1/07/2017, 15:48
La salud de Riko le había jugado una mala pasada, hacía por lo menos varias semanas que había caído en un fuerte catarro, que llevaba dejándolo al menos, una semana en cama por la fiebre, lo cual, teniendo en cuenta lo que tenía que hacer, no era más que un contratiempo, pues no había podido entrenar prácticamente nada y su alimentación no había sido lo suficientemente buena como la preparación para un torneo requería, por lo que comenzaba a plantearse seriamente sus posibilidades.
La fiebre al fin había remitido, y a pesar de quedarle todavía una ligera tos y algo de moqueo, agarró el equipaje que tenñia listo desde hacía ya un tiempo, se lo colgó a la espalda y, lo más rápido que pudo salió hacia su destino, el Valle de los Dojos.
A pesar de tener la intención de llevar un ritmo constante, le costaba ligeramente respirar por lo que, en cuanto aceleraba un poco comenzaba a asfixiarse y tenía que parar a descansar, por lo que su viaje, desgraciadamente se alargó algo más de lo debido, pero, finalmente, llegó.
Un guardia se interpuso en su camino, pidiéndole que se identificase.
— Soy Senju Riko, shinobi de Uzushiogakure no Sato. — Relató con voz algo temblorosa, pues aquel hombre le imponía, con su armadura de samurái y su gran envergadura.
El hombre asintió, dándole al joven peliblanco las instrucciones necesarias para llegar al lugar que le había sido designado para su estancia, y tendiéndole la llave de su habitación y un cupón que, según le explicó, le sería suficiente para comprar comida en el complejo de los dojos.
— Muchas gracias. — Se despidió el joven, con una ligera reverencia y rápidamente, se encaminó hacia lo que sería su lugar de alojamiento.
El lugar donde se hospedarían tanto él como sus compañeros de villa, era magnífico, cerezos adornaban el exterior lo que le recordaba ligeramente a su aldea natal, haciéndolo sentir más cómodo. Al entrar pudo ver un gran salón, donde imaginaba que se podría reunir con sus compañeros, pero eso sería en otro momento, primero quería llegar a su habitación y descansar después del largo viaje.
Siguió avanzando hasta dar con unas escaleras, subiéndolas. Por suerte, su habitación se encontraba en el primer piso, así que rápidamente entró en ella, y dejó sus cosas donde pudo, sin cuidar demasiado en ordenarlas, al menos, no por el momento.
— Vamos a ver como es la cama... — Y se lanzó a ella, quedando dormido en apenas unos minutos, debido al cansancio que llevaba consigo.
...
La fiebre al fin había remitido, y a pesar de quedarle todavía una ligera tos y algo de moqueo, agarró el equipaje que tenñia listo desde hacía ya un tiempo, se lo colgó a la espalda y, lo más rápido que pudo salió hacia su destino, el Valle de los Dojos.
A pesar de tener la intención de llevar un ritmo constante, le costaba ligeramente respirar por lo que, en cuanto aceleraba un poco comenzaba a asfixiarse y tenía que parar a descansar, por lo que su viaje, desgraciadamente se alargó algo más de lo debido, pero, finalmente, llegó.
Un guardia se interpuso en su camino, pidiéndole que se identificase.
— Soy Senju Riko, shinobi de Uzushiogakure no Sato. — Relató con voz algo temblorosa, pues aquel hombre le imponía, con su armadura de samurái y su gran envergadura.
El hombre asintió, dándole al joven peliblanco las instrucciones necesarias para llegar al lugar que le había sido designado para su estancia, y tendiéndole la llave de su habitación y un cupón que, según le explicó, le sería suficiente para comprar comida en el complejo de los dojos.
— Muchas gracias. — Se despidió el joven, con una ligera reverencia y rápidamente, se encaminó hacia lo que sería su lugar de alojamiento.
El lugar donde se hospedarían tanto él como sus compañeros de villa, era magnífico, cerezos adornaban el exterior lo que le recordaba ligeramente a su aldea natal, haciéndolo sentir más cómodo. Al entrar pudo ver un gran salón, donde imaginaba que se podría reunir con sus compañeros, pero eso sería en otro momento, primero quería llegar a su habitación y descansar después del largo viaje.
Siguió avanzando hasta dar con unas escaleras, subiéndolas. Por suerte, su habitación se encontraba en el primer piso, así que rápidamente entró en ella, y dejó sus cosas donde pudo, sin cuidar demasiado en ordenarlas, al menos, no por el momento.
— Vamos a ver como es la cama... — Y se lanzó a ella, quedando dormido en apenas unos minutos, debido al cansancio que llevaba consigo.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»