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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Y Zaide, de nuevo, demostraba no estar tan avispado como debería luego de tantos años en la clandestinidad y pese a su aspecto de lobo experimentado. Por el contrario, últimamente Koko le había visto dar tropezones una y otra vez pero esta vez dicho error la iba a joder y mucho.

—¿¡Cuándo putas renuncié yo a mi libertad!? —bramó aferrando fuertemente uno de los barrotes—. ¿¡Cómo pretendes que una niña como yo sobreviva más de un día con shinobis pisándole los talones!? ¡Mírame! ¡Si hasta el imbécil de Kuma me atrapó sin problemas!

Por primera vez en mucho tiempo, la Kageyama estaba soltando todo lo que pensaba sin ningún tipo de temor por represalias, después de todo ya estaba casi literalmente en la mierda por culpa de una mala interpretación de un drogadicto.

—¡Encima que tú me vengas con mierdas de libertad cuando tienes una puta adicción! ¡Dependes del jodido omoide! —siguió, sin importarle que estaba escupiendo por cada palabra que soltaba o que los ojos estaban que se le salían de las cuencas—. O esa mierda de pacto… ¿qué libertad tienes si dependes de una niña que no conoces para matar a alguien a quien conociste durante años? ¿qué puta libertad es esa?

Poco le importaba que el Uchiha no la estuviese escuchando a esas alturas, por lo menos se había quitado un peso de encima al soltar todo lo que había estado pensando durante todo ese tiempo y en caso de que de todas formas la dejasen sola, la pecosa simplemente daría vuelta el balde que ella misma había estado usando y tomaría asiento sobre el mismo. «Hijo de puta, ¿qué carajo le ve Yume a ese? »se quejaba, algo agitada y aún enfadada.


La Sakamoto hubiese podido dormir muy a gusto de no ser porque cada vez que se giraba, chocaba contra el Uchiha. No le generaba molestia dormir en contacto con alguien pero si le molestaba un poco ese sudor que pronto al secarse terminaba por convertirse en algo un tanto pegajoso y molesto. Principalmente porque calor no hacía así que la única conclusión que ella pudo sacar fue que… el chico no podía controlarse al estar a su lado.

Claro, ignoraba el motivo real por el que el chico se despertaba reiteradas veces y todo sudado por cada una.

De cualquier forma, la mañana siguiente fue bastante tranquila, incluso ella estaba ya muy tranquila en comparación a aquel primer día de viaje aunque claro, todavía tenían que echarse un viaje importante para llegar al país de la tierra y para ello, la peli-celeste volvió a invocar un cocodrilo, esta vez apareció uno distinto de escamas de una tonalidad distinta pero más o menos igual de grande.

—La vegetación no es gran cosa para estos, la aplastan o muerden y ya pueden seguir su camino y por lo general nadie dice nada al respecto siempre y cuando hayan ninjas controlándolos —indicó muy tranquila mientras tomaba asiento sobre el lomo de la bestia y se esperaba a que Datsue hiciera lo propio, aunque con una pequeña diferencia.

—Sube delante de mí, me resulta un tanto incómodo tener a alguien echado durante tanto tiempo.

Nagisa simplemente se quedó a la espera de que el shinobi acatara su orden, estaba echada un poco hacia atrás apoyada en sus brazos para facilitarle un poco más las cosas a su compañero.
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La kunoichi se despachó a gusto, desahogando toda la rabia y furia que llevaba en su interior. Gritando. Chillando y chillando más palabras sobre cosas que no comprendía. Como el omoide. O el famoso pacto. Sus palabras resonaban como un eco en la fría oscuridad de la cueva, volviendo a sus oídos y...

… a los de nadie más. Porque Zaide había desaparecido de su vista nada más desearle buenas noches, y si había escuchado algo de lo que había dicho, Koko no tuvo forma de saberlo. Quizá, era mejor que no lo hubiese hecho. Por su seguridad.


• • •


Datsue y Nagisa recorrían los caminos del Bosque de la Hoja a gran velocidad, gracias al reptil sobre el que iban montados. Esta vez, eso sí, habían cambiado de posiciones, y era Datsue quien iba delante, sin poder agarrarse a nada más que a las duras y frías escamas del animal.

