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Condiciones ambientales favorables - Manase Mogura - 11/01/2017 Aquel día hacía un buen clima, no estaba lloviendo y el sol no cocinaba la tierra. Claro que eso era debido a las características geográficas que presentaba aquella zona en la que se encontraba el joven médico, un lugar templado con muchos arboles y fuentes de aguas cercanas. La flora era variada y según lo que se contaba la fauna podía llegar a serlo aun más. Era esa última la parte que al joven médico de Amegakure le interesaba y era esa la razón por la cual cargaba en su espalda con una jaula de madera, en ese momento totalmente vacía. Caminaba por un pequeño sendero marcado por el reiterado paso de las personas que bajaban hasta un río cercano. A diferencia de la gente de un pequeño poblado cercano, él no estaba buscando agua, sino que buscaba una especie en particular de animal que debería rondar por esos lares. Su único armamento en aquel momento era un palo largo con una red y la jaula, si es que esta podía llegar a servir de algo para pelear. Aunque la mortalidad del joven médico no recaía en sus armas sino en el portaobjetos que llevaba, cargadisimo de venenos de todos los colores. Esta idea de vacaciones que tiene el abuelo ciertamente es cuestionable... Pensaba Mogura mientras marchaba por el bosque en búsqueda del bicho. Su cabeza estaba protegida de la luz del sol con un sombrero de paja que había comprado en el poblado aquel donde se estaba hospedando. En conjunto con el resto de sus cosas parecía que se alejaba un poco de la idea de un shinobi hecho y derecho, y comenzaba a parecer un aldeano más. RE: Condiciones ambientales favorables - Aiko - 12/01/2017 Un terremoto arrasaba sin piedad por todo el vecindario, no literalmente. Aunque que no fuese literalmente un terremoto no le quitaba gravedad al asunto. Se trataba de un chico de cabellera mas verde que la hierba recién mojada, el cuál corría libre como un pájaro que veía la luz al final del túnel. Aunque éste pájaro se molestaba en cagarse en todas y cada una de las paredes del mismo, un auténtico hijo puta. Intentando dejar de lado las metáforas y demases, la cuestión era sencilla. Un chico de pelo verde corría a resguardarse de una ya considerable muchedumbre furiacanada. Quizás las bromas se le habían ido de las manos, como de costumbre. Mal asunto que su hermana no estuviese cerca para haberlo detenido a tiempo. Para el joven, por suerte o desgracia, que su hermana fuese chunin y tuviese que ejercer como tal sus misiones, era un poco de libertad a su rebeldía. Si no aprovechaba esas ocasiones, en algún momento terminaría explotando. Se lo pedía el cuerpo, y dios. ¿Por qué si no iba a poner a tantas personas en el mundo? Si no quería que las fastidiase, habría puesto menos. En mitad de su carrera por salvar la vida, incluso se detuvo a tomar un trozo de plástico blanco alargado y no demasiado grueso. Una cosa no quitaba la otra, al final tuvo hasta que salir del maldito pueblucho. Para cuando se quiso dar cuenta, solo estaba él, un montón de árboles, un montón de hierba que no se podía fumar, y ese maldito trozo de plástico que levaba entre manos y parecía un condenado alzacuellos. Sin duda, esto no tenía sentido alguno. Puestos a decir, la verdad es que sentido no había ni que buscarle, después de todo había llegado hasta allí dando un mero paseo. Si, sin duda se le había ido de las manos. —Weeeeehhh... pueeeees ya me aburrí de éste sitio. Obviamente se lo decía a si mismo, cosa que tenía casi por costumbre, hablar consigo mismo. Sin mas que hacer por ese pueblo, comenzó a andar de nuevo —Ya no loperseguían— seguramente lo hubiesen dado por perdido, o lo hubiesen olvidado. Fuere como fuere, debía buscar otro entretenimiento. Continuó andando brevemente, mientras daba giros al trozo de plástico blanco sin pudor. Lo pasaba entre los dedos, lo lanzaba al aire, lo recepcionaba de nuevo en la mano, pronto comenzaba con los malabares de dedos, y vuelta a empezar. Se entretuvo con eso en el camino, hasta que a una distancia no demasiado tergiversada por la necesidad, vio lo que