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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
La gente comenzaba a ubicarse en torno al asiento que cada quien deseaba ocupar, y Kōtetsu no daba con la persona que estaba buscando. Hasta que, llegando justo a tiempo, hizo acto de presencia Keisuke y su hermano, que ahora lucia mucho menos enfermo. Le hizo un par de discretas señas con la mano, como indicándole que podían sentarse justo donde estaban ellos, allí donde quedaban cuatro sillas sin apartar, bastante cerca del anfitrión.

El peliblanco esperaría hasta que los hermanos llegasen a su posición para poder hablarles.

Te ves bien, Keisuke-san —reconoció, luego de darle una mirada—. Permíteme aprovechar la oportunidad para presentarte a mi acompañante.

Miyazaki Naomi, mucho gusto —dijo la muchacha de cabellos negros, mientras hacia una leve reverencia.

Como era costumbre en la cenas con semejante nivel de alcurnia, el protocolo lo era todo. Los comensales se tomaban su tiempo para hacer presentaciónes y charlas breves, consiguiendo que el ambiente fuese más intimo y ameno.
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#62
Después de lo que fue la bienvenida, cada uno de los comensales se fueron ubicando como mejor les parecía, o eso me pareció, ya que en ningún momento se mencionó algún orden sobre los puestos. Mis ojos buscaron rápido un par de asientos libres pero poco a poco se iban llenando con cada segundo que pasaba.

—Oi oi ¿No es ese tu amigo?— Preguntó mi hermano ante lo obvio.

Volteé a ver a donde se refería y me topé con la imagen del peliblanco que nos invitaba a su zona, sin nada que perder caminamos hacía él.

—Y tú también Kōtetsu.— Le devolví el cumplido a la par que mis orbes se posaron en la figura femenina que acompañaba a mi nuevo conocido. —Mucho gusto, Inoue Keisuke, este es mi hermano...—

—Hyuuga Hazegawa.— Interrumpió mi presentación diciendo él mismo su nombra y esbozó una sonrisa un tanto estúpida mientras miraba a Naomi.

—Que suerte que aquí hay algunas sillas libres, pensé que como estaban más cerca del anfitrión estaría más lleno.— Comenté con sinceridad mientras me ubicaba cerca de la silla, sin sentarme, dando a entender que esa sería la mía, sí éstas tuviesen alguna numeración se podría decir que tomé el número 2 o 3, con la intención de quedar con dos conocidos a mis costados y no perder ninguna palabra que estos dijeran.

—Kei me estaba diciendo que ustedes son shinobis.— Expresó siguiéndome el juego.
—Deben tener muchas aventuras y ser todo muy guay!—

Escuchaba a mi hermano mientras miraba el comedor con todos los utensilios, habían más de los que conocía, ¿cómo debía usarlos? Fue en ese momento que me llené de confusión y fui tocando cada uno de ellos con mi índice tratando de darles un uso mental.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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#63
Mucho gusto, Inoue Keisuke, este es mi hermano...

Hyuuga Hazegawa — dijo, interrumpiendo la casi terminada presentación anterior.

Es un gusto conocerles, Inoue-san y Hyuuga-san —dijo Naomi, haciendo una elegante reverencia.

¿Hyuuga…, Inoue?

Que suerte que aquí hay algunas sillas libres, pensé que como estaban más cerca del anfitrión estaría más lleno.

El de ojos grises miro a su alrededor, como si recién estuviese notando la distribución de la sillas y de quienes las ocupaban.

Creo que al quedarnos por aquí los demás supusieron que el resto de asientos estaban ocupados por alguien a quien estábamos esperando.

El de blanca cabellera procedió a sentarse lentamente, mientras que sus otros acompañantes se disponían a hacer lo mismo. El quedo junto a Keisuke, en el centro; mientras que Naomi y Hazegawa quedaron en los extremos. El resto de comensales también tomo asiento, continuando con sus conversaciones en una postura mucho más cómoda, pues la mesa era lo suficientemente amplia para que los distintos diálogos no entrechocasen.

Kei me estaba diciendo que ustedes son shinobis — expresó el hermano de Keisuke—. ¡Deben tener muchas aventuras y ser todo muy guay!

Bueno, no sé si nuestras vivencias podrían clasificarse como aventuras —Hasta entonces jamás había considerado que los distintos eventos de su vida ninja pudiesen considerarse como aventuras, como la de las historias—. Sin embargo, he de admitir que se conoce a gente muy interesante y que se llegan a ver sucesos muy extraños.

Aquello si lo podía afirmar: Las historias de fantasías que le relataban de pequeño, aquellas llenas de imaginaciones sin límites, se quedaban absolutamente cortas e insípidas al compararlas con algunos de los eventos que había visto y experimentado, ni hablar de aquellos de los cuales se había enterado por fuentes fidedignas.

