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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Como no sabía cómo tomar aquel “Jum”, lo hizo de la manera que más le convenía a él. Es decir, como un .

Agarrando los antebrazos de ella, cruzados por delante de su cuello, arrastró como si se tratase de un saco de patatas a aquella triste y borracha kunoichi, mientras el viento gélido que se había levantado le zarandeaba de un lado a otro, haciendo que la lluvia se colase por cada recóndito lugar que todavía estaba seco… hasta entonces.

Cuando al fin llegaron a su casa —el noveno piso de un gran edificio—, el lenguaje corporal de Datsue gritaba al cielo ayuda. Tenía los gemelos y los cuádriceps ardiendo, los pulmones asfixiados y las manos y los dedos de los pies congelados por el frío. Se había planteado en no menos de cinco ocasiones tirar a Noemi en alguna cuneta y correr a refugiarse al cobijo de su hogar...

... y todavía no sabía si había obrado bien o mal al no hacerlo. Pero allí estaban, al menos.

Espera aquí un segundo —farfulló, agachándose para que se soltase y se sentase contra la pared, junto a la puerta. Entonces estiró la espalda y emitió un suspiro de alivio. Puede que Noemi pesase poco, pero tras cargarla durante no menos de quince minutos bajo la peor tormenta de verano que había visto en Uzu, para él pesaba como un mamut.

Se llevó una mano al pecho, donde siempre guardaba sellado la llave de su corazón… del corazón de su casa. Tras un leve gasto de chakra, extrajo la llave del pecho y abrió la puerta.

Oh, hogar dulce hogar.

El pequeño apartamento de Datsue era de lo más simple. Una mesa redonda en el centro, tan grande como para que pudiesen comer ocho personas en ella. Sin embargo, él la usaba para otros menesteres, y es que estaba cubierta por innumerables folios, pergaminos y libretas, en un aparente caos. Para él, sin embargo, constituía un desorden ordenado. Apenas le llevaría medio minuto encontrar tal o cual esquema de alguna de las novelas que tenía pensadas; la ficha de cualquier personaje; algún relato corto que hubiese escrito en el pasado; cualquiera de los pocos poemas que se había molestado en plasmar en papel —salvo el Himno de Uzushiogakure, el cual se había encargado de quemar y echar las cenizas a un pozo sin fondo el día en que había viajado junto a tres shinobis para convertirse en ninja de aquella Aldea—. También estaba, por supuesto, una carpeta con toda la contabilidad —clientes que sabía habían acudido a la tienda de Okane; la comisión exacta que se había llevado o debía llevar por ello…—.

Al frente, tras la mesa, un pequeño sofá tras una amplia ventana. Pegado a la izquierda, nada más entrar, la cocina, con una pila de platos sin lavar en el fregadero. También a la izquierda, entre la cocina y el sofá, una puerta que conducía a su habitación. Finalmente, a la derecha había otra puerta, que conducía al baño.

¿Te las arreglas para pasar o necesitas ayuda? —preguntó, volviendo a echar una ojeada a Noemi. Esperaba que por lo menos aquella vez vocalizase algo entendible.
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#17
Seguramente habría sido mucho menos trabajoso para el Uchiha si se hubiese tomado la libertad de tomar por las piernas a Noemi, pero en su lugar prefirió que arrastrase los pies en claro peso muerto y la muy ebria siquiera se mostraba molesta por eso, en su lugar daba alguna débil señal de que seguía viva mediante el hipo que no se le pasaba.

—No quiero —Se quejó una vez más —. No quiero lentejas —concluyó al fin.

Pero ya era tarde para que Datsue se plantease el llevarla a su casa, ¿verdad? Después de todo ya la estaba depositando en el suelo a un lado de la puerta cuando la chica se dignó a completar la dichosa frase.

Por si fuera poco, cuando el chico la dejó en el piso la joven simplemente se dejó caer a un lado y comenzó a rodar por el piso, sin motivo aparente y soltaba un ligero sonido que se asemejaba al de un animal gruñendo muy suavemente, interrumpido únicamente por el insistente hipo.

En un momento incluso se chocó el marco de la puerta pero lejos de quejarse retomó las vueltas en sentido contrario hasta que finalmente alguien le habló y en consecuencia se levantó de golpe dándole la espalda a la puerta abierta y gritó sin ningún tipo de reparo.

—¡No quiero lentejas! —Y tras semejante exclamación, la kunoichi se dejó caer de espaldas al piso a peso muerto, quedando únicamente sus pies fuera de la vivienda.

