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RE: Mejunje de calabaza - Sasagani Yota - 22/11/2018 Daruu volvió a hablar y, aunque agradeció que me tomase la molestia de meter mis narices donde presumiblemente no me llamaban, me contradijo. Seguía pensando que aquello no era un plan orquestado por Uzushiogakure, sino por Uchiha Akame. recordaba bien ese tipo, días antes de lo sucedido en el estadio, me lo encontré y recordaba el supino interés que mostró por Kumopansa, igual ya estaba analizando su plan, valorando a todos los potenciales peligros. No, las palabras de Daruu no me hicieron cambiar de parecer, yo también había reflexionado sobre lo que sucedió. — Yo también he podido reflexionar sobre todo aquel asunto y siempre he pensado que las cosas se torcieron tanto que los uzujin tuvieron que cortar por lo sano. Creo que de seguir con el plan hubiera habido una pelea de ellos contras nuestras aldeas y, en esa tesitura probablemente perdiesen más de lo que podrían haber ganado. Pero desde luego, puedo asegurar que no fuimos a aquel hospital a cotillear Pero Ayame empezaba a perder la compostura. Podía imaginármelo. Podía comprender que se sintiese culpable, a fin de cuentas fue ella quién había perdido el control sobre la bestia que yacía en su interior y que, por consecuencia, un sentido de la responsabilidad la atormentase. Tambbién pude entender lo que dijo la madre de Daruu. Saber los nombres y apellidos de los llamados hermanos del desierto suponbía una ventaja estratégica. De nuevo Ayame intervino con un discurso final sobre lo duro que era ser jinchuriki. La verdad es que no quería ni imaginármelo. — No lo niego, Ayame. De hecho, no quiero ni siquiera imaginarme lo que sería ser el carcelero de una bestia tan poderosa — le dije con el objetivo de calmarla un poco. — Dime, Daruu-kun — le dije con los ojos clavados en los suyos — ¿Confiarías en mí si te doy la identidad de uno de los hermanos del desierto? RE: Mejunje de calabaza - Amedama Daruu - 22/11/2018 Daruu seguía sin estar de acuerdo con Yota. Tampoco entendía a Ayame, que se sentía aludida cuando Daruu hablaba de los jinchuurikis y defendía sus derechos como persona por encima de guardiana. El muchacho suspiró, y al parecer Kiroe detectó que estaba a punto de decir algo con poco tacto, de modo que intervino primero: —Ayame-chan, creo que Daruu lo dice porque cualquier tipo de información sobre un enemigo potencial es clave —dijo—. Si los uzujin quisieran capturarte podríamos utilizar la información para presionarles. Entre otras muchas cosas. Confía en mi, cielo. Fui espía. Sé de qué van estas cosas. —Ayame, ya sabes lo que opino del tema —añadió Daruu—. Recuerda, cuando estuvimos aquí con Karoi. Ya te dije lo que pensaba. Tú eres tú. Pero, me encantaría tener en mi poder el mismo conocimiento que tienen ellos. Es un hecho que estás en peligro, que ellos saben, y que nosotros no. —¿Confiarías en mí si te doy la identidad de uno de los hermanos del desierto? Daruu se levantó con ímpetu, visiblemente alarmado, y se acercó un paso a Yota. Inclinó la espalda, y dio un manotazo en la mesa. Un par de bollitos brincaron inquietos en la fuente. —¿¡Qué!? ¿Conoces quién es? ¡Dilo! RE: Mejunje de calabaza - Aotsuki Ayame - 22/11/2018 —No lo niego, Ayame. De hecho, no quiero ni siquiera imaginarme lo que sería ser el carcelero de una bestia tan poderosa —inquirió Yota, y Ayame resopló para sí. —No. Claro que no lo sabéis. Ninguno de vosotros escucha voces dentro de su cabeza ni vive con el miedo a perder el control una y otra vez a la mínima que te sales un poco de tus casillas, ni tenéis miedo a