Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
27/10/2016, 16:55 (Última modificación: 27/10/2016, 19:03 por Uchiha Akame.)
Ya sabéis amigos; tiempo máximo para postear (salvo ausencias avisadas) 72 horas, que si no, nos pegamos 1 año con esto XD
Takigakure no Sato, Viento Gris del año 202.
El muchacho que esperaba, paciente, junto a las puertas de la Villa se arrebujó en su negra capa de viaje. «Ya deberían estar al llegar. ¿Acaso se habrán acobardado? No, imposible... Datsue-kun jamás rechazaría una oportunidad de ganar tanto dinero». La expresión calma de su rostro le hacía parecer mayor de lo que era —apenas quedaban unas semanas para su décimoquinto cumpleaños—, y su mirada oscura y profunda estaba fija en el horizonte, perdida más allá de la amplia calle, pasando incluso el colosal tronco del Árbol Sagrado.
Las cosas habían salido todo lo bien que podían salir para Uchiha Akame desde que llegase a Takigakure no Sato. El montaje preparado por Kunie era a prueba de bombas, y nadie había dudado jamás de su identidad o sus intenciones. ¿Nadie? El muchacho tenía sus sospechas, pero cada vez le costaba menos meterse en el papel, y eso le tranquilizaba. Incluso había hecho alguna que otra pequeña misión de rango D con sus compañeros de Villa.
Aquel día, sin embargo, lo que guardaba en su mochila de viaje color marrón claro no era un pergamino con la característica "D" impresa en el sello, sino que en su lugar había una letra distinta, una "C" grabada con tinta negra. Aquello tenía muchos significados; que en la Villa estaban dejando de considerarlo un novato, que el Kawakage estaba empezando a confiar en él, y que su influencia había cuajado. Por todas aquellas razones, y algunas más, aquella mañana el muchacho de Inaka estaba exultante. Se había vestido con sus mejores ropas —una camiseta sin mangas, un chaleco de cuello alto y manga larga encima, pantalones de corte shinobi y sandalias negras, todo ello cubierto por su fiel capa de viaje—. Era Invierno, e incluso en aquellas cálidas tierras había que abrigarse.
Sacó el pergamino de su mochila, lo desenrolló, y lo leyó una vez más. Era como si nunca pudiera estar lo suficientemente seguro de que no se le escapaba algún detalle.
Más allá de la muerte Rango: C Asignada a: Uchiha Datsue, Uchiha Akame, Zaibatsu Yoshimitsu Objetivo: Proteger a Yamabushi Kotaro Descripción: Yamabushi Kotaro, un noble menor de la corte del Daimyo del País del Fuego, y regente de algunas de sus tierras, está gravemente enfermo. El señor Kotaro ha aceptado ya su partida de este mundo como algo inminente y desea llevar a cabo un peregrinaje fúnebre desde su castillo hasta el mausoleo de la familia Yamabushi para ser enterrado junto a sus ancestros.
Como es sabido, los bosques de Hi no Kuni no son un lugar seguro, por lo que el señor Kotaro ha solicitado que algunos de nuestros ninjas le proporcionen compañía y protección durante el camino.
Apenas habían transcurrido cuarenta y ocho horas desde mi regreso del País de la Tormenta, cansado y abatido, no solo por el tan largo viaje, sino además por las experiencias vividas. Pero muy a mi pesar cuando regresé, el deber vino en mi busca durante mi ausencia y mi abuelo guardó un "documento" cuyo destinatario era nada más y nada menos que mi persona, y encima de parte de las más altas estancias.
¡Maldita sea! No me siento ahora mismo capaz de hacer nada que no sea simplemente eso...nada... En realidad no era cierto, simplemente quería poner en orden ciertos pensamientos, leer un poco, y terminar de perfeccionar un par de técnicas de tinta que casi estaban listas.
El documento se trataba de una carta y a simple vista, se veía perfectamente cerrada. Sin embargo sabía de sobra, que mi amado abuelo, sabría de su contenido. Bueno...¿Qué más da?. No tengo más remedio que cumplir con mis obligaciones
Abrí la carta sin más preámbulos y comencé a leer el contenido. Lo primero que vi era que se trataba por un lado de una misión por su formato inconfundible, y por otro, una nota escrita a mano de mi abuelo.
Mis sospechas eran ciertas...mi abuelo está detrás de esto...
Querido nieto,
Ha llegado la hora de que comiences a cumplir tu deber como shinobi, le he pedido personalmente a Yubiwa-sama que te conceda la oportunidad de participar en una misión de verdad, como las que siempre has clamado. Siempre dijiste que era indigno capturar gatos o cuidar de infantes. Por lo que te bautizarás a petición tuya en una auténtica misión.
No te preocupes joven e inexperto nieto, irás bien acompañado, si sigues órdenes, no deberías tener ningún problema. Sé sobradamente, que eres disciplinado y que jamás me has cuestionado en absoluto mis decisiones. Por lo que no te sientas deprimido si tus compañeros de misión son más poderosos que tu, por que sé que también posees un gran potencial, va siendo hora de que comiences a brillar y demuestres a todo el mundo, que los Zaibatsu siempre serán un pilar primordial para el País del Río.
Atentamente,
Zaibatsu Fudo.
Que considerado eres abuelo...espero que esté a la altura de las circunstancias...
Como no, me encontraba solo en casa y poco o más bien nada podía discutir sobre el asunto. Pero bueno, procuré no angustiarme demasiado y prepararme para la ocasión. Prepararme por el sencillo motivo que desde que comencé mis andaduras por el mundo, me di cuenta de que mi indumentaria no era la más adecuada. Quizás si para alardear de mis dotes de buen gusto por la aldea, pero en absoluto para viajar o llevar a cabo alguna misión que requiriera algo de sigilo.
Me dirigí a mi vestuario y comencé a ojear mis vestimentas. Vamos a ver... Más o menos tenía claro lo que tenía que hacer, en primer lugar me deshice de mis elementos decorativos de metal, por lo que me desprendí de todas las partes de armadura que portaba. Por otro lado, me cambié de túnica, me coloqué otra que tenía negra en la que aparecía dos tigres bordados, uno negro a un costado, y otro blanco al otro, ambos en pose desafiante. A la espalda, como en mi antigua túnica, figuraba el Kanji de "arte".
