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Pese a estar contando algo absurdo e increíble para cualquier persona normal, para su antagonista no era nada llamativo. Es mas, se atrevió a inquerir que fuese como fuese, no le montase una "escenita" en el baño, que era lo último que ella quería. Aiko quedó dubitativa, no sabía si bien la chica la había tomado por loca, o si bien solamente lo decía por llevarle la corriente y que no se "matase" delante suya, solo por si acaso.
Insistió en que la creía, y rápidamente preguntó si le había contado acerca de eso a su kage. La pelirroja mayor alzó una ceja, incrédula. Ante ella, la pequeña insistía en que seguramente eso era mucho mejor idea que contarle éste tipo de cosas a una desconocida, mucho mas si se trataba de una kunoichi de otra facción.
Aiko tomó aire, y lo dejó escapar en un ligero suspiro.
—No, no se lo he contado a la Arashikage. —reveló. —¿Acaso no crees que me usarían de cobaya? Que sea kunoichi de Ame no libra que sea un arma mas en sus manos, y si descubren cómo hacer mas soldados como yo, conseguirían un ejercito imparable... Por mucho que sean lo mas parecido a una familia que tengo... me da miedo.
Pero, eso no libraba a la chica de la segunda contienda. ¿Por qué se lo contaba a una desconocida?
—No es que te esté subestimando como kunoichi, pero sinceramente... creo que mis técnica me permiten escapar de cualquier tipo de situación. Por eso mismo creo poder contártelo... aunque como bien dices, quizás no es una de la mejores ideas...
Cobaya, interesante término para la que habían usado justamente de eso para experimentar con un extraño sistema de conductos que si vamos al caso surtió efecto para bien, aunque en el caso de ella solo le venía bien para su lava y poco menos, seguramente con algún otro elemento de ninjutsu vendrían también muy bien como el agua, viento o tal vez fuego. Pero que va, ¿la tierra? Eso estaba jodido.
Pero por encima de todo, a ella al menos, a Ritsuko, le importaba un comino que la menospreciaran a nivel kunoichi, pero también era cierto que tenía un buen argumento para contradecir a la de Amegakure a la hora de decir aquello.
—Me da igual, en serio, no soy la gran cosa pero así como me lo cuentas mis compatriotas podrían hacerse la idea que tú misma mencionaste respecto a tu gente y al final, en caso que te atrapen, terminarían por usarte de cobaya igual solo que sería gente de Kusa y no de Ame —fue la respuesta que le brindó la de kusa a aquella mujer que parecía demasiado confiada a la hora de hacer semejantes confesiones.
No era que realmente le importase a Ritsuko, pero aquellas confesiones parecían más dignas de ser escuchadas por la mejor amiga del alma de aquella mujer y no por la primera fulana que se topó en el día, además que ella en particular no sentía ningún tipo de cariño por la contraria así que menos motivos tenía para preocuparse o hacerle algún tipo de terapia.
—Qué se yo, ya hubo unos renegados de Amegakure que me usaron de cobaya y así quedé —comentó mostrándole una válvula en la palma de su diestra—. No es que no sepa lo que se siente pero que va, usualmente te tienen drogada todo el rato y a duras penas te acuerdas cómo te llamas —agregó ya volviendo a acomodar su mano bajo el agua y de paso restándole importancia a todo.
Poco le importaba lo que pensaran, si total, las válvulas no era que estuviesen ocultas precisamente, menos para alguien como Aiko que la había visto desnuda.
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La menor no tuvo pelos en la boca para contestar a su antagonista —Aiko— soltando sin apego que tranquilamente sus compatriotas podían tener un efecto similar sobre su don; no hacía falta que repitiese que informar a una desconocida sobre esa "habilidad" era de las peores ideas que ésta podía tener. La verdad, razón no le faltaba. Pese a no darse aires de superioridad, al menos como kunoichi, si que tenía bien amueblada la cabeza. Al menos eso parecía en un principio.
—Dicho así... si que es cierto que no es buena idea decirle a una kunoichi de otra aldea. Haga lo que haga, terminaré siendo una cobaya.
Ritsuko no tardó en alzar la diestra, mostrando esos extraños orificios que bien tenía por todo el cuerpo. Sin tapujo, de nuevo, informó a la chica mayor que ella ya había sido víctima de ese destino. La pequeña había sido sujeto de pruebas de algún pirado de Amegakure, unos renegados según indicaba. Sin embargo, sus palabras parecían aguadas en dulces recuerdos, angustiosos momentos en que saboreó el néctar prohibido. Casi parecía añorar esa sensación.
—Ritsuko, que apenas recuerdes como te llamas a base de drogas no es ningún tipo de consuelo... —inquirió Aiko. —Mas bien lo contrario. No saber ni donde estás, ni como te llamas, ni qué propósito tienes en la vida... es peor que la muerte. Es lo último que desearía a nadie... ni a mi peor enemigo.
»En tiempos de "paz" no debería haber gente que realiza acciones tan denigrantes y atroces como esas...
La chica se irguió un poco, lo suficiente para poder tomar la otra botella. Sin demora, pero sin prisa, la tomó. Hincó los dientes en su cabeza, y la abrió tal y como había hecho con la anterior. Dejó caer un suspiro, y tomó la chapa de su boca con la zurda. Tras ello, la pondría junto a la botella vacía, y nuevamente dirigiría su vista a la pequeña.
—Sea como sea, lo importante es disfrutar el presente... dejemos de lado esas tonterías. —tras ello, la chica alzó un poco la botella, y tras ello le propinó un buen buche a la cerveza.