quedar inconscientes y herir a tus seres queridos o a arramblar una grada llena de gente inocente que nada tiene que ver contigo. No. Claro que no lo sabéis —repitió, con ojos vidriosos, volviéndose hacia ellos—. Nunca nadie se ha preocupado por lo que siento siendo Jinchūriki. Simplemente soy "la Guardiana", "la Carcelera". Y ahora además soy la loca que perdió el control en ese estúpido examen. ¿Creéis que me oculto por miedo a los Uchiha? —preguntó, señalando el antifaz y el gorro de bruja que yacían aún sobre el sofá—. ¡Pues ellos son la menor de mis preocupaciones! ¡Me oculto porque no vaya a ser que dé la casualidad de que, allá donde vaya, haya alguien que sí estuvo entre el público del examen y pueda reconocerme y señalarme y cundir el pánico entre la gente! ¿Os creéis que es una especie de "honor" ser Jinchūriki? ¡Pues yo no lo elegí! ¡Y si por mí fuera, haría lo que estuviera en mi mano para arrancarme el Bijū de dentro y poder vivir tranquila! Aquellas últimas palabras sonaron ahogadas en su garganta, y la muchacha tuvo que respirar hondo varias veces para recuperar la compostura. Le ardía la espalda, allí entre los omóplatos, y de alguna manera supo que el Gobi no estaba nada contento con todo aquello. La kunoichi terminó por cruzarse de brazos de nuevo y volverse hacia la pared. A aquellas alturas, poco le importaba quiénes pudieran ser los llamados Hermanos del Desierto, pero tanto Daruu como Kiroe estaban terriblemente interesados en aquel dato. Y no podía negar que la curiosidad le picaba... Y no sólo por la evidente posición estratégica de saberlo, sino porque, aunque jamás lo diría en voz alta, sentiría que tenía un compañero allá en el País de los Remolinos. Alguien que comprendía de verdad lo que era aquello... RE: Mejunje de calabaza - Sasagani Yota - 22/11/2018 Daruu y su madre trataron de calmar los ánimos de la jinchuriki, pero al parecer aquella conversación dio donde más le dolía a la muchacha. Y todo intento pareció caer en saco roto. —No. Claro que no lo sabéis. Ninguno de vosotros escucha voces dentro de su cabeza ni vive con el miedo a perder el control una y otra vez a la mínima que te sales un poco de tus casillas, ni tenéis miedo a quedar inconscientes y herir a tus seres queridos o a arramblar una grada llena de gente inocente que nada tiene que ver contigo. No. Claro que no lo sabéis —repitió, con ojos vidriosos, volviéndose hacia ellos—. Nunca nadie se ha preocupado por lo que siento siendo Jinchūriki. Simplemente soy "la Guardiana", "la Carcelera". Y ahora además soy la loca que perdió el control en ese estúpido examen. ¿Creéis que me oculto por miedo a los Uchiha? —preguntó, señalando el antifaz y el gorro de bruja que yacían aún sobre el sofá—. ¡Pues ellos son la menor de mis preocupaciones! ¡Me oculto porque no vaya a ser que dé la casualidad de que, allá donde vaya, haya alguien que sí estuvo entre el público del examen y pueda reconocerme y señalarme y cundir el pánico entre la gente! ¿Os creéis que es una especie de "honor" ser Jinchūriki? ¡Pues yo no lo elegí! ¡Y si por mí fuera, haría lo que estuviera en mi mano para arrancarme el Bijū de dentro y poder vivir tranquila! No pude evitar sentir algo de empatía por aquella chica. Lo que había hecho había salido directamente desde su corazón, pero ella no era la única que había pasado momentos dolorosos durante su vida. Ni la única, ni la primera, ni la última. — No, no escucho voces en mi cabeza y no vivo con el miedo de que algo vaya a tomar el control sobre mi cuerpo de un momento al otro, pero si que he vivido momentos que preferiría no haber vivido. Lo que sé es que