(II) La Prisión del Yermo - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-pais-del-viento) +--- Foro: Desierto del País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-desierto-del-pais-del-viento) +--- Tema: (II) La Prisión del Yermo (/tema-ii-la-prision-del-yermo) |
RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 28/04/2019 Lamentablemente —realmente cada paso que daban los Cabeza de Dragón lo era—. el aviso despertó en ese alguien una ira contenida. Y hablemos de ira porque, esa era uno de los pocos sentimientos con los que eras capaz de crear una masacre como la que se avecinó en el espacio común del segundo piso, donde sólo pudieron ser testigos de charcos de sangre escabulléndose por debajo de la puerta. Aunado a ello, Barba Roja ya había logrado tumbar la puerta y Kaido, incapaz de ocuparse ahora mismo de dos cosas a la vez, creó un kage bunshin que se dedicó única y exclusivamente a tocar la bocina por defecto, impidiéndoles avanzar mucho más. Apretó con fuerza, él no iba a cometer el mismo error que Saihi. —¡¿Qué mierda está pasando, eh?! —dijo, incapaz de mantener la compostura. Pensando en cómo matar a todos esos cabrones, en especial al de la barba; sin gastar demasiado chakra. Pero algo le decía que con eliminar a esos hombres no iba a ser suficiente. La sangre derramada tenía que ser sí o sí de los guardias. ¿Pero de cuántos? ¿habían caído los doce? Esa mujer... El gyojin se sintió de pronto claustrofóbico. Por un lado, hordas de prisioneros tratando de llegar a Zaide. Por el otro, la jodida Nathifa enterándose de todo. Y a su lado, con tan sólo una puerta separándoles del Uchiha, la latente posibilidad de que alguien iba a liberar a todos esos presos del segundo piso, habiéndose deshecho de los guardias. Con lo cual, estaban encerrados. Con enemigos viniendo hacia ellos en todas direcciones. —Presiona el botón, ¡el botón! —dijo—. usa un kage bunshin y que no pare de sonar. Tendremos que matar a esa mujer, ¿lo entiendes? o los va a liberar a todos. ¡Va a liberar a Zaide! —decía, mientras la piel se le caía como gotas de agua y recuperaba, poco a poco, su verdadera identidad. También cogía de su portaobjetos una píldora y se la llevó a la boca de forma inmediata. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 29/04/2019 Apretó el botón, y la horda de criminales cayó como si hubiesen recibido la explosión de una bomba en el pecho. Todos y cada uno de los que estaban en el pasillo cayeron. Todos menos Barba Roja. Fue entonces cuando Kaido recordó. Recordó el momento en que había visto sus ojos por primera vez. Allí, en la celda, con la bocina sonando a tope y él —junto al resto— retorciéndose de dolor. Y, sin embargo, sus ojos no reflejaban dicho dolor. Estaban tranquilos. Sosegados. Y ahora se veía por qué. —¡Ya falta poco! ¡Vamos! ¡Vamos! Y es que a Barba Roja no parecía afectarle en absoluto aquel sonido. Desviándose hacia la derecha, se situó bajo la bocina y apuntó con la ballesta. Fiuss… ¡Plaff! Una bocina a la mierda. Solo quedaba otra, situada en la otra pared del pasillo, ya más cercana a la puerta de Kaido. A unos doce metros, más o menos. Kaido vio como parte de los prisioneros eran capaces de avanzar un poco más, ahora que el rango de la bocina había disminuido. Barba Roja corrió hacia la bocina mientras recargaba su arma. Mientras tanto, al otro lado, Kaido no podía ver nada a través del ventanuco por culpa del hombrecillo con bigote que no paraba de aporrear la puerta. Sí, seguía allí. Vivo. —¡¡Por Amateratsu, dejadme salir! ¡¡¡NOS VA A MATAR A TODOS!!! —tan desquiciado estaba, que ni se dio cuenta que uno de los hombres al otro lado tenía cara de tiburón—. ¡¡El botón corrector no funciona, joder!! —exclamó al ver que Mushaki se afanaba en pulsarlo—. ¡Se rebanó el brazo donde se coloca el sello! ¡NO FUNCIONAA! RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 29/04/2019 Para la sorpresa de Kaido, el sonido de la bocina correctora no fue suficiente para detener a Barba Roja. ¡Seguía dando por culo! y logró destruir la primera bocina. Sólo quedaba una. —¡Jodeeeeeeeer! —espetó, mientras daba los pasos suficientes y a una velocidad considerable que le permitiese recortar la distancia a los cinco metros necesarios, al unísono de que Barba Roja recargaba la ballesta, y arrojó