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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
—De acuerdo, puedo hacerlo.

Juro sonrió, aunque se sintió un poco mal. Después de todo, esto era su culpa.

— Gracias. Si, vamos.

Los dos se encabezarían, y Juro se dejaría guiar absolutamente por Daigo, con confianza ciega en su compañero de equipo. Total, para perderse, ya estaba él. Daigo no lo podía hacer peor que él ni de lejos. Con suerte, pronto habrían salido ya de la villa, y podrían encaminarse hacia el bosque en cuestión.

— Es curioso que no nos hubiesemos conocido hasta el torneo, ¿sabes? — murmuró Juro, tratando de rememorar. Ni si quiera por las calles o por la academia. De hecho, Daigo parecía mayor que él —. Dime una cosa. ¿Por qué quisiste convertirte en un ninja?

Puede que pareciese una pregunta banal, pero le parecía interesante. Viendo sus aspiraciones, podía conocer a una persona. Eso siempre se lo había dicho su hermana.

Y ya que iban a trabajar como equipo, no solo quería saber sus habilidades. Quería ver como era él.
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#17
—Gracias. Si, vamos.

Entonces, ambos chicos dieron inicio a su trayecto con Daigo como guía. mientras andaban, el peliverde intentaba leer el mapa que le había dado su capitán.

Veamos... el viaje hacia el Paraje de Bambú no debería tardar más de un día y una vez allí seguro que será fácil orientarse. Es imposible perderse.

Mientras el chico intentaba hacerse una idea mental de que camino deberían de tomar, Juro lo sorprendió con una pregunta inesperada.

—Es curioso que no nos hubiesemos conocido hasta el torneo, ¿sabes?. Dime una cosa. ¿Por qué quisiste convertirte en un ninja?

Daigo no supo que responder durante un momento, no porque no conociera la respuesta a aquella pregunta ni porque no se lo hubiera pensado antes, sino porque sabía que la respuesta quizá decepcionaría a su capitán.

Luego de pensárselo unos segundo, Daigo decidió que lo mejor sería ser sincero.

—Por el dinero —dijo—. Me hice ninja por voluntad de mi padre, para poder traer dinero a casa.

Luego de responderle, Daigo hizo una pequeña pausa.

—Pero la razón por la que sigo siendo ninja es diferente. Ahora lo único que quiero es mejorar para poder ayudar y proteger a mi familia, a toda mi familia —confesó—. Supongo que esta es la manera en la que se suponía que tendría que contribuir a la aldea. No sé si crees en el destino, Juro-san, pero yo creo que este es el mío.

Daigo sonrió, en verdad pensaba que esto era lo que tenía que hacer.

—¿Qué hay de tí, Juro-san?
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#18
El chico que supuestamente iba a ser su subordinado se quedó callado unos segundos, quizá sopesando la respuesta. Juro se mantuvo en un silencio sepulcral, hasta que se decidió a hablar.

—Por el dinero. Me hice ninja por voluntad de mi padre, para poder traer dinero a casa.

Juro abrió los ojos al escuchar la primera palabra, pero se contuvo. No es que no se lo esperase o le pareciese una mala razón. Sería hipócrita de su parte. Muchos shinobi, de hecho, lo hacían. Solamente, no se lo esperaba de una forma tan directa.

—Pero la razón por la que sigo siendo ninja es diferente. Ahora lo único que quiero es mejorar para poder ayudar y proteger a mi familia, a toda mi familia. Supongo que esta es la manera en la que se suponía que tendría que contribuir a la aldea. No sé si crees en el destino, Juro-san, pero yo creo que este es el mío.

Juro esbozó una media sonrisa. Daigo era interesante de cierto modo. Aunque su discurso parecía, de cierta forma, un poco utópico. Un poder capaz de proteger a su gente.

« Juzgaré ese poder durante la misión » — reflexionó para sí.

Con la pregunta, Daigo le pasó la pelota. Juro se dio cuenta de que no había dicho nada.

— Siento que fueras obligado en un principio — murmuró, aunque por lo que se veía, el chico ya lo tenía más que superado —. Es un propósito noble. En cierto modo, te pega. Me alegra ver que estes tan convencido de tu camino.

