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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
La luna era apenas un arco dibujado sobre el cielo estrellado, una fina línea plateada que ni siquiera era capaz de desplegar su manto de luz sobre el bosque inundado por el silencio más soporífero que se extendía bajo sus dominios. Era una noche calurosa y cargada de humedad, pero todo se encontraba en una quietud casi antinatural. Ni siquiera los grillos parecían querer romperlo con sus delicados y rechinantes cánticos.

Pero había quienes sí se atrevían a hacerlo. Sus pasos apenas hacían crujir la hierba bajo sus pies, y tal era su precisión que ninguna ramita desavenida se interponía en su camino sin que ellos la detectaran a tiempo. Se trataba de un grupo de personas que caminaba y se movía como una sola. Todos ellos, como amigos de las sombras que eran, cubrían sus cuerpos con amplios ropajes oscuros como la noche que les rodeaba. Todos ellos ocultaban su rostro bajo una holgada capucha. Dado el ambiente que les rodeaba, quizás habrían podido resultar invisibles también, si no fuera por las máscaras blancas que utilizaban para tapar todos sus rostros.

Todos menos uno.

Un búho ululó con timidez en la distancia.

La escasa luz del ambiente reveló sus ojos castaños cuando alzó la mirada. Unos ojos grandes de color avellana y largas pestañas. Unos ojos vacíos, vidriosos, carentes de emoción alguna. Pero no se detuvo en ningún momento, y enseguida volvió a centrarse en su camino, acompañando los pasos de los que la rodeaban. Ni siquiera prestaba atención al despliegue que la caprichosa naturaleza exhibía a cada uno de sus lados y que sin duda en otra ocasión habría estado encantada de maravillar: árboles y arbustos de todos los tamaños, formas y colores siquiera imaginables; setas y hongos tan grandes que uno podría sentarse a tomar el té sobre ellos sin miedo a que se desplomaran por el peso de su cuerpo; flores que parecían estar dibujadas por algún tipo de estrafalaria deidad del arte abstracto; frutos tan apetecibles que parecían poder hacer la delicia del paladar más exquisito...

—Ya estamos llegando —susurró el hombre de su derecha, pero ni siquiera le devolvió la mirada.

Aquella noche era demasiado importante como para distraerse con tonterías como la superfluas belleza del bosque. Aquella noche era decisiva para muchas personas.

No podían permitirse fallar.

—Estoy listo —respondió, con el mismo volumen. Pero su voz también estaba vacía, casi como la de un autómata sin vida. No era la voz cargada de jovialidad y alegría que la caracterizaba.
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#2
Está bien, muchacho. Continuaremos nosotros desde aquí. Yuina, está preparado el sello de retención, ¿verdad? La muchacha no corre peligro.

No corre peligro alguno —contestó otro enmascarado, una mujer—. No sólo de retención, también de transporte. El de retención lo ha preparado el mismo Zetsuo. No creo que permitiese que su hija sufriera daño, así que estará bien hecho.

Bien, desconéctala y notifícale a Yui-sama que hemos llegado.

Ayame asintió y el Yamanaka que populaba su mente la desconectó como quien apagaría un aparato eléctrico. El primer enmascarado la cogió en brazos antes de que cayera.

Silencio ahora, creo que viene alguien.

Hubo un momento muy tenso. Pero todos los enmascarados se relajaron a ver a dos de sus compañeros volver por el camino de kusa. Llevaban los bajos y las mangas de las túnicas manchadas de sangre, y uno de los dos tenía un torniquete en un brazo amputado.

Santo Dios, ¿estás bien?

Sabíamos a lo que íbamos —contestó el herido—. Fue un centinela. No cayó en el genjutsu y nos atacó, pero afortunadamente no le dejamos dar la alarma.

¿Y bien?

Está hecho, Akairo-san. Kenzou ha muerto.

Akairo sonrió debajo de su máscara y señaló al frente.

Bien, rápido y en silencio, chicos, rápido y en silencio. Cubridnos la espalda a Yuina y a mí, y cuando comience el caos, refugiáos fuera de la aldea hasta que estén todos bien muertos.

Todos asintieron a la orden y se encaminaron hacia Kusa.


···


Kuina y Akairo estaban postrados al lado de una Ayame tumbada y sin camiseta. Posaban la mano sobre un sello de tinta negra. Sólo tuvieron que abrirlo un momento, un poquito, sólo un poquito...

Un estallido les mandó volando. Cuando se recuperaron, comprobaron con la satisfacción amarga de haber cumplido una misión difícil como una bestia de cinco colas blanca y terrorífica arrasaba todo a su paso. Los que se despertaban trataban de huir, o de lanzarle armas y morir aplastados segundos más tarde.

Sólo tenían que marchase hasta que la tormenta hubiese terminado.

Turnos:

—Ayame
—Blame
—Yoshimitsu
—Sama-sama

Si uno de ellos no postea en 12 horas desde el anterior turno (excepto Sama-sama), el turno se salta y el master manipula como ve conveniente.

Si alguien más de Kusa está activo y quiere participar, que me mande MP. Si alguien quiere suponer que estaba fuera de la aldea y no quiere participar, que me mande MP también, y continuaremos el evento sin él.
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#3
La primera víctima fue el primero de los jonin que intentaron enfrentarse a la bestia. La pezuña de aquel monstruo, que parecía una cruel hibridación con cuerpo de caballo y cabeza de cetáceo, le aplastó brutalmente contra el suelo como si no fuera más que un vulgar insecto.

