Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Sí . Se llama heladería, y venden gofres, está una calle girando a la derecha, así que por una vez hazme caso y vamos a la.... Heladería.
Mi sentido perruno iba profundizando cada vez más, capa a capa, hasta que finalmente me percaté de que a lo mejor podía ser que algo no fuese bien. Tal vez fuera el rostro de Eri, que empezaba a mirarme como si quisiera clavarme un puñal en el ojo y despues comerse el otro así a pelo sin ponerselo en un coctel ni nada.
O tal vez su tono, claramente exhasperado. Puede que el ligero tinte de agotamiento que tomaba su olor, o puede que sencillamente empezaba a darme cuenta porque las señales se repetían cada vez que yo abría la boca.
— Eri-chan, ¿estás bien? Te noto como... enfadada. ¿Es por qué no me he ofrecido a pagar? Porque es porque no tengo un duro, acabo de volver y no me dejaron ni hacer una triste D antes de irme. Pero cuando haga mi primera misión de invito a un banquete donde tu quieras. Palabrita.
Intenté adaptar un tono conciliador para que no me mordiese. Al menos sí tenía algo de experiencia en animales salvajes y en que no me comiesen.
— Eri-chan, ¿estás bien? Te noto como... enfadada.
¿Enfadada? Enfadada no era la palabra, era más la exhasperación por no saber qué decir ni qué hacer para acertar con aquel chico perruno. Él había dicho que quería algo dulce y con chocolate, ella le ofrecía llevarle a un lugar donde pudiesen satisfacer aquella necesidad, pero parecía que Nabi no colaborase en aquel asunto.
— ¿Es por qué no me he ofrecido a pagar? Porque es porque no tengo un duro, acabo de volver y no me dejaron ni hacer una triste D antes de irme. Pero cuando haga mi primera misión de invito a un banquete donde tu quieras. Palabrita.
La chica suspiró, estaba siendo demasiado injusta con él. Lo mejor era ir despacio, poco a poco; quizá así terminaría por acostumbrarse a aquel chico nuevamente. Lo conocía de la academia, no podía negar que alguna vez compartieron alguna travesura, como ocultar excremento de perro en alguna bolsa para que alguien lo pisase, sí; pero la verdad es que lo notaba como más ido, más... Ausente que antes.
¿Le había cambiado realmente el viaje que había hecho?
—No te preocupes, Nabi-san —contestó la joven, y se dio cuenta de que, después de todo, sí que algo había cambiado pues antes solo le llamaba Nabi —, estoy bien, quizá un poco cansada; no te preocupes, yo he hecho un par... Bueno, creo que ni eso, pero tengo algo ahorrado, así que invito yo hoy a todo —alegó con una sonrisa de oreja a oreja —. Y, creéme, te llevaré a un sitio donde te van a servir algo realmente delicioso.
Tomó su mano y le arrastró por las calles que estaban paseando, delicadamente, y notó que sus manos estaban mucho más calientes que las suyas, así que decidió dejar la suya ahí hasta lograr llegar a su destino.
Quizá no había terminado de conocer a aquel chico del todo.
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Estaba claro como el agua clara que Eri estaba teniendo un dilema interno sobre el tiempo y el espacio y su relacion con el microcosmos en el que viviamos y que llamabamos Uzushiogakure o estaba desentrañando los secretos de las dimensiones paralelas y la teoria de la relatividad de Uchiha Mendeleinstein, que tenía un nombre muy jodido para ser un shinobi.
De mientras yo esperaba que me diese una respuesta o algo mirandola a los ojos como un tonto. Pero es que es lo que había, un tonto de mirada sincera e intenciones difusas, si es que tenía intenciones.
—No te preocupes, Nabi-san, estoy bien, quizá un poco cansada; no te preocupes, yo he hecho un par... Bueno, creo que ni eso, pero tengo algo ahorrado, así que invito yo hoy a todo. Y, creéme, te llevaré a un sitio donde te van a servir algo realmente delicioso.
