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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
Desde luego no era la cosa mas agradable para tocar mientras se esta comiendo pero lo último que hubiese querido era que su acompañante se pusiese de aquella manera. Posiblemente hubiese podido manejar un poco mejor sus palabras y evitar que sea tan chocante para la kunoichi, pues a fin de cuentas el contexto no era el mejor para tocar esos temas.

Oh... vamos... no te pongas así, muchacha...

Pensaba al ver a Katomi trazar las circunferencias sobre el cuidado mantel y después lanzar una disculpa sobre la mesa. Si algo esperaba tener en común con la peliblanco realmente no deseaba que fuese un pasado familiar como ese.

No... por favor...

Contestó el shinobi en primera instancia llevando sus manos al frente como queriendo contener a la muchacha pero sin meterse en su espacio personal, y junto a una expresión entre alegría y ¿tristeza?. Por un lado estaba de ese humor que uno podría tener al recordar cosas como las que había recordado, pero a su vez podría decirse que se sentía contento de tener a una persona que comentarle su situación pero a causa de eso también había generado el contexto en el que se encontraban en aquel instante. Todo un carrusel de emociones.

No lo sientas tanto, creo que también se me pudo haber ido un poco la lengua... podríamos haber tocado el tema en otro momento...

Tratada de lanzar los mejores argumentos que se le venían a la cabeza en el momento. El contacto visual durante aquellos segundos no dejaría lugar para la mentira en ninguno de los dos, podría decirse que el defecto actuaba en ambos. Quizás lo mejor sería ablandar un poco el terreno de alguna manera y fue entonces que la comida de la Sarutobi le dio la respuesta.

Ya se, hagamos esto...

Dijo forzando una voz un tanto rasposa como si fuese un anciano o un intento de eso para luego bajar un segundo la mirada al plato de Katomi. Acercaría entonces sus palillos hasta que queden relativamente cerca del borde y señalo unas verduras que había en él.

Aceptaré un poco de sus verduras como señal de buena fe... y a su vez... te dejaré probar un poco de lo que hay en mi plato.

Ofreció a la muchacha conservando el tono rasposo, buscando de alguna manera llevar el hilo de la conversación por otro lado. Acompañando sus palabras realizaba un gesto con su mano libre como si estuviese acariciando una larga barba imaginaria, podría decirse que era otra actuación improvisada para animar a la muchacha y por qué no también, a si mismo.
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#62
La chica hizo reflexionar sobre la contundencia de sus palabras a su interlocutor, el cuál rápidamente dejó atrás su recuerdo. De hecho, tanto iba de tristeza la conversación que hasta el final parecía descarrilar en un tono amargo. Mogura inquirió que cambiasen sabores, que se intercambiasen parte del contenido de sus respectivos boles. La chica lo miró inquieta, había dejado de dar vueltas con el dedo sobre el mantel, pero no paraba quieta; bajo la mesa, sus piernas no paraban de balancearse.

Bueno, está bien...

La verdad, casi parecía obligada. Acercó lentamente el bol hacia Mogura, arrastrándolo por el mantel de manera paulatina, a la par que se le hinchaban un poco los mofletes. Su mirada, penetrante y casi sin brillo, se clavó en la de Mogura casi al mismo ritmo que había arrastrado el bol. —No te ha gustado tu plato, ¿verdad?— Preguntó casi rompiendo a reír.

Terminó de acercarle a su acompañante el plato que ella misma se había pedido, dejando que éste pudiese degustar el contenido del mismo. Supuestamente, si el trato iba bien, poco después le tocaría a ella hacer lo mismo pero a la inversa. Tan solo esperaba que el plato del chico supiese tan bien como el suyo, aunque quizás pintaba demasiado cárnico. En fin, nada es perfecto, la perfección no es mas que una idea, una idea lejana a ser palpable por cualquier persona.

Prueba, la verdad es que éste plato sabe genial.— Cedió permiso.

¿Quién lo hubiese pensado? Había pasado de estar entrenando, a cenar con un chico haciendo tonterías de éste calibre...
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#63
La kunoichi había aceptado realizar aquella pequeña prenda que de resultar como el shinobi esperaba, terminaría llevando por un buen camino nuevamente la comida. Aunque habiendo aceptado, el plato de la peliblanco se iba acercando lentamente como con timidez ¿o quizás duda?