Se aclaró la garganta. No quería hacer de su opinión un espectáculo. Supuso que, al preguntar, ya estaba bajo las condiciones que él mismo tendría que contar el suyo. Pero no tenía demasiado que contar.

— Bueno, supongo que el dinero en mi casa no es el problema. Mi hermana lleva una tienda cuando no esta de misión. Quizá la hayas visitado — dijo, encogiéndose de hombros —. Me crié en una familia complicada. Mi difunta madre fue una gran marionetista en su tiempo, y desde pequeño, siempre quise seguir su ejemplo. La verdad es que no me lo plantee mucho. Continuar el legado de mi familia y seguir creando inventos. Con eso, soy feliz.

Juro se encogió de hombros. No era una historia de vocación incondicional o un deseo de ayudar por encima de sí mismo, supuso, pero era lo suyo.

— Me preguntaste si creía en el destino. Sí, la verdad es que creo. Esta ahí, y a veces es un cabrón — dijo, con simpleza —. Pero aquí estamos, tú y yo, a punto de hacer una C.

Juro suspiró, risueño. Muchas cosas podían pasarle por la cabeza en ese momento, pero con lo que había contado, estaba más que satisfecho.
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#19
—Siento que fueras obligado en un principio. Es un propósito noble. En cierto modo, te pega. Me alegra ver que estes tan convencido de tu camino.

—No te preocupes, Juro-san, me ha hecho un favor.

Entonces, Juro se aclaró la garganta y Daigo calló para prestarle atención. Ahora era su turno de hablar y el peliverde no podía evitar preguntarse que clase de motivos tendría su compañero para convertirse en shinobi.

—Bueno, supongo que el dinero en mi casa no es el problema. Mi hermana lleva una tienda cuando no esta de misión. Quizá la hayas visitado. Me crié en una familia complicada. Mi difunta madre fue una gran marionetista en su tiempo, y desde pequeño, siempre quise seguir su ejemplo. La verdad es que no me lo plantee mucho. Continuar el legado de mi familia y seguir creando inventos. Con eso, soy feliz.

—Oh... —Daigo no supo muy bien como reaccionar a aquello—. Siento mucho lo de tu madre... aún así te aseguro que continuar con el legado familiar es igual de noble que cualquier otro motivo.

Daigo había dicho aquello para hacer sentir mejor a Juro, aunque parecía no afectarle demasiado. Daigo se imaginaba que no debería de pasarlo bien.

No me podría imaginar la vida si de pronto perdiese a mis padres...

—Me preguntaste si creía en el destino. Sí, la verdad es que creo. Esta ahí, y a veces es un cabrón. Pero aquí estamos, tú y yo, a punto de hacer una C.

Daigo dejó escapar una risa leve.

—Tienes razón, y ha sido una suerte que hayas aparecido justo en ese momento. De lo contrario ahora mismo estaría camino a alguna misión trivial —explicó—. Aunque supongo que es algo por lo que todos los ninja tienen que pasar.

Mientras andaba, hizo una pequeña pausa antes de seguir hablando.

—¿Alguna vez has hecho una?. Me refiero a una misión rango D.
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#20
Juro sonrió un poco al escuchar las palabras de Daigo, las cuales trataban de sonar tranquilizadoras. Decía que continuar el legado familiar era algo noble. También, que sentía lo de su madre. El marionetista lo había superado — aunque tenía sus altibajos — hacía ya un tiempo, pero tampoco desdeño el gesto.

Su compañero de misión continuó con la charla.

—Tienes razón, y ha sido una suerte que hayas aparecido justo en ese momento. De lo contrario ahora mismo estaría camino a alguna misión trivial. Aunque supongo que es algo por lo que todos los ninja tienen que pasar.

« No sabes cuanta razón tienes... » — pensó para sí, recordando sus propios comienzos.

Como si pudiese leer su mente, Daigo le preguntó casi inmediatamente.

—¿Alguna vez has hecho una?. Me refiero a una misión rango D.

— Claro. Hice varias — murmuró Juro, en respuesta —. Las marionetas son muy caras y necesitaba bastante dinero, así que nunca me falto motivación, precisamente. Aunque fuesen ridículas.