parecía ser una persona. —¡Alaaaaá! Allí hay alguien... ¿no? Sin dudarlo un solo momento, corrió hacia ésta persona que llevaba consigo una especie de cárcel de madera y una red de mariposas. En el mismo camino, se enredó el plastico en el cuello de su camiseta negra y dejó la parte central sin enredar, haciendo que ésta destacase a manera de alzacuellos. —¡Chico! ¡CHICO! —Inquirió como si el fuese mucho mayor. —¿Tiene un momento para que hable con usted de Dios? Si tiene tiempo para cazar moscas, tiene tiempo para Dios. Solo le ocuparé diez horas de su vida, eso no es nada si lo compara con toda una vida de devoción y salvación asegurada, ¿no lo cree así? Sin duda, una de las bromas mas absurdas hasta el momento. RE: Condiciones ambientales favorables - Manase Mogura - 13/01/2017 ¡Chico! ¡CHICO! ¿Qué podría haberle causado mayor necesidad de tensar cada musculo de su cuerpo que el repentino sonido de una voz humana en un ambiente tan salvaje como era aquel? Mogura empezó a ver en todas direcciones, a los lados, hacía atrás e incluso hacía arriba. Un sujeto de lo más curioso entraría en escena, no parecía mucho mas mayor en edad que él y seguro que si se ponían a hablar Mogura se haría victorioso del titulo al más viejo. ¿Tiene un momento para que hable con usted de Dios? Si tiene tiempo para cazar moscas, tiene tiempo para Dios. Solo le ocuparé diez horas de su vida, eso no es nada si lo compara con toda una vida de devoción y salvación asegurada, ¿no lo cree así? La forma en la que hablaba y las palabras que soltaban le resultaban casi tan raras como esa peluca verde que tenía por cabello. El muchacho parecía un yuyo con patas y de lo más charlatán. ¿Hablar de... Dios? Había infinidad de dioses de los cuales podrían hablar en medio de un bosque, dependiendo la religión que se pusiesen a tratar hasta los arboles que les rodeaban podían llegar a ser dioses. Pero no estoy cazando moscas... estoy... Continuaba diciendo sin terminar de entender que pretendía de él aquel sujeto. Sin embargo y cuando le dijo aquellos de las diez horas no pudo evitar pensar en algo, lo más sensato y creíble del mundo. Hey... ¿No estarás intentando robarme, no? Preguntó el escéptico Mogura, sabía de la existencia de suficientes dioses como para no creer en ninguno a esas alturas de su corta vida. En contrario a eso, la presencia de un sujeto tan extravagante no le hacía complicado el creer en los ladrones del bosque. RE: Condiciones ambientales favorables - Aiko - 15/01/2017 Ante las palabras del peliverde, el cazador de mariposas quedó casi congelado. Fuese por la absurda aparición de la nada para hablar sobre "Dios" o a causa de sus pintas, casi lo dejó sin palabras. Titubeó por un instante, carente de comprensión de lo que quería hablar el de cabellera verde, y mas tarde canceló la conspiración acerca de su caza de moscas. La verdad, por mucho que dijese no le iba a creer. Pero para antes de que se quisiera dar cuenta, sacó de contexto totalmente su presencia. Escéptico y directo, preguntó sin retraída si pretendía robarle. Enzo se sobresaltó un poco, mas no tardó en cruzar repetidamente los brazos. —No, no, no, no, noooo. Lo único que pretendo robarle a usted es su pecaminosa vida, para que acuda a recorrer el buen sendero de Dios. Estoy aquí como buen pastor, haciendo que la oveja descarriada regrese con el rebaño. Tomó un instante de silencio para echarse los pelos hacia detrás, se dio un par de palmadas para sacudirse el poco polvo que pudiese portar en la camiseta, y antepuso la diestra a la boca. Carraspeó un par de veces, aclarando su tosca voz, y de nuevo se dispuso para el ataque. —Que no te engañen las apariencias, bajo ésta capa de sensualidad y belleza, me tomo mi dedicación muy en serio. Es normal que te sientas intimidado, pero puedes estar tranquilo, porque mis preferencias son las chicas... —Aclaró sin pudor alguno. —Bueno, vayamos a los asuntos importantes. ¿Sabes cual es el verdadero e innegable Dios? ¿O acaso estás del todo perdido? Aprovechó y se sentó en el suelo, sin apartar en ningún momento la mirada del chico que tenía frente a él. Poco tardó en golpear un