Ahora que lo pienso, aquello de cosas “extrañas”, les tengo una pregunta —Naomi abrió los ojos como platos al escuchar aquellas palabras. Trato de emular una leve toz para llamar la atención de su señor, como si quisiese detenerlo antes de que su sinceridad le hiciera cometer una indiscreción monumental.

Pero ella jamás había conseguido detener el honesto hablar de su señor, y aquella noche no sería la primera vez.

Si ustedes son hermanos, ¿Cómo es que tienen distintos apellidos? —pregunto con absoluta serenidad, mientras la Miyazaki se sonrojaba por la vergüenza—. No entiendo, es que ambos tienen apellido, por lo que no creo que alguno de ustedes sea un bastardo.

Oh, mi señor... —dijo, mientras dejaba escapar un suspiro de resignación.
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#64
Ahora que lo pienso, aquello de cosas “extrañas”, les tengo una pregunta — Miré a el shinobi y mi hermano lo haría de la misma manera, ahora él tenía nuestra atención, no obstante, algo más pudo cautivar mi interés, pude oír unos golpes de tos seca, eran suaves, pero audibles.

"¿Naomi estará enferma también?" Pensé de manera ingenua. —Mira Haze, parece que ella también tiene gripe.— Comenté sin reparar mucho más en el ruido.

Sin embargo, la duda del peliblanco no se haría esperar, incluso pasando por alto la advertencia de su acompañante. —Si ustedes son hermanos, ¿Cómo es que tienen distintos apellidos? ... No entiendo, es que ambos tienen apellido, por lo que no creo que alguno de ustedes sea un bastardo.

Oh, mi señor... — Aquella oración la sentí como un susurro de lamento, dando a entender que el moreno había metido la pata con esa duda tan imprudente, que al parecer, la chica vio venir a leguas.

Me rasqué la nuca con la izquierda y volteé a ver al ojiblanco, él sabía lo que le querían decir mis orbes y sin ningún tapujo respondió. —No eres el único que pregunta eso, no importa.— Expresó dandose cuenta de que Miyazaki parecía desfallecer con aquel acto atrevido. —Keisuke y yo somos huérfanos y nos criamos juntos desde pequeños, somos hermanos aunque no de sangre, no sé sí sabes a lo que me refiero.—

Volví a ver a Kōtetsu y asentí en silencio a lo que comentó Hyuuga, aunque no pude evitar recordar algunos momentos que vivimos y a las personas que dejamos atrás en el orfanato.

—Pasa todo el tiempo, no nos afecta en nada...— Me acerqué un poco más a mi familiar. —Además, no los culpo sí no nos parecemos mucho.— Manifesté como sí estuviera esperando a que nos comparasen físicamente para luego volver a mi posición inicial.

—Por cierto, ¿a qué hora empieza la cena?— Murmuré para no comentar nada fuera de lugar por la cercanía al encargado.
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#65
A pesar de lo inoportuna, pese a lo incomoda que pudiese llegar ser, la pregunta fue respondida con un agradable tono de naturalidad y simpleza, tal como le resultaba agradable al peliblanco: Sin melodramas ni desbordes emocionales, pero con gran calidez y sinceridad, de esa sinceridad que arde y que refresca.

Entiendo… Gracias por responderme. —Una sonrisa tenue y serena era toda la evidencia de lo satisfecho que había quedado con aquella contestación.

El típico y tan mal usado “entiendo”, usual certificación de que no se comprende, pero de que si se acepta lo escuchado. En el caso de Kōtetsu llegaba a significar, literalmente, el estado de compresión: En un pasado que ahora parecía muy lejano, también había tenido a quienes llamar hermanos sin que la sangre tuviera más parentesco que aquel color rojo de cuando se ve derramada. Eran personas con quienes se había criado y con quienes se había cuidado mutuamente. Primero amigos, luego compañeros de armas y al final hermanos de vida y causa. Aquello le hizo sentir un poco de nostalgia; el extrañar aquellos viejos tiempos de entrenamiento y camaradería. Pero ese sentimiento jamás llegaba a ser más que una leve brisa fría y fresca soplando en su ser, jamás llegaba a convertirse en la lluvia tristona que dominaba los escenarios internos de quienes penan por la pérdida de su seres queridos.

Suena como una muy agradable relación fraternal —matizo, Naomi.

Sí, de verdad lo es…

Aunque ese tipo de apego solo hace que las separaciones sean más dolorosa. Y es que al final, sea por uno u otro motivo, la separación es inevitable”.

Por cierto, ¿a qué hora empieza la cena?— Murmuro para no comentar nada fuera de lugar por la cercanía al encargado.