No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa en su rostro al ver a su acompañante inflar sus cachetes de esa forma, como posiblemente haría una niña pequeña a la que la mandan a hacer algo. Los ojos de ambos se encontrarían mientras el plato cruzaría la mesa, vería entonces como la chica rompería el silencio para lanzar su comentario sobre el plato que había elegido Mogura.

N-no es eso... es solo que... esas verduras también se ven bien. Si, eso.

Contestó desviando ligeramente la mirada hacía un lado y acentuando ligeramente su sonrisa un poco mas producto de un ligero sonrojamiento.

Además...

Volvió entonces su mirada con la expresión que habían compartido segundos antes.

...es parte de una dieta equilibrada el comer tanto carnes como verduras.

Con el permiso otorgado entonces por parte de la Sarutobi, llevó sus palillos hasta el bol y tomó una pequeña cantidad de fideos acompañado por las verduras de las cuales su elección culinaria carecía. Se ayudó de su mano libre para evitar que alguna posible gota del liquido cayera sobre la mesa y de esa manera el bocado llegaría a su boca para poder saborearlo.

Si bien sus elecciones favoritas de comida incluían una cantidad considerable de carne, también gustaba de las verduras, a fin de cuentas eran más económicas lo cual permitía comer mayores cantidades, y eso permitía no morir de hambre, lo cual era algo bueno.

Se privó de uno de sus sentidos cerrando los ojos para poder llegar a agudizar el sentido del sabor, de esa manera terminaría de degustar el bocado que había tomado del bol de Katomi, en silencio y siendo fiel a su comentario de hace un momento. Podría haber algo como que en realidad era delicioso el plato que había elegido su compañera, pero se limitó a tomar otro bocado para comerlo de la misma manera.

Ah... es muy bueno...

Junto al comentario que dejaron escapar sus labios también proyectaba una sonrisa sincera. Sería entonces el turno de la kunoichi para probar el plato que él había elegido.

Llevó el plato hacía un lado del de la muchacha y metió entonces sus palillos hasta el bol para tomar un bocado del mismo, un poco de fideos y secciones finas de las piezas de pollo, acompañadas de un trozo de carne de cerdo. Le presentó entonces el bocado que había armado a una distancia no más allá del plato y evitando invadir el espacio personal de la chica, sosteniendo las pequeñas gotas con su palma.

Prueba, esto también esta muy bueno.

Acotó finalmente con una sonrisa.
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#64
El genin se escudó en que el motivo de tal intercambio era dietético, quería intercambiar parte de su bol con el de la kunoichi por razones meramente dietéticas. No sonaba realmente confortable, pero en fin, tampoco iba a negarle el bocado. Teniendo en cuenta que había encontrado un restaurante tan bueno gracias a él, era lo mínimo que podía hacer por compensarlo. Además, en un principio solo se había negado gastando la broma, no tenía la verdadera intención de negarle probar su plato.

Fuera como fuera, hasta la calidez de la charla se hizo palpable con un sonrojamiento ligero por parte del moreno. Tampoco le dio mucha importancia a éste detalle la chica, realmente se encontraba agradada con la compañía del médico, y el sentimiento parecía recíproco.

Tras haberle dado a probar de su plato, el chico comentó que sabían realmente bien. No era demasiado disparatado, eso ya lo había probado. Sonrió y le dio la razón con la cabeza, gesticulando la afirmación un par de veces. —Si, la verdad es que está muy bueno.

No tardó en retirar el bol de la vera del joven, mas que nada para no molestar. Ya se había servido para probarlo, y ahora parecía ser su turno. Mogura no tardó en imitar la acción por parte de la chica, aunque éste se tomó su propia manera de hacerlo. No se molestó en acercar el bol, si no que se reincorporó y tomó parte del contenido del mismo. Con delicadez pero firmeza, sostuvo el alimento y lo acercó hasta el rostro de la chica, acompañado en todo momento por la otra mano por debajo; no parecía querer manchar ese bonito mantel. Sin mas, se lo ofreció a la peliblanco, añadiendo que su plato también tenía buen sabor.

La chica sostuvo una pequeña mueca al principio, casi acompañada de un sonrojamiento. No esperaba que le ofreciese a probar su plato de aquella manera, la había pillado algo por sorpresa. Pero tampoco iba a dejarlo ahí plantado, debía hacer algo. Tomar de su plato, o decirle que no.