debemos aprender de lo que hemos vivido para ser más fuertes y ayudar a la aldea que nos lo ha dado todo; en mi caso Kusagakure, en el tuyo Amegakure Daruu se levantó como si fuese un muelle, totalmente revitalizado y golpeó la mesa, desmontando el castillo que conformaban los bollitos que había traído su madre. Me paralicé por unos instantes, hasta que le vi delante de mis narices, exigiendo que le revelase el nombre de aquel jinchuriki. — E-está bien... Cálmate, Daruu-kun. Yo no soy tu enemigo, ni pretendo serlo. Ya te lo dije antes Suspiré profundo. «Supongo que esto es lo correcto» — Un gennin, a mi parecer novato delató uno de los hermanos del desierto cuando empezó la batalla campal en el estadio. Se refirió a él como un hermano del desierto, así que no hay duda de que el jinchuriki era Uchiha Datsue — me detuve durante un momento para ver si Daruu lograba calmarse ante aquello — aprecia esta información que te doy, Daruu-kun. Aprecia el día en el que el guiri de la hierba te dijo que Uchiha Datsue era uno de los hermanos del desierto Suspiré de nuevo y dejé caer mis brazos sobre el sofá. Creo que llegaron a temblar. RE: Mejunje de calabaza - Amedama Daruu - 23/11/2018 Kiroe y Daruu agacharon la cabeza ante el repentino estallido de Ayame. Daba la sensación de que la muchacha explotaba por una carga que llevaba desde hacía un tiempo. Yota intervino también después, con un discurso bastante estándar. Daruu sabía que a Ayame nada de lo que había dicho le aliviaría en absoluto. Ni lo que estaba a punto de decir él tampoco. De todas formas, era la única manera de decirle que estaba con ella: —Si yo pudiera elegir, me intercambiaría contigo. Y sí, lo haría. Quizás porque, como sostenía Ayame, no tenía ni idea de la carga que ello suponía. Pero para ser justos, ella tampoco sabía que su carga era una que tenían que soportar, en cierta manera, también los demás. Para Daruu, la única manera segura de contener al bijuu después de lo ocurrido en Uzushiogakure sería encerrarla para siempre dentro de las murallas de la aldea. Pero no quería eso para ella. Su familia no lo quería. Yui no lo quería. De modo que tenían la responsabilidad de vigilarla, pero también la de no vigilarla demasiado, porque eso le haría la vida un infierno. Era un balance muy delicado que exigía una dedicación a tiempo completo. Y eso, Ayame tampoco sabía lo que era. Por supuesto, no tenía manera de saberlo. Como ellos. —No te estoy amenazando, Yota-kun, pero quiero saber YA de qué narices estás hablando. ¿Sabes quién es o no? Uy, y vaya que lo sabía. Amedama Daruu y Amedama Kiroe quedaron pálidos como la nieve recién caída y la mandíbula desencajada en una mueca de incredulidad. Uchiha Datsue. Uchiha. Los Uchiha. —No puede ser... —balbuceó Daruu—. Entonces está claro. El otro Hermano del Desierto debe ser Uchiha Akame. No puede ser de otra manera. Esos endemoniados Uchiha. Siempre son ellos. Siempre. »De modo que mataron a Zoku. Ahora hay otro Uzukage. Seguro que les gustaría a ellos ocupar el cargo. Quizá lo hagan, repitiendo la jugada. ¡Maldita sea! Esos hijos de puta no, ¡cualquiera menos ellos! Daruu se derrumbó en el sofá y se pellizcó la piel de la frente con los dedos índice y pulgar. —Tus sospechas eran ciertas, pues, ¿no, Daruu? Sí. Lo había sospechado. Desde hacía mucho tiempo atrás. Pero sin pruebas y sin más información, era imposible no achacarlo a la creciente manía que les tenía. —Piénsalo —dijo, no mirándola solo a ella sino también Ayame, que lo había vivido en primera persona—. Dos genin se cargan a un Kage. ¿Qué otros dos genin podían ser? Ya hemos comprobado cómo se las