—¡NO! Pobre Ieyasu... —se lamentó su compañero, algo más resguardo en la retaguadia del bijū. Pero ni siquiera él tuvo más suerte. Una de sus cinco colas le arrolló antes de que pudiera hacer nada por evitarlo.

...

Quemaba. Todo su cuerpo ardía.

No comprendía lo que estaba pasando, pero ni siquiera era capaz de pensar en ello. Dolía, cada fibra de su ser se retorcía con aquella abrasadora sensación. No era fuego, de eso podía estar segura. Era como si estuviese respirando el vapor de una olla con agua en plena ebullición. Se estaba incinerando desde el interior. Y ni siquiera era capaz de moverse o gritar para pedir ayuda. Su cuerpo, simplemente, no respondía. Era como si estuviese encerrada en una armadura de piedra. En un contenedor atrapado en un furioso torbellino. Todo era caótico a su alrededor. No comprendía nada. El color rojo quemaba sus retinas a través de sus párpados.

Y ella misma se estaba quemando sin poder hacer nada por evitarlo.

...

El aullido del Gobi había acuchillado los cielos sin piedad. Era un grito increíblemente agudo, antinatural. Parecía surgido de la más aterradora de las pesadillas de los ciudadanos que sin duda se habrían despertado con el estruendo producido. Y era probable que para muchos de ellos aquella noche fuera así. O lo sería, si es que conseguían sobrevivir a aquella desenfrenada destrucción.

Cundió el pánico. Entre chillidos y sollozos de terror, la gente salía de sus casas simplemente con lo puesto, buscando salvar su vida frente al monstruo que acababa de aparecer en el centro de la aldea. Muchos se preguntaban dónde estaba el Morikage para defenderlos, muchos se preguntaban dónde estaban los ninjas... Pero su primera reacción fue la más lógica, y un mar de personas se dirigió hacia la única salida de la aldea: un puente de madera de unos cien metros de largo que salvaba la zanja en forma de precipicio que hasta el momento había sido su única defensa. Bastó un simple coletazo para hacerlo saltar por los aires. Ninguno de ellos llegaría al otro lado jamás. Los que no habían muerto aplastados habrían caído inevitablemente al mar que se extendía decenas de metros más abajo. Los únicos supervivientes, los que no habían llegado a poner un pie en el puente antes de su destrucción, se dispersaron entre nuevos chillidos cargados de horror.

Y mientras tanto, el Gobi contemplaba el hormiguero que discurría junto a sus pezuñas mientras apretaba las mandíbulas con una rabia que jamás había sentido. Porque era libre. Era lo que más anhelaba en el mundo. Pero seguía sintiéndolo clavado en su pecho como una dolorosa astilla. No era libre del todo. Aquel maldito sello seguía encadenándola a aquella condenada cría. Y no veía la manera de destruirlo de una buena vez.

—¡Vamos, niños! ¡Tenemos que irnos!

—¡PERO PAPÁ ESTABA EN EL PUENTE!! ¡Tenemos que...!

Un nuevo bramido, más desgarrador que el anterior, acuchilló el aire. Y un láser de energía arrasó con un nuevo pelotón de gente. Entre ellos, aquella madre desesperada y los dos niños a los que trataba de arrastrar consigo hacia la salvación inalcanzable. Todos ellos fueron, literalmente, desintegrados. Y la energía prendió un fuego que no tardó en avivarse al alimentarse de los cuerpos restantes, los árboles que usaron como chimeneas para ascender a lo más alto del bosque y las casas de madera que estaban dispersas por toda la villa. Pronto, toda Kusagakure estaba envuelta en llamas.

Enloquecido por el humo y el olor a quemado, el Gobi arrancó a correr de manera frenética. En su desenfrenado movimiento corneó uno de los dojos académicos, dos dojos, tres dojos... Al cuarto le lanzó un nuevo láser de energía que prendió un nuevo foco y el quinto lo derribó de otro coletazo sin dejar de rugir a su paso.

El infierno se había abierto en Kusagakure. Y no parecía haber manera de detenerlo.
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#4
Entre las cálidas noches de verano, una noche llegaría sin duda a ser la más calurosa de todas para la aldea de Kusagakure.

Las ventanas brotaron de pronto de una magnífica iluminación, y eso que las persianas estaban bajadas. El cuarto del albino se iluminó como en una de las mejores mañanas de la mencionada estación. Evidentemente, algo fallaba... hacía apenas un par de horas que se había echado a dormir, era imposible que fuese ya de noche. Aún debían de haber unos cuantos pares de horas para ello.

El chico entreabrió los ojos, apartándose lo que empezaba a ser legaña de los ojos. Antes que la misma iluminación, los ruidos le alertaron. Gritos por doquier pidiendo auxilio, chispazos de metales golpeando contra algún objetivo, llantos, grandes pesos cayendo... ésta situación se le hacía familiar.

Sin perder un segundo, se alzó como un rayo desde su cama, y se acercó hasta la ventana. Apartando dos tramos de la persiana entre sí, procedió a observar desde su anonimato. Gran sorpresa se llevó al hacerlo. Sus ojos se abrieron como platos, pese a su habitual disposición déspota y fría.