Por lo general, se dan unos minutos más de protocolo, para que las personas culminen sus charlas casuales y para que se hagan más consientes de su apetito.

Bueno, eso nos da unos cuantos minutos mas —señalo con serenidad el joven espadachín—. Creo que es suficiente para contestarles alguna pregunta de magnitud similar a la que yo les hice. Claro, si es que quieren hacer alguna. Yo considero que sería justo el hacerla.
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#66
El peliblanco respondió como la mayoría de las personas a la cuales les comentamos sobre nuestra relación familiar, la explicación en sí no fuera muy profunda, él no necesitaba saber detalles ni nada por el estilo, por lo que nos limitamos a comentar lo esencial. Por otra parte, Naomi expresó su percepción de nuestra relación, a lo que sonreí.

—Entendido, entonces supongo que podemos seguir charlando jeje.— Aunque sinceramente, no sabía nada que decir, nada que mencionar, es como sí a mi mente no viniera ningún comentario, nada interesante para compartir...

No sabia sí el moreno sentía algún tipo de remordimiento, pero sus palabras buscaban volver a la igualdad que habíamos mantenido desde hace rato, no obstante, negué con la cabeza, no tenía nada que preguntar.—No, creo que...

—¿Qué tipo de relación tienen Naomi y tú exactamente?— Me cortó el ojiblanco.

Volteé a verle un tanto incrédulo, ¿a qué venía esa pregunta? Sin embargo, Hazegawa miraba fijamente al uzureño en espera de la respuesta. Tras atar unos cuantos cabos y hacer unas cuantas hipótesis, deduje que mi hermano sufría de lo que decían "amor a primera vista" ¿sino por qué más podría preguntar?

—No es necesario que respondan, no se preocupen, ¿No es así?— Pregunté con un tono inusual a mi hermano para que entendiera lo que quise decir.

—Si tu no quieres saberlo está bien, pero yo sí, además a mi sí me parece justo.— Comentó sin seguirme la corriente, después de todo a veces podía volverse un poco más inmaduro que yo, y eso que era el mayor...
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#67
La pregunta del Hyuga le resultaría tan simple como sorpresiva:

¿Qué tipo de relación tienen Naomi y tú exactamente? —Interrumpió el ojiblanco.

El espadachín le observo con curiosidad, tratando de dilucidar qué información de valor podía obtener de una pregunta tan simple.

No tengo ningún problema en responder si es eso lo que deseas preguntar —dijo, dándole oportunidad de cambiar su interrogante.

No es necesario que respondan, no se preocupen, ¿No es así? —Pregunto el pelirrojo, con un tono difícil de descifrar.

Si tú no quieres saberlo está bien, pero yo sí, además a mí sí me parece justo —insistió.

El de blanca cabellera se permitió observar a la Miyazaki por unos instantes, tratando de ver si aquella conversación y su nuevo rumbo le incomodaban; pero la chica de ojos color ciruela miro hacia otra parte, haciéndose la desentendida de aquello que estaba aconteciendo a su lado.

Bien… para ser honesto resulta algo un poco avergonzó de explicar —aclaro antes de comenzar, pese a que aquella afirmación podía dar pie a múltiples malentendidos—. Ella es mí… guardiana: Hasta hace poco viví en mi pueblo, aislado del resto del mundo. Razón por la cual desconozco mucho sobre la forma en que funcionan las cosas en distintos sitios. El trabajo de Naomi es velar para que no me meta en problemas y enseñarme sobre todo aquello que desconozco acerca de los viajes.

»No es que necesite una niñera ni nada por el estilo, es solo la condición impuesta por mi tutor al momento de patrocinar y permitir mis viajes.
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#68
Bien… para ser honesto resulta algo un poco avergonzó de explicar — Expresó primeramente el peliblanco, pero no pude evitar verlo directamente con una expresión de asombro, es que en el momento en que se fijase en mis orbes, las cuales estaban más abiertas de lo común, entendería que yo ya estaba malinterpretando la situación, literalmente estaba pensando en lo peor.

Ella es mí… guardiana— Y entonces aclaró la situación en menos de un segundo y cortando toda confusión en mi mente.

—Aaahh...— Expresé con un tono entre alivio y asombro a la vez, no era nada de lo que tenía en mente por lo que terminó agarrándome de sorpresa.

No obstante, mi hermano seguía cada una de las palabras que expresaba el interlocutor, seguía sus labios y sus movimientos sin que se escapase ningún detalle de lo que se decía.

Hasta hace poco viví en mi pueblo, aislado del resto del mundo. Razón por la cual desconozco mucho sobre la forma en que funcionan las cosas en distintos sitios. El trabajo de Naomi es velar para que no me meta en problemas y enseñarme sobre todo aquello que desconozco acerca de los viajes.

