Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
A pesar de la advertencia de la chica, el grupo de camorristas no pareció dispuesto a colaborar e irse por donde habían venido. Por suerte para ella, no parecían mas que civiles, quizás fuese un exceso usar un ninjutsu sobre ellos. Pero bueno, ellos lo habían buscado, y ella estaba en inferioridad numérica. Eso último fue su pensamiento, lo que le llevó a mirar a su lado. ¿Donde estaba Riko? No, solo fue una falsa alarma, el chico no parecía haberse retirado, al menos por ahora.
La gente comenzó a correr despavorida, ahuyentada por la advertencia de la chica así como ante la imagen de esos dos hombretones alzando las armas. El vulgar ratero no destacaba, cualidad que le venía al pelo incluso en esta situación. Ante todo, cabía destacar que el camarero no había salido del recinto, ni tan siquiera a evacuar a los clientes o meramente a intentar detener ese conflicto en su local.
Mientras tanto, la kunoichi seguía manteniendo el aliento. Esperaba el momento oportuno, cual hambriento predador espera a su pobre y desprevenida presa, solo que en éste caso la presa ya había sido avisada.
Aquí vienen los dos grandotes...
En cuanto los vio avanzar, la chica ya se predispuso a continuar con lo que había empezado. El asunto ya no tenía otra solución, ellos lo habían decidido así. Solo había una cosa clara, cuanto mas grande son, mas fuerte se escuchan al caer.
Cuando los enemigos estaban a apenas 4 metros, la chica inició su ataque. Con los pulmones hinchados, la chica comenzó a exhalar el aliento de mil dragones. Una llamarada tan bestial como un infierno sin dueño. Dantesca y destructora, la bocanada de fuego se dirigió sin miramiento a los individuos, que se escondiesen o no, estarían expuestos al continuo torrente de llamas. Ante todo, la chica visualizaba las opciones de escapar del fuego por parte de los individuos, e intentaría frustrarlas persiguiéndolos sin descanso con su ardiente aliento.
Sin duda, se habían metido con la chica equivocada. Ya saliese esa ciudad en llamas, esos idiotas iban a pedir perdón, y a suplicar por invitarla a ese esperado batido que posiblemente no llegaría pronto. Principal motivo del enojo de la peliblanco.
En un principio la chica intentó evitar quemar el mobiliario, pero era obvio que los hombres iban a intentar usarlos para cubrirse de las llamas. De una forma u otra, seguramente toda la terraza del local acabaría en llamas. Qué remedio, al final el ratero se iba a tener que hacer consecuente y pagar todo, que alivio que estuviese por allí.
Estado de Katomi
Vida
90/90
–
0
–
Chakra
84/120
–
-36
–
—Objetos:
Bandana ninja [Cintura]
Portaobjetos básico (2/10) [Muslo derecho]
Kunai (2) [Portaobjetos]
* Ninguna AO *
¤ Katon: Gōkakyū no Jutsu ¤ Elemento Fuego: Técnica de la Gran Bola de Fuego - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Katon 10 - Gastos:
12 CK
(Katon 20) (multiplicable x2)
(Katon 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Katon 80) Tanto el chorro como la esfera pueden lanzarse de forma parabólica - Sellos: Caballo → Serpiente → Carnero → Mono → Jabalí → Caballo → Tigre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
1'5 metros de ancho y 3 de largo como lanzallamas (multiplicado x1) o 1'5 metros de diámetro, alcanza 6 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x1).
3 de ancho y 5 de largo como lanzallamas (multiplicado x2) o 2 metros de ancho, alcanza 8 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x2).
4 metros de ancho y 6 de largo como lanzallamas (multiplicado x3) o 3'5 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x3).
Icónica técnica flamígera, popularmente asociada a los Uchiha, puesto que estos mismos la crearon, y son extremadamentes asiduos a ella. No hay un solo miembro del susodicho clan que sea incapaz de ejecutarla, puesto que el aprendizaje del Gōkakyū no Jutsu se utiliza como rito de adultez, de forma que los jóvenes Uchiha son considerados miembros de pleno derecho tan pronto la dominan. Eventualmente, la técnica fué aprendida por otros ninjas que también poseían chakra elemental de fuego, generalizando su uso. Acumulando el chakra, transformado en llamas, en el estómago, el ejecutor lo exhala por la boca, pudiendo hacerlo de dos formas: ya sea a modo de lanzallamas, con un chorro sostenido a lo largo de varios segundos, dirigible, o disparando una esfera ardiente que avanzará en línea recta. En ambos casos, la técnica abrasa al oponente, y deja un llamativo cráter allá donde impacte. La potencia y alcance pueden variar dramáticamente dependiendo del chakra que se utilice, llegando al extremo de lanzar bolas enormes.
Katomi ya había tomado su decisión, aquella última interrupción había sido la gota que había colmado el vaso, Riko había sido capaz de pensar con un poco más de sentido común, no era buena idea montar un escándalo de tales dimensiones en medio de aquella ciudad, mucho menos cuando tal cantidad de civiles podrían verse involucrados involuntariamente. Pero las cartas estaban sobre la mesa, los grandullones habían comenzado su carga, y la genin de Amegakure ya estaba preparada para lanzar su ataque.
Fuego, mucho fuego se hizo el amo de lugar, y todo él dirigido a aquellos dos hombres que, visto el tamaño que tenían, les sería difícil reaccionar ante tal ataque, pero, para sorpresa de los dos muchachos, no solo eran grandes y violentos, sino que también eran rápidos, mucho más de lo que parecían.
