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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
Evidentemente, el chico estaba contento de que su postre favorito estuviese en la lista. No tardó en darlo a conocer, aunque ya era de esperar. La chica sin embargo no había sabido disimularlo, y Mogura lo notó al instante. Si, el flan con nata y caramelo sonaba también bien, pero no sería lo mismo...

El genin no tardó en soltar lo que tenía en la mente. Podían ir en busca de unos profiteroles mas tarde, cuando terminasen de cenar y tomar el postre. Pero eso sonaba algo... absurdo. Un segundo postre es cosa de gordos, o gente que no respeta su cuerpo. Una cosa es tomarse un buen postre, y otra bien distinta hartarse de ellos.

No, no... no hace falta, en serio. Con el flan éste estará bien. De verdad.

Ciertamente, no mentía. Ese postre estaría bien, al menos en ausencia del otro.

Dejó de lado la carta de postres, acercándola al centro de la mesa por si su acompañante quería echarle otro vistazo. Parecía ya decidido, pero quizás quería ver al menos el precio o a saber qué. Por si acaso, no le quitó ese derecho y libertad.

Bueno... Por si quieres ver la carta.— Añadió al gesto.

No tardó en olvidarse del triste melodrama sobre su postre, y retomó nuevamente su sonrisa. Si, quizás estaba volviéndose algo Dori... Pero por otro lado, no se puede hacer una telenovela de cualquier tontería. Comenzaba a sobre actuar demasiado, y eso no era bueno.
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#77
La propuesta del shinobi había sido rechazada, parecía que la muchacha estaba dispuesta a conformarse con el postre que había terminado eligiendo. Por el comportamiento que había demostrado hasta ese punto, no podía decirse que la chica tuviese alguna clase de actitud que pudiese categorizarse como histérica, así que aceptó las palabras que tuvo obtuvo como respuesta.

Bueno, esta bien... pero la próxima vez buscamos profiteroles, eh.

Como saber cuando llegaría esa próxima vez, pero de todas formas lo dijo, así como lo sentía debía decirlo. Podrían haberse levantado e ir a otro lugar a buscar el postre para ambos pero iban a quedarse y tomar lo que había, una situación mas conveniente para Mogura que para Katomi. ¿Sería qué era el shinobi quien le daba mas vueltas al asunto?

Esta bien, no te preocupes.

Dijo con una sonrisa y extendiendo ligeramente su palma hacia delante y negando abanicando de un lado a otro en un corto movimiento. Sabía que estaba lo que quería en el menú, su torta de frutilla, y con eso le alcanzaba. Ya habían tomado una decisión ambos y podrían recibir nuevamente a la mesera para volver a ordenar alguna delicia de aquella mágica cocina.

¿Te apetece un poco mas de té, Kato-chan?

Desde donde estaba, no llegaba a ver bien la condición de la taza de la muchacha, pero si veía la suya y estaba vacía. Mientras esperaba la respuesta de la chica de ojos rojos, tomó una de las pequeñas cucharas y metió un poco del polvo verde, dos cucharadas como habían recomendado, que se usaba para preparar la infusión, seguidamente tomaría la pava con agua caliente. En caso de que la kunoichi accediera a más té le vertería primero liquido a su taza.
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#78
Mogura no quiso darse por vencido, aunque de manera pacífica en aquella guerra perdida. Si, podría considerarse una guerra perdida la búsqueda de profiteroles, pues a la chica tampoco es que le fuese la vida en ello. Era una lástima, si, pero seguro que podía vivir con esa pena sobre sus hombros.

Está bien, está bien.— Confirmó la chica ante la propuesta del médico.

Seguidamente la chica dejó la carta de postres a disposición de Mogura, pero éste ya estaba mas que decidido. Si podía tomar su postre favorito, ¿Por qué habría de rebatirselo? Lo tomaría, obviamente, y no dudaría en ello.