Frente a él, los metales volaban hacia un monstruo que tan solo habría visto alguna vez en algún libro. El bichejo en sí era enorme, demasiado grande... quizás era mas grande a lo que "enorme" llegaba a abarcar. Mitad caballo, mitad delfín... o a saber qué clase de mezcla magistral de animales habían entre esas pezuñas y cuerpo titánico. Fuere como fuere, eso era la causa de todo el terror y el caos que reinaba en esos momentos en la aldea. Nadie parecía estar a salvo, de hecho, el bicho ese llevaba medio techado de un dojo en su cornamenta... los dojos no habían servido como refugio. El Senju miró hacia la salida mas obvia, pero al parecer ese había sido su objetivo hacía tiempo.

«Ummm... esto pinta muy mal... es como una ratonera. Estamos atrapados con esa cosa... ¿Donde coño estará el viejo? Ya va tarde al trabajo...»

Sin pensar dos segundos mas, el chico se vistió mas rápido que la cabra que se come los deberes. Sin tomar tan siquiera tiempo para respirar, tomó también consigo todas sus armas y útiles ninja, que tampoco eran demasiados. Se ciñó bien por encima su capa de viaje negra, y se sobrepuso la capucha de la misma.

«Bueno... a ver que sucede. Pero yo no me voy a quedar dentro de un edificio, eso seguro. ¿Sería esta cosa la que provocó el derrumbamiento del vivero donde trabajaba mamá?»

Con lo que le sucedió en aquella ocasión en mente, lo único que tenía claro es que no moriría bajo los escombros. Si había algo peor que eso, era ver como tu madre se iba de rosas dejándote a tu suerte. En ésta ocasión no iba a poder sufrir de la segunda manera, pero tampoco era una experiencia particularmente agradable como para volver a repetir.

En un abrir y cerrar de ojos, el chico se encaminó hasta la puerta de su casa. Allí, dio un salto sobre sus botas, y se las ajustó con una brevedad impresionante. Tras ello, salió de su habitáculo. Sin embargo, una vez salió, quedó en blanco.

¿Y ahora qué...?

Evidentemente, se enfrentaba a una encrucijada. ¿Qué debía hacer? Combatir era una opción absurda, ni tan siquiera los jounin le estaban haciendo frente a esa cosa. Huir era más que disparatado, puesto que la única salida se había convertido en una trampa mortal. Refugiarse se había visto revocado por acto del caballo con cuernos. ¿Esconderse?

«...y pensar que mi sueño echo realidad se puede convertir en mi peor pesadilla... no debería morir aquí, aún hay muchas personas... Kusagakure no es mas que un punto en un mapa enorme...»

Castigado con numerosas cosas en que pensar, el chico quedó fijo tras su puerta, recostado en la misma con una absurda sonrisa que se distinguía a leguas bajo su capucha.
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#5
Sin duda alguna, las noches veraniegas era lo que más me agradaba de aquella estación calurosa, una buena noche en la que la luna se asomaba tímida, me entregué en cuerpo y alma a aquella deliciosa lectura que me tenía embriagado hace ya tiempo, con aquellos párrafos impregnados en sabiduría, que por desgracia, su autor cayó en el olvido, y tenía afán por descubrir en su obra de quién se trataba, para venerarlo como era debido.

Después de satisfacer mi sed de conocimiento, decidí acostarme aprovechando de que era ya una hora prudente para ello. Y aún mi cabeza se encontraba dando vueltas a aquellos textos, cuando de repente un fuerte extruendo, acompañado de un ensordecedor ruido, cuya procedencia era una verdadera incógnita. Provocó que saliera de mi lecho como alma que lleva el diablo.

"¿¡Pero qué diantres pasa!?" Lo primero que me pasó por la cabeza fue, que se trataría de algunos graciosos que daban la bienvenida a la gran cacería que se llevaba a cabo todos los veranos, antigua tradición en Kusagakure. Pero por desagracia salí rápidamente de mi error, cuando la onda expansiva sacudió mi humilde casa con violencia y arrasó las ventanas de mi habitación, descubriendo el origen en el acto.

-!Por todos los Dioses! Exclamé al ver a mi abuelo exhausto que había salvado nuestra casa de la más absoluta destrucción, ejecutando una serie de muros de roca, uno detrás de otro, que sirvió para desviar lo que al parecer era la trayectoria de un proyectil que había arrasado todo a su paso, y pasó peligrosamente cerca de donde vivíamos.

"¡Oh no por favor!, ¡Que pare de una vez!"

La visión de la aldea era para mi, como una manifestación de mis más profundos temores, el más absoluto caos se había manifestado físicamente bajo el semblante de una bestia antinatural, cuyo aspecto parecido al de un equino de color blanquecino, y con rostro monstruoso... Solo necesité ver sus colas para averiguar de qué se trataba.

-¡Es un bijuu! ¡Ha aparecido un bijuu! Grité en vano, pues el sonido de la destrucción apagó mi voz, acompañado de los alaridos de aquella bestia que inspiraba terror por todos sus poros, y lo que más doloroso me resultó, fue los gritos de auxilio de la gente que había quedado atrapada por los escombros. Mi instinto me decía que huyera por mi vida, pero mi espíritu, clamaba por que ayudara a la gente que pedía auxilio.

Salté de la ventana de mi habitación a tierra firme, y comencé a seleccionar a quien podía ayudar para que salvara su vida, la situación era tan crítica que tenía que centrarme y seleccionar a aquellos que tuvieran la posibilidad de hacerlo, puesto que algunos, aún estando con vida, se encontraban tan seriamente heridos, y ya estaban condenados. Era tan dolorosa aquella visión, que no pude evitar derramar unas lágrimas al tener que sondear los cadáveres de mis vecinos a los que tan bien había conocido, y los restos amputados.