Antes de que pudiese decir nada me agarró de la mano y tiró de mi a través de la calle en busca de un sitio con cosas deliciosas.
— No te preocupes tú, Eri-chan. Poder estar contigo de nuevo es suficiente para mi, y estar en la villa, y ver que estas como siempre, sana y salva. Me alegro de haberte encontrado al volver.
Le dije sinceramente con una sonrisa en los labios y unas ganas de comer chocolate la hostia de gordas en el estomago.
El chico pareció entender —por fin— «No, Eri, para», así que no se deshizo del agarre y dejó que la kunoichi terminase por llevarle tanto a él como a Stuffy a un lugar donde sirvieran platos con chocolate caliente, no sin antes añadir:
— No te preocupes tú, Eri-chan. Poder estar contigo de nuevo es suficiente para mi, y estar en la villa, y ver que estas como siempre, sana y salva. Me alegro de haberte encontrado al volver.
Ante aquellas palabras la chica no pudo evitar sonrojarse, ¿de verdad había estado preocupado por ella? ¿Habría pensado en ella cuando estuvo fuera tanto tiempo? Negó ligeramente con la cabeza intentando disipar aquellos pensamientos, dudaba mucho que se diera el caso ya que, viviendo en la intemperie tanto tiempo lo único que deberías tener en cuenta es tu supervivencia.
—Anda, anda, ahora ya sabes, a adelantar trabajo perdido —alegó restándole importancia al asunto —. La próxima vez si quieres hacemos alguna misión juntos, será divertido.
Fue lo último que pudo decir pues pronto llegaron al lugar en cuestión. Era una pequeña heladería, de no más de cuatro mesas pequeñas y una gran barra con taburetes desperdigados al lado de la misma. La fachada estaba pintada en un tono azul claro y las letras, en grande, no se podían distinguir bien por la falta de iluminación, pero si venías por la mañana podrías leer Heladería Aisu, seguramente porque la dueña se llamaba así.
Cuando pasaron aún había algunas mesas ocupadas y la barra con dos o tres personas. Eri señaló una mesa vacía e invitó a Nabi a sentarse mientras ella tomaba el asiento de enfrente.
—¿Qué te gustaría tomar? Sé que me has dicho algún gofre, o una crep, lo que quiero saber es exactamente qué te gustaría más de ambas cosas.
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Eri parecía haberse relajado y ahora estaba roja como su pelo, pero esta vez en plan bien, no en plan que quiere que le coma toda su carne.
—Anda, anda, ahora ya sabes, a adelantar trabajo perdido. La próxima vez si quieres hacemos alguna misión juntos, será divertido.
— Pues me vendría bien que me enseñaras como va eso de hacer misiones.
Llegamos a la creperia que era erroneamente llamada heladería y la verdad es que era pequeña pero no faltaba clientela. Eri me arrastró hasta una mesa vacía y nos sentamos. Entonces tomó el papel de camarera.
—¿Qué te gustaría tomar? Sé que me has dicho algún gofre, o una crep, lo que quiero saber es exactamente qué te gustaría más de ambas cosas.
— Ahora mismo un crep, que hay menos masa y más chocolate, con extra de chocolate y extra de nata, pero sobretodo extra de chocolate con chocolate encima del chocolate.
Le fui haciendo una representación de como lo quería con las manos con capas y capas de chocolate y más chocolate, llegó un momento que todo lo que hacia por gestos era chocolate.
— ¿Y tú?
Tosí un poco porque la voz se me había quedado achocolatada.
— ¿Y tú? ¿Un gofre me has dicho? ¿Cómo quieres el gofre? Con chocolate ¿no?
19/10/2017, 10:01 (Última modificación: 21/10/2017, 16:02 por Uzumaki Eri.)
Después de preguntar al muchacho, ella lo anotó mentalmente y se giró para ir a pedir su crep, sin embargo pareció que el chico, después del intento de representación de lo que quería —aunque de forma un poco fallida—, le preguntó a ella misma que qué quería.
