Después de la tormenta, llega la calma - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: Uzushiogakure (https://ninjaworld.es/foro-uzushiogakure) +--- Foro: Calles de la Aldea (https://ninjaworld.es/foro-calles-de-la-aldea) +--- Tema: Después de la tormenta, llega la calma (/tema-despues-de-la-tormenta-llega-la-calma) Páginas:
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Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 2/09/2018 Pese a estar en pleno verano, el día había amanecido encapotado por una serie de nubarrones oscuros que amenazaban con tormenta, aunque de momento no habían llegado a soltar gota, por ello, Eri tenía un paraguas desplegable atado a su muñeca izquierda. Andaba tranquilamente por las calles de la aldea, ataviada con un vestido veraniego de color claro y unas sandalias de un tono más oscuro, aunque hacían juego con su vestimenta. Tenía el largo cabello recogido en un moño bajo, sin la sujeción normal de su bandana, que había dejado en casa. Normalmente a esa hora estaría ya en la zona de entrenamiento a la que acudía todos los Mizuyobi, pero tras descubrir que Datsue se encontraba en el hospital, no había podido dejar de pensar en qué narices había andado metido para que ahora estuviese tan grave y hospitalizado. Justo en aquel momento, una gota chocó contra su sonrojada mejilla, y la joven tuvo que comenzar a andar con más rapidez si no quería convertirse en una sopa andante. Por ello, en unos cinco minutos llegó al Hospital de Uzushiogakure. ella ya había visitado el lugar hacía un par de días junto con Riko, pero aquella vez había sido porque necesitaba tratamiento. Ahora ella era la visitante, así que, con valor, se acercó al recepcionista para preguntar sobre Uchiha Datsue. Tras explicarle la razón de su visita y que él le dijese dónde localizarle, la pelirroja se encaminó hacia su destino, por ello, unas plantas más arriba, se encontraba frente a la puerta que daba a la habitación donde Datsue se encontraba. Dio dos golpes suaves a la puerta y esperó. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 3/09/2018 No había otra palabra que definiese mejor lo que sentía Datsue que incomodidad. Incómodo, muy incómodo. Llevaba días y días en la misma postura. Él, que cambiaba de lado cada vez que se echaba a dormir, sin poder mover ni un solo dedo. Sin poder moverse un milímetro. Le picaba el culo y no se podía rascar. Le entraban ganas de ir al baño y tenía que llamar a la enfermera —apretando un botón que gentilmente habían colocado bajo su dedo índice—, para que le trajesen un maldito cubo y no hacérselo encima. ¡Un maldito cubo! Era humillante. Pero se lo merecía. Se merecía eso y mucho más. Su Hermano no corría mucha mejor suerte. Pese a los miedos de los doctores de despertarle, por no saber si soportaría el dolor, lo hizo. Claro que lo hizo, tal y como había augurado Datsue. Uchiha Akame había soportado dolores mucho peores. Cada noche desde que le habían sellado a Shukaku, entre otros. Pero le estaba costando recuperarse. De hecho, los médicos acababan de llevárselo de la habitación para hacerle unas pruebas. Fue entonces cuando escuchó tocar a la puerta. ¿Una visita? Los doctores no se molestaban en llamar. —¡Si son malas noticias, no estoy! —exclamó malhumorado. No hacía mucho le habían informado que el guardia que le había parado los pies había perdido la movilidad del brazo por su culpa. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 4/09/2018 —¡Si son malas noticias, no estoy! «Sin duda, es él...» Pensó mientras soltaba una risilla nerviosa. —Y yo que te traía comida... —bromeó ella, aunque no era ninguna broma. En su mano derecha traía sellado una bolsa de papel llena de... Bueno, de todo un poco: hojaldres salados, algún bollo y lo que se le había ocurrido comprar por el camino— Bueno, te pongas como te pongas, voy a entrar. Giró el pomo y se encontró con una momia. Bueno, al principio aquella imagen impactó a la Uzumaki que, permaneciendo en la puerta, miró de arriba a abajo a su compañero y amigo Uchiha, incapaz de moverse de la camilla para nada. Era normal, no se esperaba otro panorama después de enterarse de lo ocurrido, así que, sacando valor y sobre todo ganas de ver a Datsue, se encaminó hacia el lado derecho de su cama. —Veo que al final te han domado eh —aquel tono de broma solo intentaba esconder la preocupación que sentía bajo su pecho, pero tampoco quería ir a llorarle sabiendo que él, quien estaba recluso en el hospital sin poder ni si quiera ir al baño, ya lo habría hecho un centenar de veces mientras que Eri podía ir de aquí para allá sin ninguna atadura —. Bueno, cuál es la historia esta vez, tengo tiempo y curiosidad. Indecisa de tomar o no una zona de la cama que Datsue no estuviese ocupando, se quedó quieta, mirando fijamente el rostro magullado de su amigo. