotsuki avanzó un poco más a tientas, aguzando el oído; pudo captar el rumor del agua a su izquierda, un caudal voluminoso que discurría a gran velocidad.

¿Cómo demonios vamos a encontrar a nadie aquí abajo? —masculló la kunoichi—. Joder, huele a perros muertos.

¿Qué esperaba la señorita, fragancia de jazmín y cerezo?

El vozarrón de Jin le transmitió cierta tranquilidad, por extraño que pareciese. Peor que morir ahogada bajo la presión del chakra de aquel mercenario sería perderse en la oscuridad y no volver a ser vista nunca más. Tras ella oyó pisadas, y dedujo que debía ser Daruu.

De repente un destello azulado la cegó por completo. Era una luz extremadamente tenue, pero el cambio que suponía frente a la oscuridad espesa y total era suficiente para deslumbrar a cualquiera. Al recuperar la vista, Anzu pudo comprobar que Jin sostenía en la palma de su mano una pequeña esfera —al menos lo era comparada con el tamaño de su manaza—, que emitía el mencionado brillo.

¿Estamos? —interrogó, alumbrando tanto a la Yotsuki como al gennin de Amegakure—. Bien. Antes de nada, y atendiendo a las dudas de Daruu-san... Esta misión es relativamente secreta. Satoru-sama es el primogénito, lo que quiere decir que un día heredará la posición y los deberes de su padre. Bayushi-sama, en su sabiduría, entiende que las... Peculiaridades de Satoru-sama, podrían no ser vistas con buenos ojos. Es por eso que yo soy el encargado de buscarle, y que vosotros no vais a decir una sola palabra a nadie —sus ojos oscuros pasaron de un ninja a otro con gesto amenazador—. ¿Entendido?

Que sí, que sí —respondió Anzu, con toda la seguridad en sí misma de la que fue capaz; muy poca—. Ahora, ¿tienes alguna idea de cómo encontrar a tu querido niño pijo?

Jin se cruzó de brazos, pensativo. Echó una mirada a su alrededor, que ahora estaba iluminado por aquel brillo azul. La galería era bastante amplia, y donde ellos estaban era apenas una cornisa de piedra que bordeaba el ancho canal. El agua era lodosa y sucia, y apestaba a mil demonios. El túnel seguía hacia delante, perdiéndose en la oscuridad, y de fondo sólo se escuchaba el susurro de aquel río de mierda. Literalmente.

No puede haber llegado muy lejos. Incluso teniendo en cuenta el tiempo que me habéis hecho perder allí arriba, Satoru-sama no es un hombre atlético. Además, sus ropas no son las más indicadas para moverse por aquí, mucho menos las sandalias de madera que si mal no recuerdo, lleva —se frotó el mentón con impaciencia—. Debemos encontrarlo, temo por su bienestar. Los hombres como él deben siempre caminar con cuidado y no oler a otra cosa que cerezo, jazmín y lavanda...


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 21/04/2016

«¡Santo Takamimusubi!», pensó Daruu, y arrugó la nariz, nada más aterrizar en el suelo de las alcantarillas.

Tal vez, no había percibido el hedor del cubo de basura antes porque estaba aterrorizado de la presencia de aquél mastodonte, pero Daruu tenía normalmente un muy buen olfato, y acababa de volverle de golpe. Dio una arcada y se tapó la nariz en el brazo. Como si eso fuera a solventar que estaban rodeados de mierda.

Irónicamente, no se veía ni una. Ni una mierda. Supo que Anzu y Jin estaban delante de él, a unos metros, porque los escuchó topetar en la oscuridad.

—¿Cómo demonios vamos a encontrar a nadie aquí abajo? —masculló Anzu—. Joder, huele a perros muertos.

—¿Qué esperaba la señorita, fragancia de jazmín y cerezo?

Con todo, la sarcástica pregunta de Jin le había pillado por sorpresa. Soltó una pequeña risilla que hizo eco en la galería y que se desvaneció un segundo después mezclándose con un sonido que era como el del viento soplando entre la rendija de una ventana abierta. Se tapó la boca con ambas manos, avergonzado.

