Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
— Espera, espera. Tengo una técnica de camuflaje que nos vendrá genial ahí dentro. Escúchame, cuando abra el boquete, corre dentro y pégate a una pared. Stuffy, tú quédate por aquí fuera escondido, solo puedo esconder a dos personas y tú ya ocupas como tres.
Eri asintió, fiándose de Nabi aunque no muy convencida de lo que quería hacer, pero era más que nada. Le lanzó una mirada a Stuffy, como queriendo disculparse con él y luego se preparó de nuevo.
— ¿Preparada?
—Sí.
El chico se encargó de destrozar la pared con su mano recubierta en rocas. Ella aprovecharía la confusión y se colaría entre el humo formado por el golpe para pegarse contra la pared más cercana, justo como había pedido Nabi.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Golpeé la pared con mucha fuerza, mucha, mucha, mucha fuerza, tal vez demasiada. Tal vez podría haber usado algo menos destructivo para que, aunque la entrada fuese sonora y vistosa igual, no tanto. Pero eso no era mi estilo, mi estilo era usar un pedazo de brazo de pura roca poderosa para reventar la pared y lo que no era la pared.
La grieta se extendió por todo el tejado, que amenazaba con caerse si se ejercía un poco más de presión mientras la pared entera se había venido abajo. La cueva en sí estaba unos dos metros más baja que donde estábamos Eri y yo.
Por desgracia, no veríamos mucho de la sala en la que entrabamos porque el golpe no solo tiró abajo la pared si no que además apagó la fuente de luz que había. Eri me hizo caso y la vi saltar y pegarse a la pared. Fui tras ella al instante y la pegué a la pared con mi cuerpo tras hacer un sello. Rápidamente nos cubrió una capa de tierra solida que nos escondía del exterior.
No veíamos nada, pero no tardaron en escucharse voces.
— ¿¡Qué coño acaba de pasar!? — preguntó una voz lejana, como si se acabase de encontrar con la escena.
— No, no lo sé, estábamos jugando a las cartas y, de repente, se ha venido el techo abajo.
— ¡Idiota! Eso no se ha venido abajo solo, alguien nos ha atacado. ¡Coge a los que estén vivos todavía y salid a buscar al responsable! Y más te vale que lo encontréis antes de que se entere el jefe.
— S-sí, señor.
Pasaron unos segundos en silencio hasta que se empezaron a escuchar movimientos de piedras.
— ¿Hay alguien vivo?
La única respuesta que obtuvo fueron algunos gruñidos y voces doloridas.
Eri estaba de pie de cara a mi, con la pared de verdad a la espalda y yo estaba de cara a ella con la capa artificial a mi espalda. Acerqué mi boca a su oído para susurrarle algo.
28/01/2019, 19:42 (Última modificación: 28/01/2019, 19:42 por Uzumaki Eri.)
Nabi saltó justo en frente de ella y tapó sus cuerpos con una capa de piedra, y ella contuvo el aliento, por el nerviosismo que hacía quedarse allí parada a muy pocos centímetros de Nabi, por la situación, por la misión. Quiso pegarse una bofetada por dejar a sus hormonas fantasear por unos segundos, pero logró detener su rumbo al escuchar como un par de voces discutían fuera de allí.
Tras unos segundos de puro silencio tras esa discusión, volvieron a hablar:
— ¿Hay alguien vivo?
Miró a Nabi, que se acercaba a ella, y volvió a pensar en cosas que no debía pensar. «Eri, por dios, céntrate...»
— Cuando quieras salir dimelo y quito la capa.
—Ya.
Necesitaba salir de allí, ya.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Dejé de mantener la capa al mismo tiempo que me impulsaba dando una patada a la pared justo al lado de Eri. En cuanto se cayó la capa pude ver que el hombre que buscaba entre los escombros era un hombre regordete con una antorcha en una mano y una alabarda en la otra, con la alabarda estaba removiendo las piedras.
Fui hacia él a toda velocidad, concentrando el chakra en fortalecer mi cuerpo y en hacer crecer mis garras.