"Si existe algún Dios... que nos ayude ahora mismo..."
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#6
Mas los únicos dioses que escuchan a los hombres cuando ocurren tamañas catástrofes son los demonios, y allí había mucho fuego. El edificio del Kage se acababa de derrumbar a apenas una manzana de allí, y una gran viga de madera había salido despedida a causa de una fortuita onda expansiva. La viga en llamas avanzó rápidamente, derrumbó las ya dañadas paredes de tierra del abuelo de Yoshimitsu y se lo llevó por delante, arrastrado como la hoja que se pega a las alas de un pájaro de dos toneladas y en llamas. El característico crac de los huesos al quebrarse se elevó por encima del sonido de los gritos, del crepitar de las llamas, y del corazón latiendo a ritmo imperceptible del pobre Yoshimitsu, que vio con todo lujo de detalles a su familiar volando en dirección contraria.

La viga pasó justo dos metros por delante de Blame, casi arrollándolo, y chocó contra otra casa que quedó derruída por completo. Quizás Yoshimitsu quisiera acercarse a ver si su abuelo estaba bien, pero sólo encontraría un brazo separado del cuerpo, y el resto de él bajo los escombros, totalmente destrozado y derramando sangre sobre madera.

Lo que estaba claro era una cosa: o salían de allí, o no durarían mucho más con vida.

Un hombre encapuchado aterrizó en medio de los dos shinobi en medio del caos. Su túnica le cubría por completo, y el juego de luces y sombras de la catástrofe impidieron apreciar los detalles de su cara, que quedaba completamente a oscuras. Pero el blanco de sus dientes sonriendo y el brillo del colgante con pedrusco rojo y el kanji "nueve" se les quedaría en la memoria a los dos Genin antes de que la figura decidiera desaparecer sin dejar rastro.

Había tenido suerte. Aquello había pasado y ni siquiera había tenido que tomarse la molestia de matar él mismo a la vigilancia. Y lo más importante, se había llevado el colgante.


···


Al darse la vuelta, el Gobi había dado un coletazo sin querer a un edificio, y se había pinchado la cola con las astillas de una antigua viga de madera. Si se daba la vuelta, vería a dos muchachos estupefactos, atentos a otras cosas. Sólo hormigas molestas para él.


—Yoshimitsu
—Sama-sama

Voy a ir cambiando turnos según vea necesarios para conducir esto, es la mejor manera.
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#7
"Abuelo..." Pensé abatido. Estando mi abuelo derrotado, era para mi la prueba inequívoca de que todo estaba perdido. La destrucción campaba despiadada sin que nadie pudiera si quiera oponer resistencia. Estábamos todos condenados, me sentía abrumado por algo que estaba totalmente fuera de mis posibilidades, seguir en la aldea era una muerte asegurada.

"Debo huir ahora mismo..."

Y eso, es lo que me disponía a hacer en el mismo instante que la viga pasó de lejos, pude apreciar una silueta macabra que se estaba regocijando desde el anonimato de las sombras, portaba un extraño amuleto con una gema rojiza en donde se apreciaba el kanji número nueve. Pudiendo deduciren el acto, que el bijuu y esa persona estaban intrínsecamente relacionados.

"Me las pagarás maldito..." Pensé envuelto en un mar de sensaciones funestas, que parecía que oprimiera mi garganta.

Aún no le había propinado mi particular maldición, cuando de repente, aquella persona desapareció al igual que vino, en un abrir y cerrar de ojos. Solo sabía que jamás olvidaría a aquel tipo, con la esperanza de llevarlo ante la justicia en un futuro no muy lejano, y que pagara por sus actos.

"!Vamos, vamos!" Debía apresurarme, era cuestión de tiempo de que aquella bestia inhumana, carente de sentimientos se percatara de mi presencia. Pero creía tener una vía de escape, sin más demora, ejecuté el sello del perro.

-¡Doton, Moguragakure no Jutsu!

De repente y si nadie me lo impedía, me introduje dentro de la tierra como si se fundiera mi paso, y huí por el subsuelo, lo más profundo que pude, sin correr peligro a mi parecer. Mi siguiente paso sería buscar supervivientes a las afueras de la aldea para poder concretar que hacer, desde la seguridad de la distancia.
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#8
Cuando el bijuu se dio la vuelta, observaría sólo una figura, pues la otra acababa de meterse bajo tierra y quedado totalmente fuera de su alcance. Los ojos de la bestia se cruzaron con los de Blame, y el muchacho sintió.

Sintió la ira, el odio y el miedo, un miedo terrible. Una amalgama de sentimientos que le cruzó de parte a parte y lo dejó un segundo sin respiración.


···


Yoshimitsu llegó a las afueras de la aldea, pero frente a él sólo caía un precipicio enorme hacia el mar. Todo a su alrededor estaba en llamas, incluso sabiendo que el bijuu no había pasado todavía por allí. Quizás sus ataques habían alcanzado la distancia.

Había mucha gente. Pero todos muertos. Algunos se habían intentado lanzar al mar, pero ya estaban heridos cuando llegaron al borde del barranco, a juzgar por el rastro de sangre que recorría desde unos charcos hacia allá.

Lo curioso: sus heridas eran de arma blanca. Cortes limpios. No había sido el bijuu. Quien fuese que pudiera haberlos matado a ellos, todavía andaba por allí, a juzgar por el color de la sangre fresca y el olor a hierro.