El matasanos preguntó a la peliblanco si le apetecía un poco de té. Mientras tanto, comenzó a preparar una nueva dosis del mismo. Vertió la esencia de té verde en la pava, y lo removió lentamente mientras parecía esperar respuesta por parte de Katomi. La chica observó por un instante su taza, y vislumbró que realmente no le quedaba demasiado té en ella. —Si, si, por favor.— Inquirió mientras deslizaba la taza por la mesa. Arrastró la misma no demasiado, justo lo necesario para que Mogura alcanzase a servir el té sin desparramarlo por la mesa, o tener que ponerse en pié.

Muchas gracias.— Agradeció a Mogura mientras sostenía una amplia sonrisa.

Por otro lado, la mesera casi parecía dirigirse hacia la mesa. Seguramente no tardaría en tomarles nota.
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#79
Con la confirmación de la muchacha, procedió a llenar ambas tazas con el líquido que habían estado bebiendo para acompañar su comida.

No, por favor. No hay necesidad.

Contestó sonriendo y con humildad al agradecimiento de la muchacha, reposó la pava nuevamente sobre donde había estado, aquel punto en la mesa designado específicamente para ella solita, ya contaban los genin con sus tazas llenas y no tenia mucho caso andar con la pava en la mano.

No habría pasado mucho más tiempo para que la mesera llegara nuevamente a la ubicación de aquel par, luciendo una calida sonrisa e inundando su alrededor con buenas vibras.

Aquí estoy de nuevo ¿Ya han hecho una elección? ¿O necesitan un poco más de tiempo?

Junto a sus palabras dedicadas a ambos también iban acompañada una mirada que saltaba de un lado a otro, de los orbes rojos de la Sarutobi a los ojos cafés del médico.

Me gustaría una porción de torta de frutilla, por favor.

Dijo con sus manos reposadas alrededor de su taza de té verde y mirando a la mujer al momento de pronunciar sus palabras. La mesera entonces se armó nuevamente de un lápiz y la pequeña libreta para tomar nota del pedido.

Una porción de torta de... frutilla, bien. ¿Señorita, qué puedo traerle?

Rápidamente y tras dejar escrito el pedido de Mogura, la mesera miró a la kunoichi esperando que le comunique su elección. Desde luego el chico sabía lo que iba a pedir su compañera critica gastronómica y ninja, podría haber hecho los dos pedidos juntos y ahorrar un poco de tiempo, pero no había tanta necesidad de apresurar las cosas, el ambiente era lo suficientemente agradable como para disfrutar cada instante en él.
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#80
Humilde ante todo, el chico dijo que no era necesaria la carta. Ya tenía mas que clara su elección. Su sonrisa brillaba mucho mas que el sol sobre Amegakure. Aunque eso la mayoría de veces no es que sea demasiado difícil.

Para cuando se quiso dar cuenta, la camarera había regresado al lugar. No tardó en anunciarlo, tras lo cuál preguntó si ya habían elegido postre o necesitaban algo mas de tiempo. Para Mogura y Katomi ya había sido suficiente tiempo como para elegir el postre a tomar. Así pues, solo debían informar a la chica de qué era lo que querían. El primero fue Mogura, el cuál solicitó su apetecible torta de frutilla. Curioso que no lo pidiese con ningún complemento...

La camarera lo anotó breve y concisa, tras ello preguntó a Katomi. La chica le ofreció de vuelta la carta, mientras que terminaba de decidir si realmente el flan sería lo mas apetecible ante la escasa corte de postres.

Aquí tiene. Yo quiero tomar un flan con nata y caramelo, por favor.— No, definitivamente esa era la opción mas acertada, no iba a cambiarla.

De acuerdo, les traeré el postre en breve.

