Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Pero Ritsuko no respondía. Seguía agitándose en el suelo, cubriéndose el rostro con ambas manos y gimiendo de dolor. Ayame torció el gesto ligeramente. Sus ojos, sin embargo, seguían clavados en su oponente mientras su corazón se debatía en un duelo interno. No podía atacarla en ese estado, pero tampoco quería permitirse el lujo de bajar la guardia y echar por tierra todo el esfuerzo que había realizado hasta el momento.
«Por favor, ríndete de una vez... ¿A qué están esperando para dar por finalizado el combate?» Suplicó para sus adentros. Su oponente había sido claramente incapacitado, no parecía que tuviera muchas ganas de continuar con aquello.
—¡Basura! —Bramó feroz aquel ente espectral tras materializarse.
No obtuvo respuesta alguna de parte de la kunoichi.
—¡No vas a levantarte, eres una basura inútil! —Prosiguió indiferente del sufrimiento de la menor—. ¡Tendrían que haber dejado que te vendieran!
La chica a pesar de los insultos de parte de su madre seguía en el suelo, retorciéndose a causa del dolor y empapándose su propio rostro con sangre, pues aquel fuerte impacto le había roto la nariz y sangraba a montones.
—Eres una basura, no sé cómo te permiten seguir viviendo en Kusagakure… —Decía aquel ente, con expresión severa y ‘de pie’ justo delante de la convaleciente pelirroja.
El dolor que había sufrido la chica había sido inmenso, suficiente para tenerla bastante rato retorciéndose pero como todas las cosas de esa naturaleza, al final desaparece, en mayor y menor medida dependiendo los casos y esta vez no sería la excepción. Sentía los músculos agarrotados, el mundo se movía de formas extrañas tal y como había ocurrido aquella vez cuando un grandulón la zurró varias veces, en otras palabras, ya tenía experiencia viendo el piso moviéndose.
—El combate ha terminado, Ritsuko-san —dictaminó, antes de alzar el brazo y señalarla directamente con el puñal—. Ríndete y no tendremos que ir a más.
Dijo aquella kunoichi que le había roto la nariz momentos atrás.
No podía estar más de acuerdo con ella, no quería seguir con ello ya que suponía un riesgo importante a seguir recibiendo semejantes golpes… Pero había otra cosa que la molestaba aún más que eso.
Tratando de recuperar el aliento, la de Kusagakure se giró, simulando el estar lloriqueando y retorciéndose aún por el dolor que si vamos al caso, todavía lo sentía aunque no tan intensamente como antes. De esa forma, con la frente en el piso sus manos quedaron completamente ocultas bajo su cuerpo…
—Y una mierda… —Murmuró tras finalizar el quinto sello que lentamente había ido formulando para evitar movimientos exagerados de sus extremidades.
En ese preciso instante, la kunoichi se volteó tan rápido como pudo extendiendo la diestra, de la válvula presente en la palma de la mano, un líquido rojizo e incandescente salió disparado en dirección a la de Amegakure. Con un poco de suerte le daría, pero la idea principal era justamente la de obligarla a retroceder de alguna manera.
Fuese cual fuese el resultado, Ritsuko pretendía ponerse de pie, luego vería si le era más conveniente retroceder o lanzarse contra su oponente aunque luego de todo lo ocurrido, muy probablemente la mejor táctica sea la de mantenerse cercana a ella.
Estado de Ritsuko
PV:
69/130
– CK:
100/100
–
AO: 0
–
Inventario:
- Hitai-ate [Cintura]
- Shuriken x3 [Portaobjetos]
- Papa no Isan [Acoplados a los Antebrazos]
¤ Yōton: Yōgan no Ito ¤ Elemento Lava: Hilo de Lava - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Yōton 25 - Gastos:
El largo del hilo de lava alcanza los 15 cm y no supera los 2 cm de diámetro llegando a recorrer 4 metros de distancia respecto del usuario.
El largo del hilo de lava alcanza los 30 cm y no supera los 4 cm de diámetro llegando a recorrer 8 metros de distancia respecto del usuario (multiplicado x2).
Esta es una de las técnicas más simples que Ritsuko ha logrado desarrollar. Tras realizar los sellos correspondientes, la kunoichi regurgita o expulsa de alguna de sus válvulas un hilo de lava que avanza en línea recta hasta chocar contra el objetivo o en caso de que no impacte contra nada, se enfría, solidifica y se deshace.
En este caso, la versión multiplicable no puede ser utilizada mediante las válvulas debido al tamaño de las mismas que no permiten el paso de un proyectil demasiado ancho, por lo que la lava no tarda demasiado en solidificarse y volverse completamente inútil.
Lamento la tardanza.
También aviso que en uno de mis posts anteriores me había restado más PVs de los debidos así que aquí lo corregí, tú misma me hiciste la cuenta y dijiste 41 de daño pero de todas formas me saqué 60, I'm awesome (?)
20/07/2017, 08:33 (Última modificación: 20/07/2017, 09:48 por Aotsuki Ayame.)