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 4/09/2018 ¿Eri? No supo por qué, pero no le agradó la visita. No quería que le viese así. Tan indefenso. Tan acabado. Tampoco tener que darle explicaciones. Tener que explicarle cuánto había metido la pata aquella vez. Y, con diferencia, lo que especialmente no quería, era ver reflejada la decepción en su rostro. Y sabía que la iba a ver. Para lo bueno y para lo malo, Eri no era demasiado buena en camuflar sus emociones. No ante él. —Veo que al final te han domado eh. —Eso parece —respondió, esbozando una ligerísima sonrisa que más que alegría transmitió tristeza. Eri se le quedó mirando; él rehuyó la mirada. Tardó en responder. Notaba algo en su pecho incomodándole, y sospechaba que si empezaba a contarle ahora su historia, ese algo le haría romperse. Tenía que ganar tiempo hasta que aquella sensación le desapareciese—. ¿Qué se dice de mí ahí afuera? ¿Qué se dice que pasó? RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 4/09/2018 En el mismísimo instante que Datsue le contestó, ella supo que algo iba mal con su amigo. —¿Qué se dice de mí ahí afuera? ¿Qué se dice que pasó? Eri se cruzó su brazo izquierdo por detrás de la espalda, sujetándoselo con la extremidad contraria. Buscó las palabras adecuadas pero no las halló en el interior de su cabeza, por lo que se mordió el labio inferior... Aunque aquello no debería afectarle demasiado a Datsue... ¿No? —De todo —dijo sin decir nada—. Dicen que peleaste y perdiste, otros que le diste una paliza a Akame, no sé, Datsue, ¿qué quieres oír? —preguntó para justamente después suspirar—. No he venido a eso —confesó, y revisó la habitación rápidamente con una simple ojeada—. Quiero saber cómo estás tú. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 6/09/2018 De todo. Pues claro que se decía de todo, ¿qué esperaba? Así eran los rumores, y él había aparecido poseído por el Shukaku con intenciones homicidas, con su Hermano destrozado y partiéndole un brazo a uno de los guardias. —Quiero saber cómo estás tú. Dejó escapar el aire por la nariz lentamente. —Mi Hermano casi no la cuenta, y me acaban de informar que el guardia que me hizo el sellado de los Cinco Elementos quedó con el brazo inútil. —Oh, y Hanabi le había echado la bronca de su vida por segunda vez. Aunque eso, era lo de menos—. No muy bien, Eri. No muy bien. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 6/09/2018 —Mi Hermano casi no la cuenta, y me acaban de informar que el guardia que me hizo el sellado de los Cinco Elementos quedó con el brazo inútil. No muy bien, Eri. No muy bien. Ella asintió mientras miraba al infinito, intentando imaginar lo que podría haber sentido si ella hubiese estado en su piel. Negó con la cabeza quedamente, normal que no se sintiese bien. La kunoichi suspiró y dio un rodeo, acercándose a la ventana que tenían en la habitación. Hizo un sello y de la palma de su mano salió su flauta, entonces miró a Datsue y murmuró: —A lo mejor esto te hace sentir mejor. Se llevó la flauta a sus labios y sonó una suave melodía que a Datsue le recordó terriblemente familiar, y, al cabo de unos segundos de suaves y ligeras notas, Eri despegó sus labios, tomó aire y, con un tono agudo, dulce y algo lento lento, comenzó a cantar: Y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los Cerezos!
Y cantan, cantan, cantan, ¡ay cómo cantan, los uzureños! Y ríe, ríe, ríe, ¡ay cómo ríe, la hija del kusareño! Y lloran, lloran, lloran, ¡ay cómo lloran, los kusareños! Sí, exacto, recordaba aquella canción por la vez que Datsue había cantado exactamente en el concurso donde Ayame y ella participaron y se llevaron el segundo puesto, sin embargo la voz de la muchacha no era como la de Datsue, sino que ella la cantaba en un tono más agudo, aunque fue cogiendo velocidad a medida que cantaba las frases de la canción. Volvió a tocar una melodía para acompañar a su voz antes de deshacerse de nuevo del instrumento para continuar con aquel improvisado recital, intercalando una voz muy grave con otra muy aguda, como había hecho él. ¿Bailaste hija mía?
