Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
1/10/2017, 18:10 (Última modificación: 11/12/2017, 00:37 por Uchiha Akame.)
Buenas muchachos.
Antes que nada, gracias por participar. Como quizás sepais, en las tramas que llevo pongo pocas normas pero me gusta ser estricto con ellas.
> No manipular a ningún NPC.
> Turnos de 72 horas máximo (excepto ausencias justificadas).
> No hay orden de posteo.
Pasando al trasfondo de la trama y a la información que saben los pjs antes de empezar.
Los personajes se encuentran en la taberna de un hostal en Taikarune, una noche de Otoño. Los motivos de cada uno son a discreción de sus jugadores, pero todos deben haber recibido de un modo u otro una solicitud para acudir a ese sitio, ese día y a esa hora. No saben quién les ha citado (se hace llamar "Sensei" y el único detalle que tienen acerca de esta persona es que su caligrafía es exquisita), ni tampoco sabrán que los demás pjs están involucrados hasta que se encuentren allí. No conocen mucho acerca del por qué o para qué, sólo que es un trabajo "de ninjas" que, por razones que tampoco les han sido comentadas, debe hacerse por otros cauces que no son los oficiales.
También se les pide que no lleven sus bandanas ni ningún otro tipo de identificación ninja.
Así pues, la trama empieza esa misma noche en el hostal "Taikarunean Beauty", a una hora de la medianoche.
Entretiempo, Otoño del año 217
Akame descansaba recostado en la incómoda silla de madera, con una taza de té humeante frente a él y su mochila de viaje apoyada en la pata derecha de la mesa. El Uchiha tenía entre sus manos un pequeño libro de bolsillo, abierto por una de las páginas intermedias, de tapa blanda y no excesivamente grueso. En la portada se podía ver a un shinobi huyendo entre los árboles de lo que parecían ser una furiosa tribu de enanos, todos pintarrajeados con tatuajes y llevando lanzas y espadas en sus manos. El protagonista llevaba colgado a la espalda una especie de instrumento musical de madera, parecido a un shamisen pero con la caja triangular y más cuerdas en el mástil. Sobre la imagen, en letras naranjas y amarillas, el título.
«Jones Juro y el Templo de la Balalaika»
Pese a que era un relato de ficción de lo más interesante, Akame no leía en aquel momento. Sus ojos se paseaban por la estancia, observando al resto de los parroquianos con mirada analítica, y sólo de vez en cuando regresaba a las páginas del libro para disimular.
«Todo esto es muy raro... Creo que ni siquiera debería estar aquí».
El Uchiha había recibido una escueta nota un par de días atrás en su propio domicilio, sin remitente ni firma. En ella se le pedía, por ser "un shinobi de reputada fama", asistencia para solucionar un asunto. Qué asunto era, ni quién lo solicitaba, no se mencionaba en absoluto en la nota. Sólo había un día, un lugar y una hora.
Y allí estaba, envuelto en su capa de viaje y con el estómago lleno. El hostal era bastante pequeño, lo suficiente como para pasar desapercibido; esa clase de edificio anodino y corriente que la gente ignora cuando camina por la calle. «Sin duda un lugar apropiado para una reunión como esta», caviló Akame. Tal y como le pedían no llevaba visible su bandana de Uzu —la tenía guardada en la mochila—, aunque sí su portaobjetos y su viejo ninjatō, que en ese momento descansaba apoyado en la mesa. Por lo demás, el shinobi vestía camiseta de mangas largas y cuello alto de color negro, pantalones largos azul marino y botas ninja altas, también negras. Todo cubierto por su vieja capa marrón.
Akame miró el reloj que colgaba de la pared... Sólo dos minutos para las once. La hora acordada.
"Taikarunean Beauty... taikarunean Beauty" Repetía una y otra vez mentalmente mientras caminaba por las calles de Taikarune, ¿dónde carajos estaba el dichoso hostal? Habría recorrido dos o incluso hasta tres veces las calles donde se encontraban los hostales y no lograba dar con el mismo...
Paseé nuevamente por todos y cada uno de los hostales, asegurándome de que estaba buscando el indicado, leí nuevamente la carta que me había llegado. ¿Sería una broma? ¿Quién podría odiarme tanto como para tomarme el pelo de esa forma? Suspiré mientras caminaba lentamente leyendo con atención los letreros de las otras posadas. Mis ojos se toparon con una entrada diferente a las demás, era más pequeña, era... ¿Era un hostal? Estaba seguro que habría pasado varias veces por aquí, no obstante, mi subconsciente se encargó de omitirlo, quizá porque no me imaginaba que ese podría ser el lugar indicado.
"¿Tendré que pasar la noche aquí?" Tenía cierto prejuicio incluso antes de entrar y comprobar que ese era el lugar, pero estaba casi seguro de que allí era, un fuerte presentimiento me lo decía.
Sin tardar mucho más llegué a la puerta y entré, me topé con el interior del lugar que como deduje era pequeño, bastante pequeño, no quise pensar mucho en el asunto y entonces me acerqué hasta donde se debería encontrar el encargado. —Buenas noches.— Comenté con un tono cordial. —Que calor hace, ¿no?— Y entonces abaniqué mi rostro con mi palma derecha. Ciertamente estaba bastante fresco afuera, pero nada comparado como las noches en Amegakure.