Hmmm...cogeré esto también Otra parte de aquella armadura que tenía y que me resultaba fascinante. Se trataba de la parte frontal del mempo, era de cuero lacado rojizo y estaba caracterizada con facciones demoníacas. Con el mempo y mi kasa podré ocultar por completo mi identidad en caso de ser necesario Até el mempo a mi obi ahora que no tenía sentido llevarlo puesto.
Una vez ataviado a mi gusto, me dispuse a leer la misión en cuestión. A ver de qué tratara...
Más allá de la muerte Rango: C Asignada a: Uchiha Datsue, Uchiha Akame, Zaibatsu Yoshimitsu Objetivo: Proteger a Yamabushi Kotaro Descripción: Yamabushi Kotaro, un noble menor de la corte del Daimyo del País del Fuego, y regente de algunas de sus tierras, está gravemente enfermo. El señor Kotaro ha aceptado ya su partida de este mundo como algo inminente y desea llevar a cabo un peregrinaje fúnebre desde su castillo hasta el mausoleo de la familia Yamabushi para ser enterrado junto a sus ancestros.
Como es sabido, los bosques de Hi no Kuni no son un lugar seguro, por lo que el señor Kotaro ha solicitado que algunos de nuestros ninjas le proporcionen compañía y protección durante el camino.
En circunstancias normales me hubiera llamado la atención el rango de la misión, pero no fue el caso, me llamó la atención el nombre de mis compañeros de misión.
¿Uchiha Datsue?...¿Uchiha Akame?...voy a participar en una misión con dos uchihas...como Tomoe...madre mía, como sean igual de competentes, mi abuelo tiene razón, no tendré que preocuparme demasiado...y seguro estoy de que aprenderé muchas cosas.
Leí atentamente la misión sin obviar ni un solo detalle, alegre por saber que el apellido "Uchiha" era garante de éxito asegurado. Cuando llegó el momento partí hacía la puerta de la aldea a la hora acordada, no sin antes aprovisionarme con unas buenas raciones de viaje y un buen odre de agua, para que no me pasará como la última vez...
Bueno, allá vamos
Una vez llegado al punto de reunión, trate de buscar a alguno de mis compañeros de misión. Por lo que sin muchos problemas vi una figura de un muchacho de pelos y ojos oscuros, un rostro que denostaba seriedad. Vestía ropas sencillas, prácticas y cómodas, envuelto en una túnica de viaje.
Iré a preguntarle
Fui decidido hasta aquel muchacho, acompañado de un ratón de tinta que se encontraba posado en mi hombro derecho. Observando con verdadera devoción. -Hola...¿Eres Uchiha Datsue? o quizás...¿Uchiha Akame? Pregunté con suma tranquilidad.
28/10/2016, 19:34 (Última modificación: 30/10/2016, 21:52 por Uchiha Datsue.)
El aire dejó de llegar a sus pulmones. Empezó a ver puntitos de luz brillando en la oscuridad y notó que la falta de oxígeno le quemaba por dentro. Le ardía el pecho, le dolía la cabeza y sentía una tremenda sensación de agobio. Lo único en lo que podía pensar era en respirar, en poder exhalar un último suspiro. Trató de zafarse, de revolverse, pero era inútil. Los brazos que le ahogaban eran demasiados fuertes para él.
Era hora de morir. No valía la pena luchar más. Dejó de resistirse y permitió que su conciencia se fuese diluyendo en el vacío…
… Algo le estaba quemando. Era una sensación distinta a la anterior, como si alguien hubiese clavado un hierro candente en su nuca, donde una calavera con una serpiente enroscada estaba tatuada.
«No, tu otra vez no… Me deshice de ti en el Bosque de Azur…»
Sintió como si cientos de serpientes se extendiesen bajo su piel, abrasándole por dentro, recorriendo su cabeza, su espalda, sus piernas, sus brazos. Era una sensación horrible, insoportable…
Y entonc
¡¡RIIING RIIIIING!! ¡¡RIIING RIIIIING!!
El lápiz que tan frenéticamente había estado escribiendo aquella escena se vio partido por la mitad, a la vez que Datsue se sobresaltaba sobre el asiento. Pese a que se había sumergido de lleno en la historia, el sonido de la alarma le había sentado como una bofetada, devolviéndole a la realidad de un plumazo.
Miró hacia el reloj y resopló, apagándolo de un manotazo.
—Joder, ahora que llegaba la parte más interesante… —protestó, dejando el folio sobre la mesa. Una mesa redonda, tan grande como para que pudiesen cenar ocho personas en ella. Él, sin embargo, la usaba como taller de escritura. Estaba plagada de papeles sueltos, pergaminos y libretas, todos ellos tirados de cualquier manera en un aparente caos. Para él, sin embargo, constituía un desorden ordenado. Apenas le llevaría medio minuto encontrar tal o cual esquema de alguna de las novelas que tenía pensadas; la ficha de cualquier personaje; algún relato corto que hubiese escrito en el pasado; cualquier de los pocos poemas que se había molestado en plasmar en papel; o, por supuesto, alguna de las estrategias que tenía pensado usar en algún combate en caso de llegar a ser necesario, dibujadas de forma tosca pero entendible, al menos, para sus ojos.
Emitió un bostezo prolongado y ruidoso mientras se levantaba de forma lenta y pesada, sin atreverse a darle una lectura al pequeño fragmento que acababa de escribir, temeroso de que fuese la mayor bazofia que acababa de vomitar en años. Sorteó las decenas de prendas tiradas en el suelo y alcanzó el armario, tan vacío como su bolsillo. El hecho de que no hiciese la colada no ayudaba, por supuesto. Rebuscó entre las pocas perchas con ropa y halló su antigua habitual yukata, que ahora le quedaba pequeña tras el estirón.