Ya era cerca del mediodía cuando los shinobis reconocieron el Puente Kannabi, el punto de unión entre el País de la Espiral y la Hoja. Cuando estaban cruzando, sin embargo…

¡Eh! ¡Alto ahí! —Un shinobi con un chaleco verde, el símbolo de Kusagakure a la espalda y una placa al hombro que le identificaba como Chūnin les dio el alto—. ¿A dónde os creéis que vais con… eso? ¡Identificaos! —demandó el shinobi, calvo por completo pero de apariencia joven. De hecho, no parecía llegar ni a los treinta.
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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Ahora mismo tenía más ganas que nunca de ir y matar a Zaide, así se ganase el odio de Yume por ello, estaba bastante segura de que lo haría y ni siquiera aceptaría cualquier mierda que el tipo esté dispuesto a darle, como los pescados.

Poco le importaba si se tiraba una semana entera sin comer nada, o si moría justamente por eso, pero por su orgullo no iba a seguir viviendo de lo que el Uchiha le traía.


Cuando Nagisa se hizo a la idea de que nadie les interrumpiría en lo más mínimo hasta llegar al país de la tierra, un calvo llega para arruinarle completamente los planes. Se trataba de un chuunin, mismo rango que el suyo pero por lo menos ella tenía cabello.

—Sakamoto Nagisa, chuunin de Uzushiogakure. Viajando rumbo al país de la tierra sobre un cocodrilo amaestrado y muy obediente —dijo a desgano y casi apretando los dientes mientras se levantaba del mismo.

Esperaba no necesitar hacer aclaraciones a Datsue de que pretendía que hiciese exactamente lo mismo para así poder mandar al animal de vuelta a su lugar de origen.

—¿Necesitas algo más? —cuestionó cruzándose de brazos para de paso, realzar levemente sus atributos.

Al mismo tiempo, depositó el peso de su cuerpo a una de sus piernas para justamente inclinar levemente las caderas. Básicamente estaba intentando afectar un poco a las decisiones del calvo en base a una seducción algo simplona, así al menos tal vez las cosas serían mucho más rápidas de lo esperado, aunque no quitaba que la peli-celeste estuviese echando todo tipo de maldiciones sobre el shinobi de kusagakure.
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Uchiha Datsue —se presentó, acompañando las palabras de Nagisa—. Genin de Uzushiogakure no Sato.

El hombre miró de forma alternativa a Nagisa y Datsue, con gesto ceñudo y sin caer ni por un momento a los encantos que Nagisa se afanaba en mostrar.

Está bien, está bien. Pueden ir montados en él —cedió finalmente, sin pedirles que abandonasen su montura sobre el cocodrilo—. Pero eviten los poblados y aldeas, no quiero que causéis el pánico por ahí —exigió, con voz ronca.


• • •


Con una puntualidad de reloj, Koko recibió su primer desayuno a la mañana. Un plato de pescado, como siempre, traído por Zaide.

El Uchiha, como si nada hubiese pasado el día anterior, esperó a que Koko vaciase el plato para llevárselo de vuelta. O acaso… ¿Koko seguiría en sus trece de no comer?

• • •

Nagisa y Datsue no tuvieron un camino fácil. Había partes en las que el cocodrilo pasaba de forma cómoda, pero otros, sin embargo, en el que los gigantescos hongos estaban tan juntos entre sí que se le hacía muy difícil su movimiento. Por grande que fuera el animal, los hongos lo eran más, y limitaban de tal forma el movimiento del cocodrilo que avanzarían mucho más rápido si fuesen a pie.

Luego, sin embargo, cuando se desviaron por el Paraje del Bambú, la cosa se puso más fácil, y avanzaron de forma mucho más rápida. La noche empezó a caer sobre ellos, y los shinobis tenían la posibilidad de acampar a ras de suelo o dirigirse al norte y dormir en alguna posada de la Ribera del Sur.

¿Acampamos? —propuso Datsue. Dormir en la Ribera del Sur era lo que menos le apetecía en aquel momento.
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—Sin problemas —respondió con una agradable sonrisa mientras volvía a subirse al cocodrilo.

Una vez Datsue hizo lo mismo, continuaron el viaje directo al país de la tierra, aunque claro, tuvieron un par de problemas en el bosque de los hongos que poco después se vio compensado por el de bambú. No todo podían ser pros ni contras.

Lo malo fue que la noche les cayó encima y estaban algo lejos aún de la Ribera Sur, suficiente como para no ver siquiera alguna que otra luz en el horizonte así que la propuesta del Uchiha sería la más acertada.