Juro soltó una carcajada. Si. Nunca se olvidaría de sus misiones de rango D. Y aunque las veía lejos ahora, nada le aseguraba que no tuviese que hacer más. Era su primera C. Siempre podían fracasar estrepitosamente y demostrar que no debían haber confiado en ellos.

— En mi primera misión de rango D tuve que trabajar en un puesto de dangos, en la torre de ocio. Aunque no llegue a ejercer, mi trabajo consistió en recoger el traje y ir a la tintorería para lavarlo — murmuró, quizá un poco risueño —. Luego, nuestro amigo el secretario musculoso también me mandó otra de entrenamiento. Tuve que correr alrededor de toda la aldea. Decía que estaba muy poco entrenado en mi forma física, y la verdad es que tenía razón.

Suspiró. Si. Horribles recuerdos.

— Empiezo a sospechar que esa es la razón por la que me nombró capitan del equipo — admitió Juro, consciente de que ese hombre parecía considerar el cuerpo como lo más importante —. Supongo que luego las echaremos de menos ¿sabes? Cuando estemos jugandonos la vida de verdad allá fuera.
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#21

Siento mucho la tardanza, intentaré pasarme un poco más a menudo a partir de ahora ^^

—Claro, hice varias —respondió Juro—. Las marionetas son muy caras y necesitaba bastante dinero, así que nunca me falto motivación, precisamente. Aunque fuesen ridículas.

Entonces Juro se echó a reír mientras Daigo se preguntaba con curiosidad por la clase de misiones por las que había tenido que pasar su compañero.

—En mi primera misión de rango D tuve que trabajar en un puesto de dangos, en la torre de ocio. Aunque no llegue a ejercer, mi trabajo consistió en recoger el traje y ir a la tintorería para lavarlo. Luego, nuestro amigo el secretario musculoso también me mandó otra de entrenamiento. Tuve que correr alrededor de toda la aldea. Decía que estaba muy poco entrenado en mi forma física, y la verdad es que tenía razón.

En ese momento Daigo recordó las palabras del secretario

Tu forma física es bastante mediocre, así que la próxima vez que me pidas una misión trabajaremos sobre ese aspecto.

Un escalofrío recorrió su espalda.

—Empiezo a sospechar que esa es la razón por la que me nombró capitan del equipo. Supongo que luego las echaremos de menos ¿sabes? Cuando estemos jugándonos la vida de verdad allá fuera.

—Tienes razón, estoy seguro de que un día agradeceremos todo esto —dijo—. Eso quiere decir que tendremos que disfrutar de estas experiencias mientras podamos, ¿no crees?
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#22
Eso quiere decir que tendremos que disfrutar de estas experiencias mientras podamos, ¿no crees?

— No lo habría dicho mejor — contestó Juro, con una sonrisa.

Y así, los dos chicos se echaron al camino hacia los dichosos bosques. No había venido de chachara, después de todo. Tenían una misión que cumplir, y no una fácil precisamente.

A Juro, Daigo le había parecido un buen tipo. Ya lo había sospechado antes, cuando lo conoció en el torneo de los dojos. pero ahora estaba seguro. Conocía sus habilidades y podían complementarse bien. Tampoco parecía muy difícil de tratar. Si es que él era el lider, Juro creía saber como podrían coordinarse.

«Aun así, no sé que estrategia podremos seguir contra nuestro enemigo... » — Era un animal, sí, pero un animal peligroso. Tenían que dar asistencia a un cazador. Quizá, con sus venenos y sus marionetas, podía lograr entretener al animal sin que Daigo corriese peligros.

Si él era el lider, una vida corría a su cargo. Aunque quizá solo se estaba poniendo muy melodramatico. Con suerte, entre los dos podrían lidiar sin problemas con el animal.

Un escalofrió le recorrió la columna vertebra. Espero que fuese así.

Así pues, los dos se pasaron el camino charlando de banalidades y cosas sin importancias, hasta que al fin, llegaron a su objetivo, el lugar dicho por el mapa.

