Con calma se acercaba su rival, al parecer sin intenciones de seguir combatiendo, se sentó en un tronco que estaba a su costado, una vez allí le comento que se encontraban solamente en un entrenamiento, la intención jamás fue provocar daño, preocupado por su salud le consulto como se encontraba.
- Ya estoy mejor pero ese golpe dio de lleno, afortunadamente solo me faltó el aire, nada grave. – Hablaba mucho más tranquilo.
Los efectos del golpe comenzaban a desaparecer, al igual que el nerviosismo y adrenalina que sentía cuando estaba combatiendo. Estaba consciente de que este entrenamiento había terminado mucho antes de lo previsto, sentía una inmensa frustración ya que sabía que podía haber dado mucho más, sin embargo medir su fuerza le había motivado para seguir entrenando.
- Es una lástima que haya terminado el entrenamiento tan rápido. – Habló cabizbajo con su mirada fija en el suelo. – Eres fuerte, de seguro este no es tu primer combate. – Levanto su rostro y miro con entusiasmo al peliverde, esperando escuchar una historia interesante.
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— Ya estoy mejor pero ese golpe dio de lleno, afortunadamente solo me faltó el aire, nada grave. —
Al ver al chico hablar con mucha más tranquilidad, Daigo suspiró aliviado y se relajaron sus nervios.
Qué alivio.
— Es una lástima que haya terminado el entrenamiento tan rápido. —
Los ánimos de Zaku bajaron de golpe. El peliverde quizo acercarse un poco para decirle ¡no pasa nada! o algo por el estilo, pero se detuvo cuando vio que el chico había recuperado los ánimos tan rápido como los había perdido.
— Eres fuerte, de seguro este no es tu primer combate. —
Daigo sonrió alagado y luego se rio avergonzado mientras rascaba su nuca sin estar seguro de qué decir, pues es cierto que este no era su primer combate, pero su experiencia no habia sido tan rica como él hubiera querido, ni mucho menos.
— Jaja, tienes razón, suelo entrenar con mi padre de vez en cuando, así que tengo algo de experiencia, pero... —
En ese momento, expresiones como es un perdedor o tú has dado mucha más pelea que él cruzaron su mente, pero jamás hablaría así de su propio padre.
— ...No se especializa en taijutsu, así que mi experiencia no es tan amplia como querría. —
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Su compañero sonreía avergonzado seguramente recordando uno de sus cuantos combates, se rascaba la nuca algo incómodo, comento que la mayoría de las veces practicaba con su padre, a pesar de que esté no se especializaba en taijutsu. El Hyuga se imaginaba al padre de Daigo como un ninja experimentado, de allí debió haber adquirido todo el conocimiento, no por nada casi lo tumba con un golpe en el costado de su abdomen.
- De seguro tu padre debe ser un ninja muy fuerte, cuéntame un poco de él. – Hablaba con mucho entusiasmo, se levantó del tronco para ubicarse en frente del peliverde.
- Cuando era pequeño practicaba taijutsu con mi padre y hermano, aprendí cosas básicas, como puedes ver me falta mucho. – Sin esperar la respuesta de Daigo, ansioso comentaba parte de su vida.
Debido a la ansiedad que le generaba la conversación apretaba los puños, se movia de un lado para otro esperando la respuesta de su compañero, claramente todo lo relacionado con entrenamiento le motivaba aún más.
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— De seguro tu padre debe ser un ninja muy fuerte, cuéntame un poco de él.
El chico se entusiasmó en cuanto escuchó a Daigo hablar de su padre, tanto que incluso se levantó ansioso y se puso frente al peliverde.
No es un ninja muy fuerte... ni siquiera sé si lo puedo llamar ninja
— Cuando era pequeño practicaba taijutsu con mi padre y hermano, aprendí cosas básicas, como puedes ver me falta mucho.
No esperó por una respuesta de Daigo y empezó a hablar con energía y ánimos completamente renovados, nada que ver con su estado hace apenas unos segundos.