Katomi se reincorporó levemente, y abrió la boca a la par que acercaba sus labios a los palillos de Mogura. Con delicadeza, mordió y jaló; sentándose con el mismo bocado. Mascó un poco, saboreando la carne y la salsa que acompañaba al pedazo de la misma. Tras apenas unos segundos, tragó, y terminó limpiándose los labios con la servilleta.

Mmmm... la verdad es que también tiene un sabor espléndido... Éste sitio es genial.

Terminado el trato, era hora de acabar con los platos. Las ganas por probar el postre casi le podían. Pero en fin, cada cual come a su ritmo... y el de Katomi era lento. Volvió a introducir sus palillos en su bol, y continuó meciendo los fideos, las verduras, y los muchos aliños que hacían de esa sopa una comida maravillosa.

¿También son así de buenos los postres?— Preguntó curiosa.

Soltada la pregunta, volvió a comer de su plato. Sin prisas, pero sin demasiada demora.
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#65
El intercambio de bocados había finalizado de forma agradable, podría llegar a ser recordado como un antecedente incluso el haberle dado de comer con los palillos, una buena manera de germinar la semilla de la amistad.

Me alegro de que te haya gustado.

Regalandole una sonrisa, el shinobi retornó los palillos al plato mientras lo acercaba a su persona. Ciertamente el lugar y la comida estaban resultando ser del agrado de ambos, por su parte notaba la compañía de la muchacha como algo que amplificaba esa sensación agradable del restaurante, no sería lo mismo disfrutar el sitio comiendo solo y en silencio.

Volvieron entonces a comer cada cual a su ritmo, estaría llevando un ritmo un poco mas acelerado al comer que su acompañante pero trataba de dejar un margen para que lo alcanzaran tomándose su tiempo para beber el té que tenía servido. Poco a poco los platos de cada uno iban siendo vaciados y con la pregunta de la kunoichi se pondría en evidencia de que a ninguno de los dos se les había olvidado la parte del postre.

Hmmm... la verdad es que no sabría decirlo...

Dijo descansando los palillos con los que estaba comiendo contra el borde de su bol a la vez que alzaba su mirada para cruzarse con la de la Sarutobi.

...creo, si mal no recuerdo, que habíamos comprado helado a un muchacho que tenia un puesto rodante frente al negocio, aunque parece que ya no está mas.

Agregó a su respuesta señalando en un momento la entrada del lugar con su dedo indice y desviando por un instante la mirada hacía el mismo lugar. Quien sabe cuanto tiempo habrá estado ese sujeto trabajando desde la ultima vez que Mogura pudo verlo, quizás habría llegado a poner su propia heladería en algún lugar de Amegakure.

¿Qué te parece si después de terminar la comida miramos el menú a ver si hay profiteroles y torta de frutilla?

Preguntó entonces a la chica de ojos rojos recordandole un poco de la conversación que habían tenido en el camino hacia el restaurante.
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#66
Cual princesa bajo cuidado de su mayordomo, la chica fue tratada con delicadeza por parte de Mogura. Éste terminó retirando los palillos poco después de darle a probar de su plato, y con ellos retiró también su plato. Afirmó que estaba contento de que le hubiese gustado la comida, y continuó con su plato como habían hecho desde hacía un rato. Eso sí, en ésta ocasión se le veía parar mucho mas a menudo, esperando quizás a llevar un ritmo parecido al de la kunoichi, y aprovechando esos entre ratos para beber un poco de té.

Katomi continuó a su ritmo, sin prisa alguna. A lo que soltó la pregunta, tenía que saber si el postre del establecimiento era bueno, o debían buscar otro lugar para el mismo. El joven no contestó que en el sitio hubiesen bueno postres. Según explicó, las veces que había ido allí había tomado de postre un helado frente al negocio. Incluso señaló el lugar, acompañando su vista al sitio. Cosa que la chica imitó, mirando hacia el torrente de agua que caía. —Oh, entiendo...— Afirmó la peliblanco.

Poco tardó Mogura en decir que podían pedir tras la comida una carta de postres, que quizás hubiese algo interesante. Razón no le faltaba, quizás hasta encontraban los postres que tanto querían.

Si, de acuerdo. Cuando terminemos pedimos la carta de postres, a ver si hay suerte...