— Ene...
Intentó decir algo mientras levantaba la alabarda hacia mí, pero yo ya estaba saltando a por él y antes de que pudiese decir una palabra más le clavé todas las garras de la mano derecha en la garganta, habiéndosela en el acto e impidiendo que pidiese ayuda. Se tambaleó y soltó la antorcha y la alabarda para llevarse las manos al cuello, muriendo con un gemido ahogado.
Deshice la transformación tan rápido como la había hecho y me caí al suelo de culo tras comprobar que no había nadie más en pie. Había gastado mucho más chakra del que estaba acostumbrado. Hice un breve silbido que Stuffy reconoció al instante y asomó el pescuezo por el boquete que había en el techo, saltando poco después a la fiesta.
Estábamos en lo que tenía que ser la entrada a la mina, había raíles para las vagonetas pero la entrada, reconocible por las estructuras de madera que debían asegurarse de que se mantuviese en pie, estaba bloqueada por una enorme roca que tenía un montón de cuerdas atadas. Seguramente la arrastraban y la empujaban para abrir y cerrar.
El habitáculo era modesto pero amplio, ahora con un techo parcialmente abierto. Obviamente, los raíles seguían hacia las profundidades de la mina. Entre los escombros aún se veía algo de movimiento y se oían algunos quejidos, si Eri buscaba, seguro que encontraba algún superviviente.
Que Nabi intentase ordenarle algo le hubiera hecho reír en voz alta si no se hubiese encontrado en la situación en la que estaba, y es que tan cerca de ella le hubiera dicho que sí a todo solo por separarse de él. Así que, tras un asentimiento, vio como Nabi deshacía el muro y se lanzaba a por el hombre que iba con una antorcha y un arma a comprobar qué había ocurrido.
Eri corrió y buscó rápidamente con la mirada otro posible enemigo, aunque los que vio parecían estar medio sepultados por las rocas que habían caído. Un par intentaban salir de allí, pero Eri fue más rápida, colocándose encima de ellos y dejándolos fuera de combate en un rápido movimiento de kunai.
Se levantó y vio como Nabi silbaba a Stuffy, dándose cuenta de que estaban en la entrada que les había descrito Kajiya-san.
—Vamos —apremió—. No deben quedar muchos, estarán dentro con el arma.
Y corrió hacia el interior.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
28/01/2019, 20:36 (Última modificación: 28/01/2019, 20:37 por Inuzuka Nabi.)
—Vamos. No deben quedar muchos, estarán dentro con el arma.
Eri no pareció pensarselo dos veces y Stuffy aún menos, ambos echaron a correr por el pasillo que llevaba a las profundidades de la mina. Yo iba detrás suyo a una distancia que no era capaz de recortar porque los dos cabrones corrían como galgos. Tras unos segundos de carrera se cruzaron con un hombre que patrullaba con una antorcha en la mano.
— ¿Qué cojones? —
Masculló mientras se llevaba la mano a un arma envainada que no llegó a sacar. Stuffy se lanzó a morderle el brazo con el que intentaba sacar el arma y aprovechando la distracción de un perro gigantesco intentando arrancarle el brazo, Eri le rebanó el cuello. No se detuvieron por esa minucia, pero me dieron el tiempo suficiente para recortar las distancias.
Conforme bajábamos por el pasillo empezaron a escucharse risas y conversaciones a volúmenes más bien altos. Cuando alcanzamos el final del pasillo, ni se detuvieron, se metieron Stuffy y Eri de lleno en la sala que se abría ante ellos.
La sala era enorme, tanto, que para verla entera tendrían que pararse un segundo a fijarse bien. El techo subía varias decenas de metros y las paredes se alejaban las unas de las otras otros tantos. En el centro, o más o menos en la parte central, había una larga mesa de madera que crujía a más no poder y parecía estar a punto de romperse por tres sitios diferentes.