—¿Sería tan amable de servirme un té frío? Quisiera refrescarme un poco.— Pregunté, no estaba seguro sí tenía que hacerle esa petición a ese tipo de persona, pero me topé con una taza de té humeante en una de las mesas aledañas, así que alguien debía hacerlo.
"Trabajo ninja sin parecer ninja..." Recodé que todas mis pertenencias estaban guardadas en mi mochila, cualquiera que no me conociera podría pensar que era un simple civil.
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Maldición, no debería de estar aquí, sé que no debería estar aquí, ¿por qué demonios he accedido?
El peliverde se encontraba claramente nervioso, repicando con su índice en una de las mesas de madera que se encontraban en el local y mirando a su alrededor sin estar seguro de lo que debía hacer.
Espero que la paga sea suficiente, demonios, espero no estar haciendo nada malo.
Se tapó la cara con ambas manos, derrotado solo de pensar en que clase de lío se había metido.
—Demonios, ¿y si me meto en problemas por esto? —dijo para sí en voz baja.
Entonces recordó como había engañado a sus padres con la excusa de que le habían encomendado una misión de rango C por su desempeño en el torneo, como se apresuró en recoger ropa suficiente y algo de dinero antes de aventurarse lejos de casa para realizar una misión para la que no se le había dado ninguna clase de información.
Recordó que había hecho todo eso por su familia con la esperanza de traer algo de dinero a casa.
Vamos Daigo, no te desanimes ahora, no antes de empezar.
Resopló con la nariz a la vez que su puño derecho le daba un ligero golpe a la mesa.
Pero a pesar de que su espíritu ya había sido alimentado con ánimos renovados, su estómago rugió por alimento provocando que el chico se encorbase levemente mientras sostenía su abdomen con la diestra.
Sacó el poco dinero que había traído de su bolsa, que se encontraba bajo su asiento.
Espera un poco más y no te apresures a malgastar tu dinero, Daigo, de lo contrario no podrás comer en el camino de vuelta.
Volvió a guardar su dinero y dirigió su mirada al reloj que colgaba de la pared, impaciente por que diesen las once.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
La puerta de madera crujió al abrirse cuando un muchacho pelirrojo y de ojos castaños ingresó al local. La planta de abajo del hostal estaba compuesta por un pequeño recibidor con un mostrador y el libro de cuentas donde se anotaban las habitaciones y los huéspedes de cada noche. Luego, a la derecha, la estancia se abría para dar paso al comedor que también hacía las funciones de taberna. Era un lugar pequeño y no demasiado vistoso, con algunas mesas de madera muy vieja y sillas del mismo estilo, un par de lámparas colgadas del techo y una chimenea que a aquellas horas de la noche ya crepitaba con el arder de la leña.
Desde su posición de observador discreto Akame examinó al recién llegado. Aparte de él y el propio Uchiha había apenas cuatro personas más en la taberna; dos parroquianos que bebían junto a la barra, un solitario muchacho de pelo verde en una esquina —visiblemente nervioso—, y el tabernero. Éste último era un tipo grande y curtido, con barba cerrada y bigote del mismo color negro que su pelo recogido en un moño.
Ante la pregunta del chico pelirrojo, el tabernero se limitó a asentir con gravedad y desaparecer por una puerta corredera que había tras la barra, junto a una estantería. Volvió un momento después con un vaso de madera lleno de té verde.
Justo en ese momento el reloj marcó las once de la noche.
El tabernero le largó una mirada cargada de desagrado y, sin mediar palabra, se dio la vuelta y volvió a desaparecer por la puerta tras la barra.
Los parroquianos apuraron en silencio sus bebidas, se miraron un momento, y se levantaron para luego abandonar el local.
Sólo quedaron el Uchiha, el muchacho pelirrojo con su vasto de té y el de pelo verde sentado en una esquina. La puerta del hostal crujió otra vez al abrirse, y por ella ingresó una figura alta y delgada, completamente cubierta por una capa de viaje negra. Era difícil intuir las facciones de su rostro porque llevaba la capucha calada hasta la nariz, así como era imposible distinguir las ropas que llevaba bajo la capa.
El recién llegado tomó asiento en una de las mesas del local y cruzó las manos con gesto visiblemente nervioso.
—Buenas noches, caballeros —saludó, y su voz tembló ligeramente—. Antes de nada, tomen asiento, por favor. ¿Han tenido un buen viaje?
El extraño extendió una de sus manos para señalar las tres sillas que había dispuestas al otro lado de la mesa, frente a él. Akame obedeció, cambiando un asiento por otro, y luego esperó a que los otros muchachos hicieran lo propio. Los observó con interés —dado que probablemente serían ninjas como él— y, al no reconocer sus caras, concluyó que debían ser de Ame o Kusa.
«Esto es jodidamente raro...»
—Podría decirse que sí. Me gusta el Otoño aquí —respondió el Uchiha, lacónico.
Keisuke y Daigo pueden reconocer a Akame como el shinobi que ganó el Torneo de los Dojos.
