Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ella estaba bastante cómoda, había que admitirlo, pero seguía sintiendo cierto frío que podría mejorar si tuviera algo encima y en su lugar lo único que obtuvo fue un abrazo por la cintura que lejos de serle suficiente, resultó ser lo único que el Uchiha estuvo dispuesto a brindarle.
En consecuencia, el muy maldito se tendría que aguantar el pasar toda la noche con la rubia abrazada tanto con brazos como piernas ya que era la única buena fuente de calor y claro, por las posiciones de ambos tendría que soportar incluso que ella le estuviese respirando constantemente en la cara, echándole todo su aliento con aroma un tanto dulzón pero al mismo tiempo con una ligera fragancia a alcohol.
Sin dudas algo curioso considerando que minutos atrás había vomitado, casi parecía que tuviese flores en el estómago pero claro, eso sería mentira y totalmente imposible.
Las primeras luces del alba se colaron por la ventana, situada al lado del cabezal de la cama. Una franja de luz que cada vez se iba ensanchando y agrandando, dando forma y color a las hasta entonces borrosas figuras que componían aquella habitación.
Las paredes eran de un gris muy claro, casi blanco, combinado con un azul turquesa en las columnas. El armario estaba cerrado, y la sábana que Noemi había tirado a la noche yacía sobre el parqué del suelo. Un cuadro enorme estaba colocado en la pared de encima del cabezal de la cama. Un cuadro con un árbol dibujado en él, de grandes y profundas raíces que se sumergían bajo lo que parecía representar un río.
Sobre el escritorio, folios desperdigados. Un pequeño marco de foto estaba tirado boca abajo, ocultado su instantánea. Arriba, en la pared, un tablón de corcho con un montón de pósits de diferentes colores anclados a él con un alfiler. También había entradas, y dos boletos de la lotería con el número “89034” y “30034”. Pero entre todo aquel caos, lo que más llamaba la atención en aquel corcho era un simple papel. Una hoja de libreta, sin valor alguno aparentemente, pero que estaba colocado estratégicamente en el centro, a cierta distancia del resto. Y por eso destacaba. En él, un dibujo a lápiz de un Nekomusume, un espíritu mujer-gato de colores azules, claros y oscuros, rodeada en llamas doradas.
Finalmente, estaban ellos. Kunoichi y shinobi. Sakamoto y Uchiha. Datsue, que no había podido dormir en toda la noche, dormía ahora a pierna suelta, mientras un hilillo de baba le caía por la boca.
Mientras tanto, Noemi…
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La noche había pasado y tenía que aceptar que había dormido como nunca antes, aunque ya le hubiese gustado pasar un buen par de horas más allí y sufriendo un tanto menos del frío pero cómoda había estado todo ese tiempo.
De babear no hablemos, la chica entre tanta norma de etiqueta había logrado deshacerse de aquella habitual costumbre y ya no babeaba las sábanas ni nada similar, tampoco era muy de removerse sobre el colchón por lo que usualmente despertaba en la misma posición en que se dormía y probablemente esta fuese la causa de malestar del Uchiha que había caído como el colchón de la rubia.
Sea de una forma u otra, la rubia al recuperar el conocimiento pudo sentir un intenso malestar combinado, por un lado el estómago revuelto y por el otro un dolor inigualable de cabeza que la obligó a quejarse ni bien pudo.
—Puta madre… —Susurró manteniendo los ojos fuertemente cerrados y llevándose la mano a la sien para frotarse ligeramente.
Más que eso no dijo, se mantuvo en el colchón un buen rato padeciendo sin moverse hasta que de pronto se le ocurrió tantear en busca de la cobija que seguramente habría tirado por alguna causa desconocido. Y digo desconocida porque nunca antes le había ocurrido pero no se le ocurrió abrir los ojos para comprobarlo hasta que…
—¿Y esto…? —Se preguntó incrédula al tocar algo ciertamente rígido y también alargado.
Nada en su imaginación se asemejaba a algo así salvo tal vez por el mango de alguna katana, aunque las suyas eran bastante más cuadradas que lo que estaba tocando en ese preciso instante y sintió la imperiosa necesidad de abrir los ojos, es decir, si realmente tenía el mango de una espada entre sus manos sería un peligro considerando que estaba apenas despierta.