Todavía quedaba una salida, pero, ¿estaría tan loco para tirarse por el precipicio? Quizás pudiera utilizar sus habilidades como ninja para...


—Blame o Yoshimitsu (están en escenas separadas, que posteen cuando quieran y puedan, pero tienen que postear ambos antes del turno de Ayame).
—Ayame
—Sama-sama
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#9
Exclamation 
Otro mazazo cruel abatió y atenazó el espíritu del joven Yoshimitsu, que tuvo nuevamente que soportar la crueldad en su estado más puro. El puente de madera que estaba desde que tenía memoria, había sido completamente destruido. Todos los que habían intentado usar la única vía de escape habían sido asesinados a sangre fría, sin piedad alguna, sin hacer distinción entre mujeres y niños.

"No puede ser...esto no puede estar pasando...¿Cómo puede existir tanta maldad?"

Agaché la cabeza, moviendola de un lado para otro, como signo de negación y resignación. El hecho era que ya me había quedado clara la situación, todo había sido orquestado minuciosamente desde hace bastante tiempo, por una tanda de monstruos, aún por determinar.

"¿Por qué...?" Quién tendría tanto interés en hacer desaparecer toda una aldea, las preguntas eran casi infinitas, pero ahora mismo me encontraba desorientado, cansado y desanimado. Todo era como una mala pesadilla. Y sabía que mi vida corría serio peligro si seguía aquí, lo que ahora era un matadero sin sentido.

"Debo permanecer escondido y buscar a supervivientes"

En realidad no disponía de muchas opciones, si nadie me lo impedía una vez más, volvería a ejecutar el Moguragakure no Jutsu, y desde las profundidades me dedicaría a buscar a alguien con vida, fuera enemigo o alguien de la aldea, ya que este jutsu me permitía localizar a personas que se encontraran en la superficie. O eso, o esperar a que todo acabara. Lo que estaba claro que yo solo no sería capaz de hacer nada de provecho, tenía que encontrar a alguien de inmediato.

"¿De verdad que no puedo hacer nada para detener esta locura?"

Mientras me desplazaba pensaba en mi abuelo con tristeza, pero estaba en un punto en el que no había asimilado su más que probable perdida, y la no aparición de nuestro querido Morikage, Kenzou-sama, que ya me hacia pensar en lo que sería más que evidente. Aquellos pensamientos sirvieron para que me apresurara en buscar a alguien, aunque fuera arriesgado, deseaba encontrar a uno de los responsables de esta locura, para poder averiguar alguna cosa relevante y sobre todo, poder hacer justicia algún día.

"Venga Yoshi...tú puedes hacerlo"
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#10
El albino había quedado ensimismado hasta el punto que no vio a su compañero de equipo al otro lado de la calle. Su mente divagaba de un lado a otro, mientras que su cuerpo se hallaba parado sobre la puerta de su casa. En un momento dado, su vista se abalanzó en un objeto que pasó a toda mecha por su lado. Fuego, humo, y carne pasaron a su vera como un tren de alta velocidad, casi imposible de seguir con la vista.

«¿Qué coño ha sido eso...?»

Su mente volvió rápidamente a la realidad, y se clavó en aquel ovni. Lamentablemente para la presa de aquel lanzamiento, su cuerpo se convirtió en un puzle, y no de esos sencillitos... no. La sangre, el fuego, el humo, y la viga de madera clavada en el edificio fue casi lo único que quedó de la víctima. Una brazo se encontraba cerca de lo que parecía ser el cadáver.

Con la sonrisa aún persistente en su rostro, el chico volteó la cabeza, buscando avistar de donde había salido ese trozo de madera asesino. La respuesta era obvia, el equino con cara de pez asfixiándose. Cuando lo observó en ésta ocasión, cayó en cuenta de un importante hecho que ni había imaginado. Aquel monstruo de dimensiones tipo familiar tenía 5 colas. ¿Acaso era un bijuu? Cualquiera que supiese lo más mínimo de historia sabía de ellos, y el Senju no era menos.

¿En serio? ...— Rechistó ante el simpático rostro del destino.

El susodicho llegó a posar su vista en el encapuchado albino. Las vistas se confrontaron, y su sonrisa se diezmó en mil pedazos. Sintió todo el odio, la ira irrevocable, y el miedo... todos éstos sentimientos le apuñalaron de manera trapera, haciéndole perder hasta el aliento.

El Senju clavó una rodilla en la tierra, y se llevó la diestra al pecho mientras luchaba por alcanzar a dar una bocanada de aire. Sus pulmones al fin respondieron, mas sus nervios florecían hasta el punto de hacerle temblar. Lo que había percibido en esa bestia no se asemejaba a lo que normalmente percibía de cualquier otra cosa, pero tampoco era algo de extrañar... ese bicho era de todo menos normal.

«Mas que ganas de destruir, lo que tienes miedo... ¿pero miedo a qué? ¿Qué diantres es capaz de asustar a un bijuu? Es ilógico... ¿Por qué? ¿Por qué tiene miedo una criatura capaz de arrasar esta aldea casi sin esfuerzo?»

Atento a otras cosas, el albino ni se percató de que su compañero de equipo había estado por la cercanía, y mucho menos del hecho de haberse fundido entre las rocas. En éstos momentos, no podía si no mirar con rabia a los ojos del animal deforme.

A su pesar, sabía que debía huir. Era algo evidente, no tenía nada que hacer contra ese bichejo, y mucho menos contra aquello capaz de asustar al diablo con colas.