El tabernero, un hombre de bigote y barba, accedió con cierta molestia, pero sin más se retiró a un lugar al que mis ojos no podían seguirle, no tardó más de unos pocos segundos para volver con un vaso de madera lleno de té verde y unos cubitos de hielo flotando en el líquido. —Gracias.— Agarré el vaso y bebí, sentí un alivio y frescura tras el primer trago.
Miré el reloj de la pared, faltaba poco para las once en punto, ¿sería puntual? Dudaba que se tratase de un irresponsable, pero no podía asegurar nada, solo esperaba no llevarme un fiasco. Me relajé un poco mientras seguía bebiendo, pero ahora mi mirada se paseaba por la estrecha taberna, cuatro individuos más se encontraban sentado en las mesas, un par en una mesa y los otros dos separados.
No obstante, mis ojos se quedaron fijos en el chico de cabellera verde. "¿Daigo?" Me preguntaba mientras agudizaba un poco más mi vista para asegurar de que era él y no lo confundía con nadie más.
Repentinamente el par de aldeanos se esfumó con movimientos nerviosos del lugar, volteé para dejar el vaso de madera, vacío, en la barra y pagar, pero el tabernero ya no estaba. "¿Qué pasa aquí?" Agudicé mis sentidos por un momento, ¿acaso iba a ocurrir algo y no me había dado cuenta? Llevé mi mano a donde debería estar mi porta-objetos, por puro instinto, pero ahí no había nada... Todo estaba en el bolso.
El augurio de la puerta anunció la presencia de una cuarta persona, un figura encapuchada y con una túnica se acercó, no pude ver nada más que su nariz y labios. Seguí sus pasos con mis orbes hasta que se posó con comodidad en una de las viejas sillas de madera.
"Parece que tiene las influencias suficientes como para reservar la taberna pera sus fines."
—Buenas noches.— Salude como respuesta y me acerqué a la mesa, tomé una silla y me senté. Su voz se alteró por unos segundos, ¿estaría bien? —Nada fuera de lo normal.— Comenté.
Mis orbes pasearon directamente por los rostro de los otros dos shinobis que se encontraban ahí, fue difícil no reconocerlos a esa distancia, "Tsukiyama Daigo y Uchiha Akame, el ganador del torneo de los dojos. ¿Cómo olvidarlo?" Aunque me sentí aliviado de ver a alguien conocido, no hice un gesto en especial para demostrarlo, no sabía de que se trataba todo esto y el factor sorpresa podría server.
—¿Con quién tenemos el honor?— Pregunté una vez los Daigo y Akame hubieran respondido, quería saber como se llamaba la persona que me había citado.
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El peliverde se mantuvo observando el reloj, expectante, durante unos instantes que le parecieron eternos. Ni siquiera intentó mirar a su alrededor y prestar atención a cualquier otra cosa que no fuese la hora.
Vamos, tiempo, date prisa que si espero un segundo más podría explotar.
Entonces, como si hubiera ocurrido por orden suya, el reloj marcó las once.
Daigo agachó la cabeza, mirando directamente a la mesa mientras escuchaba como algunas personas abandonaban el local. No sabía quienes eran ni cuantas, pero no se molestó en comprobarlo, pues sabía que cuando volviese a levantar la cabeza solo deberían estar él, algún compañero shinobi y Sensei.
La puerta se abrió nuevamente, esta vez dejando pasar a una persona que se dirigió a una de las mesas del local, antes de sentarse.
Su corazón empezó a latir con velocidad y fuerza, tanta que Daigo casi podría haber jurado estarlo escuchando a su lado, como si se tratase de una voz que se negaba a perder la oportunidad de recordarle al peliverde lo nervioso que estaba.
—Buenas noches, caballeros —dijo aquel hombre, con voz temblorosa—. Antes de nada, tomen asiento, por favor. ¿Han tenido un buen viaje?
Daigo inhaló y exhaló profundamente antes de levantarse.
Ha llegado la hora...
Dio un par de pasos hacia aquella mesa antes de detenerse, soprendido. Esperaba que este encargo requiriese de compañeros para llevarse a cabo, pero jamás se habría imaginado que sus compañeros se tratasen de Uchiha Akame, el campeón del torneo de los dojos; y Keisuke, un Shinobi con el que había compartido alguna aventura.
Finalmente, el genin tomó asiento y se mantuvo mirando a aquel hombre.
—Buenas noches...
Ni una sola palabra más salió de su boca, pues el chico temía que su corazón saliese disparado y golpease al encapuchado en el rostro.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
El encapuchado siguió con la mirada, oculta bajo la capucha que lanzaba una sombra sobre su rostro, a los tres muchachos conforme fueron tomando asiento. Primero el Uchiha, luego el pelirrojo, y finalmente el de cabellos color verde. «Nunca había visto a alguien con el pelo verde... Supongo que será tinte. Por Amaterasu, este chico está temblando casi más que nuestro misterioso amigo», caviló Akame al ver cómo el muchacho se sentaba a su lado y saludaba con escuetas palabras.
