Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Juro se tranquilizó un poco cuando el señor cazador mencionó a su cliente, aunque lo llamó de una forma extraña. "Zanahorio". Supuso que o bien cultivaba zanahorias, o bien tenía un aspecto que relacionar con la hortaliza.
« Lo mismo da »
Tras escucharle, el rostro del cazador se ensombreció.
— Tienes razón, será mejor que os cuente la historia. Sentaos. — Juro se sentó como él, al igual que Daigo.
Y la escuchó.
Al parecer, ese hombre, que a ojos de Juro parecía un cazador veterano, era en realidad un un carpintero que trabajaba con bambu, un material abundante en esa zona. Todo parecía irle bien, con un gran negocio y mucho trabajo por hacer. Sin embargo, en su barniz secreto, incluyó un ingrediente que al parecer, atrajo a los osos panda. Y así, le destrozaron la casa.
« Eso explicaría los materiales que usa ahora. Madera. También el lugar en el que vive »
También les contó como se lo dijo a los aldeanos, pero estos le ignoraron y simplemente desecharon los muebles. Aquello coincidía con el reporte del pergamino, donde les decía que los osos habían atacado a poblados.
« Tiene sentido. Por eso osos que aparentemente vivían en calma atacaron de repente a la gente »
A Juro no le pasó desapercibido los cambios de tono y las cicatrices del hombre. Tras terminar, dio un salto y se preparó para la busqueda. Juro no pudo evitar sentir un poco más de respeto por él. Después de todo, no parecía ningun idiota. Si decía la verdad, estaba velando por la gente. Era la expresión de un hombre que había cometido un error y quería repararlo.
Juro se levantó de golpe, pero no fue él quien contestó.
—¡No se preocupe, Jin-sensei, nosotros le ayudaremos! — le contestó Daigo, totalmente motivado por lo que les acababa de contar.
Juro se sentía igual. Ahora estaba convencido de que iban por el lado bueno, aun si eso significaba matar a un animal. Pero aun así, se autodisciplinó. Estaban a punto de hacer una cacería, por lo que sabía, peligrosa. Iban a arriesgar sus vidas. No era motivo de jubilo precisamente.
— Si. Venimos a ayudarle y a evitar que dañen a más gente — dijo Juro, asintiendo —. Es un buen plan, aunque esta zona parece bastante grande. ¿Tienes alguna idea de en que parte puede encontrarse la osa madre?
A Juro le pareció un detalle importante. Tenía que saber si tendrían que ir a ciegas en aquella misión. Puesto que parecía muy peligroso con las criaturas rondando.
—¡No se preocupe, Jin-sensei, nosotros le ayudaremos! —
— Si. Venimos a ayudarle y a evitar que dañen a más gente Es un buen plan, aunque esta zona parece bastante grande. ¿Tienes alguna idea de en que parte puede encontrarse la osa madre?
— Sí, por supuesto. Llevo un buen tiempo vigilandola, pero... no he tenido el valor de intentar cazarla.
Miró hacia el suelo y después a los dos shinobis.
— Bueno, vamos tirando y os lo cuento por el camino, que no está aquí al lado precisamente.
Dicho eso empezó a caminar sin prisa entre las cañas de bambú como si estuviera en su casa, sin mapa, sin brujula, sin mirar al cielo ni mierdas de esas. Sin embargo, su seguridad en el camino que seguía era contagiosa.
— De todos los osos que he visto volverse locos, ella ha sido la única que ha sobrevivido hasta ahora. ¿Vais pillando por donde van los tiros? Vi con mis propios ojos como mataba a una de sus crías porque ésta se acercó al bambú de uno de mis muebles. Desde entonces está enajenada del todo. Tened mucho cuidado.
No tenía nada más que añadir y aún les quedaba camino así que decidió pasar el testigo.
— Contadme algo de vosotros, ¿no sois muy jóvenes para andar haciendo este tipo de misiones?