Suspiró y miró lo que llevaba puesto: un pantalón pirata y cagado y una camisa blanca por encima. No era la ropa más formal del mundo para una misión de aquel estilo, pero al menos le sería cómodo. Se aseguró de sellar en su cuerpo ropa interior suficiente para no verse en apuros y se dirigió hacia la puerta.
Sus pasos, sin embargo, se detuvieron a medio camino. Se había acordado que antes de partir tenía que regar las plantas, situadas tras la ventana para que les diese el máximo de luz posible.
—Espero que vosotras sobreviváis sin mí —les dijo, no demasiado convencido. Ya había perdido la cuenta de las veces que había maldecido su suerte por habérselas encontrado marchitas. A aquellas incluso les había puesto mote, para poder mencionarlas en sus oraciones. Les había puesto Mar y Huana, unos nombres que, según su opinión, les venían ni que pintado.
Entonces sí, al fin, se arrebujó en su túnica negra, se colocó la capucha sobre la cabeza y salió, directo a las puertas de la Villa.
No tardó mucho en llegar, y menos en divisar a Akame, siempre tan formal y minucioso incluso en las ropas que escogía. Hablaba con un chico alto y de cabellos largos atados en una improvisada coleta. Un chico que, esperaba Datsue, fuese Yoshimitsu. No había cosa que más odiase en el mundo que esperar por los demás —pese a que él mismo llegase tarde a todas sus citas—.
—Bueno, bueno, bueno. Pero, ¿mira quién tenemos aquí? —el Uchiha sonrió y les ofreció la mano a ambos—. No os voy a engañar, chicos. No dejo de tener la sensación de que me siento un poco… estafado. Cuando me gradué como Gennin me aseguraron que ésta era la Villa con más kunoichis del mundo y que me iba a hartar de hacer misiones con bellas mujeres… —intercambió la mirada entre uno y otro—. Y en su lugar, ¿qué me encuentro? Con dos feos como vosotros —bromeó, para romper el hielo. A opinión del Uchiha, nada mejor que hablar de mujeres para tal menester. Al menos cuando el grupo estaba conformado enteramente de hombres, o, en su caso, de proyectos de hombre.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
28/10/2016, 21:42 (Última modificación: 28/10/2016, 21:43 por Uchiha Akame.)
El primero de sus compañeros no se hizo esperar. Un chico alto y delgado, demasiado pálido para vivir en el País del Río y envuelto en una túnica de viaje bajo la que se intuían ropajes ciertamente elegantes. Se acercó al Uchiha y le saludó tranquilamente.
—No y sí —respondió Akame, sonriendo con su característica expresión afable mientras le tendía una mano a su compañero de misión—. Imagino que tu eres Zaibatsu Yoshimitsu-kun, ¿me equivoco?
Lo cierto era que aquel chico que parecía mayor de lo que quizás era —probablemente debido a su altura— no era del todo desconocido para el joven Uchiha de Inaka. Nada más recibir el pergamino, había llevado a cabo una breve pero útil investigación sobre aquel desconocido que habían asignado para ser su compañero. «¡Y menuda historia! Este muchacho parece ser la persona más afortunada de la Aldea Oculta de la Cascada, si se hace caso a lo que hablan de él». El Talismán de Takigakure, ese era su apodo. Y Akame estaba ansioso por descubrir cuánto de cierto tenía.
Datsue no se hizo esperar. Les saludó con su característica cordialidad e ingenio, y el Uchiha de Inaka no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario de su pariente lejano.
—Yo también me alegro de verte, Datsue-kun —respondió, estrechándole la mano—. Parece que esta vez sí que tenemos una misión entre manos.
Akame todavía recordaba cada pelo de cada gatito que había tenido que rescatar, cada hoja de cada árbol que había tenido que podar y —una vez que se encontró a la señora Sekuoya de más mala leche que de costumbre— cada centímetro de retrete que había tenido que limpiar. Pero no, aquello definitivamente era una misión de Rango C. «"Rango C"... Suena genial».
—¿Nos ponemos en marcha, muchachos? —interpeló a sus compañeros.
Para llegar hasta las tierras del señor Yamabushi iban a tener que tomar el ferrocarril, cruzar el País del Río y el del Fuego, e internarse en sus bosques. Les tomaría casi todo el día, pero Akame confiaba en que podrían llegar antes del ocaso sin demasiados problemas, dado que habían quedado para partir a una hora muy temprana.
Perdonar chicos la tardanza, pero este finde con el tema de halloween me ha costado un poco responder antes. Tenía que prepararle al peque y a mi un disfraz para el lunes. Pero ya está todo solucionado.
—No y sí — Respondió entonces el que debería ser Akame, con sonrisa elegante, una mezcla de confianza en sí mismo y que daba entender que era de confiar. Le devolví la sonrisa agradecido de haber dado con uno de mis compañeros de misión. A continuación me tendió la mano, algo que me sorprendió, pues por aquí no era una costumbre muy arraigada que dijéramos, lo más habitual era hacer una reverencia, aún así acepté su mano.
Imagino que tu eres Zaibatsu Yoshimitsu-kun, ¿me equivoco?
-Eso es, eso es, un placer conocerte Uchiha Akame-kun. Estoy verdaderamente emocionado de participar contigo y con Uchiha Datsue en una misión. Dije sosegado.
Al rato, vino el que sin duda, sería Uchiha Datsue, un figura al parecer, pues me hizo mucha gracia la manera con la que se presentó.
—Bueno, bueno, bueno. Pero, ¿mira quién tenemos aquí? — Me giré curioso para conocer al otro integrante de nuestro equipo y el tercer Uchiha que conocía hasta la fecha. Al igual que Akame, Datsue tenía el pelo oscuro recogido en un moño, unos ojos bastante penetrantes y como no, parecía que dar la mano era costumbre de Uchihas y claro esta, no se la negué, a fin de cuentas, me resultaba algo novedoso y agradable.
—. No os voy a engañar, chicos. No dejo de tener la sensación de que me siento un poco… estafado. Cuando me gradué como Gennin me aseguraron que ésta era la Villa con más kunoichis del mundo y que me iba a hartar de hacer misiones con bellas mujeres… —
Pues vas apañao amigo...encima las pocas que hay...son bastantes ariscas y todas muy planas......Mi cara era un libro, sin decir nada mi ojos le daban toda la razón del mundo.
