(II) La Prisión del Yermo - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-pais-del-viento) +--- Foro: Desierto del País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-desierto-del-pais-del-viento) +--- Tema: (II) La Prisión del Yermo (/tema-ii-la-prision-del-yermo) |
RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 5/05/2019 Al Hyuuga no le importaba jugar en campo contrario. Ni que claramente estuviese en desventaja, y en serios problemas. Ni siquiera notar que empezaba a faltarle el aire. Él no tenía voluntad, no tenía alma, ni miedos, ni deseos… Tan solo un objetivo. Una única misión: matarlos a todos. Esa era la gran ventaja del Sello Maldito que Nathifa tenía en sus presos más peligros. Y, al mismo tiempo, algunos dirían que su mayor imperfección. Porque, al no tener el más mínimo aprecio por su vida, no la cuidaba. No la protegía como debía en un combate. Una mordida. Dos. Tres. Le estaban comiendo poco a poco y allí, en medio del agua, la sangre fluía con demasiada rapidez. Pero eso daba igual. Su único objetivo era matarles a todos. Y para eso, antes necesitaba librarse de aquellos mosquitos. Repentinamente, soltó chakra desde todos los puntos del Tenketsu para expulsarlos a todos. Tigre. Buey. Dragón. Una masa de agua frente a sí cobró vida de pronto. Un tiburón, al que el Hyuuga se sujetó, que salió disparado contra el Kaido real. El Kaido del mayor chakra. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 10/05/2019 ¡Plaf! desde la distancia, Kaido observaba como sus hijos devoraban al Hyuuga, vivo. Lo disfrutaba, el ver como la sangre tintaba las profundidades de su océano. No obstante, aquél zombie viviente ni se inmutaba de lo que estaba sucediendo, parecía estar exento de dolor alguno, y lo demostró al aplicar esa ráfaga —de viento, o de chakra, una de dos—. que emergió de su cuerpo súbitamente y que tomó por sorpresa a los mizu bunshin que le rodeaban. Ante esa estrategia, Kaido los deshizo y visualizó los sellos del enemigo. Flotando, con la vista en su objetivo, el Umikiba contempló cómo un tiburón cobró vida, rodeado de su escarcha habitual. Este aleteó con su domador sobre él y rompió la resistencia del agua para cazar a Kaido. Tigre. Buey... espera... espera... cuando la bestia hubiera acortado la mitad del camino.... ¡Dragón! Tiburón contra Tiburón. ¿Quién iba a ganar aquél territorio esa noche? RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 13/05/2019 Como cuando están en el vientre de sus madres, el hermano mayor devoró al pequeño, engulléndole y nutriéndose de él. Chocó con fuerza luego contra el Hyuuga, quien notó cómo el oxígeno empezaba a faltarle. Dolor. Ahogo. La muerte cerniéndose sobre él. Nada importaba. Solo su objetivo. Solo la orden que le habían dado. Tigre. Tigre. Dos sellos idénticos, que formaron ambos técnicas distintas. El primero, un Mizu Bunshin que surgió a la espalda de Kaido y le abrazó como un cepo para osos. El segundo, transformó ese mismo clon en un potente torbellino que taladraría la espalda del Umikiba como una bala de colmillo. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 17/05/2019 Kaido estaba impresionado. Que un jodido humano común y corriente pudiera estar dándole tanta tregua bajo el agua, pasado ya un par de minutos, era un logro digno de señalar. Lástima que no fuera enteramente decisión suya colapsarse los pulmones con tal de eliminar a la amenaza más cercana, que no era otro sino Kaido. El Hyuuga resistió la arremetida del Tiburón más fuerte y se sacó de la manga, a calco, la misma estrategia que había usado el Hozuki antes. Creó un clon de agua que nació atrás del mismísimo gyojin, y el cuál le abrazó fuerte, como un oso. Aquél apretón desencadenó entonces un torbellino arremolinado que impactaría en su espalda, a lo que respondió, ya advertido por el abrazo, como sólo podía hacerlo un demonio de linterna: haciendo uso del Suika para mermar el ataque de su oponente. ¡Splash! Kaido se hizo uno con el agua, explotando en miles de gotas que se perdieron en la marea infinita que inundaba el piso menos dos. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 17/05/2019 Oh, pero para los ojos de un Hyuuga no había escondite que sirviese. No incluso diluyéndote entre las aguas de un lago. No incluso transformándote en una aguja en un pajar. No mientras ibas dejando un rastro de chakra tras de ti. Los pulmones le ardían. Su vista se nublaba. Nada importaba. Solo su objetivo. Solo la orden que le habían dado. Tigre. Serpiente… Buey… Dragón…. Ser… pien… Los músculos le fallaron. Sus pulmones se abrieron, de manera incontrolada, en busca de un poco de oxígeno. En su lugar recibieron agua y empezó a convulsionar. Una, dos, tres veces. Hasta que su mente, como una vela encerrada en una burbuja hermética, se apagó al faltarle el aire. Inconsciente, su cuerpo fue subiendo poco a poco hasta flotar en la superficie. ¡Brrrrrsssshhhhbooooommm! El oído afinado de Kaido oyó una explosión escaleras abajo. Y, con ella, como si alguien hubiese tirado de la cadena, el agua empezó a ser succionada hacia el tercer y último piso. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 18/05/2019 Víctima del desconocimiento, Kaido creyó que mimetizarse con el agua a través del suika sería suficiente para ocultarse hasta que su oponente decidiera subir a tomar una bocanada de aire. Aunque estaba del todo equivocado, por eso de que no conocía bien los entresijos de esos ojos blancos, pronto se daría cuenta de que el estar tanto tiempo sin respirar le había pasado factura al Hyuuga, y que, tras un último esfuerzo, quedó inconsciente. Luego, una explosión. Sutil, que hizo vibrar el agua. Venía de... ¿abajo? «Joder, el agua está empezando a filtrarse. Parece que han abierto algún agujero... debo darme prisa» Miró a todos lados, tratando de ubicar a Nathifa. De tener éxito, nadaría hacia ella para capturarla. Ante tanta confusión, esa mujer era su única alternativa. También echó un vistazo para encontrar a Muñeca. ¿Estaría bien? RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 19/05/2019 Encontró a Nathifa y Muñeca al mismo tiempo, en un golpe de suerte. Y es que la kunoichi tenía sujeta a la mujer por el cabello y esta chillaba de dolor. Pronto Kaido se dio cuenta que aquellos chillidos eran demasiado agudos y fuertes como para que fuesen producidos porque le tirasen del pelo. No, tenían que deberse a algo más. De pronto, la corriente arrastró a Muñeca, golpeándola contra una pared y haciendo que soltase a Nathifa. —¡Vais a pagar! ¡Vais a pagar todos! ¡Os convertiréis en mis esclavos! ¡Todos vosotros! ¡En mi puto ejército de esclavos! Al otro lado, dos cadáveres flotaban en la superficie del agua. Las dos gemelas que se habían escapado de las celdas. El que estaba siendo controlado por Nathifa también flotaba, inerte, sobre agua roja. No había rastro de los otros dos presos que habían escapado. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 19/05/2019 El gyojin nadó a toda velocidad para ayudar a Muñeca con la mujer, que se le había escapado de las manos. Hizo lo propio con sus brazos y la sostuvo en una llave trasera, ignorando totalmente sus gritos de desesperación. —¡Muñeca, ¿estás bien?! ¿dime, lo viste? »Escúchame bien, si no quieres que te arranque la garganta de un bocado. ¿En dónde está? ¿En dónde está Uchiha Zaide? RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 19/05/2019 ¿Qué si estaba bien? —Mejor que bien. ¡Y ayudé a matar a ese de ahí! —exclamó, orgullosa, señalando al sirviente de Nathifa—. ¡Los otros huyeron hacia arriba! Luego negó con la cabeza. No, no le había visto. El pelo de Nathifa, rojo, hacía tiempo que había perdido su perfecto peinado recogido en un moño. Así también pasaba con su rostro, habitualmente tan frío y serio, ahora desencajado por la rabia. —¿Cómo osas? ¿¡Cómo osas!? —rugió, asqueada de que un sucio criminal le pusiese las manos encima. Dicho criminal se encargó en seguida de ponerla en su sitio. A diferencia de sus sirvientes, Nathifa sí apreciaba su vida—. ¿4948, dices? Te… Te llevaré hasta él. Déjame con vida y te llevaré hasta él —prometió. ¿Qué si conocía a Uchiha Zaide? Por supuesto. Ella conocía el nombre de cada preso suyo. Al menos, de los que estaban del segundo piso para abajo. Por mucho que se empeñase en llamarlos por sus números, los conocía. Después de todo, era su trabajo. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 19/05/2019 Con una súbita carga de ira, Kaido apretó ligeramente el cuello de Nathifa. No tanto para herirla, pero sí para mostrarle que no estaba jugando. Que si creía que podía engañarles, llevándole hacia una jodida trampa, la tenía parda. Sin embargo, algo le dejó tranquilo: que el número que llegó a la mente de la alcaldesa, tras escuchar el nombre de su objetivo, era el mismo que le había dicho Kyutsuki que llevaba Zaide. —Tendrás tu vida de vuelta una vez el corazón de 4948 haya dejado de latir. No antes. ¡Vamos, llévanos! —dijo—. cúbreme, Muñeca. Cuento contigo. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 19/05/2019 Nathifa apenas podía respirar, de lo mucho que Kaido le apretaba el cuello. —Está… Está abajo. En el tercer piso… —logró farfullar, sin aire. El nivel del agua seguía bajando y bajando, pero para descender por las escaleras tendrían que sumergirse por completo. —¡No te preocupes, Kaido-kun! ¡Estoy contigo! —exclamó Muñeca, valiente. RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 19/05/2019 Asintió con la cabeza, con la convicción a millón, y le hizo una seña a Muñeca. Luego miró a Nathifa, dejando de hacer fuerza con sus manos en el cuello. Esperó un par de segundos para que la mujer recuperase el aliento y se dirigió a ella una vez más. —Nadarás conmigo. Sujétate bien, deja que la marea nos lleve. A la cuenta de tres, toma un gran bocado. Uno... dos... ¡tres! Acto seguido, se sumergieron. Kaido movió los pies y ejecutó dos aleteos suaves, que le impulsaron hacia el embudo que se había generado tras el efecto de filtración. Luego dejó de oponer resistencia con su cuerpo y sólo haciendo fuerza en mantener a Nathifa a su lado, dejó que la corriente les llevara piso abajo. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 19/05/2019 Los tres bucearon corriente abajo, dejándose arrastrar, hasta colarse por un agujero en las puertas provocado por algún tipo de explosión. Dichas puertas, como se abrían hacia afuera, eran casi imposibles de abrir por la presión que ejercía el agua al otro lado. Cosa que cambiaba una vez terminase de filtrarse por el agujero. Salieron propulsados a cañón por el chorro, encontrándose en un largo pasillo donde el agua les llegaba hasta las rodillas. —¡Nathifa-sama! —Una mujer de unos sesenta años, de pelo blanco y muy corto y vestida totalmente de negro se encontraba frente a ellos—. ¡Suéltenla! ¡Suéltenla, criminales! ¡Bandidos! ¡Hijos del demonio! Esta mujer no parecía gran cosa. Las personas que tenía detrás eran otro cantar. Todas y cada una de ellas con los kanji 奴隷 iluminándoles la frente. Dos mujeres, dos hombres. Los cuatro con la cabeza rapada. Quietos, con la mirada perdida, como muertos vivientes a la espera de una señal. Uno de ellos tenía el Sharingan activado, y su boca se había torcido en una media sonrisa. Su cuerpo estaba inmóvil, pero sus ojos parecían ver. —¡Z-zaide! Estaba a unos ocho metros de distancia. Junto al resto. A Nathifa se le iluminó la mirada. Dio un codazo en las costillas a Kaido, trató de librarse y gritó: —¡Matadlos! ¡Matadlos a los dos! ¡YA! Y fue entonces cuando los ojos de las otras tres personas parecieron ver también. La misión estaba a punto de llegar a su fin... RE: (II) La Prisión del Yermo - Umikiba Kaido - 22/05/2019 El gyojin, habiendo tomado las precauciones necesarias para que Nathifa no se le escapara en el descenso, salió propulsado al final del pasillo junto a ella. Se sintió más aliviado cuando supo que aún había suficiente agua acompañándole y que, en dado de necesitarla, le iba a ser de suma utilidad. De todas formas, una vez detectó las amenazas más cercanas —a la mujer de aspecto mundano, y a lo tres esclavos que aguardaban detrás de ella, a unos ocho metros—. elevó aún más su intensidad en la batalla, poco dispuesto a cometer ni un sólo error. Porque allí, frente a ellos, estaba su presa. Estaba... —¡Z-zaide! —espetó Muñeca, y semejante revelación le obligó a fortalecer su mente de maneras insospechadas. Sin verle a los ojos, aún sorprendido de que ese hombre acabara siendo víctima de lo que fuera esa técnica que usaba la alcaldesa de la cárcel. Algo olía mal. Y no