De la boca las manos fueron a los ojos, porque a Anzu y a él les cegó un flash azulado que Jin sostuvo en la mano como una bombilla. Cuando se acostumbró al cambio de luz, vio que en realidad era muy suave, y se acercó disimuladamente para ver el objeto, o la técnica, no sabía qué diantres era —y eso es lo que le causaba más curiosidad—, que brillaba en la palma.

—¿Estamos? —Daruu asintió—. Bien. Antes de nada, y atendiendo a las dudas de Daruu-san... Esta misión es relativamente secreta. Satoru-sama es el primogénito, lo que quiere decir que un día heredará la posición y los deberes de su padre. Bayushi-sama, en su sabiduría, entiende que las... Peculiaridades de Satoru-sama, podrían no ser vistas con buenos ojos. Es por eso que yo soy el encargado de buscarle, y que vosotros no vais a decir una sola palabra a nadie. —El mercenario los oteó con un duro gesto. Daruu tragó saliva y asintió, despacio—. ¿Entendido?

Pero si la situación lo requería, aquella incursión iría a oídos de su Kage, eso seguro. Al fin y al cabo, eran ninjas, ¿no? Trabajaban con secretos y mentiras. «Y no tiene por qué enterarse de que es una mentira... Nosotros tampoco sabemos si lo que dice es verdad». Y eran perfectamente conscientes de que lo hacían por miedo y no por sentido de la responsabilidad.

—Que sí, que sí —respondió Anzu, poniendo una cara valiente poco convincente—. Ahora, ¿tienes alguna idea de cómo encontrar a tu querido niño pijo?

Jin se cruzó de brazos, pensativo. Dirigió sus ojos al entorno. Se encontraban en una especie de pasillo muy ancho. Ellos estaban apenas en una cornisa que ocuparía, a lo sumo, una décima parte de la superficie total de la galería. Por muy llena de excrementos y otros desechos que estuviese el agua, y sabiendo lo desesperado y potencialmente majara que estaba el tal Satoru, Daruu suponía que no le habría supuesto demasiado reparo meterse de lleno en la mierda.

—No puede haber llegado muy lejos. Incluso teniendo en cuenta el tiempo que me habéis hecho perder allí arriba, Satoru-sama no es un hombre atlético. Además, sus ropas no son las más indicadas para moverse por aquí, mucho menos las sandalias de madera que si mal no recuerdo, lleva —se frotó el mentón con impaciencia—. Debemos encontrarlo, temo por su bienestar. Los hombres como él deben siempre caminar con cuidado y no oler a otra cosa que cerezo, jazmín y lavanda...

—¿Y tú crees que no habrá preferido oler a caca de vaca por un día con tal de huir de nosotros? Parecía bastante desesperado cuando nos abordó en el puesto de ramen —dijo Daruu—. Puedo crear un puente con madera o una plataforma sobre la que movernos y cruzar. No sólo nos moveremos más rápido que él si ha decidido meterse ahí, sino que además no apestaremos más todavía de lo que ya debemos apestar cuando salgamos de aquí.

Miró a Jin, luego a Anzu, y luego se encogió de hombros.

—Qué queréis que os diga, a mí también me gusta oler a cerezo, jazmín y lavanda, no a basura. Y esto apesta.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 7/05/2016

¿Y tú crees que no habrá preferido oler a caca de vaca por un día con tal de huir de nosotros? Parecía bastante desesperado cuando nos abordó en el puesto de ramen —dijo Daruu—. Puedo crear un puente con madera o una plataforma sobre la que movernos y cruzar. No sólo nos moveremos más rápido que él si ha decidido meterse ahí, sino que además no apestaremos más todavía de lo que ya debemos apestar cuando salgamos de aquí.

Anzu abrió los ojos de tal manera que parecía que fuesen a escapar de sus órbitas.

¿Y eso aguantará nuestro peso? —preguntó, escéptica.

Después cerró la boca, que se le había quedado muy abierta, y se obligó a sí misma a unir cabos. Ya había visto a Daruu utilizando aquella misteriosa habilidad para crear primero un muñeco de entrenamiento, y luego una columna lo bastante resistente como para elevarlos varios metros a ellos y a un pesado contenedor de basura. Evidentemente, crear una balsa improvisada podía perfectamente estar dentro de las capacidades de aquel chico... Se sintió estúpida por preguntar.