16/04/2018, 00:37 (Última modificación: 16/04/2018, 00:38 por Tsukiyama Daigo.)
—Sí, por supuesto. Llevo un buen tiempo vigilandola, pero... no he tenido el valor de intentar cazarla.
El cazador miró al suelo antes de mirar a los chicos.
—Bueno, vamos tirando y os lo cuento por el camino, que no está aquí al lado precisamente.
Jin empezó a caminar sin prisa, pero sin pausa entre las cañas de bambú. Parecía conocerse el camino bastante bien, así que Daigo no tuvo problemas para comenzar a seguirlo con confianza.
—De todos los osos que he visto volverse locos, ella ha sido la única que ha sobrevivido hasta ahora. ¿Vais pillando por donde van los tiros? Vi con mis propios ojos como mataba a una de sus crías porque ésta se acercó al bambú de uno de mis muebles. Desde entonces está enajenada del todo. Tened mucho cuidado.
Daigo asintió comprendiendo lo peligroso que era todo el asunto.
"No me puedo creer que incluso haya matado a uno de sus hijos... tendremos que andar con pies de plomo. Esto será más peligroso de lo que pensaba."
—Contadme algo de vosotros, ¿no sois muy jóvenes para andar haciendo este tipo de misiones?
—Tiene razón Jin-sensei. Soy joven y no tengo la experiencia que tienen otros ninja más experimentados —respondió con sinceridad—, pero como shinobi de Kusagakure estamos preparados para cumplir con esta misión. ¡Solo debe decirnos como ayudarlo!.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Juro asintió ante sus palabras. Eso tenía más sentido. Sabía dónde se encontraba, pero no se había visto con fuerzas para cazarla él mismo, y por eso había solicitado la misión.
También les dijo que caminarían un buen rato, pero eso le importó menos. Llevaban todo el día caminando después de todo.
— De todos los osos que he visto volverse locos, ella ha sido la única que ha sobrevivido hasta ahora. ¿Vais pillando por donde van los tiros? Vi con mis propios ojos como mataba a una de sus crías porque ésta se acercó al bambú de uno de mis muebles. Desde entonces está enajenada del todo. Tened mucho cuidado. — Mientras caminaban, el cazador le contó una historia, para nada agradable.
Juro sintió un escalofrió. La sola imagen le conmocionó.
Después, el hombre les pasó la pelota, preguntándoles por su juventud y sus motivos por estar ahí. La verdad es que Juro no pudo culparle. Ante él, su veteranía y su experiencia, ellos dos solo eran dos críos que se habían metido ahí en mitad de una historia de venganza, osos, y muebles baratos.
Daigo fue el primero en contestar, como otras veces. Era efusivo, y parecía algo encabezonado. Pero su pasión le conmovía, de alguna forma. Igualmente, Juro trataba de no ser impulsivo.
— Lo cierto es que no tenemos tanta experiencia como tú, si. Admito que vernos así no genera mucha confianza — admitió Juro ,sin querer decir que era su primera misión fuera de la aldea. Una cosa era ser sinceros y otra que cundiese el pánico —. Pero en la academia nos han preparado bien desde niños: podemos pelear perfectamente. Nos metimos en esto por propia voluntad, después de todo. Como dice mi compañero, te ayudaremos en todo lo que podamos.
—Tiene razón Jin-sensei. Soy joven y no tengo la experiencia que tienen otros ninja más experimentadospero como shinobi de Kusagakure estamos preparados para cumplir con esta misión. ¡Solo debe decirnos como ayudarlo!.
— Lo cierto es que no tenemos tanta experiencia como tú, si. Admito que vernos así no genera mucha confianza Pero en la academia nos han preparado bien desde niños: podemos pelear perfectamente. Nos metimos en esto por propia voluntad, después de todo. Como dice mi compañero, te ayudaremos en todo lo que podamos.
