(B) La Cacería Salvaje - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Amegakure (https://ninjaworld.es/foro-amegakure) +--- Foro: Calles de la Aldea (https://ninjaworld.es/foro-calles-de-la-aldea--68) +--- Tema: (B) La Cacería Salvaje (/tema-b-la-caceria-salvaje) |
RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 3/02/2020 Si algo cambió su situación la ejecución del Genjutsu: Kai, Ayame no fue capaz de discernirlo. Todo seguía igual que antes: No veía rastro de niebla alguna a su alrededor, el viento seguía soplando a través de los árboles, las hojas seguían susurrando por encima de sus cabezas, la lluvia caía a cuentagotas a través del follaje... Ayame peinaba con sus ojos sus alrededores sin descanso y esperaba conteniendo el aliento, tratando de escuchar algo por encima de su respiración. No tardó en hacerlo: Pasos a su derecha. Giró la cabeza de inmediato, la hierba se aplastaba bajo un peso invisible. Unos pies invisibles. —¡Yokuna, a la derecha! —le advirtió, entrelazando las manos. Alzó la cabeza y lanzó un torrente de agua a presión hacia arriba, en forma de parábola ascendente, más allá de donde calculaba que debería estar su cabeza. Y es que su intención no era darle, sino hacer que el agua cayera sobre él como una lluvia. Si de verdad era alguien con forma física utilizando una técnica de invisibilidad, el agua le mojaría y debería dar al traste con su camuflaje perfecto—. ¿Quién eres? ¡Da la cara! RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 4/02/2020 Yokuna se movió rápidamente y se puso en guardia. El ataque de Ayame provocó una cortina de agua que reveló momentáneamente una silueta con una sonrisa macabra, pero no fue suficiente para deshacer el jutsu de lo que fuera aquél misterioso atacante. Además, el agua había caído como una cortina, sí, pero sobre su cuerpo. ...no sobre la enorme bola metálica que acababa de golpear a Ayame en el pecho con toda su contundencia. —¡Ayame! —exclamó Yokuna. RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 4/02/2020 La silueta de una persona, la sombra de una sonrisa macabra... Ayame no fue capaz de ver mucho más allá bajo aquella cortina de agua que había creado. Escuchó un diseño metálico y algo extremadamente duro atravesó la defensa de sus antebrazos y la golpeó con brutalidad en el pecho, arrancándole el aire de los pulmones e impulsándola hacia atrás. Ayame cayó al suelo con estrépito y el sabor de la sangre en la boca. Se agarró el cierre del uwagi, luchando por volver a respirar, pero todo lo que salió de su garganta fue un sollozo de asfixia. —¡Ayame! —escuchó gritar a Yokuna. La kunoichi no fue capaz de responder enseguida. entre amplias bocanadas y luchando contra el dolor, se giró en el suelo como pudo. —In... visible... La... Hierba... —intentó advertirle, pero sólo un jadeo ahogado brotó de su garganta antes de empezar a toser con violencia. ¡Pero tenía que ponerse en pie! El enemigo no iba a esperar a que se repusiera, y si recibía más golpes como aquellos terminaría con algún hueso roto, y entonces no sería más que un estorbo para Yokuna. No poder utilizar el Suika era un problema cuando no podías ver de dónde venían los golpes... Porque ni siquiera sabía qué era lo que le había golpeado. En otras circunstancias, Ayame habría podido utilizar alguna técnica como el Kirigakure no Jutsu para esconderse, pero hacer algo así sólo perjudicaría también a Yokuna. Tendría que recurrir a otra táctica. Temblorosa y aún dolorida, Ayame se reincorporó a duras penas. Sus manos se entrelazaron lo más rápido que fue capaz y entonces inspiró por la nariz. Cuando soltó el aire, lo hizo junto a un torrente de agua que se extendió por el suelo, formando una lámina pegajosa y densa que buscaba atrapar los pies de su atacante. RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 4/02/2020 —¿¡Estás bien!? —preguntó Yokuna, sin atreverse a moverse del sitio. Sus ojos seguían fijos donde hacía unos segundos había visto a aquella sombra. Pero el claro volvía a estar en silencio. La débil