Toda la estancia estaba bien iluminada por diferentes fuegos que crepitaban con intensidad peligrosamente cerca de la mesa. Nada de eso interesaba a las docenas de hombres que se reunían en susodicha mesa, bebiendo, comiendo y jactándose, sobre todo jactándose.
— JAJAJAJA, bua, tengo unas ganas de cepillarme a las putas esas que raptamos ayer.
— ¿Qué pollas dices? Hoy me toca a mi, imbécil.
— A ti te tocan las hermanas rubias esas, capullo.
— A esas las matamos ayer cuando intentaban escapar, si es que no sé qué le pasa al jefe que siempre las deja escapar.
— ¿Es que quieres morir? Que te va a escuchar, desgraciado.
Esa fue la única conversación que llegó a nuestros oidos, de los dos que más cerca estaban a la puerta, y aun así, estarían a diez metros largos. Stuffy enseñó los dientes y gruñó al mismo tiempo que algunos de los bandidos empezaron a señalarnos y a murmurar entre ellos.
— Woof!
Fue un único ladrido, fuerte y grave. Resonó por toda la sala y volvió en forma de eco, haciendo el silencio. La mayoría de los presentes se giraron a su líder, que se encontraba al final de la mesa. Llevaba una armadura impoluta y pesada, apoyada contra su silla, que parecía más un trono de piedra que una silla, había un hacha gigantesca. Él no dijo nada, mirando hacia nosotros. Stuffy y yo miramos a Eri, a la espera.
Corriendo como lo hacían no dieron ni oportunidad a Nabi de alcanzarlos, no hasta que tuvieron que encargarse de uno de los ladrones que patrullaba gracias a la acción de Stuffy. No pararon ni a celebrar haberlo derrotado, así que continuaron, bajando por pasillos de roca hasta dar con risas y conversaciones que provenían del final del pasillo.
Ni Eri ni Stuffy pararon hasta que entraron en una enorme sala bien iluminada con una mesa de madera en el centro, con diversos hombres riendo, bebiendo y disfrutando de una charla que pronto llegaría a su fin sobre lo machos que eran por haber secuestrado mujeres y poder degustarlas en contra de su voluntad.
— A ti te tocan las hermanas rubias esas, capullo.
— A esas las matamos ayer cuando intentaban escapar, si es que no sé qué le pasa al jefe que siempre las deja escapar.
— ¿Es que quieres morir? Que te va a escuchar, desgraciado.
Stuffy ladró para hacerse notar, y pronto todas las mirada se posaron en ellos tres. El que parecía el jefe —el hombre que más imponía del lugar— no dijo nada, pero denotaba cierto poder sobre todo el lugar. Eri cerró los puños y se posicionó por delante de Nabi y Stuffy.
—Hemos venido a por el arma, devuélvanosla —dijo, con aparente calma, sin dejar de mirar a todos los que allí se encontraban, aunque por dentro sentía cierto temor por lo que podría ocurrir.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
De nuevo, silencio. Tras unos segundos en los que el líder dedicó una mirada a sus súbditos, sonrió. Y todos, al unísono empezaron a reírse. Algunos se cayeron del banco donde estaban aglutinados, otros daban golpes a la mesa, que crujía al borde de la muerte, y otros, los más cercanos al líder intentaban contenerse pero se les escapaban algunas carcajadas.
— Silencio. — pidió el jefe, levantándose, medía tranquilamente dos metros. — Chiquilla, ¿tú eres la kunoichi que ha entrado en la ciudad? ¿Tú eres todo lo que nos manda Uzushiogakure tras semanas haciendo lo que nos place? Tu bestia parece feroz, pero yo tengo cien hombres en estos túneles con varias decenas de rehenes. ¿Qué crees que conseguirás de nosotros apareciendo aquí y exigiendo lo que no es tuyo? Nada.
Se volvió a sentar, dando un largo trago de su copa.
— Ahora vete y dile a tu kage que has fallado o únete y sacia a mis hombres, lo que más te apetezca.
