NinjaWorld
(A) Las Náyades - Versión para impresión

+- NinjaWorld (https://ninjaworld.es)
+-- Foro: Amegakure (https://ninjaworld.es/foro-amegakure)
+--- Foro: Edificio del Arashikage (https://ninjaworld.es/foro-edificio-del-arashikage)
+--- Tema: (A) Las Náyades (/tema-a-las-nayades)

Páginas: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 9/05/2019

Ayame oteaba a su alrededor, buscando alguna pista, o una señal. Pero se le antojaba como buscar una aguja en un pajar y, desde luego, entre aquél mar de gente no iba a encontrar nada demasiado relevante, o de lo contrario, habría sido inútil tomar la apariencia de una persona apropiada para los sectores que ahora transcurrían. La apariencia era bastante genérica allí dentro, todos se miraban con desconfianza; y desvelar un comportamiento extraño en alguien sería una tarea titánica si todos actuaban como si en cualquier momento le fueran a clavar un puñal por la espalda.

Si debatían la idea propuesta por Daruu, no obstante, estaba claro que desde el lado derecho de la calle podían buscar algún tejado lo suficientemente alto como para echar un mejor vistazo a la pasarela. ¿Pero eran sus ojos lo que debían usar? quizás sonase contradictorio para Amedama Daruu, un descendiente de los Hyuuga. Pero y si para recuperar sus ojos, tenía que usar el olfato, tal vez?

Allí, no había indicios del poderoso aroma a pescado del que todos hablaban. Quizá si continuaban calle abajo...


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 9/05/2019


De momento me tomo esas sugerencias que pones como que son ideas que se nos ocurren a uno u a otro por nuestra Inteligencia o algo. Si no estás de acuerdo, dilo, aunque de otra forma no sé para qué las pondrías si no esperabas que les hiciéramos caso, jajajaja.

Daruu sopesó sus opciones.

Qué rara te noto la voz, coño, Kuzauchi —dijo, dándole un codazo a Ayame—. No, pero tienes razón. Vamos a buscar ese rico mercado de pescado del que tan bien nos hablaron en Coladragón.

»[color=goldenrod]Este sitio no tiene suficiente aroma, ¿no crees? Mejor démonos otra vuelta, y si no lo encontramos, esta noche mis amigos nos podrán orientar.

Daruu torció por una calle, hacia el oeste, para seguir peinando el sur de la ciudad.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 9/05/2019

Qué rara te noto la voz, coño, Kuzauchi —replicó Daruu, dándole un codazo a Ayame, que no tardó en darse cuenta de su error y trató de enmendarlo con varias toses.

Debo estar pillando un resfriado —se corrigió.

No, pero tienes razón. Vamos a buscar ese rico mercado de pescado del que tan bien nos hablaron en Coladragón.

Ella se contuvo de esbozar una sonrisa. Kuzauchi, tal y como la había bautizado Daruu segundos antes, no era una mujer que sonriera. Sólo sabía poner cara de asco.

Tú y tu dichoso pescado. Espero que esa lubina valga tanto la pena como dices... Sakana —respondió, con toda la malicia del mundo.

Ayame olfateó el aire discretamente. Si, tal y como les habían asegurado, ese mercado apestaba tanto a pescado, el olor debería comenzar a notarse antes de llegar siquiera a él.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 10/05/2019

Kuzauchi, y su fiel compañero, Sakana; continuaron rumbo, haciendo caso a sus instintos. Seguir calle abajo supuso abandonar la concurrencia de gente y sumergirse en rincones menos tupidos, más apacibles, y desde luego, más sospechosos. ¡Pero eso era lo que precisamente buscaban! ¡lo inusual en tierra de criminales!

Daruu era un buen cocinero, como su madre. Y para un buen cocinero, el dominio del gusto y el aroma eran esenciales. Quizás era un atributo del que no estaba acostumbrado a hacer uso en escenarios menos prácticos como en una jodida misión rango A, pero está claro que siempre hay una primera vez. Además, si había algo que las fosas nasales de un Amedama de pura cepa era capaz de captar al toque, era el de un bendito pescado podrido, por eso de su repudio —injustificado, si me lo preguntáis a mí—. hacia estos deliciosos animales.

Al principio, mientras caminaban, lo captó. Era ese olor habitual que expede un refrigerador de una pescadería común y corriente. Soportable, aún para él. Pero, con cada paso, el aroma se profundizaba. Ya no era sólo la esencia del pescado, sino una mezcla de visceras, escamas y mar, todo junto.