par de veces el suelo cercano, como haciendo referencia a que podía sentarse a su vera mientras lo instruía en la verdadera y única fé. Sin duda alguna, el peliverde de lo que menos carecía era de capacidad de improvisación, de eso no cabía duda alguna. RE: Condiciones ambientales favorables - Manase Mogura - 16/01/2017 Como contestación, el joven médico recibió un gesto de negación por parte del religioso desconocido. Sumado a eso, reiterados "no" y una explicación de lo más particular. Supuestamente no iban a robarle nada, salvo aquello que el peliverde llamó "pecaminosa" vida. Debo decir que esto es algo que realmente no me esperaba... Comentó el muchacho de cabello azabache mientras se acomodaba el peinado, no porque estuviese algun cabello fuera de lugar sino porque sentía simple y llana necesidad de hacerlo. Por su parte el muchacho aquel se aclararía la garganta y entonaría nuevamente palabras extrañar a los ojos del Manase. ¿Sabes cual es el verdadero e innegable Dios? ¿O acaso estás del todo perdido? De todo lo que dijo, aquel par de preguntas fueron las que finalmente le dieron pie a hacer un comentario. Pero antes de eso y con teniendo su palabra de que no iba a intentar meterle mano, pues su gusto eran las féminas, tomó asiento. ¿Por qué lo había hecho? ¿No habría sido mejor ignorarlo y seguir su camino? Bueno, eso dependería... ¿De cuál de todos los verdaderos e innegables Dios me estas hablando? Consultó Mogura depositando su jaula de madera sobre el suelo. Una pregunta de lo más simple, aunque quizás podría llegar a caerle mal a un devoto de un autentico e inigualable Dios, como solía pasar con las diferentes religiones. Sea como fuese, aquel muchacho que seguro era muy deseado por infinidad de vacas y animales de pastoreo había entrado en un tema que el muchacho de cabellera azabache gustaba husmear en sus ratos libres. RE: Condiciones ambientales favorables - Aiko - 17/01/2017 La sorpresa pareció abatir la mente del pobre chico, aunque cabe decir que no es de extrañar, para nada se trataba de una situación convencional. Admitió la derrota psicológica, pero no por ello pareció desanimarse a continuar con la conversación. Justo pareció lo contrario, rebatía con el arma del peliverde, sentándose como si nada y preguntando sin recelo acerca de cual de entre tantos verdaderos e innegables dioses le venía a hablar. Duro golpe a cualquier verdadero fanático que pudiese escuchar la blasfemia a su ente todopoderoso, y el verde debía disimular el hecho. —Por Dios, hijo mio... que perdido estás! —Se quejó mientras llevaba la mano hacia la frente en una afligida reacción. —Solo existe uno, ¿Quien te ha dicho que hayan mas? Si hubiesen mas dioses que uno solo, se habrían labrado un camino propio, y no existiría una única humanidad si no que habrían dos, o mas... ¿no crees? »Solo existe un Dios, se llama Eko, y es el único que te habla cuando mas lo necesitas si verdaderamente tienes fé en él. El otro días estaba en un acantilado, y él amablemente repetía las últimas palabras que yo decía... verdaderamente es poderoso y sobrenatural. Ningún otro Dios es capaz de hacer eso. Arremetió con dureza a cualquier otra religión. Poco le importaba la creencia que le hubiesen podido inculcar al chico, la verdad, se había metido en un absurdo papel de eclesiástico del eco de lleno, y ya no había vuelta atrás... ¿o sí? Quizás dependiendo de la respuesta del chico la actitud cambiase fugazmente, total, éste papel de fanático del eco tampoco le estaba llenando por completo. Era algo divertido y tal, pero nada del otro mundo... ¿Quizás un truco de cartas sería mas divertido? Pero esa pregunta le hacía llegar a otra, ¿cómo pasar de una charla religiosa a un truco de cartas? RE: Condiciones ambientales favorables - Manase Mogura - 20/01/2017 La forma de hablar de aquel muchacho ciertamente parecía ser propia de un religioso, pero quizá simplemente porque se esforzaba en parecer un fanático y lo trataba de hijo y todo eso. En un momento el pelipasto le hizo una pregunta que a muchos podría tomar por sorpresa, sobre la existencia de una unica humanidad atribuida a un único y