Poco a poco, la chica continuó comiendo de su plato con ayuda de los palillos. Ella no perdía demasiado tiempo en beber té, pero si que dejaba pasar el tiempo que saboreaba la comida en la boca jugando con los palillos en su plato. Hacía constantemente circulitos, y movía los trozos de verdura de un sitio a otro.

Bueno Mogura... ¿Y tienes algún apellido de tus padres o heredaste el de tu abuelo?

Obviamente, lo que menos quería era seguir comiendo con un silencio sepulcral. Por muchas ganas que tuviese del postre, mas ganas tenía de seguir hablando, cual escualo juega con los delfines.
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#67
La comida de ambos poco a poco iba terminándose y la hora del postre se acercaba a la misma velocidad, entre tanto la joven kunoichi quería impedir nuevamente que el silencio se hiciese dueño de la situación.

La pregunta que había lanzado sobre la mesa no había otra que la situación sobre su apellido. No fue algo que tuvo que pensar demasiado pues ya lo tenía mas que sabido al tema, como su padre se había esfumado de la faz de la tierra no tenía mucho sentido ponerle su apellido al niño, aunque había un detalle curioso en la forma de pensar del muchacho que cabía resaltar.

Oh, sobre eso.

Descansó los palillos en el borde del plato para terminar de bajar un bocado con un poco de té y a los pocos segundos bajar también su taza.

Mi abuelo es la tercera generación de la familia Manase, un linaje un poco corto si lo piensas. Le hubiese correspondido a mi madre llevarlo y eventualmente pasárselo también a mi padre. Pero como eso no pasó, ha quedado en mis manos ser la siguiente generación y llevar el apellido.

Comentó intentando no dar una respuesta muy de enciclopedia pero tampoco queriendo dejar alguna duda para la respuesta de la kunoichi.

¿Qué hay de ti, Katomin? Heredas el apellido Sarutobi de alguno de tus progenitores me imagino ¿o quizás algún maestro?

Consultó entonces un tanto haciendo contacto visual con su compañera de mesa, aquellos ojos rojos no eran algo que se viese en cualquier lugar. ¿Tendrían algo que ver con el nombre de la muchacha?
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#68
Conforme la conversación fluía, la comida iba terminando; y el postre iba tomando poco a poco su momento. La pregunta que Katomi lanzó al chico en ésta ocasión no tuvo demasiada demora en ser contestada, seguramente porque se trataba de algo que normalmente toda persona tiene bien aprendido. Se dice que no hay mejor maestro que un hueso roto... lo que viene a significar que se aprende a base de golpes; retóricamente hablando hacía referencia a cuan mal lo había podido pasar a causa de ésto.

Mogura aseguró que el apellido que portaba no tenía demasiada historia, su abuelo era la tercera generación del apellido, lo cual le situaba como 5º heredero del apellido en cuanto a generaciones. Pero también dató que sus padres debían ser la cuarta generación, pero no llegaron a llevar el susodicho a causa de ser unas balas perdidas.

La chica estaba terminando su bol para cuando el genin había terminado de contar sobre su apellido, y ahora fue éste quien devolvió la pregunta para seguir manteniendo la conversación. Aunque algo llamó claramente su atención, le había llamado por el nombre de KatomiN...

Esto... bueno, mi apellido tiene muchas mas generaciones, al menos eso leí. Tampoco llegué a hablar nunca con mis padres sobre eso, ni conocí a algún familiar... pero al parecer es un apellido realmente antiguo. Mis antepasados han llegado a ser grandes shinobis, especialistas en el manejo de las llamas, y muy buenos en el arte del ninjutsu. Pero en los libros no se puede sacar mas que esos datos...

Terminó al fin con su plato, y dejó el par de palillos en el interior del bol. Por fin se pudo tomar el necesario descanso de la comida, aprovechando éste para beber un buen sorbo de té. Tras beber, dejó caer un suspiro que rebosaba satisfacción, evidentemente causada por la comida.

Ahhh... realmente sabía bien.
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#69
Al igual que su compañera, Mogura aprovechó el momento en que la chica contestaba la pregunta para terminar lo que le quedaba de comida. Había disfrutado cada bocado que le había podido dar a aquel majestuoso bol lleno de fideos y carnes varias, pero tenían que avanzar hacía el postre.