—. Y en su lugar, ¿qué me encuentro? Con dos feos como vosotros — Al oír aquello me resultó gracioso, tanto, que se me arrugó la frente para contener una carcajada y devolverle el "cumplido" con otro al mismo nivel.
¡Vaya! Entonces la mala leche es algo que depende de la personalidad...pues menos mal por lo menos podremos charlar de cosas, por que Tomoe era un caso perdido...
-¡Hombre! Gracias por el cumplido. Pero oye ¿Por qué tanto interés por las kunoichis? Si una mujer sin entrenamiento ninja ya puede ser un arma mortal...Parece que no quieras vivir muchos años. Le pregunté intrigado por su posible respuesta.
Una vez las presentaciones dadas, Akame sugirió que nos pusiéramos en marcha. No tuve más remedio que asentir, pues no podía estar más impaciente por comenzar aquella misión que sin lugar a dudas sería una muy interesante aventura.
-¡Claro! Vamos allá.
No sabía exactamente como quería hacer Akame aquel viaje, de todos modos no dije nada, simplemente le seguiría. Pero suponía que optaría por la comodidad del ferrocarril.
30/10/2016, 22:57 (Última modificación: 30/10/2016, 22:58 por Uchiha Datsue.)
Y una recompensa de verdad, pensó Datsue, ante el comentario de Akame. Lo cierto era que llevaba tiempo planeando hacer una misión de aquel rango. Un año atrás, el Uchiha había tratado de formar un equipo de super-kunoichis para poder solicitarla. Luego vino el Torneo, junto con el diamante que se ganó en su primer —y último— combate, y la necesidad de ganar dinero cuánto antes para pagar la deuda a Okura desapareció.
No desapareció, sin embargo, su deseo de enriquecerse. Pero Datsue sabía muy bien que terminaría muerto antes que rico si trataba de alcanzar la riqueza a través de misiones. Sin embargo, a veces no quedaba más remedio que hacerlas. Especialmente cuando todos sus negocios extraoficiales terminaban mal.
Suspiró, y se encogió de hombros cuando Yoshimitsu se cuestionó las ganas de vivir del Uchiha.
—De algo hay que morir, y prefiero mil veces que sea por la cólera de una mujer a cualquier escaramuza tonta y sin sentido. —Una escaramuza como la que podemos sufrir en esta misión. Hacer de guardaespaldas no era de las misiones favoritas del Gennin. Implicaba un riesgo continuo, estrés y, con mala suerte, verse obligado a luchar. Ya si se tenía muy mala suerte, uno moría, claro. Pero se suponía que un shinobi estaba preparado para tal eventualidad.
Tenía que reconocer que nunca se había sentido muy buen shinobi.
—Sí, vamos —terminó por decir, de acuerdo con sus compañeros—. Por cierto —añadió, antes de partir—, ya que ésta no va a ser la típica misión de rescatar gatitos, ¿qué os parece si por el camino nos presentamos adecuadamente? Ya sabéis… Contar un poco de nosotros…, nuestros puntos débiles y fuertes, nuestra especialidad… Creo que nos vendría bien para coordinarnos mejor en la misión, en caso de llegar a ser necesario luchar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—¡Hombre! Gracias por el cumplido. Pero oye, ¿por qué tanto interés por las kunoichis? Si una mujer sin entrenamiento ninja ya puede ser un arma mortal... Parece que no quieras vivir muchos años.
Akame no pudo evitar soltar una sonora carcajada ante el comentario de su nuevo compañero, que además de cortés, parecía también bastante ingenioso. La respuesta de Datsue no le sorprendió demasiado, porque conocía al astuto Uchiha y sabía que no era de esa clase de ninjas que planeaba no morir en la cama. Luego propuso que charlaran sobre sus habilidades y destrezas, en caso de tener que ponerlas en práctica; Akame no pudo evitar fruncir los labios con cierto escepticismo, aunque fue sólo un momento. «Espero que ninguno lo haya notado...»
Con esas, los tres shinobis se encaminaron hacia el gran portón de madera que daba entrada y salida a la Villa. O, al menos, al ascensor que bajaba por la casada que daba su nombre a Taki, y que les dejaría a los pies de la misma. Tras enseñar sus identificaciones a los guardias de las puertas —junto con el pergamino de misión—, los gennin se verían bajando por aquella obra de ingeniería hasta el pie de la cascada.
Akame sacó un pequeño mapa de su mochila, lo ojeó unos instantes, y luego lo devolvió a dentro.
—He pensado que podríamos coger el ferrocarril en la estación que hay en la Ribera del Sur, y bajarnos en Taikarune. Según indica el mapa, nuestro destino está un poco más al Norte de la ciudad. Creo que es el recorrido más óptimo, y si todo va bien llegaremos hoy mismo al ocaso.
Para hacerlo más llevadero, propongo que no narremos tooooooooooodo el viaje (son unas cuantas horazas de tren XD), sino que cada uno narre en su turno una de las etapas. Por ejemplo, como vamos desde Taki hasta la estación de la Ribera del Sur. Luego, el viaje en tren. Luego, como nos bajamos en Taikarune y demás. ¿Qué os parece?
La ingeniosa y a su vez sensata respuesta de Datsue hizo darme cuenta que me encontraba ante un Uchiha mucho más interesante que la Uchiha que conocí en el país de la Tormenta, y probablemente más diestro en combate, si es que eso era realmente posible. No se, me daba que la pasión por las mujeres era una motivación mucho más sana que el simple hecho de descuartizar a adversarios que estaban muy por debajo de uno mismo.
—De algo hay que morir, y prefiero mil veces que sea por la cólera de una mujer a cualquier escaramuza tonta y sin sentido. —
Mis ojos se mostraron sorprendidos ante la magnifica respuesta de mi nuevo compañero al que no pude más que darle toda la razón con una cortés inclinación de cabeza . -¡Oh! Cierto, cierto...tienes razón ¡ja ja!. Respondí alegre.