Y con esto, llegamos al sitio marcado. Así que entraría el master otra vez.
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#23
Cuando se acercaban al punto en cuestión encontraron una cabaña de troncos marrones en medio del bambú. Lejos de la estética de los templos, que tienen una elegancia y una parafernalia, era una casa simple construida con materiales ajenos a la zona en la que se erigía.

Las paredes eran troncos pegados entre ellos y la puerta no es más que un rectangulo de los mismos troncos que tiene una cerradura y parece capaz de abrirse. Además, tiene una cabeza de oso panda disecada colgando de la puerta.

Los alrededores de esa cabaña estaban deforestados, no se alzaba ni un solo bambú.
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#24
Luego de un tiempo caminando, los chicos finalmente llegaron a lo que parecía ser su destino: una simple cabaña de troncos que no parecía tener nada especial de no ser por la cabeza de oso panda disecada que tenía colgando de la entrada.

"No me lo puedo creer"

Daigo se sorprendió en cuanto vio lo que parecía ser uno de los premios que había conseguido el cazador. Había algo en ver aquella cabeza que lo estremecía un poco, que no le parecía correcto, pero sabía que por el momento no le correspondía decir nada al respecto.

—Esto... parece que este es el sitio —dijo mientras observaba la cabaña—, deberíamos ir a preguntar.

Dicho esto, el peliverde dio paso a Juro, pues pensaba que esa tarea le correspondía a su capitán.
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#25
Tras una larga caminata, finalmente, los shinobi llegaron a su objetivo.

Estaba en mitad del bosque. Era una cabaña hecha de pura madera. Las paredes eran troncos pegados, y la puerta, una construcción a partir de la propia madera, en forma rectangular. Parecía que fuese a ceder al contacto. Sobre la puerta, había la cabeza de un gran oso panda disecado.

« Parece que ya tiene experiencia. ¿Por qué nos necesita entonces? »

Juro no supo que pensar. Era su misión el cazar un animal, eso lo tenía claro. Fuera de cuestiones éticas. Un animal peligroso, de hecho, que había atacado un poblado. Era su deber. Pero aun así, sintió algo de pena al ver la cabeza del animal ahí colgando.

—Esto... parece que este es el sitio. Deberíamos ir a preguntar.

— Bien. Llamemos a la puerta, a ver si nuestro cliente esta en casa —dijo Juro, observando la extraña cabaña.

Tampoco pudo evitar fijarse en que los alrededores estaban completamente deforestados. Tampoco le dio una buena impresión aquello. Sentía algo de apego por la naturaleza.

Se dirigió a la puerta de la cabaña, y con los nudillos, llamó.

— ¡Buenos días! — exclamó, esperando que hubiese alguien de verdad —. Somos los shinobi encargados de la misión.

Juro esperó por una contestación. No tuvo miedo de decir quiénes eran. Después de todo, era esa la dirección. No había dudas: ahí vivía un cazador.
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#26
Al acercarse a la puerta, Juro oiría el sonido de un trozo de madera siendo afilado con un cuchillo. Lo reconoció porque eran shinobis y él además estaba familiarizado con todo tipo de armamento. El sonido se interrumpiría al golpear sus nudillos sobre la madera.

— ¡Buenos días! Somos los shinobi encargados de la misión.

¿Los shinobis? Joder, ya era hora.

Unos pasos se acercaron a la puerta y ésta se abrió de golpe, tan de golpe, que la cabeza disecada de panda cayó encima de Juro sin que este pudiese hacer nada por evitarlo caería de culo al suelo con la cabeza en sus manos.

JAJAJA, parece que ya tenemos el primer ataque de oso del día, eh.

El hombre estaba hecho unos zorros, literalmente. Llevaba un sombrero de zorro y una bufanda de zorro, cada uno con su correspondiente cabeza, a pesar de que bajo el sombrero no había nada de cabello. Eso sí, el pecho al descubierto, enseñando múltiples cicatrices y una cantidad de pelo corporal envidiable. Vestía unos pantalones cortos verdes ajustados y unas sandalias de suela de madera. Tanto sus piernas como sus pies también estaban recubiertos de cicatrices.

