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Umikiba Kaido · 31/12/2018, 02:18

Fue un proceso interesante, eso de ver el compromiso que asumía Datsue al retirar cada una de sus prendas que desteñían cierta posición social para adoptar su nuevo papel.

—Si pudieras, tendrías que dejar esos ojos tuyos, también. El Sharingan, cuidado con eso. Tākoizu Nahana lo conoce. Bastante bien —y aquella revelación contuvo, también, el nombre de su maestra—. también tiene dos hijas, y es viuda. Viven con ella en el Templo. Su maestresala responde al nombre de Furune, un cincuentón que la acompaña desde hace décadas. Él organiza los bajos menesteres, a los domésticos y al cuidado del templo en general.

**Uchiha Datsue** · 31/12/2018, 19:03

El Uchiha enarcó una ceja, curioso, cuando Soroku aseguró que su maestra conocía bastante bien el Sharingan. «Dos hijas… Un maestresala…» La pregunta era inevitable.

—¿Dos hijas? ¿Y están…? Quiero decir —«¡A ver, mamón, a ver! ¿¡Cómo le vas a preguntar si están buenas!? Seriedad, cojones»—. No se ofenda, por favor, con la pregunta, pero… En muchas de mis misiones, los traidores acostumbran a ser los más allegados. Esa hija que está harta de seguir los dictados de su madre, y que quiere heredar su fortuna… Ese maestresala que está hasta las narices de no recibir el respeto y aprecio que cree merecer... Lo que quiero decir es, ¿ganarían algo las hijas o el maestresala con el ataque a su templo y la muerte de Lady Tākoizu? ¿Cuál hija heredaría la fortuna y posición de su maestra? —¿Iba por edad la cosa? ¿O tenían otro método?

Umikiba Kaido · 2/01/2019, 00:35

Soroku cerró los ojos y quiso —aunque no lo llegó a hacer—. frotarse el entrecejo con ensañamiento. Pero temía que las dubitativas de Datsue, a cada cual, más comprometedoras una de la otra; acabaran con él peinándose tanto la única fuente de pelo que tenía en el rostro que al final iba también a quedarse sin cejas.

Soltó un respingo y obvió, evidentemente, la primera insinuación. Ya sobre lo otro tenía qué decir.

—La posición la heredará la única que parece estar interesada en ello. Kitana ama el oficio tanto como su madre y se está preparando para tomar las responsabilidades algún día. Urami, en cambio, parece no haber nacido con ese eslabón genético particular para la Herrería. Respecto a la fortuna, ambas tienen su cuota parte asegurada. No es mucho, pero lo suficiente. Las familias de los antiguos Señores de Hierro no eran gente acaudalada, Datsue. Nunca lo fueron. Respecto a Furune, es un tipo que tiene todos los privilegios ya merecidamente ganados. Nahana confía en él plenamente para todo. ¿Arriesgaría eso? ¿y porqué, exactamente? ¿Acaso de alguno de esos tres lo haría?

»No lo sé, Datsue, no lo sé. Por eso esta misión es primordial. Porque ahí, en el tablero de juego, las únicas tres fichas con acceso al Templo no tienen ninguna razón de peso como para querer ver muerta a su madre. Pero cada cabeza es un mundo, ¿cierto? tan sólo hay que explorarlos.

**Uchiha Datsue** · 4/01/2019, 01:43

Datsue se mordió el labio inferior, pensativo. Poco a poco, Soroku ponía nombre y rostro a las fichas del tablero a las que se iba a enfrentar. Ninguna pista u indicio todavía que apuntase hacia el traidor, pero al menos ya no estaba tan perdido como al principio.

—Antes dijo que Nahana ya conoce el Sharingan —recordó—. ¿Acaso tuvo algún enfrentamiento con un Uchiha? —Relevante para su misión o no, era un dato que bien merecía la pena conocer.

Umikiba Kaido · 5/01/2019, 01:07

Un deje de sonrisa se propició en el rostro del Herrero. Nostálgico, como si aquella historia hubiera estado enterrada en su memoria durante demasiado tiempo.

—Algo así. Una historia de amor y odio que, hazme un favor; no se te ocurra sacar a flote. Por tu bien. Y por el mío.

**Uchiha Datsue** · 5/01/2019, 02:22

¿Una historia de amor-odio? Oh, ¡pero si esas eran las mejores!