Justo antes de que la llamarada les impactase, ambos hombres se desviaron de su trayectoria, dirigiéndose cada uno a un lado del ataque ígneo, corriendo cada vez a más velocidad. Hasta que, cuando se encontraron a una distancia corta, ambos hombretones saltaron, dejando de nuevo a Riko atónito ante tal muestra de agilidad por parte de alguien de tal tamaño, con sus armas en alto dispuestos a acabar con aquello de un solo golpe.
— Yo me encargo del de la espada, tu ocúpate del otro, ¿vale? —
Y tras estas palabras, Riko se lanzó a por él, con la pierna por delante y cargada de chakra, estando en el aire era un blanco fácil, aunque no quería llevarse ningún corte en su cuerpo, por lo que tendría que tener cuidado.
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· PV:
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0
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· CK:
86/110
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- 24
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¤ Hitai-ate (anudada al cuello)
¤ Portaobjetos básico (En la cintura)
Shuriken x5
Kunai x2
Hilo shinobi
Hikaridama
¤ Dynamic Entry ¤ Entrada Dinámica - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos: Taijutsu 20 - Gastos: 24 CK - Daños: 40 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: El impulso de velocidad en el aire puede hacerse desde 10 metros.
—Esta técnica consiste básicamente en que el usuario atice una patada voladora en la cara del oponente, a una velocidad considerable y desde cierta distancia, en ocasiones haciendo acto de aparición en escena y pillándolo por sorpresa. Normalmente, se suele usar un kunai como distracción para aprovechar el momento de despiste del adversario y asestar el golpe. Para aumentar la sorpresa de la técnica, el usuario puede gritar su nombre dramáticamente mientras la ejecuta.
¤ Dynamic Entry: 40 PV
· Tío de la espada: · PV:
100/100
– · Daño: Espadón: 15 PV/golpe con mango o vaina, 22 PV/corte superficial, 30 PV/corte, 50 PV/penetración
· Tío de la vara de metal: · PV:
100/100
– · Daño: Vara de metal: 40 PV/golpe con lado, 50 PV/golpe con extremo
¿Te parece que te encargues tu de manejar al tío con el que peleo yo, y yo manejo al tío con el que peleas tú? Si te parece buena idea,empieza en tu próximo post, si no, me encargo yo de ambos sin problema
La chica no llegó a conseguir su objetivo. Fue un fracaso rotundo, los malditos bestias tenía mas agilidad que una gacela, cosa que no parecían ser. Todo quedó en llamas, y sus pulmones vacíos. Solo había fuego alrededor, y el ambiente empezó a caldearse, aún mas de lo que ya estaba.
En el fragor de la batalla, la chica mantuvo la posición al igual que Riko. Sus antagonistas fueron los que decidieron moverse, a una velocidad abismal. Consiguieron tomar ambos flancos, y por tanto la chica no pudo seguirlos con el chorro de fuego. Ahora se hallaban en un uno contra uno a dos bandas. Así lo recalcó su compañero de batalla, así como eligió él a su oponente. Ahora a la chica le tocaba afrontar al de la vara de metal, mientras que él se encargaría de la espada.
—De acuerdo!—
Tras responder, alzó su guardia, esperando a que el individuo que la enfrentaba diese su golpe. Su intención era simple, responder en un rápido y eficaz contraataque. Alzó su guardia, y esperó a que el hombre llegase hasta su posición. Ante el golpe, la chica se movería de manera rápida hacia el flanco derecho, e intentaría golpearlo con una patada zurda en pleno estómago. Un más que entrenado golpe en evasión, básico en Taijutsu. Acertase o no, no bajaría la guardia, e incluso se retrasaría un par de pasos, manteniendo las distancias con el fornido hombre.
Entre tanto, su compañero se había lanzado en pos de acertar un golpe con la pierna estirada. Pero parecía haber olvidado algo, esos hombres eran realmente ágiles. En un abrir y cerrar de ojos, aumentó su velocidad de acometida, evadiendo el golpe con mera velocidad dirigiéndose hacia un lateral. Tras evadir, se dispuso a atacar de nuevo, en esta ocasión desde el flanco, y aprovechando que el chico debía retomar la posición. Curiosamente, su agilidad no podía tomarse en referencia en todos los ámbitos, usando la espada era bastante mas lento. Dirigió una estocada simple y rotunda desde el cielo hacia la tierra, con propósito de propinarle un nuevo peinado al chico de rastas. Quizás el movimiento era lento, pero mas le valía al chico que no le diese.
Estado de Katomi
Vida
90/90
–
0
–
Chakra
94/120
–
+10
–
—Objetos:
Bandana ninja [Cintura]
Portaobjetos básico (2/10) [Muslo derecho]
Kunai (2) [Portaobjetos]
* Ninguna AO *
Daño recibido: --
Daño causado: 15 PV
Los daños del hombre son los que tu ya pusiste, si quieres los voy poniendo yo también en cada post, como veas.
Ahora ambos genins se había organizado, cada uno de ellos ahora tenía asignado uno de los hombretones que se lanzaban contra ellos con intenciones no demasiado buenas, al menos, no para la salud de los jóvenes ninjas, por lo que cada uno se centró en su oponente.
Riko se lanzó hacia su oponente dispuesto a darle una patada directa a la cabeza, confiando quizás demasiado en su velocidad y subestimando la de su oponente, que fácilmente se apartó de la trayectoria del ataque del rastas comenzando así un contraataque, que si Riko no conseguía esquivar a tiempo,podría acabar muy mal para él.
