Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Zaide accedió al pedido de la peli-celeste y le quitó la bolsa de la cabeza a la rubia, permitiendo que al fin establecieran contacto visual mutuamente.
Koko reconoció a aquella mujer al momento, pero por lo visto, había algo que no terminaba de convencer a la chuunin ya que no tuvo ninguna reacción notable.
—Dale un golpe, o déjame hacerlo —exigió sin moverse de su posición y volviendo la atención al hombre que tenía más cerca—. No me gustaría llevarme a uno de tus amigos transformado.
Zaide —el Zaide que estaba junto a Nagisa—, asintió, e hizo un gesto de mano para que el otro Zaide ejecutase la petición. Era algo común en rescates de aquel estilo, con ninjas sin Dōjutsu o método fiable para asegurarse de que el secuestrado era, efectivamente, su secuestrado.
El Uchiha agarró la camisa de Koko y la levanto de un tirón.
—Sin rencores, ¿huh? —le dijo, antes de darle un tremendo bofetón con la mano abierta mientras le sujetaba de la camisa con la otra. Luego, como sabía que había gente escéptica, le dio otro con el dorso—. ¿Sigo? —preguntó, levantando nuevamente la mano.
El otro Zaide miró a Nagisa.
—Como ves, tu hermana sigue siendo tan expresiva y habladora como siempre —comentó, irónico, a la Chunin de Uzu.
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Koko no hablaba, no le parecía nada necesario considerando que Nagisa si bien, fue algo más afectiva que muchos otros, nunca fue muy cercana que digamos salvo por una que otra ocasión en la que estaba excesivamente aburrida.
La peli-celeste lo entendía perfectamente, así que no le molestó en lo más mínimo que la menor no le dedicase ni una sola palabra, sin mencionar que estaba en una situación espantosa como para mostrarse amigable o lo que sea.
De todas maneras, el bandido accedió al pedido de la chuunin y le dio un par de bofetadas a la pecosa, demostrando que o no era un clon, o la persona transformada tenía una concentración simplemente envidiable.
Claro, la pobre Koko se tuvo que aguantar las bofetadas y a pesar que sabía que había sido por orden de su hermana, no le había agradado nada la fuerza que el Uchiha había puesto en cada bofetada.
—Así está bien, alguna arruga se le irá con eso —dijo sin ningún temor a ofender a la menor, luego se llevó una mano a la cadera y depositó su peso sobre una pierna para estarse algo más cómoda—. Deja que la chica venga conmigo cuando termines de contar tu dinero —afirmó algo fastidiada en lo que extendía la mano con el saco de dinero.
Esperaba que aquel hombre que tenía más cerca se acercase y tome la bolsa. Seguramente contaría el dinero aunque llevaría un buen rato pero los diez mil estaban allí adentro, todo lo que había gastado en los días anteriores era dinero que tenía guardado en la cartera así que no tenía relación en lo más mínimo con lo que le habían exigido por su hermana.
Zaide alzó una ceja, intrigado, al ver la reacción de Nagisa. Lejos de molestarse o enfadarse por las bofetadas a su hermana, bromeó sobre ello sin ningún tipo de empatía o preocupación por la pecosa. Definitivamente, era la familia más extraña con la que había tratado en su vida. Y Uchiha Zaide había tratado con muchas.
—Por supuesto —afirmó, ante la petición de la Chunin de que liberasen a la hermana cuando terminase de contar el dinero. El Uchiha alzó una mano hacia la bolsa, acariciando con sus dedos por el camino el dorso de la mano de ella, que la mantenía en alto, mientras le guiñaba un ojo, socarrón. Lo cierto era que… tenía otros planes al respecto.
Se llevó la bolsa y retrocedió unos pasos, siempre de cara a ella. Luego, se sentó, cruzándose de piernas, mientras sacaba los fajos de billetes de la bolsa y empezaba a contarlos. Aquel proceso le llevó bastantes minutos, pues el Uchiha analizaba cada billete con su Sharingan, poniéndolos a contraluz e incluso rascando ciertas zonas para notar ese relieve característico que solo los billetes verdaderos tenían.
Mientras tanto, el otro Zaide había puesto de nuevo a Koko de rodillas, situándose tras su espalda.
