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Karamaru miró con calma cómo se acercaba su compañera y tras saludar montaba el caballo correspondiente. Tal vez no era el movimiento más audaz deshacer la estrategia planeada, pero si en algo tenía razón aquel hombre era que si no se apuraban llegarían para el año siguiente. Y si se apuraban con Reika a pie, quedaría perdida en el olvido del camino.
«Es verdad, creo que todavía no me había dicho su nombre. ¿Me habré presentado?»
Si avanzamos a buen ritmo, a la noche estaremos en el sitio.- la voz del ahora presentado como Kato lo interrumpió en sus pensamientos dubitativos.
Perfecto. Vamos.
Y con tan solo eso dio media vuelta y comenzó a seguirle el ritmo al guía esperando poder llegar a destino lo más pronto posible.
«¿Sigue funcionando esto?»- pensó Karamaru esperando tal vez recibir un tipo de respuesta femenina dentro de su mente.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
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-Mucho gusto Tomohiro-san- respondió la kunoichi de cabellos dorados al sujeto, mientras seguia oyendo los pensamientos de Karamaru «¿Realmente no le había preguntado como demonios se llamaba?» el enlace seguia arriba, todo el tiempo que la rubia quisiera y su chakra le permitiera, por suerte, esa tecnica tenia un minimo gasto de chakra y podia mantenerla durante un largo rato
«¿Sigue funcionando esto?»
«¿O sea que estuviste hablando sin siquiera saber su nombre?...Karamaru-san era lo primero» la voz de la kunoichi reverbero en la mente del calvo, pero no parecía en tono regañador, mas cómico, ademas de que dejaba en claro de que seguía activo el jutsu «Ponme en situación por favor, al final de que se trata todo, aunque sea un resumen de lo que te dijo»- pidió al cenobita, mientras iniciaba la cabalgata a paso veloz junto a su compañero escoltando a Kato, seguramente debido a la velocidad de los caballos no habría mucha mas charla, pero la kunoichi esperaría al menos unos detalles de lo que sucedía
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El hombre se presentó de nuevo, obviamente para la recién llegada, aunque por suerte o desgracia el pelado era el único que no había dado a torcer el brazo con esas puntuales formalidades. Su nombre aún estaba en el anonimato para el hombre, aunque bien que éste había recibido del hombre dos veces esa información. Tras la nueva presentación, confirmó que si aceleraban el paso lo suficiente, llegarían al destino al anochecer. Quizás lo había exagerado un poco.
Las riendas guiaron a los caballos con velocidad por los senderos, así como por las extensas praderas que daban periferia a la gran urbe de Amegakure. Ambos genin nada mas que tuvieron que seguir al hombre, el cuál miraba de vez en cuando a su retaguardia, en pos de que ninguno quedase rezagado. Galoparon hasta llegar a una bifurcación del camino, donde uno se desviaba hacia un pueblo que quedaba en la falda de una montaña, mientras que otro quedaba justo en lo mas alto de la misma. Dos pueblos vecinos, que sin duda les sonaría en referencia, eran los pueblos del hombre y el que habían de investigar.
El que se encontraba en lo mas alto tenía la mayor parte de las casas de color blanco, pequeñas edificaciones que no iban mas allá de las dos plantas construidas, salvo un campanario que claramente destacaba al resto. Aunque calmado, parecía haber cierto bullicio de gente hablando, niños jugando a la pelota, y personas que simplemente paseaban y hablaban.
Por contra, el pueblo de la parte baja de la montaña estaba constituido por edificios de las mismas características, incluso con un campanario gemelo, pero faltaba algo bastante importante... el bullicio de gente. Las pocas calles que se podían divisar desde donde se encontraban estaban desiertas, nadie parecía estar viviendo allí, casi parecía un pueblo fantasma.
—Ya hemos llegado, chicos —anunció el hombre, por si éstos no lo habían notado —hogar, dulce hogar.
»¿Me acompañaréis esta noche o vais a ir directamente al trabajo? Os puedo ofrecer una cama, y algo de comer. Por la mañana seréis libres de explorar a vuestras anchas.
El atardecer ya casi había vencido, dando paso a una noche que se podía prever oscura, sin luna siquiera. Estaba en manos de los chicos el qué hacer, tenían total libertad lo creyesen o no.
