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De guerras pequeñas en tiempos de paz - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País del Bosque (https://ninjaworld.es/foro-pais-del-bosque) +--- Foro: Puente Tenchi (https://ninjaworld.es/foro-puente-tenchi) +--- Tema: De guerras pequeñas en tiempos de paz (/tema-de-guerras-pequenas-en-tiempos-de-paz) |
RE: De guerras pequeñas en tiempos de paz - Amedama Daruu - 25/03/2019 Encapuchado. Con una túnica blanca... Se reía como un puto psicópata. «Oh», pensó Daruu, sombrío, «Esos son los peores. Hijos de puta sanguinarios que sienten placer matando.» —Si por algún casual, un día te cruzas con un General… ¿Me avisarás por el sello? —preguntó, y su tono de voz casi lo imploraba—. Tengo varios contactos más aparte de ti. Quizá estés cerca de uno y pueda mandar ayuda rápido… Daruu sonrió y levantó el pulgar. —¡Cuenta conmigo al cien por cien, tío! —dijo—. Hay que detener a esos cabrones hijos de puta. Y oye, no dudes en hacerlo tú también. Y ten mucho cuidado, no queremos que te reviertan el sello a ti también, ¿vale? —advirtió. Luego, pareció pensar en algo, y... echó mano de su portaobjetos. Había mantenido aquél secreto como oro en paño. Pero era la hora de confiar los unos en los otros, y llegado a aquél punto Daruu tuvo que tomar una decisión. Datsue podría jugársela en el futuro, más todavía si de algún modo el amejin le contrariaba. Podría liársela muy fuerte. Pero, ¿a qué se estaban arriesgando si no hacía lo que iba a hacer? ¿A que capturaran a Datsue? ¿A dejar al Ichibi suelto por el mundo como lo había estado Kokuo? En propias palabras de Kokuo, habían tenido muchísima suerte de que había sido ella la que andaba libre. Porque Shukaku no era como ella. Eso es algo que Daruu intuyó por sus palabras, pero seguro que Datsue ya lo sabía muy, muy bien. Suspiró, y sacó un kunai del portaobjetos. —No sabes lo que me jode hacer esto por dentro, Datsue, pero considéralo una muestra de buena voluntad por mi parte, y de parte de Amegakure —dijo—. Y si hay algunos amejin que no tragas, pues al menos de una parte de Amegakure, que te aseguro que quiere la paz y el bien para todo Oonindo. Esto lo hago por el mundo... y por ti. Si es que puedo llamarte amigo de verdad. —Daruu se pinchó el dedo índice de la otra mano con la punta, y escribió sobre la venda que llevan estas armas un pequeño símbolo, un ideograma, un kanji con la palabra Caramelo. Un símbolo que, si Datsue tenía buena memoria, recordaría, pese a que en su día su presencia en el puerto de Uzushiogakure le pareciera totalmente inocua... »Ten. Te confío el secreto de mi técnica de transporte, y también te proporciono una señal. Puedo aparecer en cualquier sitio donde haya una de esas marcas... —dijo, tendiéndole el kunai—. Llévala siempre, siempre contigo. Si los Generales de Kurama te emboscan, activa el sello, pídeme ayuda y estaré allí tan pronto como un rayo alcanza la tierra. Mi Tormenta y tu Fuego caerán sobre esos malnacidos por sorpresa en un ataque combinado. »Juro no utilizar la técnica para hacerte mal alguno. Y a su vez, igual espero que no uses tu sello para lo mismo, ni... ni que tires mi kunai a un volcán o algo y me llames por el sello como si te estuvieran matando. Las cosas se hablan, ¿eh? Por favor. —Se rascó la parte de atrás de la cabeza, y rio. «Espero no arrepentirme de esto...» RE: De guerras pequeñas en tiempos de paz - Uchiha Datsue - 25/03/2019 —¡Cuenta conmigo al cien por cien, tío! —dijo—. Hay que detener a esos cabrones hijos de puta. Y oye, no dudes en hacerlo tú también. Y ten mucho cuidado, no queremos que te reviertan el sello a ti también, ¿vale? Lo sabía. Nadie quería eso. Ni siquiera el propio Shukaku. —Lo tendré —aseguró, levantando el pulgar. Oh, sí. Iba a tener mucho cuidado. Mucho cuidado para matarles muy, muy despacio. No quería cometer el error de darles una muerte rápida. Ellos no se la merecían. Como probablemente tampoco se merecía Datsue la gran revelación que Daruu le hizo. El secreto de —seguramente— la mayor técnica que poseía: la de teletransportarse. Vio cómo marcaba con sangre un kunai y se lo tendía. Datsue lo tomó y le dio la vuelta para ver, en el mango, el kanji del caramelo. El kanji de… «¿De qué me…?» Oh, se acordaba. ¡Claro que se acordaba! ¡Aquella misma marca relucía en un poste del puerto junto al que se habían teletransportado, tiempo atrás! Junto a varios grafitis y marcas de parejas jurándose amor eterno, claro. «¡Y Akame tenía razón, joder! ¡Desde el puto principio!» Oonindo no era consciente de la mente privilegiada que había perdido. —Juro no utilizar la técnica para hacerte mal alguno. Y a su vez, igual espero que no uses tu sello para lo mismo, ni... ni que tires mi kunai a un volcán o algo y me llames por el sello como si te estuvieran matando. Las cosas se hablan, ¿eh? Por favor. «¡JIAAAAJIAJIAJIAJIA! ¡Me gusta cómo piensa este chico! Oh, Datsue, ¡tienes que hacerlo! Pero no al fondo de un volcán, la lava estropearía la marca. Haz caso al Gran Shukaku, ¿eh? Mejor a un pozo lleno de serpientes. Cuando se quiera dar cuenta, ¡estará ahogándose en veneno! ¡JIAJIAJIAJIA!»