''Joder, joder... ¿Cómo coño es tan rápido?''
El genin de Uzushiogakure vio como el hombre alzaba la espada, dispuesto a dar el golpe final, final porque de acertar cortaría a Riko en dos con una facilidad sorprendente, y el muchacho lo sabía, por lo que, en cuanto su oponente empezó a alzar el arma, el muchacho rotó su cuerpo en el aire, propinándole una patada en la sien con toda la fuerza que pudo imprimir.
En el otro lado, Katomi se limitó a esperar paciente a que llegara el golpe del hombre para esquivarlo y contraatacar de una manera rápida y eficaz, y le dio un resultado excelente, pues el maleante recibió el golpe de lleno en el estómago, haciéndolo recular y pensarse dos veces antes de volver a realizar un ataque.
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· CK:
96/110
–
+ 10
–
¤ Hitai-ate (anudada al cuello)
¤ Portaobjetos básico (En la cintura)
Shuriken x5
Kunai x2
Hilo shinobi
Hikaridama
Patada: 16 PV
· Tío de la espada: · PV:
100/100
–
0
– · Daño: Espadón: 15 PV/golpe con mango o vaina, 22 PV/corte superficial, 30 PV/corte, 50 PV/penetración
· Tío de la vara de metal: · PV:
85/100
–
- 15
– · Daño: Vara de metal: 40 PV/golpe con lado, 50 PV/golpe con extremo
El fragor del combate se hacía mas que palpable. La adrenalina corría por las venas de la chica a toda velocidad, y su corazón bombeaba sangre a un ritmo que casi parecía poder salirse del pecho. Pero todo eso no hacía mas que mejorar la situación para ella. Era la reacción mas correcta que podía tener, su cuerpo se adaptaba a la situación, y respondía a toda velocidad. Caso nefasto era que sus oponentes parecían estar en la misma condición.
La chica no pudo acertarlos con el chorro de llamas, eran demasiado ágiles. Pero bien era cierto que parecían mucho mas lentos a la hora de golpear. ¿Se lo estaban pensando para golpear? ¿o meramente habían entrenado para evadir y despues atacar de manera tosca y sin entrenamiento? Sin duda, era algo extraño...
Lejos de quedarse de brazos cruzados, Katomi procedió al cuerpo a cuerpo. Se arriesgó quizás demasiado, pero ya se sabe que quien no arriesga, no gana. —PLUSH!— El golpe certero de la chica tras la finta resonó, había fintado y golpeado con éxito. Como consecuencia, su enemigo reculó y tomó una posición bastante mas defensiva. Parecía que se lo pensaría dos veces antes de atacar a diestro y siniestro de nuevo. No era de extrañar, no cualquier persona era capaz de resistir así como así una patada de una kunoichi, por muy poco entrenada que estuviese, tenía mas adiestramiento que cualquier civil, sabía golpear.
—Vais a pagar muy caro fastidiarme por segunda vez la merienda...— Amenazó con el ceño fruncido.
Entre tanto, alzó nuevamente la guardia, dispuesta a arremeter contra el individuo. Obviamente, esa disputa no iba a quedar en un simple golpe, y menos aún cuando ni tan siquiera habían pedido perdón. Aún menos cuando ya la mitad de la terraza del bar ardía como si de un incendio forestal se tratase... Seguramente las autoridades tardasen poco en llegar al lugar. Por suerte para los shinobi, ellos había sido los causantes del entuerto.
Pese a su posición agresiva, la chica no se lanzó al ataque. Mantuvo la posición y la seriedad, y gesticuló con la mano para que el oponente se lanzase de nuevo al ataque.
Por otro lado, su compañero tampoco estaba haciéndolo mal. Había logrado prever cómo combatían o parecían combatir ese par de robustas moles a las que se enfrentaban, y se había lanzado a atacar adelantándose a un ataque previo por parte de su oponente. El resultado fue similar al de la chica, salvo por el detalle de que el chico apuntó a matar. Con el golpe en la sien, el individuo se tambaleó hasta casi caer, de hecho, se chocó contra una mesa cercana. Suerte tuvo de no salir en llamas, pues la mayoría de mesas estaban ardiendo.
No tardó demasiado en retomar la pose su enemigo, aunque evidentemente, estaba mareado. No sostenía con la misa precisión la espada, y tuvo que observar por un buen rato antes de lanzarse de nuevo al ataque. Lo hizo en ésta ocasión con una carrera en zig-zag, empezando de izquierda a derecha, y concluyendo de derecha a izquierda para lanzar una estocada horizontal dirección al Riko. Quizás al hombre se le había ido la cabeza, pues en ésta ocasión su ataque no iba tan frenado, iba con intención de matar... de cortarlo en dos como mínimo.
Alrededor, los gritos y acusaciones empezaban a escucharse en un torbellino de voces y alarmas. Sin duda, ésta primera visita por parte de los chicos no iba a pasar desapercibida.
Estado de Katomi
Vida
90/90
–
0
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Chakra
114/120
–
+20
–
—Objetos:
Bandana ninja [Cintura]
Portaobjetos básico (2/10) [Muslo derecho]
Kunai (2) [Portaobjetos]
* Ninguna AO *
Daño recibido: --
Daño causado: --
Ve poniendo tu los stats de los hombres, a mi me da peresa (?)