Era un par de milímetros más alto que Juro, pero gracias a su frondosa barba se reconocía su edad con facilidad. En cada una de sus muñecas llevaba una ballesta pequeña sujeta y cargada. Tenía un portaobjetos el doble de grande que el de los genins y una pequeña lanza de madera recién afilada. Los virotes de las ballestas también parecían ser de madera sin rastro alguno de metal.

¿Qué, chavales? ¿Preparados para cazar un oso panda? Esos hijos de puta no tendrán piedad, avisados quedáis. Soy Jin Satsu, pero podéis llamarme Jin-sensei.

Soltó una carcajada mientras se atusaba la barba, sin el menor indicio de ir a ayudar a Juro a quitarse de encima la cabeza de panda muerto.
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#27
Juro, seguido por el peliverde, no tardó mucho en acercarse a la puerta para llamar.

—¡Buenos días! Somos los shinobi encargados de la misión.

—¿Los shinobis? Joder, ya era hora.

Apenas un par de segundos después, la puerta se abrió de golpe lanzando la cabeza de panda, quien no pudo defenderse. Al verlo Daigo se sorprendió tanto que no pudo evitar tener que alejarse con un pequeño salto.

—JAJAJA, parece que ya tenemos el primer ataque de oso del día, eh.

Daigo volteó para encontrarse con quien debía ser su cliente.

"Oh dios mío"

Cualquier persona podría haber notado con un solo vistazo que la vestimentade ese hombre gritaba "soy un cazador" por todos lados, incluso más de lo que jamás esperó Daigo.

Tenía cicatrices por todo el cuerpo y con el pecho al descubierto mostraba un vello corporal que no tenía nada que envidiarle a cualquier oso que pudiera vivir en aquel bosque. Vestía unos pantalones cortos ajustados y unas sandalias de madera, e iba armado con una lanza de madera y una pequeña ballesta que llevaba en la muñeca.

Pero lo peor, lo peor de todo era su sombrero y su bufanda de zorro, que todavía tenían la cabeza y Daigo podría apostar que estaban hechas a mano.

—¿Qué, chavales? ¿Preparados para cazar un oso panda? Esos hijos de puta no tendrán piedad, avisados quedáis. Soy Jin Satsu, pero podéis llamarme Jin-sensei.

"¿Jin Satsu? ¿Era ese el nombre de nuestro cliente?" Pensó, pero no lograba recordarlo "No estoy seguro... Juro-san tiene el pergamino"

—Me llamo Tsukiyama Daigo, pero puede llamarme como prefiera, un gusto —Se presentó con una reverencia antes de voltear la mirada hacia Juro—. Deja que te ayude, Juro-san.

Daigo se agachó para ayudar a su compañero, pero se lo pensó dos veces antes de finalmente ayudarle a quitarse la cabeza de panda de encima.
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#28
Al acercarse a la puerta, Juro pudo escuchar algo. Habiendose criado en un entorno rodeado de armas, con la tienda de su hermana, pudo ver que alguien estaba afilando algo contra el metal. Madera, podría descubrir más adelante. Y el murmullo de un hombre adulto.

Y entonces, la puerta se abrió. Y la cabeza del oso panda — enorme, a su parecer — le cayó encima.

— ¡Ah! — exclamó. El pobre genin solo pudo ver como una enorme cabeza de oso panda le caía en la cara.

—JAJAJA, parece que ya tenemos el primer ataque de oso del día, eh.

« Que gracioso eh. Es que me parto » — pensó Juro, mientras trataba de pelear con el panda, en vano.

La jodida cabeza pesaba lo suyo. Aunque Juro no era un debilucho, le costaba tratar de levantar aquella cosa. Y el cazador, tan considerado, no hacía mucho por ayudarle.

Juro le echó un vistazo, aún en el suelo. Era un hombre adulto, aunque no era mucho más alto que él. Tenía una espesa barba, y nada de pelo en la cabeza. Vestía ropajes de zorro, que seguramente él mismo habría cazado. Tenía el pecho al descubierto, lleno de pelos y cicatrices.

