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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Las pastillas fueron fáciles de encontrar, ya que ni si quiera tuvo que rebuscar en los cajones para encontrarlas, pero, a su vez, se fijó en una de las varias fotos que se encontraban en el mismo lugar, una en la que la señora Yuni lucía mucho más joven y donde la acompañaba un muchacho, uno que tendría aproximadamente la edad de Riko en ese momento.

«Míralo, parecía tan inocente y ahora...»

Sin duda en aquel momento el Kaguya no pensaba más allá de capturar a Jinmaro y deshacer la maldición de los Inuzuka, pero tampoco quería que eso le cegara, quería pensar en más posibilidades pero... ¿cuáles? ¿Una persona que hubiera tomado la personalidad de Jinmaro cuando éste murió?

El joven negó con la cabeza.

Se dio la vuelta e inició el camino de vuelta hacia el salón, para darle las pastillas a la señora.

¡Aquí tiene sus pastillas!
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Cuando volvió, la anciana yacía débilmente recostada en su sillón. Se sostenía la cabeza, como si un gran dolor le acaeciera, y sólo se dignó a abrir los ojos cuando el causante de su decaída le trajo finalmente las pastillas para esa tensión suya que se le subía con bastante facilidad a causa de la edad. Cogió el frasco, extrajo una píldora y se la tragó entre sollozos suspiros.

—¿Q-qué quieres de mí, muchacho? —preguntó, porque realmente no entendía aquella cruzada a la que le estaba sometiendo por tan sólo "haber visto a un hombre con descripciones similares a la de su muchacho. Su muchacho, que en paz descansaba desde hacía mucho tiempo.
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—¿Q-qué quieres de mí, muchacho?

Toda aquella escena, sin lugar a dudas era culpa del propio Riko, que había ido a aquella casa y había puesto de los nervios a la mujer, pero era para algo importante, un niño que se creía muerto, se había convertido en un hombre que tenía completamente subyugados a una tribu entera por pura avaricia.

La cuestión estaba en cómo contarle todo aquello a la señora, que si ya no creía a Riko cuando le había sugerid que su difunto hijo podría estar vivo, como para que le creyera si le decía que encima era un cabronazo.

Simplemente quiero algo de información. — Empezó el joven con voz calmada. —Estoy igual de sorprendido que usted, estoy buscando a un hombre que casualmente corresponde en definición a como era su hijo, lo único que le pido es que me diga algo de donde yo pueda tirar, un lugar en el que buscar, un amigo de la infancia, algo.

Sí, era algo raro de pedir, pero la baza más fiable era esa, que Jinmaro no hubiera muerto y que fuera el hombre que el Kaguya estaba buscando, y por lo pronto la única fuente de información que tenía era ella, la señora Yuni.
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—No lo sé, no lo sé. Murió muy joven, y tenía pocos amigos. Solo un par de ellos continúan volviendo a este pueblo a presentar sus respetos a su tumba, y a ver cómo estoy. Así lo han hecho desde que mi muchacho abandonó este mundo.

Suspiró profundamente, y una lágrima calada comenzó a rodarle por el rostro viejo y maltrecho.
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—No lo sé, no lo sé. Murió muy joven, y tenía pocos amigos. Solo un par de ellos continúan volviendo a este pueblo a presentar sus respetos a su tumba, y a ver cómo estoy. Así lo han hecho desde que mi muchacho abandonó este mundo.

Y en ese preciso instante Riko se resignó, aceptó que no iba a sacar nada en claro de aquella reunión con la madre de un muerto, o que al menos lo estaba para ella, por lo que se rascó la cabeza lleno de dudas, sin saber si había dejado algo sin remover, sin saber muy bien que hacer en ese momento.

E-Está bien, lo siento señora Yuni. Siento haberla molestado. — Empezó el joven. —¿Podría decirme dónde está enterrado? Creo que también le debo una disculpa a él.

Esto último era cierto solo en parte, quería investigar el lugar para ver si allí podía encontrar algo más de lo que tirar, algo de donde sacar una idea para seguir con aquella búsqueda y, si ya de paso daba con Ikari, mejor.
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—El cementerio está a las afueras de Tanemura, hacia el sur. No te atrevas a perturbar su memoria, te lo ruego. Él está descansando en paz.

Finalmente, se recostó sobre su sillón a esperar que la tensión le bajara con el medicamento. Para la suerte de Riko, la señora Yuni tenía toda la pinta de que iba a sobrevivir una noche más, y no iba a cargar con el peso de su muerte en la espalda. Mucha suerte tuvo, claro, porque después de un disgusto así, cualquier anciano es susceptible a fallecer.
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—El cementerio está a las afueras de Tanemura, hacia el sur. No te atrevas a perturbar su memoria, te lo ruego. Él está descansando en paz.

Riko asintió, tratando de convencer a la mujer de que no iba a perturbar la memoria de su hijo supuestamente fallecido, aunque desde luego que no tenía la menor intención de hacerlo, pero entendía las dudas de la señora Yuni.

No se preocupe, lamento las molestias.

Y tras una pronunciada reverencia el genin se dispuso a salir de la casa, viendo como la mujer se recostaba en el sillón y trataba de relajarse, calmando a su vez a Riko, que no tendría que cargar con el disgusto de haberle causado un problema de salud a la mujer.

«Bien, pues vamos para el cementerio.»

El joven emprendió su camino hacia el sur, rumbo a la tumba de Jinmaro esperando encontrar allí alguna pista que le ayudase a dar con su paradero si realmente era él a quien estaba buscando.
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Cuando salió del hogar de la anciana, Riko se encontró a Ikari. Estaba muy cerca de la entrada, de hecho, probablemente aguardando por él tal y como habían quedado antes de separarse. Su pie tiritaba sobre la tierra, mostrándose ansioso.