Y con el olor, pues, menos gente. Mucha menos gente. Demasiado, quizás.

Ayame percibió a uno de esos gatitos de Daruu correr como una saeta por una calle. Éste había emergido desde esos galpones de chapa metálica de los que se habían percatado a la distancia, y se perdió en los sinuosos caminos que llevaban de vuelta a la plaza del pozo central. Detrás del gato, un hombre de aspecto fútil y desaliñado le amenazaba con improperios, y un enorme cuchillo para rebanar aletas en la mano derecha.

Diez metros les separaban. Diez metros que evidenciaban un pequeño e inusual establecimiento con enormes cavas de hielo en el que, de refilón, podían ver a unos tres tipos fileteando cosas. Otros, fumándose un pitillo e intercambiando palabras ininteligibles para nuestros dos protagonistas. No eran más de siete, pero todos tenían mal aspecto y daba la sensación de que al menos dos de ellos oteaban con bastante perspicacia sus alrededores.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 10/05/2019

Soportable era una palabra que podría utilizarse con cualquier persona y respecto a cualquier olor. Soportable no era una palabra que pudiera utilizarse cuando se trataba de Amedama Daruu, ahora reducido al lamentable y humillante apodo de Sakana por la graciosilla de Ayame, y mucho menos si el olor concreto al que se refería uno era el del pescado.

Si Ayame creía haberse transformado en una mujer con cara de asco permanente, es que no había visto la que ahora tenía Daruu. Si el aspecto de Yakuza no era suficientemente tosco antes, ahora estaba súper conseguido.

Delante se les presentaba lo que a todas luces parecía ser una pescadería, aunque como todo en aquella parte de la ciudad, una bastante sospechosa. Si querían saber algo más del sitio y de aquella gente tendrían que acercarse, aunque no estaba seguro de que fuese una buena idea.

Kozauchi, quizás nos hemos equivocado de sitio. ¿Giramos a la izquierda? —A la izquierda, a cualquier calle solitaria. Quizás sí que era este un buen momento para escalar a la azotea y pensar cómo actuar... o buscar desde las alturas la guarida de las Náyades.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 10/05/2019

Según siguieron caminando, Ayame y Daruu fueron abandonando las multitudes y se adentraron en otras calles menos concurridas y más calmadas... aunque igual de inquietantes, a opinión de la kunoichi transformada. De hecho, según el aroma del mar y del pescado comenzaba a inundar sus fosas nasales, hubo un momento que vio por el rabillo del ojo una sombra, veloz como una saeta, saliendo a toda velocidad de una caseta de metal cercana.

«Oh, no...» Pensó, al darse cuenta de que aquella silueta no era sino uno de los gatos de Daruu, que había salido despavorido, huyendo de la ira de un hombre que le perseguía con un enorme cuchillo en la mano. Ayame respiró hondo, tratando de calmar el súbito deseo de ir a socorrer al pequeño animal . «Tranquila... sabrá escapar. Es un gato después de todo...»

En todo caso, enseguida reparó en el peculiar edificio, en el que se amontonaban grandes cajas con hielo alrededor de las cuales se agolpaban tres hombres que parecían estar cortando pescado,y otros tantos fumando y murmurando entre sí. Ayame notó que alguno de ellos miraba a su alrededor con cierto recelo. Aunque la kunoichi ni siquiera estuvo segura de si concederle mayor importancia a aquel hecho. No eran pocas las personas que se comportaban de forma similar en las calles de Shinogi-to. Sus propias transformaciones eran la prueba viviente de ello.

Kozauchi, quizás nos hemos equivocado de sitio. ¿Giramos a la izquierda? —le sorprendió la voz modificada de Daruu.

Ella le miró, interrogante. Una parte de ella no se terminaba de acostumbrar a ser llamada de esa manera.

Como quieras, Sakana —le respondió en voz baja—. A no ser que prefieras preguntar a esos amables pescaderos.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 12/05/2019

Por desgracia, no había un cruce a la izquierda que les llevase a ninguna parte. En ese punto de la calle, Daruu y Ayame se encontraban ya en los límites, donde los muros de aspecto medieval insignes de Shinogi-To se alzaban imponentes, entre musgo y piedra; rodeando la ciudad.