Luego de todo lo que llevaba haciendo la vestimenta de la rubia ya estaba completamente desarreglada, cualquiera que la cruzase en la calle seguramente pensaría que acababa de salir de un callejón con su pareja de no ser por el color rojizo que adornaba sus mejillas y sus ojos.

—Quiero chocolate —balbuceó más para sí misma que para alguien más extendiendo ambas manos al techo como si pretendiese levantarse por arte de magia.
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#18
Lentejas. No quería lentejas. No sabía que tenía que ver aquello con su pregunta, pero se lo tomó como un “no, tendrás que arrastrarme también a casa”. Pero Sakamoto Noemi no se caracterizaba por ser una chica que pusiese las cosas fáciles, tampoco en aquella ocasión.

Imbuida por el alcohol, empezó a rodar sobre el suelo haciendo todo tipo de sonidos y movimientos extraños. Una situación de lo más cómica, sin duda, de no ser porque estaba empapado y muriéndose de frío.

Luego llegó el castañazo. Un golpe brutal contra el marco de la puerta que hizo llevarse las manos a la cabeza a Datsue. Noemi, sin embargo, parecía no notar ni sentir nada, como si el alcohol también le hubiese privado, a parte del raciocinio, de cualquier tipo de sensación como el frío, el dolor…

«o la vergüenza»

¡No quiero lentejas!

Maldita sea… ¡Noemi! —Datsue llegó justo a tiempo para cogerla en sus brazos antes de que se diese de bruces contra el suelo, al mismo tiempo que aprovechaba para taparle la boca con una mano e impedir que siguiese gritando y despertando a todo el vecindario.

«Como alguien me vea en estos momentos igual se va a pensar lo que no es… Joder, tía, al final me vas a acabar metiendo en un puto lío. Para qué habré ido yo al Bosque de Azur esta maldita noche…»

Arrastrada hasta el interior de su casa, la dejó caer lo más suave que pudo contra el suelo y se apresuró a asomar la cabeza al pasillo. Parecía que seguía tan desierta como antes. Aliviado, cerró la puerta y dejó escapar un suspiro. Lo último que le faltaba era que alguien le tomase por un violador.

Quiero chocolate.

Y yo un barco —replicó—. Pero así es la vida. No se puede tener todo lo que uno quiere.

La había arrastrado por media Uzu mientras le caía una tormenta del copón y no paraba de farfullar cosas ininteligibles. Mucha suerte creía tener si además se pensaba que ahora se iba a convertir en uno de sus criados para hacerle chocolate con churros. Aunque ahora que lo pensaba, nada más le apetecía en el mundo en aquellos instantes que chocolate con churros…

Tú… espera aquí un momento. Ahora vuelvo —En el estado en el que se encontraba, no creía ni que se pudiese mover de quererlo. Aparte de rodar, claro.

El Uchiha entró en el baño —sencillo, con una ducha con puerta corredera de cristal al frente, un váter a la derecha y lavamanos con armario a la izquierda—, y cogió una toalla del armario. Entonces cruzó el salón hasta su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Un par de minutos más tarde, Datsue salió con el pelo suelto y medio seco. Se había cambiado la ropa por una camisa de tiras de estar por casa y un pantalón corto, de chándal. En sus manos, ropa seca que, esperaba, le pudiese servir a Noemi. Tan solo se trataba de una camiseta ancha y larga y unos pantalones estrechos y cortos. Los dejó encima del bidé.

Noemi, te acabo de dejar una toalla y ropa seca en el baño. Ve y… bueno, eso. En eso no te voy a poder ayudar, me temo.
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#19
Desde afuera seguramente parecía un secuestro, es decir, un chico tapándole la boca a una chica para arrastrarla al interior de un departamento y luego dejarla tirada para así cerrar la dichosa puerta. Cualquiera lo imaginaría, obviamente, pero al final la chica estaba tan ebria que ni siquiera se sabía su propio nombre, solo sabía que se estaba muriendo de frío y que quería chocolate, pero no lentejas.

—Joo… —Respondió ahogándose en su propio hipo para luego abrazarse a sus piernas y comenzar a rodear en el mismo lugar donde la dejaron.