Sea como fuere, Jin asintió con gesto pensativo, e hizo un amplio gesto con el brazo, abarcando el ancho canal de aguas residuales, que parecía querer decir: 'todo tuyo'.

La Yotsuki, por su parte, pasó de la vergüenza por su tonta pregunta, a la vergüenza ante la idea de que Daruu se llevase toda la gloria en aquella 'misión'. Si, no era una misión oficial en absoluto, pero incluso en aquella situación, Anzu era una chiquilla deseosa de probarse a sí misma y ante los demás. Brazos en cruz, empezó a pensar cómo podía ella también exponer una brillante idea que solucionase alguno de los múltiples problemas a los que se estaban enfrentando. La kunoichi parecía tan concentrada que en cualquier momento le iba a estallar la cabeza...

Sandalias de madera... ¡Eso es!

Tengo una idea para localizar a Satoru —enunció, triunfante—. Has dicho que lleva sandalias de madera, ¿no? —interpeló al grueso mercenario, que asintió con cara de no saber por dónde iban los tiros—. Pues verás, resulta que aquí la menda tiene un oído fino, fino. Un calzado como ese debe hacer mucho ruido al pisar sobre este suelo de piedra... —ilustró su teoría dando un par de zapatazos, que retumbaron en el túnel y cuyo eco se perdió en la oscuridad—. Pues bien, imagináos el alboroto que debe hacer un tipo corriendo por estos túneles.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Anzu, que esperó, brazos en jarra, a que los dos machos la reconociesen por su genial deducción.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 9/05/2016

—¿Y eso aguantará nuestro peso? —preguntó Anzu, con desconfianza.

—Igual que lo ha aguantado antes, en el callejón. La madera sale desde el suelo, sólo tengo que hacerla crecer hacia delante y podremos tener una buena idea de a dónde ha ido Satoru —explicó, señaló la pieza de madera y subió encima.

Daruu hizo un sello y la pieza empezó a crecer, un poco a lo ancho y bastante más a lo largo, extendiéndose por el canal, abriendo un sendero que no estaba.

—Tengo una idea para localizar a Satoru —anunció Anzu, orgullosa—. Has dicho que lleva sandalias de madera, ¿no? —interpeló al grueso mercenario, que asintió con cara de no saber por dónde iban los tiros—. Pues verás, resulta que aquí la menda tiene un oído fino, fino. Un calzado como ese debe hacer mucho ruido al pisar sobre este suelo de piedra... —ilustró su teoría dando un par de zapatazos, que retumbaron en el túnel y cuyo eco se perdió en la oscuridad—. Pues bien, imagináos el alboroto que debe hacer un tipo corriendo por estos túneles.

Daruu caminó y se aseguró de que la madera no cedía antes de darse la vuelta y responder, rascándose la barbilla y meditando sobre lo que acababa de decir la kunoichi.

—Es por eso que debe haberse quitado las chancletas, si es que estaba ya tan desesperado de bajar aquí —sugirió—. De lo contrario, con ese oído tan fino... ¿No lo habrías oído ya? O va descalzo o se ha metido en el agua. De cualquier modo, si quiere seguir en silencio, o estará escondido o caminará muy lento, y...

Le echó una mirada al zapato de Anzu.

—A lo mejor nosotros deberíamos hacer menos ruido, ¿no? —intentó avisar, un poco amedrentado. No quería caldear los ánimos, pero la idea de golpear el túnel y hacer ruido le había parecido realmente estúpida—. Vosotros deberíais ir delante... Yo iré haciendo crecer la madera por donde caminéis. No debería llevarme mucho esfuerzo, pero tampoco puedo hacerlo indefinidamente, de modo que... Espero que esté cerca.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 19/05/2016

El plan estaba claro, y los chicos sabían lo que tenían que hacer. Jin se había mantenido en una posición discreta todo el tiempo, dejando que los dos gennin lanzaran una idea tras otra primero, para luego confeccionar una táctica que casi parecía factible. Manteniendo su mutis, el fornido mercenario se descalzó y luego subió a la improvisada balsa que Daruu había creado.