—No nos quedará de otra, además tendríamos que dejar el cocodrilo de todas formas si buscamos alguna posada.

Dicho eso, la chuunin se levantó, esperó a que el genin lo hiciera y luego… ya se buscaría algo de hierba para armar un pequeño colchón o algo en lo que echarse a dormir.


Koko seguía enojada, tanto que se mantuvo despierta todas las horas que pasaron desde la discusión hasta que el tipo regresó con el plato lleno de sardinas. Tampoco se había levantado ni una sola vez de su asiento improvisado, pero sí había acomodado una pierna por sobre la otra y apoyado un codo sobre la misma para usar la mano de soporte para su cabeza.

En cuando Zaide apareció ella simplemente desvió la mirada hacia la pared, evitando dirigirle la mirada.
Responder
Zaide golpeó con un anillo varias veces uno de los barrotes, como si estuviese llamando a la puerta de la habitación de Koko y no a su celda. Como vio que le daba la espalda y no le hacía caso, se fue, llevándose consigo el pescado y la jarra de agua.

A la tarde, regresó, repitiendo el mismo método. Tenía sardinas en un plato, una jarra de agua en el otro, y con el anillo de un dedo golpeó dos veces un barrote, emitiendo un sonido metálico.

Tac, tac.


• • •


Datsue se terminó la pasta que había pedido en la taberna aquella mañana, vaciándose la cantimplora con agua entre trago y trago. Se había quedado con un poco de hambre, pero peor estaba Nagisa, a quien no había visto pedir nada en la posada ni comido nada el resto del día.

Menudo aguante tenía la chica.

Un caballero le hubiese ofrecido algo de su comida, pero Uchiha Datsue no era ningún caballero.

Quizá podríamos parar en la Ribera del Sur mañana por la mañana a comer algo —se obligó a proponer. Ya odiaba la idea de internarse en aquel pueblo lleno de estafadores, corruptos y asesinos. Pero, ¿qué opción le quedaba? No quería pisar la Ribera del Norte por miedo a que alguien le reconociese —o incluso a cruzarse con su propio padre o madre—, y como no se llenasen el estómago mañana iban a sufrir el resto del viaje.

Terminada su comida, apiló unas cuantas ramas secas y hojas sueltas dentro de un círculo de piedras, y encendió una pequeña hoguera, lo suficiente como para que pudiesen entrar en calor antes de dormirse.

El Uchiha —que se sellaba de todo en el cuerpo—, sacó una mochila con su habitual saco de dormir. Fue entonces que se dio cuenta que Nagisa estaba… amontonando hierba para usarla de colchón. «Curioso…», pensó, mientras se descalzaba y se metía en el saco. Una vez dentro, y ya con cierta intimidad en el interior, se quitó los pantalones y el jersey.

¿No trajiste saco de dormir, Nagisa? —preguntó, extrañado. ¿No pensaría dormir a la intemperie? ¡Estaban en pleno invierno!
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A pesar del intento del Uchiha por llamar la atención de la Kageyama no consiguió respuesta alguna. No parecía importarle a la pecosa que el estómago le rugiese y sentir la boca reseca por la falta de alimento e hidratación.


—Eso pensaba hacer —le indicó la mayor en lo que recolectaba bastante hierba.

Dejó que Datsue hiciera lo que quisiera, incluyendo la hoguera que vino genial para calentarse momentáneamente hasta que él terminó su comida. Ya con todo listo no quedaría de otra que echarse a dormir para poder seguir con el viaje que por suerte, estaba cercano a terminarse… al menos la ida.

En eso, justo cuando la peli-celeste se puso de pie y estiró un poco la espalda y los brazos, el joven genin soltó una pregunta que a juzgar por la reacción de ella, estaba esperando que la formulase.

—Pensaba usarte a ti de abrigo —dijo con una sonrisa mientras se acercaba al chico ya metido en su saco.

Indudablemente la fémina carecía de la fortaleza física para cargar con el Uchiha así que optó por hacer algo más sencillo, ubicarse a un lado de él y hacerlo rodar hasta el colchón de hierba que era la suficiente para que dos personas se tumbasen a dormir allí. Lo acomodó bien como correspondía y luego se tumbó a un lado bien aferrada a él. Así al menos un poco de calor ajeno le llegaba y la hierba la ayudaba más de lo que uno pudiera imaginarse.
Responder
Zaide siguió sin conseguir respuesta, así que, como la primera vez, se fue de allí sin decir nada.