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«Ay dios, que ya ni puedo pensar en privado.... eeehh.... digo... un gusto que esto siga abierto.»
El calvo cabalgaba nervioso poniendo un excesivo esfuerzo en mantener la mente en blanco, no vaya a ser que se le ocurra algún pensamiento que la rubia no debía de escuchar. Al poco tiempo, tras ver el silencio en el viaje, comenzó su resumen para su compañera.
«A ver, creo que me acuerdo mas o menos bien. Vamos a Nokoto, pueblo vecino de Mokoto. La chica esta está desaparecida en ese pueblo, que supuestamente dicen que está embrujado. Nada nuevo.»
Karamaru siguió en silencio, tanto físico como mental, el resto del camino. Al final, terminaron por llegar a una bifurcación donde dos pueblos, uno lleno y otro vacío, se alzaban en el paisaje. Se le hizo claro para él a cuál iban los dos gennin.
¿Me acompañaréis esta noche o vais a ir directamente al trabajo?
«¿Qué dices? Yo estoy bastante bien, no tendría problema.»
¿Hay algo por donde empezar? Una casa, edificio, o lo que sea.- el calvo hablaba solamente para darle tiempo a la Yamanaka a pensar y dar una respuesta y que ambos pudieran tomar uno de los dos caminos.
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«Ay dios, que ya ni puedo pensar en privado.... eeehh.... digo... un gusto que esto siga abierto.»
La chica escuchó ese último pensamiento y aunque se lo tomo a broma «Si sabes otra forma de mantener una conversación en secreto, soy toda oídos...o mente eneste caso» respondió, la voz en la cabeza del calvo sonaba sería, muy diferente de la sonrisa que el rostro de la kunoichi mostraba.
«A ver, creo que me acuerdo mas o menos bien. Vamos a Nokoto, pueblo vecino de Mokoto. La chica esta está desaparecida en ese pueblo, que supuestamente dicen que está embrujado. Nada nuevo.»
«Comprendo» respondió la kunoichi Amejin
¿Me acompañaréis esta noche o vais a ir directamente al trabajo?
«¿Qué dices? Yo estoy bastante bien, no tendría problema.»
«Por mi, ningún problema, a partir de este momento cortaré el enlace mental luego si es necesario lo reestableceré nuevamente» fue la respuesta mental de la kunoichi
¿Hay algo por donde empezar? Una casa, edificio, o lo que sea.- el calvo hablaba solamente para darle tiempo a la Yamanaka a pensar y dar una respuesta y que ambos pudieran tomar uno de los dos caminos.
-El ultimo lugar donde fue vista ¿Lo recuerda?- preguntó al hombre
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El sin pelo preguntó a Tomohiro si sabía por dónde habrían de empezar a buscar, o si bien tenía alguna pista de por donde habían de empezar tan solo, ya fuese una casa, un edificio o lo que fuese. La kunoichi complementó la duda lanzada al hombre preguntando si recordaba el último lugar donde fue vista. Curiosamente, para ambas preguntas había una misma respuesta, aunque lamentablemente a éstas horas pocas respuestas iban a poder encontrar...
—Claro, el mejor lugar para empezar a preguntar puede ser sin duda el colegio donde estudia mi hija, que es el colegio donde estudiaba ella. Lo malo es que a éstas horas no vais a encontrar a nadie, como mucho al conserje si es que aún anda despierto.
A las horas que eran, los mas ancianos habitualmente ya andaban si no en la cama, a punto de meterse en ella. Una verdad universal, que pocas excepciones muestra. El hombre se encogió de hombros, y rápidamente se llevó la mano al mentón, meditando en qué otro lugar podían investigar un poco los chicos. Poco mas tarde, el hombre chasqueó los dedos, vislumbrado por una fugaz idea.
—¡Claro! —exclamó —Mi hija me dijo que su padre trabajaba en la iglesia, que su amiga casi siempre le hacía destellos con un espejo desde lo mas alto. Quizás podáis preguntar directamente a su padre, o investigar la iglesia. Eso ya lo dejo en vuestras manos... aunque yo no me acercaría mucho a esa iglesia, da un miedo atroz.
»Si optáis por mirar en el colegio, os puedo acompañar, está dirección a mi casa, me pilla de paso. Eso si, me tendréis que devolver los caballos, deben descansar en las cuadras. No habrá problema para el regreso, yo mismo os acompañaré en cuanto me aviséis.