A veces se golpeaba con las paredes, otras con algún que otro mueble, incluso se las arregló para dar una vuelta carnero allí mismo y quedar tumbada boca arriba. Momento en el que aprovechó para estirarse completamente tanto de brazos como de piernas y mirar el techo una vez más. Estaba oscuro, nadie se había tomado las molestias de encender las luces…

Mientras el dueño de la casa hacía sus cosas, la rubia terminó por sentarse con las piernas cruzadas y una mano en el piso para ayudarla a mantener el equilibrio. Tenía una mirada que parecía indicar que se moría de sueño, ojos entrecerrados, boca entreabierta y vista perdida en la nada absoluta. Luego de unos segundos de permanecer así, terminó por llevarse el pulgar a la boca para morder la punta de la uña, aunque con suma delicadeza como si no quisiera dañarla.

Finalmente Datsue regresó luciendo considerablemente diferente cosa que la borracha pudo notar fácilmente y ladeó la cabeza.

—¿Y tú qué? —preguntó con mirada sospechosa y llevando ambas manos a sus tobillos.

Y simplemente eso, lo miraba sospechando que se trataba de alguien más, no iba a fiarse así como así de un completo desconocido…
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#20
¿Cómo que yo qué? —Maldita sea, ¡aquella chica estaba consiguiendo ponerle de los nervios!

Se llevó una goma de pelo que tenía en la muñeca a sus cabellos sueltos, formando rápidamente un moño con él. Luego, caminó hasta Noemi y se colocó a sus espaldas, cogiéndola por debajo de las axilas y arrastrándola por el suelo hasta el baño.

Toalla —señaló la toalla—. Ropa —señaló la ropa—. A secarte y a vestirte, ¡y no sales de aquí hasta que hayas hecho las dos cosas! —exclamó, como si en lugar de a una kunoichi le estuviese echando la bronca a una hija o hermana pequeña.

Con la paciencia agotada, cerró la puerta del baño de un portazo y se dirigió a la cocina, encendiendo una pequeña bombilla que había en el techo, cuya luz no tenía la suficiente intensidad como para llegar al otro lado del salón. Abrió la nevera y se puso a rebuscar… ¿Qué se suponía que era bueno para las resacas?
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#21
La respuesta que recibió no le había agradado para nada y por ello se puso a gruñirle a aquella persona que le había estado dando órdenes, hasta que se ató el cabello y volvió a reconocerle. Motivo por el cual se le dibujó una estúpida pero alegre sonrisa en el rostro y sin soltarse los tobillos se echó hacia atrás dispuesta a tumbarse nuevamente.

Para su sorpresa, el chico la había alcanzado a atrapar por las axilas antes de que se lleve otro golpe innecesario y así como la atrapó, la arrastró y casi más la tiró dentro del baño, lugar donde rodó un poco hasta chocar contra el váter y allí, en posición fetal miró fijo a Datsue como si hubiese recuperado la cordura. Pero el hipo que prevalecía le indicaría lo contrario.

Secarse y vestirse era la orden, toda una suerte para la Sakamoto que aquel yukata que lucía ya estuviese a punto de caerse por sí solo, incluso el nudo del obi estaba bastante desecho así que desnudarse le fue excesivamente fácil incluso ebria.

—Esa no es mi ropa —pensó en voz alta mirando inocentemente las cosas que le habían dejado.

Pero al final hizo caso, tomó la toalla, la dejó el piso y rodó sobre ella para así secarse casi como por arte de magia y luego tomó la ropa que le habían dejado.

La camisa le quedaba, se suponía que era holgada pero por la prominente delantera de la rubia no quedaba tan así, por lo menos en esa zona, los brazos y el vientre sí que quedaban bastante despegados de la tela y finalmente, era lo suficientemente larga para que le quedase como una especie de camisón. Pero había un ligerísimo problema y ese era el pantalón, demasiado ajustado para el trasero de la kunoichi que luego de un par de intentos se rindió y lo dejó tirado por ahí.

Y claro, estaba ebria pero era sumamente obediente, por ello se vio obligada a quedarse encerrada allí mismo porque técnicamente no estaba completamente vestida pese a que la camiseta cubría todo lo que necesitaba.

Como no debía de salir, Noemi decidió tumbarse sobre el tapete de delante de la ducha, zona cómoda pero bastante reducida donde ni en posición fetal entraba completa pero era la mejor opción que tenía para echarse a dormir.
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#22
Uchiha Datsue se había decidido finalmente por una infusión de manzanilla, poniendo a hervir un poco de agua en una cacerola. Aquello era mano de santo para cualquier cosa, y suponía que para una resaca en la que además, había vomitado, también. Vertió el agua humeante en una taza blanca con el símbolo de Uzu dibujado en un lateral, echó la manzanilla y, para endulzarlo, una cucharada de azúcar. Luego removió con una cuchara y dejó que reposase.