Hubo un silencio tenso en la taberna, sólo roto por el crepitar de la madera. El hombre misterioso se frotaba las manos con visible impaciencia, y siguió así durante unos momentos hasta que por fin habló.
—Pueden... Ejem —carraspeó—. Pueden llamarme Sensei. En efecto, fui yo quien les hizo llegar la invitación para acudir hoy aquí, y debo antes de nada agradecerles profundamente que hayan venido.
«Ni siquiera nos ha dicho qué quiere y ya nos está dando las gracias... Esto no me gusta», pensó Akame.
—Disculpen el sobrenombre, no crean que me ha pasado inadvertido el detalle de que yo conozco sus nombres pero ustedes no saben el mío —se excusó, haciendo gala de un lenguaje exquisito—. Pero me temo que son exigencias del guión. Verán, pertenezco a cierta... Organización, que precisa de los servicios de unos shinobi como ustedes. Se trata de un asunto delicado, se lo aseguro, de ahí que no haya utilizado los cauces, ejem... Oficiales —remarcó, con cierto nerviosismo.
El encapuchado metió una mano dentro de su capa y sacó una fotografía que dejó sobre la mesa, a la vista de los tres muchachos. En ella se podía ver a un hombre de unos cincuenta años que miraba directamente a la cámara, de pelo negro pero poblado de canas, bigote recortado y perilla estilo mosca. Vestía con extrema corrección una sobria camisa blanca y sobre ella un haori azul turquesa. Su mirada era penetrante e inteligente, perceptible incluso en una foto.
—Este caballero responde al nombre de Muten Rōshi. Es un prestigioso profesor de la Escuela de Historia de Taikarune y uno de sus principales valedores. Un excelente erudito que consiguió con muchos de sus trabajos que el Daimyō de Hi no Kuni financiara las invaluables obras académicas de la Escuela.
Con visible inquietud, el misterioso hombre se irguió en el asiento. No fue hasta ese momento que los chicos se dieron cuenta de que había estado encorvado todo el rato; ahora parecía bastante más alto, sacándole un par de cabezas a cada uno de los shinobi.
—Últimamente se ha extendido el rumor de que el profesor Muten tiene una... Amante —soltó de repente—. El servicio que preciso de ustedes es que me confirmen si esto es cierto, siempre con la más absoluta discrección.
El tipo metió otra vez una mano dentro de su capa, y sacó lo que parecía un artilugio bastante moderno, negro y cuadrado con una placa metálica en la parte de arriba. Todos lo reconocerían al momento como una cámara fotográfica.
—En caso de que estos, ejem... Rumores, sean ciertos, deberán aportar las pruebas pertinentes.
Se hizo el silencio otra vez. El encapuchado dejó tanto la foto del profesor como la cámara sobre la mesa, frente a los muchachos, y volvió a cruzar las manos.
—Podrán quedarse en este mismo hostal cuanto tiempo sea necesario, todos los gastos correrán de mi cuenta siempre que no se excedan, claro —los muchachos pudieron sentir como aquel tipo les miraba uno a uno bajo la sombra de su capucha—. ¿Tienen alguna pregunta, caballeros?
—Pueden... Ejem —carraspeó—. Pueden llamarme Sensei. En efecto, fui yo quien les hizo llegar la invitación para acudir hoy aquí, y debo antes de nada agradecerles profundamente que hayan venido.
"Sensei... Que específico..."
—Disculpen el sobrenombre, no crean que me ha pasado inadvertido el detalle de que yo conozco sus nombres pero ustedes no saben el mío —justificó, demostrando sus habilidades con la palabra—. Pero me temo que son exigencias del guión. Verán, pertenezco a cierta... Organización, que precisa de los servicios de unos shinobi como ustedes. Se trata de un asunto delicado, se lo aseguro, de ahí que no haya utilizado los cauces, ejem... Oficiales —manifestó con un tono nervioso.
Seguí su mano hasta le interior de su abrigo y observé como extraía una fotografía y la dejaba en el medio de la mesa, pude ver perfectamente la imagen del señor canoso, lo detalle por unos segundos y luego vino la explicación por parte de nuestro "contratista"
—Últimamente se ha extendido el rumor de que el profesor Muten tiene una... Amante —soltó de repente—. El servicio que preciso de ustedes es que me confirmen si esto es cierto, siempre con la más absoluta discreción.
"Muten Rōshi" Repetí mentalmente su nombre mientras trataba de grabarme su imagen también. "Básicamente quieren corroborar un chisme... No tiene mucha gracia esto."
—En caso de que estos, ejem... Rumores, sean ciertos, deberán aportar las pruebas pertinentes.
Miré la cámara y la fotografía, no estaba seguro del todo sí quería participar en esta "misión", paseé mi vista por los otros dos shinobis para ver sí ellos manifestaban alguna expresión al respecto. Por mi parte mi rostro estaba bastante serio, meditaba internamente las posibilidades... No obstante, el hombre autodenominado como Sensei, siguió ofreciendo información al respecto.
—Podrán quedarse en este mismo hostal cuanto tiempo sea necesario, todos los gastos correrán de mi cuenta siempre que no se excedan, claro — sentí su mirada posarse en mi, aunque yo no podía corroborarlo al cien por ciento porque la parte superior de su rostro seguía cubierta—. ¿Tienen alguna pregunta, caballeros?