Sin embargo, una endiablada idea se cruzó por la cabeza del chico de cabellera blanca. Se quitó con descaro la capucha, y aún con los ojos clavados en la bestia, sonrió de nuevo. Quitó del suelo su rodilla, y se reincorporó armado de un flujo de chakra verdaderamente notable. De su cuerpo un sin fin de burbujas negras comenzaron a brotar, haciendo poco a poco una gruesa capa de una sustancia color negro fúnebre. Quizás estaba cavando su propia tumba, pues con su acción quizás llegase a provocar un shock en la bestia, y terminase por atacarlo... o quizás saliese para bien, y la bestia saliese corriendo o algo similar.

Fuere como fuere, su cuerpo se recubrió en parte de la sustancia negra, y ésta se apoderaría de una apariencia similar a la de uno de los miedos mas grandes que jamás había percibido, el miedo de ése monstruo. Lejos de quedarse quieto, el albino no se limitó a provocar aún mas caos en ese infierno, buscaba con anhelo una salida. Sus orbes buscaban por dónde escapar en caso de emergencia... un callejón, una grieta en una fachada... lo que fuese bueno sería.

Llegado el momento, no titubearía en salir corriendo. Lo tenía mas claro que el agua. Aunque lamentablemente para el chico, quizás sus reflejos no eran capaces de competir a los de un demonio con cola... cosa a la que se pretendía arriesgar con tal de averiguar a qué le tenía miedo esa bestia.



Estado de Blame

—PV: 100
—CK: 128 - 12CK = 116
—Objetos:
  • Bandana ninja [Cintura]
  • Portaobjetos básico (4/10) [Pierna derecha]
  • Kodachi (1) [Enfundada a la altura de los riñones]
  • Hilo shinobi (1) [Portaobjetos]
  • Shuriken (2) [Portaobjetos]
  • Bomba de humo (1) [Portaobjetos]
  • Mecanismo oculto de kunai (1) [Antebrazo derecho]
  • Kunai (1) [Mecanismo oculto de kunai]

* Ninguna AO *


¤ Aku zukei no hōgaku
¤ Ley de la imagen del mal
- Tipo: Apoyo / defensivo
- Rango: C
- Requisitos: Kuroiran ga tsukao 10
- Gastos:
  • 12 CK (Impide regeneración de CK)
  • (Kuroiran ga tsukao 30) 18 CK (Impide regeneración de CK)
  • (Kuroiran ga tsukao 60) 25 CK (Impide regeneración de CK)
- Daños: -
- Efectos adicionales:
  • Barrera de daño 6 PV (2 extremidades máximas, medio torso y mitad de la cabeza)
  • (Kuroiran ga tsukao 30) Barrera de daño 15 PV (4 extremidades máximas, torso y cabeza)
  • (Kuroiran ga tsukao 60) Barrera de daño 30 PV (6 extremidades máximas y cuerpo completo)
- Sellos: -
- Velocidad: Lenta
- Alcance y dimensiones: -
Blame concentra energía negativa de los odios, temores, fobias y demás sentimientos de la gente cercana. Tras 1 turno, en el cual podrá moverse y realizar acciones no demasiado significativas, el cuerpo del Senju regurgitará una sustancia negra semi-liquida y muy densa que se extenderá desde la zona del corazón hacia una extremidad y parte de la cabeza. La singularidad de ésta técnica es que su aspecto es totalmente variable, buscando siempre una debilidad en las personas cercanas. La apariencia tomará rasgos de la fobia o miedo del individuo cercano mas vulnerable a éstas, haciéndole muy dificultoso el actuar al menos por un tiempo. Cuanto más avanza la especialización, más rasgos podrá tomar la apariencia en torno a los miedos, pudiendo crear desde extremidades extra hasta alas (NO serán hábiles, es decir, que aunque tenga alas no podrá usarlas para volar o y las extremidades extra serán meramente interpretativas). Gracias al grosor y densidad de la esencia malvada, las zonas cubiertas gozarán de una resistencia de 6 PV extras, que serán restados en cualquier tipo de daño físico, ya sea por contusión o corte. La esencia que rodea a Blame está cargada de sentimientos y chakra, por lo que está en continuo movimiento y cerrándose sobre su piel. Cualquier corte sobre la superficie cubierta por la técnica volverá a cerrarse, evitando desangramientos en las zonas cubiertas.

  • Daño recibido: --
  • Daño causado: --
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#11
En uno de sus múltiples aspavientos una de sus cinco colas había quedado enganchada accidentalmente en una viga de madera de uno de los edificios que ya se encontraban prácticamente derruidos. Pero no fue más que unos pocos segundos. Con un sonoro rugido, la bestia terminó de darse la vuelta, y el susodicho poste salió despedido en dirección contraria. Y ni siquiera le importaba el destino del proyectil, pues algo más había captado su interés.

La mirada de sus terribles ojos aguamarina se encontró con los ojos de un humano encapuchado y ataviado de negro que se encontraba en su camino. El gruñido del Gobi sonó desde su pecho, profundo y borbotante, y la presión de su presencia pareció hacer mella en él, pues hincó una rodilla en el suelo. A juzgar por su postura, parecía costarle esfuerzo respirar. Pero ningún síntoma de debilitad podía aplacar a una bestia cegada por la ira y el terror. Para el bijū, aquel humano no era más que otra hormiga. Una hormiga molesta que sólo merecía ser aplastada.

PLOM. PLOM. PLOM.