Si echaban un vistazo hacia atrás, sabrían que llevaban una buena parte de la calle ya peinada —al menos unas cuatro cuadras—. y sin haber obtenido ningún indicio o pista concreta de su objetivo durante el transcurso del camino. Volver, por lo tanto, significaba alejarse del aroma a pescado, y, en consecuencia, abandonar el perímetro donde existían mayores probabilidades de dar con el escondrijo de esas inhumanas carroñeras lideradas por Naia. Debían estar cerca, en algún lado, y el susodicho mercado también. Después de todo, Ginjo les había dicho antes que podría encontrarse cerca de un depósito de distribución. Y daba la casualidad que tenían uno en frente.

Sólo quedaban tres opciones, entonces. Continuar derecho —con el agravante de tener que tratar con esos hombres, que podían ser, o no; simples carniceros. O coger hacia la derecha, sumergirse nuevamente en el manojo de calles circundantes, y tratar de rodear el primer obstáculo aparente con la posibilidad de encontrar más problemas en rincones menos expuestos, y más peligrosos.

La última, sugerida por el propio Daruu minutos atrás, abandonar el subterfugio y tomar un riesgo que paga a la misma tasa de su recompensa: moverse por los tejados, abrazados por el sígilo, les permitiría mantenerse en incógnito si lo hacían bien.

¿Qué harían ésta vez?


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 12/05/2019

El tiempo le había demostrado algo a Daruu. Si había alguien que había sido imprudente, ese había sido él. Con Akame y Hanabi en el hospital, con Datsue en... en el despacho de Hanabi —«Hanabi seguro que me tiene ya en el puto Libro Bingo de Uzushio»—, con Datsue en el Puente Tenchi —aunque eso había salido bien—... Ya era la segunda vez que le hacía caso a Ayame en muy poco tiempo, y todo el mundo sabe que si tiras la moneda varias veces y en todas apuestas por la cara, te acaba saliendo la cruz en algún momento.

Sin embargo, siguió hacia adelante.

Los muchachos siguieron hacia adelante. A medida que se acercaban al epicentro del pestazo a pescado, Daruu arrugaba la nariz más y más. Mejor, así tenía más pìnta de pocos amigos.

No creía que esos patanes fueran a interponerse en su camino si no les decían algo antes —y Daruu se mantuvo mirando al frente, viendo sólo de reojo, por si acaso—, pero si lo hacían se encontrarían con el rostro más pocoamiguista que habían visto aquellos cabrones en un mes.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 12/05/2019

Ambos se dieron cuenta enseguida de su error: A su izquierda no había más que la muralla protectora que tan bien definía a Shinogi-to. Así que sólo les quedaban dos opciones: o bien subirse a los tejados, como había sugerido Daruu, o seguir adelante y rogar porque los hombres de aquella pescadería estuviesen tan enfrascados en su trabajo que no levantaran sus alertas.

Daruu seguía empeñado en que deberían subirse a los tejados; sin embargo, después de discutirlo entre susurros durante algunos segundos, al final optaron por la segunda opción. Ayame opinaba que era demasiado arriesgado que alguien les viera subidos en lo alto de los edificios y, después de todo, Sakana y Kozauchi no eran shinobi, sólo una pareja de aspecto burdo y tosco.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 13/05/2019

Dos caras poco conocidas decidieron continuar su camino, sin importar los resquicios de mala pinta que se abrían paso frente a ellos. Los dos hombres permanecieron impertérritos, recostados en una pared con una lona sobre sus cabezas mientras fumaban tabaco. Probablemente era su hora de descanso y sin poder ir más lejos antes de volver a la faena, disfrutar de un pitillo era la única opción viable para tipos como ellos.

No dijeron nada, pero miraron. Miraron largo y tendido a quienes cruzaron con pundonor el sector de cavas y, forzados por el final de la calle, tuvieron que girar en la última intersección, a la derecha. Finalmente, los amejin se encontraron a resguardo en un área ligeramente más concurrida, con un mercado.

Tenía que ser ese. ¿No?

Compuesto de unas cinco carpas que protegían el vecindario de la lluvia, un buen puñado de vendedores exponía cuál galería la carne del día. Pescado, en su mayoría.

El olor, desde luego, más concentrado que nunca; pues no había un flujo continuo de aire como podría haberlo en sectores más céntricos, y menos agobiados por los propios muros de la ciudad. Esa era una razón más que lógica para que el hedor resultara bastante insoportable. Ayame pasó sin pena ni gloria por el umbral de podredumbre, sintiendo la necesidad de, como todos, taparse la nariz.