»No es que necesite una niñera ni nada por el estilo, es solo la condición impuesta por mi tutor al momento de patrocinar y permitir mis viajes.

—Oi... Oi... Por un mommento pensé que ustedes dos...— Al parecer era nuestro momento para caer en las imprudencias, hubiera sido así sí no decido intervenir, por lo que me vi en la obligación de terminar cortando la frase del ojiblanco.

—Así que un guardián ¿eh?— Repetí incrédulo y tratando de llamar la atención. A mi mente venían imágenes de que solo ese tipo de cuidados lo tenían la gente de la nobleza, con mucho poder o muy ricos. —Disculpa pero...— Y las siguientes palabras las susurré: —¿Eres de la nobleza? ¿Un príncipe o algo así? o... ¿Tienes mucho dinero?— Pregunté, aquellas preguntas eran un tanto atrevidas realizarlas, pero aún así lo hice.

Tras recibir la respuesta miraría a mi acompañante, le lancé una mirada de esas que transmiten mensajes, no quería que fuera imprudente, y supongo que él hubiera querido lo mismo, pero no pudo detenerme al preguntar aquello.

—Por cierto... Tenemos un problema.— Y al escuchar lo del problema miré a verle sin entender bien a que se refería. —Sí.— Afirmó ante mi curiosa mirada. —Verán, es que no sabemos mucho de etiqueta ni nada sobre todos estos lujos.— Miró con confusión toda la cubertería que estaba en la mesa, en ese momento lo entendí.

—Sí, miro la mitad de los cubiertos y no sé para que se usan.— Complementé a mi hermano, aunque aquel comentario me daba bastante vergüenza y en mi rostro podría notarse.
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#69
Así que un guardián ¿eh? —repitió, permitiendo que en su rostro se mesclaran la incomprensión y la incredulidad.

Sí, así es —contesto Kōtetsu, con simpleza y sinceridad.

Disculpa pero... —Y las siguientes palabras las susurro— ¿Eres de la nobleza? ¿Un príncipe o algo así? o... ¿Tienes mucho dinero?

Ni noble, ni plebeyo; Ni príncipe, ni mendigo; Ni adinerado, ni pobre: Soy solo un guerrero y todas estas cosas lujosas son cortesías de mi maestro, cuyo estatus encaja con tan deseables títulos mencionados por ti.

Dejo escapar una leve risilla mientras observaba al pelirrojo; por alguna razón, le hacía mucha gracia cuando alguien le confundía con el heredero de alguien muy pudiente, cuando en realidad solo era un simple chico de pueblo. Al terminar de reír, se topo con la preocupación de Hazegawa, quien junto a su hermano se debatía por la forma correcta de usar toda aquella indumentaria.

Yo también suelo tener ese problema durante las comidas —admitió, pues aun sabía muy poco de etiqueta—. Sin embargo, suelo utilizar un truco bastante útil: Imitar a Naomi, el utilizar todos los cubiertos de la misma forma en que ella lo hace.

Como si aquel consejo fuese una especie de señal, la cena se dispuso a dar inicio.

¡Aquí viene el banquete! —Exclamo el Sarutobi, con una amplia sonrisa.

Efectivamente, una pequeña tropa de camareros se aproximo a la mesa con todo un arsenal de bandejas, cestas y botellas. Las colocaron todas en la mesa, procurando un orden y elegancia absolutos, organizados y metódicos, con todo aquello bien ensayado. El dueño del hotel sonreía con suma satisfacción mientras el gran mesón comenzaba a mostrase repleto. Cuando ya no había espacio para un plato o copa mas, las cubiertas de las bandejas fueron retiradas, revelando el fantástico banquete que yacía oculto debajo de las mismas. Pese a lo esperado, la cena no estaba compuesta por los esperables platillos típicos de aquella región, sino que lucia elaboraciones de carácter internacional, aquellas maravillosas comidas que trasciendes fronteras. Había carnes de muchos tipos, algunas familiares, otras no tanto, todas emitiendo los correspondientes y seductores aromas propios de cada preparación. Había variedad vegetales, con su amplia gama de colores fuertes y decorativos. En cada plato yacía un deleite para la vista, una tentación para el hambre que la previa conversación había amplificado silenciosamente. La suavidad de los panes al vapor era insuperable y la ternura de la carne era embriagadora, la firmeza de los vegetales cocidos era perfecta y su frescura era digna de alago, los quesos cremosos y apetitos, los caldos cálidos y vigorizantes.