Por otro lado Akame, mucho más reservado, río ante tal singular conversación de bienvenida. Tenía buenas vibraciones con esta misión, dejando un lado que se trataba de una misión de Rango "C" Haciendo las cosas con cabeza que de eso había de sobra en este equipo, y la habilidad por parte de los Uchihas...esto sería un paseo simple y llanamente.
¡Madre mía! Esto es una gran oportunidad...Me ha tocado la lotería
Finalmente todos decidimos emprender nuestra aventura casi al unísono, siendo la voz cantante Akame. Pero de repente una petición de Datsue nos pilló por sorpresa a medias, ya que a mi parecer fue una cuestión la mar de sensata.
—, ya que ésta no va a ser la típica misión de rescatar gatitos, ¿qué os parece si por el camino nos presentamos adecuadamente? Ya sabéis… Contar un poco de nosotros…, nuestros puntos débiles y fuertes, nuestra especialidad… Creo que nos vendría bien para coordinarnos mejor en la misión, en caso de llegar a ser necesario luchar.
Aunque por mi parte, tenía plena confianza hacía mis camaradas, como sabía que sería más que probable que era el menos apto para combatir, tomé la iniciativa al respecto. Quise saciar un poco la curiosidad de Datsue a la par que lo dejaría un poco en suspense por la ambigüedad de mi respuesta.
-Pues soy un artista un poco singular, en concreto soy pintor, tan bueno, que todo lo que retrato cobra vida. Le respondí con naturalidad mientras tomábamos el ascensor que nos conduciría hacía la estación de ferrocarril.
—He pensado que podríamos coger el ferrocarril en la estación que hay en la Ribera del Sur, y bajarnos en Taikarune. Según indica el mapa, nuestro destino está un poco más al Norte de la ciudad. Creo que es el recorrido más óptimo, y si todo va bien llegaremos hoy mismo al ocaso.
Como intuí, cogeríamos el ferrocarril. Una lastima pues quería sorprender a mis compañeros con mi medio de transporte particular.
Como tuvieron que adentrarse en la Ribera del Sur para tomar el tren, Datsue no tuvo más remedio que avisar a Uchiha y pintor sobre el peligro que representaba aquella pequeña y taimada localidad. Les explicó que allí vivían los hombres y mujeres de peor calaña de la faz de Oonindo, y que sus lenguas, afiladas, eran más venenosas que la más mortífera serpiente. Les dio consejos sobre cómo reconocer a los lugareños, cómo combatirlos y cómo evitar caer en sus engaños. También hizo especial hincapié en el peligro que representaban para la Villa, siempre maquinando tras las sombras, conspirando contra el Kage y la paz y estabilidad del pueblo.
En definitiva, trató de concienciarles sobre lo cancerígeno y tóxico que era la Ribera del Sur, y les prometió que, si algún día llegaba a Kage, su primera orden sería exterminarlos del mapa.
Luego, tras tomar el tren, y a medida que las vistas a través de la ventana iban perdiendo en color y las lluvias del País de la Tormenta empañaban el cristal, los shinobis llegaron al acuerdo de ir a tomar algo caliente al vagón restaurante. La conversación dejó de ser monopolizada por Datsue, cobrando un tono más desenfadado y ameno. El Uchiha, no obstante, pudo sacar a relucir su amplio repertorio de chistes sobre Uzureños, e incluso se atrevió a relatarles un viejo poema, titulado el Himno de Uzushiogakure.
El viaje, pues, continuó entre bromas picantes sazonadas con algo de humor negro que haría llevarse las manos a la cabeza a más de uno que llevase por bandera lo políticamente correcto —y alguno que otro no tan correcto también—, dejando atrás la eterna lluvia de la Tormenta para adentrarse en el amparo proporcionado por los grandes árboles de los bosques del país del Fuego.
Datsue, tras la última parada del tren antes de llegar a su destino, pidió a ambos que le avisasen al llegar y regresó al vagón para desparramarse sobre el asiento y tratar de echarse una siesta, poniéndose un sencillo gorro de lana blanco sobre la cabeza de tal modo que le cubriese también los ojos.
Pese a lo incómodo del asiento, no tardó mucho en dejar que su mente flotase a medio camino entre la conciencia y lo onírico…
…hasta que una mano le sacudió el hombro.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Apenas hubieron salido del ascensor y tomado el camino que llevaba hacia la estación de la Ribera del Sur, Datsue empezó a despotricar como una amante despechada sobre los habitantes de aquellas tierras. Akame llevaba poco tiempo en Takigakure no Sato, pero hasta la fecha nunca había advertido ningún detalle que diera a pensar lo que su compañero les estaba asegurando con el corazón en la mano. Y no pudo evitar que, por cómo hablaba Datsue sobre la charlatanería engañosa de los sureños, se le viniera a la mente la cómica idea de que el joven Uchiha era en realidad originario de aquella Ribera, y que quizás su desprecio por ellos hubiese surgido después de que le echaran a patadas de allí.
Pese a las risas que se echó con su propio chiste, no pudo evitar alzar una ceja, escéptico, cuando Datsue aseguró que si fuese Kage no dudaría en exterminar a todos y cada uno de los sureños. Akame pensó que era una idea desquiciada, impropia de su jovial compañero, pero luego lo achacó a su carácter exagerado. Además, ¿qué probabilidades había de que aquel gennin acabara llegando a ser Kawakage? «Pocas, desde luego». O eso pensaba Akame.
El viaje en tren fue más ameno de lo esperado. Los chicos comieron algo, bromearon, contaron historias y luego algunos durmieron hasta llegar a su destino: la estación de ferrocarril de Taikarune.
Akame nunca había estado en aquella ciudad, muy famosa en todo Oonindo por su peculiar geografía, de modo que cuando las puertas del ferrocarril se abrieron, el Uchiha ya estaba presto para bajar el primero. Había guardado su capa de viaje en la mochila, porque a aquellas horas de la tarde el Sol pegaba con fuerza y hacía demasiado calor. En lo que respectaba a clima, no era tan distinto del de Takigakure.
