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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
La patada, sin embargo, nunca llegó a suceder. Por el simple hecho de que Ikari comprobó el cómo la piel del Kaguya se empezaba a enmarañar desde varios puntos, como si algo fuera a brotar de él. No pudo evitar llevarse algún corte en el proceso de soltar la llave y retraer todo su cuerpo hacia atrás, por tener los brazos de Riko mucho más cerca de ella que el resto de su cuerpo; pero al menos evitaría que le tocase algún punto vital.

La táctica del perro funcionó, a pesar de todo. Y eso le permitió, a regañadientes y con el dolor repuntándole en el cuerpo, realizar una serie de sellos.

Que rompieron la tierra bajo sus pies, acortando el apenas medio metro que separaba al cegado Riko, y creó un leve terremoto bajo suyo, levantando algunos picos que herirían a su rival.


· PV:

100/170

- 50 PV

· CK:

149/190

+36 CK
(técnica cancelada)
- 36 CK
reg. dividida



Fuerza: 40 [45] (+5 Shikyaku)
Resistencia: 35 [40] (+5 Shikyaku)
Aguante: 35 [40] (+5 Shikyaku)
Agilidad: 45[50] (+5 Shikyaku)
Destreza: 40
Poder: 40
Inteligencia: 30
Carisma: 30
Voluntad: 25
Percepción: 40

Nada a la vista

Retsudo Tensho: 60 PV

Karamatsu no mai: 50 PV

¤ Doton: Retsudo Tenshō
¤ Elemento Tierra: Desgarro de Palma de la Tierra Retorciéndose
- Tipo: Ofensivo
- Rango: C
- Requisitos: Doton 10
- Gastos:
  • 12 CK
  • (Doton 20) (multiplicable x2)
  • (Doton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV
- Efectos adicionales: (Doton 80) La tierra puede romperse en parábola, aunque sólo alcanzará su radio máximo cuando se encuentre a 3 metros del objetivo.
- Sellos: Jabalí → Buey → Sello específico de la técnica
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones:
  • La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
  • La técnica avanza 5 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
  • La técnica avanza 8 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, esta técnica causa que la tierra frente al usuario se retuerza sobre sí misma, rompiéndose, desequilibrando a los adversarios y causándoles daños debido a las rocas puntiagudas y a la gravilla. Cuanto más chakra se añada a la habilidad, más grande será la destrucción del terreno y más dañina sobre los oponentes.

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#32
Su técnica funcionó, consiguió librarse del abrazo de su rival pero, por culpa del maldito perro se había distraído lo suficiente como para no ver que ella realizó una serie de sellos tras los cuales la tierra comenzó a temblar y Riko perdió el equilibrio, al principio ligeramente, y cada vez le costaba más mantenerse en pie y, de pronto, unas piedras puntiagudas se clavaron en su piel.

¡AAAAAAAAAAARGH!

Dolía, dolía muchísimo, tanto que, al final, sin saber muy bien como, la vista del Kaguya se nubló, y sin darse cuenta, cayó al suelo, cada vez su vista se apagaba más, hasta que, finalmente, perdió la consciencia.
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#33
Así pues, tras aquel súbito ataque, Kaguya Riko perdió la conciencia.

. . .

Pac, pac, pac; fue lo primero que oyó al despertar. Aún estaba mareado, sus ojos se abrirían pero no recuperaría del todo la visión. Pac, pac, pac era lo único que se escuchaba, como el chapoteo de cuatro patas sumergiéndose en tierra lodosa. Alguna que otra gota de lluvia vespertina acariciándole el rostro, y el felpudo de pelaje negro sobre el que se encontraba ahora haciéndole de almohada.

Las manos tras su espalda, atadas.

Aún quedaba un largo viaje. Riko volvió a dormir.

. . .