Katomi parecía desenvolverse bien, o al menos, eso era lo que a Riko le había parecido los pocos instantes que había podido centrar su atención en su combate contra el grandote, que ya había recibido un buen golpe en el estómago, pero el rastas ahora tenía que centrarse en su combate, había fallado su primer golpe, pero el segundo fue potente y certero, directo a la cabeza, mandando al grandullón directo al suelo y visiblemente mareado por la potencia del golpe.
— Vamos, aún no he hecho más que empezar. —
Riko estaba crecido, quizás demasiado, pero el muchacho se notaba más ágil, más fuerte y más veloz de lo normal, probablemente fruto de la adrenalina del combate, por eso, cuando vio que el hombre se lanzaba directo a por él, con intenciones claras de partirlo en dos, esperó, con calma, allí parado, y, cuando parecía que iba a recibir el golpe, se elevó, se elevó justo por encima de la espada, y, con toda la fuerza que pudo almacenar, lazó otra patada, directa al mismo sitio que ya había acertado con anterioridad, y tras ello se alejaría un par de metros de su agresor.
Por otro lado, Katomi, como el de la barra de metal, estaban esperando pacientes el momento de atacar, al menos, hasta que el grandullón se lanzó de nuevo, con la barra dando vueltas como un molino a toda velocidad, moviéndose en zigzag, y lanzando un golpe circular a la altura de la cadera de la peliblanca, esperando acertar de lleno.
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· PV:
100/100
–
0
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· CK:
106/110
–
+ 10
–
¤ Hitai-ate (anudada al cuello)
¤ Portaobjetos básico (En la cintura)
Shuriken x5
Kunai x2
Hilo shinobi
Hikaridama
Patada: 16 PV
· Tío de la espada: · PV:
84/100
–
- 16
– · Daño: Espadón: 15 PV/golpe con mango o vaina, 22 PV/corte superficial, 30 PV/corte, 50 PV/penetración
· Tío de la vara de metal: · PV:
85/100
–
0
– · Daño: Vara de metal: 40 PV/golpe con lado, 50 PV/golpe con extremo
El que enfrentaba a Katomi, mantuvo la posición por un instante, quizás pensandose la mejor manera de atacar sin posibilidad de esquiva... o meramente meditaba en lo que le dolía el estómago aún desde la patada que recibió. Fuera como fuera, allí se mantuvo impasible. Casi no pestañeaba, tan solo miraba enfurecido a la kunoichi, con una mirada típica de un lobo a un carnero. Solo que el carnero al que miraba con ganas de poner un diente encima, no era mas que un lobo disfrazado. Pocas chicas podrían tener tan mala leche como esa Sarutobi enfadada.
En un abrir y cerrar de ojos el hombre comenzó de nuevo su acometida. En ésta ocasión, comenzó a hacer girar la vara de metal a toda velocidad, en un sinfín de giros acrobáticos que parecía controlar a la perfección. Avanzó sin pensarlo dos veces, quizás ya había meditado bastante, y buscó de nuevo palpar la piel de la chica. Tras recortar las distancias, se lanzó a golpear con la vara de metal en un fugaz latigazo horizontal. No tuvo miramientos en retenerse un poco, golpeó con todas sus fuerzas.
Para cuando el gigante de la vara se abalanzó sobre la chica, ésta ya estaba más que decidida con su acción. El contraataque era lo que mejor parecía funcionar contra ellos, y no dudó segundo alguno en aprovechar esa debilidad. Casi de manera automática, la chica se balanceó hacia el lado derecho, a la par que flexionaba ambas piernas y giraba. En el mismo giro, terminó de agacharse, y estiró la pierna derecha en pos de hacer un barrido horizontal a ras del suelo. En las mismas, elevó ambas manos a la altura de su rostro, por si acaso la vara llegaba a golpearla antes de que el hombre cayese al suelo. Obviamente, la mejor defensa es un buen ataque, pero a veces es recomendable prevenir a lamentar.
—Shieee!— Exclamó soltando el aire conforme completaba su golpe.
habiendo terminado el giro, así como el barrido por el cual se había agachado, se alejaría un poco en un leve salto. Ante todo, debía mantener las distancias con ese pedazo de trozo de carne. Mas ahora, que le había empezado a mosquear, y no sabía cómo podría llegar a reaccionar.
En el otro lado del improvisado ring, Riko y el hombre de la katana tampoco parecían dejar paso al descanso. El round no parecía tener tiempo establecido de duración, y por ende no se daban cuartelillo el uno al otro. Tras la primera intensa acometida, el grandullón se lanzó en una segunda. Su carrera en zig-zag fue mas que ágil, pero quizás la agilidad estaba sobrevalorada a la hora de atacar. Su golpe iba certero, pero algo lento. El genin que lo afrontaba fue mucho mas rápido, y se elevó como si fuese un saltamontes, y atacó de nuevo con precisión el mismo punto.
El golpe no fue demasiado contundente, pero sí que fue hacia un sitio que pretendía dejarlo en K.O. rápidamente, y que además recién había golpeado. Ipso facto, el hombre se desestabilizó y terminó rodando por el suelo en la dirección a la que iba la patada. — Clink! clink! clink! — El afilado metal que portaba entre manos terminó rodando por el suelo, causando un característico sonido.
—Serás... mal-nacido...— Maldijo el hombre entredientes.
Sin poder evitarlo, se llevó la diestra hacia la cabeza, adolorido por el golpe. Así con las mismas, intentó levantarse una vez sin éxito, pero a la segunda fue la vencida. Buscaba de nuevo con la mirada al chico, mientras que tanteaba con la zurda el suelo en busca de su metal.