Y fue allí cuando se llevó la más grande sorpresa a la cual acompañó con un chillido extremadamente agudo y un salto que la hizo caerse de la cama. Primera señal de que no estaba en su casa ya que su cama estaba pensada justamente para dos personas y siempre dormía del lado que daba con la pared, por lo cual era imposible que se cayera de ese lado.
—¿¡Qué mierda me hiciste!? —Exclamó a todo pulmón, aun incapaz de comprender cómo diablos había llegado a la cama de Uchiha Datsue.
13/05/2017, 03:43 (Última modificación: 13/05/2017, 03:44 por Uchiha Datsue.)
Lo primero que notó fue una extraña sensación. Una presión, sobre cierta parte de su cuerpo. Cuando todavía estaba empezando a tomar conciencia de aquello, un chillido le reventó los tímpanos. Pero dígase una cosa de Uchiha Datsue: no es de los que se despiertan fácilmente.
—¿Ehm? —preguntó, medio adormilado, dándole la espalda. Al fin libre, lo primero que hizo fue cambiar de postura. Su espalda se lo estaba pidiendo a gritos, y su brazo adormilado también—. La verdadera pregunta es… —un bostezo largo y profundo interrumpió momentáneamente su respuesta—, ¿qué no me hiciste tú?
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La expresión de la Sakamoto era todo un poema al escuchar aquella pregunta, tan sereno que casi parecía ser verdad que justamente ELLA había sido quien dio el primer paso a todo lo que se estaba imaginando y temía.
—¿Qué…? —Alcanzó apenas a preguntar con los ojos abiertos como platos y con pulso tembloroso—. No jodas —respondió casi en un susurro.
Todavía no se podía imaginar a ella misma haciendo lo que se imaginó que ocurrió con él, con Uchiha Datsue y no con Haskoz. Por si fuera poco, si alguien se llegaba a enterar que se había olvidado tan fácilmente del peli-blanco seguramente su reputación se iría al garete y eso era hablar, después de todo se había pirado de los juegos de Uzushiogakure no Sato y por eso algunos ya la miraban mal, como si realmente fuese capaz de abandonar a sus compañeros en plena misión así como lo hizo con un festival como ese.
—Dime que no, dime que no hice nada —comenzó a balbucear con una sonrisa sumamente nerviosa mientras también se alejaba arrastrándose por el suelo.
En ese preciso instante se percató de algo sumamente importante, ella iba prácticamente desnuda, solo tenía una camiseta que siquiera era suya y por lo que podía sentir, se deducía que aquella camiseta era la única prenda que tenía encima en ese preciso instante.
—No puede ser, tú no eres Haskoz, es imposible que lo haya hecho yo… —prosiguió al mismo instante en que sus ojos comenzaban a inundarse en lágrimas que se ahogaron entre sus manos, las mismas las había llevado a su rostro para cubrirlo mientras que sus piernas se apegaban a su cuerpo para evitar quedarse en mayor evidencia de la necesaria.
13/05/2017, 04:05 (Última modificación: 13/05/2017, 04:07 por Uchiha Datsue.)
El Uchiha, ajeno a los lloros y el calvario que estaba sufriendo Noemi, seguía dándole la espalda, con las manos bajo su mejilla y las piernas engruñadas, medio dormido. Apenas captaba las palabras inconexas que la kunoichi iba soltando por la boca.
—¿Qué si no hiciste nada? —farfulló, todavía con los ojos cerrados—. Vaya que si hiciste. Me hiciste cosas que… nunca nadie me había hecho —que si hacerle coger una mojadura; que si tener que cargar con ella por toda Uzu; que si aguantarla encima toda la noche… Nunca nadie le había hecho tantas putadas juntas y había conseguido, al mismo tiempo, que el Uchiha no le mandase directamente a la mierda—. No sé cómo describirlo… —murmuró, tras un rato, mientras ponía el cuerpo boca abajo, con la cara todavía mirando en sentido contrario a Noemi—. Pero fue una locura. Una auténtica locura.