Bailé, ¡sí señor! Dime con quién bailaste Bailé con mi amor. Con tu amor, hija mía, no vuelvas a bailar. Porque te levanta la falda del kimono y es muy difícil de bajar No te preocupes, padre mío, nada de eso sucedió. Él volvió por su camino, y yo por el de Dios. Tenía que reconocer que cantar aquello, sola, era un poco bochornoso, pues tenía que cambiar de tono y de cara cada vez que representaba a uno de los dos, luego volvió a cantar, cambiando la cara a una anonadada: ¿Vienes mojada, hija mía?
Vengo empapada, ¡sí señor! ¿No será culpa de ese Uchiha? De su wagasa, ¡que no me resguardó! Hizo como si regañase a Datsue, y prosiguió: La wagasa de Akame, es una wagasa muy mala,
si le caen cuatro gotas... ¡ya se le humedece el asta! Y por eso las kusareñas, por muy mojadas y empapadas, no se pondrían debajo, ¡de su basta wagasa! Ay, padre mío, no te preocupes, ¡por favor! Que el chico es un profesional, y me mantuvo en calor Ay, padre mío, no te preocupes, ¡por favor! Y no cuentes nada a Yota, o le romperás el corazón A Yota, hija mía, nada le contaré Pero como llegue a oídos Sakamoto, por tu vida temeré No te preocupes, padre mío, Akame es profesional Sus labios están sellados por los míos, no me sucederá ningún mal Y cantan, cantan, cantan, los Uzureños, en los Cerezos, y ríen, ríen, ríen, las kusareñas, en sus regazos, y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los sembrados!, y lloran, lloran, lloran, los kusareños, ¡al seguir secos! Se volvió a llevar la flauta a la boca y tocó otra melodía, hasta que poco a poco se fue apagando, y ella, colorada y jadeante, miró a Datsue con una inocente sonrisa. —¿Ahora estás mejor? —preguntó. Todo lo que había cantado había sido en voz algo más baja para no molestar a las demás personas que se encontraban en el hospital, pero lo suficientemente alto para que Datsue lo escuchase bien. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 7/09/2018 —A lo mejor esto te hace sentir mejor. Datsue alzó una ceja mientras la observaba, entre confundido e intrigado, sacar una flauta de la palma de su mano. Pronto le arrancó unas suaves notas, con la habitual delicadeza y soltura que siempre le había visto tocar. Y cantó. Una canción que le arrancó una sonrisa sincera. Alegre de verdad. Una canción que conocía muy bien. Su canción. «¿Vienes mojada, hija mía? Vengo empapada, ¡sí señor! ¿No será culpa de ese Uchiha? De su wagasa, ¡que no me resguardó!», empezó a tararear en su mente. Y su sonrisa se ensanchó todavía más al ver la mirada de reproche que le lanzó Eri en aquel instante. Bien, eso significaba que había captado su sutil metáfora. Y Eri siguió cantando, con esa voz dulce y femenina que tan bien le sentaba a la canción. Y mencionó a Akame. Y mencionó a Yota. «¡Coño, Yota! ¡Es verdad! ¡Decidí poner su nombre tras conocerle en Isla Monotonía!». Y, a medida que Eri desgranaba su letra, más recuerdos de cuando la estaba componiendo le llegaban. Motivos por el que había puesto aquella palabra aquí o allá, o aquel nombre, o aquel apellido… Y con cada recuerdo, más se ensanchaba su sonrisa. —Y cantan, cantan, cantan, los Uzureños, en los Cereeeezooooos —empezó a cantar junto a Eri—. Y ríen, ríen, ríen, las kusareñas, en sus regazos. Y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los sembradooos! ¡Y lloran, lloran, lloran, los kusareños, al seguir secoooos! —¡Qué metáforas por los Dioses! Datsue era, ante todo, un chico humilde y modesto. Pero hasta él tenía que reconocer que se sorprendía de que su letra fuese tan jodidamente maravillosa. «Qué buenos tiempos», pensó con nostalgia. Tiempos en los que se divertía haciendo sus pequeños chanchullos, sacándose sus cuartos. Tiempos en los que su única preocupación era ampliar el negocio. Tiempos de risas, de jolgorios, de fiestas. ¿Por qué no podía volver a aquella época? ¿Por qué ahora andaba siempre con cara apática como si le hubiesen metido un palo por el culo? En realidad, sabía la respuesta. Pero por un momento prefirió no pensar en ello y disfrutar del breve momento de felicidad que le estaba regalando Eri. —Mejor —respondió, todavía con media sonrisa dibujada en el rostro—. Mucho mejor. Te daría un abrazo, pero… —se miró los brazo sujetados por cabestrillos. No parecía una opción—. Oye, ¡prométeme una cosa! —soltó de pronto—. Prométeme que en primavera, en el festival del Cerezo, tú y yo cantaremos esta canción a dúo. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 9/09/2018 —Mejor, mucho mejor. Te daría un abrazo, pero… —se miró los brazo sujetados por cabestrillos. No parecía una opción—. Oye, ¡prométeme una cosa! Prométeme que en primavera, en el festival del Cerezo, tú y yo cantaremos esta canción a dúo. Eri no pudo evitar sonreír mientras se acercaba a su amigo que parecía con los ánimos renovados. —Claro que sí, te lo prometo —en otra ocasión se hubiera negado en rotundo porque Datsue había dicho en incontables ocasiones que prefería trabajar solo en ese ámbito, pero eso fue hace mucho tiempo, cuando aquel Uchiha andaba por las calles de Uzushiogakure con todas las ganas de comerse el mundo y convertirse en el mejor de todos, con sus sonrisas cómplices, sus chistes, sus chanchullos... Suspiró, ojalá pudiera ver de nuevo a aquel Datsue. —Bueno, te he traído unos bollos también —mencionó, deshaciendo el sello que los mantenía dentro del cuerpo de la kunoichi —. Bueno, están rellenos de chocolate, así que a lo mejor te suben el ánimo, aunque no sé si puedes comerlos estando como estás —y no lo decía porque no pudiera moverse, sino porque a lo mejor no entraba dentro de la dieta que estaba siguiendo—. Si no puedes me los llevo y te invito en cuanto salgas, lo prometo. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 9/09/2018 La promesa uzujin se forjó. Ahora ya no había vuelta atrás. Tendrían que cantar a dúo, frente a media Villa, o morir por la deshonra de lo contrario. «Qué melodramático te has vuelto». Sus ojos se abrieron como platos al ver los bollos que Eri había traído sellados, y su boca se hizo agua al oír que estaban rellenos de chocolate. —¡Pues claro que puedo comerlos! —exclamó, con júbilo. En realidad, no tenía ni idea—. Estoy hasta las narices del puré de verdura que me traen. ¡Me van a dejar en los huesos! Fue en ese momento cuando un recuerdo lejano cruzó su mente. Un recuerdo sucio, maloliente, vergonzoso. Un recuerdo prohibido. —Oye… No tendrán huevo, ¿verdad? —No sabía por qué, pero muchos cocineros tenían la fea manía de echárselo a los bollos, empanadas, donuts… RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 10/09/2018 —¡Pues claro que puedo comerlos! —exclamó el muchacho, y Eri pensó que es que directamente no le daban de comer—. Estoy hasta las narices del puré de verdura que me traen. ¡Me van a dejar en los huesos! En efecto, era por la comida del sitio. —Bien, pues espera que te doy uno, los demás te los dejaré por aquí para que te los comas cuando vengan a darte d- —Oye… No tendrán huevo, ¿verdad? —Esto... —Eri tuvo que hundirse en su memoria para recordar la receta de elaboración de aquellos bollitos... «Harina, leche, azúcar... Chocolate... Esto... ¿Qué era lo último? ¿Mantequilla?» —. No, no llevan, no te preocupes. Y tomando uno de los que mejores habían llegado. Éste consistía en una especie de panecillo dulce redondo y relleno de chocolate fundido, con un poco de azúcar en polvo adornándolo por encima. —Va, di, ¡aaaaaaaah! —pidió mientras ella misma hacía el sonido y le llevaba el bollito a la boca. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 10/09/2018 Si Eri decía que no llevaban huevo, entonces no había de qué preocuparse. Uno podía pensar en las muchas y lamentables penurias por las que tendría que pasar si, por azares del destino, se hubiese equivocado. El espectáculo que había dado con Yakisoba —o, en realidad, Zoku—, no tendría ni punto de comparación. Pero Datsue confiaba en Eri, y zanjó el asunto como quien pasa la página de un libro aburrido. —Va, di, ¡aaaaaaaah! El rubor le subió a las mejillas mientras miraba a un lado y a otro. Menos mal. No había nadie. —Por los Dioses, Eri, tengo una reputación