podía confiarse... mucho menos de la mismísima Nathifa. Cuando ésta intentó zafarse de su control con un nimio codazo, Kaido apretó el abdomen y calzó sus brazos con mayor fuerza sobre el menudo cuerpo de la mujer. No, ella era la llave. No se le podía escapar. Y como la poseedora del control de esos tres prisioneros, sabía que la voz suya era la clave para sacarlos del sopor y ensimismamiento que padecen cuando no tienen un objetivo concreto. Y una mierda que la iba a dejar hablar. Le selló los labios con la mano derecha, y le susurró al oído. —Cállate, hija de puta. Cállate la puta boca. Ésto es lo que harás —y le susurró... ... que ordenara a sus esclavos a cortarse la garganta, o a arrancarse el puto corazón. O dejar de respirar hasta que sus malditos corazones no latieran más. Cualquier cosa servía. Sólo tenía que dar la orden. »Di otra cosa, y los mato yo mismo, no te preocupes. Pero no antes de perforarte la cabeza con mis balas de agua. RE: (II) La Prisión del Yermo - Uchiha Datsue - 22/05/2019 Oh, pero Kaido no iba a permitir que Nathifa se saliese con la suya. No, él había sido entrenado desde que tenía uso de memoria para ser implacable, tenaz, e ir un paso siempre por delante que su enemigo. Por eso, en una situación en la que claramente estaba en desventaja numérica, era importante revertir la situación… … y ordenarle a Nathifa que pusiese fin a la vida de sus esclavos. La mujer que trabajaba para ella, de unos sesenta años, corrió hacia los dos para intentar proteger a su jefa. Aunque para ella, era mucho más que su jefa. Era… —¡¡¡AAAAAAGGGGGGHHHHH!!! —Su voz se rompió del dolor. Muñeca le había cortado el paso y agarrado del brazo. No había necesitado más. Contra las cuerdas, y viendo a una de las pocas personas que le importaban en aquel mundo en peligro, Nathifa lloró. Lloró de rabia. De impotencia. De vergüenza. De… asco. Quería matarles a todos. Quería arrancarles la cabeza y beber de ellas. No les servían ni de esclavos. Pero, por encima de todo, quería… …vivir. —¡Cortaos el propio cuello! ¡Ahora! Ella daba las órdenes, y los esclavos cumplían. La mujer de cejas rubias iluminó sus manos de chakra azul. Las pasó entonces por su cuello, de un rápido y seco movimiento, como alguien que hace el gesto de: corta el rollo. En aquel caso, se cortó la propia garganta. La sangre no salió a raudales en un potente y constante chorro, como pasaba en algunas películas. Sino que lo hizo de manera intermitente, variando intensidad, como un grifo averiado. Su rostro, calmo, como si nada estuviese pasando. Poco después su cuerpo se desplomó en el suelo dando violentas sacudidas. La otra mujer, de cejas rojas y mirada clara, creó un chidori con la mano que usó para empalarlo en su propia garganta. Su mano la atravesó por completa, quedando anclada dentro de ella y desplomándose casi en el acto de espaldas. El hombre avanzó hacia Muñeca con pasos muy rápidos. Desenvainó el khopesh de la cintura de ella, justo cuando Muñeca daba un salto hacia atrás, alarmada. Acto seguido, no obstante, se lanzó un tajo a sí mismo. La hoja atravesó la mitad del cuello y se quedó ahí, atascada. El esclavo trató de moverla, para abrir todavía más la herida. Pero por alguna razón sus fuerzas le fallaban. Cuando se quiso dar cuenta, ya se estaba desplomando. Y quedaba el último hombre para dar el broche final a aquel sangriento espectáculo. Uno con la cabeza rapada, con varias finas cicatrices cubriéndole el rostro y una espesa barba. Uchiha Zaide. Se llevó una mano al cuello, allí donde tenía una bandana ninja tatuada, pero sin ningún símbolo en la placa. En su lugar, una larga cicatriz hacía de tachón, como si fuese una bandana rasgada. Pasó sus uñas por ella y… —Hmm, ¿no hay otra manera? Ya me corté el cuello una vez, y no me gustó demasiado la sensación. —Sonrió. Esta vez de manera más amplia a cómo Kaido le había entrevisto nada más entrar al pasillo. —¿Qu-qué… Qué? ¡Que te cortes el cuello, he dicho! ¡Hazlo esclavo! ¡Hazlo! Pero Uchiha Zaide no se movió. —No... no es... posible —farfulló la anciana, tirada en el suelo. No dejaba de mirar el kanji que tenía en la frente Zaide. Y, aún así, por algún motivo desconocido... no obedecía. |