La camarera, tal y como llegó se fue. Dejando claro que no tardaría demasiado en regresar y servir su final de la cena. Una pena que todo tuviese tarde o temprano un final, pues lo estaba pasando bien. Por otro lado, no podía dejar de lado su entrenamiento, o su rutina. No podría esperar a que sus objetivos se cumpliesen si no sudaba sangre. Nada se consigue sin esfuerzo.
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#81
La mesera tomaría nota de la elección final de la kunoichi, un flan de nata con caramelo. Dejando de lado el hecho de que no era exactamente lo que habían venido a buscar, no sonaba para nada mal. Tras haber dicho unas palabras marchó hacía la cocina con la promesa de volver en breve, por supuesto, con el postre de los jóvenes.

La charla de sobremesa iba a tener que seguir en lo que esperaban que llegara su pedido, sin pensarlo tanto y siguiendo un poco el hilo de la conversacion, Mogura terminó por elaborar una pregunta nueva para su compañera.

¿Una vez que terminemos con el descanso para comer vas a volver a la rutina de entrenamiento de hoy, no?

Preguntó curioso sobre el itinerario de la muchacha de ojos rojos. No estaba seguro de cuanto tiempo habrían pasado juntos en el oleaje del lago porque no tenia un reloj consigo, ni tampoco sabia cuanto tiempo llevaba entrenando Katomi ese día antes de cruzarse con él. No tenía mayor idea de que es lo que iba a hacer él tampoco después de terminar de comer.

Sería prudente conseguir un paraguas nuevo...

Reflexionaba para si mismo como si se hubiese hecho una pregunta parecida a si mismo. Podría acompañar en su entrenamiento a la muchacha pero no sería cortés invitarse solo, y tampoco sabía si sería capaz de seguirle el ritmo para evitar estorbarle.
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#82
La chica de orbes carmesí dejó atrás en su mirada a la camarera, y volvió a enfocar a su acompañante. Mogura no tardó e romper el leve silencio, no había modo de que ambos permaneciesen de tal manera, casi parecían un par de cotorras... Aunque era casi obvio que ambos lo hacían con tal de no mantener un incómodo silencio. En ésta ocasión, preguntó si volvería a entrenar tras la cena.

Si, casi seguro. No quiero perder la costumbre... necesito entrenar y volverme fuerte.

La chica comenzó a tornear parte de su cabellera, dándole un giro constante a parte de su flequillo. Quizás por algo de nerviosismo. Realmente no sabía porqué había comenzado a hacerlo, pero igual le hacía sentir más cómoda. —No pienses que es algo obsesivo... es solo que... me sentiría realmente desanimada de no hacer algo por mi futuro...

Aunque sus palabras no guardaban secreto, ciertamente eran tristes. No mostraba ápice de arrepentimiento en lo dicho, y aun así no parecía triste en ésta ocasión. Seguramente era cosa de que estaba más que convencida en que hacía lo correcto. Dirigir su vida hacia un objetivo firme y sin titubear no podía ser un error, de ninguna manera.

¿Y tu...? ¿Qué harás tras cenar?

De nuevo, la chica le devolvió la pregunta tal y como la había recibido. No con odio, mas bien con curiosidad.
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#83
La no tan disparatada creencia de Mogura había resultado ser acertada, la kunoichi había dicho que sería posible que volviese a su entrenamiento después de terminado el "descanso" para comer. No pudo evitar delinear una ligera sonrisa al escuchar nuevamente uno de los objetivos de la muchacha. Se limitó a asentir con la cabeza inclinandola hacía delante levemente.

Seguidamente comenzaría a hacer un pequeño gesto con sus manos y un mechón de su cabello, para luego dejar escapar unas palabras como queriendo excusarse de sus intenciones de continuar con el entrenamiento. Aseguraba que su actitud no estaba influenciada por ningún tipo de obsesión sino mas bien por una cuestión de animo y en parte tenía en cuenta la influencia de la rutina en su futuro.

No, no... no pensaba en eso, creo que dedicar un par de horas de entrenamiento cada día y mantener un ritmo constante es bueno... aunque hay que cuidar esta parte también.