—Oh, pues creo que pediré un gofre recubierto de chocolate y crema —alegó, pensativa —. Creo que es lo que más me ha gustado hasta ahora.
Asintió satisfecha, casi con gula por volver a probar aquel manjar, y si Nabi no añadía nada más —que si lo hacía, esperaría pacientemente — se iría a por los pedidos.
Conocía a la mujer, que vivía por y para su heladería, a la joven le caía realmente bien ya que frecuentaba el lugar varias veces al mes, sin embargo no le gustaban los desconocidos así que cuando la pelirroja llegó a la barra, la mujer la sonrió, aunque sus ojos miraban a otro lado, concretamente a la posición donde se encontraba el shinobi que la acompañaba aquella noche.
—Buenas noches, Aisu-san —saludó la joven en cuanto la dueña se acercó —. Me gustaría tomar un gofre de esos tan ricos que preparas, con chocolate y crema por encima —esperó a que la mujer lo apuntase todo y prosiguió —, y también una crep con extra de chocolate, por favor.
—¿Para tu amigo? —preguntó, resaltando la última palabra.
—Sí, seguramente volvamos a menudo, a mi amigo le gusta mucho el dulce, y usted hace los mejores postres...
Después de ganarse a la señora con buenas palabras, recogió su pedido y volvió a la mesa donde Nabi se suponía que la esperaba, posó su crep que parecía nadar en el chocolate que le habían puesto, y su gofre, sobre la mesa y se sentó.
—Espero que te guste, la verdad es que no soy muy fan de las creps...
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21/10/2017, 17:19 (Última modificación: 21/10/2017, 17:20 por Inuzuka Nabi.)
—Oh, pues creo que pediré un gofre recubierto de chocolate y crema. Creo que es lo que más me ha gustado hasta ahora.
— Bueno, lleva chocolate así que no puede ser malo, y la crema tambien está rica. ¿Me vas a dar un cachito para ver como está la crema de este sitio? Es que he probado cremas más malas que pegarle a tu kage con un calcetín meado por tu perro en una reunión de kages.
Igual no había pensado del todo lo del kage y en este momento y lugar del espacio tiempo podía sentar algo mal, pero igual no pensaba demasiado, igual ni un poco. Entonces Eri se levantó a pedir lo nuestro y pensé en seguirla, pero mi segunda neurona se activó y dijo, PERO SI HACES ESO LA MESA SE QUEDA VACIA. Y pensé, mondie, es verdad, y me quedé sentado.
Quien sí se fue tras Eri fue Stuffy que se quedó mirandome con su ojo, yo levanté mi puño a la altura de la cara y lo agité un poco jurandole vendetta a esa estúpida bola de pelo.
Para cuando la pelirroja volvió estaba con la cara estampada contra la mesa aburrido de la espera.
— ¿Qué tal?
Le pregunté sin despegar el moflete de la mesa pero apartandolo a un lado para que colocase la comida. Sin embargo, tuve que separarlos al ver que había un error fatal en todo eso.
Cuando la joven volvió —sin darse cuenta de que Stuffy la seguía — con sus dos platos con dulces que tanto quería Nabi y que a ella poco a poco le estaba entrando el gusanillo por uno de ellos. Cuando llegó, sin embargo, se lo encontró con la cara sobre la mesa, y ella no pudo evitar fruncir el ceño.
—¿Qué haces así? La mesa estará sucia o algo —alegó mientras se sentaba, sin embargo luego recapacitó y meditó sus palabras —. Bueno, tu ya estarás acostumbrado...
No iba a malas, solo que si llevaba tanto tiempo fuera... Vamos, una ducha no tocaría, vaya.
— ¿Qué tal?
Preguntó cuando puso la chica ambos platos sobre la mesa, se iba a sentar tranquilamente sin esperar que Nabi volviese a levantar la cabeza y a erguirla como una persona normal, fue a alargar la mano cuando...
— ¿Y los cubiertos?