Por los Dioses, ¡incluso había empezado a rodar por el suelo del pasillo! Por no hablar que había tenido que silenciarla y arrastrarla al interior de su casa, con el consecuente posible malentendido de haberlo visto alguien. Sí, definitivamente nadie podía negar que aquello había sido una locura.
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Era curioso como una conversación podía adquirir significados tan distintos cuando uno no era lo suficientemente específico, es decir, la rubia hablaba de una cosa mientras que el chico hablaba de otra totalmente diferente, pero a falta de detalles ella pensaba que había hecho algo que seguramente el propio kage de la villa repudiaría tratándose de dos menores de edad, pero ya no podía hacer nada para remediarlo, o eso era lo que ella suponía.
—No puedo creerlo —respondió adoptando la posición fetal pero con mejor equilibrio para así esconder su rostro entre sus piernas.
Poco importaba si ocultaba ciertas partes de su cuerpo, según lo que Noemi entendía de Datsue, ya habían hecho demasiadas cosas que no iban acorde a la edad de ambos y él al menos, debería de conocer a la perfección el cuerpo de la kunoichi así que… No tenía sentido esconderse, no ahora.
Pero lejos de querer corroborar lo que el Uchiha le decía, la Sakamoto tomó todo como si fuera una verdad irrefutable y se dedicó a sollozar allí mismo, con la espalda contra la pared y las piernas flexionadas donde escondía su rostro. ¿Qué más podía hacer? En realidad muchas cosas, pero con semejante resaca no podía pensar un carajo de nada así que suponía que había tenido relaciones con él, aunque nada de eso hubiese pasado en realidad y ni siquiera su cuerpo sintiera algún tipo de molestia en relación a eso.
13/05/2017, 04:25 (Última modificación: 13/05/2017, 04:28 por Uchiha Datsue.)
La voz de Noemi llegó clara y nítida nuevamente a sus oídos, pese a que para su cerebro embotado por el sueño apenas cobrasen sentido.
—Ya… yo tampoco daba crédito.
Quería dormir y no le estaba dejando, y no había nada en el mundo que le pusiese de peor humor que eso. Pero trató de aguantar, estoico, rezando porque Noemi dejase ya de molestar. Con lo a gustito que estaba ahora en la cama, no pensaba levantarse en siglos.
Pero no, claro que Noemi no dejó de molestarle. Lo había hecho toda la noche, más borracha que un Kusareño tras una plaga en sus campos, y lo volvía a hacer ahora, aparentemente sobria.
Malhumorado —como cada vez que le despertaban—, alcanzó su límite con aquella chica. Hasta allí llegaba su paciencia.
—Oye, ¿se puede saber qué haces? —A medida que hablaba, trató de moderar su lenguaje y vocabulario, pese a que una nota de irritación reverberaba en su voz. Levantó la cabeza y la miró, con los ojos entrecerrados y sin distinguir más que la luz de la ventana, que le cegaba—. Intento dormir, ya que no me dejaste en toda la noche.
La primera puya. Con todo lo que había tenido que pasar por culpa de ella, probablemente no fuese la última.
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Que la chica estuviese llorando en un rincón de la habitación poco parecía importarle al chico, incluso si todo lo que ella se estaba imaginando era cierto, no parecía ser que el contrario estuviese ni un poco alegre por lo que se había dado aquella noche y eso definitivamente le hubiese llamado la atención a la rubia de no ser porque estaba muy mal emocionalmente y aparte soportando todo lo relacionado a la resaca.
Prefirió no volver a abrir la boca, llorar tan silenciosamente como pudiera y probablemente comenzar a buscar su ropa luego, pero antes de que pudiera siquiera ponerse de pie, el dueño del departamento decidió básicamente dejarle en claro lo molesta que le resultaba. Un impacto directo a su gran autoestima como una de las pocas selectas del clan Sakamoto.
Pero no abrió la boca, al menos no para responderle, simplemente le miró fijo por un instante y sin emitir ni un sonido se puso de pie y comenzó la búsqueda por su vestimenta. Suponía que alguna prenda estaría tirada en algún lugar del departamento, daba igual donde y en qué estado estuviese con tal de que sirviese para cubrir un poco más que aquella simple camiseta.