Dijo para luego elevar una mano y tocarse la cabeza con su dedo indice.

Es importante mantener la mente fresca y descansar bien para poder tener una jornada de entrenamiento mas eficiente, mente y cuerpo sanos... de esa forma el futuro no tiene por qué tener mala pinta.

Lejos de intentar regañar a la muchacha por su actitud, simplemente se limitó a tirar aquella carta sobre la mesa con toda la intención de colaborar en su causa con un poco de conocimiento, resaltando un punto que algunas personas podían llegar a descuidar.

Yo... creo que voy a buscar un paraguas, ya sabes, el otro... lo tiene Amenokami.

Comentó rodando sus ojos hacía un lado como queriendo evitar hacer contacto visual con el recuerdo del viento llevándose el techo de aquella construcción junto con su paraguas.

Después de eso no estoy del todo seguro... siento que hoy he aprendido varias cosas y muchas me han llamado la atención.

Una en particular de ellas sabía perfectamente cual era y habían estado merodeando en ese tema, entrenamiento.

Creo que me gustaría poder seguir probando la combinación de técnicas que hicimos más temprano... aunque eso no estaría formando parte de tu itinerario.

Lanzó nuevamente la carta sobre la mesa, con un poco de suerte los intereses de la kunoichi podrían llegar a apuntar en la misma dirección y al terminar su comida podrían compartir un momento mas prendiendo fuego cosas como buenos amigos.
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#84
El chico de cabellera azabache pareció conforme con la respuesta de la chica. Incluso afirmó que era importante mantener una buena constancia, pero no se limitó a seguirle la corriente a la kunoichi. Antes de ello, prefirió dar su punto de inflexión a conocer. Señaló su cabeza, y añadió que esa parte también era importante. Su mentalidad era que había que mantener sanos tanto el cuerpo como la cabeza. No podía quitarle razón a ese raciocinio, no faltaba verdad en esas palabras. Aunque también era cierto que la chica no descuidaba ese ámbito, pues a la noche se tiraba también un buen tiempo leyendo y aprendiendo economías.

Claro, eso es cierto. También intento mantener una buena dieta, y constantemente estudio. Leer nunca a hecho mal a nadie.— Afirmó la chica. —Excepto al chico ese que se quedó leyendo en mitad de una erupción volcánica... a ese si le hizo daño leer...

Se otorgó el privilegio de soltar la broma, con la cual se le escapó una risa de lo mas tonta. Tan cómoda como estaba, al final se estaba soltando la melena, no literalmente. Normalmente no es que se tratase de una chica tímida, pero sí que se reservaba de hacer bromas y tantas tonterías, o mostrar sus sentimientos. En fin, cosas que pasan.

Cuando la chica preguntó a Mogura acerca de qué haría el tras la comida, éste comentó que se lanzaría en una búsqueda algo arriesgada. Iría a comprar un paraguas, algo que se vendía en cualquier parte de la ciudad, seguramente a causa de que nunca paraba de llover. Aunque era raro ver a un shinobi comprando un paraguas, de lo mas inusual realmente. Casi todos se terminaban acostumbrando al tiempo, y pasaban el día bajo la lluvia como si nada.

Tras encontrar algún paraguas, su siguiente paso no estaba del todo pensado. Bueno, comentó que le encantaría seguir probando eso de la combinación elemental, pero como él bien dijo... no era algo que la chica tuviese en itinerario. No podía estar perdiendo demasiado tiempo en un entrenamiento que no le correspondía... Tenía un planing demasiado trabajado para no hacerle caso ahora.

Bueno... la verdad, tengo un planing de entrenamiento que seguir. No debería dejarlo de lado. Pero si quieres te acompaño hasta la tienda de paraguas.