A la noche volvió, aunque esta vez sin plato de comida. Se había cansado de cocinar para ella para luego tener que comérselo él y, lo que no era capaz, tener que recocinarlo horas más tarde. Aquello era un sacrilegio que el Uchiha había cometido una vez, pero no más.

En su mano, una jarra de agua. Sabía que una persona podía aguantar mucho tiempo sin comer, pero con el agua era otra historia. Había visto a hombres tan grandes como Kuma deshidratados al segundo día con vómitos y diarreas, doblados sobre sí mismos y sin energía.

Dio golpecillos en los barrotes, y esperó. Un segundo, dos, tres…


• • •


A Datsue no le hizo mucha gracia que lo hiciesen rodar como a un juguete, pero, ¿qué podía decir? Era una superior, después de todo, quejarse tan solo complicaría las cosas. Además, se trataba de una Sakamoto, y el Uchiha no acostumbraba a llevar a buen puerto ninguna de las discusiones que tenía con miembros de aquella familia.

La kunoichi, por su parte, abrazó a Datsue por fuera del saco de dormir y aseguró que lo usaría como fuente de calor. «Esta chica está loca», no pudo evitar pensar. ¿En pleno invierno? ¿Con la poca ropa que se había traído? ¿Y pensaba dormir así?

Es tontería que pases frío, Nagisa. —Tontería y contraproducente. ¿Y si se resfriaba? ¿Y si a la mañana siguiente estaba con fiebre? La necesitaba en plenas facultades por si el rescate se complicaba. Koko la necesitaba—. En serio —dijo, abriendo el saco por la cremallera que había por un lateral—, este saco es bastante grande. Damos de sobra —aseguró. No lo decía por decir. Aiko ya había dormido junto a él en aquel saco por unas horas, cuando los dos se habían aventurado en el País del Viento.

«Aiko…». Sacudió la cabeza. No era el momento de pensar en ella.
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Podía tirarse días sin comer, lo estaba haciendo perfectamente ignorando su estómago, pero el agua era otra historia.

Tenía la boca reseca, los labios se le iban a comenzar a partir en cualquier momento y no duraría mucho más en esas condiciones, ningún ser humano podía hacerlo sin importar el adiestramiento que tuviese y ella no era ninguna excepción.

Cuando Zaide apareció podría notarla bastante más decaída que antes, seguía enojada pero su expresión no denotaba la fiereza del primer día, tenía unas pronunciadas ojeras e incluso parecía estar sufriendo por lo que, al escuchar los golpes a los barrotes, la kunoichi miró vagamente en dirección al Uchiha y tras suspirar se giró.

Su mirada y estado eran lamentables, se notaba fácilmente que durante ese tiempo además de no haber consumido nada tampoco había estado durmiendo y es que hacerlo significaba tumbarse sobre mierda o sangre, que en cualquier caso para alguien tan obsesivo con lo que es la limpieza es simplemente imposible.

Si el bandido seguía allí, la pecosa acercaría sus temblorosas manos hacia el contrario esperando que accediese a darle algo de agua.


Lo que menos se planteó Nagisa fue compartir un saco de dormir con alguien, desconocía que existiesen de tamaño suficiente para que duerman varias personas y por ello jamás pensó en una solución como la que el genin le estaba ofreciendo.

—Ni me había fijado —dijo claramente sorprendida.

Sin perder el tiempo, y aprovechando que el propio Datsue había abierto el saco, se introdujo en el mismo asegurándose de extender su cabello por encima de la altura de su cabeza así la cremallera no le atraparía ningún pelo. Es desagradable para ella el arrancárselos con algo así.

—Espero no cojas alguna costumbre de esto —dijo con cierta tonada en voz.

Claro que se estaba esperando a que el dueño del saco lo cerrase así eso significase apegarse más a ella, que probablemente era lo que pretendía desde un principio.
Responder
Tocó sobre los barrotes, y esperó. Un segundo, dos, tres…

Koko le miró vagamente, suspiró, se dio la vuelta con lentitud… y Zaide ya volvía sobre sus pasos escaleras arriba. Quizá así, para la próxima, Koko recordase que Zaide era su secuestrador y no un sirviente de los Sakamoto que le venía a servir a la habitación.


• • •


—Espero no cojas alguna costumbre de esto.

P-por supuesto que no —dijo Datsue, ligeramente ruborizado, mientras cerraba la cremallera del saco de dormir. «Lo cierto es que no me importaría acostumbrarme…», pensó para sí—. B-buenas noches.