Los comensales se dejaron arrastrar por aquel desfile de sabores, haciendo que la cena transcurriese como un evento idílico. El joven de cabellos blancos, se concentro en disfrutar sus alimentos con mayor énfasis de lo que lo hacía con los gesto y formas de Naomi, a quien se suponía debía imitar. Luego de un rato, se hizo presente una maravillosa selección de postres, de la cual el Hakagurē se hizo con un plato que consistía en la cata de variedad de chocolates lujosos, los cuales disfruto de manera paciente y casi meditativa.

Para cuando se dio por terminado el festín, el anfitrión se levanto para dar unas palabras.

Les agradezco de corazón el que me acompañasen en esta cálida velada, mis queridos invitados —hizo una leve reverencia, mientras que los demás comensales se levantaban a imitarle y contestarle, tal como mandaba la etiqueta—. Siéntanse libres de acercarse y estrenar el salón de descanso. Yo estaré allí, por si alguno desea charlar o solo hacerme compañía.

Era una invitación tentadora, pero la noche era madura y, luego de semejante ingesta, muchos querían retirarse a dormir, mientras que otros deseaban dar rienda suelta a sus gustos sociales a través de una noche de copas. Sin embargo, Kōtetsu, demasiado joven para tomar cualquiera de esos caminos, se mostraba más interesado por aquella proposición.

Yo aun no siento la necesidad de ir a dormir —susurro al chico que yacía a su lado—. ¿Qué me dices, Keisuke-san? ¿Vamos a hacerle compañía a nuestro anfitrión? Quizás tenga algunas buenas historias que relatar, como la que escuchamos cuando veníamos en el trineo.
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#70
Y el moreno terminó por aclarar su posición, un simple guerrero que al parecer no destacaba mucho, en sí mató la poca fantasía que en su momento tuve al pensar que era algún personaje importante, al parecer no podría sacar nada fructífero de su actual situación...

—Supongo que tendremos que imitarlos entonces...— Dijo sin más, después de todo nuestro nuevo compañero no había aclarado mucho en sí.

Por mi parte simplemente suspiré asentí, no estaba muy seguro de mi mismo en ese justo momento después de todo. Y fue casi un consejo a último minuto ya que Sarutobi no tardó en manifestarse, tras tan solo unas escasas palabras el mesón empezó a llenarse de comida, botellas, bandejas y un montón de cosas más, parecía una lluvia pasajera que dejó como resultado que no cupiera nada más en el comedor.

Miré curioso a lo largo del mantel para asegurarme que todos tenían su plato en frente, ciertamente era así, aquello demostró una vez más le gran calidad que manejaba ese hotel, así como habían venido se marcharon y todo con pulcritud y un perfecto orden. El aire se llenó de múltiples aromas que abrieron mi apetito, había mucho que elegir y mi indecisión me atacó.

Hazegawa había agarrado en un abrir y cerrar de ojos unos cortes de carnes que acompañó con vegetales y una copa de lo que asumí sería vino. Naomi y su acompañante también tenían comida en sus platos, el único que al parecer estaba vacío era el mío... Tras pensar unos segundos más y poner un poco de orden tomé un plato hondo que tenía una cálida crema para la entrada, luego puré de papa, carne y vegetales, como mi hermano. Fui comiendo con calma y a la final terminé obviando la idea de seguir los mismos movimientos de las personas a mi izquierda, el chico y su guardián...

—Exquisita.— Transmití una vez terminé el último bocado y limpiaba mi boca con la servilleta de la mejor forma que pensé, a lo que el ojiblanco terminó imitándome.

Pero el banquete no acababa ahí, unos minutos después los platos fueron cambiados por bandejas con múltiples postres, no pude evitar mirar nuevamente a mi lado y recordé algo cuando el peliblanco empezaba a comer las piezas de chocolate. —Y yo que pensé que ibas a comr un poco de helado...— Agregué para ver sí él caía en cuenta.

Mi tercer platillo se llenó con un pedazo de brownie que se acompaño de algunas bolas de helado de mantecado y fresa; mi hermano prefirió un pedazo de pie de manzana y poco más...

—Oi.. oi.. Yo no puedo más.— Se escurrió un poco en la silla perdiendo la poca elegancia que tenía y empezó a sobar su panza.

Aunque me sentía igual de lleno que él no dejaría nada en el plato así que hice un último esfuerzo por terminar el último bocado del postre, y luego llené un vaso de cristal con un poco de agua para ir bebiendo lentamente. —Terminaría engordando irremediablemente sí comiera así todos los días jeje.—

—Muy lindo sí, pero yo me voy a dormir.— Reclinó sin pensarlo dos veces la oferta de nativo del espiral, luego se puso de pie lentamente y fue caminando poco a poco hasta que salió de escena.