Podía tomarse la libertad de cambiar el camino de regreso para acompañarlo un poco, eso no le restaría tampoco demasiado tiempo.
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#85
La kunoichi había dado un paso realmente atrevido en su temprana relación con el muchacho de cabello azabache, un movimiento que difícilmente podría ser negado u olvidado. No era algo que estuviese mal, no había razón para que pudiese llegarse a tomar de mala forma, simplemente era una cuestión delicada. Podría ser una exageración pues la muchacha había dicho un chiste solamente, nada de otro mundo.

Mogura delineó una sonrisa un poco más marcada al escuchar el chiste de Katomi, no era un persona sin gusto por las bromas y le había causado gracia, razón por la cual acompaño a la bromista con una risa.

Las siguientes palabras de la kunoichi serían una contestación a la propuesta que había planteado el shinobi, de una forma no tan cortante y con tacto dijo que tenía una rutina que seguir. Pero también dijo que podría escoltar al muchacho hasta la tienda para que comprase el paraguas.

No podría querer una mejor escolta en mi viaje a la tienda que Sarutobi Katomi...

Contestó a las palabras de la muchacha junto con una pequeña inclinación de su cabeza en señal de afirmación. Sus caminos seguirían yendo en la misma dirección un poco mas después de terminar con sus asuntos en el restaurante, y de ahí se verían atendiendo temas diferentes.

Acepto tu oferta de ser compañeros en la peligrosa empresa que podría llegar a ser comprar un paraguas nuevo.

Dijo con una sonrisa y estirando la mano hacía delante y formando un puño, desellando servido para hacer un choque de nudillos. Después de todo, podían haber cosas temibles en el camino y podría llegar a haber toda la clase de peligros a superar, como la falta de cambio o peor, que el negocio estuviese cerrado por vacaciones, a saber.
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#86
El chiste de la Kunoichi había sido realmente malo, pero incluso así logró sacarle al chico una risa. Una sonrisa leve, pero menos da una piedra. Parecía ser que tampoco se le daba tan mal eso de contar chistes como ella pensaba, y eso que no era por falta de confianza. Cada cual es mejor o peor en ciertas cosas, y éste no era para nada uno de sus puntos fuertes, el humor le resultaba bastante complicado.

Para cuando la chica le dijo que podía desviar su rumbo para acompañarla hasta la tienda de paraguas, fue el médico quien soltó la broma. Al menos eso fue lo que pareció, comentando que era la mejor escolta posible para realizar esa ardua misión. La chica rió un poco mas, consecuencia de las palabras de Mogura. —Jajajaj.... ni que fuésemos a luchar contra un dios para obtener el paraguas...— Inquirió la chica mientras llevaba su vista hacia detrás de Mogura.

Si, al parecer ya estaba de camino la camarera, y a Katomi le cambió la cara por completo. La chica llevaba un enorme plato con un flan de huevo gigantesco, adornado con una montaña de nata, y tanto caramelo que parecía tratarse de un río. Tenía para ésto ayuda de un carrito con ruedas, conde sostenía el mencionado plato, así como otro no tan exagerado donde las tortitas de Mogura se aglomeraban en una enorme montaña. Sin duda la kunoichi no esperaba que fuesen así de apetitosos y grandes los postres, sobre todo de lo segundo.

Ostras...— Se le escapó a la chica, anunciando a la camarera.

La mesera al llegar a la altura de la mesa, puso el plato de tortitas frente a Mogura. —Tortitas de fruta para el señor— Tras lo cuál, puso el enorme flan frente a la chica de cabellera color de la nieve. —Y un flan con nata para la señorita.— No tardó en retirarse levemente, y conservar una disimulada pero cortés reverencia. —Espero que todo sea de vuestro agrado. Que aproveche.

G-gracias...— Contestó Katomi, sorprendida aún por el tamaño de su postre.