— Chicos, por favor, me halagáis pero no tengo tanta experiencia como os creéis. He aprendido a cazar matando bichos aquí y allí y poco más.
Conforme andaban iban apareciendo más y más cañas de bambú, así que era fácil suponer que el hombre no solo se había dedicado a quitar las de su alrededor, sino que iba despoblando la zona cuando podía.
— Os voy contando mientras vamos y así estais más o menos al día para cuando lleguemos.
Dicho eso les hizo señas para que se acercaran sin dejar de caminar.
— La osa vive en una cueva, como hacen los osos de normal, no es como las cuevas que pintan los artistas y los escritores, de esas que simplemente son un tunel "palante". Tiene su entramado y varias salidas, dos mínimo por lo que yo sé. Por eso necesitaba ayuda, intente atraparla yo solo pero me resultó imposible. Tendremos que dividirnos y no dejar ninguna via de escape. Cuando lleguemos ya vereis en más detalle el plan.
28/04/2018, 23:40 (Última modificación: 28/04/2018, 23:41 por Eikyuu Juro.)
El cazador se mostró, para su sorpresa, modesto.
— Chicos, por favor, me halagáis pero no tengo tanta experiencia como os creéis. He aprendido a cazar matando bichos aquí y allí y poco más.
Juro sonrió un poco, aunque no pudo evitar pensar que solo se quitaba importancia. La única forma de aprender, después de todo, era haciendo, ¿no? Ese hombre tenía experiencia, y más importante, conocía a su objetivo. Por eso, dependía de él bastante. Ellos debían apoyarle.
— Os voy contando mientras vamos y así estais más o menos al día para cuando lleguemos.
Juro asintió y siguió sus señas.
— La osa vive en una cueva, como hacen los osos de normal, no es como las cuevas que pintan los artistas y los escritores, de esas que simplemente son un tunel "palante". Tiene su entramado y varias salidas, dos mínimo por lo que yo sé. Por eso necesitaba ayuda, intente atraparla yo solo pero me resultó imposible. Tendremos que dividirnos y no dejar ninguna via de escape. Cuando lleguemos ya vereis en más detalle el plan.
« Entonces serviremos de tapones. Si la osa llega a nuestra entrada, entonces tendremos que estar preparados para deterla » — pensó Juro, con gravedad. ¿Cuál sería la mejor opción? ¿No sería mejor detonarlas de alguna forma y bloquear su salida?
Aunque eso podría causar un derrumbamiento. Él tenía material explosivo, pero solo para dos usos. Lo guardaría, por si la situación lo requería.
— Está bien. Entonces lo primero será explorar los alrededores y detectar las posibles salidas de su cueva, para bloquearlas — afirmó Juro —. Después, cuando este todo listo, iniciaremos el ataque.
Juro lo pillaba. Miró a su compañero, esperando que él estuviese de acuerdo.
De repente, los bambús dieron paso a una ladera que conducía a un rio que atravesaba el lugar y llegaba hasta la entrada de una cueva. Justo en la entrada se bifurcaba, dejando la entrada entre sus bifurcaciones.
La ladera tenía poca vegetación por la alta inclinación que poseía. Jin hizo una señal para que parasen ya que un paso mal dado los llevaría de cabeza al rio, sin embargo, Daigo estaba más pendiente de sus pensamientos que de sus pisadas, así que dio el mal paso. Rodó unos diez metros de ladera para acabar dentro de la corriente de agua, que bajaba lo suficientemente tranquila como para no llevárselo, pero lo suficientemente fuerte como para dificultar el equilibrio.
— ¡Daigo! La hostia, os he dicho que estéis atentos. ¡Llega a ser un oso y te come entero! Tienes suerte que solo sea un rio.
Empezó a descender la rampa para ir a ayudar al muchacho sin dudar, hasta que un olor le hizo levantar la mirada. A lo lejos, varios cientos de metros tras la cueva se alzaba una columna de humo. El olor a pelo de perro mojado siendo tostado a llama viva les llegó también a Juro y Daigo, aunque para entonces el hombre había salido corriendo hacia allí.