Despertó otra vez, con sus sentidos al cien. Le dolía el cuerpo, sobre todo allí en donde se le habría encajado alguna estaca de tierra, pero poco más. Ahora veía con claridad en dónde se encontraba. Ya no llovía, y a su alrededor sólo había un claro verdoso y nutrido cubierto de cientos y vientos de bambús, idénticos todos a cada cual, que daban la sensación de se encontraba dentro de un juego de espejismos.

Ya amanecía, también.

—Peleaste, bien, como todos tus antepasados —dijo alguien, el mayor de todos ellos. Un tipo corpulento, con docena de heridas ataviándole el cuerpo. Una enorme cicatriz cruzándole toda la cara, que parecía haber sido causada por la garra de un dragón y no la de un animal común y corriente. El labio partido, la nariz chata, y una enmarañada melena marrón que le alcanzaba la espalda media—. ¿cómo te llamas?

Para entonces, Riko se habría percatado de que estaba montado sobre una camilla de tiras de bambú que yacía atada al costado de uno de los enormes perros. A su diestra, el hombre que le hablaba junto a su hermano, y al otro extremo, Sombra, con Ikari en otra camilla similar, aún inconsciente. Rodeada de vendas y con la frente sudada.
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#34
Riko abrió los ojos, mareado, posiblemente por el viaje que estaba realizando, pero no era capaz de moverse, apenas podía respirar con normalidad y ya, por lo que se dejó llevar.

Escuchaba el repiqueteo de unas patas caminando por un lodazal y con su rostro podía notar el pelo sobre el que estaba apoyado, posiblemente alguno de aquellos canes que le habían atacado y unas gotas de lluvia caían sobre él, refrescándole, aunque no le ayudaban a terminar de espabilar y, tal cual se había despertado, volvió a caer rendido.

...

Volvió a despertar, y se removió en su sitio, sintiendo aún aquellas punzadas del último golpe que le había dado la mujer antes de caer al suelo, a su alrededor solo podía ver bambús, todos idénticos, únicamente veía eso, mirara donde mirase.

—Peleaste, bien, como todos tus antepasados
— Aquella voz le sorprendió, y trató de buscar su fuente con la mirada, un tipo grande, con muchísimas cicatrices que dejaban en claro que había participado en cientos de batallas pero una de ellas, la que le cruzaba la cara de parte a parte, era sin duda, la peor de ellas.
. ¿cómo te llamas?

No sabía de qué le estaba hablando, simplemente no comprendía nada, y entonces la vio, allí estaba también la mujer con la que había peleado, cubierta de vendas y aún inconsciente.

¿Qué-Qué queréis de mi?
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#35
¿Qué-Qué queréis de mi?

El hombre bufó, contrariado.

—Se supone que vosotros sois los civilizados. Cuando alguien te pregunta algo, respondes —dijo—. Mi nombre es Yaban, del clan Inuzuka. ¿Cómo te llamas?
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#36
—Se supone que vosotros sois los civilizados. Cuando alguien te pregunta algo, respondes. Mi nombre es Yaban, del clan Inuzuka. ¿Cómo te llamas?

Riko notó que al hombre no le había gustado que evitara su pregunta, quizá por eso se presentó él primero, para ver si así reducía la tensión en el ambiente después de atacar y secuestrar al muchacho.

Me llamo Kaguya Riko. — Admitió. —¿Por qué me habéis traído hasta aquí?

Sin duda se podía notar los nervios del genin, estaba asustado, y era como para estarlo.
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#37
—Porque te necesitamos —respondió, tajante—. ¿Estabas sólo? ¿o fuiste con alguien al Valle?

En el interín de aquella fluida conversación, la manada se detuvo mientras In'eimaru olisqueaba por aquí y por allá, hasta tomar otro rumbo más concreto. Por la actitud de los ninja, parecía que estaban cerca.
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#38
—Porque te necesitamos. ¿Estabas sólo? ¿o fuiste con alguien al Valle?