—¡Todo en orden! —exclamó Zaide, una vez finalizado de contar. Emitió un fuerte y prolongado silbido, al cielo y colocando dos dedos en la boca, para luego guardar el dinero en su propia bolsa, tirando la de Nagisa a un lado. Se levantó, visiblemente contento por lo bien que estaban yendo los acontecimientos—. Ahora es cuando liberamos a Koko y… ¡Ah! —chasqueó los dedos, como si de pronto se hubiese acordado de algo muy importante—. Tu querida hermana me comentó que estarías más que dispuesta a ofrecerme un… —su mirada volvió a recorrerla de arriba abajo, mientras se mordía el labio inferior, esta vez si con lujuria—, pago extra.
»Qué me dices, ¿huh? —posó las manos en las caderas—. Siempre me entran ganas de follar tras terminar un buen negocio.
1 AO nueva y 4 mantenidas.
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Con aquello dicho, Zaide comenzó a contar dinero, lo cual llevó más tiempo del necesario y tristemente Nagisa estando de pie se terminó por cansar, aunque en lugar de aprovechar y sentarse en el piso o apoyarse en algún árbol o algo, simplemente fue alternando la pierna sobre la que depositaba su peso.
Koko por su parte simplemente se mantuvo en absoluto silencio ya que no pintaba nada allí, hasta que el Uchiha la nombró, afirmando que seguramente la chuunin estaría dispuesta a ofrecer un pago extra y… siendo realistas, aquella mujer no se sentía atraída en lo más mínimo por aquel bandido pero... nunca podría negarse a algo así. Pero claro, estaba hablando con un secuestrador.
—Parece que la niña hizo su tarea —afirmó fijando la mirada en la menor, como si estuviese enfadada.
Pero muy pronto la mayor desvió su mirada a uno de los clones, evitando en todo momento los ojos del contrario.
—La verdad, usualmente soy yo quien escoge a la persona pero… podría hacer una excepción —afirmó, con una sonrisa que dejaba en evidencia el agrado ante tal propuesta—. De todas formas, preferiría que desaparezcas todos tus clones y te desnudes completamente, ya sabes, para estar segura de que no intentarás nada extraño mientras tanto.
Al añadir aquello la expresión de la mujer cambió drásticamente, mostrándose muy seria al respecto con aquella petición, aunque pronto volvió a mirar a la rubia que seguía allí…
Uchiha Zaide no pudo evitar soltar una corta pero intensa carcajada tras oír todas las peticiones de Nagisa. Definitivamente, era la familia más extraña con la que se había topado a lo largo de todo Oonindo. De largo.
Suspiró. Lo cierto era que sí que le apetecía hacerlo.
—Quizá podamos divertirnos… —formó un sello de Carnero—, más tarde.
Sí, le apetecía descargar, pero ahora mismo tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Formado el sello, una ristra de complicados hexagramas empezaron a recorrer la piel de la kunoichi, paralizándola por completo. Y es que el Uchiha, cuando había acariciado el dorso de la mano de la chica al coger la bolsa con el dinero, había sellado en ella el Jigō Jubaku no In.
Lo más fácil estaba saliendo tal y como había planeado. Ahora quedaba lo más difícil.
Zaide, el hombre que había formado el sello, se introdujo dentro del cuadrado imaginario que formaban las losas de piedra, agachándose momentáneamente cuando llegó a la altura de las rocas. Luego, tomó un sello explosivo que le prestó el Zaide que se ocupaba de Koko. Volvió sobre sus pasos, le enseñó el sello explosivo a la chica —pudo ver que era de clase A—, y se lo pegó directamente en el cuello, sobre la piel.
—Ay, Koko, Koko… —murmuró el Zaide que estaba junto a ella—. No pensarías que iba a ser tan fácil, ¿huh?
El otro Zaide, mientras tanto, volvió a emitir un fuerte silbido. Entonces, a lo lejos, Koko pudo distinguir una enorme ave cayendo del cielo en picado. No era un buitre, como el que había visto usar a Katame y Kuma, sino un águila. Un águila arpía.