— Pues... mi padre no es un hombre especialmente fuerte físicamente... —dijo—. ¡Pero eso no es ningún problema, porque es un mago del ninjutsu!
No tenía idea de por qué estaba mintiendo, pues podría incluso jurar que estaba a punto de alcanzar a su padre en el ninjutsu, y eso que apenas llevaba un par de meses como genin.
— Además, es un shinobi muy sigiloso, pero por eso no se le da del todo bien combatir.
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Según las palabras del peliverde su padre era todo un experto en ninjutsu, además era un ninja muy sigiloso, de seguro integraba la unidad de espías de la aldea, quizás era un anbu, se dedicaba hacer el trabajo sucio, con el fin de proteger a la aldea. Muchas cosas pasaban por su mente, se lo imaginaba como un ninja extraordinario, con un abanico gigantesco de habilidades, en algún momento el Hyuga tenía que conocer a ese hombre, quien sabe quizás logre entrenar con él.
Un día de entrenamiento con el padre de Daigo seria espectacular, quizás domine el elemento aire, si es así podría enseñarme algunas técnicas, o algunos movimientos de pelea… Pensándolo bien quizás debería ser unos cuantos días. – Pensaba con su mano en el mentón.
- ¡Tu padre debe ser uno de los mejores ninjas de la aldea! – Exaltado le hablaba a su compañero. – ¿Qué tal si lo visitamos?, me encantaría entrenar, aprendería muchas cosas a su lado. – Con su mano le señalaba que se dirigieran donde su padre.
A pesar de que el dolor había acabado, seguía con una molestia en el abdomen, quizás tenia una herida interna o algo por el estilo, sin embargo el entusiasmo era mayor, estaba dispuesto a sacrificar todo con tal de entrenar y convertirse en un mejor ninja. Impaciente se frotaba las manos, solo esperaba que la respuesta fuese positiva por parte de Daigo.
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— ¡Tu padre debe ser uno de los mejores ninjas de la aldea!
— Jaja, no lo creo —Se rio, nervioso—. No sé yo si es uno de los mejores, aquí en la aldea hay muchos ninja fuertes.
— ¿Qué tal si lo visitamos?, me encantaría entrenar, aprendería muchas cosas a su lado.
Daigo ya no tenía idea de qué hacer. Estaba seguro de que si llevaba a Zaku a ver a su padre, este sabría de inmediato que ni siquiera se acercaba a la manera en la que lo describía.
— Ahora mismo está en una misión. —Obviamente se lo acababa de inventar, pero era por un bien mayor—. Quizá podamos entrenar todos otro día, si quieres.
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El peliverde no consideraba a su padre como uno de los más fuertes, conociendo el nivel de los ninjas de la aldea de seguro estaba un peldaño más abajo, al menos eso creía el Hyuga. Pero esto no importaba, deseaba conocer a ese hombre, escuchar una de sus cuantas historias, aprender de su inmensa experiencia en el campo de batalla.
- Te entiendo… No quieres que me haga muchas expectativa, aunque no sea uno de los más fuertes de la aldea estoy seguro que tiene mucho de qué hablar, debe tener muchas historias. – Hablaba mucho más tranquilo que la vez pasada.
Desafortunadamente su petición fue negada, Daigo se excusaba con que su padre se encontraba fuera de casa realizando una misión, sin embargo lo dejo invitado para la próxima, así podrán entrenar todos juntos. Zaku entendía las razones de su ausencia, servir a la aldea era algo que valoraba muchísimo, por lo que estaba dispuesto a esperar su llegada, esperaría con ansias ese momento.
- Es una pena… Tenía muchas ganas de conocerlo, pero te cobrare la palabra, apenas llegue te iré a visitar. – Hablaba mientras se volvía a sentar al lado de su compañero. – Un momento… ¿dónde vives? - Lo miraba fijamente a los ojos, obviamente no podía visitar al peliverde si no conocía el lugar donde se encontraba su hogar.
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— Te entiendo… No quieres que me haga muchas expectativa, aunque no sea uno de los más fuertes de la aldea estoy seguro que tiene mucho de qué hablar, debe tener muchas historias.