Claro que no era una buena idea y Ritsuko jamás desistiría en su postura ya que no había manera de convencerla de lo contrario, era estúpido, era ilógico, era jodidamente peligroso, casi tanto como ir a con tu kage y amenazarle con un kunai. ¿Suicida? El término se queda corto pero por mucho.
Pero como si nada Aiko cambió el tema, o mejor dicho lo enfocó en otra dirección para aprovechar a regañarla como si ella fuese la que estaba mal, pero seguramente la de Amegakure no contaría con que la de Kusa ya tenía experiencia con ese tipo de sermón.
—No puedo lamentarme por algo que no recuerdo, así de simple —fue la sencilla respuesta que le brindó a la contraria. Con un tono de voz tan sereno que dejaba en claro que no le importaba para nada.
Justo en ese momento la de cabellos cortos decidió abrir la segunda botella de cerveza lo cual le dio una buena idea para exponer su punto de vista, el por qué la de válvulas no se lamentaba en lo más mínimo por lo pasado aunque sí que agradecería el poder darles una paliza a los que le hicieron eso…
—Si ahora te doy un golpe en la cabeza, pierdes la memoria y me llevo la cerveza, ¿te lamentarías luego por la cerveza que te robé? Digo, no la recuerdas, no sabes que existió ni que la tuviste en primer lugar. Así es la cosa conmigo, por eso no me importa —explicó con el mismo tono de siempre.
Si así no le quedaba claro seguramente Ritsuko desistiría.
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Cambiando de tema, la pelirroja mayor buscó simplemente derivar poco a poco, como una madera que es llevada por la corriente del río. Ritsuko contestó algo seca, afirmando que no podía lamentarse de algo que no recordaba. Dura y a la vez rara respuesta, ya que si te dan por el ano mientras estás inconsciente, el hecho no cambia por la simple tontería de que no lo recuerdes, te han dado por el culo igual.
«Diablos... si le llevo la contraria, de nuevo discutirá...»
La chica, puso nuevamente un ejemplo para que la mayor reflexionase su punto de vista, aunque nuevamente sonaba ridículo. Por mas vueltas que le pudiese dar al asunto, era absurdo no contradecirla. ¿Qué hacer? Tragó saliva, y se dejó sumergir un poco, hasta que el agua llegó a su mentón. Casi cubría su boca, pero no llegó a tanto, necesitaba darle quizás una respuesta, o algo...
—Entiendo. —contestó, sin saber qué mas decir para no llevarle la contraria.
Sus ojos se elevaron con una mirada perdida al cielo. Dejó caer un suspiro, y terminó por cerrar los ojos, relajándose al fin. Por unos segundos, si es que no era interrumpida, disfrutaría del baño, cosa que no había hecho del todo hasta el momento. Crujió el cuello hacia un lado, y luego hacia el otro, para acaba apoyando la cabeza en el borde de la terma.
—¿Odias a la gente de Amegakure por haber sido marcada de porvida por esos locos? —se atrevió a preguntar, sin pelos en la lengua. —No te lo tomes a mal, es solo una pregunta... responde solo si quieres... no seré yo quien te juzgue. Es solo curiosidad.
Y le dieron la razón una vez más como a los locos, aquella chica no resultaba tan agradable para conversar como lo había supuesto y eso que Ritsuko se la había tenido que aguantar con ese delirio suyo de que era inmortal. ~Mejor vuelvo otro día y que le den ~pensó tras suspirar pesadamente antes de que le soltasen una pregunta que cualquiera diría resultaría incómoda a la menor, pero claramente demostró que no era así.
—Me dan igual —respondió seca e indiferente.
No sintió necesidad de agregar absolutamente nada a su comentario, seguro porque Aiko luego la contradiría y le terminaría dando la razón porque sí y no le agradaba para nada.
Pero sin avisos previos Ritsuko se levantó y se subió al borde sin mucha ceremonia, tampoco es que empapase a la de Ame ni nada ya que lo hizo con cierta delicadeza.
—Ya me voy, un gusto —saludó sin más, dispuesta a retirarse de la escena.
~Que gente de mierda ~decía en su cabeza donde por suerte nadie la podría contradecir ni tratar de loca.
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Quizás por las preguntas y la pesadez de la mayor, la pequeña pelirroja parecía algo mas que incómoda, casi parecía molesta. Contestó de manera negativa a la última pregunta de Aiko, aunque mas bien informaba que ni le agradaban ni le desagradaban. La cuestión fue la manera, tosca y seca. Realmente había venido a relajarse, y la otra no paraba de darle palique, como la típica abuela que ve al nieto flaco y se empecina en que éste coma hasta la saciedad.
¿La edad?
De buenas a primeras, Ritsuko se levantó y se aproximó al borde. Antes siquiera de salir, avisó de que ya se iba, y que había sido un gusto. Aiko sabía que bien eso no era así, ¿pero qué debía hacer en esa situación? Si insistía, sería además de pesada una toca-ovarios, y si la dejaba ir era como que realmente ni se sentía culpable...
Miró a Ritsuko, y terminó apoyándose en el borde con los brazos. — Bueno... como quieras. —contestó a la pelirroja. — Un gusto, Ritsuko.
Tras despedirla, apoyó su cabeza en el borde, y mirando hacia la nada comenzó a relajarse. Al menos, disfrutaría ella por ambas del agradable baño en las aguas termales. Una pena, quizás con un poco de cerveza en la sangre esa pequeña fuese mas divertida, a saber...
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