•••

Toc, toc, toc. Los nudillos de Datsue golpeando la puerta del baño, mientras sujetaba con la otra mano el té. Ya había pasado tiempo suficiente como para que se hubiese secado y vestido como diez veces, pero la kunoichi no había salido de allí ni dado muestras de vida.

«Me cago en la puta… Como se haya resbalado y dado la cabeza contra la pared...»

¡Noemi, voy a pasar! ¡¿Entendido?! —Nada al otro lado. Temeroso con lo que se pudiese encontrar, entreabrió la puerta y…

… allí estaba ella, vestida con la camiseta y más o menos seca. Había dejado tirado el kimono por el suelo y se había colocado encima del tapete, tumbada como un bebé en el vientre de su madre.

¡N-noemi! —balbuceó, ruborizado. Acababa de darse cuenta de que no había logrado, o querido, ponerse su pantalón—. Te he traído algo de té, te sentará bien. Vamos, no puedes dormirte aquí.
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#23
Lo había intentado y no lo había logrado, así que no tenía sentido que la chica insistiera y como le habían ordenado no saliera si no estaba vestida pues decidió buscarse un lugar donde pudiera dormir más o menos bien, después de todo los baños tienden a ser lugares fríos y ella al menos estaba muriendo de frío y así lo estaba comenzando a demostrar su cuerpo con los temblores.

—No puedo —Respondió desperezándose y quedándose en el piso algo más estirada —. No me vestí —concluyó con una mirada adormilada a la que acompañó con un notorio bostezo y luego más hipo.

Y así como lo dijo, ignorando absolutamente todo lo demás, la chica se volteó más que dispuesta a seguir durmiendo aunque su cuerpo temblase por el frío que estaba sintiendo.
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#24
B-bueno. Te has vestido lo suficiente, Noemi. Lo suficiente.

La mirada de Datsue se paseó por la figura de Noemi, que ahora, desperezada, enseñaba unas piernas esbeltas que no parecían tener fin. La camiseta tapaba lo que tapaba, y el Uchiha casi podía distinguir lo que podría considerarse el final de las piernas para empezar a llamarse el…

¡Flash! Un chorro de sangre saliendo disparado de sus fosas nasales. «Por Rikudou, ¡contrólate!» Con el corazón a punto de salírsele por la boca, el Uchiha dejó la taza junto al lavamanos y se apresuró a abrir el grifo para limpiarse la cara, mientras respiraba hondo. Notaba palpitaciones en el cuello, en el pecho, en el... Sacudió la cabeza, mirándose al espejo. «Tío, hoy más que nunca tienes que pensar con la cabeza. ¡Con la ca-be-za!»

Todavía con el corazón encabritado como un potrillo en época de celo, se agachó junto a Noemi, tratando de apartar la mirada de un cuerpo que incitaba al pecado, y pasó un brazo bajo sus rodillas y otro tras su espalda.

Por Rikudou, mi espalda —gruñó, cuando la levantó a pulso. Caminó descalzo hasta su habitación, un pequeño habitáculo conformado por una sencilla cama de sábanas blancas, un armario empotrado al frente, un pequeño escritorio en un lateral y una ventana en la otra. Con la oscuridad, Noemi ni siquiera podía distinguir los pósters que había sobre el escritorio ni las pintadas en las paredes.

La dejó con toda la suavidad que pudo en la cama. Luego la arropó con rapidez, como si su cuerpo fuese el Genjutsu ocular de un Uchiha al que era mejor no mirar, por los peligros que acarreaba...

B-bueno, pues ahí te quedas, sí. Será mejor que yo vaya a… a dormir al sofá. Porque dormir contigo sería del todo improcedente, sí. —Datsue todavía no se había movido ni un ápice de allí—. También te digo, Noemi. También te digo. Que somos compañeros de Aldea y esto en misiones va a ser el pan de cada día. Tener que dormir con alguien, me refiero. Por falta de camas o lo que sea. Pero no… yo soy un caballero —dijo, más tratando de convencerse a sí mismo que a Noemi, de quién dudaba estuviese entendiendo ni una sola palabra—. Un caballero… sí. Ese sofá es malísimo para la espalda, eso sí. Y yo tengo lumbalgia, ¿lo sabías? ¡Y-y una hernia discal! Y luego de cargar contigo todo el camino… —la fuerzas le estaban volviendo a fallar. Apretó los dientes e hizo de tripas corazón—. Pero no, ¡no te preocupes por mí! Dormiré en el sofá, muerto de frío por no tener más mantas… Pero insisto. Duerme tranquila.
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#25
Le era indiferente, ella no estaba vestida y allí se quedaría hasta que alguien le dijera lo contrario. Ese alguien siendo justamente aquel que se lavaba la cara a saber por qué. Total, ella no se entera de nada allí tumbada y muerta de frío, al menos hasta que alguna fuerza misteriosa la despegó del tapete y algo adormilada miró a su alrededor en busca de alguna explicación creíble.

