Pesadilla en la vigilia - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Base de datos del rol (https://ninjaworld.es/foro-base-de-datos-del-rol) +--- Foro: Historia, acontecimientos y ambientación (https://ninjaworld.es/foro-historia-acontecimientos-y-ambientacion) +---- Foro: Tramas pre-reset 2017 (https://ninjaworld.es/foro-tramas-pre-reset-2017) +---- Tema: Pesadilla en la vigilia (/tema-pesadilla-en-la-vigilia) |
RE: Pesadilla en la vigilia - Uzumaki Eri - 7/01/2017 Pero ella no sentía como si el lugar de buenas a primeras hubiera acabado siendo el hotel que se esperaba. Estaba rígida, y lo único que quería hacer era huir de aquel lugar, dando igual cómo se sintieran los demás ante ello. Era un acto egoísta, pero el más adecuado para su mente en aquellos momentos. Vio la espalda de Ayame, y se dio cuenta de que se alejaba de ella, y que ella se quedaba con un sentimiento amargo que la oprimía el pecho. Sabía que no había sido la única en vivir aquello, fuera lo que fuese, y la marcha de la de Amegakure solo incrementaba aquel dolor. Se giró a Ryu, y murmuró unas palabras. — Lo siento, pero no puedo. Se encogió de hombros y mordió su labio inferior, reprimiendo otra de las miles de lágrimas que se avecinaban. Luego llamó al ascensor. Ryu suspiró cansado mientras despeinaba su cabello para lanzar una rápida ojeada al lugar donde segundos antes habían aparecido los dos habitantes de la villa de la lluvia. — No les gustará saber que te has ido sin despedirte. — Solo quiero salir de aquí cuanto antes. — Respondió antes de que la última frase terminase en los labios del chico para luego subirse al ascensor que acababa de llegar. — Por favor, Ryu... Y el chico solo pudo complacer los caprichos de la joven, abandonando la promesa de reencontrarse con Ayame y su hermano. RE: Pesadilla en la vigilia - Aotsuki Ayame - 8/01/2017 Después de una ducha sin mayores sobresaltos que el grito que pegó cuando el bote de champú se le escurrió de las manos y terminó golpeándola en el pie, Ayame se vistió con una muda de ropa limpia que llevaba en su mochila de viaje y salió del cuarto de baño. —¿Ya te has calmado? —le preguntó un apático Kōri, que esperaba sentado en una de las dos camas con los antebrazos reposando sobre sus rodillas. Ayame agachó la cabeza, profundamente avergonzada. —Sí... lo siento... —balbuceó, aunque por dentro seguía aterrorizada, y sus ojos seguían moviéndose nerviosos por la habitación buscando cualquier rastro de una sombra mínimamente sospechosa. —Entonces, vámonos antes de que se acaben las salchichas —replicó, levantándose—. Además, he oído que de postre tienen bollitos de vainilla. —¿Bollos de vainilla? ¿Como los de Kiroe? —No. —Pero entonces no serán como los suyos. —Eso no lo sabré hasta que no los pruebe. Salieron de la habitación y, tras cerrar la puerta con llave, se encaminaron hacia la recepción del ascensor para esperar a Eri y Ryu. Esperaron en silencio durante largos minutos. Pero la espera se alargó. Y se alargó... Y lo que en un principio excusaron como un retraso debido a que debían estar acomodándose en su nueva habitación y recuperándose de un posible largo viaje, al final terminó convirtiéndose en una terrorífica angustia para Ayame. Al final no pudo aguantarlo por más tiempo, y volvió tras sus pasos para llamar con sus nudillos a la puerta 301. —¡Eri! ¡¿Estás ahí?! —gritó, tal y como había hecho en su pesadilla. Pero nadie respondió a su llamada. Ayame volvió a llamar. Volvió a gritar su nombre. Pero sólo el silencio respondió a sus llamadas. Ahogó un sollozo, aterrorizada, y entonces sintió la presencia de Kōri junto a ella. —¡Tenemos que bajar a recepción y preguntar por ellos! —le rogó, con el corazón encogido. Afortunadamente, Kōri asintió. El viaje desde el último piso del hostal hasta la recepción se le antojó eterno. Y cuando frenó la marcha con suavidad y timbre repicó indicando su llegada, Ayame prácticamente se abalanzó sobre las puertas y corrió hasta la recepción. Ayame se detuvo momentáneamente al ver que no era el mismo hombre que los había recibido, pero Kōri se acercó a él con total normalidad. —Disculpe, ¿han pasado a Ryu-san y Eri-san por aquí? —¿Quiénes? ¡Ah, sí! La chiquita de pelo azul y su acompañante —sonrió, jovial y agradable. Su voz era totalmente lo opuesto a la que le había puesto los pelos de punta al entrar en aquel maldito lugar—. Cancelaron su reserva y se marcharon hace unos minutos. Es una pena, parecían bastante nerviosos por algo. Ayame sintió como si le hubiesen arrojado un cubo de agua helada por encima. Eri y Ryu se habían ido. Pero ella necesitaba hablar con Eri. Necesitaba saber que ella también había visto lo que ella había visto. Pero se había marchado sin decirle nada. Pero necesitaba saber que aquella pesadilla no había sido fruto de su imaginación y había sido real. Pero le había dado plantón... —Ayame, ¿qué te pasa? La voz de Kōri la sobresaltó. Había apoyado su mano en uno de sus hombros y Ayame se dio cuenta de que tenía las mejillas húmedas. —Na... ¡Nada! —balbuceó, enjugándose las lágrimas—. Vamos... a cenar... Se dio la vuelta bruscamente y se alejó bajo la atenta mirada de su hermano. Pero no le importaba. En realidad, no sabía por qué se sentía de aquella manera... Tan... Abandonada en aquella pesadilla en la vigilia. |