gastan. Akame apareció con una placa dorada de jounin tiempo después, y supongo que a Datsue no se la darían por liante. Pero ya visteis todos ese esqueleto gigante de chakra. ¡Y absorbió una bijuudama! —exclamó—. Tenía un pálpito que me decía que habían sido ellos, que eran ellos todo el tiempo. Pero no tenía manera de confirmarlo. RE: Mejunje de calabaza - Aotsuki Ayame - 23/11/2018 Un silencio cargado de una tensión similar a la electricidad estática siguió a su desahogo, pero Ayame no hizo el amago de volver a darse la vuelta. Seguía con los ojos clavados en la pared, como si no hubiera nada más interesante en aquella habitación. Incluso se había olvidado de su chocolate, que se enfriaba solitario sobre la mesita. —Si yo pudiera elegir, me intercambiaría contigo —replicó Daruu. —No, no escucho voces en mi cabeza y no vivo con el miedo de que algo vaya a tomar el control sobre mi cuerpo de un momento al otro, pero si que he vivido momentos que preferiría no haber vivido —intervino Yota—. Lo que sé es que debemos aprender de lo que hemos vivido para ser más fuertes y ayudar a la aldea que nos lo ha dado todo; en mi caso Kusagakure, en el tuyo Amegakure. Ayame chasqueó la lengua, pero no se volvió para responderles. Jamás dejaría que alguien cercano a ella tuviera que cargar con la responsabilidad que le habían puesto en los hombros sin pedirla. Era algo que jamás permitiría, por mucho que deseara quitárselo de encima. Y servir y esforzarse por Amegakure era algo que ya estaba haciendo. Lo había hecho desde que había recibido aquella bandana y seguiría haciéndolo hasta que dejara de vestirla. Entonces vino la revelación, la bomba de relojería en estado puro: —Un gennin, a mi parecer novato delató uno de los Hermanos del Desierto cuando empezó la batalla campal en el estadio. Se refirió a él como un Hermano del Desierto, así que no hay duda de que el jinchuriki era Uchiha Datsue. El nombre cayó sobre Ayame como un jarro de agua fría, y lo sintió como si le hubiesen golpeado en la cabeza con una cacerola. Fue incapaz de escuchar nada más. En su cabeza sólo estaba el nombre de Uchiha Datsue retumbando como un sonoro eco. Y mientras Daruu y su madre hablaban entre ellos, ella tembló con violencia. Sus hombros se sacudieron... —Ja... Y entonces se echó a reír. —¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA...! No era una risa alegre ni divertida. Era una risa histérica, nerviosa, cargada de angustia. Ayame tuvo que apoyarse en la pared para no caer el suelo de rodillas y se tapó el rostro con una mano. Se seguía riendo a mandíbula batiente, pero una lágrima rodó por su mejilla. —No me lo puedo creer... No me lo puedo creer —reía y reía, incapaz de controlarse. Cruel y caprichoso destino. La única persona que compartía su destino, la única persona que podía comprender de verdad su martirio era, precisamente, su peor enemigo. El mismo que la había engañado tantas veces, el mismo que la había contaminado, el mismo que la había hecho quedar tan mal frente a Yui-sama y casi le hace perder la cabeza por ello, el mismo al que ella misma había golpeado para desatar toda su frustración sobre él, el mismo que la había sacado de sus casillas en el examen y la había hecho perder el control... Y lo peor era que las sospechabas sobre la identidad del otro Hermano del Desierto giraban alrededor del otro Uchiha, Uchiha Akame, el mismo que la había apalizado en el torneo y había esposado a Daruu era el otro. Era demasiado bueno para ser verdad. Sencillamente, no se lo podía creer. ¡¡¡No se lo podía creer!!! La risa fue sustituida por la rabia. Ayame golpeó la pared con el puño