Muy lentamente la cabeza de la rubia se giró hasta ver a Datsue, quien justamente la estaba cargando y terminó por tumbarla sobre la cama y cubrirla con las sábanas… Pero no era suficiente para que no sintiera el frío de aquella noche.

¿Qué le dijo? A saber, pero Noemi tenía una sola idea clara y la llevaría a cabo así no le guste al contrario.

—No —sentenció muy segura de sus palabras y con el ceño fruncido.

Sin esperar a alguna reacción, atrapó al Uchiha por la camisa y tiró de esta con solo una mano, dispuesta a tumbarlo sobre el mismo colchón que ella había estado ocupando aunque claro, seguía lo suficientemente ebria para no tener nada de fuerza, menos si considerábamos que lo intentaba con una sola mano.
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#26
¿Un Uchiha como él, ver venir la mano traicionera y confusa de una borracha gennin? No, por supuesto que no lo vio venir. No con aquella oscuridad. ¿Él, un shinobi entrenado física y psicológicamente para resistir los golpes más duros, mantenerse en pie tras el débil tirón de una chica adormilada? No, por supuesto que no fue capaz de resistirlo. No con la cama en medio, que actuó como la zancadilla más traicionera y le hizo perder el equilibrio. Ya podría haber sido el mayor especialista en Taijutsu que aquello era tan inevitable como la derrota de un Kusareño en combate.

O todo eso, al menos, fue lo que se respondió a sí mismo aquella noche y los días venideros.

¡Noemi! —exclamó, con un tono agudo, como indignado—. Por los Dioses, Noemi. Esto es del todo improcedente —Datsue había caído encima suya, y el chico se había apresurado a ponerse a un lado. A su derecha: Noemi. A su izquierda: la pared. ¿Quién podía culparle de haberse quedado allí? Ni el shinobi más astuto hubiese encontrado una vía de escape de aquella trampa mortal—. B-bueno, ya que insistes… Supongo que es lo mejor, sí. Además, es lo que nos enseñaban en la Academia, ¿no? A dormir bien juntitos, como camaradas, para guardar el calor corporal en una noche fría. Y no hubo noche más fría en todo Oonindo que esta, ya lo creo que no. ¿Quién podría culparnos?

Como no había nadie —al menos no cuerdo— para decir nada, se respondió él mismo:

Nadie, nadie. Por supuesto que nadie podría culparnos. Todos hubiesen hecho lo mismo. Todos.

Así que, ahora sí, respaldado por unos fundamentos morales inquebrantables y sin fisuras, se echó bajo las sábanas, boca arriba, más tieso que el bolsillo de un Kusareño —pues todos sabían que de verduras y patatas uno no se hacía rico—.
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#27
Casi parecía que al contrario le estaba agradando la situación, por lo menos por cómo se dejaba mandonear por una ebria y de paso seguramente habrá aprovechado el momento para tirársele encima.

La rubia apenas soltó un quejido cuando el Uchiha literalmente se le tiró encima, pero pronto se hizo a un lado y entre tanto revuelo las sábanas se fueron lejos, pero al menos Noemi había conseguido lo que quería salvo por una cosa, el chico no paraba de hablar y eso la molestaba.

Pero no dijo nada, en su lugar simplemente levantó el torso con la ayuda de ambos brazos, pasó por encima suyo y se desplomó, aplastando su busto en la cara del contrario logrando así que se quedase callado de una buena vez. O eso era lo que ella suponía, pero que quería dormir era un hecho irrefutable. Aunque se estaría mejor si hubiese una cobija encima de ambos.
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#28
Pues como te decía, Noemi, como te decía. No va y el muy Kusareño me dice: “Oiga, que yo no le digo a usted como hacer una misión. ¡No me diga a mí cómo se plantan las lechugas!” ¿Te lo puedes creer? ¡Un Uzureño dando lecciones a un Kusareño de cómo plantar lechugas! Y porque no escuchaste lo mejor. ¡Ja! Lo mejor viene cuando me entero que el muy cazurro planta las patatas en luna llena. ¡En luna llena! Pero, ¿a quién se le ocurre hacer semejante barbaridad? Todo el mundo sabe que la luna llena quema las…

Datsue, que no callaba ni debajo del agua, se vio de pronto aplastado por dos turgentes y enormes pechos, que se amoldaron a su cara de tal forma que solo podía indicar una cosa: Noemi no llevaba sujetador. Y aquella súbita revelación, añadido a la situación en la que se encontraba, hizo que casi le diese un infarto.