Daruu, no obstante, sintió que el estómago se le arremolinó como si se hubiese tragado el símbolo de Uzushiogakure.

—¡Bagre, lenguado, lubina y bacalao! ¡Bagre, lenguado, lubina y bacalao al mejor precio del mercado!

Si no potaba ahí mismo, sería un milagro. Como milagro también fue que, en un fugaz refilón, creyeron ver a una de las mujeres del Libro Bingo —aunque no podían estar del todo seguros—. adentrarse a un tugurio, a quince metros de su posición.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 13/05/2019

Por suerte, ninguno de los trabajadores pareció demasiado interesado en los dos muchachos transformados que pasaron delante de sus narices rogando a Amenokami por no llamar su atención. Como mucho se les quedaron mirando, pero nadie les salió al paso ni nadie trató de llamarlos.

Pese a todo, al final de la calle, ambos se vieron obligados a torcer a la derecha y, más pronto que tarde, se vieron abrigado de nuevo por la multitud en lo que, a todas luces, parecía ser un mercado. Estaba compuesto por cinco tiendas donde los vendedores exponían a pleno grito su mercancía, pescado en su inmensa mayoría.

¡Bagre, lenguado, lubina y bacalao! ¡Bagre, lenguado, lubina y bacalao al mejor precio del mercado!

La cantinela retumbó una y otra vez en los oídos de Ayame, repetida como un eco en aquel espacio lleno de gente. La muchacha arguyó aún más la nariz. Se lo habían advertido, pero había llegado a pensar que no eran más que exageraciones. Pronto comprobó que era ella la equivocada: el hedor a pescado castigaba su nariz hasta hacerla picar. En más de una ocasión estuvo tentada de tapársela, pero se contuvo: Kozauchi no era una dama delicada que se dejara intimidar por aquel olor. Además, le ayudaba a mantener aquella expresión de asco permanente.

Pero... ¿Y Daruu?

Ayame le miró por el rabillo del ojo, preocupada. Si a ella le afectaba el olor, no quería ni imaginar por lo que estaría pasando su compañero. Sólo podía rogar porque no fuera lo suficiente como para hacerle perder la concentración sobre su transformación. Echaría toda su coartada por la borda.

Fue entonces cuando la vio. Apenas una silueta escurridiza por el rabillo del ojo. Y antes de que pudiera asegurarse, había desaparecido en un tugurio de mala muerte.

¿Lo has visto? —le susurró a su compañero—. A quince metros. Allí. Creo que era una de ellas... pero no sé cuál de las dos.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 13/05/2019

A Daruu, sin embargo, no le pasó desapercibido como aquellos cabrones les miraban. Y no le hacía ninguna gracia. Menos gracia le hizo, sin embargo, cuando giraron la calle y se toparon con el dichoso mercado. Allí, Daruu no podría prestarle atención a nada más. Sólo concentrarse en mantener el Henge no Jutsu y en tratar de no vomitar. Desgraciadamente para él, esto último fue terriblemente complicado. Agarró a Ayame, que decía haber visto a una de ellas, y prácticamente la arrastró a un callejón solitario.

Daruu vomitó de puro asco. «No... puedo... qué mierda...»

Cuando se repuso, trató de recuperar la compostura, de taparse la nariz y de juntar las manos para formular, de nuevo, los sellos del Henge no Jutsu, a pesar de que había conseguido no destransformarse. Tras un pequeño estallido, Daruu se convirtió en mujer. En una mujer castaña con el pelo lacio, ojos enfermizos, diminutos y marrones y de unos treinta años, que vestía con una capa de color granate.

Soy Yamatsuki, encantada. ¿Quién eres tú? —Daruu se acercó a Ayame y susurró—: Los de la pescadería antes nos estaban mirando demasiado. Será mejor que nos cambiemos de disfraz antes de entrar a donde quiera que hayas visto a entrar a esa harpía.


RE: (A) Las Náyades - Aotsuki Ayame - 13/05/2019

Pero Daruu no le respondió con palabras. La agarró del brazo bruscamente y la arrastró hasta un callejón solitario. Allí no pudo aguantarlo por más tiempo, y arqueó el cuerpo para vomitar todo lo que tenía en el estómago. Ayame no pudo hacer otra cosa que apartar la mirada, con una ligera aprensión. Después de todo aquello, era un auténtico milagro que Daruu hubiese conseguido mantener su transformación intacta.

¿Estás bien...? —le preguntó.