todopoderoso Dios, el problema era que Mogura había llegado a estudiar lo suficiente sobre los diferentes y todopoderosos dioses que podrían existir hasta el momento. Bueno eso tiene una explicación... Pero el muchacho no parecía detenerse en su habla, interrumpiendo al muchacho de cabello azabache exclamaría uno de los actos mas reveladores sobre su dios. El poder de la fe y el milagro que él había presenciado, el Dios Eko le habría repetido sus propias palabras cuando había estado en un acantilado. ... La expresión del shinobi de Amegakure cambió de un momento a otro, pensaba que estaba hablando con un loco serio pero al final era un loco más. Entiendes que eso en realidad es un efecto físico acústico causado por... Comenzó a decir cuando en un momento se dio cuenta de la verdad verdadera ¿Valía la pena realmente explicarle eso? Probablemente no. ...Olvídalo... Dijo finalmente sin terminar de decir toda la explicación innecesaria. Dejó pasar unos segundos y finalmente se le ocurrió algo más que decirle a aquel desconocido. ¿Tu dios cree en los actos de generosidad y todo eso? Preguntó el pagano Mogura poniéndole la jaula de madera en las manos al muchacho de Kusagakure. RE: Condiciones ambientales favorables - Aiko - 24/01/2017 El chico intentó blasfemar contra el todopoderoso Dios Eko, pero terminó tragándose sus palabras. Quizás por arrepentimiento, o temeridad hacia lo desconocido, o simplemente quedó corto de palabras para dirigir a un demente. Fuese como fuese, el chico terminó en silencio a espera de las palabras del peliverde. Para cuando éste terminó, el primero blasfemó al fin. Argumentó que eso era solo un efecto de la acústica, pero de nuevo terminó por callar. Es mas, terminó solicitando que olvidase lo mencionado. El peliverde alzó una ceja, en su rostro se reflejaba una clara incertidumbre y sosiego. Pero tampoco era algo del otro mundo, tan solo no entendía porqué primero negaba la existencia de su Dios y luego intentaba dejarlo estar. ¿Qué clase de hereje era éste chico? Así la verdad es que no había quien se situase en su papel... Pero antes de que Enzo soltase alguna barbarie de su naturaleza, el cazador de moscas acercó la celda en miniatura mientras preguntaba si su Dios creía en los actos de bondad y generosidad. Ésto si que pilló por sorpresa al joven, pues no tenía bien claras las doctrinas de la religión que recién se había inventado. Por otro lado... normalmente Dios pone unas doctrinas o normas, y son los humanos quienes pueden creer o dejar de creer en éstas; para nada es al contrario. De nuevo, blasfemia. El chico cruzó los brazos unas cuantas veces en gesto de negación, al igual que se llevó la vista hacia un lateral. Su indignación iba en aumento, o al menos eso parecía. —No, no, no, no... —Hizo un inciso. —Dios no cree o deja de creer, él simplemente establece y crea las cosas. Somos las personas las que podemos creer o dejar de hacerlo conforme a nuestras experiencias. Sin previo aviso, metió su diestra en el bolsillo de su pantalón, y de éste sacó una de las numerosas cartas de poker que llevaba consigo. Se la expuso a su antagonista, y le dio un par de vueltas para que éste viese que se trataba sólo de eso. Con la zurda, por si acaso no había quedado claro, hizo un gesto rápido y vigoroso mostrando la ya enseñada carta. Se trataba de un as de corazones, corriente y moliente al parecer. En una segunda acción, el chico retrasó un poco la diestra, lo justo para permitir a la zurda tapar un poco la misma a su paso frente a la diestra. Para cuando eso fue consumado, allí no había una simple carta de poker, si no que había desaparecido y en su lugar había una cuchara de oro. —... y solo los que creen son capaces de todo. —Concluyó con su truco de magia. En ese momento, estiró la diestra para entregar la cuchara al chico. Eso si que era un verdadero acto de generosidad, entregar una cuchara que bien podía valer varios cientos de ryos. Pero lamentablemente, si éste tomaba la cuchara, el efecto ilusorio terminaría por desaparecer, quedando en las manos de éste una simple y sencilla carta de poker, un triste as de corazones. —¿Lo ves? |