—Cuando te pille... te vas a enterar!—
Pese a tener aún la cabeza estabilizada por medio de su mano diestra, el hombre no mermaba en intenciones. Tenía claros sus propósitos, más que la mayoría de personas en año nuevo.
Riko estaba dominando prácticamente el combate contra su oponente, estaba demostrando haber madurado considerablemente, y viendo que en cuerpo tenía clara ventaja, se estaba limitando a esperar los ataques de su enemigo y simplemente estaba reaccionando a ellos de la manera más adecuada.
Una vez más el golpe del rastas acertó de lleno en el mismo punto, haciendo que el grandote se desestabilizara una vez más y cayera al suelo rodando a causa del golpe. Y esta vez además, el hombre soltó su espada, que salió deslizándose varios metros, alejándose de su dueño.
El pelinegro entonces, volvió a colocarse en posición, una pierna más adelantada que la otra, y los brazos cubriendo el rostro, como un luchador de boxeo, esperando un nuevo ataque del grandullón, y si intentaba ir a por su espada, se lo impediría.
Katomi, por su lado, estaba limitándose a lo mismo que Riko, se valía de la lentitud de los hombres a la hora de golpear, para limitarse a contraatacar, cosa que, hasta el momento le estaba yendo bien. Una vez más, el maleante se lanzó al ataque, y de nuevo, Katomi esquivó el golpe y contraatacó, con una patada baja, buscando posiblemente derribar a su oponente, pero, debido a que el hombre era muy fornido y que la joven no poseía una fuerza muy alta, el grandote recibió el golpe, pero no se movió apenas un milímetro.
— ¿De verdad crees que con eso basta? — Rió el hombre, y acto seguido lanzó un golpe con el extremo de la barra a la altura del pecho de la kunoichi.
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· PV:
100/100
–
0
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· CK:
110/110
–
+ 20
–
¤ Hitai-ate (anudada al cuello)
¤ Portaobjetos básico (En la cintura)
Shuriken x5
Kunai x2
Hilo shinobi
Hikaridama
· Tío de la espada:(Desarmado) · PV:
68/100
–
- 16
– · Daño: Espadón: 15 PV/golpe con mango o vaina, 22 PV/corte superficial, 30 PV/corte, 50 PV/penetración
· Tío de la vara de metal: · PV:
70/100
–
- 15
– · Daño: Vara de metal: 40 PV/golpe con lado, 50 PV/golpe con extremo
24/04/2016, 18:23 (Última modificación: 24/04/2016, 18:24 por Aiko.)
La chica quizás se confió demasiado. Su adiestramiento en Taijutsu era bastante mas a lo que cualquier civil podía aspirar, y sus movimientos precisos y certeros la hicieron elevarse en una pompa de jabón que no tardó en reventar. Tras su giro y golpe en barrida con la pierna extendida, no sacó mas que una mofa de esa montaña inamovible a la que podía llamar rival. Cuando ésto sucedió, la chica quedó asombrada, no lo esperaba para nada. Sus ojos se abrieron como platos, y tan solo pudo observar atónita como su oponente la asistía con un golpe de su barra.
El muy gorila no había perdido segundo alguno para atacar, y lo hizo con todas sus fuerzas. Ante el golpe, la kunoichi tan solo pudo poner ambos brazos cruzados, intentando al menos amortiguar el golpe. Pero para nada amortiguó el golpe. La fuerza del hombre fue tal, que la hizo retroceder al menos un par de metros. Hasta perdió la respiración por unos segundos, su pechó se había acogido casi a su espalda.
—Tght!
Intentó frenar su retroceso, mas su posición de haber golpeado se lo impidió por completo. De hecho, esa mala posición la hizo acabar rodando por lo suelos. En su recorrido, la kunoichi conservó ambas manos agarrando su pecho. Tras una rodada espectacular, la chica quedó observando a su oponente casi sin aliento. Cuando abrió la boca, no fue para mas que para escupir sangre. Sin duda, el golpe había sido demasiado.
A duras penas, se estabilizó hasta hincar una de las rodillas en el suelo, y elevarse con el resto de su cuerpo hasta tomar una posición casi de rodillas. Su zurda la mantenía en el suelo, mientras que la diestra aún acompañaba a su pecho, presionándolo como si le faltase aire a cusa de una grieta en esa zona.
Sus ojos se clavaron de nuevo con una ira indescriptible sobre su oponente. Sentía unas irremediables e incontrolables ganas de hacerlo arder hasta que solo quedasen de él cenizas. Hasta pensó en realizar sobre él su técnica mas poderosa, y llevárselo consigo al infierno, pero algo haría que sus pensares se difuminasen mas rápido que la pompa de jabón en la que había estado durante el combate.
—Te vas a enterar de lo que es una Sarutobi enfadada...— Amenazó la chica.
Para cuando sus palabras quedaron en el aire, el combate se vio rápidamente pausado. Dos sombras aparecieron a ambos lados de cada uno de los combatientes, agarrando ambos brazos de cada uno de los mismo. Se trataba de unos guerreros que llevaban armadura tipo samurai, quizás parte de la guardia del señor feudal, o meramente los encargados de la justicia en esa urbe.
—Quedan detenidos por desorden público, destrucción de bienes, amenazar a civiles, y poner en riesgo la vida de los mismos. Tienen el derecho y obligación a permanecer en silencio.— Pronunciaron los ocho individuos casi a la vez, como si llevasen semanas ensallandolo.