Pero, nuevamente, no recibió más que el silencio por respuesta. Daruu había vuelto a entrelazar las manos, y se transformó en una mujer de cabellos lisos y castaños, ojillos como botones y que vestía una capa granate.

Y Ayame le dirigió una mirada interrogante.

¿Qué estás...? —comenzó a preguntar.

Soy Yamatsuki, encantada. ¿Quién eres tú? —la cortó él, antes de acercarse más a ella para añadir en un susurro—: Los de la pescadería antes nos estaban mirando demasiado. Será mejor que nos cambiemos de disfraz antes de entrar a donde quiera que hayas visto a entrar a esa harpía.

Oh... Tienes toda la razón entonces —respondió, y a medida que hablaba ella misma se transmutó en un hombre alto y espigado que vestía una desgastada capa oscura y un kasa que ocultaba parcialmente sus rasgos pero dejaba a la vista una graciosa perilla de chivo—. Mi nombre es Ariba, señorita —se presentó, con una ligera reverencia, antes de añadir en un susurro—: Aunque creo que te quedaba mejor Sakana —le guiñó un ojo oscuro, torpemente. Una vez pasada la broma, Ayame, ahora Ariba, señaló en la dirección en la que le había parecido ver a la mujer, a la supuesta Náyade—. Por allí. Creo que antes de entrar directamente deberíamos echar un vistazo por el exterior, no sabemos lo que nos vamos a encontrar.


RE: (A) Las Náyades - Amekoro Yui - 13/05/2019

Daruu logró salir airoso, a duras penas, de la situación. Tenía suerte que Shinogi-To estuviera plagada de callejones desolados donde vomitar fuera una opción sin que nadie le increpase como es que un local no era capaz de transitar la calle sin sucumbir ante el reflujo forzado por el fuerte aroma a pescado. Potar, no obstante, no mermó su capacidad de respuesta ni su resolución, con lo cual respondió de la mejor manera posible: cambiando su apariencia una vez más, ante la nimia posibilidad de que los hombres de los galpones pudieran haber sospechado de ellos.

Ayame, la divisora de aquella mujer de aspecto similar a Shannako vislumbro nuevamente la avenida y de envalentonó a inspeccionar más de cerca. El escondrijo adonde creyó ver perderse a la mujer resultaba ser, sin lugar a dudas, una taberna. El portal Lucía como unas de esas cantinas con puertas de solapa que se abrían hacia ambos lados, aunque desde afuera no se podía ver mucho más que algunos indicios de luz. Sobre el toldo de la entrada que protegía de la sinuosa llovizna a los consumidores, un cartel raído y mohoso que reposaba en grabados de acero una palabra. Le faltaba un par de letras, aunque se podía entender como una desambiguacion de la frase mal de ojo.

Bastante sutil.


RE: (A) Las Náyades - Amedama Daruu - 13/05/2019

Ayame se transformó en un hombre con barbita de chivo que ocultaba su rostro bajo un kasa. Dijo que se llamaba Ariba. «Aaaabajo, al centro y paaaaadentro, oooeeeee», completó interiormente, riéndose en voz alta como un gilipollas.

Tras meterse con él una última vez, ambos pares de ojos se fijaron en el local que había visto Ayame antes de su... incidente. Daruu asintió y susurró a Ayame:

Necesitamos saber dónde está la entrada a la guarida en sí, si es que ese es el sitio de verdad —explicó, y como el auténtico chūnin que era, comandó elocuentemente—: Seremos muy prudentes de momento. Llegará el momento que tengamos que seguir a una de las Náyades para reemplazarla o para interrogarla, pero es el primer día y ya llevamos muy buen progreso. Además haríamos bien en esperar a tener más información de mis gatos, al anochecer.

»Yo solía tener una muy buena vista. Entonces sería muy fácil ver todo el contenido del tugurio. Pero tú sigues teniendo muy buen oído. Escucha: pasaremos por delante como si nada. Trata de usar tu ecolocación para hacerte un mapa mental del interior. Trata de memorizarlo y nos haremos un esquema en papel.

»¿Entendido? ¡Vamos!

Y así pues, Daruu y Ayame salieron del callejón. Daruu avanzó como buenamente pudo, aguantando la respiración a ratos, y cuando no podía, procurando respirar solo por la boca. Pasaron por delante del local, un triste bar con un letrero en el que ponía Mal de Ojo. «Hija de la gran puta. Seguro que eres tú.»


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.