— Me cago en la puta, joder, joder, joder. ¡Seguidme! ¡Rápido! Olvidaos de la cueva, hay que darse prisa.
Daigo podía apañárselas solo, pero estaba claro que se quedaría rezagado sí o sí, ya que estaba metido en un rio que le cubría hasta la altura de la cintura. El cazador se movía como una liebre en el bosque, ágil y sin dudar, si Juro reaccionaba rápido podría seguirle, sino lo perderían. Pero tenían el humo, ¿no?
—Chicos, por favor, me halagáis pero no tengo tanta experiencia como os creéis. He aprendido a cazar matando bichos aquí y allí y poco más.
"Vaya, tuvo que ser difícil aprender a cazar solo..."
El chico no pudo evitar sonreír un poco cuando escuchó a Jin y lo modesto que era, aunque en su interior sentía algo de pena al ponerse en los zapatos de cazador. Daigo jamás podría pelear solo durante tanto tiempo.
—Os voy contando mientras vamos y así estais más o menos al día para cuando lleguemos.
—¡Sí! —dijo y se dio prisa en caminar casi a su lado, apenas un paso detrás suyo.
—La osa vive en una cueva, como hacen los osos de normal, no es como las cuevas que pintan los artistas y los escritores, de esas que simplemente son un tunel "palante". Tiene su entramado y varias salidas, dos mínimo por lo que yo sé. Por eso necesitaba ayuda, intente atraparla yo solo pero me resultó imposible. Tendremos que dividirnos y no dejar ninguna via de escape. Cuando lleguemos ya vereis en más detalle el plan.
Una cueva con varias salidas. Juro-san y yo utilizamos futon y podriamos cubrir un gran espacio con nuestras técnicas. Si cubrimos cada uno una de las salidas será imposible que el oso salga de ninguna manera.
Daigo continuaba intentando trazar una especie de plan mientras su capitán hablaba.
"Tiene razón, si estudiamos primero la cueva quizá...
Antes de que el chico pudiera acabar de pensar siquiera notó como uno de sus pies ya no tocaba el suelo y en cambio todo su cuerpo comenzaba a hacerlo.
—Waaaah!
Cayó rodando ladera abajo sin control hasta caer en un rio.
—¡Daigo! La hostia, os he dicho que estéis atentos. ¡Llega a ser un oso y te come entero! Tienes suerte que solo sea un rio.
Luego de ponerse de pie con medio cuerpo metido en el agua y hacer una rápida revisión, Daigo comprobó que por suerte lo único que había sido herido era su orgullo.
—¡No se preocupe, estoy bien!
Apenas empezó a moverse con lentitud hasta la orilla cuando un fuerte olor le hizo voltear la levantar la mirada para encontrarse con una gran columna de humo.
—Me cago en la puta, joder, joder, joder. ¡Seguidme! ¡Rápido! Olvidaos de la cueva, hay que darse prisa.
En apenas un instante la vergüenza por la pedazo de caída que había sufrido desapareció cuando se dio cuenta de que quizá había gente en peligro.
Daigo intentó moverse con toda la velocidad que el agua le permitió tomar para seguir a Jin, o a Juro, o incluso a una ardilla si aquello le llevaba al lugar donde ocurría el problema.
Con algo de suerte conseguiría no perder al grupo, o como poco llegar a tiempo para ser de ayuda.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Daigo parecía sumido en sus pensamientos y no dijo mucho desde que empezaron a caminar. Cuando terminaron el campo de bambu, daron con una ladera que desembocaba en un rió. Cerca, estaba la entrada de la cueva. Juro cogió valor, puesto que ahora estaban llegando a su destino.
« Tenemos que mantenernos unidos y hacer lo que nos diga. Si no... »
Y entonces, escuchó el chapoteo.