vocecilla de la malherida Ayame no consiguió llegar al Cazador. La muchacha se levantó, y en un acto poco reflexivo, escupió una masa pegajosa de agua viscosa que también fijó los pies de Yokuna al suelo. El hombre, los ojos muy abiertos y en pánico, apenas tuvo tiempo de exclamar por un poco de cordura. »¿¡Pero qué ha...!? ¡¡OUGH!! —El sonido de un golpe seco. Algo había arremetido también contra Yokuna, le había levantado del suelo, y le había arrojado de espaldas.. dejándolo pegado ahora de espaldas contra la técnica de Ayame de nuevo. Solo que esta vez, parece que el sacrificio no había sido en vano. —¡Mierda! ¡Joder! ¡Cooooño! —La voz de un hombre maldiciendo llegó a ellos desde algo más allá, aunque seguían sin verle. Cerca de donde había estado Yokuna, en el agua viscosa, había una marca circular que se retorcía. Algo de la sustancia había salpicado y se había quedado pegada a lo que parecía una esfera atada a una cadena. RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 4/02/2020 Aquella era la segunda vez, en un intervalo de tiempo demasiado corto para su gusto, que metía la pata de aquella manera. Quizás fruto de su arrojo, o fruto de la desesperación y del dolor que sentía, Ayame no se dio cuenta de lo que estaba haciendo hasta que fue demasiado tarde y los pies de Yokuna quedaron fijos al suelo por su propia técnica. —¿¡Pero qué ha...!? ¡¡OUGH!! Un potente golpe seco, presumiblemente el mismo que había sufrido Ayame, levantó a Yokuna del suelo y lo arrojó de espaldas, dejándolo completamente adherido a la trampa de la kunoichi. —¡Yokuna...-san...! —exhaló, llena de preocupación. «¡Maldita sea!» Maldijo para sus adentros, apretando los dientes con fuerza. ¡Tenía que haberlo pensado mejor! Pero entonces escuchó una voz masculina, también maldiciendo su suerte: —¡Mierda! ¡Joder! ¡Cooooño! Algo se retorcía sobre el agua, inmóvil en el mismo sitio. Y Ayame supo que debía aprovechar la oportunidad. Sabía que los efectos de su técnica no durarían mucho más, por lo que se colocó delante de Yokuna para protegerle mientras enlazaba sus manos en un único sello: El del Tigre. «¡Suiton: Teppōdama!» Y Ayame decidió devolverle el golpe en forma de bala de agua, disparada precisamente hacia el lugar donde parecía estar revolviéndose. RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 5/02/2020 La bala de agua recorrió rápidamente los metros que separaban a Ayame del objetivo, mientras Yokuna trataba de revolverse y despegarse del Mizuame. El Teppōdama dio en el blanco e hizo retroceder al adversario. Un adversario, que esta vez sí, se reveló ante ellos por fuerza. Se trataba de un hombre corpulento con una barba oscura y desaliñada. Su pelo era tan salvaje como la macabra sonrisa que esgrimía. Uno de sus ojos, el izquierdo, estaba cubierto con un parche, y el otro... en el otro había un Sharingan. Uno con una forma que Ayame no había visto jamás. Las aspas parecían subdividirse en tres puntas, como una garra. Iba vestido con pieles de lobos, como los demás renegados, pero este llevaba una capa de pelo plateado. —Poca gente ve a Uchiha Ōkami antes de morir. ¡Felicidades! —Guiñó el ojo a Ayame. Y luego, desapareció. No se desvaneció, ni hubo una nube de humo que anunciara su marcha. Simplemente desapareció, al instante. —¡Ōkami! —masculló Yokuna—. Ten cuidado, Ayame, es el líder. Mató a su sensei, un jōnin. RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 5/02/2020 Y la bala de agua devolvió el tan ansiado golpe. Fuera quien fuera el que les estaba atacando, recibió la dosis de su propia medicina y se vio obligado a retroceder varios pasos. Fue entonces cuando Ayame lo vio: un hombre alto y corpulento, con barba tan oscura y desaliñada como lucía su propio pelo. Y esa sonrisa macabra... sintió un escalofrío al verla, pero mayor fue el terror cuando vio sus ojos: uno de ellos tapado por un parche, pero el otro... El otro era rojo como la sangre. El Sharingan. «Tenía que ser un Uchiha...» Maldijo su mala suerte. —Poca gente ve a Uchiha Ōkami antes de