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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
—Tranquilo, por favor, Yota-kun —dijo, extendiendo las palmas de las manos y retrocediendo un paso—. Entiendo que no me creas. Supongo que te debo una explicación.

»Estos ojos son un poderoso Dojutsu. Puedo ver a través de las paredes, entre otras cosas. Por ejemplo, si cierro los ojos, y formas un número con las manos detrás de tu espalda, muy probablemente si no pegas la mano a tu cuerpo pueda ver qué número has hecho.

»Me puedes creer, o podemos hacer la prueba. Incluso te dejo ponerte detrás de un árbol.


Escuché atentamente las explicaciones del amejin. Tenía sentido, incluso más que lo de hablar con los muertos con una maldita caja de madera. Al final el mundo estaba plagado de habilidades y Kekkei Genkais más raros que un perro verde. A esas alturas me podría creer cualquier milonga y por otro lado, el tipo ya e ayudó en su momento y estaba dispuesto a ayudarme aquel mismo día incluso con la patraña esa de hablar con los muertos.

— Así que no hay misterios para ti, ¿Eh? Está bien, está bien. Te creeré. Todo esto ya me da demasiada mala espina, sea verdad o no lo que dices. Será mejor que nos váyamos. A fin de cuentas te has cargado nuestro salvaconducto para hablar con los muertos.

Metí mi diestra en el bolsillo, de donde saqué la petaca de los caramelos y me metí uno en la boca, después de di media vuelta dispuesto a deshacer el camino que habíamos hecho ya hacia un buen rato para volver a la aldea.

— ¿Es por eso que se te hinchan las venas de los ojos?
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#32
Afortunadamente, Yota le creyó a la primera. «La verdad, no tenía ninguna gana de ponerme a hacer jueguecitos tontos de magia infantil con nadie.»

—Así que no hay misterios para ti, ¿Eh? Está bien, está bien. Te creeré. Todo esto ya me da demasiada mala espina, sea verdad o no lo que dices. Será mejor que nos váyamos. A fin de cuentas te has cargado nuestro salvaconducto para hablar con los muertos.

—Corrijo —dijo Daruu, mientras daban media vuelta y se disponían a volver a Sendoushi—. Me he cargado el engañabobos que nos habría hecho morir allá dentro, o que nos desplumasen el dinero, o similar.

Yota se metió un caramelo en la boca.

—¿Es por eso que se te hinchan las venas de los ojos?

—Sí, efectivamente —explicó Daruu—. Supongo que necesitamos más sangre.

Los muchachos caminaron de nuevo durante un rato. Ya eran pasadas las doce, y Daruu estaba empezando a sentirse cansado, muy cansado. El sueño estaba empezando a adueñársele del cuerpo.

—Si me quedasen energías denunciaría a esa vieja ante un samurái —dijo—. Pero estoy cansado y sólo puedo pensar en irme a la cama.
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No hay marcas de sangre registradas.
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#33
Así pues, mi gozo en un maldito pozo. Seguía sin saber si lo que había pasado tras la pelea con Keisuke era real o me volví majareta durante un rato, probablemente la segunda opción, pero no tendría la certeza y probablemente nunca la tendría. Aunque los médicos lo tuvieron bastante claro.

Ambos descendimos la cordillera hasta volver a Sendoshi donde Daruu dijo que de no ser ta tarde iría a denunciar a ese bruja pero al igual que yo, el tipoç estaba cansado y lo que le apetecía en aquel instante era descansar y punto, echarse en la cama y esperar al amanecer del siguiente día. días que aprovecharía para prepararme a conciencia para la segunda ronda del torneo por el cual habíamos recorrido tanta distancia desde nuestra aldea natal.


— Sí, la verdad es que estoy bastante cansado. Esto, gracias por todo tio. Aunque al final no conseguimos nada, las pizzas valieron la pena. Nos vemos pronto, Daruu-san

Me despediría agitando la mano en el aire y si el amejin no tenía nada más que decir o proponer tomaría el camino de vuelta a Kitanoya dispuesto a descansar hasta el día siguiente. Era demasiado tarde.
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