que mantener —se quejó. ¡Un Hermano del Desierto no podía ser tratado como un bebé! Entonces le rugieron las tripas, y su cuerpo le dijo que abriese la boca y callase. Le hizo caso. —Oh… ¡Hmmm…! ¡Dios! —parecía tener un orgasmo. Y en efecto, tras días y días comiendo purés insulsos, aquello era orgásmico—. Eri, sabes que te quiero, ¿verdad? ¡Vaya si la quería! Eso sí era ser una buena amiga. —¡Oye! —recordó de pronto, y del pánico que le entró quiso incorporarse. Un fuerte latigazo de dolor le devolvió a la realidad—. ¿Y Datsuse? ¡Lo he dejado solo! ¡Maldita cabeza fuese la suya! ¡No se había acordado de avisar a nadie para que se ocupase de él! RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 10/09/2018 —Por los Dioses, Eri, tengo una reputación que mantener Hizo un sonido extraño y luego rodó los ojos. Una reputación que mantener mientras eres incapaz de moverte ni para comer un simple bollo que te morías por probar, o eso decían sus tripas. Y no les faltaba razón, pues después de comer un bocado, le recordó cuanto quería a la kunoichi solo por ser su contrabandista de comida no permitida. —Termínatelo antes de que venga alguien —le comentó con una sonrisa. Pero recordaron algo muy grave, algo que sí era pecado. ¡Abandonar a Datsuse! —¡Oye! ¿Y Datsuse? ¡Lo he dejado solo! —No me jorobes... —protestó ella, negando con la cabeza—. ¿Cuánto llevas aquí? ¡La madre que te...! —aguantó una maldición y luego suspiró, serenándose—. Es igual, dame tus llaves, yo me encargaré hasta que salgas de aquí... «Descuidado...» RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uchiha Datsue - 10/09/2018 ¿Cuánto llevaba allí? Con lo que le chutaban a analgésicos era difícil de decir. —D-dos días. Tres, quizá —O cuatro. ¿Quién narices lo sabía ya, a aquellas alturas?—. ¿Llaves, Eri? —preguntó, con el ceño fruncido—. ¿Acaso tú cierras con llave? ¿En nuestra propia villa? ¿Desconfías de tu gente? ¿Qué haya un ladrón entre los nuestros? ¿Y tan estúpido que robe a un Hermano del Desierto? —preguntó de carrerilla. Oh, sí, el bollo con chocolate le había sentado bien. Ya empezaba a sentirse un poco mejor. Un poco como siempre. —No, Eri, no necesitas llaves para entrar en mi piso. —Carraspeó. Que no necesitase llaves no quería decir que no necesitase nada—. Lo que sí, puse un sellito de nada… Poca cosa, te lo juro. Un fūinjutsu de poca monta. Muy fácil de sacar, sí… Para evitar visitas indeseadas, más que nada. Verás, yo… »Coloqué el Gofū Kekkai en la puerta. Ya sabes, la Barrera de Cinco Sellos, pero solo con dos. RE: Después de la tormenta, llega la calma - Uzumaki Eri - 10/09/2018 Miró con los ojos entrecerrados como Datsue le decía que el pobre e inocente cachorrillo había estado solo durante dos o tres días, y ella, muerta de miedo por el pobrecito can, no pudo evitar aprisionar un poco las blancas sábanas de la cama del malherido Uchiha mientras él le echaba una ligera bronca sobre echar el cerrojo en su propia villa. No desconfiaba de su gente, desconfiaba de los ladrones que entraban a robar a sus casas, y esos no eran su gente. —No, Eri, no necesitas llaves para entrar en mi piso. Lo que sí, puse un sellito de nada… Poca cosa, te lo juro. Un fūinjutsu de poca monta. Muy fácil de sacar, sí… Para evitar visitas indeseadas, más que nada. Verás, yo… —No me lo digas... —Coloqué el Gofū Kekkai en la puerta. Ya sabes, la Barrera de Cinco Sellos, pero solo con dos. «¿Y yo soy la que desconfía de su gente?» —Pues sinceramente, prefiero cerrar mi casa con llaves antes que tener que poner sellos cada vez que salgo de ella —recriminó ella—. Pero bueno, vale, no pasa nada... —uno, dos, tres...—. ¿Y me dices a mí de desconfiar? ¡Pero si tu sellas tu casa, pedazo de loco! En vez de Datsue el intrépido, deberían llamarte Datsue, el desconfiado! »Bueno, da igual, conozco el Gogyō Kaiin, quitaré el sello en cuanto llegue y ya está —informó, algo más relajada que antes y dejando de fruncir el ceño—. ¿Necesitas algo de casa? Así cuando me pase te lo puedo traer de vuelta. Aunque ya temía por la petición del Uchiha. |