« Menudo espécimen. Es como el estereotipo de un cazador »

Juro no pudo evitar fijarse en las dos ballestas de muñeca que poseía y en los virotes de madera. También tenía una lanza, hecha de madera.

« Parece que se ha hecho sus armas y sus ropas él mismo. Parece competente, al menos »

El hombre continuó hablando.

—¿Qué, chavales? ¿Preparados para cazar un oso panda? Esos hijos de puta no tendrán piedad, avisados quedáis. Soy Jin Satsu, pero podéis llamarme Jin-sensei.

—Me llamo Tsukiyama Daigo, pero puede llamarme como prefiera, un gusto.

Daigo tuvo la amabilidad de ayudar a levantar la cabeza. Entre los dos, Juro fue capaz de dejarla a un lado, cuidadosamente, en el suelo.

— Gracias, Daigo — repuso, con una sonrisa sincera, agradeciendo al genin.

Después, se levantó, tratando de no mostrarse dolorido por la recien experiencia.

— Encantado. Yo soy Eikyu Juro. Con Juro vale — dijo, tratando de mostrarse amigable y no muy rencoroso —. Imagino que eres el cazador del que el señor Rushi-san hablaba en la petición de misión.

Juro recordaba el nombre de su cliente. Rushi Yaji. Pero tampoco había muchos detalles, así que simplemente supuso que este hombre era un colaborador o un afiliado. Igualmente, más claro no podía ser. Ese era el cazador con el que tenían que matar al panda.

— Estaremos encantados de ayudarte en lo que podamos, aunque la verdad es que no sabemos mucho del tema, además de que ese bicho es peligroso y ha dejado bastantes heridos — Juro esperaba algo de información. Como qué clase de criatura es, o lo qué puede hacer, por dónde se mueve... cosas así. Después de todo, un cazador debería haber observado a su presa.
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#29
—Me llamo Tsukiyama Daigo, pero puede llamarme como prefiera, un gusto.

— Encantado. Yo soy Eikyu Juro. Con Juro vale Imagino que eres el cazador del que el señor Rushi-san hablaba en la petición de misión.

¿Rushi-san? Ah, Zanahorio. Sí, ya.

De repente, la emoción desbordante por matar bichos se vio ensombrecida. El hombre bajó la mirada y suspiró.

Tienes razón, será mejor que os cuente la historia. Sentaos.

El hombre, ni corto ni perezoso, se sentó ahí mismo, en el marco de la puerta, sin silla y sin ofrecerles entrar a los muchachos. Y parecía que esperaba lo mismo de los genins, que se sentasen ahí mismo.

Hace años, yo tenía una casa de bambú, es decir, ¿habéis visto esto? Todo es bambú. La gente de los alrededores se fabrica todas sus herramientas de primera necesidad de bambú. Ropa interior de bambú, muebles de bambú, vajilla de bambú, ¡todo bambú! Yo no era diferente. Era un carpintero de bambú conocido y respetado. Mis diseños eran conocidos y codiciados por coleccionistas y no coleccionistas. Hasta que los malditos osos atacaron.

Hizo una pausa en su discurso taciturno. Estaba claramente afectado por lo que contaba. Respiró profundamente antes de continuar, atusándose la barba a la vez que relataba.

Veréis, mis creaciones no solo tenían un diseño innovador y revolucionario, sino que además las barnizaba con una mezcla especial mía. Y maldita la hora en la que hice ese barniz. Un puto oso decidió probar uno de mis muebles que yo había dejado secándose y le encantó. El día siguiente se trajo a su familia y me desperté sin media casa. De eso hace un año ya.

A partir de ahí el tono evolucionó a uno de enfado. Dejando atrás la expresión caída que había tenido momentos atrás.

¡Y avisé a los aldeanos! ¿Y qué hicieron? ¡Nada! Deshacerse de mis muebles y pensar que ahí acababa el problema. Poco a poco se fueron comiendo todo lo que yo había creado, cada vez se volvían más adictos y salvajes, pero esos imbéciles seguían echándoles comida. ¿Qué acabó pasando? Que al final se pensaron que guardaban más muebles deliciosos y entraron a la aldea a comérselo todo con un frenesí descontrolado. Por suerte, yo estaba allí para detenerles.