Extendió sus alas cuan grandes eran y aterrizó con tremenda suavidad sobre el terreno. Zaide le lanzó la bolsa con el dinero, que ésta atrapó con el pico.
—Ya sabes a dónde ir —dijo, y el águila alzó de nuevo el vuelo dirigiéndose hacia una montaña situada al Este. O, al menos, en aquella dirección. Entonces Zaide dio una fuerte palmada—. ¡Bien! ¿Qué os parece si os digo lo que realmente quiero de vosotras, huh?
1 AO revelada: Colocar el sello en Nagisa al tocarle la mano.
1 AO revelada: El águila, Hāpi, estaba dando vueltas sobre el cielo para asegurarse de que no había nadie más aparte de Nagisa.
¤ Jigō Jubaku no In ¤ Sello de Maldición Propia - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos: Fūinjutsu 40 - Gastos: 10 CK preparar, 40 CK activar - Daños: - - Efectos adicionales:
Inmoviliza a un adversario durante 1 turno o hasta que sufra daños (ver descripción)
(Fūinjutsu 60) La parálisis dura 3 turnos
(Fūinjutsu 80) La parálisis dura 5 turnos
(Fūinjutsu 100) La parálisis dura 10 turnos
- Sellos: Carnero (activar) - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (preparar), 10 metros (activar)
Sello maldito que se coloca cuerpo a cuerpo y se activa por sorpresa, extendiéndose por el cuerpo del oponente como una ristra de complicados hexagramas y dejándolo completamente paralizado durante un tiempo variable que depende de la maestría del ejecutor con las técnicas de sellado. Un usuario con un chakra lo suficientemente poderoso (Poder usuario >Inteligencia ejecutor) podría zafarse de la atadura pasados unos segundos, eso sí, liberando un estallido de chakra alrededor de su cuerpo que le hace perder 50 CK. El usuario de la técnica sólo podrá moverse con libertad si su facultad de Fūinjutsu iguala los 60 puntos.
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Claro que no iba a ser fácil, Koko tenía más que claro que Zaide era una mierda que merecía estar muerta al igual que Kuma y Katame, a saber de Yume pero es que también, si convivió tanto tiempo con aquellas basuras que ni podían ser llamadas seres humanos podía ser hasta considerado algo lógico que ella también fuese de la misma calaña.
—Claro que no, sigues siendo una mierda que tendría que estar muerta —dijo la menor sin mostrarse sorprendida en lo más mínimo.
No por nada exigía que la Sakamoto apareciera completamente sola, no por nada las rocas estaban tan bien ubicadas y no por nada las exigencias habían sido tan miserables considerando la familia a la que estaban exigiendo el dinero.
Pero no había nada que hacer y la peli-celeste lo único que podía hacer era… respirar. De haber podido, le hubiese dedicado un par de palabras, aunque ninguna similar a algún insulto ni similares, más bien hubiese sido algún tipo de burla orientada a gustos sexuales que tristemente, tendría que aguantarse hasta que el Uchiha termine con sus jueguitos.
Aunque le molestaba bastante a la pecosa que aquel hombre se vanagloriase tanto por cada cosilla que hacía, se tomaba su tiempo en cada cosa y… mínimo, era molesto.
—Dilo y ya —exigió, importándole poco y nada el sello.
Ya había tenido un sello pegado en la pierna, ya la habían amenazado infinidad de veces y ya, a estas alturas, estaba harta de toda esa basura, a estas alturas hubiese preferido mandar a llamar a todos los Sakamoto con tal de asegurarse que aquel bandido terminaría completamente mutilado sin importar cuantas bajas pudieran haber entre sus hermanos pero… ¿a alguien le importa? Ella seguramente estaría más que muerta para ese momento, sin mencionar que a juzgar por lo que Koko había visto de Zaide, cualquiera de sus hermanos mayores podría haberse cargado a esa basura sin problemas mayores.
Quien sabe, tal vez hasta Katsumi habría sido una buena oponente para él.
—Claro que no, sigues siendo una mierda que tendría que estar muerta.