Y, con aquellas últimas palabras, el Uchiha se dejó llevar por el sueño. Sudores fríos, despertares a mitad de noche… Datsue pasó por todas aquellas fases, como ya estaba acostumbrado desde que Shukaku dormía en su interior. No obstante, fue una noche que le permitió, de nuevo, recobrar esas energías y ese descanso mental que tanto le venían haciendo falta.

Poco a poco, estaba recuperando su plenitud física. Y eso estaba bien, quizá la necesitase en muy poco tiempo…


• • •


Koko se encontraba mal. Bastante mal. Llevaba una semana comiendo a base de pescado, en poca cantidad y muchas veces pasando un día o dos sin comer. Incluso uno de aquellos días se lo había pasado sin beber. No estaba nada bien alimentada ni hidratada, desde luego, cosa que solo había empeorado en los últimos dos días.

Anteayer, la kunoichi no había comido ni bebido nada desde el desayuno. Zaide se había ido sin más explicaciones que la de tener que ocuparse de unos asuntos, y no había regresado hasta la noche, justo a tiempo para impedir una violación de Kuma.

Tras el incidente, Koko se enfadó con Zaide por un comentario, y al día siguiente se había autoimpuesto una huelga en la que nada había comido ni bebido.

Ahora llegaba el tercer día, y Koko ya había tenido arcadas y sentía que tenía diarrea. Notaba la piel fría y ligeramente azul, y se sentía débil. El problema no solo era que había dejado de beber, sino que no se llevaba ningún otro alimento a la boca con el que pudiese hidratarse.

Pero entonces llegó la mañana y le oyó: sus característicos pasos, que ahora reconocía mejor que la palma de su mano. Era Zaide, con un vaso de agua en la mano. Llegó hasta la celda y tocó tres veces en los barrotes.

Tres, dos, uno…
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Ajeno a la reacción de la kunoichi, el bandido se dio media vuelta y se retiró, ignorando incluso un intento por parte de ella de llamarle la atención que más bien, pareció un intento de grito prácticamente inaudible. La voz ni siquiera le había salido.

Para el día siguiente la genin ya no estaba sobre su asiento improvisado, ahora estaba sentada en el piso justo en el rincón que se había formado entre los barrotes y la pared, a un lado tenía las rejas y al otro el balde-asiento. Tenía las piernas flexionadas y abrazadas con ambos brazos mientras su rostro permanecía escondido entre ambas extremidades.

En las pasadas horas se había sentido fatal, necesitaba por lo menos agua o seguramente no la contaría. Tenía los labios quebrados, la boca seca, le dolían los ojos y las ojeras que tenía la asemejaban bastante con un mapache de no ser por el tinte azulado que su piel estaba adquiriendo. También le dolía horrores la cabeza y además de todo eso, durante aquella noche había echado a llorar lo cual aceleró bastante el proceso de deshidratación por el que estaba pasando.

Entonces, Zaide bajó una vez más con agua para ella, o eso se suponía, la última vez ni se había molestado en esperarla a que reaccione.

Esta vez la pecosa comenzó a moverse desde antes de tenerlo en su campo visual, se inclinó hacia un lado, dejó que sus piernas se apoyasen sobre las rejas y estiró una mano por entre los barrotes y esperó, con la cabeza entre la pared y un barrote. Con mirada cansada se mantuvo estática mirando el suelo hasta que finalmente vio un pie del Uchiha.

Estiró una mano hacia arriba, tan alto como pudiera llegarle y con voz bastante baja y lastimosa simplemente soltó una palabra.

—Agua —soltó suplicante.

Como la ignorase una vez más y pasase de ella, probablemente a la próxima vez que vaya a verla ya ni consciente esté, y eso en el mejor de los escenarios.


Esta vez la kunoichi o tuvo ninguna duda, el chico sudaba horrores mientras dormía y por ello había amanecido bastante pegajosa pero no podía quejarse, gracias a él no había pasado frío por dormir a la intemperie.

Lo malo era que se había acomodado de forma que quedó de espaldas al saco y ya de por sí le estaba costando horrores moverse así que seguramente lo mejor sea salir por arriba, total, si entraban dos cabezas tendría que poder sacar el resto de su cuerpo por allí, ¿cierto?