¿Por qué querían saber si estaba solo? Además, ¿no era obvio? Si alguien le hubiera acompañado, le habría ayudado a pelear contra ellos, haciendo del combate, algo más justo.

¿Para qué me necesitáis? — Hizo una ligera pausa, a causa del dolor causado por la técnica de la tierra. —Estaba solo.

Pudo notar como se detenían, y aquello no le daba buena espina.

«Definitivamente, estoy jodido.»
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#39
—Joder, que se calle ya.

—Sé más cordial con nuestro invitado —respondió, ignorando la insistencia de Riko—. lleva a Ikari con la curandera.

Pocos metros después, tras atravesar un claro, Riko pudo comprobar como se adentraban en una pequeña parcela cercada con púas de madera bastante rudimentarias. Unas cuatro tiendas rústicas formando un círculo alrededor de una enorme fogata, y alguna que otra prisión arcaica que encerraba a los pocos animales que tenían encinados para comérselos después. Una de ellas estaba, irónicamente, vacía.

Con la llegada de Yaban, un par de críos, tres mujeres más y otro hombre se conglomeraron en las cercanías de las llamas mientras veían con recelo al extranjero.

El patriarca bajó del lomo de su perro, y ayudó a Riko a levantarse. Luego, le señaló su celda.

—Entra.
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#40
—Joder, que se calle ya.

—Sé más cordial con nuestro invitado. lleva a Ikari con la curandera.

Todos ignoraron su pregunta, pero Riko prefirió callar, pues al parecer estaba empezando a mosquear a otro integrante del grupo y, por lo menos de momento, no quería tener más problemas, aunque ya estaba metido en un buen lío.

Caminaron unos metros más, atravesando un claro, y entonces el Kaguya pudo ver como se adentraban en lo que podían ser consideradas unas defensas rústicas, constituídas de madera que protegían lo que parecía ser una pequeña aldea, o eso pensaba Riko según avanzaba.

—Entra.

Tras ayudarle a levantarse, el hombretón le ''pidió'' que entrara en una jaula que tenían vacía, sin duda alguna, era su prisionero, y no su invitado como había dicho antes.

El pelinegro obedeció, si antes ya tenía pocas oportunidades, ahora menos, por lo que lo mejor era evitar cualquier conflicto y pensar en cómo salir de aquel lío lo antes posible.
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#41
¡Clank la reja se cerró de un portazo, y con llave.

Yaban volteó y terminó perdiéndose, finalmente, entre su gente.

Riko sería entonces testigo del comportamiento de una comunidad tan rústica como aquella. Quizás, en el fondo, seguro que le recordaba ligeramente a la suya. Él también provenía de una familia atípica de ninjas que no formaban parte de alguna aldea. Eran gente de Oonindo, pero a la vez, no.

Seguro que la nostalgia decidía invadirle en ese instante, muy a pesar de que el miedo y la preocupación también hicieran mella en su interior. Después de todo, se encontraba indudablemente lejos de casa —allí, en ese paraje, hasta el clima era distinto—. y no podía considerarse de otra forma sino como un jodido prisionero.

El Kaguya tendría que preguntarse: ¿qué es lo que iba a hacer ahora? ¿alguien de Uzushio iría en su búsqueda de él no regresar? ¿cuántas horas habían pasado desde que perdió la conciencia?

Un sin fin de interrogantes, sin duda alguna, le azotarían la cabeza. Y el hambre el estómago también.

Oh, sí, estaba jodido.
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#42
La puerta de la celda se ceerró de un portazo a sus espaldas, y tras ello, el Kaguya soltó un tremendo suspiro, tratando de no venirse abajo en aquellos momentos, tratando de no mostrar demasiados signos de debilidad, por lo que se sentó, con a espalda apoyada en los barrotes y simplemente decidió dejar el tiempo pasar.