Anzu le imitó. «Espero que sepas lo que haces, Daruu-san, por que si este cacharro se hunde y acabo bañándome en mierda, literalmente, voy a pegarte hasta que hables Hachijō-ben.» Sin mucha confianza subió al trozo de madera, que por el momento parecía estable.

Empezaron su travesía río —de mierda— abajo, muy callados, quietos, sin querer hacer ni el más mínimo ruido. La Yotsuki estaba en cuclillas en la parte delantera de la plataforma, con los ojos cerrados y el oído fino. Al principio sólo pudo captar el rumor del agua a su alrededor, pero después de unos minutos...

¡Por allí! —exclamó la chica, decidida, señalando un desvío en el canal que se abría, oscuro, como una boca gigantesca—. Estoy segura de que he oído algo en esa dirección.

Si los dos hombretones le hacían caso —debían—, acabarían desviándose del caudal principal para dar a parar a otra galería mucho más modesta en espacio y olores. Parecía un callejón sin salida, pues entre las sombras no se podía ver que tuviera continuación, ni escalerilla o modo alguno para salir a la superficie.

Lo que sí pudieron ver todos fue una figura encogida y temblorosa al fondo del túnel. Un tímido jadeo rompía el silencio de la galería, más parecido a un llanto sordo. Jin bajó de la plataforma en cuanto tocaron piedra firme, con gesto duro sin rastro de consternación.

Satoru-sama.

El aludido soltó un gemido aún más lastimero.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 31/05/2016

Y así fue como Jin, Anzu y Daruu comenzaron su viaje a través de la mugre en busca de Satoru. Cuando veía que la plancha se les quedaba corta, Daruu volvía a hacer un sello y la ampliaba un poco más, despacio, tratando que el ruido de la madera surcando el agua fuera el mínimo. Entre una cosa y otra estaba agotado cuando Anzu les señaló un desvío que se abría sumido en la oscuridad, hacia un lado.

Daruu resopló y se forzó a extender un poco más la plataforma. Probablemente, si hubiera podido ver algo en primer lugar, habría podido asegurar que se le estaba nublando la vista.

Pero estaba de suerte: no tendrían que buscar mucho más.

—Satoru-sama —dijo Jin.

Allá estaba, efectivamente, un pequeño ratonzuelo acurricado en un callejón, huyendo de los gatos y de, bueno... la peste de la vía principal. Ahí tirado como si no fuera más que un objeto que alguien había arrojado a la basura, nadie podría decir que se trataba de un pariente del Señor Feudal, siquiera lejano. Daruu se mordió el labio inferior: seguía teniendo dudas de si lo que estaba haciendo estaba bien o no, pero... pero...

...¿acaso le quedaba alternativa?

«No sé... esto es de locos...»

Repasando el día, él sólo estaba dando un paseo y relajándose bajo los efectos de unos calmantes que...

...los calmantes. Debía ser la hora de los calmantes. Como si antes todo aquello le hubiera evadido del hecho de que estaba, al fin y al cabo, convaleciente, Daruu empezó a notar un ligero escozor que subía por las piernas...


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 6/06/2016

Impasible, Jin se acercó al desquiciado noble y lo tomó suavemente por debajo de los brazos. Satoru ni siquiera se resistió; sabía que era un esfuerzo inútil. La imagen del enorme mercenario tomando en brazos a aquel muchacho, como si fuese una princesa desvalida que acababa de rescatar de las garras de un Oni, le arrancó una media sonrisa a Anzu. Luego recordó por qué estaban allí, y aquella mueca se borró de su rostro.

Gracias, Hanaiko-kun, Kajiya-kun —el vozarrón de Jin la sacó de sus cavilaciones—. Probablemente hubiera tardado mucho más en dar con Satoru-sama de no haber sido por vuestra ayuda.

La Yotsuki no supo qué decir al sentir la mirada de tristeza y resentimiento del joven noble clavada en ella. Se limitó a asentir. «Somos shinobi... Esto es lo que hacemos. Era nuestro deber...» Retuvo aquel pensamiento en su cabeza y se aferró a él con tanta fuerza como fue capaz. ¿Y si Satoru tenía razón? ¿Y si Jin les había mentido? ¿Y si acababan de condenar a un hombre inocente? «Es nuestro deber.» Aquella frase le ayudó a mantener a raya tantas preguntas incómodas.