— ¡Daigo! La hostia, os he dicho que estéis atentos. ¡Llega a ser un oso y te come entero! Tienes suerte que solo sea un rio.
Daigo se había caído rodando y se había empapado. Juro expresó su preocupación.
— ¿Estas bien? — murmuró, extrañado. ¿Era despistado? Tenía que saberlo por si se metían en una situación problemática. Supuso que solo había sido un accidente aislado.
Entonces, una columna de humo surgió del cielo, y un olor extraño empezó a invadir el ambiente. Tanto, que Juro se asusto. El cazador, en un santiamen, estaba corriendo hacia esa dirección.
— Me cago en la puta, joder, joder, joder. ¡Seguidme! ¡Rápido! Olvidaos de la cueva, hay que darse prisa.
Juro giró la cabeza hacia Daigo con rapidez. Mierda. Estaba en el agua y eso lo haría ir más lento. Barajó sus posibilidades: seguía al cazador y trataba de no perderle, o esperaba a Daigo.
« No puedo abandonar a mi compañero, y más como líder. Pero nuestra misión es ayudar al cazador. Si el oso esta más adelante, no debería haber peligro »
— ¡Vamos Daigo! ¡Si tienes problemas dime que pare! — Y tras una última mirada fugaz a su compañero, salió corriendo hacia el cazador.
Juro corrió, aun con el corazón en el pecho, tratando de seguir al hombre. Puede que su indecisión le causara problemas, pero lo único que pudo hacer en ese momento fue correr con todas sus fuerzas y tratar de seguirle la pista, sin olvidarse de quién había detrás de él.
Si en algún momento de la carrera contase con un segundo para respirar, volvería la cabeza para atrás, para asegurarse de que su compañero les seguía. Con suerte, Daigo podría seguir la pista de Juro, quién no era tan rápido como el cazador.
Juro titubeó antes de dejar atrás a su compañero, por suerte, no titubeó lo suficiente como para perder al cazador. Corrieron esquivando troncos de bambú durante unos minutos, sin detenerse hasta que el bambú desapareció, dejando una bonita vista de una pequeña aldea. Pequeña significa que habría unas cincuenta casas, ciento y pico personas.
Estaban en una colina que estaba ligeramente elevada así que podían ver de donde venía el fuego sin problema. Unos cuantos hombres echaban muebles de bambú a una distancia prudencial de la entrada de la aldea y del bosque. Lo habían rodeado de piedras de un tamaño considerable por si se les iba de las manos.
Jin solo se detuvo un segundo para localizar su objetivo, entonces bajó a toda prisa por la empinada bajada que tenía ante él con la maestría del buen cazador todoterreno.
— ¡Apagad eso! ¡Rápido! — gritó mientras se alejaba.
Los hombres parecieron reconocer al cazador, porque empezaron a mascullar algo entre ellos y el más corpulento se interpuso entre él y el fuego.
— Mira, el alcalde nos ha dicho que nos deshagamos de esto cuanto antes y lo mejor es quemarlo y ya. No podemos correr el riesgo de que lo huelan.
El cazador no respondió de inmediato, hizo ademanes de desesperación señalando al fuego, la columna de humo.
— ¡¿La columna de humo te parece buena idea para NO esparcir el olor?!
— ¡Son animales! En cuanto vean el fuego no se atreverán a acercarse.
Algunos de sus compañeros asintieron o rebuznaron en tono aprobador dándole la razón a su cabecilla. El cazador examinó a ese grupo de locos y no le fue fácil determinar que no iba a poder detenerles por sí mismo, se giró a Juro, y si estaba tras él o a una distancia asequible le diría:
— Juro, apaga el fuego antes de que vengan, ignora a estos patanes.
Si tenía que decirlo a gritos, lo diría, sin preocuparse de quien lo escuchase.