El estar saboreando lo último que quedaba en el bol no le hizo prestar menos atención a las palabras de Katomi, quien contaba que su apellido contaba con muchas mas generaciones. Al contrario que el shinobi, la muchacha no había podido tratar mucho el tema con sus parientes, aun así resaltaba que la historia de los Sarutobi contaba con grandes guerreros y maestros del manejo del fuego y ninjutsu. La gran parte de la información provenía de libros en los que había podido poner sus manos, detalle que le llamó un poco la atención al moreno.

Me gustaría poder llegar a darles una lectura rápida a esos libros alguna vez, seguro hay toda clase de historias fantásticas.

Comentó con una sonrisa en el rostro para luego terminar de comer casi a la par con la peliblanco. Insertó entonces los palillos dentro del bol y lo empujó ligeramente hacía el centro de la mesa, para hacer un poco de lugar para descansar sus manos.

Oh... muy bien... Buen provecho, Katomi.

Dijo con una sonrisa en el rostro y cerrando sus ojos, diciendo el "muy" como agregando mas halagos a la comida que había degustado aquel dúo. Dejó que pasara un momento en silencio y miró entonces a la chica.

Creo que lo último que esperaba el día de hoy era cruzarme con tan grata compañía y poder disfrutar comida tan buena.

Confesó para luego dejar escapar una pequeña risa a la vez que se acomodaba en la silla. Ciertamente, en la casa donde vivía el muchacho, junto a su abuelo, no había mucha gente y la mayor parte del tiempo estaba leyendo cosas o aprendiendo a manejar un poco el negocio que tenía su abuelo. Fue una gran casualidad el haberse cruzado en el camino de la Sarutobi y terminar en aquel restaurante pasando el rato.
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#70
Casi a su par, el chico parecía haber terminado de comer. Ciertamente llegaron a terminar de comer a la misma vez a causa de que él se entretenía por mucho mas, incluso bebía té con frecuencia. Evidentemente, de lo contrario se habría hartado de esperar.

Fue entonces que la chica le comentó lo poco que conocía de su linaje, realmente poco. Pese a ello, Mogura comentó que en algún momento quería leer esos libros de donde había sacado la información. Le pareció interesante, y argumentó que en esos libros seguro que podía avistar historias fantásticas. Sus expectativas no distaban demasiado de la realidad. Esos libros alardeaban tanto del poder de los Sarutobi, que a veces parecía mera fantasía.

Si, claro, te los dejaré sin problema. Realmente son interesantes, y cuentan bastante sobre estrategia militar y demás. Son muy buena lectura.

La kunoichi se apartó de los ojos un pequeño mechón de pelo que le incordiaba, y devolvió la sonrisa al genin. Éste en el momento estaba por dar el buen provecho, cosa que le resultó algo extraña a la chica. ¿Acaso no era que el buen provecho se da antes de iniciar la comida? Casi recordaba haberlo hecho...

Buen provecho también a tí, Mogura.— No se atrevió a negarle el provecho.

Poco tiempo restó para que Mogura comentase ago que la misma chica llevaba pensando desde rato atrás. Era toda una casualidad que se hubiesen conocido, y mas aún que estuviesen consumiendo ésta maravillosa comida en ese restaurante tan perdido de la mano de dios.

« Casi parece que me haya leído la mente... »

Se llevó algo confundida la mano a la nuca, y sostuvo una incómoda sonrisa. —Casi parece que me hayas leído la mente... la verdad es que pienso igual, ha sido toda una casualidad... No pensaba parar demasiado tiempo para descansar, el entrenamiento me es muy necesario... pero tampoco me arrepiento de haberlo hecho.

Poco después de soltarle lo que pensaba, no tardó en recuperar su sonrisa natural.
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#71
La kunoichi había accedido a dejarle leer los libros sobre su clan, gesto bastante amistoso de su parte, el cual no se le había escapado a Mogura, quien no tardó en inclinar levemente su cabeza hacía delante con una sonrisa en el rostro. Según el comentario de la muchacha, no solo trataban de historia sino que también había algo de estrategia militar y algo mas.

Sin duda alguna una familia con tantas generaciones debe ser muy interesante.

Sumado a eso, podría llegar incluso a aprender algo que pudiese servir para hacer una combinación loca como la que habían hecho al poco rato de empezar a hablar, diferentes tácticas para combinar técnicas. Ciertamente la curiosidad le generaba expectativas sobre el contenido de los libros.

