3/07/2016, 15:01
(Última modificación: 3/07/2016, 15:03 por Amedama Daruu.)
—Supera las expectativas. Me gustaría decir que he probado mejores, sólo para verte la cara de idiota... Pero joder, ha estado muy buena —contestó Kaido, y Daruu supo que, sobretodo viniendo de él, aquello significaba que le había gustado de verdad. Hasta ahora el tiburón había mostrado que era de los que disfrutaban metiéndose con los demás, molestándolos.
Sobretodo había captado aquél hábito suyo de soltar la puya y luego quedársete mirando, como esperando a tu reacción.
Kaido se levantó y caminó dando vueltas al salón un par de veces. Daruu lo observó, curioso.
—bueno, que Ame no Kame te lo pague. Ya te invitaré yo algo algún día, algo se me ocurrirá. Aunque... Necesito un último favor tuyo; y es que me digas como llegar a la puta ciudad de Yachi desde aquí.
Daruu levantó una ceja.
«Es verdad, se supone que ahí es a donde iba, y se cayó por la montaña.»
—Sí, claro, espérate que consiga levantarme y vamos allá.
Se revolvió y gimío e hizo fuerza hasta que consiguió mantenerse en pie. Después, ambos salieron de la casa. Daruu caminó unos pasos y se dio la vuelta, señalando río arriba hacia el oeste.
—Por allá hay un camino escondido entre unas rocas, a unos diez minutos de aquí —explicó—. El camino va serpenteando y subiendo el risco. Cuando llegues arriba, verás Yachi desde allí, de modo que no te será difícil llegar.
Observó a Kaido una última vez y extendió la mano para apretársela.
—Espero verte en el torneo, aunque sólo sea de espectador.
Sobretodo había captado aquél hábito suyo de soltar la puya y luego quedársete mirando, como esperando a tu reacción.
Kaido se levantó y caminó dando vueltas al salón un par de veces. Daruu lo observó, curioso.
—bueno, que Ame no Kame te lo pague. Ya te invitaré yo algo algún día, algo se me ocurrirá. Aunque... Necesito un último favor tuyo; y es que me digas como llegar a la puta ciudad de Yachi desde aquí.
Daruu levantó una ceja.
«Es verdad, se supone que ahí es a donde iba, y se cayó por la montaña.»
—Sí, claro, espérate que consiga levantarme y vamos allá.
Se revolvió y gimío e hizo fuerza hasta que consiguió mantenerse en pie. Después, ambos salieron de la casa. Daruu caminó unos pasos y se dio la vuelta, señalando río arriba hacia el oeste.
—Por allá hay un camino escondido entre unas rocas, a unos diez minutos de aquí —explicó—. El camino va serpenteando y subiendo el risco. Cuando llegues arriba, verás Yachi desde allí, de modo que no te será difícil llegar.
Observó a Kaido una última vez y extendió la mano para apretársela.
—Espero verte en el torneo, aunque sólo sea de espectador.