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Daigo vería a Jin y Juro desaparecer entre bambús y justo cuando se dispusiese a salir del agua vería una cosa peluda ante él. Peluda y en blanco y negro. Si echaba un vistazo alrededor vería dos, tres, hasta cuatro osos pandas de diferentes tamaños con los ojos inyectados en sangre, pero ninguno le miraba a él. Parecían embelesados por el humo.
Tras un breve olfateo a Daigo, el oso que tenía ante él le ignoró y siguió su camino por donde se habían ido su compañero y el cazador.
Antes de que Daigo pudiera poner un pie fuera del agua ya había perdido tanto a su compañero como a su cliente, quienes se habían adentrado entre los bambúes mucho más rápido de lo que Daigo podría seguirles desde su posición.
Daigo suspiró.
"Menudo inicio, ¿eh?"
Agitó la cabeza varias veces. No era momento de quejarsey retrasarse. Había gente que necesitaba su ayuda.
—Vamos, Daigo, no pasa nada si no los ves ahora —se dijo mientras ponía sus manos en la orilla del rio para salir del agua—, Solo tienes que... seguir el... humo...
La voz de Daigo se empezó a entrecortar cuando sintió una respiración.
Incluso antes de levantar la cabeza, Daigo ya sabía de quien era esa respiración, era la respiración de un animal grande, manchado y peludo.
—Uhhh... tra-tranquilo, chico... yo no soy co-comida...
El chico no pudo hacer mucho más ante la amenaza del oso. Tan solo quedarse allí, parado, temblando mientras miraba a su alrededor con cuidado solo para encontrarse con que no se trataba de uno, sino de hasta cuatro osos.
El puño del chico comenzó a cerrarse con fuerza de manera intermitente producto de la adrenalina y el miedo. Parecía que no quedaba otra opción. Tenía que pelear.
Pero para la sorpresa del chico, justo cuando estaba preparado para una pelea que seguramente no podría ganar, el oso se dio media y se marchó ante la mirada atónita de Daigo.
"Oh no ¡Van directos al fuego! No puedo permitir que alcancen al resto
Volvió a tomar fuerzas para salir del agua de un salto impulsándose con sus manos en la rodilla
"¡Tengo que avisarles antes de que sea demasiado tarde!"
Entonces, como una bala, Daigo salió disparado a toda la velocidad que sus lentas piernas podían permitirle. Tomando un camino diferente al de los osos, intentando alejarse lo suficiente por la derecha como para no encontrarse con los animales por el camino.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Para desgracia de Juro, Daigo no fue capaz de seguirles, así que lo perdieron. Juro tuvo ganas de volver a por él en ese mismo momento, pero la visión de lo que tenía delante fue suficiente como para distrarle. En una pila que se había formado a entrada de la aldea, un par de hombres estaban quemando muebles de bambu. Muebles...
« Oh no... Daigo » — ¿Debía de volver? Si esos muebles eran lo que él pensaba, los osos vendrían. Pero teniendo eso en cuenta, Daigo podría estar a salvo estuviese donde estuviese. Ellos corrían peligro.
El cazador se lanzó a por ellos y les instó que debían de parar el fuego en ese momento. Sin embargo, los hombres no se mostraron para nada receptivos y finalmente, desistió.
— Juro, apaga el fuego antes de que vengan, ignora a estos patanes.
— No veo agua cercana — se lamentó Juro, quién se dio cuenta de que su naturaleza elemental no ayudaba. Él solo podría avivar el fuego. Aun así, podía hacer algo... —. Tengo un recurso que podría servir. Pero tardará un poco. No pueden interrumpirme en el proceso, sino, todo se irá al traste.
Si el cazador estuviera de acuerdo, Juro desenrollaría uno de sus pergaminos, en la cintura, y con una serie de sellos, sacaría un objeto que tenía en él: su marioneta básica, Gen. Estaba envuelta en una capa y tenía un arnés cercano. Se lo ató lo más rápido que pudo, y se colgo la marioneta en la espalda. Con el pergamino vacío, se dirigió a la hoguera.