Pero la kunoichi seguía sin responder, y el combate seguía sin detenerse. Entre continuos lloriqueos, Ritsuko se dio la vuelta en el suelo, quedando con su frente apoyada en este, y largos segundos pasaron mientras ella seguía gimoteando y Ayame seguía apuntándola con el filo del kunai.
«¡No puede ser!» Pensó horrorizada, al darse cuenta de algo.
Al quedar en aquella posición, Ritsuko había dejado de taparse el rostro con las manos, quedando estas bajo el cuerpo, pero mientras seguía lloriqueando, sus brazos parecían moverse. Y eso quería decir que estaba preparando algo.
No le dio tiempo a hacerlo.
Ayame se colocó el kunai sobre los labios y sus manos se entrelazaron en dos rápidos sellos.
Estando Ritsuko aún de espaldas a ella no sería capaz de ver lo que le venía encima. Cuatro espinas de agua surgieron violentamente desde las mismas rodillas de Ayame y terminarían clavándose en las partes posteriores de las piernas de su oponente, dos en cada una de ellas. Después, Ayame volvió a coger el kunai y se alejó un par de pasos.
—¡Ríndete de una vez! ¡Ya ni siquiera vas a poder ponerte en pie! —le pidió, poniendo todo su empeño en terminar de una vez aquel combate.
Sin embargo, el gasto de energía estaba comenzando a pasarle factura. Jadeaba, exhausta ante tanto despliegue de técnica. Pero al mismo tiempo, sentía un cosquilleo en un punto entre sus omóplatos, que había comenzado a palpitar, como un corazón bombeando más chakra a su fatigado cuerpo.
PV:
130/130
– CK:
49/110
–
-24 CK
–
100/100
–
-2 shuriken, kunai en mano
Suika no Jutsu activado
–
¤ Amenokami no Suishin ¤ Espinas de Agua del Dios de la Lluvia - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos:
Hōzuki 20
Suika no jutsu activado
- Gastos:
6 CK por espina (máximo 4)
(Hōzuki 40) (máximo 8)
- Daños: 10 PV por espina - Efectos adicionales:(Hōzuki 60) El usuario puede hacer aparecer las espinas mientras se encuentra en su estado líquido - Sellos:
Serpiente → Dragón
(Hōzuki 60) Ninguno (Suika no Jutsu)
- Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Las espinas tendrán una longitud máxima de medio metro de longitud y dos centímetros de diámetro
La habilidad de licuar el cuerpo a voluntad es innata entre los miembros del clan Hōzuki, y Ayame ha aprovechado esta cualidad tan característica para desarrollar su propia técnica.
Con el Suika no Jutsu activado, el usuario es capaz de licuar a voluntad diversos puntos en su cuerpo, y no la totalidad de este como viene siendo habitual. Así, mediante una ligera estimulación con su chakra, el agua emerge violentamente desde estos puntos, elongándose y girando a toda velocidad sobre sí mismas, formando una serie de afiladas espinas constituidas enteramente por agua que buscan el cuerpo de su objetivo para perforarlo como si de un erizo de mar se tratara.
Con un mayor dominio de la técnica el usuario es capaz de aumentar el número máximo de espinas que puede crear e incluso de hacerlas aparecer mientras se encuentre en su estado líquido.
«Amegami peina las nubes con sus temibles espinas, ahuyentando de Amegakure la temible sequía.» —Antigua leyenda de Amegami.
10 PV por espina * 4 espinas= 40 PV
Con las manos bajo el peso de tu cuerpo, y con el obstáculo que suponen esas cuchillas en tus antebrazos, no tienes tanta libertad de movimientos como para hacer sellos sin que se note en el movimiento de tus brazos. Ayame no sabe qué estás haciendo exactamente, pero estando con la guardia en alto como estaba, no iba a pasar desapercibido un movimiento así y ha actuado antes de que terminaras.
Dada la marcha de Ritsuko, doble posteo para poner punto y final al combate
Pero Ritsuko no volvió a moverse. Ni siquiera respondió a la advertencia de Ayame. Había vuelto a sumergirse en un profundo silencio, y sólo varios minutos después, la de Amegakure se dio cuenta de que había caído inconsciente.
El combate había terminado.
—Al fin... —suspiró, con un leve jadeo.
El público estalló en vítores, y Ayame se sobresaltó al recordar dónde se encontraba. Varios ninjas médicos entraron apresuradamente en el campo de batalla, desplegaron una camilla portátil sobre la que colocaron a la malograda Ritsuko y se la llevaron bajo la atenta mirada de Ayame, que no terminaba de creerse lo que estaba sucediendo.
Había ganado el primer combate del torneo. Y lo había hecho con sus propias manos. ¿Qué pensarían su padre y su hermano sobre su actuación? ¿Los habría sorprendido? ¿Habría venido su tío a verla?
Algo aturdida por la embriaguez del clamor del público, Ayame se dio media vuelta, dirigió sus ojos hacia su Arashikage y realizó una profunda reverencia como muestra de fidelidad y respeto. Después, con pasos bamboleantes, comenzó a caminar hacia la misma puerta por la que había salido minutos atrás, de vuelta nuevamente a su cubículo y a la espera de que el resto de combates finalizaran.
Ahora sólo le quedaba preocuparse de quién sería su oponente en la segunda ronda.