El chico se relajó mucho al escuchar a Zaku, la mentira había colado y al menos por ahora no tendría por qué conocer a su padre.
— Es una pena… Tenía muchas ganas de conocerlo, pero te cobrare la palabra, apenas llegue te iré a visitar. —Dijo mientras se sentaba al lado de Daigo—. Un momento… ¿dónde vives?
El chico tenía razón y es que era cuanto menos difícil que Zaku pudiese ir a su casa si, para empezar, no tenía ni idea de donde se encontraba.
—Cierto, jaja, si quieres podemos ir y te muestro donde está. —Dijo mientras se levantaba para guiarlo a su casa—. Puedes venir luego del torneo de los dojos, ¿te parece?
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Su compañero estaba dispuesto a enseñarle su casa, aunque podría visitarlo una vez que terminara el famoso torneo organizado por las grandes naciones. Desafortunadamente el Hyuga no podía participar, apenas había salido de la academia por lo que sus superiores no lo consideraban como un representante de la aldea.
Ya veo… Participara en ese torneo.
A pesar de querer competir con los mejores, todo se quedó en la intención, aún era muy inexperto, solo se había enfrentado a un par de niños en la academia para aprender algunas lecciones básicas de taijutsu, nada del otro mundo, por lo que combatir en serio era algo desconocido para el pequeño.
Vamos, te sigo. – Habló mientras le hacia una seña para que Daigo se pusiera en marcha. – Así que participaras en ese torneo… Dicen que solo participaran los mejores genin de cada aldea, de seguro será divertido. – Sonriendo miraba a su compañero.
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—Vamos, te sigo.
Luego de que Zaku le hiciese una seña a Daigo, ambos chicos partieron a casa del peliverde.
—Así que participaras en ese torneo… Dicen que solo participaran los mejores genin de cada aldea, de seguro será divertido.
El chico sonreía mientras miraba la peliverde, pero Daigo solo podía ponerse más nervioso al escucharlo. ¡Ya sabía que irán los genin más fuertes de las tres aldeas!, solo no hacía falta que se lo recordasen...
Voy a morir...
—Sí, jaja, además voy a poder conocer shinobi de otras aldeas.
En verdad hacía un esfuerzo por buscarle el lado positivo a todo, pero lo mirase por donde lo mirase sabía que en ese torneo solo haría bulto, sería... un personaje de relleno.
—Seguro que acabo aprendiendo una cosa o dos y todo. Será una gran experiencia.
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Apenas el Hyuga hizo una seña, su compañero se levantó y comenzaron a caminar en dirección a la casa de esté. La conversación seguía, centrándose en el próximo torneo que reuniría a los mejores gennin, donde Daigo sería uno de los participantes, algo incómodo quizás tratando de quitarse presión comentaba que podría aprender unas cuantas cosas de sus rivales.
- Hablas como si fueses a perder a la primera, estoy seguro que tienes mucho por demostrar. – Hablaba dando ánimos.
Entendía que en ese lugar se encontrarían lo mejor de cada aldea, pero la actitud de su compañero no le gustaba para nada, esté debía darlo todo, mucho más si representaba a todos los gennin de Kusa, si fue elegido debió ser por algo, los superiores vieron un potencial en el.
- Recuerda que tienes que representar a la aldea, no puedes dejarnos mal. – Soltaba una pequeña carcajada al terminar de hablar. - Pero si quieres, puedes cederme el puesto, encantado iría. - Bromeaba con una sonoriza en el rostro.
Claramente esto no podía ocurrir, recién estaba graduado de la academia por lo que su inexperiencia podría llegar a ser fatal para el pequeño. El principal motivo de lo dicho era para que el peliverde se relajara, mas bien para que los dos se soltaran un poco, nunca esta demás bromear con los amigos.
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—Hablas como si fueses a perder a la primera, estoy seguro que tienes mucho por demostrar.
Zaku lo leyó cual libro y apuntó a lo obvio, intentando animar a Daigo.
—No, no, yo no.... —hablaba en voz muy baja, con algo de timidez.