La chica en un principio no quiso ni soltar una palabra, mas que nada porque necesitaba esas bocanadas de aire para continuar respirando. El hombre de la vara metálica si que quiso dar su queja, mas tan solo consiguió un rápido y fugas golpe en el estómago que casi le hace perder la consciencia. Una justicia muy dura.
—Serán llevados al calabozo, y se les juzgará mañana a primera hora.
La justicia parecía haber decidido, y no era cuestión de protestar según parecía.
El combate se estaba desarrollandoo de una manera bastante favorable para ambos genins, que gracias a su adiestramiento se estaban aprovechando del ímpetu y a fuerza de aquellos grandullones que no parecían pensar demasiado antes de atacar, simplemente se lanzaban a asestar un golpe tras otro, golpes que, de acertar, harían mucho daño a los jóvenes.
Riko se olvidó momentáneamente de su rival, centrándose en la pelea que estaba teniendo lugar entre Katomi y aquel bruto, que fallaba todos los golpes que lanzaba, hasta que, llegado el momento, Katomi se confió demasiado, esquivando un nuevo golpe del hombre y lanzando una patada a la altura de la pierna del maleante, pero éste no se movió, ni si quiera un milímetro.
Y entonces el rastas observó como golpeaba a la peliblanca con la barra de metal, sin ningún tipo de contención, directo al pecho de la joven, que salió repelida varios metros hacia atrás.
''Oh no... Empieza a ponerse feo.''
Justo cuando el de Uzushiogakure se disponía a salir en ayuda de Katomi, una mano lo detuvo, agarrándolo del hombro e inmovilizándole el brazo a la espalda. Cuando Riko volvió la cabeza, vio como un hombre con armadura de samurái lo estaba deteniendo, al igual que a su rival, al que ya tenían reducido en el suelo, y cuando volvió la mirada hacia la de Ame, se encontraba en la misma situación.
''¿Detenidos? Joder, no me lo puedo creer...''
El hombre que detuvo a Katomi, anunció que serían juzgados por la mañana, y citó todos y cada uno de los delitos de los que se les acusaba.
''Era mucho mejor idea el huir... ¿Por qué me meto en estos fregaos sin sentido...?''
Podría haber protestado y haberse puesto brava con los guardas, pero en ésta ocasión la chica tomó la opción fácil y mas legible, acompañarlos y aclarar las cosas con quien debiese de hablar. Evidentemente no iban a meterlos en una celda sin mas, primero habría un juicio o algo similar, al menos alguien que decidiese qué se haría y bajo qué condiciones. Nada mas que aclarasen las cosas, los soltarían de seguro, mas aún tratándose de dos shinobis. ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría de meter a un par de servidores de la justicia en la cárcel?
Por su parte, Riko tampoco escupió ni una palabra, ni tan siquiera en contra a la peliblanco; un simple "ya te lo dije", o un "la proxima vez te metes la legua por donde te quepa, guapa" habría bastado, pero no lo hizo. El par de gorilas sin embargo si que se resistieron a ser llevados, y obviamente se llevaron mas de un golpe. Concretamente en el páncreas, la verdad, tenía buenas manos esos guardas de seguridad... cualquiera les decía una palabra subidita de tono.
El grupo que había armado el jaleo fue al completo escoltado por los guardas de seguridad, dirección norte de la ciudadela. Nadie se había librado, ni tan siquiera el ladronzuelo o el camarero del local donde había sucedido el embrollo. A éste último seguramente lo habían tomado como testigo, para esclarecer los hechos probablemente.
[...]
En un camino en el que apenas podían haber intercambiado palabras los unos con los otros, dejaron todos los edificios atrás. Llegaron a la zona mas cercana al muro norte de la ciudadela, donde un par de edificios naranja con escasas ventanas les iba a dar cobijo. Éstos no tenía cartel alguno que esclareciese de qué se trataba, y no había signo alguno de que fuese una comisaría o algo por el estilo. Lo comprobarían al entrar.
Casi al llegar, los grupos en los que se habían separado para el camino, un maleante y dos guardas por grupo, volvieron a aproximarse. Poco a poco, comenzaron a entrar en el recinto, y justo al entrar se encontraba una especie de despacho con un mero mostrador y una ventanilla rejada. Tras éste mostrador, un funcionario de escritorio con gafas de montura negra ancha, cuyas lentes parecían haber sido anteriormente el culo de algún tipo de bebida isotónica. Al llegar cada grupo, apuntaba algo en un ordenador, y escupía una palabra que casi parecía al azar. Cuando fue el turno de la chica, mencionó "naranja", justo la palabra que soltó cuando el grupo de Riko había pasado por allí. Con el otro par de retenidos si que mencionó palabras diferentes, así como con el ratero y el tendero.
Cuando la chica pasaba hacia la siguiente sala, se encontró con un par de mujeres que portaban la misma vestimenta que los hombres que la habían detenido. Alzaron la mano en un saludo un tanto militante, y bajaron la mano con firmeza. —Naranja, en trámite, desorden público y vandalismo.
La peliblanco miró a los hombres extrañada, no entendía nada. ¿Qué diantres pasaba? Antes de que pudiese mediar palabra, los hombres se marcharon y cerraron la puerta. —Bueno, bienvenida a la cárcel de Tanzaku Gai. Desvistase y pongase las prendas reglamentarias de la prisión, por favor.— Comentó bastante amable una de las mujeres, mientras que la otra se había apresurado a traer una especie de canasto de mimbre con unas prendas de color naranja.