—¿En dónde estabas metido, mocoso? ¡tengo rato buscándote! —soltó un respingo por la nariz y aseveró el gesto—. no pude averiguar nada útil. ¿Tú?
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Para su sorpresa, casi al momento de salir de la casa de la señora Yuni, se encontró con Ikari, que le esperaba con aspecto ansioso y algo nervioso, lo cual no terminó de tranquilizar del todo a Riko, pero se acercó a ella, esperando recibir buenas noticias sobre su búsqueda.

—¿En dónde estabas metido, mocoso? ¡tengo rato buscándote! no pude averiguar nada útil. ¿Tú?

Riko soltó un potente suspiro.

Yo también te he buscado un buen rato, has tardado mucho. — Respondió de primeras. —Acabo de hablar con la madre de Jinmaro, y al parecer murió cuando tenía quince años, como comprenderás, no le ha sentado muy bien que fuera preguntando por su hijo muerto... — Explicó sin mucho ánimo rascándose el mentón. —Me dirigía al cementerio a ver si encontraba algo en la tumba de Jinmaro, ¿tienes alguna idea mejor?

Estaba abierto a sugerencias, sin duda tenían que resolver aquello y a Riko no se le ocurrían demasiadas cosas de las que tirar para averiguar algo más.
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¡Pst!, ¿que si tengo una idea mejor? —cualquiera pensaría que la iba a tener. Pero no, no tenía nada que pudiese superar el rastro que ahora pesaba en seguir el Kaguya, que hasta ahora hacía un mejor trabajo como sabueso que una jodida Inuzuka, y eso le jodía bastante. Mucho, a decir verdad—. ¿qué coño miras? te sigo.

Así pues, si el genin se disponía a a seguir el rumbo indicado por Yuni, tendría que abandonar Tanemura por donde bien había ingresado. Los locales le vieron partir, sin demasiado revuelo, así que no temieron en que quisieran regresar. Cuando el cartel que indicaba la entrada al pueblo parecía bastante lejano, siempre transitando hacia lo que suponía ser el sur, Riko pudo ver una pequeña encrucijada que de tierra que acababa en un pequeño campo arado, con unas doce lápidas esparcidas a lo largo del terreno.
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¡Pst!, ¿que si tengo una idea mejor? — Riko abrió los ojos, dando por hecho que aquella respuesta tan airada solo podía significar que sí, que tenía una pista mejor que seguir, por lo que ahora tenían dos posibles caminos que seguir... —. ¿qué coño miras? te sigo.

Ikari pudo notar la decepción en su cara, sin duda alguna esperaba que todo el tiempo que él se había tomado por encontrar alguna pista, encontrando al final el rastro del cementerio, ella hubiera hecho lo mismo y tuviera alguna idea nueva.

Bueno vale, sígueme entonces.

Siguió el camino que ya había recorrido, saliendo del pueblo y dirigiéndose al sur y tras un rato caminando, dio con lo que parecía ser el cementerio, con doce lápidas esparcidas por el suelo, como si hubieran surgido allí como si fueran parte de la vegetación.

Riko se acercó y empezó a buscar la que tocaba, la de Jinmaro, esperando que hubiera algo que les pudiera servir.
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Riko logró conseguir la tumba indicada tras un par de intentos. Como todas las lápidas tradicionales, en la piedra curva yacía tallado su nombre, la fecha de nacimiento y un mensaje de sus seres más queridos.

Kaguya Jinmaro

02 de ceniza de 150

Siempre recordado por aquellos que sí te supieron valorar. Con amor, tu eterna madre.

—¿Ahora lo entiendes, no?
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No tardó demasiado en dar con la tumba que correspondía, aquella cuya inscripción rezaba el nombre de Kaguya Jinmaro y en la que podía leerse la fecha de nacimiento del muchacho y una frase que, en principio había escrito su madre, la señora Yuni.

—¿Ahora lo entiendes, no?

Riko espero unos instantes, tratando de hacer que las ideas surcaran su mente, un aluvión de posibilidades y ninguna de ellas tenían el más mínimo sentido para él, no conseguía crear ninguna teoría que le explicara todo aquello, que le dijera por dónde tenía que tirar, qué tenía que hacer en ese momento.

Finalmente se rindió, con un leve suspiro y alzó la mirada, hacia Ikari.

Pues... No, lo cierto es que no entiendo nada... ¿Por qué no me lo explicas?
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—Si realmente murió en el año ciento cincuenta, ahora mismo tendrá unos ochenta y tres. Pero eso no tiene ningún sentido. Yo le he visto. He estado a un metro frente a él. A lo mucho aparenta unos sesenta, y creo que estoy siendo demasiado generosa. No, es imposible.
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—Si realmente murió en el año ciento cincuenta, ahora mismo tendrá unos ochenta y tres. Pero eso no tiene ningún sentido. Yo le he visto. He estado a un metro frente a él. A lo mucho aparenta unos sesenta, y creo que estoy siendo demasiado generosa. No, es imposible.

Riko asintió lentamente, no podía ser, desde luego si ella aseguraba que no era tan mayor, quedaban muy pocas posibilidades, y dos de ellas aparecieron rápidamente en su cabeza.

Entonces... solo hay dos posibilidades... La primera es que el Jinmaro que tú conoces no sea éste — Dijo señalando la tumba. —, si no un familiar muy cercano, tanto como para ser tan parecidos, como un hermano pequeño o incluso un hijo... O que se trate de alguien que haya adoptado la identidad de este hombre, usando un Henge quizá.

Aquello era lo único que se le podía ocurrir, pero lo del hermano o hijo era algo muy rebuscado, todo aquello no hacía más que liarle aún más.
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