A continuación, los bandidos estallaron en vítores. Le gritaban cochinadas de todo tipo a la pelirroja al mismo tiempo que hacían gesto para que se acercase. Mantuve la calma, más que Stuffy que dio un paso adelante y volvió a ladrar, haciendo que los que estaban más cerca de nosotros se lo pensaran dos veces antes de abrir la boca. Estaba gruñendo, deseoso de entrar y destrozar.
Sin embargo, ambos esperábamos la orden de Eri-sama o que los destrozase a todos.
28/01/2019, 22:34 (Última modificación: 28/01/2019, 22:36 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
—Silencio —pidió el jefe, levantándose, medía tranquilamente dos metros—. Chiquilla, ¿tú eres la kunoichi que ha entrado en la ciudad? ¿Tú eres todo lo que nos manda Uzushiogakure tras semanas haciendo lo que nos place? Tu bestia parece feroz, pero yo tengo cien hombres en estos túneles con varias decenas de rehenes. ¿Qué crees que conseguirás de nosotros apareciendo aquí y exigiendo lo que no es tuyo? Nada.
Aguantó como todos los hombres allí presentes comenzaban a reírse ante las palabras antes mencionadas, y algo comenzó a hervir en su interior, sin embargo se contuvo en saltar y arrancarle la cabeza a aquel hombre. No le gustaba matar, no le había gustado para nada haberlo hecho con los anteriores, pero tampoco iba a permitir que aquellos hombres siguiesen haciendo lo que les placiera.
—Ahora vete y dile a tu kage que has fallado o únete y sacia a mis hombres, lo que más te apetezca.
—No.
Y Eri desapareció de su posición, volviendo a aparecer justo detrás del jefe de todos aquellos bandidos, con una bola de chispas resplandeciente que movía sus cabellos e iluminaba todo su rostro proveniente de su mano izquierda, moviéndose hacia delante hasta impactar con la espalda del mismo y mandándolo a volar por encima de la mesa donde todos sus hombres reían.
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
¤ Chidori ¤ Mil Pájaros - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Raiton 40 - Gastos:
48 CK
(Raiton 80), Raikiri, (multiplicable x2)
- Daños: 80 PV - Efectos adicionales:
Agilidad +20, Percepción -20 (durante su ejecución)
Alto peligro de muerte de impactar en un punto vital
- Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica canaliza una gran cantidad de chakra Raiton en la mano del usuario, tanto es así que se vuelve visible y produce un sonido parecido a mil pájaros chirriantes. De ahí el nombre de la habilidad. Una vez la técnica se ha completado, el usuario carga hacia adelante y clava su Chidori en el adversario. Esto produce, en caso de acertar en puntos vitales, un daño usualmente letal. A pesar de que la técnica produce un sonido tan alto, esta técnica está clasificada como de asesinato gracias a la velocidad a la que el usuario es capaz de moverse mientras la utiliza. Dado que la velocidad del ataque es tan grande y que el usuario debe moverse estrictamente en línea recta, se produce un efecto túnel en su visión que le impide variar ligeramente la trayectoria del ataque si su oponente lo hace, fallando el movimiento. Esto puede ser corregido si el usuario posee reflejos aumentados (mediante el Sharingan, Rinnegan u otros medios). El Chidori puede utilizarse para electrocutar al oponente y mandarlo en dirección opuesta, sin empalarlo, por lo que es una técnica de letalidad ajustable.
Una versión avanzada de la técnica, denominada Raikiri, tiene fama debido a una leyenda en la que se cuenta que un antiguo shinobi cortó un rayo por la mitad. Es una versión concentrada, donde la cuchilla es de un color morado y de una forma muy concentrada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri dejó que su Ninjutsu hablase por ella, apareciendose sin previo aviso detrás del líder de los bandidos y atravesando su trono y su espalda con su mano envuelta en una densa capa de chakra eléctrico. La kunoichi sintió la punta de sus dedos salir por el pecho del hombre, pero no logró atravesarlo del todo por la cantidad de capas que la retuvieron.