un kunai directo a su cuello, que coincidió también con el súbito destello del filo, expandido en una luz incandescente gracias a la potenciación de su chakra a través del arma. Sin embargo, y por las dudas, un segundo kunai volaría también con bastante destreza hasta el corazón de aquél hombre. Kaido tenía buena puntería. El bunshin, por otro lado —y sin dejar de tocar la bocina—. volteó a ver a Muñeca. —¡El bunshin, joder, el bunshin! ¡hay que matarla! RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 1/05/2019 Barba Roja vio la puerta abrirse —cuando Kaido accedió al pasillo— como la luz al final de un túnel oscuro y lleno de horrores que había recorrido durante años. La felicidad inundó su rostro. —¡Ya es nuestro, chicos! ¡Ahí está! ¡Ahí está! Pero frenó su carrera. Barba Roja era muchas cosas, pero ante todo, un hombre precavido. Fue retrocediendo a medida que el Tiburón se acercaba, pero su afán por no perderle de vista hizo que cayese en aquel truco tan barato. Cegado, se llevó las manos al rostro, de suerte que su brazo se antepuso entre un kunai y su cuello. —¡Aaagh! —chilló, dándose la vuelta al mismo tiempo que corría al cobijo de los suyos. Casi en ese instante, otro kunai, en la espalda, le arrancó un nuevo quejido. —¡¡Hijo de la gran puta!! —gritó alguien del grupo, que acogió a Barba Roja poniéndole tras las primeras filas, sabiendo de la importancia que tenía aquel hombre en la revuelta. —¡Vas a morir! —¡Estás muy lejos del mar, pescado! —¡¡Hijo puta!! ¡¡Hijo puta!! ¡¡Hijo puta!! —rugieron varios más al unísono. • • •
Sí, un Bunshin. Muñeca ya le había oído la primera vez. Era común, en los ninjas que se volvían muy fuertes, el pensar que técnicas que ellos dominaban con soltura fuese pan comido también para la mayoría de mortales. El problema era que el Kage Bunshin y Muñeca… —¡Qué no sé —¡Pluff!— usarlo, joder! ...no se llevaban muy bien. Harta, abrió la puerta y se metió ella misma en el comedor, desapareciendo de la vista de Kaido. El guardia cayó de rodillas y se arrastró, entre lloros, hacia la pared contraria. —¡Gracias! ¡Gracias! ¡Qué Amateratsu os lo…! —Fue justo en ese momento en que sus ojos se percataron de lo que veían—. ¿¡Quién eres tú!? Se levantó de golpe, guardia erguida y la ballesta de muñeca apuntándole directamente al cuello. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 3/05/2019 El clon miró impertérrito al ahora renovado guardia, a quien de pronto se le vieron crecer un par de cojones, de esos que le faltaban cuando tenía que enfrentar a la presa. Pero ahí estaba, ¡valiente! apuntándole con una jodida ballesta. —Oh. ¡Oh!. ¿Ahora sí tienes huevos, eh, hijo de puta? —Kaido arrugó el ceño y le señaló con la otra mano—. será mejor que bajes esa mierda, o esa jodida alarma dejará de sonar y esos malditos presos que ves allá vendrán para meterte los puños por el culo. Si no quieres morir, ven y presiona tú esta mierda. ¿O quieres que también esa mujer de allí atrás venga a terminar el trabajo? Tú decides. Mientras el bunshin aseguraba su propia existencia, el Kaido real, a sabiendas de que había herido a Barba Roja, recuperó la distancia respecto a la puerta deslizándose hacia atrás y apoyando su mano derecha en el suelo durante el arrastre.. Luego se mantuvo atento al movimiento de los reos. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 4/05/2019 Una mujer salió de entre el grupo. Una mujer con la cabeza rapada, ropa de presa, menuda pero de paso grácil. Levantó un brazo en dirección a Kaido, y este pudo ver una ballesta de muñeca en ella. Cambió de idea y apuntó hacia la bocina. Fiuss… ¡Ploc! El virote estampándose contra el muro, muy cerca del objetivo. Se oyó la decepción entre los suyos, y un hombre mucho más corpulento que ella trató de quitarle la ballesta para hacer el trabajo él mismo. Grave error. La mujer le apresó la muñeca, doblándole la mano, le dio una patada en sus partes y luego aprovechó la caída para torcerle el brazo y dislocárselo. Se oyeron sus chillidos de dolor, y a nadie le quedó ganas de volver a intentarlo. Recargó. Volvió a apuntar. Y… —¿Cómo? No… ¿¡PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDO!? —chilló, con los ojos a punto de salírsele de las órbitas, cuando vio el problemón que tenían al otro lado del pasillo. Tac. Tac. Tac.