—Ha de sentirse un poco mal todavía...— Trate de excusarlo de alguna manera. —Yo tampoco tengo sueño aún, y bueno la historia del trineo fue bastante interesante sí...— Di un breve sorbo de agua y recordé lo aquello sobrenatural que se escondió en las llanuras hace años. —Veamos que tiene el anfitrión para nosotros.— Me puse de pie igual de lento, sentía que el estómago me iba a estallar, sí comía más podría vomitar en cualquier momento.
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#71
Y yo que pensé que ibas a comer un poco de helado... —arrojo Keisuke, y el peliblanco le pillo en el acto.

Que te puedo decir, al final me han vencido las ganas de catar el chocolate —aseguro, con una sonrisa tenue.

Yo tampoco tengo sueño aún, y bueno la historia del trineo fue bastante interesante sí...— Dio un breve sorbo de agua y recordó aquello sobrenatural que se escondió en las llanuras hace años. —Veamos que tiene el anfitrión para nosotros.

Bien, aun hay muchas cosas que quedaron sin responder.

Y con aquello dicho, el peliblanco se despidió de Naomi y se encamino hacia la sala de descanso en busca del anfitrión. Esperaba que Keisuke le acompañase en su paciente marchar, pues su guardiana había optado por retirarse a descansar, y no parecía que otros estuviesen interesados en aquella invitación.

Al poco rato habrían de llegar al dichoso salón de descanso, un lugar amplio y de aspecto apacible, con una suave iluminación y una atmosfera cálida. Kōtetsu se desplazo por la gruesa alfombra hasta llegar al sitio en donde se encontraba la persona que estaban buscando: Kazushiro estaba arrebujado en un enorme y suave sillón, frente a una brillante y calurosa chimenea. Su rostro se mostraba satisfecho mientras su mirada se divertía con la danza de las llamas. Los jóvenes se aproximaron por su espalda y, de alguna manera, su servidor les percibió.

Es bueno tener compañía en una noche como esta —declaro, mientras hacía que el mueble girase para quedar de cara a los recién llegados y de espalda al fuego—. Pero, por favor, que no sea nada relacionado con los negocios; este es un lugar de descanso, no de trabajo.

Creo que el tema de conversación que tenemos para ofrecerle es bastante trivial, pero le puedo asegurar que nada tiene que ver con algún negocio o trabajo.

¡Excelente! Los jóvenes siempre tienen ideas y preguntas fascinantes… Díganme, ¿De que desean hablar?

Se quedo observando al pelirrojo, mientras bamboleaba una copa medio llena con un fragante vino tinto en su mano derecha, y con la izquierda hizo un amplio gesto que les invitaba a tomar asiento.
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#72
Hazegawa no fue el único en marcharse, poco después Naomi dejó a su protegido, los demás invitados se fueron marchando lentamente del comedor, el gran banquete había finalizado.

Seguí los pasos del peliblanco de una manera un poco más lenta, realmente estaba lleno, incluso caminé con mi diestra apoyada en mi abdomen, sintiéndome cono sí en algún momento este pudiera estallar en varios pedazos. —¿Tienes muchas dudas al respeco?— Pregunté mientras caminaba cerca de él.

Pocos pasos más adelantes encontramos la estancia denominada "salón de descanso", se alzaba con una atmósfera cálida, bastante acogedora, tenía un aspecto único, la alfombra conjunto a la chimenea y los muebles daban al lugar una apariencia bastante cómoda. El anfitrión se manifestó sin esperar ni un segundo después de nuestra entrada, claro con algunas exigencias, a las cuales el moreno respondió.

No dudé en tomar asiento en uno de los cómodos muebles mientras pensaba qué podría preguntarle. —Cuando veníamos al hotel un señor comentó la historia de Hakushi, comentó algo que no quedó muy claro en sí...— Dije primeramente mientras buscaba la posición más cómoda que podía. —¿A qué se refería con los "demonios del hielo"?— Hice énfasis en aquella denominación, no obstante no era la única interrogante que tenía. —Además... Se desconoce el final de la guerra del fuego contra el hielo, ¿usted lo conoces?— Terminé y esperé con ansias las respuestas.
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#73
¿Tienes muchas dudas al respecto? —pregunto mientras caminaba cerca suyo.

Unas cuantas; es que quisiera escuchar aquel relato en su versión histórica, y no en su versión para turistas.

El conocer el verdadero rostro de aquella legenda era algo que le había mantenido atento desde que terminase de escucharla. Toda historia fantástica tiene algunas bases históricas… y algo de cierto. Generalmente, el discernir cada elemento era algo que quedaba como privilegio del escucha, pero el tener la oportunidad de preguntarle a alguien capaz de darle una respuesta más acertada, resultaba ser algo tan magnífico como necesario…, al menos para él.