Los cascos del Gobi hacían retumbar el suelo por debajo de él a medida que se acercaba al humano. Su lentitud sólo era muestra de la seguridad de un depredador que sabe que su presa no tiene ninguna oportunidad de escapar.

Lo más sensato en su lugar habría sido correr. Correr todo lo rápido que pudiera y escapar antes de que la ira del monstruo cayera sobre él. Pero lejos de ello, el humano parecía querer hacer alarde de un estúpido e inútil coraje que estaba a punto de costarle nada menos que la vida.

Se levantó, pero no dio media vuelta ni salió corriendo. Estaba allí, plantado en mitad del camino sobre sus piernas mientras el bijū seguía aproximándose peligrosamente a él. Alzó las manos para apartarse la capucha del rostro, revelando un rostro juvenil enmarcado por cabellos blanquecinos nada propios de su edad. Prácticamente un crío.

Pero aquel no era el primer cachorro al que arrancaba la vida aquella noche. Ni sería el último.

Sin embargo, el Gobi no esperaba lo que ocurrió a continuación, y sus pasos se vieron bruscamente detenidos cuando ante sus estupefactos ojos, el cuerpo del chico comenzó a borbotar. Un líquido negro como la más oscura de las noches y denso como el alquitrán emergió desde su piel y sus ropajes. Al principio no era más que una masa sin forma que envolvía casi medio cuerpo de aquella persona, pero conforme pasaban los segundos el líquido comenzó a expandirse hacia el exterior, dividiéndose en tres siluetas cuyos rasgos no tardó en identificar.

Los ojos del Gobi se desorbitaron. Sus pupilas se dilataron al máximo en apenas un instante. Todo su cuerpo estaba tenso y temblaba como una cuerda a punto de romperse y el pelaje blanco que lo recubría se erizó de manera antinatural. Su respiración agitada y el ondulante movimiento de sus cinco colas tras su espalda no podía augurar otra cosa más que el terror y la ira más primitiva y absoluta.

Incluso el aire se vició a su alrededor hasta el punto que parecía crepitar en plena ebullición, inundado de la ingente cantidad de energía que había comenzado a brotar de cada uno de sus poros.

Eran ellos. Aquellos malditos humanos que habían acabado con ella hacía tanto, tanto tiempo... Uzumaki Shiomaru, Koichi Riona, Sumizu Kouta... No había manera de que pudiera olvidar sus nombres...

Y no había manera de que los dejara escapar ahora.

Saltó en el aire utilizando sus poderosas patas como apoyo. La sacudida de las cinco colas contra el suelo tan sólo le ayudó a ganar altura, pero liberaron una súbita corriente de aire que podría desequilibrar a su objetivo. Tampoco le importaba si no fuera así. No iba a escapar.

Con aquellos ojos enloquecidos de ira clavados sobre su presa, abrió las mandíbulas en pleno vuelo para revelar una hilera de dientes afilados como cuchillas. Pero no estaba en su mente usarlos en ese momento, aunque su instinto se lo pedía a gritos. Un intenso zumbido hendió el aire cuando una ingente cantidad de energía blanca y negra comenzó a aglomerarse entre sus dientes, congregándose hasta formar una esfera uniforme. Una esfera dantesca, prácticamente del tamaño de su cabeza. Pero la bola de energía comenzó a disminuía paulatinamente su tamaño, condensándose cada vez más... Cada vez más... Y tan densa se volvió que liberó una nueva onda de presión que destruyó los edificios que los rodeaban. Entre ellos, la propia casa de Blame.

La espectáculo final estaba a punto de sucederse.

El Gobi abrió las mandíbulas aún más, y entonces engulló la esfera que había producido. El humo comenzó a emerger de entre sus colmillos...

Y con el más potente de sus bramidos liberó un torrente de energía que se precipitó con un chirrido ultrasónico hacia la posición de aquel terrorífico humano. La noche se convirtió en día momentáneamente cuando el láser impactó en el suelo que se extendía por debajo su posición. Instantáneamente, la dantesca explosión sacudió buena parte de la aldea, reduciendo a polvo y ceniza todo lo que encontraba en su camino, levantando una densa nube de humo y lanzando a volar los escombros y los cuerpos que la onda expansiva llegara a alcanzar a continuación.

Hiciera lo que hiciera el humano, ya era muy tarde para él. Había desaprovechado su momento para correr cuando había podido. Todo para satisfacer la curiosidad de aterrar a una bestia de por sí airada.

...No puedes enseñarle un látigo a un león de circo furibundo sin esperar una dentellada a cambio...
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#12
El laser impactó en el suelo como un torrente de agua que se virtió por las calles de la aldea, y su epicentro no era otro que Blame, quien quedó pulverizado al instante. La ira absoluta del bijuu se convirtió en una masacre, en un genocidio sin precedentes que llegó hasta casi las afueras. Hasta el polvo en suspensión en el aire y el silencio en el que se había sumido el ambiente, que acalló los gritos, parecían llorar, como la lluvia que empezaba a empapar la tierra y a llevarse la sangre. La lluvia que lloraba, como si no hubiese sido ella misma la que había acabado con Kusagakure.

El bijuu se elevó en el aire como consecuencia de la hondonada de energía que había disparado a bocajarro, hacia abajo. Flotó durante unos instantes, y finalmente cayó al suelo haciendo temblar la tierra. El golpe fue demasiado para la bestia, que quedó aturdida y confundida. Pero el objeto de su miedo había sido destruido. Todo estaba bien. Todo estaba...