Zaide se llevó una mano al pecho, como si las palabras de la Sakamoto hubiesen sido una saeta que se hubiese clavado directamente en su corazón. No obstante, en su rostro se dibujaba una sonrisa irónica. Ciertamente, entendía su enfado. Había estado tan cerca de la ansiada libertad. La había incluso saboreado…
… pero Uchiha Zaide todavía tenía planes para ella.
—Ains.. ¿Recuerdas cuando hablábamos de lo loco que era que la sociedad confiase en ninjas? —Koko incluso le había dado la razón, para luego enfadarse cuando se le cuestionó que ella se había rendido y no se rebelaba contra ello—. Tuve que morderme la lengua en ese momento, porque la mayora locura de todas…
»… es confiar en quien te secuestró. Debiste tratar de engañarme, Koko, de hacer venir a todos tus hermanos. Quizá ahora estaría ensartado en una de sus tantas espadas, ¿huh? —esbozó una breve sonrisa—. Pero al menos has aprendido una valiosa lección: nunca te fíes de un bandido. Especialmente si te ha secuestrado —rio. Hacía tiempo que no disfrutaba con sus pequeños y retorcidos planes, y por el momento parecían estar saliendo bien.
Pero debía darse prisa. Podían llegar en cualquier momento.
—Veamos, estáis aquí porque me he quedado sin efectivos. Nagisa —continuó, mirándola—. Lo único que necesitas saber es que un hombre de mi grupo me traicionó, y he descubierto que se ha aliado con la gente que me busca. Según mis informaciones —cuya fuente era Kuma, y que por tanto, había que coger con pinzas—, en estos momentos están viniendo hacia aquí cuatro de ellos, el traidor incluido. Se llama Katame y, antes de que se me olvide, violó a tu hermana. —El Uchiha analizó las facciones de Nagisa. Viendo cómo era aquella familia, apostaba a que de no tener el sello maldito hubiese tenido la misma reacción impertérrita.
»¿Mi plan? Matar a esos cabrones, y que vosotras dos me ayudéis a hacerlo. Podéis elegir, claro. No me gusta imponer a la gente —aseguró. Él era un bandido honesto—. Así que si no queréis ayudarme, cosa que comprendo, hago estallar los sellos explosivos que ambas tenéis y os dejo marchar libremente.
Chasqueó los dedos, y señaló a Koko.
—¡Koko! ¡Tú primera! ¿Qué elijes? ¿Ayudar al mierdas o el sello?
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Lo que Zaide le decía a Koko literalmente le estaba entrando por un oído y le salía por el otro, claramente le ignoraba porque la última vez en que intentó dejarle en claro una simple cosilla, el tipo se las dio de sabio y se fue, cuestionando a la kunoichi cuando incluso él hizo aguas más de una vez incluso teniendo en cuenta que haya mentido en mayor medida.
Pero las cosas terminaron de torcerse de manera que Nagisa, en ese preciso instante tenía unas terribles ganas de subirse sobre su hermana para ahorcarla por haberla metido en esa situación. Aunque tenía un problema en forma de hexagramas extraños que la cubrían de pies a cabeza.
Fue entonces cuando el tipo le soltó la pregunta a la pecosa que ni siquiera dudó.
—Ayudar al mierdas —afirmó sin dirigirle la mirada.
«Lástima que seguramente el que tengo cerca sea un clon »se lamentó la rubia, de lo contrario en el preciso instante en que la dejaran libre intentaría matarle a traición, como había estado haciendo todo ese tiempo. Aunque habían detalles que le daban vueltas por la cabeza, entre ellos… ¿por qué dar muerte a Kuma y dejar libre a Yume? Probablemente habrían sido mejores aliados, y en el peor de los casos el líder los podría matar sin problemas, en teoría.
—¿Por eso dejaste ir a Yume? ¿Para qué no se muera como nosotros? —cuestionó en lo que se esperaba a que el Uchiha hiciera algo.
Zaide asintió. Por un momento, había temido que Koko hubiese preferido el sello. No le hubiese quedado más remedio que hacérselo estallar, o Nagisa no le hubiese tomado en serio. Entonces, la kunoichi comentó si el Uchiha había dejado marchar a Yume para que no muriese en aquel combate, como ella preveía que les pasaría a ellos.
