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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Al principio, nadie le abrió. Y así fue durante al menos un minuto, en el que Riko llegó a pensar que realmente no había nadie en casa. Pero justo cuando pensaba darse la vuelta, la puerta se abrió lentamente.

Del interior de la cabaña emergió una anciana que fácilmente rondaba los ochenta. Encorvada, frágil, con la piel arrugada. El cabello blanco por las canas y el rostro afligido. Vestía una bata blanca de dormir, acompañada de una larga y pesada bufanda color magenta. También tenía unos lentes culo de botella engrandeciéndole los ojos y con su mano derecha sostenía un libro, que leía presumiblemente cada noche antes de ir a dormir.

—¿Uhmmm? ¿Síiii?
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Riko aguantó estoicamente en la puerta durante un rato, aunque se empezó a poner algo nervioso y empezó a caminar buscando una ventana por la que asomarse para ver si había alguien en el interior de la cabaña, pero justo cuando iba a empezar a caminar, la puerta se abrió dejándole ver a una señora de avanzada edad.

—¿Uhmmm? ¿Síiii?


Riko se fijó en que probablemente la había hecho levantarse de la cama y que quizás aquel fuera el motivo por el que había tardado tanto en abrir.

¿Señora Yuni? — Preguntaría. —¿Puedo hablar con usted un momento?
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Yuni le miró introspectivamente. Extrañada. ¿Cuánto había pasado, de que alguien tocase a su puerta? ¡ni siquiera en halloween se atrevían a pedir dulces! seguro por lo poco amigable que solía ser incluso con los miembros de Tanemura.

Aunque ahí estaba, un crío. Pidiéndole hablar con ella. ¿De qué, para qué? no le había visto en la vida, evidentemente no era oriundo. Y además, tenía una bandana ninja y eso lo hacía más confuso todavía.

—Que sea rápido. Esta novela no se acabará de leer sola.
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—Que sea rápido. Esta novela no se acabará de leer sola.

Riko asintió, tratando de resumir todo lo que tenía que preguntarle en apenas unas pocas palabras que consiguieran captar su atención, por lo que las escogió lo mejor que pudo.

¿Ha conocido usted alguna vez a alguien con el pelo de tono magenta, como su bufanda, con unos círculos de tinta roja dibujados... — Diría señalando nuevamente la zona en la que se suponía que los tenía Jinmaro. —... y un lunar en la parte izquierda del rostro?

Si era la madre del hombre, aquella descripción tenía que sonarle, a no ser que el hombre hubiera cambiado de aspecto durante el tiempo en el que se le había creído muerto.
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Puede que Kaguya Riko pensara que una pregunta era una pregunta, independientemente de cómo la formulases. En aquella ocasión, sin embargo, no era del todo cierto. Porque para preguntar acerca de algo tan personal como aquello y con el inciso de que venía de un completo desconocido había que tener tacto. Él desde luego que no lo había tenido.

Con lo difícil que podía ser notar un ceño fruncido en un rostro tan arrugado como aquel, pero lo vio. Vio como una mezcla de disconformidad e intriga se apoderaba del semblante de la señora.

—¿Qué clase de broma es esta, ah? ¿quién eres y por qué vienes a mi casa a perturbar la memoria de mi muchacho?
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—¿Qué clase de broma es esta, ah? ¿quién eres y por qué vienes a mi casa a perturbar la memoria de mi muchacho?

El chico vio la disconformidad en la cara de la mujer, sin lugar a dudas que Riko hubiera sacado el tema tan directamente no la había sentado demasiado bien, pero aún así, el genin no pensaba dejar de ser tan directo, al menos, no de momento, porque quería averiguar más cosas acerca de él.

Mi nombre es Kaguya Riko. — Se presentó, haciendo especial énfasis en el apellido, esperando que aquello jugara en su favor. —Venía a hablar de su hijo, precisamente. Sé que no va a ser fácil, pero me gustaría saber más sobre él, si tenía algún lugar al que solía ir, ese tipo de cosas. — Preguntóo sin más miramientos.

Simplemente esperaba que aquello le ayudara a encontrar un posible escondite del hombre donde pudieran buscar.
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A veces, ser tan directo no era la mejor opción. En algunas ocasiones, sí.

En aquella, pues...

—V...ete. ¡Lárgate! no perturbes la memoria Jinmaro.

Y es que, ¿qué querría un chico que tenía la edad de Jinmaro cuando éste murió, hará casi medio siglo atrás? ¿Por qué tras tantos años iba a venir nadie a preguntar por él?
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—V...ete. ¡Lárgate! no perturbes la memoria Jinmaro.

Sin lugar a dudas no había afrontado aquella situación de la mejor manera, pero ya era tarde de volver atrás, el daño ya estaba hecho y ya iba a ser muy difícil hablar con la mujer como si tal cosa, por lo que entonces Riko, rápidamente, volvió a hablar.

No está muerto. — Lo dijo seco y directo. —Señora Yuni, su hijo sigue vivo, simplemente quiero encontrarlo.