Para cuando la mesera se fue, Katomi no pudo evitar dar a conocer su opinión. —Con éste flan almuerza una familia de Uzushiogakureños durante una semana... jajaja...
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#87
Todo iba con sonrisas, carcajadas y alguno que otro chiste malo pero de repente la peliblanco cambió totalmente su expresión. Al ver tal cambio en su rostro, como si hubiese visto algo que no había visto nunca antes en su vida, y escuchar aquel comentario que se le había escapado

Oh vamos... ¿Qué tan impresionante puede ser eso?

Pensó el shinobi para luego girarse en la misma dirección y poner una cara bastante parecida a la de la kunoichi, sobre ruedas se movilizaba aquel par de... obras de arte de bestiales proporciones en lo que a términos postreales se refiere. El flan había sido decorado con una forma muy fácil de ver como una montaña, con la punta nevada con nata y un río de dulce caramelo bajando por los lados.

Oh... ¡por Amenokami!

Sus ojos brillaron ligeramente abriéndose de par en par al ver cada vez con mas detalle aquel plato lleno de tortitas de frutilla ordenadas en forma de montaña. No pudo mediar ninguna palabra mientras la mesera iba colocando los platos sobre la superficie de madera pero aún así sus labios no estaban juntos, tenia una pequeña abertura que delataba sus intenciones de hacer algún comentario.

Eh... ¡Gracias!

Dijo para luego sacudir la cabeza de un lado a otro poniendo los pies en la tierra nuevamente, la torta de frutilla estaba haciendo efecto en él con tan solo mostrarse ante sus ojos, había resistido pero solo durante los segundos previos a degustar aquella delicia que tenía en frente.

¡Y con esto deberían tener como para la semana que le sigue!

Comentó en respuesta para luego reír con ella, aunque sin dejar de mirar la escultura de tortas que le habían traído.

Esto es hermoso, Kato...
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#88
Parecía que Mogura se fuese a mantener inflexible ante el postre, así parecía, pero no. Desde luego no era para menos, el postre parecía haber sido confeccionado para alimentar a algún tipo de gigante en época de crecimiento. Tal y como quedó de pasmada la chica, el joven no dio para menos. Quedó si no igual de sorprendido, algo más. Apenas podía mantener los labios cerrados, y eso que aún no había podido mediar palabra.

Lo primero que se le vino a la cabeza fue nombrar de nuevo a un dios, éste chico sin duda era bastante religioso. Tras ello, justo cuando la camarera terminó de servirles el postre, alcanzó a agradecer el hecho. Justo como había hecho Katomi, aunque a éste pareció costarle mas desviar la mirada de su postre.

Habiendo sido la kunoichi la primera en soltar otra broma, Mogura rió a la par que soltaba otra. Con su montaña e tortitas podrían seguir comiendo a la siguiente semana los mencionados por Katomi. Ambos rieron por un rato, pero a ninguno de los dos le escapaba de vista el postre. Al mirar la cucharilla, la chica quedó plantada por un rato mas. ¿Cómo diantres iba a comerse ese enorme flan con una cucharilla tan pequeña? Diantres, deberían haberle traído por lo menos un cucharón de esos con los que se sirve un buen caldo de pollo...

Mogura no pudo contener sus sentimientos, y con los ojos brillando como una constelación, afirmó que eso era hermoso. Obviamente no se refería a otra cosa que no fuese su postre, sus ojos se centraban en un objetivo inamovible. Katomi no pudo aguantar la risa al escuchar el comentario de su compañero de comida.

Ya veo, ya... jajajajaja.

Katomi se aró de valor, y un cuchara. Tomó aire, y con valentía atacó a su presa. —Que aproveche!— Anunció antes de tomar el primer bocado. Sus ojos brillaron casi tanto como los de Mogura hacía un instante. Se limitó a saborear el bocado, e incluso se permitió el lujo de dejar reposada la cuchara entre tanto sobre la montaña de nata.

Esto está delicioso! Mmmmm!