***

El buen hospedador escucho atentamente mientras Keisuke le exponía el tema sobre el cual quería conversar.

Ya veo —Dio un sutil sorbo a su copa y luego la miro con satisfacción—. Como habrán notado, este es un pueblo muy antiguo, y su gente es muy dada a tomar a tomar de forma literal el folclore, erigiéndolo como una certeza histórica.

Pero detrás de toda legenda se esconde una verdad, ¿no es cierto? —se apresuro a matizar el peliblanco.

Kazushiro dejo escapar una extravagante pero suave risa que causo que le temblara cada capa de su considerable papada.

!Definitivamente¡ —admitió, con ojos brillantes y asertivos—. En el mundo hay cosas muy extrañas, siempre lo he sabido, que en ocasiones la realidad supera la ficción. También hay historias empobrecidas y glorificadas…

»Como todo turista con imaginación, me permito el ser envuelto por el embriagador romanticismo de la mitología. Pero como hombre de negocios necesito ser poseedor de un conocimiento histórico lo más exacto posible. Con aquella consideración, me sumergí en una investigación tanto objetiva como subjetiva y, pese a mi poca experiencia como historiador y mitólogo, tengo plena confianza en que he alcanzado la “verdad” que ahora a ustedes les interesa.

El Hakagurē escuchaba, intrigado por la forma en que prácticamente le estaban vendiendo aquella historia a su juvenil curiosidad. Por su parte, estaba más que listo para comenzar a escuchar, pero el Sarutobi quería tomarse las cosas con la debida calma y previsión: No le tomo mucho el darse cuenta que con la noche la temperatura había estado descendiendo bastante, y que aquel fuego crepitante ya no calentaba como antes. Si iba a contar una historia no podía permitir que sus oyentes se distrajeran por estar tiritando. Era una cuestión de etiqueta y cortesía, dos de las principales insignias de su negocio.

Hizo un gesto con una de sus regordetas manos, y un empleado se aproximo para ofrecer un par de mantas a cada jovencito. Mientras que otro acerco una bandeja con variedad de galletas y bebidas espesas y calientes.

El dueño del hotel esperaría hasta que sus escuchas estuvieran suficientemente cómodos antes de comenzar.
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#74
Pero detrás de toda legenda se esconde una verdad, ¿no es cierto?

Mis oídos no dejaban escapar ninguna palabra, mucho menos las últimas del peliblanco que eran bastante acertadas. Seguido a ello Sarutobi se encargó de ir explicando medianamente la situación en la que se veía envuelto, no era un historiador de primera pero al parecer se había pulido un poco sobre el pasado de ese puedo que estaba alejado de toda humanidad. No obstante, mientras iba diciendo cada palabra sentía como el frío empezaba a meterse por mis manos y por mis pies, mi piel se estaba erizando con el pasar de lo segundos, no dude en acercarme al fuego para sentir un poco más de calidez.

Y tras unos segundos de silencio, en los cuales traté de recuperar un poco el color sonrosado de mi piel, llegaron unos cuantos sirvientes, tenían gruesas mantas y otro traía una bandeja con algunos cuantos aperitivos, rápidamente agarré un edredón de color hueso y me arropé lo mejor posible, acto que mi cuerpo agradeció. —Gracias.— Sonreí al primero y luego me volteé a ver al de la bandeja, rápidamente tomé chocolate caliente y unas cuantas galletas con trozo de chocolate. "Espero que no me de dolor de estómago por estar comiendo tanto" aunque sin reparar mucho en ello le di un mordisco. —Gracias.— Sonreí amablemente al segundo.

Ahora me encontraba mucho más cómodo que antes, sin embargo, había un cojín que me estaba llamando a reposar en él, unos cuantos segundos más tarde me encontraba sobre el mueble, le di un pequeño sorbo al humeante y espeso chocolate. —Tiene toda mi atención.— Dije una vez estaba listo.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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#75
El pelirrojo no tardó mucho en ponerse cómodo, y el peliblanco no tardó mucho en imitarle: Tomo un elegante baso que contenía un humeante y dulce té, de aquellos ideales para pasar una comida exageradamente abundante. Se colocó con cuidado en un sofá y procedió a arrebujarse en una gruesa manta azulada, dejando afuera únicamente su cabeza y la mano que sostenía la taza.

En cuanto quiera, señor. —Ya estaba cómodo y listo para escuchar.

El Sarutobi dio un buen sorbo a su cálido vino y se sonrió antes de comenzar con su crónica:

Esta historia se remonta a la época de las grandes cinco aldeas ninjas y del conflicto armado que sumió al continente en una destructiva guerra... Puede que no lo sepan, pero aquella antigua guerra termino por borrarlas del mapa.