Sacó la mano justo a tiempo para que el hombre se levantase y posase sus manos sobre el hacha, dispuesto a levantarla incluso con un boquete enorme en la espalda.
— Maldita insensata. ¡Atacad!
Todos los hombres se pusieron en pie al mismo tiempo, algunos tropezándose, otros demasiado borrachos para saber donde estaba su espada. El bandido jefe levanto el hacha por encima de su cabeza, dispuesto a dejarla caer sobre Eri que estaba rodeada de bandidos. Justo entonces algo apareció tras él.
Yo completamente fuera de mí, con unas garras que parecían de oso y unos colmillos que parecían de vampiro, con los ojos inyectados en sangre. Me lancé sobre él, rasgándole los brazos a lo largo y obligandole a soltar el hacha mientras apoyaba mis pies en sus hombros. Su armadura parecía de hojalata contra mis garras reforzadas con chakra. Miré a Eri y ladeé la cabeza, para un segundo después saltar a la muchedumbre de bandidos confusos y empezar a despedazar y esquivar al mismo tiempo que Stuffy. El can se había lanzado a por los primeros de la mesa antes de que pudiesen prepararse y mordiendo y arañando se abría paso hasta nosotros.
Entonces se formó el caos. El líder en sus últimos estertores intentó levantar el hacha, pero el dolor en los brazos se lo hacía imposible. De los cinco o seis bandidos que rodeaban a Eri, solo dos la atacaron, probablemente porque la muchedumbre no tenía muy claro a por quien ir. De repente tenían dos bestias sangrientas que enfrentar y la kunoichi pelirroja parecía la menos peligrosa.
Por eso, entre empujones y desenvainos empezaron a aparecer más y más bandidos de los túneles laterales.
28/01/2019, 23:25 (Última modificación: 28/01/2019, 23:25 por Uzumaki Eri.)
Pensó que podría atravesarlo, pero la maldita armadura que llevaba había sido demasiado hasta para su técnica. Tragó grueso mientras movía su mano hacia atrás, sacándola, mientras veía al jefe levantarse y tomar el hacha, dispuesto a terminar con su vida por haberle desafiado.
—Maldita insensata. ¡Atacad!
Todos los que rodeaban la mesa se levantaban sedientos de sangre, algunos incluso les costó acostumbrarse a estar sobre dos piernas, sin embargo el que más imponía era el que tenía frente a ella, que levantaba la mano que retenía aquel armatoste enorme, dispuesto a acabar con ella.
Movió sus manos, juntándolas, dispuesta a hacer otra técnica hasta que...
Nabi entró en el combate.
El Inuzuka se había tirado contra el jefe con su aspecto más salvaje para atacar sus extremidades, obligándole a dejar caer el hacha por los golpes que estaba recibiendo. El Nabi asalvajado miró a la pelirroja y pareció indicarle algo, sin embargo no tardó en lanzarse contra otro grupo de bandidos, dejando al jefe ligeramente fuera de la batalla. Stuffy se añadió a ellos haciéndose paso entre los bandidos.
Eri estaba rodeada, pero al menos no estaba el bandido jefe entre ellos, o al menos no parecía unirse en un tiempo cercano. Miró a los que tenía cerca, algo confundidos, sin saber si atacar o no, hasta que dos de ellos decidieron acercarse a ella. No perdió el tiempo, sin embargo; y haciendo el sello del carnero con su mano diestra, y luego lo hizo con la izquierda, haciendo así salir dos cadenas justo de las palmas de sus manos para atravesar a los bandidos que se habían querido acercar para atacarla.
¤ Uzumaki no Kusari ¤ Cadenas de Uzumaki - Tipo: Ofensivo/Apoyo - Rango: B - Requisitos: Uzumaki 60 - Gastos: 15 CK por cadena (máximo 5, divide regen. de chakra) - Daños: 25 PV por cadena - Efectos adicionales: - - Sellos: Carnero (una mano) - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Las cadenas pueden llegar hasta los 10 metros de distancia
El chakra de los miembros del clan Uzumaki puede manifestarse en forma de cadenas de chakra espectral, pero muy reales, que acaban en cuchillas y pueden usarse tanto para atravesar a los oponentes como para enrollarlos y atraerlos hacia sí. En cualquiera de los casos, una vez utilizadas estas cadenas para algo, desaparecen al siguiente turno, a no ser que se usen a modo de arma.