Tras apearse del tren, el Uchiha de Inaka convenció a los muchachos para dar una breve vuelta por la ciudad, admirando su peculiar arquitectura —muchas casas estaban construidas en la propia ladera del gigantesco peñón, coronado por lo que tiempo ha había sido el castillo del Daimyo— y degustando algún que otro manjar típico del lugar. A media tarde los chicos decidieron poner rumbo hacia Tanifukai, la pequeña región de Hi no Kuni de la que los Yamabushi eran regentes, por la gracia del Daimyo. Calcularon que tardarían unas dos horas y media en llegar.
«Justo para la cena».
Yoshi, como ahora es tu turno, puedes simplemente rolear nuestro viaje por los bosques y quedarte a las puertas de la fortaleza, o rolear también el sitio. Por mi parte tienes plena libertad para hacerlo, simplemente ten en cuenta que Tanifukai es una pequeña región rural típica (casas de campesinos y hectáreas de cultivos, un santuario y una gran fortaleza donde vive el Daimyo, sus soldados, comerciantes y otros individuos con profesiones de prestigio) que cubre mayormente un valle bastante profundo y atravesado por un río poco caudaloso.
Impaciente por llegar el viaje resultó más ameno de lo que cabía esperar. Datsue recitó un monólogo llevando así las riendas de la conversación en todo momento, primero habló sobre las gentes de la Ribera Sur cuando íbamos a tomar el tren con un sospechoso desprecio, tanto que incluso me dejó un sabor amargo. Cierto era que cada lugar tenían sus costumbres pero aquello se me antojó como demasiado "drástico" cuando comentó lo de exterminar a todo el mundo si llegara a Kage.
Por mis adentros sabía que alguien con un pensamiento tan radical, difícilmente podría llegar a ser nombrado Kage. Yo por mi parte, sin querer meterme en una discusión infinita y sin salida, solo indiqué para suavizar y para zanjar el asunto, que yo abogaba más por el dialogo, la negociación y el entendimiento. Para mi pelear era el último de los recursos, exterminar un sin sentido total.
Ya después durante el viaje en tren, nos conocimos un poco más, y madre mía con Datsue, era un diamante en bruto, más bruto que diamante eso sí. El tío tenía un repertorio de chistes de esos para adultos que ya me gustaría saber de donde los sacó, por que había tener una mente un poco torcida para que le pudieran resultar graciosos a uno. Pero bueno yo trataba reír cuando el se reía por cortesía. Aún así la conversación me resultó útil para psicoanalizarlo, llegué a la conclusión de que se trataba de un tipo "potencialmente inestable". Por el otro lado Uchiha Akame, era mucho más reservado y por ende prudente. Entendí enseguida que se podía confiar más en el de todas todas.
Al final después de un breve descanso el tren realizó su última parada llegando a Taikarune, Akame se apeó el primero y nos invitó a que diéramos un vuelta por la espectacular ciudad, a lo que yo accedí gustoso. Así aprovecharía con makimono en una mano y pincel en otro, a hacer unos bocetos de la ciudad en su conjunto y después centrarme en el gran castillo en otro. Era un dibujante hábil y podía hacer unos trazos mientras caminábamos sin perder de vista a mis compañeros pero donde más aproveché fue cuando paramos a comer un poco, probando cosas típicas del lugar. El ratón de tinta que aún estaba sobre mi hombro desde el comienzo del viaje, daba tumbos de vez en cuando de un hombro a otro observando todo y actuando como si de un ratón de carne y hueso se tratara.
Casi cayendo la tarde, decidimos llegar a nuestro verdadero destino, Tanifukai. Yo no era conocedor del lugar pero con ayuda de un mapa no había de que preocuparse. Llegamos a la conclusión que el viaje nos supondría poco menos de tres horas, para mí eso era mucha caminata por lo que cuando nos adentramos en el bosque saqué nuevamente mi makimono y kit de pintura, hice unos trazos, canalicé un poco de chakra en la pintura y de repente, brotó un inmenso león de tinta de dos metros que posó majestuoso y amenazador.
Después subí en el como si fuera un corcel y me llevó durante todo el recorrido sin tener que sufrir aquella tortuosa caminata. El bosque era denso y profundo, sin embargo para los shinobis de Takigakure eso no nos suponía ningún impedimento. El viaje a través del bosque fue tranquilo para nuestra sorpresa ya que se advertía en el pergamino de la misión que estas zonas no son seguras pero bueno, lo achacaba a mi suerte o quizás fuera la calma antes de la tempestad. No tuve inconveniente de hacer las paradas que necesitaran mis compañeros para descansar, aunque no fuera muy buena idea detenerse más de la cuenta, pues en estas épocas del año oscurecía bastante temprano y las temperaturas descendían bastante en cuanto se ponía el sol.
Para mi sorpresa, mis compañeros de viaje eran bastante rápidos, permitiéndonos llegar un poco antes de lo previsto pues sin darnos cuenta el bosque quedó atrás y ya se podían ver los cultivos, y un poco más adelante una tímida aldea dividida por el cauce de un pequeño río. Yo bajé de mi león y le ordené que se introdujera en el makimono de donde salió, no quería llamar la atención más de la cuenta. Tomamos el camino de tierra en el que los lugareños transitaban sus mercancías del campo sobre sus carromatos y que llevaba directo a la aldea, estaba constituida casi su totalidad de casas de gente humilde y solo destacaban algún que otro puente que madera que servía para cruzar de un lado a otro del pequeño río, lo que sería un templo de a saber que Dios y el castillo perteneciente a la familia Yamabushi.
Una vez a los pies de la aldea lancé la pregunta a mis compañeros de que hacer. -¿Descansamos primero o vamos directos a pedir audiencia con los Yamabushi? La verdad que tenía ganas de ver aquella fortaleza desde dentro.
—¿Descansar? —preguntó Datsue, atónito—. Para eso primero habría que estar cansado.
Tras el pequeño arrebato de orgullo, el Uchiha encabezó la marcha hacia la fortaleza. Lo cierto era que llevaba un tiempo rezando por poder parar. Tenía los pies doloridos y agujetas en los gemelos de tanto caminar, pero sabía muy bien que, si se paraban a descansar, él ya no sería capaz de volver a levantarse.