De repente, Anzu notó que algo raro le ocurría al chico de Amegakure. Mientras Jin subía al joven noble a la plancha de madera que habían usado para cruzar sin ponerse hasta arriba de mierda, la Yotsuki se acercó a Daruu.

Eh, socio, ¿estás bien?

Su preocupación no era meramente cortés; le necesitaban para volver, navegando, en aquella plataforma.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 7/06/2016

Mientras Jin procedía a acercarse y a coger por debajo de los brazos a Satoru, Daruu hurgaba en el bolsillo de su túnica en búsca de los tan preciados calmantes. Sacó un bote etiquetado con unas pastillas de color verde pálido, lo abrió, y tragó tres con esfuerzo, sin agua y la boca seca. «Joder, qué horrible».

Tenía que haberlos tomado ya hace, calculó mentalmente, una hora y pico, pero entre la comida en los Ramones y todo aquél percance, se le había pasado.

—Gracias, Hanaiko-kun, Kajiya-kun —allí plantado, con Satoru al hombro, parecía un artificiero rescatando a un gatito de las garras de un incendio—. Probablemente hubiera tardado mucho más en dar con Satoru-sama de no haber sido por vuestra ayuda.

«Si no hubiera sido por nosotros, de hecho, no habrías tenido que buscarlo», se dijo Daruu, preguntándose si no habría sido más fácil no prestar atención a las súplicas de Satoru desde el principio. Sabía que todo aquello seguía oliéndole a chamusquina, pero el poder de convencer lo tenía Jin, el de convencer y el de arrancarles la cabeza de un bocado, probablemente también.

Anzu se le acercó. Al parecer, hasta ella se había dado cuenta de que le temblaban las piernas.

—Eh, socio, ¿estás bien?

—Sí, sí... Tenía que haberme tomado los calmantes hace ya un rato —explicó Daruu—. Y ahora van a tardar un tiempo en hacerme efecto. Pero creo que estoy bien.

Señaló la plataforma de madera que había estado creciendo hasta donde les había llevado la intuición.

—Volvamos por la plataforma. Al menos ya no tengo que hacerla crecer más... Estaré bien.

Daruu dio unos tímidos pasos hacia la salida.

«Ya no tenemos por qué estar aquí. Quiero largarme lo antes posible.»


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 7/06/2016

Sí, sí... Tenía que haberme tomado los calmantes hace ya un rato —explicó Daruu—. Y ahora van a tardar un tiempo en hacerme efecto. Pero creo que estoy bien.

Señaló la plataforma de madera que había estado creciendo hasta donde les había llevado la intuición.

Volvamos por la plataforma. Al menos ya no tengo que hacerla crecer más... Estaré bien.


La Yotsuki asintió, sin poder evitar que sus ojos dieran una rápida pasada a las piernas de Daruu; claro, a simple vista sólo se intuían los vendajes que las cubrían allí donde las técnicas de fuego le habían abrasado la piel. Entonces recordó la apuesta que había hecho con aquel chico, y le pareció que hubiese sucedido hace mucho tiempo. «Hoy ha sido un día largo, eso está claro...»

Obedientes, Jin y Anzu subieron a la plataforma. El camino 'río' arriba fue silencioso en su mayoría, sólo interrumpido por los mudos gimoteos de Satoru. Parecía realmente afectado.

Anzu iba delante, sin querer voltear la vista ni por un segundo. Cada quejido lastimero del joven noble se le clavaba en las entrañas como una daga, aunque no supiera muy bien por qué. En aquel momento, sólo quería salir de aquella alcantarilla infecta y olvidar todo lo que había ocurrido dentro...

Cuando por fin salieron a la superficie, la kunoichi no pudo contenerse y soltó una enorme bocanada de aire.

¡Ah, joder, no puedo creer que esté respirando aire puro otra vez! —exclamó, y se sintió repentinamente más animada.

El enorme mercenario les dio las gracias de nuevo, asegurando que hablaría de ellos ante su señor.

Es extraño encontrar hoy día personas honorables como vosotros, dispuestas a ayudar sin recibir nada a cambio —sentenció, con una sonrisa en el rostro.