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El calvo miró de reojo a su compañera y asintió con la cabeza en respuesta a sus pensamientos, pero para el señor Tomohiro probablemente sería confirmando la última pregunta que lanzó para ayudar en encontrar la ubicación de la muchacha. Tras ello, el hombre comenzó a hablar y dar todas las ayudas posibles para que shinobi y kunoichi pudieran comenzar con la búsqueda.
¿Y que tan lejos quedarían entre ambos? La iglesia y el colegio. Si hay tan poca gente en la calle, podríamos cubrir más terreno, ¿Verdad?- contestó el monje tras escuchar con atención.
Desafortunadamente para él, ya no estaba abierta la comunicación mental con su compañera y no podía arreglar las cosas en privado. La iglesia parecía ser un peor lugar para empezar, pero también uno más efectivo.
Salvo que pasemos por el colegio los tres, y luego descansemos. Podríamos ir a la iglesia mañana al amanecer, la verdad que me da igual cómo proseguir.
—¿Qué dices Reika?
«¿Qué dices Reika?»
Karamaru hacía una única y última prueba para ver si aquello todavía funcionaba y no le estaba espiando la mente para enterarse de lo que el calvo podría pensar.
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La kunoichi siguió el hilo de la conversación en silencio, ya no estaba usando su jutsu de lectura mental, era necesario recuperar su chakra por si las cosas se ponían feas, al parecer la pregunta que la rubia habia hecho sirvio de algo, y pronto se pondrian en camino.
-Vallamos al colegio- respondió la kunoichi de cabellos dorados, aunque no sonaba del todo convencida -De todos modos sugiero, Karamaru-san, que mañana a primera hora sea la investigación, en la oscuridad de la noche podríamos pasar pistas por alto- explico la chica dejando en claro de que no era por descanso, si no por eficacia de ambos en la investigacion
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El hombre aguardó una respuesta, y Karamaru fue el primero en darla. Éste simplemente preguntó si había mucha distancia desde la mencionada iglesia hasta el colegio de las chicas. Mencionó que si había tan poca gente por las calles, podrían abarcar mas terreno. Razón no le faltaba, pero si un poco de orientación. Aunque, tampoco era algo que pudiesen reprocharle, jamás había estado en esas tierras.
—La iglesia es esa que ves allá a lo lejos —señaló en ese mismo instante el edificio mas alto del poblado de la izquierda, el que estaba en la falda de la montaña —mientras que el colegio está en el centro de aquí, cerca del mercado.
En última instancia, el hombre señaló el pueblo de la derecha, el que estaba mas elevado. Éste último era el pueblo donde el hombre vivía, lo cuál daba sentido al porqué podía acompañarlos por un rato mas. Tras ello, apenas sin dar respuesta, los chicos reflexionaron y coincidieron en una misma idea; ir hasta el colegio, y dirigirse a la iglesia apenas hubiese amanecido, tras haber descansado.
—Si estáis entonces de acuerdo en ir al colegio, puedo acompañaros. No está lejos de mi casa, tal y como os decía.
Sin demora, el hombre comenzó a tomar rumbo a la escuela de primaria. Se encaminaron por la leve carretera de arena, hasta llegar al poblado. Aún había algún que otro niño por las calles, celebrando su juventud. Así mismo, alguna que otra madre reprochaba a los jóvenes el tener tanto vigor, pues a ellas le quitaban años de vida. No perdieron demasiado tiempo por el camino, aunque los chicos podrían apreciar que las calles estaban bien limpias, las casas parecían realmente confortables, y el ambiente era dulce y relajado.
Llegaron hasta un edificio un tanto singular en comparación al resto. Éste tenía un gran patio vallado, donde los chicos saldrían a la hora del recreo. Se veía algo mas grande que el resto de casas, aunque no rompía con la altura del resto de edificaciones —sin contar la iglesia— por lo que apenas resaltaba a simple vista.
—Aquí es, éste es el colegio.
A pocos pasos de ellos, se encontraba la puerta principal, cerrada a cal y canto.
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2/02/2018, 23:03
(Última modificación: 2/02/2018, 23:03 por Karamaru.)