Esperaba que después de aquella revelación, la mujer ganara interés en lo que Riko tenía que decir y que le contara lo que quería saber, para así poder dar con él y zanjar todo ese asunto de una vez por todas.
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—Maldito crío... —dijo, mientras el libro caía de sus manos. Sentía que la fuerza se le escapaba del cuerpo, al igual que un par de lágrimas le recorrían las mejillas—. yo lo enterré. Lo velé. ¿y quieres venir a contarme que mi hijo está vivo?

»Jinmaro murió hace sesenta años de una enfermedad degenerativa y terminal. Ahora vete, o llamaré a las autoridades locales. ¡Largo!
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—Maldito crío.... yo lo enterré. Lo velé. ¿y quieres venir a contarme que mi hijo está vivo?

»Jinmaro murió hace sesenta años de una enfermedad degenerativa y terminal. Ahora vete, o llamaré a las autoridades locales. ¡Largo!


Sin duda la cosa se estaba poniendo peliaguda, pero no podía irse in más, no a esas alturas, tenía que seguir intentándolo, y aquello le iba a costar mucho, sin duda, pero tenía que conseguir que la mujer hablara con él.

¿Cómo es posible entonces que tenga una descripción tan detallada? Piense lo que quiera, pero no he venido hasta aquí para gastarle una broma de mal gusto, he venido porque me han pedido que encuentre a un hombre al que se ha visto hace no mucho con las características que le he descrito.

Sabía que aquel iba a ser su último cartucho, y que si no funcionaba tendría que marcharse y hablar con Ikari sobre como proceder, pero esperaba que no fuera necesario.
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—¿Y qué? ¿Nadie más en esta vida puede tener ese color de cabello y un lunar como el de mi muchacho? ¿o es que no hay más Kaguya en Oonindo que vistan orgullosos el símbolo de su clan? ¡Pero qué me estás cont... contan...

Yuni pareció palidecer un poco. Se tambaleó, ahí en la puerta, sosteniéndose la cabeza con dolor. Era un mareo. Una migraña. O las dos.

Y por poco pierde el equilibrio.
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—¿Y qué? ¿Nadie más en esta vida puede tener ese color de cabello y un lunar como el de mi muchacho? ¿o es que no hay más Kaguya en Oonindo que vistan orgullosos el símbolo de su clan? ¡Pero qué me estás cont... contan...

Riko se quedó pillado un momento.

«¿Sím... Símbolo de su clan?»

No sabía que los Kaguya tenían un símbolo propio, y menos que eran los dos círculos de tinta roja que decían que Jinmaro llevaba, y aquello le dio una pequeña punzada.

Pero rápidamente se le tuvieron que quitar aquellos pensamientos de la cabeza, pues la mujer palideció y pareció a punto de caerse al suelo, mareada, a lo que el joven trató de ayudar sujetándola para que no cayera al suelo.

¿Es-Está bien, señora Yuni?
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Yuni no pudo ni contestar. No le salían palabras, sino balbuceos ininteligibles. Ella se apoyó en el agarre de Riko y entre mareos, le señaló el asiento más cercano dentro de su cabaña.

El interior era cuanto menos curioso. Bastante humilde. Apenas un par de sillones antiguos con cojines, una mesa barata como comedor, y un pequeño espacio a la derecha que hacía la de cocina con un fogón manual. Al final del pasillo un par de habitaciones que suponían ser el cuarto y el baño.

Lo bastante curioso es que todo lucía muy ordenado y pulcro. También ávidamente decorado por fotos familiares que delataban los recuerdos juveniles de Yuna y su familia.

Ella logró sentarse en su asiento y empezó a frotarse la cabeza.

—Las pastillas. En la repisa del cuarto. Por favor.
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La mujer se apoyó en él, casi obligada ya que era bastante complicado que llegara a manterse en pie por sí misma, por lo que Riko se limitó a ayudarla y la guió hasta el asiento más cercano de su casa, para que pudiera descansar, era lo mínimo que podía hacer.

El interior dejaba ver un decorado austero, sin ningún tipo de lujo, aunque todo estaba muy ordenado y limpio.

—Las pastillas. En la repisa del cuarto. Por favor.

El Kaguya asintió, y se dirigió rápidamente hacia el final del pasillo, donde había dos habitaciones, y entró en el cuarto, para buscar las pastillas de la mujer, que según le había dicho, estaban en la repisa, por lo que se dirigió directamente hacia ella para tardar lo menos posible.
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Riko logró encontrar las pastillas en la repisa sin ningún inconveniente. Tampoco es que hubieran demasiadas cosas sobre ella, salvo un par de joyas, peines y un espejo. Además de un par de porta retratos con fotos.

Lo que más le llamó la atención fue una foto en particular. En ella se vislumbraba una Yuni indudablemente más joven, con un joven que podía tener su misma edad. Cabellos color magenta, lunar en el lado izquierdo del rostro. Dos puntos rojos en la frente.
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