La chica se llevó las manos hacia los mofletes, lo cuales tenía sonrojados. Por un instante, disfrutó el sabor al completo, tras lo cuál volvió al ataque.
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#89
Mogura a diferencia de la kunoichi no estaba tan preocupado del tamaño de la cuchara, sino de poder llegar a terminar toda esa cantidad de perfección. Perfección era un término adecuado para aquella formación de torta de frutilla, al menos a los ojos del joven shinobi.

Por su parte, la muchacha de ojos rojos, tras tomar aire y lanzar su grito de guerra de "Que aproveche" se lanzó de lleno a la tarea de devorar aquel tremendo flan. La iniciativa la había ganado ella pero él no se quedaría atrás en espíritu.

¡Que aproveche!

Sus palabras antes de cargar contra la fila de tortas de frutilla sería la misma que la de su compañera, no había que ser tan original con eso, a fin de cuentas en medio de la guerra nadie se pone a ver que grita cada soldado antes de empezar una carga. La cucharita del joven Manase daría de lleno contra un pedazo de torta de frutilla, tomando un trozo el cual no miraría por mas de un par de segundos y luego se lo llevaría directo a la boca.

Oh...

Cualquier intento de hacer un comentario sería totalmente censurado por la tormenta de sabores que estaría sintiendo, dentro de su boca podía sentir como las diferentes texturas iban predominando por momentos en perfecta armonía. El bizcocho dulce y esponjoso sería una de las primeras cosas en ser sentidas y la cual le abriría paso a las demás texturas, una crema firme pero suave con pequeños trocitos de frutilla y una dulzura que sería equilibrada con el sabor y la textura de un trozo de frutilla fresca. Finalmente para ayudar a bajar aquel bocado tomaría un pequeño sorbo de té verde.

Realmente me encanta esto.

De las miles de debilidades que podría llegar a tener en aquel momento, seguro que si se ponía a trabajar duro podría reducir el número hasta una sola, siendo aquella única la debilidad por la torta de frutilla. Tras haber bajado un momento a la tierra, decidió que era momento de volver a aquel plano astral donde solo era posible llegar a través del postre que estaba comiendo. Tomó su cucharita una vez mas y se dio a la tarea de dar otro bocado a la torta.
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#90
Tampoco perdió tiempo el médico en anunciar el típico que aproveche, el típico grito de guerra que daba comienzo a la carnicería en que se convertiría esa suculenta batalla contra el azúcar. Cada cuál con su postre, ambos comenzaron el ataque furtivo sin miramiento alguno. La prioridad era disfrutarlo, y aunque habían comenzado el ataque como bestias hambrientas, terminaron disfrutando el sabor del primer bocado. Pararon por un instante, momento que aprovecharon para comentar lo que opinaban sobre el postre.

Katomi continuó con su preciado e inesperadamente sabroso postre. La nata crujía con la simple pasada de la cucharilla, mientras que el flan parecía un trozo de cielo. Sin duda alguna, era un postre artesanal de muy alta calidad. Era sorprendente que el postre pudiese tener ese terrorífico tamaño y no escasear en sabor. Una obra de arte, una auténtica obra maestra.

Creo que ha sido una buena decisión el seguir aquí para tomar el postre. Éste flan sabe a gloria...

No cabía a pensar en lo bueno que podrían haber estado los profiteroles, pero sin duda alguna éste postre no quedaba mucho mas atrás en cuanto a expectativa de sabor. Por muy ricos que hubiesen llegado a estar los profiteroles, lo tendrían reñido en comparativa a este enorme flan de huevos.

Entre tanto, la chica continuaba deleitándose en el sabor del dulce flan. Disfrutando cada pequeña cucharada, aunque a un ritmo que quizás llegase a tardar un par de años en acabar con el postre. Diantres, no se había alejado mucho al pensar que con esa cucharilla la batalla sería eterna...

Sigo pensando que ésta cuchara es demasiado pequeña... así no voy a terminar el postre hasta que cierren la tienda... jajajaja.
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