El primero en saltar sería yo, tenía muchas dudas al respecto, pero era evidente que no iba a comentar todas y cada una de ellas, no obstante, moría por realizar mis incógnitas, por eso no dudé en manifestarlas. —Sí, yo tengo unas preguntas al respecto.— Mi voz sonaba de serena, pero me mantendría un tono lo suficientemente serio. —¿Qué ganamos al ayudarlo?— Lancé el primer disparo, hice una pausa para escuchar la respuesta mientras recargaba el cartucho. —Exactamente ¿de qué organización estamos hablando?— Lo último que quería era verme envuelto con una banda criminal. —Este señor... Muten Rōshi, ¿es hábil? Digo porque sí es un simple profesor no veo porqué requieren el servicio de tres shinobis, o sea... ¿Debemos considerar que es un civil?— Y con esto cerraría mi ronda de preguntas, aunque aún tenía algunas cuantas guardadas, sí veía la oportunidad no dudaría en engancharlas.
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Pasadas (de sobra) las 72 horas, salto a Daigo. Si se vuelve a producir otro salto por ausencia no justificada, Daigo abandonará la trama.
Akame podría haber jurado percibir cómo el encapuchado enarcaba una ceja ante las preguntas del ninja pelirrojo. Carraspeó otra vez mientras se frotaba las manos con visible impaciencia; Akame pudo notar entonces que tenía la piel fina y sin imperfecciones, y las manos delicadas como las de un noble o comerciante. «Este tipo tiene dinero... No sólo porque nos haya invitado a quedarnos aquí con todos los gastos cubiertos, sino porque hace gala de una educación refinada», caviló Akame.
—La respuesta a su primera pregunta —dijo de repente el encapuchado— es sencilla; dinero. Dos mil ryos para cada uno de ustedes. Espero que les parezca más que adecuado, está en mi conocimiento que esta cifra supera por mucho la retribución habitual de las misiones de bajo rango en las tres Aldeas ninja.
«Joder, pues tiene razón. El tío se ha informado bien...»
—En cuanto a la segunda, espero que entiendan el por qué no puedo desvelarles semejante información. Creo que las propias circunstancias de esta reunión lo ponen de manifiesto... Estamos tratando un asunto sensible.
»Por último, debo decirles que el profesor Muten Rōshi es un académico sin par y un excelente historiador, además de un caballero —hizo especial hincapié en sus últimas palabras—. No debe sufrir daño ni perjuicio alguno durante el cumplimiento de este encargo. De lo contrario nuestro acuerdo será revocado y ustedes volverán a sus casas sin un sólo ryo en el bolsillo.
La última parte había sonado, quizás, más amenazadora de lo que el misterioso hombre pretendía; y eso le incomodó. Akame se dio cuenta al momento de que aquella persona no estaba acostumbrada a tener semejante tipo de reuniones y que no se sentía a gusto allí.
—Bien, ahora, si me disculpan caballeros... He de irme. Les deseo suerte en esta empresa.
Visiblemente inquieto, el encapuchado se levantó y se dirigió hacia la puerta. Había dejado sobre la mesa tanto la cámara de fotos como la fotografía del profesor.
Una vez terminé mis preguntas, lancé una mirada fugaz a mis nuevos compañeros de labor, buscaba alguna aprobación por su parte, un gesto que demostrase en que estaban de acuerdo con lo que acababa de emitir, no obstante, no logré ver nada que indicase estar de acuerdo, entonces el anfitrión de la reunión habló, captando toda mi atención.
"Dos mil ryos, es un buen incentivo, sí tuviera ese dinero conmigo podría... La respuesta a la primera pregunta fue más agradable de lo esperado, me mantuve en silencio y a la expectativa de la segunda revelación, quizá expresaría que era una organización importante y de alta reputación, sin embargo, nuevamente negó revelar el nombre de la misma, hizo gala de unas palabras bastante agradables y convincentes como para evitar que volviera a emitir la misma pregunta, técnicamente sería una interrogante que no sería aclarada.
—Entendido.— Dije con voz firme tras escuchar la última respuesta, sobre todo la advertencia de que el investigado no debería sufrir ninguna lesión. ¿Sería difícil ese encargo? Aparentemente no, pero seguía preocupándome el hecho de que tres shinobis hubieran sido convocados para un solo hombre, seguramente tendría sus trucos...
—Gracias...— Comenté en un tono no muy convincente, ¿suerte? ¿Acaso la necesitábamos? Acompañe al encapuchado hasta donde mis orbes me lo permitieron y luego volteé a ver al dúo.
—Es una sorpresa verte de nuevo, Daigo.— Sonreí amablemente y luego me dirigí al ninja de Uzushio. —Uchiha Akame, primera vez que nos vemos... Bueno yo te vi luchar en el torneo de los dojos, pero imagino que tú no me habrás visto.— Lógicamente ni se habría enterado de mi existencia, simplemente hice una pausa para ver sí negaba mi aseveración, pero sí el silencio se alargaba más de unos segundos yo mismo lo rompería. —Soy Inoue Keisuke, un gusto.— Mis ojos ambarinos se mantendrían fijos en las orbes negras de Akame.