y sólo consiguió hacerse daño en los nudillos. Pero en aquellos instantes no le importó. ¡¿Pero es que esos malditos Uchiha no la podían dejar en paz?! ¡¡¿¿Por qué tenían que girar alrededor de ella??!! RE: Mejunje de calabaza - Sasagani Yota - 26/11/2018 Al parecer la noticia no se recibió ni con entusiasmo ni con alegría. Tampoco es que lo esperase. De hecho, esperaba algo más cercano a lo que obtuve. Daruu calmó la rabia y en su lugar palideció junto a su madre con quién empezó a compartir lo que vendría siendo la confirmación de una teoría que parecía estar en su cabeza durante un tiempo. Teoría que yo acababa de confirmar en aquel preciso instante. La noticia cayó sobre sus cabezas como si de un jarro de agua fría se tratase. Poco después, Ayame rompió a carcajada limpia para luego repetir la misma frase, en bucle. Incluso llegó a propinar un puñetazo a la pared en la que se había estado fijando hacia un rato, momento en el que sus nudillos se resintieron. Ella tampoco supo encajar bien la noticia. Se notaba, incluso a pesar de la risa. Y ahí estaba yo, sentado en aquel sillón que, aprovechando la situación que había generado, saqué uno de mis caramelos de mi petaca y me lo llevé a la boca, simplemente esperando a que las cosas se calmasen un poco. «Creo que debería irme ahora que ya he dicho lo que tenía que decir...» — La verdad es que no tengo ni idea de quién es el otro hermano del desierto — repliqué sujetando el palo del caramelo con la mano diestra — Pero eso son meras suposiciones, Daruu-kun. Parece lógico y razonable lo que dices, pero por ahora no hay modo de confirmarlo. Lo único que es un hecho es que Datsue es uno de los jinchurikis Volví a meter el caramelo en mi boca, serio y pensativo, cruzado de brazos. «Porque si fuera así, menudo par de jinchurikis habrían en Uzushiogakure» Seguramente mi cabeza trataba de pensar en otras opciones, porque la simple idea de que los dos Uchihas fueran los llamados hermanos del desierto eran una de las peores noticias que un amejin o un kusajin podía conocer. RE: Mejunje de calabaza - Amedama Daruu - 26/11/2018 Y entonces, Ayame rompió a reír. No era una risa alegre, sino la risa de un loco. La risa de alguien que casi no puede creer lo que está oyendo, pero que en el fondo considera el resultado creíble y esperable. Como alguien que pisa una trampa, habiendo pensado anteriormente que podría serlo, pero que acaba convenciéndose para avanzar de todas formas. La muchacha golpeó la pared de pura rabia, y aunque ambos Amedama la entendían, Kiroe le dirigió una mirada de rabia cuando vio el cuadro de encima del sofá temblar. «Como llegues a romper algo...» Yota sostuvo que, que Akame fuera el otro Hermano del Desierto era mucho suponer, pero ahora que sabía que Datsue era uno de los jinchuurikis... —No, estoy al noventa y nueve por ciento seguro de que es así —dijo, asintiendo con la cabeza—. Yo... Yota-kun, lamento haberte juzgado. En Uzushiogakure, pasé por un calvario. Y quienes creía amigos me traicionaron vilmente. »Me ha pasado más de una vez con los uzujin. Y en la anterior ocasión también estaba Akame. Y otra persona que también se llamaba Eri. Por eso, ahora me cuesta mucho confiar en quienes no son de mi aldea. »Pero entiendo que esta información que nos das gratuitamente es una muestra suficiente de buena voluntad como para que pueda confiar en ti. Bienvenido a casa, Yota. Quédate lo que quieras. —¡Y hazme el favor de probar aunque sea un bollo, hombre! Que fuera de Amegakure no se hacen estas cosas. RE: Mejunje de calabaza - Aotsuki Ayame - 27/11/2018 Ayame hubo de respirar hondo varias veces para