No respondió, pero lo cierto era que estaba en lo cierto. Yume era la única que se hubiese quedado a combatir junto a él hasta el final —Kuma hubiese escapado por patas antes incluso de producirse la batalla—, y ella no se lo merecía. No se merecía morir. Él, en cambio, y esas dos kunoichis…
… era otra historia.
—No tienes por qué morir… Si escuchas bien lo que digo en vez de hacer como que oyes y asentir como una autómata. —Hasta el momento, su intuición le decía que era precisamente lo que estaba haciendo—. Nuestra formación de combate será muy sencilla. Yo estaré en el centro, entre las rocas. Vosotras dos algo adelantadas, una a cada lado mía, formando un triángulo. Os ocuparéis de los flancos, evitando que me rodeen. Lo ideal es que cada una de vosotras os ocupéis de uno, y me dejéis a mí a dos.
»Katame —empezó a informarles—, es diestro tanto en Katon como en Fuuton. En Kenjutsu también va sobrado, pero tu hermanita le jodió los brazos y no creo que esté todavía al cien por cien. Sigue siendo peligroso, sin embargo. No os confiéis —miró a Nagisa—. Lo reconocerás por ser el tuerto.
»Hayai es un palillo. El más débil y alocado de todos, pero el hombre más rápido que he visto en mi vida. Es fácil de provocar, y su elemento es el Raiton.
»Cuatro es un fortachón de dos metros. Lento pero fuerte. Domina el Yoton, es literalmente inmune al dolor y no se achanta ante nada ni nadie.
»Muñeca es la más peligrosa de todas. Sé que domina el Genjutsu y el Suiton, y es una jodida sádica de narices. La reconoceréis fácilmente porque… es una niña —confesó sin tapujos—. Bien, ¿alguna duda hasta ahora?
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A Nagisa siempre le encantó eso de ser un tapete en el piso, escuchando absolutamente todo lo que pudieran decir a su alrededor pero incapaz de hacer nada, ni siquiera parpadear, cosa que ya la estaba jodiendo de sobremanera principalmente porque veía perfectamente a unas hormigas que se acercaban peligrosamente a su rostro y no le agradaba la idea de que se pusieran a caminarle por los ojos.
Mientras tanto, Koko escuchaba a Zaide, y por mucho que llevara razón no le iba a responder a eso, simplemente pasaría y se centraría en lo verdaderamente importante, los enemigos que… seguramente eran demasiados para ellos tres.
Por un lado estaba Nagisa, que si bien estaba en buen estado físico, nunca fue una gran combatiente, para colmo iba desarmada.
Por el otro lado estaba Koko, en un estado físico bastante cuestionable, había estado enferma hacía muy poco —si es que no seguía estándolo— y con algunas costillas rotas que tardarían más que una semana en sanar de forma natural y también, estaba desarmada y con una vestimenta que le resultaba algo incómoda.
Y luego Zaide, que será todo lo fuerte que sea pero con todas las drogas que tendía a echarse encima vaya uno a saber si aguante demasiado.
De los enemigos salvo por uno, todos estarían en óptimas condiciones y eso resultaba sumamente molesto, aunque a juzgar por lo que el Uchiha dijo, hay un buen par que serían algo sencillos…
—No —respondió la pecosa ante la pregunta.
Preguntar sería estúpido, principalmente porque el bandido iba a decidir lo que responder y lo que no, además de que probablemente tendría algo ya bien planeado y masticado para enfrentar a esos cuatro que supuestamente llegarían. El único problema era que las dos Sakamoto tendrían que soportar lo que Zaide les diga hasta que todo termine, o las mate.
Y Nagisa quería hablar, tenía bastantes preguntas que hacer y también quejas que plantear, sin mencionar que quería echarle una rabieta a Koko pero… estaba en el piso, preocupada de que las hormigas no se le suban a los ojos.
Koko no tenía ninguna pregunta que hacer, y respecto a Nagisa… si las tenía, lo tenía difícil para demostrarlo. Uno de los Uchihas sacó una llave de un bolsillo y la introdujo en la cerradura de las esposas de Koko.