Las cadenas pueden extraerse de la palma de las manos, de la planta de los pies o de la espalda.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Me perdí en un mar de acero y sangre mucho más rápido de lo que hubiese querido. Sin duda era el que más daño estaba recibiendo, luchaba de una forma mucho más agresiva que Eri e incluso que Stuffy. En cuestión de minutos todos los bandidos evitaban acercarse a mí y yo tenía más cortes de los que podía contar usando esa técnica. La mayoría eran superficiales, pues siempre conseguía esquivar o mover el filo con mis garras para que no fuese grave.
Con cada herida me enfadaba más, lanzándome aún más violentamente a por ellos. Al final, la misión de Stuffy se resumió en impedir que huyesen los que lo intentaban.
A Eri le habían vuelto a rodear cinco bandidos, esta vez más despiertos, atacaron casi todos a la vez. Sin embargo, para la kunoichi era como si se moviesen a cámara lenta, al fin y al cabo, no solo no habían recibido entrenamiento alguno si no que además ni siquiera usaban el chakra, no eran mucho más que civiles con espadas.
29/01/2019, 00:02 (Última modificación: 29/01/2019, 00:02 por Uzumaki Eri.)
Nabi se las apañaba como podía, pero la verdad es que no parecía necesitar ayuda, ni si quiera de Stuffy quien detenía a aquellos que pretendían huir.
Eri deshizo sus cadenas y giró sobre si misma lentamente, mirando a todos aquellos que se acercaban ahora a ella sin vacilar. Viajó su mano hasta el portaobjetos y sacó su kunai, preparándose, hasta que comenzaron a acercarse a acabar con ella.
La pelirroja saltó y se lanzó al cuello de uno, haciéndole un corte en el mismo hasta que otro se unió al combate, recibiendo una patada de la kunoichi nada más estuvo dentro de su rango. Los otros tres restantes no parecían bajar la guardia, de nuevo acercándose, y ella corrió por la sala, evitando que fueran los tres tras ella, buscando un enfrentamiento más sencillo, y justo cuando logró encararse solo con uno, kunai en mano, rebanó el cuello del tercero. El cuarto y el quinto sufrirían otro tipo de destino cuando los dos recibieron a dos bestias creadas a partir de sus rayos entre sus brazos.
¤ Raiju Hashiri no Jutsu ¤ Técnica de las Bestias Veloces de Rayo - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Raiton 30 - Gastos:
36 CK/criatura (máximo 1)
(Raiton 60) (máximo 2)
- Daños: 60 PV/criatura - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Las bestias tienen el tamaño de un lobo común, y pueden moverse libremente en un rango de 10 metros, pero no pueden girar para retroceder, sólo avanzar y realizar pequeños giros
Manipulando chakra eléctrico en su mano, el usuario es capaz de expandir su Raiton creando bestias eléctricas que avanzan como un rayo hacia su adversario, intentando impactar e implosionar contra él, electrocutándolo. El usuario puede controlar a las bestias, que pueden tomar cualquier apariencia siempre y cuando respeten el tamaño de la técnica; siempre y cuando no realicen giros bruscos o cambien totalmente de dirección.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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Viéndome en las últimas de mi técnica, hice un esfuerzo en herir a tantos como fuese posible y matar otros cuantos. Stuffy tenía la misma actitud que si estuviésemos jugando a lanzarle un palo y que fuese a buscarlo. Iba saltando y aplastando a los que se intentaban escapar, a otros los agarraba de una extremidad con los dientes y los sacudía con fuerza antes de dejarlos tirados en el suelo, y entonces corría a por el siguiente. También se había ganado unos cuantos cortes, pero no parecía interesarle con la adrenalina.