serenarse de nuevo. Su cerebro seguía negándose a creer que los hados del destino hubiesen sido tan caprichosos y tan crueles como para hacer que aquellos dos Uchiha fueran los Jinchūriki de Uzushiogakure, pero una parte de ella ya sopesaba la posibilidad de que fuera verdad. Porque, si era así, la situación acababa de volverse realmente peliaguda para todos. —La verdad es que no tengo ni idea de quién es el otro Hermano del Desierto —replicó Yota, más escéptico que Daruu—. Pero eso son meras suposiciones, Daruu-kun. Parece lógico y razonable lo que dices, pero por ahora no hay modo de confirmarlo. Lo único que es un hecho es que Datsue es uno de los Jinchūriki. —No, estoy al noventa y nueve por ciento seguro de que es así —le contradijo Daruu, obstinado. Ayame terminó por volver a su asiento, seria y sombría, y cruzó una pierna sobre la otra. —Aunque no tengamos más que sospechas hacia quién es el otro Hermano del Desierto más nos vale no bajar la guardia —habló al fin, más calmada que antes pero igual de preocupada—. Sólo con saber que Datsue es uno de ellos... Ya habéis visto de qué es capaz. Todos hemos visto ese esqueleto gigante y el poder del Sharingan. Y si es verdad que Akame es el otro, también le habéis visto actuar durante el Torneo de los Dojos —Y había sido ella quien les había sufrido a ambos, precisamente—. Y de eso hace ya un año, no me quiero ni imaginar lo que ha evolucionado desde entonces. »Ahora imaginad todo ese poder... combinado con que pierden el control como me pasó a mí. No habría manera de detener a dos monstruos como aquellos. Y nada más pronunciar aquellas palabras Ayame volvió a contraer el gesto en una mueca de dolor al sentir una súbita punzada entre los omóplatos. La muchacha no le dio mayor importancia, volvió a recuperar su bollito y le asestó un nuevo bocado mientras Daruu se deshacía en disculpas hacia el invitado y Kiroe volvía a ofrecerle sus dulces. RE: Mejunje de calabaza - Sasagani Yota - 29/11/2018 Daruu seguía sincerandose y, Ayame, tras volver a su asiento y cruzar una pierna por encima de la otra, seguía avisando al grupo de lo que se podria cernir sobre nuestras cabezas. En pocas palabras, era un poco aquello de 'o estás conmigo o estás contra mí' y esas palabras las pronunciaba un monstruo. Bueno, en ese particular caso, dos monstruos, los cuales escondiían un monstruo más en sus entrañas. »Pero entiendo que esta información que nos das gratuitamente es una muestra suficiente de buena voluntad como para que pueda confiar en ti. Bienvenido a casa, Yota. Quédate lo que quieras. Aquel fue el final del discurso de Daruu y captó mi más absoluta atención. En aquel momento me importaban una mierda los Hermanos del Desierto y su reputa madre, las consecuencias del futuro tras lo de Uzushiogakure y los bollos de aquella mujer. Había logrado recuperar una amistad pura. — ¡Aleluya! No pude evitar aquella exclamación que acompañé levantando ambos brazos y la mirada al techo de la estancia con una absoluta sensación de liberación tras haber escuchado las últimas palabras del amejin. Joder, había costado pero había valido la pena. Además, ahora sabían toda la verdad de lo que ocurrió en Uzushiogakure. Y yo también la sabía. si por un casual los uzujins trataban de engatusarme a mí o a alguien de Kusagakure se encontrarían con un muro y trataría de impedir su objetivo. — Ya habrá tiempo de encargarse de Akame, de Datsue y de los putos Hermanos del Desierto pero creo que ahora mismo lo mejor será ser discretos y volvernos poderosos para cuando llegue el momento. Las cosas están ya lo suficientemente tensas en Oonindo. Además, quien