—Sin hacer ninguna tontería, ¿huh? —le advirtió, antes de liberarla. Entonces, lanzó la cadena al otro Zaide, quien se acercó a Nagisa para esposarla a ella—. Te liberaré cuando lleguen esos cabrones —le informó. No le apetecía tener que estar pendiente de la Chunin hasta entonces, vigilándolo por si se le ocurría hacer algo. Koko, en su lugar, era mucho más manejable, y más desde su huelga de hambre. Se le notaba que todavía no estaba recuperada del todo.
Zaide obligó a la gennin a ponerse de rodillas, colocándose él a su espalda.
• • •
Tras unos minutos, las ristras que inundaban la piel de la kunoichi fueron desapareciendo poco a poco, a medida que iba recuperando su movilidad. Zaide aguardaba frente a ella, con mirada analítica.
—¿Y bien?
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«Si no hubiese tantos clones… »pensó molesta en lo que la liberaban al fin de las esposas. Por lo menos no absorbían el chakra y solo lo limitaban, de lo contrario estaría… muerta, incluso tal vez momificada.
¿Lo malo? Ahora las esposas pasaron a estar en los brazos de la chuunin que… seguía en el piso, completamente inmovilizada.
No fue hasta pasados varios minutos —en los que Zaide posicionó como se le antojó a la pecosa— que la peli-celeste no recuperó la movilidad de su cuerpo y la aprovechó al instante, pues de un salto se levantó alejando la cara del piso y de unas cuantas hormigas que se le estaban por subir a la cara.
Poco después… se vería a Nagisa saltando a por la rubia, para darle unos cuantos golpes en la cabeza que dejaba en claro que era muy mala con el taijutsu ya que ninguno de los múltiples manotazos que le dio pareció hacerle daño a la menor.
—¡Te voy a matar! ¿¡Por qué no le dijiste a algún otro, eh!? —chillaba la mayor, demostrando una actitud de todo menos digna para su rango.
—¡Los otros se iban a chivar! —se quejó Koko en lo que intentaba protegerse de los golpes.
31/01/2018, 05:57 (Última modificación: 31/01/2018, 05:59 por Uchiha Datsue.)
«¡Menudo genio!», pensó Zaide, cuando Nagisa se levantó hecha una furia con intenciones nada buenas contra su hermana. No obstante, en medio de la carrera, tuvo que agacharse al llegar a la altura de las losas de piedra. Su gran percepción le permitió distinguir, justo a tiempo, un hilo metálico situado a la altura de su pescuezo, cuyos extremos estaban atados a la roca. Si se fijaba más, distinguiría que había un hilo uniendo cada losa de piedra, formando una especie de cuadrado.
Zaide —el que estaba junto a Koko— se hizo a un lado y permitió que ambas aclarasen sus diferencias. Solo un loco se interpondría entre una discusión de dos hermanas, y Zaide no se consideraba uno.
Lo que más le llamó la atención, sin embargo, era la poca destreza con la que Nagisa pegaba a su hermana. No es que sus manotazos fuesen débiles, que también, sino que parecía como si… como si no supiese pegar. Si su chakra era tan bajo, y tampoco era fuerte físicamente… ¿En qué demonios era buena aquella chica?
—Deberíais ahorrar fuerzas para lo que se nos viene encima —aconsejó.
1 AO descubierta: Un hilo metálico a la altura del cuello atado a cada losa de piedra
2 AOs mantenidas
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Por un pelo Nagisa casi se rebana el cuello, pero logró reaccionar a tiempo y eludir el hilo metálico en el momento preciso y seguir en carrera hasta su hermana, a la que dio unos cuantos manotazos antes de ser aconsejada por el Uchiha.
—Ya verás cuando regresemos —refunfuñó la mayor tras liberar a la rubia y ponerse de pie, para luego sacudirse la suciedad que se le pegó de estar tirada en el piso.
—Si claro… —murmuró la pecosa.
Luego de aquella rabieta, la chuunin se quedó a la expectativa, de pie y a un lado de su hermana, mientras que la Kageyama volvió a acomodarse como antes, de rodillas en el piso tal y como Zaide la había dejado.
No había mucho más que hacer en aquella situación, podrían intentar escaparse con el sunshin pero… a Nagisa se le habían puesto las esposas supresoras de chakra por lo que no podría hacerlo.