—¿Qué tal les parece todo esto? Es un poco raro todo...— Miré a mi alrededor, no me sorprendió encontrarnos totalmente solos.
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—Pueden... Ejem —carraspeó—. Pueden llamarme Sensei. En efecto, fui yo quien les hizo llegar la invitación para acudir hoy aquí, y debo antes de nada agradecerles profundamente que hayan venido.
—Disculpen el sobrenombre, no crean que me ha pasado inadvertido el detalle de que yo conozco sus nombres pero ustedes no saben el mío. Pero me temo que son exigencias del guión. Verán, pertenezco a cierta... Organización, que precisa de los servicios de unos shinobi como ustedes. Se trata de un asunto delicado, se lo aseguro, de ahí que no haya utilizado los cauces, ejem... Oficiales.
Si el asunto es tan delicado, ¿por qué ha contactado con tres genin?
El encapuchado dejó sobre la mesa la fotografía de un hombre de mediana edad con el pelo negro repleto de canas.
—Este caballero responde al nombre de Muten Rōshi. Es un prestigioso profesor de la Escuela de Historia de Taikarune y uno de sus principales valedores. Un excelente erudito que consiguió con muchos de sus trabajos que el Daimyō de Hi no Kuni financiara las invaluables obras académicas de la Escuela.
En ese momento un escalofrio recorrió la espalda de Daigo.
No querrá que nosotros lo...
—Últimamente se ha extendido el rumor de que el profesor Muten tiene una... Amante. El servicio que preciso de ustedes es que me confirmen si esto es cierto, siempre con la más absoluta discrección.
El genin relajó los hombros mucho más tranquilo.
—En caso de que estos, ejem... Rumores, sean ciertos, deberán aportar las pruebas pertinentes —dijo sensei mienras sacaba una... una... cosa de su capa.
—Podrán quedarse en este mismo hostal cuanto tiempo sea necesario, todos los gastos correrán de mi cuenta siempre que no se excedan, claro —Daigo asintió, pudiendo sentir como aquel hombre los miraba a él y al resto uno a uno—. ¿Tienen alguna pregunta, caballeros?
¿Que si tenía dudas? En ese momento Daigo tenía montones, tantas que jamás podría decidirse por donde empezar.
Bueno, sí, había una duda en particular que sería decisiva para Daigo, la que definiría si aceptaba o no realizar tal encargo.
—¿Qué ganamos al ayudarlo?
Quizá Daigo lo habría dicho con otras palabras, pero al contrario que él, Keisuke no dudó un solo instante en preguntar.
—Exactamente ¿de qué organización estamos hablando? Este señor... Muten Rōshi, ¿es hábil? Digo porque sí es un simple profesor no veo porqué requieren el servicio de tres shinobis, o sea... ¿Debemos considerar que es un civil?
Daigo observó a su contratista, expectante, mientras este se frotaba las manos.
—La respuesta a su primera pregunta —dijo de repente—. es sencilla; dinero. Dos mil ryos para cada uno de ustedes. Espero que les parezca más que adecuado, está en mi conocimiento que esta cifra supera por mucho la retribución habitual de las misiones de bajo rango en las tres Aldeas ninja.
¿¡Dos mil ryo? ¡solo con eso ya tendríamos suficiente para este mes!
Daigo sonrió ampliamente sin siquiera poder disimularlo al escuchar su paga.
A partir de ese momento el contratante les especificó un par de cosas más sobre el encargo, les comentó que Muten Rōshi es un gran historiador y un caballero, pero más importante que cualquier cosa, les informó que si recibía cualquier daño ninguno de los genin verían un solo ryo.
Entonces aquel hombre se levantó y se marchó deseándoles suertes a los muchachos.
—¡Gracias!
En ese momento, tan solo Keisuke, Akame y Daigo se encontraban en el local.
—Es una sorpresa verte de nuevo, Daigo.
—Es un gusto que trabajemos juntos, Keisuke-san. —dijo sonriente y esperó a que Keisuke se presentase.
—Me llamo Tsukiyama Daigo, es un gusto, Uchiha-san —dijo con educación mientras hacía una leve reverencia.
—¿Qué tal les parece todo esto? Es un poco raro todo... —comentó Keisuke.
El peliverde se encogió de hombros sin añadir nada más. Todo era muy raro, sí, pero la paga era suficiente para que aquello no le importase mucho.
Siento la tardanza ^^ fue una mala semana, a la siguiente me acordaré de avisar o algo :3
PD: roleé que Daigo no tiene idea de lo que es una cámara. Creo que en Kusa no hay de eso...
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Akame escuchó con atención las preguntas y respuesta que volaron, raudas, sobre la mesa. Cuando el llamado "Sensei" se marchó, el de Uzu se quedó sentado, con los brazos cruzados y la mirada fija en el retrato del profesor Muten.
«Hay demasiadas cosas que no encajan...»