sabe si hay algún mal mayor al que temer, esperando su oportunidad perfecta para actuar — de nuevo sostenía aquel palito de madera con la mano — También os digo que si necesitáis de mi ayuda en algún momento solo tenéis que decírmelo, pero creo que debería irme. Te agradezco la invitación, Daruu-kun Dicho lo cual, me levantaría y me metería el caramelo de nuevo en la boca para luego tender mi mano al amejin, la cual esperaba poder encajar y despedirme como se merecía. RE: Mejunje de calabaza - Amedama Daruu - 30/11/2018 —Definitivamente no sé cómo podríamos hacer frente siquiera a uno de ellos por separado —contestó Daruu a Ayame—, así que imagínate los dos juntos. Imposible. —Negó con la cabeza y se cruzó de brazos. —Los Uchiha son muy buenos en combate, eso es cierto —dijo Kiroe con una sonrisa—, y además estos dos son bastante astutos, sin embargo, me he cruzado con suficientes como para saber que les puede la arrogancia. No hay que caer en su juego. Tomar la vía del subterfugio. »En caso de tener que pelear contra ellos... bueno, ventaja numérica. Hay que duplicarlos en número como mínimo... siempre. Daruu chasqueó la lengua y recordó el significado de la palabra 'arrogancia' cuando la imagen de Uchiha Akame le vino a la mente. Aquél último combate que tuvieron le había mostrado una perturbada faceta del Uchiha, que parecía incluso desquiciado. Y él, desde que había perdido los ojos, y sobretodo desde que se había enfrentado a aquél reducto de extremistas del clan Houzuki en su guarida, tenía muy poca paciencia para la gente que se enorgullecía tanto de su línea de sangre. Tras un vítore, para el gusto de Daruu, demasiado escandaloso, Yota volvió a intervenir. — Ya habrá tiempo de encargarse de Akame, de Datsue y de los putos Hermanos del Desierto pero creo que ahora mismo lo mejor será ser discretos y volvernos poderosos para cuando llegue el momento. Las cosas están ya lo suficientemente tensas en Oonindo. Además, quien sabe si hay algún mal mayor al que temer, esperando su oportunidad perfecta para actuar — de nuevo sostenía aquel palito de madera con la mano — También os digo que si necesitáis de mi ayuda en algún momento solo tenéis que decírmelo, pero creo que debería irme. Te agradezco la invitación, Daruu-kun. —Como quieras. —Daruu se encogió de hombros y de buena gana, pero pensándoselo unos segundos, le dio la mano al kusajin—. Que tengas un buen viaje de vuelta a Kusagakure. RE: Mejunje de calabaza - Aotsuki Ayame - 30/11/2018 —Definitivamente no sé cómo podríamos hacer frente siquiera a uno de ellos por separado —le respondió Daruu—, así que imagínate los dos juntos. Imposible —Negó con la cabeza y se cruzó de brazos. —Los Uchiha son muy buenos en combate, eso es cierto —corroboró Kiroe, con una sonrisa—, y además estos dos son bastante astutos, sin embargo, me he cruzado con suficientes como para saber que les puede la arrogancia. No hay que caer en su juego. Tomar la vía del subterfugio. En caso de tener que pelear contra ellos... bueno, ventaja numérica. Hay que duplicarlos en número como mínimo... siempre. —Mi padre también me lo dijo, que no se me ocurriera enfrentarme a un Uchiha yo sola jamás —asintió Ayame, sombría ante la perspectiva de que existiera una línea de sangre tan peligrosa que les estuviese haciendo temer por sus propias vidas. Entrecerró los ojos y apretó de nuevo los puños contra las rodillas, incómoda ante la situación. Frente a los Uchiha, ella no se sentía más que una pequeña hormiga—. Que si llegaba a encontrarme con uno y no había nadie conmigo... que corriera. Que corriera lo más rápido que pudiera y no mirara