»Los que fuesen ancestros de quienes ahora habitan este pueblo, eran una de las pocas y primitivas tribus que se negaban a participar en aquel conflicto, partidarios de alguna especie de neutralidad. Sin embargo, todo aquel que tuviese el interés de seguir con vida se veía obligado a elegir un bando… Pues por aquel entonces solo había aliados o enemigos. Viéndose incapaces de aceptar aquella situación, decidieron migrar a una tierra lejana, lejanas de cualquiera que pudiese ser catalogado de amenaza.

»Pero el continente entero estaba sumido en el caos, y a su paso solo hallaban luchas y conflictos que mermaron sus números… Pero un día se encontraron con un viejo ninja, uno de aquellos que se encontraban hartos de tanta destrucción sin sentido… Él les mostro, a cambio de una considerable fortuna en patrimonios, la forma de llegar hasta un sitio alejado, que por lo inhóspito, frio y estéril resultaba de interés nulo para los fines bélicos o financieros de aquellos que estaban en guerra.

»Se dirigieron hacia el este, en busca de una isla “deshabitada” en los dominios del País del Agua. Como era de esperarse, el hambre, las batallas y las duras condiciones del viaje mermaron su número en gran medida.

»Se encontraron, finalmente, en las Llanuras del Hielo, uno de los pocos sitios en donde no era factible o rentable el hacer la guerra, pues allí no había nada de valor estratégico o económico. Tan deshabitada y hostil como hoy en día, estas tierras mostraron tener la paz que ellos tanto anhelaban.

»Les tomo poco más de una década el establecerse, y por entonces sus números ya se había multiplicado, pues eran gente resistente y trabajadora. Sin embargo, la guerra les amenazaba nuevamente: En esta región vivía una numerosa, y muy poderosa, tribu guerrera. Y como era de esperarse, los habitantes de esta región no estaban nada cómodos con la llegada de estos supuestos colonos. Eran de costumbres y sociedades tan distintas que los primeros contactos fueron desastrosos y, por tanto, cualquier intento de diplomacia se vio truncado.

»Los antiguos colonizadores creyeron que por provenir de un mundo en constante guerra se encontraban preparados para hacer la misma. Sin embargo, los nativos conocían esta tierra a la perfección y estaban adaptados a ella, tal como un animal que tomase el mejor medio evolutivo para unificarse con su entorno. Pero aquello no era suficiente como para representar una amenaza significativa, la verdadera amenaza era que estos nativos era capaces de usa el chakra. Aquello dejo en una postura de indefensión a los colonos, pues a causa del miedo habían exiliado durante décadas a cualquier usuario de chakra que estuviese entre los suyos.

»No es necesario decir que esto implicó una serie de masacres consecutivas, provocando que los colonos redujeran su número hasta un centenar. Es tal como hoy en día, el comparar a un soldado común con un ninja… El resultado es triste y obvio. Y dada las circunstancias no podían abandonar aquellas tierras, pues un viaje de retorno hubiese implicado el perecer de su pueblo.

»Convencidos de que luchaban contra fuerzas ultraterrenas y malignas, cayeron en el viejo refrán que reza “para matar a un demonio es necesario otro demonio”. Allí es cuando entra en escena mi ancestro directo, Sarutobi Yabu, un poderoso ninja veterano de mil batallas. Viendo la situación, les propuso un trato sencillo y mutuamente conveniente: Ellos le darían posesión y respaldo legal sobre aquellas tierras y él se encargaría de proveerles las fuerzas militares y el conocimiento bélico necesarios para defenderse.

»Considerándole una especie de héroe o mesías, aceptaron el acuerdo. La balanza se inclinó considerablemente a favor de los colonos: Los Sarotubi aliados con Yabu venían de una guerra donde lo extraño y antinatural estaba a la orden del día, por lo que enfrentarse a aquellos nativos no resultaba el mayor de sus desafíos. Sin embargo, mi ancestro se aprovechó de las creencias de estas personas para ir aumentando su influencia económica y política al tiempo que se pintaba a sí mismo como un héroe, demonizando a sus enemigos.

»Se dice que la única razón por la cual la guerra se extendió durante décadas es debido a que el número de nativos era considerablemente alto… Pero lo cierto es que Yabu extendió el conflicto con miras a establecer una dinastía Sarutobi que se encargara de conservar el control sobre estas tierras a través de la matanza de nativos como un oficio heredable y venerable.

Bebió lo que restaba de su vino y hablo una vez más:

Como ven, en ocasiones las legendas no son tan fantásticas y heroicas como quisiéramos… A veces solo están llenas de naturaleza humana.
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