—P-pero... ¿No... no hay juicio? ¿Me meten en la cárcel sin juicio ni nada? ¿¡Como es eso posible!?
—Tranquilicese, señorita. No está aquí de manera permanente, el rango naranja es de carácter no permanente. Está aquí porque la comisaría está desbordada, y en ausencia de espacio han recurrido a nosotros hasta que mañana se os juzgue.
La chica respiró por fin relajada, aunque aún tenía el susto en el cuerpo. —Dios... que susto...
No tardó en desvestirse, dejar la ropa propia en la cesta, y ponerse un traje que mas bien parecía un mono de color naranja. Una de las trabajadoras del recinto se llevó sus pertenencias, mientras que la otra la acompañó hacia un pasillo blanco realmente largo. A ambos lados del pasillo se encontraban separadas por delgadas paredes un sinfín de celdas. Los oídos se abochornaban con numerosos gritos de "carne fresca" y paridas similares, rollos de papel higiénico rodaban de celda a celda, y contundentes golpes en los aceros de los barrotes daban la bienvenida a la chica.
« Vaya jaleo... ¿Por qué seré tan impulsiva? »
Ambas chicas avanzaron casi a la par por el pasillo, pasillo que tenía varias plantas, 6 o 7 a simple vista. Al llegar al final del mismo, en la planta baja, la uniformada con armadura abrió una de las celdas y ofreció amablemente con una indicación gestual a la peliblanco que pasase.
La chica entró, y tras de ella la celda quedó cerrada.
—Qué remedio...— Pensó en voz alta.
Sin mas, se sentó en la cama. A los pies de la cama había una sabana mal doblada, frente a ella un lavabo, y un poco mas al fondo un retrete. La próxima vez que se volviese a ver en un entuerto así, seguramente se lo pensaría dos veces antes de quemarlo todo...
Había pensado que pusieses que te ponen frente a mi en la cárcel, así podemos hacer algo de rol (1 o 2 post, o mas si lo vemos conveniente) y ya tras ello hacemos un juicio molón y tal xD
Lo de entrar en la cárcel puedes interpretarlo como prefieras, no quise darle matices demasiado estrictos para dejarte mas libertad de rol.
Todo aquel embrollo se había terminado solucionando de la manera más lógica y simple que se le podía haber ocurrido, unos cuantos guardias habían hecho aparición en el lugar, probablemente avisados por gente que hubiera estado presente al iniciarse el altercado.
''Al menos hay testigos de que nosotros simplemente nos defendimos...'' Pensó el joven cabizbajo mientras iniciaba una improvisada ruta guiada hacia los aposentos de los delincuentes.
El camino fue algo que se le hizo eterno, no paraba de notar todas las miradas que se le lanzaban todas y cada una de las personas con las que se cruzaba, unas dejando ver desprecio, otras algo de un respeto posiblemente provocado por el miedo, aquellos guardias no se llevaban esposados a cualquier tipo de personas, y teniendo en cuenta que como él, dos gorilas más estaban siendo trasladados, algo gordo tenía que haber hecho.
Una vez llegaron a su destino, todo el grupo se dispuso a pasar, cuando Riko alcanzó la altura de una especie de recepción a la entrada del edificio pudo escuchar claramente lo que la persona que se encontraba dentro dijo.
— Naranja
¿Naranja? ¿Qué narices quería decir con eso? Pero quizás no fuera el momento más oportuno para ponerse a preguntar tales tonterías. El guardia que le escoltaba le guió hacia el interior del edificio, donde le hizo esperar hasta que Katomi entró, pero a ella no la hicieron detenerse, la metieron directamente en una sala de la que no tardaría demasiado en salir, con una ropa completamente diferente, era... ¿Un mono de carcelario? No podía ser, ¿los iban a meter en la cárcel sin si quiera un juicio justo?
La cara del muchacho dejaba ver todos y cada uno de los pensamientos que se estaban pasando por su cabeza, por lo que el guardia que estaba con él, con voz apaciguadora trató de calmarlo.
— No te preocupes, solo es provisional, mañana se celebrará un juicio.
El de rastas alzó la mirada, dejando ver un agradecimiento ante tal gesto del guardia, que acto seguido le instó a entrar en la misma sala de la que acababa de salir Katomi. En cuanto entró y el hombre salió de la sala una mujer de las que allí se encontraban fue la primera en hablar.
— Bueno, bienvenido a la cárcel de Tanzaku Gai. Desvistase y pongase las prendas reglamentarias de la prisión, por favor.
Riko rápidamente obedeció, plantándose aquel mono naranja que le hacía parecer un vulgar criminal al que habían detenido, aunque, siendo sinceros, era exactamente lo que era, por algo estaba allí. El guardia que estaba esperándolo en la puerta volvió a tomar las riendas de la situación y lo guió más hacia el interior del edificio, deteniéndose junto a una celda, para abrirla y hacerle un gesto con el brazo para que entrara en ella.
El sonido de la puerta cerrándose se escuchó a su espalda al introducirse en aquel pequeño cubículo que contaba con apenas una cama, una letrina y un lavabo.Cuando se dio la vuelta vio como en la celda contigua habían metido a Katomi, al menos, podría hablar con alguien, si no, no sabía si aguantaría una sola hora allí encerrado.