«Será cabrón, encima con recochineo...» Por muy buenas palabras que les dedicase ahora el fornido guerrero, Anzu todavía notaba cómo las piernas le temblaban si pensaba en el abrumador chakra de Jin. No había sido, lo que se dice, una colaboración voluntaria. Pero allí estaban, y ella se encontraba por fin aliviada de poder alejarse de aquello.

«Además, quién sabe si este será el comienzo de mi leyenda como ninja... Desde luego, obtener el favor de un noble no es tontería», fantaseó con las palabras de Jin.

Cuando por fin el mercenario se marchó, Anzu encaró a su compañero.

Socio, esto ha sido lo más surrealista que me ha pasado en la vida —sentenció—. ¡Coño, y mira qué hora es! Ahí abajo ni siquiera me había dado cuenta del hambre que tengo... —admitió, recobrando su habitual actitud.

Salió del callejón con paso alegre, tratando de olvidar el oscuro asunto de Satoru, aquel monstruoso mercenario y las alcantarillas. Se detuvo justo antes de introducirse en la multitud que poblaba la calle principal.

No lo olvides, Daruu-san. La próxima vez que nos veamos seré mucho más fuerte que tú... —clavó sus ojos grises, que irradiaban determinación, en el shinobi de Amegakure—.

»¡Y entonces tendrás que invitarme a ramen!


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 16/06/2016

No sabía qué era peor, si el hecho de que Satoru no parase de gimotear, el silencio de Jin detrás de ellos dos, el hedor de las alcantarillas o el escozor en sus tobillos. El camino de vuelta le resultó doblemente largo al de ida, y habría puesto la mano en el fuego por que nadie había distorsionado el espacio-tiempo mientras recuperaban el flacucho y magullado cuerpo de Satoru de las profundidades de la alcantarilla.

Anzu fue la primera que abandonó las cloacas.

—¡Ah, joder, no puedo creer que esté respirando aire puro otra vez! —exclamó.

Daruu venía detrás de ella, y nada más salir se echó al suelo como quien estuviera haciendo un ángel en la nieve. ¿Estaba sucio el suelo? Sí. ¿Estaba más limpio que el túnel del subterráneo? También.

—Yo no quiero dejar de respirarlo nunca más —gimió.

—Es extraño encontrar hoy día personas honorables como vosotros, dispuestas a ayudar sin recibir nada a cambio. —El mercenario sonrió mientras salía de la cloaca con Satoru al hombro. Era sólo una sonrisa, pero a él se le antojó burlona.

«Nos has ofrecido seguir estando vivos, claro», se dijo Daruu.

Vio a Jin alejarse poco a poco. Y sólo cuando giró el callejón y dio su primer paso fuera del alcance de su vista, fue que el muchacho pudo volver a respirar de verdad. Dejó escapar un tendidísimo respiro y dejó que la gravedad tirase de su nuca para mirar al cielo.

—Socio, esto ha sido lo más surrealista que me ha pasado en la vida —sentenció—. ¡Coño, y mira qué hora es! Ahí abajo ni siquiera me había dado cuenta del hambre que tengo... —admitió, recobrando su habitual actitud.

Daruu no tenía hambre. Le dolía demasiado todo el cuerpo.

Anzu se había alejado, casi había salido del callejón.

—No lo olvides, Daruu-san. La próxima vez que nos veamos seré mucho más fuerte que tú...

A Daruu eso no le importaba ahora mismo. Le dolía demasiado todo el cuerpo. De hecho, ¿acaso podía moverse sin que le sacudiera una dentellada de dolor? Intentó mover una pierna. No, no podía.

Chilló como la rata recién salida de la cloaca que era.

»¡Y entonces tendrás que invitarme a ramen!

—No me puedo mover. —respondió él, asustado.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 20/06/2016

«Eso es, lo he clavado. ¡Qué estilazo tengo! ¡Qué pose imponente! ¡Qué aire marcial! ¡Qué...!»

Un gritito agudo y penoso rompió en mil pedazos el cuadro que Anzu había trabajado tan duro para forjar. Había escogido cada palabra con cuidado, el momento, el lugar, la imagen... Todo al diablo.