Ahogado y atrapado en una trampa mortal, Datsue se demoró más de la cuenta en reaccionar. Aquello era como un Genjutsu, o un avanzado Fuuinjutsu que te atrapaba y paralizaba de cuerpo entero, incluida la mente. Pero era peor que aquello. Mucho peor. Era como sentir un terrible picor en alguna parte del cuerpo —y no precisamente cualquiera— y no poder rascarse. Como cuando te hacían cosquillas en la planta de un pie y debías permanecer quieto e inalterable para no perder una apuesta.

En definitiva, una tortura que ni el shinobi más experimentado podría resistir. No por mucho tiempo, al menos.

Encontrando una fuerza de voluntad en algún recóndito y escondida parte de su ser —que creía no tener—, hizo de tripas corazón y trató de hacer bajar a Noemi, agarrándola por los hombros y tirando de ella para poner su cara a la altura de la suya.

Otra parte de su cuerpo no estaba para nada de acuerdo con él. Protestaba, enérgica y con vida propia, hacia el sentido contrario. Pero era eso o… No, mejor no pensar en la segunda opción. Suficiente fuerza de voluntad estaba demostrando ya como para dejar volar su mente en imaginaciones demasiado buenas para ser realidad, y que a la vez aquella noche estaban... tan al alcance de su mano.
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#29
Una vez conseguido el silencio absoluto la Sakamoto esbozó una sonrisa triunfal y se quedó estática en aquella posición, justo encima del rostro del contrario hasta que este la obligó a deslizarse hacia abajo y claro que sus pechos terminarían por refregarse por toda la cara del chico. No es que a ella le importase demasiado, después de todo se quedó quieta y feliz allí, bien apegada al chico que le proporcionaba algo de calor…

Que ya podría ser mejor con la maldita cobija
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#30
Por suerte —o por desgracia, según se mirase—, Noemi no puso resistencia a retrasar su cuerpo, dejando que el pecho reposase sobre el suyo —lo cual no era una sensación menos reconfortante, ni mucho menos— y apoyando la mejilla en su hombro.

Tras unos minutos de duda, datsue se atrevió finalmente a rodearla con las manos y abrazarla a la altura de la cadera. El olor a jazmín del perfume inundaba su olfato; la respiración de ella, rítmica y tranquila, le hacía cosquillas en el cuello. Todo era perfecto. Mejor incluso que el sutil tintineo de las monedas en su cartera. Que el peso de los ryō en su bolsillo. Que los fajos de billetes recién estrenados, con ese color verde, brillante e impoluto, y ese olor tan característico que desprendían, como si hubiesen sido recién sacados de la fábrica y todavía estuviesen calientes…

«Oh, sí...»

Vale, quizá no mejor que a billetes recién salidos del horno, pero sí a la misma altura. Aquello era, simplemente, maravilloso.

«Y espérate a que se lo cuente a Chokichi… ¡Ja! ¡El muy mamonazo se morirá de envidia!»




Pero como todo en aquella vida, todo tenía su momento. Su minuto de gloria. Aquella sensación de buena fortuna pronto empezó a convertirse en un picor en la espalda. En un brazo dormido —el que más peso soportaba del cuerpo de Noemi—, en una incomodidad horrible por no poder moverse. Datsue era de los que se revolvían una y otra vez en la cama, buscando siempre una nueva postura, otro lado sobre el que apoyarse… y empezaba a notar las terribles consecuencias de encontrarse atrapado bajo el yugo de una fémina, por muy guapa que le pareciese.

Soplaba, tratando de expulsar los pelos sueltos de Noemi que se le colaban por la boca. Tenía calor, mucha más de la que tendría bajo cualquier manta, y pronto descubrió que el sofá, sin duda, le hubiese acarreado muchos menos dolores de espalda…




Y así fue, para Uchiha Datsue, la noche. Una noche en la que casi no durmió, pero no por consecuencia de lo que le hubiese gustado…
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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