atrás. —Ya habrá tiempo de encargarse de Akame, de Datsue y de los putos Hermanos del Desierto pero creo que ahora mismo lo mejor será ser discretos y volvernos poderosos para cuando llegue el momento —intervino Yota de repente—. Las cosas están ya lo suficientemente tensas en Oonindo. Además, quien sabe si hay algún mal mayor al que temer, esperando su oportunidad perfecta para actuar. También os digo que si necesitáis de mi ayuda en algún momento solo tenéis que decírmelo, pero creo que debería irme. Te agradezco la invitación, Daruu-kun. —Lo mismo digo, Yota-san. Estamos aquí para lo que necesites. Pero... ¿seguro que te vas a marchar así, en mitad de la noche? —preguntó Ayame, ladeando ligeramente el rostro. Era consciente de que aquella no era su casa, pero no pudo evitar sentirse preocupada por el Kusajin—. El camino hasta Kusagakure es muy largo, quizás sería mejor que esperaras a que amaneciera... Si no calculaba mal, por lo menos tenía dos días de camino hasta su hogar. Y salir de medianoche, en pleno invierno, desde luego no era la mejor opción a tener en cuenta... RE: Mejunje de calabaza - Sasagani Yota - 5/12/2018 —Como quieras. —Daruu se encogió de hombros y de buena gana, pero pensándoselo unos segundos, le dio la mano al kusajin—. Que tengas un buen viaje de vuelta a Kusagakure. Nuestras manos encajaron y formaron aquel símbolo, fruto de la amistad que por momentos durante aquel día parecía haberse marchitado para siempre. Afortunadamente pudimos reconducir los acontecimientos. —Lo mismo digo, Yota-san. Estamos aquí para lo que necesites. Pero... ¿seguro que te vas a marchar así, en mitad de la noche? — Gracias — dije, desencajando la mano de Daruu y haciendo una reverencia leve con la cabeza ante la muchacha. El camino hasta Kusagakure es muy largo, quizás sería mejor que esperaras a que amaneciera... Era plenamente consciente de la caminata que conllevaba el ir desde aquel lugar hasta Kusagakure. No es que no lo hubiese pensado pero... — Ya lo sé. Sin embargo, tengo una madre y una araña allí fuera, esperando para poder regresar, así que me temo que no tengo mucha opción «Además, meter aquí dentro a Kumopansa posiblemente sea la peor de las ideas» — Agradezco la hospitalidad, pero tampoco quiero causar molestias y aquí Kumopansa causaría molestias debido a la aracnofobia — puntualicé finalmente ante el evidente miedo hacia esos animales que había mostrado hacia ya un buen rato en Kabotaro la madre de Daruu. RE: Mejunje de calabaza - Amedama Daruu - 7/12/2018 Yota rechazó la hospitalidad de los Amedama y aprovechó en el último momento para recordarle a Kiroe que no había olvidado el ataque a su mascota. La mujer lo observó, seria. Daruu le empujó por la espalda, sin violencia pero firmemente, acompañándolo a la puerta de salida lo antes posible. —Bueno, bueno, pues que te vaya bien, ¿sí? RE: Mejunje de calabaza - Aotsuki Ayame - 7/12/2018 —Ya lo sé. Sin embargo, tengo una madre y una araña allí fuera, esperando para poder regresar, así que me temo que no tengo mucha opción —respondió Yota—. Agradezco la hospitalidad, pero tampoco quiero causar molestias y aquí Kumopansa causaría molestias debido a la aracnofobia. —Está bien... Tened cuidado entonces —accedió Ayame con una sonrisilla, dejando caer los hombros. —Bueno, bueno, pues que te vaya bien, ¿sí? —añadió Daruu, empujando el Kusajin por la espalda hacia la salida. Sólo le había faltado cerrarle la puerta en las narices para terminar de expulsarlo del hogar. —Mira que eres bruto a veces... —le susurró Ayame a su pareja, con los brazos cruzados sobre el pecho, una vez se hubieron quedado a solas. |