No me puedo mover.

La Yotsuki se detuvo en seco, con una mirada de odio clavada en Daruu. Por un momento se planteó dejarlo allí tirado, sobre el barro y a saber qué otras sustancias menos agradables, hasta que algún buen samaritano decidiera ayudarle. Por un momento deseó patearle la cabeza con fuerza por su grave falta de consideración. Pero, al final, se obligó a sí misma a responder; quizás lo que acababan de pasar juntos, por extraño que fuese, había tocado la fibra sensible de Anzu.

¡Pero me cago en todo, acabas de reventarme la salida de escena! ¿Sabes lo que me ha costado encontrar las palabras adecuadas? —se acercó, enfadada, a su colega de profesión—. A ver, ¿qué demonios te pasa?

Entonces recordó lo que Daruu le había dicho hacía un rato, en las alcantarillas. «Los calmantes.» Anzu no era médica, ni lo pretendía; tampoco tenía ni idea de heridas, ni de drogas, ni de nada que pudiera ayudar a Hanaiko. Lo único que pudo hacer fue agacharse y pasarle un brazo por debajo de los suyos. Flexionó las rodillas e hizo acopio de todas sus fuerzas para intentar levantar al muchacho.

Joder, para ser tan canijo, pesas un quintal. ¿Qué tal un poco de ejercicio?

»Si tengo que llevarte así hasta el hospital, nos vamos a quedar por el camino. ¡Venga, tío, échale pelotas!


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 28/06/2016

¡Pero me cago en todo, acabas de reventarme la salida de escena! ¿Sabes lo que me ha costado encontrar las palabras adecuadas? —se quejó Anzu, y avanzó hacia él a pisotones—. A ver, ¿qué demonios te pasa?

Daruu intentó enfadarse, y chillarle una contestación soez. En su lugar, sólo lanzó un quejido agudo e inentendible.

—¡¡NGHGHHAHAN!!

No había manera. No se podía mover, y casi le dolía hasta respirar. También había que tener en cuenta que había estado varios días en cama, de modo que el dolor no sumaba, multiplicaba. Por un momento temió que Anzu fuera a dejarlo allí, tirado como estaba, pero finalmente la chica se agachó y pasó un brazo por debajo de los suyos. Hizo fuerza e intentó levantarle.

—Joder, para ser tan canijo, pesas un quintal. ¿Qué tal un poco de ejercicio?

»Si tengo que llevarte así hasta el hospital, nos vamos a quedar por el camino. ¡Venga, tío, échale pelotas!


—¡¡Eso es de comer tanta pizzAaagh!! —Daruu hizo acopio de todas sus fuerzas y aunque sintió como si un par de lenguas de fuego se atasen alrededor de sus piernas y de la parte inferior de su tronco, logró reincorporarse. Se tambaleó lo suficiente como para temer que ambos cayeran rodando callejón arriba, pero finalmente consiguió tenerse en pie.

—Mierda, esto es difícil... ¿Podrías... acompañarme a otro sitio más tranquilo donde pueda sentarme hasta que el calmante haga efecto? Sólo te pido eso.


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 2/07/2016

La Yotsuki asintió, resignada, y trató de ayudar a su compañero de profesión a levantarse. No sin esfuerzo Daruu se puso en pie, apretando los dientes; Anzu notaba cómo las piernas le temblaban al pobre muchacho. Sus heridas debían ser realmente graves... «Para un amegakureño, ¡ja!», pensó, henchida de orgullo. Ella había sufrido palizas terribles y lo único que le había hecho falta para recuperarse todas y cada una de las veces era un buen tazón de ramen y una cama mullida.

Sea como fuese, los shinobi caminaron por la calle de los puestos, abarrotada como estaba, ofreciendo una imagen un tanto singular —tanto por sus pintas de ninjas, como por el olor a alcantarilla que todavía los acompañaba—. Al poco rato se encontraron de nuevo en el punto de partida de aquella inesperada y breve aventura: la 'Plaza de la Estatua'. Anzu buscó con la mirada entre los bancos de piedra que estaban diseminados aquí y allá hasta que finalmente encontró uno libre.

Venga, dale, vamos a sentarnos ahí, llorica —dijo sin pudor alguno, tirando de Daruu para arrastrarle en dirección al banco libre.