morir. ¡Felicidades! —le guiñó el único ojo que tenía y entonces... Volvió a desaparecer. Sin nube de humo. Ni destello rojo. Simplemente, se había desvanecido como si nunca hubiese estado allí. Pero Ayame sabía bien que seguía allí. «¿Qué clase de técnica es esa...?» Se preguntó Ayame, con el corazón bombeándole con fuerza. Estaba asustada. Terriblemente asustada. ¡Ella no tenía nada que hacer contra un Uchiha! Ya lo había experimentado en sus prop... —¡Ōkami! —masculló Yokuna tras ella, sacándola de su espiral de terror momentáneamente—. Ten cuidado, Ayame, es el líder. Mató a su sensei, un jōnin. Ayame volvió a inspirar, tratando de controlar los temblores. Aquello no le inspiraba ninguna confianza. —¿Puedes levantarte, Yokuna-san? —preguntó, sin atreverse a volverse hacia él por miedo a perder de vista el escenario de combate. «Lamento lo ocurrido.» Le habría gustado añadir, pero no había tiempo para disculpas—Se hace invisible, no sé cómo... pero intenta fijarte en la hierba. Yo tengo mis métodos para localizarle. O al menos esperaba que funcionara. Y es que cuando no podía confiar en su sentido de la visión, tenía que recurrir a sus otros sentidos. Concretamente, al del oído. Sin dejar de mirar a su alrededor, entrelazó las manos en el sello del Pájaro y comenzó a tararear una suave melodía. Y el sonido comenzó a expandirse en diez metros a la redonda a su alrededor, creando ecos que rebotarían en todos los objetos físicos que encontraran a su paso... Incluyendo, esperaba Ayame, el del propio Ōkami. Y poder preparar así su ofensiva. RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 6/02/2020 Ayame explicó a Yokuna lo que suponía del funcionamiento del jutsu de Ōkami, y preguntó si el hombre podía levantarse. Con un gruñido, empezó a reincorporarse, buscando con la mirada entre la hierba que había pisado el enemigo hacía unos segundos. Pero desde esa distancia era imposible distinguir nada, y hasta la misma Ayame se dio cuenta. Utilizando una de sus técnicas de voz, la kunoichi comenzó a tararear una canción. Esta vez, Yokuna ni siquiera preguntó qué estaba haciendo; se limitó a seguir buscando, alarmado. Detectó a Ōkami a cinco metros de ella por la izquierda. La bola de hierro del Kusari Fūba volvía a dirigirse a su costado a toda velocidad. RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 6/02/2020 Ayame contaba con una ventaja: Ōkami aún no conocía cómo funcionaban sus técnicas de voz, ni sabía que podía verle aun en su estado invisible. Sin embargo, también contaba con una enorme desventaja: Yokuna tampoco lo sabía. Y no tenía manera de advertirle sin que se quedara ciega durante unos valiosísimos segundos o sin que el Uchiha también se diera cuenta. «¡A la izquierda!» Ayame giró la cabeza súbitamente al la enorme presencia del hombre a unos cinco metros de su posición. Pero no era lo único, porque una bola de metal del tamaño de una cabeza y unida a una cadena se dirigía de nuevo hacia su costado. «Oh, no, ¡otra vez no!» Pájaro. No estaba segura de si aquello iba a funcionar, pero decidió arriesgar su carta. Ayame había dejado de tararear y se había quedado momentáneamente ciega, pero respiró hondo y chilló con toda la fuerza de sus pulmones. Y a la propia fuerza de su voz se sumó la fuerza de su chakra, que la impregnó y trató de empujar la bola de acero de vuelta con su legítimo dueño. —¡Yokuna! ¡Allí! —le llamó, con la voz rota, tratando de atraer su atención. Si lograba acertar el golpe, y si sus pesquisas eran ciertas, el Uchiha volvería a ser visible durante, al menos, unos valiosísimos segundos que no podían desaprovechar. Pero, por si acaso no las tenía consigo, su cuerpo también estaba listo para recibir el golpe del mazo. RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 6/02/2020 —¡Ouch! —Yokuna tuvo, esta vez, que taparse los oídos. Cada vez entendía más las habilidades de Aotsuki Ayame, y cada vez al mismo tiempo entendía menos por qué siempre acababa siendo víctima colateral de las mismas. Pero el caso es que había funcionado: el