El guardia miró momentáneamente hacia atrás. Hacia las escaleras que bajaban al tercer piso. Tac. Tac. Tac.
Aquel sonido provenía de allí. El sonido de un bastón chocando con firmeza contra el suelo. Se acercaba. Tac. Tac. Tac.
—Nathifa-sama… —balbuceó, más acojonado que nunca, y en un segundo volvió a apuntar a Kaido. Su mano no paraba de temblar, incapaz de mantener una línea hacia el pecho del Tiburón—. ¡¿Quién eres?! ¡Identifícate! Y… ¡Y manos arriba! Tac. Tac. Tac…
RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 4/05/2019 Por un lado, la bocina casi volvió a romperse tras un virote de la ballesta de una mujer. Por otro, Nathifa y el otro hombre se acercaba desde el piso más inferior. Por el otro, Muñeca había desaparecido en el área común y no había rastro de ella. Por un lado... o por el otro; Kaido estaba jodidísímo. —¡Eh, gyojin! —dijo el Kage Bunshin, con las manos en alto—. ¿quién eres? —¡Un tiburón! —¡¿Y a dónde pertenecen los tiburones?! «¡Al mar!»
No hizo falta más que aquella súbita revelación para entender la única salida. El desierto se le estaba haciendo demasiado árido, seco. Sus agallas deseaban humedecerse en el beso del agua una vez más. Sello de la serpiente, los rezos a Susanoo. Pulmones encascados de aire, y el chakra, su poderosa fuente de energía, arremolinándose desde sus intestinos para liberar las fuerzas de un Dios. Ahora sabrían a dónde iba a parar las infinitas gotas de lluvia que lloraba Ame no Kami desde tiempos inmemorables. «¡Suiton: Baku Suishōha!»
El escualo liberó entonces una marea de agua cristalina y revoltosa que impactó contra el suelo, extendiéndose a una velocidad extraordinaria y con la fuerza de cientos de titanes. El poder de mar concentrado en un espacio tan reducido como resultaba ser el segundo piso, según su intuición y un debido análisis de las dimensiones del pasillo, le permitiría inundar toda la sala entera y traer el océano al desierto. Allí, nadie podía joderle. Allí, él era el rey. El Umi no Shisoku. Con el mar de su lado, nadie le iba a vencer. ¡Nadie! RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 5/05/2019 Y así, señores, es como se manda todo a la mierda. ¿La bocina que tanto se empeñaban en destruir los presos? Fuera. ¿Los propios presos del pasillo? Fuera. ¿Los problemitas con el guardia pesado? Fuera. El mar era bravo pero justo, y no hacía diferencias con nadie. Ni siquiera con Muñeca, que se vio arrastrada por la fuerte corriente que inundó el segundo piso. Parte del muro del pasillo, que soportó la potente ola y su caída, rompió por la presión. Dos celdas se vieron de pronto abiertas, y cuatro ninjas nadaron fuera de ellas. Uno tenía los ojos de un Hyuuga. Otro era blanco como la nieve. Las otras dos eran gemelas, dos mujeres que se afanaban en mantenerse a flote. El agua llegaba casi hasta el techo, sin espacio para ponerse de pie sobre la superficie. —¡Kaido-kun! ¡Kaido-kun! —gritaba Muñeca desde el comedor—. ¡Nos han jodido con un Suiton! —anunciaba, ignorante. Escaleras abajo, la puerta había sido cerrada por el súbito oleaje, conteniendo el agua e impidiendo que se vaciase. Tres personas surgieron de ellas. Las que estaban subiendo cuando Kaido hizo lo que hizo. Una era una mujer, de unos cuarenta años, pelo pelirrojo y recogido en un moño, y sacudiendo los brazos con rabia para mantenerse a flote. Los otros dos parecían zombies a su lado. Expresión vacía, dos kanjis iluminándole la frente: 奴隷. Esclavo. O sirviente, según la interpretación. Uno tenía los ojos blancos de un Hyuuga. El otro castaños. —¡Matadlos! ¡Matadlos a todos! ¡Ratas! ¡Puercos! ¡Vais a servirme por el resto de la eternidad! —chillaba la mujer, fuera de sí. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 5/05/2019 Allí, abajo, sintió paz. Estaba en su mundo. En su terreno. El agua era su aliada. El único sonido que perturbaba el fondo de aquél piso inundado era el de los chapoteos de los presos, de Nathifa, de los guardias. Aquellos eran los indicios que le permitían al par de tiburones —Kaido y su bunshin—. moverse por las profundidades, absorto, y evaluando el terreno. ¿Su objetivo? Uchiha Zaide. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 5/05/2019 Kaido se internó en el comedor y halló a Muñeca, también chapoteando, allá arriba. Vio un montón de cadáveres de guardias, entre ellos, el de una mujer sin brazo. Parecía que Muñeca al final sí había cumplido con su trabajo. O quizá simplemente había caído desangrada. Vio dos celdas sin presos —las que se habían abierto por detrás—. Y vio más, muchos más, sacudiendo los barrotes y tratando de salir. Mujeres, hombres. Ancianos. Niños incluso. Había de todo. Presos y más presos. Rostros y más rostros. Pero… ¿Uchiha Zaide? No lo encontraba. No estaba allí. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 5/05/2019 Era imposible. ¡Imposible! ¿En dónde mierda estaba ese hijo de puta? ¿sería que la información de Kyutsuki estaba comprometida? ¿que ese hombre puede que haya estado alguna vez en el segundo piso, pero que ahora no? No podía ser. Barba Roja hablaba de tener que encontrarlo. Aunque, ahora que lo pensaba... podría estar refiriéndose al... Miró la puerta que contenía el mar invocado, y a Nathifa chapoteando. Kaido el Bunshin se acercó hasta los esclavos y, sorpresivamente, usó su fuerza potenciada por la bendición de la genética y les arrastró hasta el fondo del mar, dejando descubierta a la Alcaldesa. Kaido el original emergió por detrás de Nathifa, rodeándole el cuello y usando su peso para que fuera su cuerpo y no el de ella el que la mantuviera a flote. —Uchiha Zaide. ¿Dónde está Uchiha Zaide? —le susurró, a duras penas, con los colmillos rozándole la oreja. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 5/05/2019 Cuando regresó sobre sus pasos —o sobre sus aletazos, más bien—, Kaido se encontró con algo peculiar. Uno de los esclavos luchaba contra los cuatro presos que habían salido sueltos. Estos últimos tan solo se defendían, gritando, implorando al hombre que se detuviese. —¡No le maten, o os la veréis con nosotras! —gritaron las gemelas la mismo tiempo. Cuando el Bunshin se acercó hasta el otro… Bueno, se llevó una pequeña sorpresita. Y es que sus ojos de Hyuuga le avisaron de que estaba en peligro. Giró sobre sí mismo, expulsando chakra por los poros de su piel y creando un remolino que impactó en el clon y le hizo desaparecer de un plumazo. —¡Ten cuidado, esclavo! —chilló Nathifa, que había sido arrastrada por la corriente y se había chocado contra la pared—. ¡Mátalos de una vez! ¡Mátales a todos! El Hyuuga se sumergió entonces bajo el agua y encaró a Kaido. Muñeca todavía estaba en el comedor. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 5/05/2019 Su plan perfecto para obtener información verídica de la mujer que manejaba la Prisión del Yermo fue súbitamente disuelto por una ráfaga de chakra que emergió desde la nada, o mejor dicho, desde el cuerpo de aquél Hyuga. Kaido podía reconocerlo como miembro de aquél clan por los ojos, porque Daruu —un viejo amigo—. los tuvo alguna vez, antes de que una jodida mujer se los arrancase directo de sus cuencas. ¿Pero de sus técnicas y habilidades? está de más decir que no sabía una putísima mierda. De cualquier forma, su clon desapareció tras la defensa del esclavo. Y éste le hizo frente, bajo el agua, imposibilitando su acercamiento a Nathifa. Con sus agallas haciendo el trabajo de respirar por él, Kaido realizó un único sello. ¿Saben cuál es la mejor parte de tener el mar a su favor? no sólo