Pues bien, la cabeza de aquella mujer no es lo más voluminoso en su cuerpo, aunque por suerte para Datsue, todo lo demás si bien es más grande, también es mucho más suave, aunque la mujer se movió con toda la delicadeza posible para evitar despertarle por error.

Una vez fuera del saco, Nagisa aprovecharía para estirarse bien y un buen rato después de eso, cuando ella ya estuviese bien despabilada despertaría al genin para emprender viaje hasta la Ribera sur, esta vez caminando.
Responder
Agua pidió Koko, y agua obtuvo.

Zaide dejó que tomase el vaso de agua entre sus manos, esperando a que terminase de bebérselo para tomarlo de nuevo.

La sed es más fuerte que el orgullo, ¿huh? —comentó, antes de irse.


• • •


Sakamoto y Uchiha se llenaron de provisiones en la Ribera del Sur. Allí, Nagisa pudo ver la otra cara de Datsue. Se la pasó criticando a los ribereños del sur, advirtiéndola de los muchos peligros que implicaba fiarse de ellos. Lo crueles, sanguinarios y malas personas que eran. Y, sobre todo, lo engañosos que llegaban a ser.

Luego, llenado el estómago, los dos partieron hacia las Montañas de la Tierra. No fue hasta la noche que llegaron hasta cerca de su frontera, pero una tormenta les pilló desprevenidos y tuvieron que buscar refugio, de suerte que se toparon con una posada en mitad del camino.

Allí, se alimentarían, entrarían en calor y recobrarían fuerzas para el viaje de mañana.

Mañana llegaremos al punto del intercambio —dijo Datsue, que recordaba haber pasado cerca de allí cuando había ido con Koko a hacer la misión. Sin embargo, y según había informado Datsue a Nagisa, el intercambio estaba previsto para pasado mañana a última hora de la tarde. ¿Qué harían, pues? ¿Esperarían? ¿O aprovecharían la brújula de Datsue para tratar de rescatar a Koko a la fuerza? —. ¿Vamos a seguir el plan o…?

Los dos se encontraban en la primera planta de la posada. Acababan de ponerse las botas con la cena y, en breves, si querían descansar, se irían a la cama.


• • •


Koko recibió un vaso de agua a la hora de la comida, y otro a la cena. No hubo, sin embargo, ofrecimiento de comida por parte de Zaide, y a no ser que se lo pidiese de a viva voz, quizá tampoco lo habría al día siguiente.
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Koko prefirió no responder ante aquella burla y bebió tanto como pudo aunque con moderación, lo último que quería era terminar vomitando y empeorando aún más su deshidratación.

Una vez terminada de beber, el bandido se llevó el vaso y no fue hasta la próxima comida que no recibió otro. Pero si bien, sentía hambre, no iba a pedir comida, se aguantaría más tiempo pura y exclusivamente con agua que total, eso solo ya la estaba ayudando a mejorar al menos un poco su estado.


Aquellos dos habían llegado excesivamente rápido y les había quedado bastante tiempo de sobra para hacer lo que se les antojase. Se había provisto bien de comida, tenían una habitación reservada en una buena posada y los estómagos bien llenos. Pero Datsue no contaba con una cosa de la que no se enteró hasta soltar aquella pregunta.

—Esperaremos —afirmó sin dudarlo ni un instante—. Me jode admitirlo pero lo mío no son las peleas —afirmó algo frustrada.

Si algo distinto tenía ella de los demás Sakamoto —además de cabello celeste que por lo visto era natural— era la falta de espadas. Ella no llevaba consigo una cantidad ridícula de espadas y con suerte tenía dos kodachis amarradas a la cintura formando una cruz, sin mencionar que su estado físico era, a simple vista, muy similar al de Noemi en su época de kunoichi, es decir, no tiene músculos marcados, incluso Koko está más marcada que ella.

—Así que dudo mucho que podamos con esos dos que mencionaste y más si tenemos que cuidar que no pase nada a mi hermana.

Tras aquella afirmación, Nagisa se puso de pie, se estiró un poco más y se retiró rumbo a la habitación que, de nuevo, compartía con el Uchiha. Tampoco podía darse el lujo de ir derrochando dinero cuando una buena suma tenía que invertirla en ”comprar” a su hermana.
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Datsue sintió cómo su corazón se le aceleraba cuando la kunoichi reconoció que el combate no era lo suyo. ¿Qué harían, entonces, si el rescate se les complicaba? Había derrotado a Kuma una vez, ¡pero Katame era otra historia! Incluso herido, se las había manejado para noquear al Uchiha. Por no hablar de Zaide, a quien apenas le había visto toser el último día, cuando le dio las instrucciones para el rescate e invocó a aquella águila suya. Parecía que se estaba recuperando de su enfermedad.