Quizás había supervivientes, pero la verdad era cruel y la lluvia estaba dispuesta a limpiar aquél islote que llamaban aldea. En otro lugar... En ese mismo momento...


···


La tierra tembló, y a Yoshimitsu se le revolvieron todas las entrañas. Cuando el temblor cesó, notó los pasos vacilantes de dos personas, de aquellos que se intentan recuperar de una sacudida enorme.

Antes había notado más pasos, pero con rapidez, habían desaparecido. Al final, sólo quedaron dos.

Las personas iban cayendo muertas, pero esos dos emisores de vibración seguían con vida.

No dejéis a nadie con vida, recordad. Son órdenes, no debe escapar nadie. —Escuchó una amortiguada voz a través de la piedra.

¿Quién sería? ¿Sería capaz de derrotarlo? Yoshimitsu seguía furtivo, por ahora.


—Yoshimitsu
—Sama-sama
[Imagen: MsR3sea.png]

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#13
"¡¡¡Ahhh!!!" Sentí un dolor intenso, tanto fue así, que llegó a un punto que dejé de sentir nada de nada. Sin embargo, el mal estar acabó por cesar, al igual que la aldea y todos sus habitantes. Ya todo estaba perdido, ya no había nada por lo que luchar, bueno si, preparar la venganza. Era inútil dejarse llevar por la ira, ahora debía desenmascarar a aquellos que había logrado encontrar, y que por lo poco que oí, era cómplices de la destrucción de Kusagakure no sato.

"¡Mientras yo viva, seguirá existiendo Kusagakure!" Me dí ánimos a mi mismo para seguir adelante con el siguiente paso.

Tenía que salir a la superficie por la retaguardia, tomando como cobertura los escombros o lo que fuera, y asomar lentamente la cabeza para observar a esos monstruos todo lo que pudiera, con el fin de poder reconocerlos en un futuro. Estaba asustado, el imaginar que se tratara de integrantes de otra aldea shinobi, eso significaría que el pacto habría sido violado deliberadamente, solo esperaba que no pertenecieran a ambas.

Mantuve toda precaución antes de sacar la cabeza del subsuelo, a una decena de metros por detrás de ellos, ya que me desconcertó lo que dijo aquel villano, habló en plural cuando únicamente estaba acompañado por uno solo. "¿Significará que hay más?" Una pregunta difícil de responder.

Si nada ni nadie me lo impedía, Los espiaría todo lo que me fuera posible, si hacían un ademán de girarse me introduciría en la tierra hasta que volvieran a darme la espalda, al mínimo indicio de peligro, me marcharía volviendo a entrar en el subsuelo en caso de ser necesario.

"Pagaréis por vuestros crímenes...asesinos..."

Estaba tembloroso, a causa de la adrenalina, mi mente estaba desordenada al tratar de asimilar la destrucción de mi aldea, la perdida de mis amigos, de mi abuelo, la perdida de Kenzou-sama...Pero ya tendría tiempo para gritar, llorar, y si fuera preciso, pactar con el mismísimo diablo, para que pagaran por sus crímenes los autores de esta masacre sin sentido.


¡Toma ya!, soy el primer Kage del Peñón de la Bestia lol lol
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#14
Apenas Yoshimitsu asomó la cabeza por encima del suelo, lo vio: aquél encapuchado, con una máscara blanca, con el símbolo de Amegakure en la frente. Y por lo visto el extraño ya había sentido su presencia, y no pensaba dejarlo marchar. Hizo un par de sellos y la tierra bajo el genin se sacudió violentamente, sacándolo de golpe hacia la superficie.

El ANBU lo agarró por los aires del cuello y lo estampó contra el tronco de un árbol seco del camino.

¿Qué querías, hacerte el héroe? —dijo, enrabiado—. Además de un traidor, no eres más que un mocoso insolente que no conoce el mundo. Con esos bracillos y esas piernas, ¿qué pensabas hacernos? ¿Con esa gran habilidad para ocultar tu chakra, pensabas que no notaríamos tu presencia? ¿Ante unos ninjas expertos? Pobre chico. Aún te queda mucho por aprender. Lástima que no vayas a vivir para ver la luz del día.

Yoshimitsu sintió el frío del acero clavándose en su vientre.


···

Yuina y Akairo se acuclillaban al lado de una gimoteante Ayame.

Esto no es bueno, está a punto de despertar.

Hazle un genjutsu de sueño más. Y llevémosla a Ame.

¡Eso la haría olvidar todo lo que ha pasado! Tiene que saber que es una heroína para la ald...

También sabría muchas cosas más. Entre otras, que ha cometido un genocidio. No había matado a nade aún, Yuina, ¿recuerdas tu primer asesinato?

A Yuina se le erizaron los vellos de los brazos y las piernas.

Imagínate lo que sería asimilar de golpe todo esto. No, mejor, con tiempo. Y quizás Yui no quiera ni que lo sepa. Anda, vámonos, antes de que algún curioso se acerque a ver qué ha pasado.


—Ayame obtiene el defecto pesadillas durante un año on-rol. Oirá gritos y llantos y verá una bestia enorme pisando edificios y asesinando gente. Pero no recordará nada sobre lo que ha sucedido, de momento.

Ayame esperará instrucciones por mi parte para rolear un Unific posterior al evento.

Y los demás esperaréis un unific mío antes de rolear nada relacionado con lo que ha sucedido.
[Imagen: MsR3sea.png]

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