grito de Ayame había impulsado el arma de su adversario en dirección contraria, y se la había lanzado encima, golpeándole a él. Ahora, Uchiha Ōkami se quitaba la bola de hierro del pecho, más molesto que dolorido, y se reincorporaba con precaución, mascullando quedas maldiciones. —¿¡Cómo me has detectado, puta!? —vociferó, volviendo a enarbolar su arma, dispuesto a lanzar de nuevo una bola de hierro hacia Ayame. Yokuna se adelantó, palmeando amistosamente el hombro derecho de Ayame, y se interpuso entre ellos dos. Sin mediar palabra, como hacía con todos los renegados a los que daba caza, el Cazador abrió sus alas y las agitó. —¡Daikamaitachi no Jutsu! —anunció. El Cazador levantó dos corrientes de aire que chocaron en el centro, creando una onda de vacío que avanzó hacia Ōkami, volvió a repeler su arma y, aunque esta vez no consiguió devolvérsela, chocó contra él lanzándole por los aires. RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 6/02/2020 Afortunadamente, funcionó. La bola de acero se detuvo momentáneamente en el aire, apenas un segundo, antes de que las ondas sonoras la empujaran de vuelta contra Uchiha Ōkami, que volvió a recibir su merecido. —¿¡Cómo me has detectado, puta!? —aulló, lleno de rabia, mientras se quitaba la bola de acero de encima y volvía a enarbolar su curiosa y letal arma. Ayame tensó todos los músculos al ver cómo se preparaba para un nuevo ataque, pero Yokuna se adelantó y le puso una mano en el hombro. Se interpuso entre los dos y entonces desplegó sus alas de halcón. —¡Daikamaitachi no Jutsu! —exclamó, agitando las alas. El viento se alzó en forma de varias ráfagas de aire terriblemente violentas que arañaron el suelo y los troncos de los árboles que había alrededor, antes de chocar en el espacio que quedaba entre los dos hombres. La onda de vacío que se creó avanzó hacia el renegado, desviando su arma a un lado y lanzándole por los aires. «¡Ahora!» Ayame flexionó ligeramente las rodillas y desapareció en apenas un parpadeo. Volvió a aparecer justo frente a Ōkami, con las manos entrelazadas en dos sellos: Serpiente, Dragón. E invocó la furia de Amenokami. —¡Amenokami no Suishin! Hasta un total de ocho espinas surgieron desde diferentes puntos de su cuerpo: Dos desde los brazos, una desde el torso, cuatro desde las piernas (a la altura de los muslos y las pantorrillas) y una desde su frente. Todas ellas, dispuestas a atravesar sin piedad al exiliado. Pero aquella acción también había sido un arma de doble filo contra Ayame, que después de su ataque cayó al suelo entre profundos jadeos de agotamiento y gotas de sudor perlando su frente. «Mierda... Otra vez...» RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 8/02/2020 Ayame aprovechó que Ōkami había sido derribado para utilizar un rápido Sunshin no Jutsu y situarse a su lado. El Uchiha trató de levantarse, y cuando se reincorporó era demasiado tarde, pues la muchacha había hecho crecer ocho espinas de agua que habían taladrado el cuerpo de Ōkami sin piedad. —¡JAJAJA, JAJAJAJAJA, PUTA SUICIDA! —bramó. »Mi turno. Uchiha Ōkami era un hombre despiadado, sádico, y para desgracia de Ayame, muy resistente. Las agujas de su técnica perforaron, pero no hicieron heridas letales, y el mastodonte se mantuvo en el sitio con la muchacha prácticamente encima sin siquiera retroceder. Y para entonces era demasiado tarde. «¡Chidori Nagashi!» Una chispa. Fue el único aviso. Una última advertencia. Ōkami y Ayame se envolvieron en una gigantesca nube de rayos que atravesó al Agua y, por primera vez en su vida, le hizo sufrir el mayor de los dolores, casi inimaginable. El calambrazo recorrió a la muchacha de arriba a abajo y la frió viva, dejándola convertida en una especie de resto gelatinoso que quedó chispeando en el suelo y completamente aturdida e inconsciente. »¡Y ahora, muere! —El renegado asió el mango de su arma, atrajo la bola metálica hacia sí y la levantó en el aire, dispuesto a rematar la faena. —¡¡NOOO!! Pero Yokuna se lanzó a la carrera dispuesto a evitarlo, volvió a desplegar