« Rápido. Rápido. Rápido »
— ¡No tenemos tiempo de explicar nada! ¡Si aprecias vuestro pueblo, dejadme trabajar, por favor! — Y se plantaría frente a la hoguera, sin detenerse, a no ser que alguno lo detuviese de alguna forma física.
« Concentrate »
Echaría un vistazo rápido a los alrededores. Si no había agua ni ningun recurso cercano — las piedras estaban ahí, pero con su fuerza no podría empujarlas ni usarlas — desenrollaría el pergamino y lo dejaría en el suelo. Después, si nadie se lo impedía, sacaría un pincel de su portaobjetos, y comenzaría a realizar complicadas formas de sellado. Solo una vez terminase, podría realizar los sellos y absorber el fuego. O al menos, intentarlo. Nunca había hecho la técnica.
¤ Ippan no Fūinjutsu ¤ Técnica de Sellado General - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Fūinjutsu 15 - Gastos: 10 CK (sellado de objetos y armas), 5 CK (liberar) - Daños: - - Efectos adicionales:
Sella objetos y armas en pergaminos
(Fūinjutsu 30) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en pergaminos. Además, puede guardar gases venenosos, líquidos...
(Fūinjutsu 60) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en cualquier tipo de recipiente (preguntar a un administrador para saber qué recipiente podría ser válido, solo es posible sellar 1 objeto), y en su propio cuerpo (1 por cada 10 de Inteligencia)
- Sellos: Buey → Serpiente → Tigre → Jabalí → Carnero (mantenido durante unos segundos) - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Técnica estándar de fūinjutsu, que utilizan muchos shinobi con diferentes niveles de maestría en técnicas de sellado. Los ninjas con un nivel de maestría bajo son capaces de sellar objetos y armas, normalmente de tamaño pequeño o mediano, y únicamente en pergaminos. Los ninjas de nivel medio son capaces de sellar muchos tipos de sustancias distintas en pergaminos. Los ninjas de nivel alto, en su propio cuerpo o incluso en recipientes.
La técnica no funciona instantáneamente. Para sellar objetos en un pergamino, se ha de abrir ese pergamino. En el caso de querer guardar algo en el propio cuerpo, no es necesaria tanta preparación. Para guardar cosas en un recipiente externo, se ha de disponer de uno válido (obviamente). En cualquiera de los tres casos, se ha de estar a menos de tres metros de donde se va a sellar el objetivo, y a menos de diez del objetivo. Una vez realizados los respectivos sellos, se mantiene el último y el objetivo se deshace en una masa de chakra, que viaja a velocidad moderada hasta introducirse dentro del lugar donde se desee sellar. Entonces aparece la marca deseada, y el sellado se completa.
Se ha de remarcar que esta técnica de sellado no dispone de una clave para nada complicada. Los sellos podrán ser rotos y su contenido liberado por cualquier practicante de fūinjutsu con suficiente maestría (15, 30 ó 60).
¤ Fūka Hōin ¤ Método de Sellado del Fuego - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Fūinjutsu 20 - Gastos: 30 CK - Daños: - - Efectos adicionales: Sella masas de fuego producto de técnicas, y fuegos naturales - Sellos: Rata → Pájaro → Sello específico de la técnica → Tigre (mantener) - Velocidad: Muy lenta - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Esta técnica absorbe cualquier tipo y cantidad de llamas que hayan sido producto de una técnica, o fuegos naturales (incendios de menor extensión). No sirve para bloquear técnicas de fuego, pues están alimentadas con el chakra del enemigo, pero sí los restos de esa técnica, que pudieran ser dañinos o bloquear el paso. Para la realización de la técnica, el usuario tiene que sentarse, extendiendo un pergamino frente a él. Sacará un pincel y comenzará a dibujar complicadas fórmulas de sellado. Cuando termine, hará una serie de sellos y el fuego será absorbido hacia el centro del pergamino, donde se formará un kanji, "sello" (封).