de que le permitía encontrarse en su mejor elemento, donde era más rápido, ágil, fuerte y resistente. Esa era sólo una parte. La mejor parte era que, siendo un tiburón, y un versado usuario del suiton... pues todo lo que tenía a su alrededor era, eso, agua. ¿y qué pasa cuando invocas un Mizu Bunshin bajo el agua? ¿cuando puedes hacerlo emerger desde cualquier fuente cercana? Pues, que sencillamente, nace de la nada. Como una sombra. Esta vez, detrás de la silueta del Hyuuga, emulando su figura. Calcando su posición y ... ¡Zas! mordiéndole la yugular desde la parte trasera, para arrancarle así el tajo de la vida. Oh, sangre. Dulce sangre. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 5/05/2019 Los tiburones eran orgullosos como ellos solos. Aguerridos, combativos, llevando la palabra ferocidad a una nueva escala. Por eso, se creían los dueños del mar. Pero, ¿lo eran? ¿Qué pasaba con las orcas? ¿Y las ballenas? ¿No tenían ellos también motivos para considerarse los Reyes del Océano? Kaido formó el sello del Tigre. El Hyuuga formó el sello del Tigre. A la vez. Solo ese. Como si fuesen a realizar exactamente la misma técnica. Verán, era curioso. Con el océano a su favor, Kaido era capaz de usar sus técnicas acuáticas desde cualquier sitio. Pero eso… también funcionaba a la inversa. Porque cuando creó su clon a espaldas del enemigo, se vio de pronto sumergido en el centro de un poderoso torbellino que le sacudió como un trapo y le mandó volando contra el techo de la prisión. El Hyuuga, atento al no ver surgir ninguna técnica de su adversario, había mirado a su alrededor. No como un triste mortal haría, girando la cabeza a un lado y a otro como un pobre diablo. No, ni siquiera tenía que moverse. Su Byakugan lo hacía por él. —¡Ghhh! —soltó un gemido de dolor, al mismo tiempo que extendía una mano hacia atrás y golpeaba al clon con un Juuken. Gracias a su Byakugan, había conseguido verlo justo a tiempo para levantar un hombro y que la mordida no fuese mortal. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 5/05/2019 El destino era una perra caprichosa. Tercera vez que lo pensaba en aquella misión. Kaido no esperaba que el hyuga pudiera dominar también el suiton —en realidad, adivinarlo era como buscar una aguja en un pajar—. y se encontró con la sorpresa de que éste, haciendo uso de la misma metodología que creyó él segundos antes que le iba a dar la victoria definitiva, realizó el mismo sello y invocó una vorágine de agua giratoria que intentaría tragárselo como un agujero negro. Sin embargo, Kaido era absurdamente sensible a los cambios de marea y el torbellino no cogería la suficiente velocidad para herirle antes de que él pudiera dar un sólo aleteo, y dispararse hacia adelante como un meteorito. El bunshin, mientras tanto, había dado un mordisco no tan mortal como habría esperado y ahora esperaba recibir un... ¿manotazo? daba igual. El problema de los mortales es que para moverse bajo el agua, todo era más lento. Sus cuerpos de humanos no eran argonómicos para que el agua no se opusiera a la resistencia de sus pieles. Esa era la diferencia entre ellos y Kaido. Mientras él era uno con el agua, los otros debían luchar contra ella. Así que, Kaido dejó escapar el agua remanente en las cuencas de sus agallas, disminuyendo cualquier peso que pudiera otorgarle el oxigeno acumulado y su cuerpo cayó como un plomo hacia abajo, y mordió el estómago del Hyuuga mientras ejecutaba un sello. En el costado izquierdo de su oponente, otro mizu bunshin nació mordiéndole el muslo derecho, y también ejecutando un sello. Otro mizu bunshin emergió justo detrás de él, a nivel de la oreja, comiéndosela de un mordisco. A veces los tiburones tenían que actuar como pirañas para reducir a las presas más fáciles. |