Tomó dos cubiertos de un pequeño cubilete que había al lado de un servilletero y una carta de postres. Sonrió y le tendió un cuchillo y un tenedor a Nabi.
—Si tanto te aburrías, podrías haber mirado un poco a tu alrededor en vez de haberte quedado en la mesa durmiendo —dijo mientras movía un poco la cabeza hacia arriba y hacia abajo.
Tomó dos cubiertos ella también y se dispuso a degustar aquello que tenía en frente.
—¡Qué aproveche!
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—¿Qué haces así? La mesa estará sucia o algo . Bueno, tu ya estarás acostumbrado...
— Si vieras algo sucio de verdad se te saldrían las bragas por la cabeza.
Como siempre, dije lo primero que se me vino a la cabeza sin pensar ni tener ninguna intención oculta. Tampoco me tomaba a pecho que me dijese que era un sucio, era verdad. La importancia que le daba a la higiene estaba muy por debajo de la media.
—Si tanto te aburrías, podrías haber mirado un poco a tu alrededor en vez de haberte quedado en la mesa durmiendo —
Había un cubilete con cubiertos ahí en la mesa mismo. Cuanta confianza en la clientela, casi se me caia una lagrimilla cuando cogí un tenedor y un cuchillo para zampar educadamente.
—¡Qué aproveche!
— Igualmente.
Poco despues ya me había acabado el crep y estaba lamiendo el plato como si fuese lo más normal del mundo.
— Si vieras algo sucio de verdad se te saldrían las bragas por la cabeza.
La joven parpadeó varias veces ante el comentario del chico, sin saber muy bien qué cara poner. ¿Se había tomado a mal lo que acababa de decir? Vale que quizá lo que había dicho podría haber herido los sentimientos del chico, pero de ahí a su comentario...
Quizá se había pasado...
—Lo siento... —murmuró la joven mientras comenzaba a remover su comida por el plato. La verdad es que se le acababa de cerrar el estómago de golpe.
Fue cortando poco a poco el gofre, con el poco apetito que se le había quedado poco quería comer el alimento que tenía. Después de comerse la mitad desistió y apartó el plato hacia Nabi, quizá él si que lo quisiera.
—Creo que no quiero más... —dijo la joven con la cabeza gacha —. Después de esto... Creo que me volveré a casa —informó al cabo de unos segundos de espera, en voz más baja que de costumbre.
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Mientras yo estaba lamiendo el plato la pelirroja se disculpó, así de buenas sin venir a cuento. ¿Qué le pasa a la juventud de hoy en día? Hablé sin despegar la lengua del plato.
— ¿Eh ké cientes?
Parecía de mala educación estar lamiendo el plato mientras mi compañera de mesa estaba cayendo en una depresión fantasma y repentina pero parecía de peor educación dejar el plato a medio lamer, además el chocolate despues se quedaría frio y entonces ya no molaría tanto de lamer. Tampoco entendía ni lo que pasaba a Eri ahora, ni creía que pudiese arreglarlo, fuere lo que fuere.
— ¿Es por qué has pisado a Stuffy o algo así? Porque creo que era la pata de la mesa, sino ya se hubiera quejado.
El perro estaba tumbado al lado de la silla de Eri echando una cabezadita como si la vida no fuese con él, estaba volviendo a sus costumbres vagas de antes de ir a las tierras salvajes del mundo exterior.
No había entendido bien lo que acababa de decir el chico, así que solo levantó la cabeza un poco, por si lo volvía a repetir mientras él se deleitaba con el sabor a cerámica del plato ya limpio que antes había estado cubierto de chocolate. Por suerte la dueña del lugar no estaba mirando.
— ¿Es por qué has pisado a Stuffy o algo así? Porque creo que era la pata de la mesa, sino ya se hubiera quejado.
Algo se encendió en su interior, claro, ¡era por la disculpa!
