(II) La Prisión del Yermo - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-pais-del-viento) +--- Foro: Desierto del País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-desierto-del-pais-del-viento) +--- Tema: (II) La Prisión del Yermo (/tema-ii-la-prision-del-yermo) |
RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 La aguda melodía del silbato causó, cual efecto dominó; la caída de todos los presos alborotados. Uno tras otro, en cadena, despotricándose en el suelo como ratas adoloridas por algún gusanillo interno, soltando quejidos inhumanos que evidenciaban su dolor. Los más lejanos se conglomeraban en las paredes aledañas tratando de abandonar el radio del efecto del corrector, para así escapar del jodido castigo. Kincho dejó de soplar única y exclusivamente cuando Tokore convenció al otro guardia —ya despierto—. de que tocase la alarma general, aquella que probablemente se emitiría por las numerosas bocinas repartidas a lo largo y ancho de la cárcel... ... y así fue. Ese botón no conocía de rangos. Todos los presos eran susceptibles, y todos cayeron como moscas. Era ahora o nunca. «Venga, hijo de perra; dónde mierda te has metido» Con ojo crítico, el gyojin anduvo por sobre los cuerpos, rebuscándose cada vez que alguno quisiera sujetarle algo. Lo crucial era acercarse lo suficiente hasta el epicentro de la pelea, donde se inició el conato de sublevación de los presos, y en dónde tendría que estar Razaro. Pero sin una imagen clara de cómo lucía realmente ese hombre más allá de las vagas descripciones que le dio el noble, Kaido no tenía más opción que confiar en sus instintos de cazador y pillar al tipo correcto. Tendría que ser uno ensangrentado, con suerte. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 Caminar entre cuerpos tirados en el suelo que no paraban de sacudirse y moverse de un lado a otro no era fácil. No cuando estaban tan juntos y pegados por haber demasiados presos en una misma celda. Pero entre algún que otro pisotón y patada —cuando fue necesario—, Kaido se abrió paso hasta la zona donde creía haber visto a Razaro. Vio a un tipo de cejas gruesas y rojas, que le miró con unos ojos que le inquietó. Su cuerpo se sacudía por el dolor, sí… pero este no se veía reflejado en sus ojos. Sus ojos estaban tranquilos. Sus ojos permanecían calmos como un león en la sabana antes de saltar por su presa. Vio a un tipo de cabeza rapada, ojos oscuros y algo de barba. Vio a otro tipo de cabeza rapada, ojos negros y bastante más barba. Tenía la cara magullada y llena de moratones recientes. Vio... Vio a todo el mundo con la cabeza rapada, y muchos de ellos con barba. No por nada, a los presos se les rapaba la cabeza cuento entraban para evitar piojos y demás plagas no queridas. No por ellos, sino por los propios carceleros. Muñeca observaba desde la distancia, y se oía de fondo discutir a Tokore y Sahi, entre los muchos chillidos que todavía cantaban al son de las bocinas. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 Dónde estás, Razaro... dónde estás. Era como buscar una aguja en un pajar. Todos lucían igual. Un detalle inequívoco era que todos tenían la cabeza rapada. Y la gran mayoría se dejaba crecer la barba. Es que hasta los primeros tres que vio, tenían los ojos oscuros. ¿Ya había dicho antes que Kaido había cometido muchísimos errores durante la planificación de la misión? sumemos otro. Por no haber recaudado información vital para descifrar quién era Razaro. Por no sacarle mayores detalles al noble ese de mierda. ¡Por no haber buscado el puto número antes, en los registros! A la mierda todo. Tendría que confiar en su olfato. Patadita al que tenía los moretones para que le prestara atención. —¿Eres tú? —advirtió, con la mano en el mango del kopesh. A la par, buscaba un número que le identificase. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 —Sss… Sssss… ¡Sssssssssshhhiiiiiiiii! —alcanzó a decir, mientras no paraba de revolverse entre chillidos. De hecho, a Kaido le fue difícil saber qué número era. Tuvo que cogerle del brazo para que se estuviese quieto por unos pocos segundos. 4988. Ese era el número. Uno cercano al del propio Zaide. Según le había confesado Kyūtsuki, el del Uchiha era el 4948. —¡Pero si Nathifa-sama me dijo que no la molestasen por nada del mundo! No tiene sentido que ahora… Había algo extraño en la voz del carcelero. Algo muy raro. Se oía, de pronto, extrañamente bien. De hecho, ahora que se fijaba… … las bocinas habían dejado de sonar. El carcelero debía haber levantado la mano, distraído por el fragor de la discusión. Alguien le placó por la espalda y le tiró al suelo. —¡Ahora! ¡Ahora! ¡AHORA! —Era el hombre de cejas y barba roja, cuyos ojos le habían llamado la atención. Unos ojos negros que rebozaban astucia. A Kaido le cayeron palos de todos lados. Patadas en las costillas. Puñetazos directos a la cabeza. Varios más tirándose encima de él y tratando de aprisionarle. Tenía que levantarse. O hacer algo. Pero tenía que hacerlo ya. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 Número 4988. Mientras más lo veía, más se perdía en la idea del número de Zaide, y de que ese hombre era lo fundamental de aquella misión. Quizás fue por esa razón que no se percató de inmediato que la bocina había dejado de sonar. Y cuando lo hizo, ya no era muy tarde. Suerte que el cuerpo de Umikiba Kaido —muy a pesar de estar transformado en el reflejo de Kincho—. era fuerte y resistente. Pero un placaje por la espalda iba a tener el mismo efecto siempre. El tiburón cayó al suelo sin poder evitarlo aunque pareció avivarse de poner antes las manos de frente y una de éstas se quedó muy cerca del silbato. Evidentemente, tuvo que recibir al menos el primer par de patadas como todo un hombre, antes de que el resto de golpes se convirtieran en una horda de agravios infructíferos que veían la resistencia de una jodida ola. Los puños pasaban de largo hasta el suelo, las patadas cruzaban hasta el otro extremo de su torso y acababan en la quijada de algún otro ratero que estuviera disfrutando del momento. Aislado del dolor gracias a la mística y mágica intangibilidad acuosa, el silbato volvió a sonar fuerte desde su boca. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 Hubo palabras malsonantes y voces de sorpresa cuando el cuerpo del carcelero se moldeaba a sus puñetazos como si no estuviese hecho de otra cosa que agua. Muñeca, que estaba apoyada contra la puerta y se había quedado por unos momentos bloqueada, no tardó en hacer uso del silbato. Y así lo hizo también Kaido, convirtiendo aquella revuelta en un simple amago. En un aborto. Tokore llegó corriendo, con las bocinas volviendo a sonar con fuerza. Saihi estaba enmendando su error. Por suerte, no fue tarde para ello. Kaido, o mejor dicho, Kincho, estaba a salvo. —¡Mierda! ¡Mierda! ¿Estás bien, Kincho? Joder, ¡lo siento! —gritó desde el pasillo, sin poder verle. —¿Lo sientes? ¡Podría haber muerto, pedazo de gandul! Si Nathifa se enterase de esto… Saihi balbuceó algo ininteligible mientras negaba con la cabeza. —No, no, no. Por favor… Es que pensaba que… No me tenía sentido que…. ¡Fue un despiste! ¡Joder, por favor! ¡No digáis nada! No puedo perder este trabajo. En serio… Tokore bufó. Por dentro, en cambio, sonrió. Le había dado la vuelta a la tortilla. Abrió la puerta de la celda del todo y esperó a que Kaido volviese con su condenado preso, para luego cerrar tras él. Las bocinas seguían sonando. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 En el suelo, alguillo adolorido; Kaido sonrió entre dientes. «Ya no tendremos que preocuparnos por ese hijo de puta» Hizo el ademán de levantarse en el acto, pero luego comprendió que aquellos cientos de golpes le habían dado a los ojos de los espectadores. Por eso fingió como todo un buen actor que le dolía todo el cuerpo y se sostuvo una de las costillas con la mano derecha, mientras la otra sujetaba el camisón del supuesto Razaro y lo arrastraba por los suelos como un pordiosero. Una vez fuera de la celda, lo esposó y le obligó a levantarse. —A la enfermería, ambos necesitamos atención —le comentó a Tokore por lo bajo, para que su voz no se oyese demasiado. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 Tokore asintió en un movimiento corto y casi imperceptible. Recibido. Clic… ¡Clac! El cerrojo de la puerta cerrándose con la llave de Tokore. Los tres avanzaron entonces, con el preso, a lo largo del pasillo. Saihi les observaba, suplicante, pero sin atreverse a decir nada más. Todavía seguía apretando el botón, como si un castigo extra a los presos fuese a rebajar la importancia de su error. Tokore suspiró al pasar a su lado. —No diré nada… Pero ten más cuidado para la próxima. Y a ver qué excusa damos ahora en la enfermería, joder. —Yo no diré nada tampoco —agregó Muñeca, bajo la imagen de Mushaki. —Mil gracias. ¡Mil gracias! Saihi miró entonces al último que quedaba, y realizó una senda reverencia. Las molestas bocinas dejaron de sonar al fin. —Por favor, ¡perdóname, Kincho-san! Sabes que no fue con mala intención. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 Kincho puso la peor cara que pudo. Una mezcla inevitable entre el dolor, querer mear y el sabor metálico de la sangre envolviéndole el paladar. Era todo un poema. Pero asintió, le dio dos palmadas en la espalda a Saihi y continuó su camino. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 Saihi suspiró de profundo alivio. —Gracias, tío. Gracias. Te debo una, joder. Los tres carceleros y el preso —que obviamente no se había enterado que Kaido era un ninja al no ser él uno de los que le golpearon—, le dejaron atrás y salieron por la puerta, accediendo al gran comedor. —Qué… ¿Qué quiere Nathifa de mí? —preguntó, asustado—. Yo no… Yo no hice nada. ¿No me van a llevar al Tercero, verdad? Por favor… ¡Este es mi primer crimen! ¡Y me estuve portando bien! ¡Lo juro! El preso se arrodilló, suplicante. —Por favor… N-no… No quiero bajar… ¡No quiero bajar! RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 Razaro sentiría como la mano de su carcelero se apretaba, con cada palabra suya, sobre su esternón. Era una fuerza impropia de ese cuerpo debilucho del jodido Kincho, que iba a servir para dar mayor énfasis a lo que estaba a punto de decir. —Hoy es tu día de suerte, porque no bajarás sino que... subirás —dijo, seductivo—. ¿no quieres ser libre, Razaro? claro que primero tenemos que asegurarnos de eso. Dime, Razaro. ¿A quién le robaste ahí afuera, cuando tu vida te pertenecía a ti y sólo a ti? »Responde correctamente, y podrás saborear la libertad muy pronto. Equivócate, por el contrario... y conocerás algo peor que el Tercero. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 Razaro le miró, confuso. Confuso y más asustado que nunca. —¿Q-qué? ¿Y-yo? ¿Cómo que libre? Esto… ¿Esto es una trampa? —¿Desde cuando unos carceleros ofrecían libertad? A no ser… —Trabajas para… —¿Para aquel gordo de mierda?—. ¿Para Gabbra? Y si así era, era hombre muerto. ¿Liberarle? Sí, pero de la vida. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 —Para tu suerte, no —dijo—. aún te quedan amigos ahí afuera. Ahora cállate, y camina. Volteó a ver a Tokore. —Lo has hecho bien —mucho mejor que la jodida muñeca, al menos—. voy a ver que salgas recompensada después de que acabemos con ésto. Te lo prometo —Kaido era un hijo de puta, pero valoraba a la gente como Tokore. Fuerte. Decidida. Vivaz y resuelta. Y qué decir, si la jodida le ponía muchísimo—. pero ahora necesito un lugar privado en el que podamos finiquitar el plan. Llévanos. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 27/04/2019 Razaro suspiró de alivio ante la negativa de Kincho. Algo dentro de él le decía que estaba mintiendo. La otra, se agarraba al único clavo ardiendo al que podía sujetarse. ¿El único? Había otro, ahora que lo pensaba. La razón por la que sus propios compañeros se habían abalanzado contra él cuando creyeron que había largado. Y ahora que lo pensaba, si aquello se llevaba a cabo… —Tenemos que darnos prisa. ¿Me oís? ¿De verdad crees que el ataque fue casual? —preguntó a Kincho, mientras se levantaba rápidamente—. ¿De verdad crees que se comieron una corrección por descargarse contigo? Tokore le miró, tensa. Era cierto. Los ataques de presos no se daban muy a menudo. Sabían el castigo que acarreaba. —¿De qué coño estás hablan…? Las bocinas de las celdas masculinas volvieron a sonar. Se oyeron chillidos. Rugidos. Las bocinas pararon de golpe. Los rugidos siguieron. Golpes. Más rugidos. Y, entonces... ... la puerta se abrió con tanta fuerza que rebotó contra el lado contrario. —¡Ahora! ¡Ahora! ¡AHORA! —Sí, era el mismo jodido hombre que había placado a Kaido. En un brazo terminaba de colocarse una ballesta de muñeca ensangrentada. En la otra mano, sujetaba unas llaves. Esas llaves no eran suyas. Eran de Kaido. Una estampida de presos salió tras él, entre gritos y rugidos, directos hacia Kaido y el resto. Quince metros les separaban. Otros quince le faltaban a Kaido para llegar a la gruesa puerta de metal que separaba el comedor con la entrada de la prisión. —¡Ya sabéis lo que hacer, panda de hijos de puta! ¡A por las mujeres! ¡A por las mujeres! ¡A POR LAS MUJERES! Un grupito menor salió corriendo en dirección contraria a la estampida: hacia la puerta que daba a las celdas de las mujeres. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 27/04/2019 No fue hasta que vieron la estampida de presos abandonar las áreas comunes que Kaido entendió lo que había sucedido. Ese manojo de llaves tendrían que haberlo sacado de un sólo lugar, y ese era... «¡Mierda!» —Tokore, lleva a Razaro a un lugar seguro mientras das la alerta a los guardias que quedan aquí arriba. Resguárdate con él y espéranos —le imperó—. ¡Muñeca, sígueme! Y Kincho salió corriendo en dirección a las puertas que daban hacia el piso -2. —Una vez abajo, alerta a los guardias que hay una fuga masiva y que les necesitamos arriba. Sólo tú tienes la voz y por las llaves de tu henge, eres un carcelero habitual ahí abajo. ¿Su idea? peinar el segundo piso y aprovechar la desgracia resultante del robo de sus llaves para que creara una distracción importante, y poder controlar él junto a Masumi el piso donde se encontraba Zaide. |