—Me contendré —prometió. A él y a sí mismo—. Bueno, pues creo que por el momento eso es todo. Si se me ocurre algo más ya te preguntaré de camino allá —decidió. Por el momento, mejor masticar la jugosa información que ya disponía.

De hecho, ¿por qué no finiquitar ya mismo un cabo suelto? Había preguntado a Soroku por un medio de comunicación, pero dudaba que diese con uno tan rápido como el que él disponía.

—Se me ocurre una forma por la que podamos hablar. Bueno, por la que yo pueda hablarte a ti. Pero para ello, tendría que dejarte una marca. Mi propia marca del hierro, por así decirlo. Yo la llamo la Hermandad Intrépida. Aunque por desgracia, al contrario que la tuya —dijo, algo desanimado, desviando la mirada hacia la marca de su hombro—, la mía se va con el tiempo.

Umikiba Kaido · 5/01/2019, 16:08

Cuando el Uchiha admitió que por ahora, la información era suficiente; Soroku hizo un ademán de levantarse de su asiento. Apoyó la mano turbia en el espaldar y renqueó tras un leve dolor en la espinilla.

—Déjame adivinar. ¿Un jutsu? —se atrevió a decir—. lo que sea que funcione para que puedas avisarnos en caso de que algo importante suceda, bienvenido sea.

**Uchiha Datsue** · 5/01/2019, 18:45

Datsue asintió Un jutsu, sí. Y uno de los suyos.

—Muy bien. Pues, como en su día, yo también te dejo elegir donde ponértelo. Ten en cuenta que parecerá un tatuaje, con el kanji de la Hermandad y un número pequeño a su lado. El cinco —especificó. ¿No eran cinco los Señores del Hierro? Le parecía el más apropiado.

Umikiba Kaido · 5/01/2019, 19:01

Soroku pareció meditarlo durante un rato. No es como si tuviera pocas opciones —la única marca visible era aquella inmensa quemadura en su rostro—. pero le pareció sensato elegir bien. Se acercó a Datsue y extendió su brazo, girándolo y postrando frente al uzujin la muñeca izquierda.

Ahí. Ahí quería la marca.

**Uchiha Datsue**

Dicho y hecho. Datsue ejecutó una larga secuencia de sellos, terminando por impactar la palma de la mano en la muñeca del herrero. Una especie de tinta negra se dibujó en su piel, con el kanji 糸 y el número cinco a su derecha, a modo de subíndice.

—Listo —dijo, dando un largo suspiro. Aquella técnica consumía muchas de sus energías. Era necesario hacerlo así, o el sello no duraría ni tres días. En cuanto colocase el fuuinjutsu en sí mismo, tendrían contacto directo. Al menos de manera unilateral.

»Oye, ¿qué te parece si me das unas clases relámpago hasta que tu hombre regrese de solicitar la misión? Para causarle mejor impresión a tu maestra cuando me vea en acción.

Umikiba Kaido · 5/01/2019, 21:21

Los ojos del Herrero permanecieron fijos en su nuevo tatuaje. Como si estuviera analizando los entresijos de aquel arte tan precaria, y a su vez, tan útil.

—Bien. Acompáñame a la fragua.

El Herrero y su pupilo avanzaron entonces hasta el exterior de la sala. Avanzaron por el mismo pasillo, y dieron vuelta en el acceso que daba hasta la caldera de Herrería en la que Soroku daba vida a todas y cada una de sus creaciones. No había rastro de Shinjaka, esa vez.

—¿Alguna noción básica del oficio? ¿qué sabes?

**Uchiha Datsue** · 5/01/2019, 21:43

Datsue se levantó y acompañó a Soroku, dejando sobre la mesa sus pertenencias personales. ¿Qué sabía sobre el oficio? Un poco de la teoría, suponía. Y lo que se contaba en las pelis.

—Bueno, pues… —carraspeó—. Se necesita una forja, un yunque y un martillo. Y acero, claro. Al acero hay que calentarlo, y luego se trabaja sobre él, doblándolo sobre sí mismo y repitiendo el proceso varias veces. Cuántas más mejor. Para quitarle impurezas y esas cosas. —Sí, y esas cosas—. Esto le da elasticidad y resistencia. Ah, pero no con el filo. Con el filo usamos un segundo acero, con menos plegaduras, lo que le da más dureza. Y unimos ambos aceros. Luego, enfriamos el acero con una técnica especial de la casa —Ups, con la costumbre estaba hablándole como si Soroku fuese un cliente al que quisiese venderle algo y no el jodido experto en katanas—, y entre cosa y cosa pues… Nace la katana.