Si me hubieses hecho a mí también ese león de tinta…, se lamentó Datsue, mirando de soslayo a Yoshimitsu con cierto rencor. Todavía recordaba el respingo que había pegado cuando su compañero lo creó de la nada. Bueno, de su tinta. Y es que Yoshimitsu, aparte de buen dibujante, parecía poseer unas habilidades extraordinarias que le permitían dar vida a lo que plasmaba con el pincel.
Algo que sin duda era la mar de útil, por lo que había podido apreciar.
Los pasos de los tres shinobis resonaban ahora sobre la carretera de adoquines que cruzaba la aldea de parte en parte, paralela al río, tras abandonar el camino de tierra por el que habían estado circulando momentos antes. Un viento fresco soplaba desde el norte, y el Uchiha hizo reaparecer su túnica mediante una simple inyección de chakra para protegerse del inminente frío invernal nocturno.
Por el camino, se cruzaron con varias personas, aparte de los que conducían los carromatos en dirección a la fortaleza y que, llegados a cierto punto, terminaban por girar a izquierda o derecha en alguno de los múltiples caminos de tierra que nacían de la calle principal, perpendiculares a ésta. Datsue se fijó especialmente en un grupo de niños con ropas harapientas y deshilachadas, en un rango de edad que abarcaba desde los ocho hasta los catorce, y que parecían estar jugando al gato y el ratón.
Un breve pinchazo de nostalgia penetró el corazón del Uchiha, que transformó su expresión cansada en una pequeña y breve sonrisa, que en seguida desapareció cuando volvió a enfocar la mirada al frente. A la fortaleza.
Datsue no podía decir que fuese el mayor bastión que hubiesen visto sus ojos. Ni el más imponente. Ni siquiera con el que contaba con las murallas más altas y gruesas. Pero tenía que reconocer que, dentro de su humildad —si es que una fortaleza podía tener tal adjetivo—, se veía bien protegida. Estaba rodeada por un gran foso, seguramente abastecido por el río, que discurría pegado a la izquierda, y pese a que la muralla principal no era muy alta, sí parecía estar bien mantenida, sin huecos ni orificios entre las piedras labradas que la componían.
Un puente largo y ancho, sin demasiados ornamentos ni florituras pero en el que cabían perfectamente hasta tres carromatos puestos de forma paralela, conducía al gran portón de la entrada. Un yaguramon, para ser más específicos, siempre y cuando los ojos y memoria del Uchiha no le engañasen.
Datsue se permitió suspirar, aliviado de que la caminata hubiese llegado a su fin, y apenas murmuró un par de palabras en bajo:
—Al fin...
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
La travesía de los shinobi siguió su progreso a través de los peligrosos bosques de Hi no Kuni. Lo que tiempo ha fuese un remanso de paz y tranquilidad se había convertido, hace algo más de doscientos años, en un paraje hostil donde la flora —y, sobretodo, la fauna— parecían conspirar contra cualquiera que tuviese las agallas, o la mala fortuna, de poner un pie en la foresta.
Cuando por fin dejaron los frondosos árboles del bosque a sus espaldas, los jóvenes gennin dieron con sus huesos en Tanifukai. Akame no pudo evitar sentirse entre entristecido y curioso; las paupérrimas condiciones de los campesinos, la estructura de las viviendas y los caminos evidenciaban que aquellas tierras habían visto días mejores. «Quizás cuando Konoha era una de las Grandes Aldeas». El joven Uchiha no era un experto en historia, pero si algo sabía, era que cuando se producía una catástrofe como aquella y el poder cambiaba de manos, nada volvía a ser lo mismo para los habitantes de la región.
El cansancio había hecho mella ya en el equipo, que apenas tenía fuerzas para conversar, de modo que cuando Yoshimitsu propuso hacer una parada antes de presentarse ante el señor de la fortaleza, a Akame se le iluminó la mirada. Esos mismos ojos brillaron con desdén cuando Datsue —en un alarde de orgullo—, impugnó aquella posibilidad y siguió caminando hacia la gigantesca fortificación que coronaba el valle. «Maldito, ¿cómo puede no estar cansado?».
Sea como fuere, los chicos acabaron viéndose ante los enormes portones de la fortaleza de la familia Yamabushi. Akame no pudo evitar quedarse estupefacto al admirar los altísimos muros de piedra, el profundo foso lleno de agua y quién sabe qué más cosas, y las gruesas cadenas de hierro negro que sujetaban el puente de madera bajo sus pies. Aunque el Sol ya se estaba poniendo, tiñendo el cielo invernal de naranjas, añiles y violetas, los gennin tuvieron la suerte de que las puertas de la fortaleza aún estuviesen abiertas. A aquellas horas apenas se esperaba tránsito entre los campesinos y los habitantes del fortín.
—Ciertamente impresionante —concedió el de Inaka—. Creo que sería una descortesía por nuestra parte presentarnos ante el señor de tamaña fortaleza con el estómago vacío, ¿eh?
Akame estaba hambriento y cualquier excusa le serviría para saciarse. Cruzó el gigantesco arco de piedra del portón y admiró, atónito, el interior de aquella fortificación. Edificios de piedra y madera se derramaban apretados por cada rincón; viviendas, talleres de artesanía, tabernas. Pese a su tamaño, la fortaleza debía albergar un buen número de residentes. La mayoría vivían en el círculo exterior, justo después de las murallas, mientras que el castillo del señor Yamabushi podía intuirse en la lejanía, tras los muros del círculo interior. «Es tal y como se cuenta en las historias». Akame no era un experto ingeniero, pero la arquitectura de aquella fortaleza se correspondía con la de tantos relatos que cualquiera conocía.
Si sus compañeros estaban de acuerdo, el Uchiha entraría en la primera taberna que viese con la intención de comerse hasta un caballo —si es que lo servían—.
Aquella fortaleza era digna de admirar sin lugar a dudas, pero eso trajo consigo un dilema para el pintor que deseaba ansioso por ver sus interiores, y más aún apreciar las obras de arte que sin duda alojaría en su descomunal interior.
