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Parecía que el paraguas que Mogura había presentado a la kunochi había gustado, al menos lo suficiente como para ganarse un agradable comentario y unos aplausos.
¡Es fantástico!
Dijo con una sonrisa en el rostro mientras seguía girando el paraguas viendo a los samurai pelear, estaba contento de haber elegido un diseño que a ambos le gustara. ¿Cómo era posible que pudiesen divertirse con tan poco...?
Hmmm... si, voy a llevarme este. Me gustó mucho esto de los samurai peleando.
Comentó en respuesta a la pregunta de la muchacha a la vez que detenía el paraguas, haciendo que los guerreros frenaran su interminable combate. La chica de peloblanco había logrado su objetivo, había hecho cambiar de parecer al joven médico tras dar unas vueltas por la tienda mostrando una serie de diseños bastante interesantes.
Vamos para la caja si te parece bien.
Ofreció el muchacho mientras llevaba una de sus manos hasta donde guardaba su billetera. Al menos que Katomi quisiese detenerse por alguna razón, caminaría hasta el mostrador y colocaría sobre este el objeto a comprar, junto a él dejó también un billete lo suficientemente grande como para pagar el costo.
Llevaré este. ¿Con esto alcanza?
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Al parecer Mogura se había encariñado con el curioso instrumento. Lamentable sería que a partir de ese momento se dedicase a darle vueltas incluso bajo la lluvia, quedando expuesto al motivo por el cuál lo había comprado. Pero en fin, tampoco podía culparlo, el llamativo diseño era encantador y risueño; casi parecía creado para él.
Titubeó un poco ante la pregunta de la kunoichi, mas no tardó demasiado en decidirse. Si, estaba claro que compraría ese paraguas. Según afirmaba, le había encantado el detalle de los samurais en la tela. Dicho eso, se adelantó hacia la caja, avisando antes a su compañera.
—Si, vamos.
El joven dejó el paraguas sobre el mostrador, y la chica tomó referencia para calcular el precio. Entre tanto, el médico buscó en su cartera un billete para pagar el instrumento. Poco después, lo ofreció a la pelirroja, la cuál lo tomó sin demasiada exigencia. —Si, con eso alcanza.— Contestó de forma cortés. Tras una breve ausencia en lo que buscaba el cambio en la caja, la chica le devolvió unas cuantas monedas al genin. —Aquí tiene su cambio. Muchas gracias por su compra.
La Sarutobi se había mantenido en un segundo plano durante la transacción monetaria, no quería inmiscuirse en la compra del chico. Por otro lado, quizás había llegado la hora de la despedida. Ya le había acompañado suficiente, era hora de volver al entrenamiento que se había saltado... ¿o quizás era hora de regresar a casa y comenzar a estudiar finanzas y económicas de nuevo?
Fuera como fuera, había algo claro. —Bueno, Mogura... aquí nos despedimos. Ha sido todo un placer compartir éste rato de relajación, ya me hacía falta. A ver si nos vemos en otra ocasión.
Evidentemente, cada cuál tiraría por su camino. Amarga despedida.
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El proceso habría demorado un poco más de lo que tenía pensado y había terminado comprando un articulo mas interesante de lo que tenía en mente. Tomaría las monedas que fueron el cambio chico de aquel billete y las guardaría en su billetera, seguidamente tomaría el paraguas con una mano y se acercaría a la peliblanco, quien parecía haberse mantenido a una cierta distancia durante el momento del pago.
Las palabras de Katomi hicieron que su sonrisa se apagara ligeramente, ese día había tenido la suerte de poder compartir varias experiencias con la muchacha. Pero tarde o temprano el día tiene que terminar a fin de cuentas.
El placer ha sido mío, Katomi-chan. El pequeño ejercicio, la comida y este paseo han sido geniales pero sin duda alguna lo que mas he disfrutado ha sido tu compañía.
Contestaba a medida que iba saliendo de la tienda y extendía su nuevo paraguas para poder cubrirse de la lluvia, ya estaba mojado pero era una cuestión de costumbre mas que nada. Sus palabras habían sido sinceras, realmente había disfrutado de todo pero podía resaltar las horas compartidas con la kunoichi.
Ojala nuestros caminos vuelvan a cruzarse, tenemos que volver probar esa combinación de técnicas alguna vez. O al menos podemos usar esa excusa para comer en algún lado la próxima vez... jajaja.
Necesitaba decir algo para cambiar el gusto de la despedida, convertir un adiós en un hasta luego, cosas así.
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Mogura también parecía contento en general con el hallazgo. Ésta amistad había sido toda una casualidad, pero una casualidad de las mas agradables que había tenido desde hacía tiempo. El chico incluso admitió que lo que mas había disfrutado había sido de la compañía en sí, no de la aventura, la cena o la experiencia en la combinación de elementos.
En un último despido, el genin deseó que el destino los volviese a juntar, aunque fuera solo para combinar los elementos en una nueva y mortífera técnica. Le importaba poco que eso no fuese mas que la excusa, pues lo que realmente extrañaría sería el cenar con ella en algún otro lado.
La chica sonrió, no sabía ni qué decir ante tal comentario. —Jajaja... Bueno, solo el tiempo lo sabe. Quizás nos volvamos a ver cuando sepa blandir mi espada de lava.— En fin, tampoco era la mejor improvisando. —Nos vemos, Mogura.
Con sus palabras, blandió la mano en lo alto, moviendola de un lado a otro a forma de despedida. Aún no tenía demasiada confianza como para darle un abrazo, o un beso. Sería algo realmente fuera de contexto. Con la despedida, marchó en la dirección opuesta al genin, hasta había llegado a desviarse de su rumbo con tal de acompañarlo un poco...
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La respuesta al comentario del muchacho por parte de la kunoichi de melena blanca no fue otro que una especulación sobre su próximo encuentro, la capacidad de empuñar una espada de lava sería la referencia que había elegido. Si mantenía su ritmo de entrenamiento no iba a pasar mucho tiempo.
Nos vemos, Katomi.
En su rostro había una sincera sonrisa, en respuesta al saludo con la mano en alto recurrió a un gesto mas formal pero podría decirse que característico de él, una respetuosa reverencia. Normalmente en un ambiente entre guerreros, uno no debe quitar sus ojos de su compañero, pues uno nunca puede llegar a saber cuales son sus verdaderas intenciones. Pero sentía realmente que podía apoyarse en esa muchacha, y fue esa la razón por la que bajo sus ojos más de lo normal, perdiéndola de vista durante el instante que duró aquel saludo. Un detalle que sin duda algunas sería muy fácil de pasar por alto, pero que significaba algo para él.
Finalmente había llegado a su punto de conclusión aquel encuentro ya que sus caminos tomarían rumbos diferentes, la muchacha probablemente atendería su entrenamiento y el joven sus estudios, fuese como fuese resultaría muy difícil borrar aquel encuentro de su historia, un par realmente extravagante.
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