Datsue prefirió no contestar a semejante propuesta de Shukaku. —Vaya, yo… No sé qué decir. —En verdad, aquella muestra de confianza le había llegado a lo más profundo de su ser. Después de todo por lo que habían pasado… Dudaba que se lo mereciese--. Gracias —dijo, sincero—. Gracias por volver a confiar en mí, Daruu. —Y esta vez… ... fue él quien le tendió la mano para estrechársela. RE: De guerras pequeñas en tiempos de paz - Amedama Daruu - 25/03/2019 Sucedió algo... extraño. Daruu pareció detectar un sutil cambio en el rostro de Datsue. Una sombra de... ¿estar asustado? ¿Sorprendido? Lo ignoró de inmediato. Es de esa clase de cosas que uno nota pero que no le da importancia en absoluto. Como si notas que tu compañero de conversación mueve la nariz porque le pica, vaya. Lo que no recordaba nuestro querido Daruu es que era algo que ya había notado en otras muchas ocasiones. En una persona muy cercana a él. Pero era tan insignificante que no lo recordaba. Datsue, conmovido por el gesto de Daruu, le agradeció sinceramente, y le tendió la mano esta vez tomando la iniciativa. Daruu la estrechó con fuerza y alegría. Sintió calidez y emoción en el pecho. En el fondo, le alegraba estar bien con Datsue. Con todo el mundo. Aquél encuentro le había dado esperanza. —A ti, por demostrarme que todavía se pueden arreglar las cosas del todo —dijo—. Y por intentar, aunque sea, arreglarlo con Ayame. Te prometo, Datsue, que si lo conseguimos, descubrirás que es una persona inocentísima que no quiere hacerle mal a nadie. Y tendrás dos buenos amigos en Amegakure, tío. Ya verás. —«Espero que sea así...» »Bueno, pues... voy a ver si me suturo la herida un poco mejor o algo. Ugh. RE: De guerras pequeñas en tiempos de paz - Uchiha Datsue - 26/03/2019 Datsue esbozó una sonrisa al escuchar las palabras de Daruu. Sí, él también se sentía mejor arreglando las cosas. Se decía pronto, pero se había pasado más de un año entero en guerra con casi todo el mundo. Frustrado. Dolido. Generando rencor por los cuatro costados. Enfadándose con amigos por culpa de ello. Y eso, desgastaba. Desgastaba mucho. Y para afrontar con garantías el nuevo camino que había escogido —uno tan agotador o más que el anterior—, necesitaba despejar frentes. Descansar de tantas guerrillas. De tantas… … guerras pequeñas en tiempos de paz. —Eso te lo envuelvas en unas vendas y solucionado, hombre. ¡No me seas kusareño! —exclamó, como si ser kusajin fuese algo terrible—. Bueno, pues yo también tendré que ir partiendo. ¡Hablamos! —dijo, señalándose el sello de la Hermandad Intrépida para luego levantar la mano a modo de despedida. Oh, sí. Algo le decía que volverían a hablar muy, muy pronto. Y en esta ocasión, el reto al que se enfrentarían, juntos, sería todavía mayor. RE: De guerras pequeñas en tiempos de paz - Amedama Daruu - 26/03/2019 Joder, ¿no me digas? Si las vendas ya las tenía, pero joder, esa herida había que cerrarla bien. Daruu estaba honestamente nervioso. Allí, tan lejos de la aldea, quizás tendría que buscar alguna asistencia médica en la propia Yachi. Alguien que le hiciera unos puntos de sutura. Le jodía admitirlo, pero el tajo de Datsue le había dado pero bien. Una especie de justicia kármica de parte de Akame sin que él hubiera estado presente. —Buah, tío, yo entrené con Juro el otro día y de verdad, más vale que se ponga las pilas porque necesitamos que ese tío sea más fuerte —dijo, siguiendo con lo del kusareño—. Venga, Datsue. Cuídate de camino a casa. —Daruu se despidió de él con un aspaviento de mano, y se dio la vuelta, de camino a la cabaña. Curioso día aquél. Empezaban como enemigos que se odiaban a muerte, y terminaban compartiendo un saludo afectuoso y revelándose técnicas ninja, ayudándose el uno al otro como si fueran compañeros de Villa. Daruu se encerró en la cabaña de vacaciones de la familia Amedama y se fue directo al baño para desinfectarse la herida con agua oxigenada y unas gasas. Mientras hacía el trabajo sucio y desagradable, pensó que giros como el de aquél día eran lo que hacía que aquella herida, en el fondo, importase menos. Que la sangre derramada tuviera sentido. A decir verdad, él nunca se había sentido del todo motivado para ser ninja. Había nacido en Amegakure, una aldea ninja, así que el suyo era un oficio común y deseable, con prestigio y considerablemente bien pagado si se te daba bien esto del Ninjutsu. No había habido dudas, y aún así tampoco había habido un proyecto a futuro, una razón de ser. Simplemente, había sucedido. Pero ahora que comprendía que, como Datsue y Ayame en la ronda de combates del examen, un par de ninjas podían cambiar el curso de Oonindo entero en apenas unos minutos; como él y Datsue ese mismo día también... Ahora que sabía que con su trabajo y sus acciones podía dirigir el rumbo de la humanidad en un rumbo o en otro... ...Daruu estaba seguro de que aquél era su oficio. Que aquella, y otras tantas heridas que estaban por venir valdrían la pena. Porque él quería formar parte de la tripulación cuando hubiera que decidir hacia dónde virar el timón. |