¡Por todos los Dioses habidos y por haber! ¡Es una oportunidad sin igual! Pensaba felizmente hasta que Akame que a diferencia de Datsue, optó por descansar y comer antes de presentarnos al señor del castillo.
—Ciertamente impresionante —concedió el de Inaka—. Creo que sería una descortesía por nuestra parte presentarnos ante el señor de tamaña fortaleza con el estómago vacío, ¿eh?
-¡Oh si! Contesté enérgico a lo primero. A lo segundo me lo pensé un poco más, inocente de mí ya pensaba en la hospitalidad del señor de aquel basto castillo, ofreciéndonos una cena digna de la realeza. Sin embargo, y siendo más sensato, Akame tenía toda la razón. Además no eran horas para presentarse ante el señor, más aún si estaba convaleciente.
-Yo opino igual que Akame.... Dije para darle autoridad, pues prefería que fuera él quien fuera la voz cantante del grupo. Aunque para mi, aquel viaje resultó más liviano que para mis compañeros, pues no solo fui transportado por mi invocación, sino que me atiborré durante la travesía por el bosque de raciones de viaje...no tenía mucho sentido llevar a cabo la misión si mis compañeros no estaban con sus facultades al máximo.
Bueno, esto es una tarea fácil...Se ve una buena taberna desde aquí Con una imponente chimenea que exhalaba una humareda digna y proporcional a la comida que se estaría preparando en sus cocinas. El olor no dejaba lugar a dudas, tanto icluso, que a pesar de estar satisfecho, se me abrió el apetito por el olor que llegaba hasta nosotros, más no quería pensar como deberían estar rugiendo la tripas de mis compañeros a los que no vi dar bocado desde que abandonamos Taikarune.
Era obvio aquello, pero aún así y dejándome llevar por mi instinto que tan bien me había funcionado desde que tenía memoria, alcé el brazo para dar prioridad a aquel lugar de entre todas las posibles opciones. -En esa taberna se debe comer como reyes, su chimenea va a todo trapo y huele que alimenta. Dije casi saboreando el aroma a leña y comida.
-¿Que me decís? Os advierto que tengo muy buen ojo para estas cosas...y para muchas otras ¡Ja já!. Dije con un tono bromista que me salía muy natural.
Sabía casi de forma instintiva que no habría objeción alguna, y bajo la seguridad que imperaba en aquel lugar, tomé de manera insólita la iniciativa y me adelanté para inspeccionar aquel edificio más de cerca. Que decir de aquello, conforme más te acercabas uno se daba cuenta que era el sitio por excelencia, pues la afluencia del ir y venir de la gente era algo a tener en cuenta. Justo al lado de la entrada del local se podía ver un pequeño establo para caballos que estaba hasta los topes. Del interior no solo se oía un millar de conversaciones aliñadas con alguna que otra carcajada de satisfacción, además sonaba la melodía de un instrumento de cuerda que a mi entender se estaba tocando con gran maestría.
-¿Entramos? Os invito a cenar si os parece...claro está... No quería poner a mis compañeros en un compromiso, pero quería entrar allí y tenía que dar un motivo de peso para salirme con la mía.
El equipo variopinto conformado por los tres shinobis de Takigakure atravesaron la primera línea defensiva de la fortaleza, y es que, según pudieron ver al entrar, el castillo del señor Yamabushi se encontraba rodeado por una segunda muralla, colocada en una lejana colina.
La cabeza de Datsue cayó hacia adelante, exhalando un suspiro explosivo: todavía les quedaba un buen camino por hacer.
Fue entonces cuando el mayor de los Uchihas sugirió parar a comer. Datsue no estaba muy por la labor. Prefería desafiar a la suerte y ver si el señor del castillo les ofrecía un buen banquete —y gratuito—, a tener que pagar por un caldo recalentado en cualquier tugurio de mala muerte. Sin embargo, Yoshimitsu estuvo de acuerdo, y como Datsue no quería tener su primera discusión por una tontería como aquella, se limitó a seguirles arrastrando los pies con desgana.
El lugar al que les condujo Zaibatsu no era del todo malo, pese a todo. Desde fuera ya se veía ruidoso, como toda buena taberna que se precie, y el rumor de una melodía lograba colarse entre las carcajadas y sonidos de las botellas y vasos al ser estrellados con violencia contra le mesa.
Entonces, el bueno de Yoshimitsu se ofreció a invitarles, y la mirada alicaída de Datsue no se pudo iluminar más.
—¡Por supuesto que acepto! —le respondió, dándole una sonora palmada en el hombro—. Pero sólo con la condición de que la próxima me dejáis invitar a mí, ¿eh?
Más animado que un Uzureño en vendimia, entró el primero en la taberna, y nada más hacerlo sintió la necesidad de quitarse la túnica de nuevo. El ambiente era cálido y con neblina —o lo parecía, pues la cantidad de tabaco que estaba siendo consumido en el interior provocó incluso la tos del Uchiha—. Había jarras de hidromiel y chupitos de sake entrechocándose por doquier, y un monje aparentemente ciego vestido con kimono naranja tocando un instrumento de cuerda junto a la chimenea, apagada. Datsue pudo intuir que se trataba de un biwa, aunque no supo apreciar de qué tipo, y pese a que la melodía sonaba bien no mucha gente estaba prestándole atención, perdidos en sus propias conversaciones y, especialmente, en lo que parecía ser una partida de cartas de lo más intensa, pues media taberna estaba rodeando la mesa en la que se jugaba comentando cada mano y punto perdido.
Datsue vislumbró una mesa vacía en uno de los laterales y acudió raudo y veloz a ocuparla, desparramándose sobre la silla y descalzándose disimuladamente para dar un respiro a sus doloridos pies.
—¿Os gusta el shogi? —preguntó, una vez se sentaron junto a él—. ¿O las damas, o juegos del estilo? Quizá podamos montar una luego, si os apetece y tenemos tiempo libre —propuso, animado por la expectación que estaba generando aquella otra partida.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80