Por otro lado, las palabras y pensamientos del shinobi parecían haber coincidido con las de su compañera, solo que él había llegado a expresarlas antes. Ante el gesto de la peliblanco no pudo evitar dejar escapar una sonrisa similar, con todas las casualidades que habían estado ocurriendo ese día, en aquel momento se había dado una más.

Yo tampoco me arrepiento, hasta podría decir que todo lo contrario.

Seguro que se hubiese arrepentido de haber dejado escapar una oportunidad como aquella, hasta ese momento las cosas iban bastante agradables ¡y aún faltaba el postre!.

Entrenamiento... ¿qué tan seguido sueles tener tus entrenamientos?

La kunoichi había mencionado esa palabra, la cual le había dado el pie adecuado al muchacho para hacer la pregunta que podría saciar un poco su curiosidad y de paso darle continuidad a la conversación. No venía mal un poco más de charla de sobremesa para bajar la comida y prepararse para degustar un buen postre.

En las mesas ubicadas en el resto del restaurante, la gente iba cumpliendo con el mismo ritual que ellos, algunos habían comenzado antes y por tanto ya estaban retirándose del lugar y otros acababan de llegar por lo que la muchacha que los había atendido se encontraba por ahí cerca, no sería muy difícil para ellos llamar su atención.


Iba a postear esto hace como 5 horas atrás y justo, JUSTO, se cayó internet -.-" BUAH
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#72
Reposaban la comida, y no parecían resaltar demasiado sobre el resto de comensales. Poco a poco casi todos llevaban un ritmo parecido, y la mayoría se hallaba casi en mismas condiciones, hablando un poco para reposar el suculento banquete, y hacer hueco para el postre. Aunque, cabe destacar que todo el mundo tiene una parte extra en el estómago reservada sola y exclusivamente para el postre, nadie escapa a esa gran verdad.

Entre palabras, Mogura se quedó con una entre dientes. El joven no tardó en soltar la pregunta, la duda le picaba. ¿Cuánto entrenaba una chica que afirmaba tener el objetivo de volverse fuerte en mente?

Bueno... realmente entreno todos los días, sin excepción. Aunque hay muchas veces que el entrenamiento se hace muy ameno, como el de andar por el agua... y esos días suelo forzarlos a doble de entrenamiento. Yo diría que entreno una dos horas diarias, menos los días intensivos que son 4.

Para cuando la chica estaba terminando de hablar sobre su entrenamiento, obviamente sin entrar en demasiados detalles, la mesera estaba pasando a apenas un par de metros de la mesa. La peliblanco aprovechó el instante para alzar su diestra, llamando su atención. —¿Podría venir, por favor?

SI, un momento por favor.— Respondió la mujer de seguida. Aunque aún tenía cosas entre manos, seguramente tardaría un instante en regresar a atenderlos.

Sin embargo, para antes de que se dieran cuenta, la chica había dejado los platos de una mesa cercana, y se había acercado hasta la mesa de Mogura y Katomi.

¿Desean algo mas? ¿Ha sido todo de vuestro agrado?

Si, la verdad es que todo estaba buenisimo. Mis felicitaciones al chef de ésta comida. Por cierto, ¿podría traernos unas cartas de postres, por favor?
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#73
La kunoichi había descrito de forma bastante resumida la rutina de entrenamiento que seguía normalmente. Todos y cada uno de los días que existían la chica los usaba para mejorar sus habilidades, alguna veces el entrenamiento se podía tornar mas intensivo pero a fin de cuentas había un par de horas dedicada a pulir sus dote como guerrera. Katomi visto desde ese punto de vista era un ejemplo de disciplina del cual Mogura podría aprender un par de cosas.

Debería tomar un poco de eso y ponerlo en mi forma de entrenar también...

Hizo un pequeño comentario al margen de las palabras de su compañera, ciertamente el muchacho tenía como costumbre entrenar un par de veces a la semana y el resto del tiempo se lo gastaba leyendo cosas, algunas mas útiles que otras, algunas mas centradas a sus habilidades y a veces eran historias que no tenían demasiado valor para un shinobi.

La peliblanco llamaría con un gesto de su mano a la mesera, esta llegaría mas rápido de lo que un servicio común podría pedir, una razón más para pensar que aquel lugar era bueno de verdad.

Ha estado fantástica la comida, el cocinero es todo un maestro.