—Recuerda que tienes que representar a la aldea, no puedes dejarnos mal. —Y soltó una pequeña carcajada—. Pero si quieres, puedes cederme el puesto, encantado iría.
Bromeó amigable y despreocupado, quizá intentando quitarle algo de presión de encima, o quizá pretendía decirle que en su posición no debería de dudar de sí mismo. Daigo no tenía idea de como interpretar lo que le decía su compañero, pero de alguna manera había conseguido motivarlo, aunque solo fuese un poco.
—No te preocupes, Zaku-San, no nos dejaré en una mala posición —contestó con algo más de confianza—. Porque si resulta que el resto de participantes son más fuertes que yo, solo deberé de esforzarme el doble que ellos para vencer —miró a Zaku, sonriendo con determinación—. Y te aseguro que lo haré.
Incluso él, que apenas acaba de conocerme, confía en mí. No puedo fallar.
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Al parecer las palabras del Hyuga habían hecho efecto en su compañero, esta vez con mucha más confianza decía dejarlo todo en el campo de batalla, si era necesario dar el doble lo haría con tal de dejar bien parado el nombre de la aldea.
- Bien, así se habla. – Sonriendo apretaba el puño dándole ánimos al peliverde. - Recuerda que cuando regreses del torneo entrenaremos con tu padre, esperare con ansias, quiero ver todo lo que aprendiste. - Emocionado volvía hablar.
Hace largo rato que habían abandonado el campo de entrenamiento, es por esto que a medida que avanzaban la vegetación comenzaba a desaparecer, lo mismo para las decenas de árboles que se encontraban en el lugar, para dar paso a las edificaciones y monumentos característicos de la aldea, junto con la gran cantidad de gente que recorría cada rincón de está.
- Ahora es tu turno mostrar el camino a tu casa. – Hablaba mientras frenaba en seco su caminata, esperando que Daigo diera el primer paso.
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—Bien, así se habla —Zaku apretó su puño y sonrió para animar a Daigo—. Recuerda que cuando regreses del torneo entrenaremos con tu padre, esperare con ansias, quiero ver todo lo que aprendiste.
—No te preocupes, Zaku-San, es una promesa.—
Luego de un rato más caminando, ambos chicos entraron en la aldea propiamente dicha, pudiendo ver los distintos edificios que conforman la aldea escondida en la hierba.
Luego de un par de minutos más, su compañero paró en seco.
—Ahora es tu turno mostrar el camino a tu casa.
—Claro, es por aquí.
Empezó a caminar frente a Zaku, invitándolo a seguirlo durante el resto del tramo. No tardaron más de quince minutos en llegar a su objetivo.
—Bien, esta es mi casa.
Dijo sonriente en cuanto llegó frente a una pequeña casa de madera y bambú sin ninguna clase de rasgo que la diferencie especialmente del resto.
—Puedes venir cuando te apetezca, una vez acabe el torneo, claro.
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Daigo se ubicó en frente y comenzó a caminar guiando al Hyuga. Luego de unos quince minutos llegaron a su destino. El peli verde señalo su hogar, era una pequeña casa de madera y bambu ubicada en la zona residencial, para su poca fortuna no se diferenciaba del resto por lo que seria un poco difícil encontrarla en un futuro.
- Son todas las casas iguales, pero recordaré el camino o al menos este árbol. – Señalaba con su mano derecha un gigantesco árbol ubicado en frente de la casa de su compañero.
Volteo la mirada y con una sonrisa el peliverde lo dejo invitado para que lo visitara cuando quisiera, obviamente una vez que acabara el torneo. Zaku entendió que era el momento de marcharse, de seguro su compañero debía preparar sus cosas para el torneo, por lo que decidió extenderle la mano en señal de despedida.
- A penas termine ese torneo te vendré a visitar… De seguro tendrás muchas cosas que decir. – Soltaba una pequeña sonrisa. – Ahora me marchó, se ha hecho un poco tarde y tú tienes que prepararte. – Seguía con su mano derecha extendida esperando una respuesta de Daigo.
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