sus alas, que brillaron de nuevo, y las agitó, levantando una media luna de aire que pasó por encima de Ayame y golpeó con contundencia a Ōkami, separándolo de ella. Yokuna corrió hacia Ayame y se acuclilló a su lado, sin saber muy bien cómo hacer. »¿Ayame? ¡Ayame! RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 8/02/2020 Y aquel fue el último de sus errores. Las agujas se clavaron sin piedad en el cuerpo de Uchiha Ōkami. Pero el cuerpo del hombre parecía estar constituido por acero y, lejos de gritar de dolor, de retorcerse, o siquiera retroceder; se carcajeó con todas sus fuerzas. —¡JAJAJA, JAJAJAJAJA, PUTA SUICIDA! —Bramó, antes de dedicarle una escalofriante sonrisa asesina—: Mi turno. «¡No...!» Sin posibilidad de defenderse, sin poder apartarse a tiempo para evitarlo, lo último que vio Ayame fue una chispa. Y todo pareció transcurrir de una forma tortuosamente lenta. El terror la invadió cuando su cerebro asimiló lo que estaba a punto de pasar. Pero nada podría haberla preparado para ello. La electricidad recorrió todo su cuerpo, mordiéndola con colmillos afilados. Y entonces vino el dolor. Un dolor que jamás había sentido antes y que se incrementaba aún más por haber hecho uso de sus técnicas acuáticas. Ayame no se escuchó gritar, pero lo hizo como nunca antes lo había hecho. Y el dolor se prolongó durante largos tortuosos segundos, que a ella se le antojaron horas enteras de agonía. En algún momento dejó de sentir. En algún momento cayó al suelo convertida en un charco humeante, con restos de electricidad estática recorriéndola y haciéndola estremecer. En algún momento perdió el sentido. Ni siquiera fue consciente de que Yokuna la salvó en el último momento. Después de todo, aquello había sido un auténtico milagro. Si aún seguía viva, era porque así lo había querido Amenokami. RE: (B) La Cacería Salvaje - Amedama Daruu - 11/02/2020 Yokuna se mordió el labio hasta hacerse sangre. Odiaba tener que dejar a Ayame en ese estado, pero cuando intentaba tomarle el pulso con dos dedos, se hundían en la gelatina en la que se había convertido. El Cazador se levantó y corrió hacia el adversario derrotado. Sin pensarlo ni un momento y con cautela, hendió el filo de un kunai sobre el cuello, rajándole la garganta y asegurándose de que no volvía a respirar. Ayame, semiconsciente, escuchó a Daruu que le llamaba desde el intercomunicador. —Ayame, Ayame. ¿Cómo vais? ¿Conseguisteis...? Eh... Kōri-sensei. ¿¡Qué es... qué es eso!? ¡¡GRAAAAAAAAAAAAAAAOOOOOOOOOOOOOOORRRRRRRRRRRRRRR!! El rugido fue tan ensordecedor que hasta Yokuna lo escuchó. El hombre se volvió a acercar corriendo, tomó el intercomunicador de la oreja de Ayame y se lo colocó. —¡Daruu! ¡Daruu! ¿¡Qué está pasando!? Pero algo hacía interferencia con el aparato. Ahora sólo podía escucharse un molesto pitido. RE: (B) La Cacería Salvaje - Aotsuki Ayame - 11/02/2020 Y en su estado de duermevela, lo escuchó. Pero su voz le llegaba lejana y distorsionada, como si la estuviese escuchando estando debajo del agua. —Aya.., ...me. ¿Có.. ..is? ¿Con......teis...? Eh... Kōri-...sei. ¿¡Qué ..... ... .. eso!? ¡¡GRAAAAAAAAAAAAAAAOOOOOOOOOOOOOOORRRRRRRRRRRRRRR!! El rugido sí que le llegó alto y claro. La estremeció de arriba a abajo, se aferró a sus entrañas como una garra helada y le puso los pelos de punta. Quiso responder. Preguntar qué estaba pasando. Pero aún sentía el cuerpo tan entumecido y se sentía tan débil que sólo fue capaz de verbalizar un gruñido sin sentido. Sintió que alguien le arrancaba el comunicador del oído. Ayame luchó por recuperar su estado corpóreo. —¡Daruu! ¡Daruu! ¿¡Qué está pasando!? —preguntaba Yokuna. A Ayame se le llenaron los ojos de lágrimas. —Daruu... Kōri... T... Ten...go... que... ir... ¡Ah! —farfullaba, intentando reincorporarse. Pero su cuerpo no estaba de acuerdo con su corazón y la kunoichi, temblorosa y dolorida, apenas podía moverse. Se echó a llorar, sin poder evitarlo, a sabiendas de que su estado era sólo culpa suya. Si Daruu y Kōri morían porque no había podido ir a ayudarlos... |