El señor Tomohiro señalo ambos puntos y, para mala fortuna del calvo, estaban en lugares bastantes separados y su compañera tenía razón. De noche se podían pasar cosas por alto, más si en vez de ir juntos se separaban. Karamaru se reprimió a si mismo por su mala idea con una palmada en la frente y luego decidió continuar poco metros detrás del caballo líder.
«No, parece que ya no sigue abierto esto. Por lo menos puedo pensar lo que quiera ahora, es un alivio no tener que pensar lo que uno piensa»
Se reía para sus adentros pero mostraba una ligera sonrisa mientras se divertía en el viaje, hasta que al final llegaron a destino. Poca atención le había prestado al paisaje durante el recorrido, pero al momento de dejar de lado sus tonterías y dar vuelta la cabeza podía ver que era un pueblo simple donde el colegio sobresalía de el resto de casas.
—Supongo que podemos ir a buscar al conserje.— respondió sin bajarse del caballo.
—¿Nos espera fuera o viene con nosotros? Creo que sería bueno que nos presente ante el conserje, que él ya a usted lo conoce.
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El hombre aceptó acompañarnos hasta el colegio, por tanto los dos ninjas le siguieron el paso montado. La chica notó algo que al menos para ella, resulto raro: a pesar de la hora de la noche que era, aun había niños fuera de sus casas -¿Sabiendo que hubo una desaparición porque dejan a los niños fuera?- preguntó por lo bajo, aunque el hombre y su compañero pudieron escucharla perfectamente, no entendía como era posible «¿Huérfanos quizá?»
Habían llegado a destino, Karamaru proponía ir a hablar con el conserje, no parecía ser mala idea lo de que Tomohino presente a los chicos frente al conserje
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El rapado preguntó al hombre si bien esperaba hasta que regresasen, o bien les acompañaba. Antes de esperar una respuesta, añadió que de ser presentados por él, ganarían algo de atención. Razón no les faltaba, la gente de pueblo tienden a ser bastante cerradas con los extranjeros, no hacía falta que lo jurasen. El hombre bajó también de su caballo, como el resto había hecho.
—Si, iré con vosotros.
Antes de dejar sueltas las riendas a la merced del equino, el hombre tomó las tres riendas, y amarró a los animales a un poste cercano. De allí no escaparían los caballos, al menos no sin derribar el tocón de madera. Para ese entonces, la chica soltó la pregunta que carcomía su cabeza.
—Si te fijas bien, los padres o madres de éstos niños están al acecho. Vigilan desde la casa, por si cualquier cosa pasase. No están a merced de un secuestro... seguro que si alguien se acerca a un niño, no sale con vida del pueblo —aseguró el hombre.
Tras ello, éste —acompañado de los chicos— avanzó hasta el gran portalón que daba entrada a la escuela. Sin mas, golpeó la madera un par de veces, en un sonoro saludo. Pasaron unos cuantos segundos en pleno silencio, y de pronto se empezó a escuchar el inconfundible sonido de un centenar de llaves golpeando las unas contra las otras. Típico, un llavero que tenía tanto tiempo como esas puertas.
—Voy, vooooy —anunció a compás la arrugada voz de un anciano.
Poco después, el hombre que había tras las puertas encajó la llave en la cerradura, y terminó por abrir la misma. Abrió con mesura la puerta, aunque no del todo, y asomó para ver de quién se trataba. El hombre quedó un poco extrañado ante la presencia de los dos extranjeros, y arqueó la ceja al ver al hombre que acompañaba a los extranjeros.
—Buenas noches, Satofu. Vengo desde Nokoto, éstos chicos son familiares de la chica que ha desaparecido, y querían hacerte unas preguntas —anunció el hombre —¿les puedes dedicar un momentillo, por favor?
El hombre, de barba poblada, surcó con su diestra la peliblanca barba, y dejó escapar un leve suspiro. —Está bien, pero que sea breve. Están echando salsa shinobi en la televisión, y no quiero perdérmelo.
»¿En qué puedo ayudaros, jóvenes?
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Los tres bajaron de los equinos y Tomohiro se encargó del trabajo de amarrarlos mientras el calvo, por su parte, estiraba las piernas tras el viaje. Tras la aclaración de la posible violencia de los lugareños si se llegaba a meter uno con niños pequeños, el hombre golpeó la puerta y poco tiempo después las señales sonoras del otro lado del umbral se dieron a conocer.