La aldea en la que se encontraba no era muy diferente a la suya natal, era todo muy rústico, lejos de las modernidades de Uzushiogakure, lejos de la cómoda vida a la que se había estado acostumbrado últimamente, lo único diferente era la gente, no eran de su confianza, bueno eso y que estaba encerrado en una puta jaula como un pájaro.

«¡Me cago en todo!» Y dio un ligero golpe a uno de los barrotes con la cabeza.

Barajó todas sus opciones: Sin duda no podía pelear, estaba en una aldea que no era la suya, rodeado de enemigos, pero si no hacía nada, lo mejor que le podía ocurrir era que le soltasen porque sí, y la peor, que lo matasen e hiciesen una sopa con él.

Entre todas sus cábalas, su estómago decidió tomar parte.

Tengo... hambre. — Diría, nervioso a la primera persona que pasara cerca de su jaula.
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#43
Nadie se detuvo para atenderle, al menos durante la siguiente media hora. Aunque su delirio acabó en cuanto Yaban, con un bol de ramen, volvió hasta los linderos de la celda. Sólo entonces se sentó frente a él y le entregó el plato a su cautivo para que saciara su hambre. ¿Acaso le estaban engordando como a un cerdo?

—Kaguya Riko de Uzushiogakure, bienvenido a mi comunidad. Como verás, somos unos pocos nómadas los que congregamos esta familia y vivimos en las condiciones que nos brinda la tierra; aunque no precisamente por elección propia, al menos no los primeros de nosotros —el Inuzuka entrelazó los dedos y coló aquel par de ojos bestiales sobre el prisionero, con el semblante de un guerrero—. Nos hacemos llamar la Tribu Roehuesos.
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#44
Nadie acudía en su ayuda y, por una parte, era lógico, era un prisionero que había traído el que parecía ser el líder de la aldea y nadie querría meterse en problemas por ayudarle a él, por lo que desistió en seguida en su afán por conseguir comida. ¿Cuánto tiempo haría que no comía nada? no sabía exactamente el tiempo que había estado desmayado, por lo que era imposible de predecir.

Al rato, que al genin se le hizo eterno, Yaban se acercó a la jaula y le entregó un bol de ramen, que Riko aceptó agradecido y del que empezó a comer.

—Kaguya Riko de Uzushiogakure, bienvenido a mi comunidad. Como verás, somos unos pocos nómadas los que congregamos esta familia y vivimos en las condiciones que nos brinda la tierra; aunque no precisamente por elección propia, al menos no los primeros de nosotros. Nos hacemos llamar la Tribu Roehuesos.

El pelinegro se atragantó al escuchar aquel nombre, todo empezaba a encajar.

Espera, espera, ¿Roehuesos? ¿Me queréis por mi habilidad? — Entonces recordó lo que le había dicho en el viaje. —¿Por qué mencionaste antes a mis antepasados?
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#45
Yaban negó con la cabeza.

—No es tu habilidad la que nos interesa, sino los genes que le dan vida. Verás, Riko de Uzushiogakure, somos una manada que ha sido condenada a tener que cazar a los tuyos durante incontables generaciones. Asumo que entenderás lo escasos que sois por estas tierras, o lo poco accesible que es hacerse con alguno de vosotros de forma pacífica. Sois formidables guerreros y no todos sobrevivimos a un encuentro con el portador de nuestro Tótem, así que hemos de tomar otras medidas para, bueno, prevalecer.

El patriarca se alzó la camisa y desveló una especie de sello en el centro de su pecho. Tenía la forma de una calavera, con un fémur entrecruzado y una fórmula de tres puntos. Alrededor de su cuello, con un cordón lo suficientemente largo como para llegar hasta los linderos de aquella marca, una cadena que concluía en un pedazo de hueso. Durante su combate con Ikari, recordó que le vio a ella un artefacto bastante similar.

—¿Sabes lo que es esto? —preguntó, sin especificar a qué se refería. Podía ser al sello, al collar, o no.
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