Tras mirar rápidamente cada rincón de la habitación y no encontrar nada, la chica decidió abandonar el dormitorio y seguir su búsqueda en algún otro lugar. Tenía que haber algo, incluso con todo lo que había en el lugar debería de poder hacerse aunque sea una mínima idea de lo que había pasado la noche anterior pero los dolores y malestares de la resaca eran demasiado intensos como para que pensara demasiado.
«No pude haberlo hecho, no es Haskoz… »pensaba la rubia aun incapaz de concebir lo que supuestamente ocurrió por la noche.
Nada más salir de la habitación, Noemi se adentró en un salón-cocina con una gran mesa redonda en el centro. A su izquierda, un sofá y una ventana. A la derecha, la cocina, con una pila de platos sin lavar en el fregadero, y al lado, una nevera. La mesa estaba llena de pergaminos, libretas y folios garabateados, en un aparente caos. Ningún rastro de ropa alguna, por otra parte. No hasta que se dirigiese al baño, cuya puerta abierta dejaba entrever lo que estaba buscando…
… su yukata negro. Estaba tirado en el suelo del baño, todavía húmedo y lleno de barro. Tenía un desgarrón largo que nacía en un lateral de la falda y casi llegaba a la altura donde debía estar su ombligo. Por otro lado, una taza con manzanilla, llena y fría, reposaba sobre el lavamanos.
Mientras tanto, Datsue se había vuelto a quedar dormido…
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La casa en la que se encontraba era bastante mediocre en comparación de lo que ella acostumbraba habitar, lo que más le chocaba probablemente sería la infinidad de platos sucios esperando a ser lavados y finalmente, mientras avanzaba casi que con miedo, pudo divisar a través de la puerta entreabierta del baño lo que parecía ser su ropa.
Un poco más tranquila de saber que no había sido arrastrada desnuda allí, la kunoichi se metió al baño y tomó el yukata para llevarse una sorpresa que la dejó horrorizada.
—¿Tan bruto fue? —Preguntó con tono tembloroso tras haber estirado la prenda.
No solo estaba empapada, sino que también estaba rasgada de modo que seguramente le resultaría completamente inútil. Para empeorar las cosas, la rubia encontró la prenda a un lado de la ducha, si a eso le sumamos que el yukata estaba húmedo, la chica pasó a suponer que no había sido una cosa simple y coincidía con lo dicho por el Uchiha. «¿También lo hicimos en el baño? »Se preguntó a sí misma queriendo echar a llorar a causa de todos esos malos entendidos que Datsue ni siquiera se molestó en aclarar.
«No puedo volver así a casa, todo el mundo me va a ver por el camino y por si fuera poco la familia va a interrogarme »lo peor seguramente sería que no se le ocurría ninguna manera de solucionar eso así que simplemente regresó a la habitación para luego sentarse a un lado de la cama y esperar pacientemente a que el chico despertase, tal vez pudiera darle alguna solución aunque claro, estaba enojado, cosa que realmente no podía entender tampoco.
14/05/2017, 03:00 (Última modificación: 14/05/2017, 03:02 por Uchiha Datsue.)
Noemi tuvo que armarse de paciencia. De toda la paciencia que había tenido Datsue con ella a la noche y puede que algo más, porque el Uchiha no era de esas personas que madrugaban. No. Él era justamente del tipo contrario.
Horas más tarde, la mente del Uchiha fue poco a poco cobrando conciencia. Pasaba del mediodía, y la principal razón por la que se estaba despertando era… el hambre, sumado a las crecientes ganas por beber algo. Tenía la boca seca, pastosa, y la comodidad que sentía en la cama pronto empezó a no compensar.
—Hmm…
Estiró los músculos, mientras entreabría los ojos. Una figura difuminada en la claridad se dibujó ante él…
—¡Hostia puta! —exclamó, asustado, echándose hacia atrás. Se dio un golpe en la cabeza contra la pared, que le hizo ahogar un grito y llevarse las manos a la nuca. Un pequeño chichón empezó a formarse rápidamente. Miró nuevamente hacia la chica que reposaba en su cama y…—. Ah, Noemi. —Se le había olvidado completamente—. Por un momento me olvidé de que… De que…
Avergonzado por su embarazosa reacción, sacudió la cabeza y se incorporó, sentándose con las piernas cruzadas mientras se quitaba las legañas de los ojos.