— ¡No tenemos tiempo de explicar nada! ¡Si aprecias vuestro pueblo, dejadme trabajar, por favor!
Sin duda, un shinobi dando la voz de alarma era algo que incluso los pueblerinos sabían que deberían tomarse en serio. Jin, aprovechando el momento de duda, alzó la voz:
— ¡Salid de aquí! ¡¡YA!!
Los menos implicados, es decir, los que se habían dedicado a quedarse detrás y asentir, fueron los primeros en salir corriendo. El portavoz, al ver que se quedaba sin apoyos, se retiró, no sin antes dar un par de gritos más.
— ¡Estáis locos! ¡Locos! Si nos dejaseis hacer, esos bichos ni se acercarían. Tú... Todo esto es culpa tuya...
Después de eso desapareció en dirección a la aldea, dejando al cazador y Juro solos con el fuego y los muebles. Justo cuando el shinobi acabase la complicada cadena de sellos que dejaban un hueco en medio donde aparecería el kanji una vez el fuego fuese sellado se escucharía un rugido y el crujir de algunas cañas de bambú en la lejanía.
El cazador tragó saliva.
— Juro, ¿cuanto vas a tardar?
Revisaba sus armas nervioso, preparado para aguantar el tiempo que el chico necesitase.
Todos los aldeas deshabitaron el lugar, por fortuna o desgracia. Solo estaban Juro, el cazador, y una enorme pila de muebles. Pero no dudo en que los invitados no tardarían en llegar.
« Espero que Daigo esté bien... » — Juro deseo que su compañero estuviese con él. Sin embargo, tuvo que apartar sus pensamientos a un lado para hacer la técnica.
Con su pincel, trazó complicadas fórmulas de sellado. Por unos momentos se olvidó de la prisa y de lo que tenía alrededor. Y mejor así. De otra forma, quizá no podría concentrarse. Una vez acabado con el pincel, el sonido de la voz masculina del cazador le sacó de sus ensoñaciones.
— Juro, ¿cuanto vas a tardar?
— ¡Necesito un poco de tiempo! ¡Dame unos minutos! — exclamó, consciente de que tenía que darse prisa —. ¡Sé que el fuego es la prioridad, pero si necesitas que luche, por favor, dímelo y lo haré!
Y tras esa advertencia, Juro se concentro y realizó una cadena de sellos. Una masa de chakra comenzaría a salir del Kanji, en dirección a la hoguera, dispuesta a absorberla, poco a poco.
El ruido de las cañas de bambu quebrarse le decía que no tenían mucho tiempo.
Un rugido quebró el delicado silencio que se había mantenido tras las palabras de Juro. Un oso panda de unos tres metros de altura parecía haber dado la orden de seguir adelante. Él y los cuatro osos más pequeños pero igual de feroces empezaron a acercarse en carrera bajando la ladera. Iban completamente desbocados, cosa que no pasó desapercibida por el cazador, que con una precisión y una calma nacida de la experiencia, disparó un virote a la pata de uno de los pandas, que ladeó para esquivarlo chocando contra otro en el proceso y cayendo ambos en carrera.
Empezaron a rodar sin control, chocando contra el grande, que se detuvo un segundo, les movió de un manotazo y volvió a correr hacia la hoguera. Ahora tenía a dos por delante, lo cual le pareció algún tipo de ofensa y rugió. Esos dos pandas parecieron entender lo sucedido, también fruto de la experiencia, pues desprendían un miedo a su líder palpable en el ambiente.
Eso les hizo ganar tiempo suficiente para que las llamas se apagasen, se las tragase el chakra y volviese al pergamino. Los animales no pararon, obviamente.
— ¡Vale! ¡Ahora apártate!
Y se lanzó a un lado apartándose de la trayectoria de los osos.
Juro primero y despues Daigo, que roleara que llega al final de mi post.