Suspiró llevándose la mano a una de las múltiples cicatrices del pecho.

Eso fue hace tiempo, desde entonces intento dar caza al resto de la familia, sin embargo, cada vez se vuelven más peligrosos y yo solo no doy a vasto. El plan es encontrar a la osa madre, acabar con ella y esperar que los retoños no se vuelvan tan locos.

Se levantó de un salto dispuesto a empezar la búsqueda tras el discurso.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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#30
Trabajando en equipo ambos genin consiguieron levantar la cabeza del oso para dejarla a un lado.

—Gracias, Daigo —dijo Juro.

—No hay de qué —respondió Daigo sonriente y se apartó para situarse al lado de su compañero.

Juro se levantó.

—Encantado. Yo soy Eikyu Juro. Con Juro vale. Imagino que eres el cazador del que el señor Rushi-san hablaba en la petición de misión.

—¿Rushi-san? Ah, Zanahorio. Sí, ya.

De pronto el ambiente se tornó un poco más sombrío, como si las palabras de Juro hubieran presionado un interruptor en aquel hombre que apagaba toda al emoción que sentía hace unos momentos.

— Tienes razón, será mejor que os cuente la historia. Sentaos. —dijo el cazador y se sentó en el sitio.

Daigo miró a Juro, confundido, pues parecía que el cazador pretendía que ellos dos hicieran lo mismo.

"Parece que va a decir algo importante. Supongo que no pasará nada por sentarme aquí un rato." Pensó mientras se sentaba en seiza frente a Jin.

—Hace años, yo tenía una casa de bambú, es decir, ¿habéis visto esto? Todo es bambú. La gente de los alrededores se fabrica todas sus herramientas de primera necesidad de bambú. Ropa interior de bambú, muebles de bambú, vajilla de bambú, ¡todo bambú! Yo no era diferente. Era un carpintero de bambú conocido y respetado. Mis diseños eran conocidos y codiciados por coleccionistas y no coleccionistas. Hasta que los malditos osos atacaron.

Daigo escuchaba con atención todo lo que el afligido hombre les contaba intentando no dejar escapar un solo detalle.

—Veréis, mis creaciones no solo tenían un diseño innovador y revolucionario, sino que además las barnizaba con una mezcla especial mía. Y maldita la hora en la que hice ese barniz. Un puto oso decidió probar uno de mis muebles que yo había dejado secándose y le encantó. El día siguiente se trajo a su familia y me desperté sin media casa. De eso hace un año ya.

El chico no pudo evitar llevarse una mano a la boca al imaginarse como continuaba la historia.

—¡Y avisé a los aldeanos! ¿Y qué hicieron? ¡Nada! Deshacerse de mis muebles y pensar que ahí acababa el problema. Poco a poco se fueron comiendo todo lo que yo había creado, cada vez se volvían más adictos y salvajes, pero esos imbéciles seguían echándoles comida. ¿Qué acabó pasando? Que al final se pensaron que guardaban más muebles deliciosos y entraron a la aldea a comérselo todo con un frenesí descontrolado. Por suerte, yo estaba allí para detenerles.

Ahora el tono de Jin había cambiado, reemplazando por completo la tristeza que demostraba hacía unos instantes por ira, la ira de un hombre que lo había perdido todo ante unos osos panda.

—Eso fue hace tiempo, desde entonces intento dar caza al resto de la familia, sin embargo, cada vez se vuelven más peligrosos y yo solo no doy a vasto. El plan es encontrar a la osa madre, acabar con ella y esperar que los retoños no se vuelvan tan locos.

Luego de acabar con su historia el hombre se levantó de un salto mientras Daigo lo miraba con algo de sorpresa. No podía creer la velocidad con la que Jin se había recuperado de todas esas emociones.

¿O quizá era que las utilizaba para impulsarse?

—Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Daigo se quedó mirando a aquel hombre atónito, simplemente no sabía como responderle.

¡Ha estado peleando solo contra los panda durante un año!

El chico se levantó de golpe y se golpeó el pecho con la palma derecha.

—¡No se preocupe, Jin-sensei, nosotros le ayudaremos!
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