— En menuda nos hemos metido, ¿eh? Me parece que esos batidos van a tener que esperar... — Se esforzó por sonreír pero se notó la tristeza que sentía en aquel momento.
Al rato de la chica llegar al antro, los bramidos volvieron a alzarse. Difuntas amenazas que anunciaban la llegada de un nuevo miembro de esa sociológicamente extraña familia. Entre mofas y burlas, solicitaban al nuevo que su trasero no pasase hambre, algo un tanto extraño en una cárcel que al parecer era mixta; hombres y mujeres dormían bajo el mismo techo. Realmente éste tipo de sitios estaban llenos de depravados y criminales de todo tipo, hasta sexuales, tampoco era para extrañarse con esos comentarios que le daban la bienvenida al nuevo.
La chica se reincorporó, haciendo sin querer que su cama crujiese un un estridente sonido. Tenía curiosidad, quería saber si el que llegaba era uno de los matones, el ratero, o Riko. Sin embargo ni se hubiese imaginado que los caminares guiados del nuevo le conducían hasta la celda frente a la suya. Cuando lo vio, hasta se le marcó una sonrisa, al menos con él en frente no estaría sola en éste lúgubre sitio.
Descansó un poco la postura, dejándose caer sobre las rodillas con los codos, y evidentemente agazapándose un poco. Fue entonces que el chico también se percató de la presencia de la peliblanco, y no dejó de lado el sentido del humor. Realmente los batidos iban que tener que esperar, minimamente un día.
—Si, realmente vamos a tardar un buen rato en tomarnos esos batidos... si es que nos dejan volver al sitio.— Contestó la chica como si no estuviesen a punto a ser procesados penalmente. Su sonrisa aún iluminaba su rostro, por oscuro que fuese el sitio. Su mirada había sido devuelta a los ojos del chico, y aunque su pose databa a una chica abatida, apenas parecía ser cierto.
—Bueno, según he entendido, a lo muy tarde mañana estará todo aclarado... mientras tanto, te sugiero no ir a las duchas... jajajaja...
Ante todo, lo último que debían perder era el sentido del humor, por mala que fuese la situación.
El trayecto a la celda no fue lo más agradable que Riko había hecho en su vida, las miradas y los gritos del resto de reos le hicieron sentir algo de temor frente a lo que le esperaba, había escuchado historias de las cárceles, pero jamás había estado en una, ni si quiera de visitante, por lo que no había podido confirmar aquellas historias.
— ¡Eh preciosa! Espero que estés mucho tiempo aquí. — Le grito un hombre desde una celda. Un hombre que pesaría, aproximadamente 120 kilos, estaba calvo y al parecer no era excesivamente listo.
Riko le lanzó una mirada asesina, a pesar de ese pequeño temor o respeto que tenía en aquel momento por donde se encontraba, no pensaba achantarse ante cualquiera.
— Es mejor para ti que no, porque saldrías mal parado si te acercases a mi. — El calvo se rió y, con un gesto de brazo lo animó a continuar hasta su celda.
Rápidamente vio quien iba a ser la persona que iba a estar a su lado en aquel momento de su vida, y era la persona con la que había entablado combate contra los dos monstruos en el bar, Katomi, que le recibió con una gran sonrisa, al parecer no era el único que se alegraba de tener a alguien conocido cerca.
Katomi rápidamente le explicó que como tarde al día siguiente ya habría tenido lugar el juicio y podrían salir de aquel lugar, así que solamente les quedaba esperar. Aquella iba a ser una noche muy larga, por lo que estaba bien poder hablar con alguien.
— No te preocupes, no entraba en mis planes ducharme aquí... — Rió el joven ante el comentario de la peliblanca. — Por cierto, me he fijado y... No luchas nada mal, ¿eh? Les hemos dado una buena a esos matones. — Dijo Riko sonriendo ampliamente.
Al menos Riko no cambió de parecer, aceptando las indecentes proposiciones. Todo un halago, pero parecía tener una buena autoestima. Al llegar frente a la kunoichi, pareció alegrarse de igual manera al verla. Sin duda, la espalda peluda de algún rufián no era mejor vista. Tampoco llegaba a ser la mejor vista quizás, frente a él tenía a la causante de todo éste embrollo. Ante todo, el humor no parecía haberles faltado, por cruda que fuese la realidad. Riko respondió que ducharse allí no era de sus principales pensamientos, y añadió que la había visto luchar. De buena forma, raro ese detalle teniendo en cuenta que se trataba de una kunoichi... ¿como iba a no saber luchar?
Se llevó la mano al antebrazo derecho, y deslizó ésta un par de veces por el lugar, recordando su descuido. —Bueno... el combate cuerpo a cuerpo no es mi especialidad, pero algo me defiendo. Tu sin embargo si que golpeas duro...
La chica se deslizó un poco mas hacia adentro de la cama, casi tocando con su espalda la pared. Tras ello, elevó las piernas hasta ponerlas también sobre la cama, y terminó entrecruzándolas. No tardó en reposar su peso sobre éstas, ayudada de sus brazos. Su vista por unos segundos se alejó de los orbes del chico, avistando nuevamente el lugar donde se encontraba. Si, ya lo había mirado antes, pero aún no creía donde se encontraba.
—Diantres... éste lugar... apesta...
La cruda realidad. ¿Qué ibas a esperar de un lugar con un inodoro que nunca había sido limpiado? El sitio no era de la mejor calidad, pero para un preso... mas que suficiente. Quizás ese era el pensamiento del dirigente del lugar, la verdad no parecía ser otra.