Sumido en sus pensamientos estaba, casi olvidándose de sus compañeros de trabajo por accidente, hasta que el pelirrojo se dirigió a él. «¿Uh...?» El ninja se presentó como Inoue Keisuke, y aseguró haberle visto combatir en el Torneo de los Dojos. Akame se incorporó en su asiento y le dedicó una corta inclinación de cabeza.
—El placer es mío, Inoue-san —respondió el Uchiha, que todavía no había acabado de asimilar el hecho de que otros ninja le conocieran por su destreza en combate—. No, lo siento pero no me suenas. ¿Supongo que eres de Amegakure o Kusagakure...?
Luego le tocó el turno al de pelo verde. Dijo llamarse Tsukiyama Daigo, y también parecía conocer a Akame de antemano. «Demonios... Esto sí que es una novedad». El gennin no había salido mucho de Uzu no Kuni desde su vuelta de los Dojos, por lo que hasta ese momento su fama no se hizo evidente.
—Lo mismo digo, Tsukiyama-san —replicó Akame, correspondiendo a la reverencia de su compañero.
Ante la pregunta de Keisuke, el Uchiha se recostó en su asiento.
—El trabajo parece sencillo... Y la paga es buena —añadió, constatando lo obvio—. Pero hay varios detalles que no me encajan. Primero, estoy seguro de que habría más de un freelance dispuesto a hacer algo así, y por ese dinero... Pero este tipo, o más bien la organización a la que representa, nos buscó a nosotros. Concretamente a nosotros...
Akame se tomó la barbilla con la mano derecha con gesto reflexivo.
—¿Os habéis fijado cómo hablaba del tal Muten Rōshi?
No, lo siento pero no me suenas. ¿Supongo que eres de Amegakure o Kusagakure...?
—Amegakure.— Alcancé a decir antes de que él se dirigiese a Daigo.
—El trabajo parece sencillo... Y la paga es buena. Pero hay varios detalles que no me encajan. Primero, estoy seguro de que habría más de un freelance dispuesto a hacer algo así, y por ese dinero... Pero este tipo, o más bien la organización a la que representa, nos buscó a nosotros. Concretamente a nosotros...
—Exacto, aparentemente tienen suficiente información de nosotros, ¿sabrán que tipo de técnicas usamos?— Pregunté en voz alta cuando me dí cuenta del asunto. "Conmigo se pelaron porque yo no soy bueno en la infiltración... ¿Cumpliré alguna otra función?
—¿Os habéis fijado cómo hablaba del tal Muten Rōshi?
—Me da la impresión de que lo conoce bastante bien.— Hice una pausa para recordar las palabras que utilizó para describirlo. —Prestigioso profesor y caballero.— Musité. —Este hombre tiene muy buena reputación, quizá quieran chantajearlo con lo de la imagen.— Emití al observar la cámara y la imagen sobre la mesa.
Llevé mi diestra a la fotografía y la tomé, la acerqué lo suficiente a mi para escudriñar bien, intentaría guardar todos sus detalles en mi mente. —Sabía que me faltaba preguntarle algo, ¿dónde podemos encontrarlo?.— Manifesté dándome cuenta que los demás tampoco fue que manifestaron ninguna incógnita al respecto. —¿Vieron alguna escuela por aquí? ¿Profesor de qué?.— Cada segundo que pasaba venían más y más preguntas que había dejado de hacer, en este momento me daba cuenta de deje marchar lo más valioso, la información.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
Dado que Daigo va a estar ausente, su pj abandonará la trama en este turno. En el turno siguiente, entra Juro, al que ya he dado instrucciones sobre cómo rolear su aparición.
Keisuke, con el fin de agilizar la acción, roleemos en este mismo turno que nuestros pjs se van a dormir y cómo despiertan y bajan a desayunar la mañana siguiente.
Por aclarar, los turnos son:
1. Keisuke
2. Juro
3. Yo
Y ya seguimos sin orden.
Akame asintió. En general le daban mejor espina los shinobi de Ame que los de Kusa, no en vano dos de la Lluvia habían llegado a las últimas rondas del reciente Torneo cuando sólo uno de la Hierba lo consiguiera. Luego volvió a asentir cuando el llamado Keisuke les expuso sus teorías, con las que el Uchiha concordó bastante.
—No sé si nos habrá investigado hasta ese punto, pero de todos modos espero no tener que usar ninguna en este trabajo —replicó Akame, recordando la advertencia de Sensei. Luego el Inoue mencionó que quizás quisieran corroborar aquel rumor para chantajear al profesor. Akame se quedó pensativo—. Podría ser, sí... Aunque, por cómo hablaba ese tal Sensei acerca del profesor, me da la sensación de que le tiene un profundo... Respeto.
La conversación fluía bien entre ambos shinobi, mientras que el de Kusa se mantenía callado todo el rato. No dio buena espina a Akame, que había aprendido que los que más callan son los que más ocultan. Sus sospechas se vieron acrecentadas cuando el tal Daigo se levantó sin mediar palabra y abandonó la taberna. «Supongo que debemos tomarlo como una renuncia».
—Espero que nuestro cliente nos deje repartirnos los dos mil ryos del kusajin —comentó distraídamente Akame.