Contestó con una sonrisa siguiendo a la chica de ojos rojos y acompañando de una ligera reverencia la cual fue correspondida por la encantadora mujer.

Serán dadas las felicitaciones. Carta de postres, justamente tengo una aquí.

Se llevó una mano a un bolsillo de su uniforme y de este saco un bonito y cuidado menú que como ya había sido anunciado, contenía las diferentes opciones de postres que el lugar tenía para ofrecer.

Si me permiten retiraré sus platos y volveré en un momento para tomar su pedido.

La mujer no perdía en ningún momento la cálida sonrisa con la que había estado recibiendo a los jóvenes. Levantó los boles vacíos y lo llevó hasta el lugar que presumiblemente era la cocina, donde se encargarían de ellos.
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#74
Si bien desde fuera era todo un ejemplo a seguir, visto día a día una rutina sin descanso nunca es buena. No paraba nunca, ni tan siquiera los días festivos, era una condena sin fechas. Bueno, sí que había una fecha, el día en que cumpliese su objetivo. Hasta que algo así sucediese, no lo quedaba mas que cerrar los puños y seguir hacia delante, por duro que fuese. Solo de esas formas nacen los guerreros.

Mogura quizás se lo había tomado a la ligera pensando en que debía hacer igual. Fuese como fuese, la chica respondió con su sonrisa.

Con la aparición de la mesera, ambos genin no tardaron en darle la felicitación para el cocinero. No era para menos, la comida había sido descaradamente buena. Los dos chicos habían pensado de igual manera, aunque hubiese sido la chica la primera en soltarlo. Por otro lado, la chica que les atendía mostró también una sonrisa, y aseguró que le trasmitiría las felicitaciones al ingeniero de tan elaborada comida.

La solicitud de la peliblanco no tardó en ser atendida. La camarera tenía al parecer una carta de postres justo encima, la cuál ofreció sin perder un segundo. Acto seguido, tomó los platos de los genin, y comentó que volvería en un rato para tomarles nota de nuevo, en ésta ocasión de los postres.

Muchas gracias.

Katomi no perdió tampoco el tiempo. Había sido la primera en recepcionar la carta de postres, y seguidamente se puso a ojearla. Deslizó el dedo nombre por nombre, sin detenerse siquiera a ver los precios que venían justo al lado. La variedad no era demasiado extensa, pero sin duda habían algunos que destacaban, las tortas de frutilla entre ellas. —Mira, aquí aparece tu postre favorito.— Afirmó mientras señalaba el susodicho en la carta, girándola incluso un poco para que éste pudiese verlo. Siguió leyendo la carta, pero lamentablemente no estaba su postre deseado.

La chica adoptó una pequeña mueca de decepción, leve, pero seguramente distinguible. —Bueno, yo pediré un flan con nata y caramelo... algo es algo... menos da una piedra.

Cierto era. Una piedra como mucho da dolor, y a veces ni eso.
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#75
Rápidamente la carta de postres fue repasada por Katomi, quien buscaría en todos y cada uno de los nombres por las opciones que los jóvenes habían planteado degustar en su camino hacia el restaurante. En un punto de la lista figuraban un par de tortas de frutilla, lo cual hizo que una ligera sonrisa se marcara en el rostro de Mogura.

Oh, genial.

Apresuró a decir inclinándose un poco hacía delante para poder llegar a ver mejor el menú que la muchacha había girado levemente para permitírselo. Seguidamente se colocó de nuevo en la posicion anterior que tenía, sentado de forma correcta en la silla.

Flan con nata y caramelo suena rico...

Comentó tratando de mantener la sonrisa pero no resultaba una tarea sencilla al ver la expresión que tenía en su rostro la muchacha. Mogura no ignoraba el hecho de que la preferencia de su compañera no era la que había nombrado, la idea era buscar una torta de frutilla para él y profiteroles para ella, hubiese sido un éxito total la experiencia del lugar pero bueno, dicen que la perfección solo son capaces de lograrla los dioses.

Ánimo, cuando estemos volviendo podemos buscar profiteroles. Me gustaría poder probarlos.

Dijo proponiendo un siguiente movimiento una vez dejaran el lugar y eventualmente marcharan por las calles de nuevo cada cual para su casa de esa forma podrían llegar a compartir un poco mas de camino y tendrían lo que habían dicho de conseguir.
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