Justo cuando se me acababa el efecto de mi subidón animal, Eri pasó corriendo solo para lanzar dos criaturas de electricidad pura contra dos bandidos que no se retiraron a suficiente velocidad del ataque. Aparte de cuerpos en el suelo, también había armas, muchas armas, y alguna pieza de armadura de algún tipo de metal.
Cuando los dos bicharracos electricos impactaron sobre sus victimas la electricidad pasó por sus armas haciendo un circuito con las que había por el suelo. Antes de que pudiese siquiera decir "Me cago en la puta qué coño está pasando joder" la electricidad se descontroló, acumulándose en los detalles de oro del hacha.
Hubo una onda expansiva después de un destello y todos salimos volando hacia los bordes de la habitación. La mayoría de los bandidos que estaban en las cercanías quedaron inconscientes al golpearse contra la pared o por sus heridas. A mí se me pasó del todo la técnica a la par que chocaba contra una esquina. Eri y Stuffy, que estaban más alejados del hacha, apenas tuvieron que dar un paso atrás para estabilizarse y parpadear con ganas para quitarse la ceguera del destello.
— ¡Joder! JAJAJAJAJAJAJA, eso ha sido bestial, Eri.
— Woof! — corroboró Stuffy mientras venía a lamerme.
Estaba sentado en una esquina de la habitación, con más cortes que un protector de espalda Amegakuriense y con más sangre que una menstruación. Miré a mi superior, limpiándome algo de sangre que me había salpicado la cara.
— Qué puta locura. Ni siento las piernas, este jutsu sigue siendo demasiado para mi.
Eché un vistazo a Stuffy y a Eri, ambos parecían estar casi intactos.
— Bueno, vosotros estáis bien. ¿Podemos descansar un momento, Eri? Necesito recuperarme de la emoción y de los retrocesos de mis locuras.
Le pregunté con una sonrisa, aún medio colocado por la cruda batalla.
Nunca pensó que su técnica llegase a ser impresionante, pero la verdad es que con tanto metal allí lo raro fue que saliese viva. Tras acabar con sus dos seguidores, ambos cayeron sobre demás piezas metálicas que no tardaron en transmitir la corriente eléctrica que había creado su técnica, y fue cuando todo se descontroló, creando una onda expansiva que hizo que todos los que allí quedaban conscientes volasen por los aires o se cegaran por el gran destello que había creado.
Eri se tapó los ojos rápidamente con el brazo, evitando que dañase más su visión. Y cuando todo pareció tranquilizarse, los abrió, y fijó su vista en el chico que acababa de carcajearse en la sala.
—¡Joder! JAJAJAJAJAJAJA, eso ha sido bestial, Eri.
—¡Nabi! —chilló la Uzumaki, corriendo a la posición del Inuzuka quien estaba sentado en el suelo con diversas heridas abiertas y sangre por todas partes de su cuerpo. Rápido se agachó y se quedó mirándole con cierta preocupación.
—Qué puta locura. Ni siento las piernas, este jutsu sigue siendo demasiado para mi.
—No deberías haberte excedido tanto... —murmuró Eri, sintiéndose ligeramente culpable. Si ella no se hubiera lanzado sin control, quizá lo hubieran llevado mejor—. Lo siento, creo que he sido demasiado impulsiva.
—Bueno, vosotros estáis bien. ¿Podemos descansar un momento, Eri? Necesito recuperarme de la emoción y de los retrocesos de mis locuras.
—Todo lo que necesites —afirmó ella, levantándose para ir a por el arma que tenían que recuperar, dándose cuenta de la masacre que acababan de hacer en un momento. Se llevó una mano a la frente, limpiándose el sudor, e intentó coger el hacha, pero... —. Creo... Creo que voy a liberar a los rehenes mejor —murmuró, algo avergonzada—. No puedo coger el hacha, pesa demasiado...
Y sin dejar que Nabi pudiese si quiera hablar, se alejó corriendo por los pasillos donde antes habían aparecido más bandidos, buscando gente a la que rescatar.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100