Las preguntas de Keisuke le hicieron alzar una ceja. «¿Realmente estuvo escuchando?»; al Uchiha le hubiera gustado reprender a su reciente compañero de trabajo por semejante falta de atención, pero valoró que quizás crearía una desconfianza poco productiva en el amejin.
—Profesor de la Escuela de Historia de Taikarune. Supongo que no será difícil dar con él si vigilamos el lugar, tal vez por la mañana cuando empiecen las clases.
Poco más quedaba por hablar. Akame contuvo un bostezo, se levantó y recogió su mochila.
—Mañana habrá que levantarse temprano si queremos llegar a la Escuela antes que el profesor Muten. Nos vemos a las siete aquí.
Ni corto ni perezoso, el Uchiha tomó sus pertenencias y subió las escaleras hacia su habitación.
—
Akame retiró la silla de madera y tomó asiento frente a la mesa justo cuando el reloj que había colgado en la pared marcó las siete en punto. El Uchiha iba vestido con ropas similares a las del día anterior; camisa de manga larga y cuello alto de color negro, pantalones azules y largos, botas ninja negras. Al cinto llevaba su portaobjetos, pero había dejado su viejo ninjatō en la habitación junto con el resto de sus pertenencias —incluída su bandana—. Al fin y al cabo, aquel era un trabajo de lo más extraoficial.
La pequeña taberna estaba poco concurrida a aquellas horas de la mañana. El dueño, con la misma expresión insondable y molesta de la noche anterior, servía tostadas y bocadillos a los pocos clientes que tenía tan temprano; un puñado de operarios del puerto y dos mujeres que iban sumamente arregladas.
El Uchiha contempló el plato que tenía ante si con una mirada de ansia antes de empezar a devorarlo. Dos tostadas con aceite, cerdo curado y tomate triturado. De vez en cuando bebía sorbos cortos de un vaso con zumo de naranja que tenía a mano, mientras sus ojos largaban rápidos vistazos al lugar buscando a Keisuke.
20/10/2017, 01:44 (Última modificación: 31/10/2017, 22:27 por Keisuke.)
La conversación empezó a tener un buen feedback entre ambos, Uchiha y yo, no obstante, de vez en cuando lanzaba una mirada al peliverde quien se mantuvo en silencio, no dijo absolutamente nada y parecía estar ajeno a lo que estábamos hablando, repentinamente se levantó de la mesa y salió.
—¿Daigo?— Pregunté a ver sí reaccionaba o algo por el estilo, pero nada pasó, no se detuvo, se marchó sin decir nada. "¿Qué le pasa?" Akame comentó algo sobre su parte del dinero, no dije nada al respecto.
No hice nada por buscar a Daigo, tampoco es que eramos grandes amigos, no le tenía mucha confianza y apenas le conocía, él sabía lo que hacía, por lo que me volví a enfocar en el trabajo que nos habían delegado tan misteriosamente. —Cierto, el colegio.— Comenté recordándolo, por alguna extraña razón lo había omitido.
La hora siguió transcurriendo y el cansancio empezó a pegar, acompañe al pelinegro con un bostezo y mi cuerpo me pedía la comodidad de una cama, Uchiha pactó la hora de encuentro del día siguiente y desapareció por las escaleras. Miré el reloj "Sí quiero levantarme a esa hora debo hacer un gran esfuerzo..."
Me marché a la habitación.
—
Mi cuerpo cayó en el mundo de los sueños sin ninguna lucha, estaba realmente cómodo, la habitación no era la mejor, pero siempre lograba dormir ante las peores expectativas, simplemente me dormía como una roca y luego de eso me era muy difícil despertar.
Las horas pasaron y pasaron hasta que el sol salió, y yo seguía plácidamente dormido.
Abrí los ojos lentamente y luego me senté en la cama, ¿qué hora serían? Miré el reloj del cuarto y entonces salté al baño. " Rayos, rayos... Es tardísimo!" Me dije mientras me alistaba lo más rápido posible.
Finalmente bajé a la taberna, la última vez que miré el reloj faltaban pocos minutos para las siete, realmente era tarde, ¿Akame seguiría esperando? Una vez abajo lo buscaría entre las mesas, miré donde estaban repartiendo el plato con el desayuno tomé uno y me acerqué a la mesa del pelinegro con una sonrisa un poco forzada y nerviosa.
—Buenos días, lo siento, tengo el sueño pesado jejeje.— Intenté excusarme mientras tomaba asiento y empezaba a engullir rápidamente las tostadas del plato y los trozos de tocino, una que otra vez daba un sorbo al jugo.
Sí el uzujin se fijaba en mi podía ver que acababa de salir de la ducha porque mi cabello yacía húmedo, el aroma del jabón del hostal sería fácilmente perceptible; mi peinado yacía igualmente que el día anterior, una cresta que se alzaba en el centro de mi cabeza. Ese día lucía una ropa bastante más fresca, una franela sin mangas de color blanco y bordes azules cielo y unos pantaloncillos beige, debido a que asumí que el clima sería devastador contra mi, la temperatura seguro era similar a la del valle de los dojos. Mi porta objeto yacía en mi región lumbar y era un poco difícil de ocultar debido a que era un poco más grande que los comunes y mi bandana no relucía por ningún lugar.
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