«Satofu, hay que acordarse del nombre»
Karamaru fue el primero en pasar a paso rápido tras la bienvenida del conserje. Estuvo a punto de ir directo al grano, pero ir de a poco podía servir más.
—Yo también lo veo de vez en cuando— mintió— ¿Podemos ir a verlo? Podemos hablar mientras si no le molesta.
En cuánto no lo mirarán por un segundo el monje miraría a su compañera y asentiría con su cabeza para marcarle que confíe en él y que le siga el cuento.
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—Si te fijas bien, los padres o madres de éstos niños están al acecho. Vigilan desde la casa, por si cualquier cosa pasase. No están a merced de un secuestro... seguro que si alguien se acerca a un niño, no sale con vida del pueblo —aseguró el hombre.
«Siendo asi...¿Como fue que la secuestraron?» se preguntó ahora la kunoichi «Karamaru-San...Otra vez yo» resonó la voz de la chica en la mente del calvo «Si los padres y madres están tan al acecho de sus hijos ¿Como fue que la secuestraron? ¿A ti te cierra eso?» comentó su sospecha a su compañero mediante el secretismo que su técnica les proveía...sospechar de los padres sonaba raro y quizá improbable, pero era una posibilidad
Tras ello, éste —acompañado de los chicos— avanzó hasta el gran portalón que daba entrada a la escuela. Sin mas, golpeó la madera un par de veces, en un sonoro saludo. Pasaron unos cuantos segundos en pleno silencio, y de pronto se empezó a escuchar el inconfundible sonido de un centenar de llaves golpeando las unas contra las otras. Típico, un llavero que tenía tanto tiempo como esas puertas.
—Voy, vooooy —anunció a compás la arrugada voz de un anciano.
el hombre parecia extrañado ante la presencia de los jovenes ¿y quien no?
—Buenas noches, Satofu. Vengo desde Nokoto, éstos chicos son familiares de la chica que ha desaparecido, y querían hacerte unas preguntas —anunció el hombre —¿les puedes dedicar un momentillo, por favor?
«Satofu, recordar ese nombre, por las dudas» se dijo la chica
El hombre, de barba poblada, surcó con su diestra la peliblanca barba, y dejó escapar un leve suspiro. —Está bien, pero que sea breve. Están echando salsa shinobi en la televisión, y no quiero perdérmelo.
»¿En qué puedo ayudaros, jóvenes? preguntó el anciano
—Yo también lo veo de vez en cuando— dijo el calvo— ¿Podemos ir a verlo? Podemos hablar mientras si no le molesta. dicho esto hizo una seña para que le siguiese la corriente «Podria llegar a observar el interior de su casa, para mi cualquiera puede ser sospechoso, hasta el mismo Tomohiro, pero no ha demostrado nada hasta el momento» no tenia idea de que preguntas le hiria hacer Karamaru pero en cuanto el anciano se diera vuelta ella utilizaría su técnica espía para observar las estancias «En cuanto nos den las espaldas haré algo y deberé mantener un ojo cerrado, tu sígueme la corriente y preguntame algo asi como "¿Aun tienes esa molestia en el ojo?" o por el estilo, espiaré el interior de la casa del concerje...para quitarme la duda»
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Tanto Kato como Satofu quedaron un tanto extrañados cuando un chico, y tan joven, dijo que él también veía de vez en cuando el programa. El hombre de menor edad se abstuvo de comentar nada, aunque claramente se veía extrañado. El viejo, rascó su mentón un par de veces, y con una ceja arqueada aún, terminó por ceder espacio para que entrasen.
—Está bien, está bien... podéis entrar si queréis, pero no vais a pasar hasta la sala de la televisión. Si queréis preguntar tiene que ser fuera, o de lo contrario mi señora nos agarra a porrazos hasta que nos callemos. Si queréis ver el interior del colegio, os recomiendo hacerlo por la mañana, a éstas horas no vais a ver tres en un burro.
El hombre ya se esperaba que si habían venido a preguntar sobre la chica, quisieran entrar para buscar pruebas, no era algo de extrañar. Sin embargo, sincero y rotundo, les adelantó que no era la mejor de las ideas. Si querían preguntar, estaba dispuesto a contestar, pero a esas horas poco iban a ver sin una buena linterna o un gran candelabro. Las luces se habían apagado en las instalaciones, y no parecía dispuesto a volver a encenderlas.
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