No fue hasta que terminó de hablar que se dio cuenta de lo jodidamente perdido que estaba.

Umikiba Kaido · 5/01/2019, 22:29

Mientras oía el relato bursátil al que le estaba sometiendo Datsue, Soroku se paseó por la habitación. Era un cuarto con una vívida salida al exterior, para tener así una mejor iluminación y mejores corrientes de aire para que el fuelle tuviera mayor incidencia a la hora de avivar el fuego. La chimenea y su matriz era amplia, de al menos metro por medio y su interior yacía vivo y caliente como el mismísimo sol.

El Herrero postró su mano en un gran yunque de acero macizo con la forma de un ancla, oscuro, quemado y desgastado por el imperioso paso del tiempo. A su alrededor, al menos unos cuatro pilones de martillo, limas mediacañas y otros artilugios que colgaban en los ganchos oxidados clavados a la pared de ladrillo junto otro puñado de hierros en hilera, en su gran mayoría perfiles de medio metro; que acababan convirtiéndose en distintas y numerosas armas. Inmediatamente a la derecha, había un sistema hidráulico que constaba de una enorme varilla transversal anclada a una piedra amoladora. Servía para afilar, comer y lijar el acero según el pedrusco que se utilizara para la labor. También un amplio pozo con agua cálida para moldear en frío.

El suelo estaba cubierto de biruta de hierro. Y se aspiraba un aroma a caucho quemado.

—Conoces la teoría, con eso bastará. No debes preocuparte por cuán convincente sonarás al hablar del oficio al que quieres dedicarte, sino de tu desempeño una vez que debas mostrar tus capacidades cuando ella decida probarte. Si lo haces demasiado mal, el velo de tu subterfugio caerá ipso facto. Si lo haces muy bien, pensará que le estás tomando el pelo. Está bien que cometas errores en el proceso, y es que, lo harás —Soroku le dio entonces vida a la fragua con un par de ráfagas de aire y el fuego se extendió, potente. Al ras de la piedra había un par de metales ya cogiendo calor, así que los cogió con las manos, debidamente cubiertas ahora con guantes térmicos, y las llevó, al rojo vivo, hasta el yunque—. piensa que dar forma a un arma es similar al proceso que usáis los ninja para dar forma al chakra. Visualiza, apunta y ejecuta —¡Clank, clank, clank!—. escucha al acero. Si golpeas en un punto crítico, chillará. Eso significa que el hierro puede quebrarse a cierta temperatura —¡Clank, clank, clank!—. tampoco se trata de azotar el arma desalmadamente. Estas dándole vida, comprende lo que ello implica. Hay que otorgarle forma y sustancia, no quitársela —¡Clank, clank ... suficiente—. lo conseguiste, pero el metal está adolorido y exhausto. Muchos herreros piensan que deben enfriarlo inmediatamente. Error. Es como nuestro cuerpo, cuando te encuentras en tu límite, una bajada de temperatura abrupta puede dejar secuelas. Aquí pasa lo mismo.

Suspiró y dejó que pasara al menos medio minuto, antes de sumergir el metal en el pozo.

**Uchiha Datsue** · 6/01/2019, 03:17

Datsue se cruzó de brazos mientras se fijaba y asentía ante cualquier observación que le hacía Soroku. Golpear, golpear, golpear. Simplificándolo mucho, era eso. Pero había que saber cuándo, y dónde. Así como el experto en taijutsu iba a los puntos críticos, un buen herrero escuchaba al acero para darle donde más lo necesitaba.

—Vale, vale. ¡Creo que lo tengo, Soroku! ¡Creo que lo tengo! —exclamaba emocionado—. ¿Debería darle un intento? —preguntó, con visible ilusión—. Sabes, un día leí en una novela en la que el héroe tenía que forjarse su propia espada para derrocar a los villanos. Porque se convertía en una extensión de sí mismo, ¿sabes? —¿Cómo se llamaba? ¿Erakun? ¿Ragon? No… pero algo del estilo. A decir verdad no era demasiado buena. El chico se pasaba el día con una dragona y siendo el puto amo del universo. Pero recordaba aquel fragmento como algo épico.

Umikiba Kaido · 6/01/2019, 03:37

Soroku le entregó los guantes, literal y metafóricamente hablando; a Datsue. A su pupilo. Al ninja digno a recibir su Marca.

—Es tuya —dijo, apartándose un par de pasos—. trátela bien.