—¿Llevas mucho tiempo despierta? —preguntó, en medio de un bostezo.
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La Sakamoto supuso que la espera sería corta, el chico ya se había despertado una vez y debería de faltarle poco para despertar definitivamente y ese sería el preciso instante en que ella le pediría algún cambio de ropa que le sirviese mejor que aquella única camiseta que tenía.
Pero los cálculos le fallaron por mucho, pasaron cerca de cuatro horas en que la rubia se mantuvo sentada a un lado de la cama esperando pacientemente por algo que parecía no llegar nunca hasta que un jodido grito detrás suyo la hizo dar un salto y caerse de cara al piso. O bueno, no fue literalmente así gracias a la genética que amortiguó buena parte del impacto.
—¡Ya! —se quejó en lo que se volteaba para quedar sentada en el piso, allí donde cayó.
¿Llevar mucho? Un buen par de horas, pero daba igual eso.
—No mucho —respondió cabizbaja—. Por casualidad, ¿no tendrás un pantalón para prestarme? —consultó evitando todo tipo de contacto visual con el contrario.
Ya había dado por sentado todo lo que habían hecho aquella noche, podría haber consultado pero prefería no conocer los detalles de todo eso por más que el chico se mostrase de un mejor humor que horas atrás.
14/05/2017, 03:22 (Última modificación: 14/05/2017, 03:24 por Uchiha Datsue.)
Por suerte, no fue el único en hacer el ridículo. La Sakamoto, asustada por su golpe, se había dado de bruces contra el suelo, lo cual no hacía sino demostrar una verdad irrefutable: estaban hecho tal para cual.
Tras asegurarle que no llevaba mucho tiempo despierta —lo cual era entendible, tras la borrachera que se había pillado—, Noemi le pidió unos pantalones. Datsue se rascó la nuca, todavía dolorido.
—Ehmm… Sí, claro. Debería tener algo por aquí.
Rodeó a la kunoichi y abrió el armario empotrado del otro lado. Revolvió entre la ropa, malamente doblada una encima de la otra, y finalmente se hizo con un pantalón. Era un chándal de los que solía usar él. De esos de los que le llegaban bajo la rodilla y eran holgados en la entrepierna. Bastante flexibles.
—¿Qué tal te sientes, por cierto? —preguntó, mientras le ofrecía el pantalón.
Con el alcohol que se había metido entre espalda y pecho, debía tener una resaca de mil narices.
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Luego de su petición la Sakamoto se llevó una mano a la cara básicamente para sobarse un poco por el golpe. Lo más lógico sería en realidad que lo hiciera con la zona que se llevó el primer impacto pero se vería simplemente atroz y prefería no tentar de más a su suerte.
De esa forma el Uchiha accedió a la petición y tras rodearla rebuscó en un armario hasta encontrar un pantalón que suponía le quedaría a ella.
La chica se levantó, lo tomó entre manos y lo estiró para comprobar medidas a grandes rasgos. Tenía pinta de que le iría medianamente bien y por si fuera poco era elástico.
—Fatal, pero no te preocupes, ya me iré —fue lo que atinó a responderle con una mirada melancólica y un tono del mismo calibre.
Acto seguido, la rubia intentó ponerse el pantalón sin importarle que Datsue siguiera allí, después de todo se suponía que habían hecho de todo en prácticamente todo el departamento aunque si había algo curioso era que no sentía absolutamente nada en esas zonas más sensibles.
Tras ponerse el pantalón y asegurarse que este no se caería sin más, la chica volvió su mirada al dueño de casa.
—Mañana te devolveré la ropa ya lavada y… —hizo una ligera pausa—. Lamento todo lo ocurrido.
Dicho eso, la joven se dispuso a retirarse. Tampoco se sentía bien para entablar conversación, no quería hablar con él tampoco luego de todo lo que le dio a entender la noche anterior y para colmo le estaba debiendo hasta cierto punto por lo de la ropa, cualquier otro tal vez la hubiese dejado tirada en cualquier parte de la villa y sin nada que la cubriese.
Pero aun así, la chica si podía evitaría al Uchiha tanto como pudiese.