Una vez allí, la kunoichi dejó caer pesadamente el 'bulto' que transportaba, sin cuidado ninguno y olvidándose por completo de las sutilezas que heridas como las de Daruu requerían. Luego se sentó junto a él, respirando aliviada por la ausencia de carga sobre sus hombros.

¿Quién crees que va a ganar la final? —preguntó tras unos instantes de silencio, quizás por curiosidad.


RE: Una espectadora curiosa - Amedama Daruu - 2/07/2016

Los dos ninjas cruzaron la angosta y abarrotada calle de los puestos. La gente se les quedaba mirando, no en vano debían mostrar un aspecto lamentable, pensó Daruu. Probablemente mucho peor de lo que él había pensado debía ser, porque no había tenido en cuenta la peste a cloaca que el ya no sentía al haberse acostumbrado a ella.

Allí estaban de nuevo, donde aquella estatua, donde el puesto de ramen de Los Ramones en el que habían conocido al fatídico Satoru.

«Joder, y pensar que se iba a armar tanto lío por un demente...»

—Venga, dale, vamos a sentarnos ahí, llorica —se burló Anzu, y tiró de él casi arrastrándole hacia el banco libre.

Le dolió en el orgullo, pero las piernas le dolían mucho más. Con dificultad, se arrastró hasta el banquito y se sentó de golpe. Ambos dejaron escapar un suspiro, ella de alivio por librarse de la carga, y él por estar sentado al fin tranquilamente.

Daruu dejó caer la cabeza hacia atrás y volvió a suspirar.

—¿Quién crees que va aganar la final? —dijo Anzu, después de unos segundos de descanso.

—Si te soy sincero... no lo sé. Quiero que gane Ayame —Con total sinceridad—. Pero es imposible saberlo a ciencia cierta. Todo el mundo puede guardarse un as en la manga, ¿no?

Se acarició la cicatriz de la cara.

Ambos estuvieron un rato así, en silencio. No fue mucho rato, pero a Daruu le pareció que los pocos minutos que estuvieron en el banco ayudaron a que los calmantes hicieran efecto. Extendió y replegó una rodilla, luego la otra. Parecía que le dolía menos.

Se levantó.

—En fin... Creo... que ya puedo moverme. —se sacudió los muslos con las palmas, como quitándose el polvo—. Va siendo hora de que me vaya a tomar una ducha, o algo. No debo de oler muy bien.

Se dio la vuelta para mirarla. Bajó la mirada un momento, y extendió la mano hacia adelante, ofreciéndosela.

—La próxima vez que nos veamos, ¿te apetece medir fuerzas?


RE: Una espectadora curiosa - Uchiha Akame - 2/07/2016

Si te soy sincero... no lo sé. Quiero que gane Ayame. Pero es imposible saberlo a ciencia cierta. Todo el mundo puede guardarse un as en la manga, ¿no?

Anzu asintió, pensativa. «Ayame... La verdad es que parece inofensiva, pero todavía recuerdo aquella técnica suya. Y Eri, la otra, tanto igual. Meh...» Dejó de darle vueltas al asunto; cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que ella misma no habría tenido ni una sola oportunidad contra semejantes bestias, que podían destrozar un pilar de roca con sus propias manos —y eso la molestaba sobremanera—.

Se quedaron allí callados un rato, sumidos cada uno en sus propias cavilaciones, hasta que, por el rabillo del ojo, Anzu vio que el shinobi de Amegakure empezaba a hacer estiramientos. Al poco se levantó, no sin dificultad, entonando unas palabras que sonaban a despedida y culminadas con un reto. «Meh, mi salida de escena había quedado mucho mejor...», pensó Anzu para sus adentros, estrechándole la mano a Daruu.

¿Que si quiero? No es que quiera, socio, es que cuando nos volvamos a encontrar aplastaré tu Rasengan con mi técnica especial super secreta y luego me pondré fina de ramen a tu costa. Dalo por hecho —fardó, con una amplia sonrisa cargada de determinación que hizo estirarse su cicatriz.

Lo cierto era que Anzu no tenía ninguna 'técnica especial super secreta'... De momento.


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