—No, no, no es eso... —alegó mientras posaba sus ojos azules sobre Stuffy y lo acariciaba lentamente, agachándose un poco para disfrutar de su suave pelaje —. Quizá he dicho cosas que te han molestado y... Creo que no estoy siendo justa contigo, Nabi-san —se sinceró la joven sin todavía mirarle —. Has vuelto hoy y te he dicho cosas horribles... Por eso... Lo siento.
Dejó de acariciar el pelaje oscuro del can para volver a poner la cabeza cabizbaja mirando con interés la mesa blanca que tenía delante, lo mejor siempre había sido ser sincera, pero muchas veces era difícil serlo.
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—No, no, no es eso.... Quizá he dicho cosas que te han molestado y... Creo que no estoy siendo justa contigo, Nabi-san. Has vuelto hoy y te he dicho cosas horribles... Por eso... Lo siento.
Viendo la expresión de la muchacha, o mejor dicho, no viendola porque estaba cabizbaja, sentí que no estaba bien. Primero de todo por no estar mirandome y segundo porque no pasaba nada. Apoyé una mano en la mesa para poder estirar la otra hasta su barbilla y levantarle el rostro suavemente. No como un gesto romantico ni sensual, sencillamente para que me mirase cuando le hablara.
Le sonreí y volví a sentarme en mi silla.
— No tienes que lamentarte, muchas veces yo digo cosas peores. Además no me ha dolido nada, así que sin daño tampoco hay culpables ¿no? Sé que eres buena y amable, no podría tomarme nada de lo que me digas como algo malo. Sobretodo teniendo en cuenta que la mayoria de cosas que dices de mi son ciertas.
Uzumaki Eri podía ser muchas cosas, pero malvada era el último adjetivo de la lista. Si una persona no es malvada no hablará con la intención intrinseca de hacer daño, por lo tanto, no puede hacer daño, puede expresar enfado e ira, pero no veo un motivo para sentirme herido.
27/10/2017, 11:26 (Última modificación: 27/10/2017, 11:27 por Uzumaki Eri.)
El chico que la acompañaba se apoyó en la mesa y luego se acercó a ella, subiéndola el mentón para que le mirase a los ojos. Luego volvió a sentarse y sonrió.
— No tienes que lamentarte, muchas veces yo digo cosas peores. —en eso estaba de acuerdo —. Además no me ha dolido nada, así que sin daño tampoco hay culpables ¿no? Sé que eres buena y amable, no podría tomarme nada de lo que me digas como algo malo. Sobretodo teniendo en cuenta que la mayoría de cosas que dices de mi son ciertas.
—¡Eso es mentira! —exclamó, y luego, ante la mirada de reproche de muchos de los clientes hicieron que bajase la voz mientras se encogía de hombros —. Quiero decir, antes te comportabas ligeramente de otra manera, y ahora que has vuelto hay costumbres de las que yo no era consciente, por eso te he... —se detuvo, tomándose ambas manos por debajo de la silla —. Simplemente necesito hacerme al nuevo Nabi, solo un poco, y dejaré de decir cosas tan horribles, confía en mí.
Eso último fue dicho mientras se señalaba con su dedo índice a sí misma.
—Eres un buen chico y la verdad es que siempre te he considerado como un amigo... —murmuró la chica —. No quiero que por una metedura de pata eso cambie...
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—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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Incluso para mi limitada inteligencia lo que decia Eri sonaba raro, había cambiado un poco así que me decía cosas horribles, estaba claro que mentía pero no quise insistir en vista de que estaba más que afectada por el tema.
—Eres un buen chico y la verdad es que siempre te he considerado como un amigo... No quiero que por una metedura de pata eso cambie...
— Por eso no te preocupes, para mi siempre seras una amiga, despues de todo casi que nos criamos juntos. Así que dime todo lo que quieras decirme sin censurarte, si empiezas a callarte cosas acabaras explotando. ¿Qué te disgusta de mi? ¿Es Stuffy? Porque lo empalo aquí mismo.
Era obvio por el contenido que era broma, sin embargo, el tono no había variado, tampoco lo había hecho mi expresión.