«Pero no tiene porqué complicarse…», se dijo, dándose ánimos. Al fin y al cabo, le habían dejado marchar a él en primer lugar. ¿Por qué no hacerlo también con Koko, tras obtener la pasta?

Sumido en sus preocupaciones, Datsue subió a la habitación poco después. Primero, eso sí, fue a cambiarse al cuarto de baño, poniéndose su habitual pijama. Era extraño, pero en vez de ir ganando confianza y comodidad con Nagisa —ya habían tenido que dormir juntos un par de noches—, le ocurría justo al contrario, cada vez sentía más vergüenza y nerviosismo. Probablemente, porque las primeras noches estaba tan cansado y agotado que no le importaba otra cosa que no fuese dormir.

Se acostó en el lado de la cama que Nagisa le cedió, pero no logró dormirse. Todavía quedaba una cuestión por resolver:

¿Qué quieres que haga mientras paguas el rescate? ¿Quieres que te acompañe o…? —Zaide había sido muy claro en que no quería ver a nadie más salvo a la propia Nagisa en el intercambio. No obstante, quizá no se tomase tan a mal la presencia de Datsue… o quizá sí. No lo sabía, y el punto de encuentro parecía una explanada demasiado grande como para que pudiese esconderse cerca.


• • •


De madrugada, Koko vio la luz de una antorcha acercándose. Poco tiempo tuvo que esperar para reconocer las facciones de su dueño: era Zaide. Abrió la puerta de su celda, y con voz ronca, dijo:

Hora de irse.

Lo siguiente que vio Koko fueron unas telas enrollándose en su cuerpo, y luego... la oscuridad más absoluta.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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La fémina estaba ya acostada y bajo las sábanas, pero no parecía muy dispuesta a dormir, en su lugar estaba boca abajo con la cabeza apoyada sobre una mano. Parecía pensativa, o bien estaba esperando a que el Uchiha apareciera ya que cuando escuchó la puerta soltó una sonrisa.

Una lástima que el chico al recostarse decidiera preguntar por cosas serias en lugar de reparar en ella, que estaba visiblemente desnuda, aunque nada en ella era apreciable gracias a la postura y las sábanas por encima suyo.

Suspiró, se pensó un poco las cosas por un instante y luego, antes de darle una respuesta clara se deslizó debajo de las sábanas para depositar el peso de su pecho sobre el del contrario, trazó unos suaves círculos en uno de los hombros del genin y finalmente abrió la boca.

—Te quedarás aquí, me dirás la dirección exacta en la que tengo que ir para llegar al lugar y si no regreso para el final del día hazte la idea de que ambas estamos muertas. Vuelves a la aldea, reportas lo sucedido y de última hablas con mis hermanos que puede estén interesados en ir a visitar a esos bandidos. ¿Entendido? —dijo con una tranquilidad bastante perturbadora. ¿Pero Datsue entendería lo que le decían? Es decir…

Tras dar aquella orden, la fémina se tomó la libertad de acomodarse mejor, cada vez más por encima del Uchiha hasta que prácticamente se vio incapaz de huir de ella ya que estaba completamente debajo suyo.

—Estas cosas suelen estresarme y necesito estar lo más relajada posible, ¿te apetece ayudarme un poco? —decía lasciva, disminuyendo más y más la distancia entre su rostro y el del menor…

Todo parecía apuntar a que iba muy en serio con aquello.


La kunoichi estaba muy debilitada, con unas ojeras terribles, los ojos enrojecidos e hinchados, completamente despeinada y sucia. Había perdido un poco de peso en los últimos días aunque le faltaba mucho para estar en los puros huesos, aunque eso no quitaba el hambre que sentía y su estómago rugiendo lo hacía más claro de lo necesario.

Los labios de la chica seguían algo resecos y tenían algunas pequeñas marcas rojas donde se habían quebrado. Se sentía fatal en términos generales y a Zaide lejos de importarle, se le apareció abriendo la puerta y pronto la envolvió en unas telas sin darle chance a nada, siquiera llegó a protestar que ya no podía ver absolutamente nada y...

…tampoco tenía las fuerzas como para resistirse así que simplemente se dejó envolver.
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